Inicios de mi primo futbolista
Le enseño a mi primo futbolista los placeres de tocarse y una probadita de oral.
Soy Enrique. Vivo en Ciudad de México.
Hace unos días, hice un viaje por trabajo a Sinaloa, un estado al norte del país. Ahí tengo un tío con quien tenía mucho tiempo que no hablaba. Le escribí para decirle que estaría en su ciudad, en Culiacán, la capital del estado. Nos vimos a los dos días de haber llegado a Culiacán, cuando ya había terminado los compromisos del trabajo. Me invito a cenar con su esposa y mis primos a un restorán. A ellos también tenía unos años sin verlos. Vamos a pasar por Daniel a su entrenamiento de fútbol, me dijo mi tío. En el camino, mientras conversábamos, trataba de imaginar cómo habría crecido mi primo; apenas lo recordaba un poco llenito, como su papá. Ahora, ya tiene quince años y llevaba unos años sin verlo.
Cuando llegamos al pequeño estadio donde entrenaban, me distraje viendo a todos los jugadores de fútbol, con sus piernas bien tonificadas por el ejercicio y sus cuerpos bien marcados debajo de las camisetas que llevaban. Más cuando al final del partido algunos se quitaron la playera y quedaron con su torso descubierto. Intentaba reconocer a mi primo. Se acercaban a nosotros dos chicos, uno de cuerpo bien formado y un niño más llenito, pensé que este segundo sería mi primo. Para mi sorpresa fue el chico más guapillo que venía hacia nosotros. Mi tío le dijo que saludara. Y fue con un abrazo, que me dejó un poco descolocado, porque pude oler el sudor que traía tras el juego y sentir sus bien marcados músculos de su espalda.
Ya en el camino a su casa, nos pusimos a platicar y ponernos al tanto de nuestras vida. De que hace unos años entro al fútbol. De ahí entendía que había tomado tan buen cuerpo.
Llegando a su casa, Daniel apenas saludo a su mamá y subió a cambiarse. Saludé a mi tía. Me dijo que si quería podía subir a dejar mis cosas a la recámara de Daniel, pues habíamos hablado sobre quedarme esa noche con ellos. Subí imaginando ya que lo encontraría cambiándose. Y así fue. Toqué la puerta y sin más me dijo que pasara mientras él buscaba qué ponerse.
-¿A que tipo de restorán iremos, primo?
-No sé. Tu papá es el que sabe. Creo que a uno de carnes que está aquí cerca.
-¿Estará bien esta playera?
-Yo creo que sí, y además vamos del mismo color
Volteé a dejar mis cosas sobre un pequeño buró. Cuando regresé la mirada, él estaba quitándose la playera. Me senté en la cama como viendo mi cel, aunque era más para disimular mi erección que empezaba por ver a mi primo así. Él no dudó tampoco en quitarse los tennis de fútbol, las calcetas y el short. Pude ver como tenía las piernas bien marcadas y se le empezaba a marcar el abdomen.
-¿Haces mucho ejercicio?
-Sí, primo, empecé con el fut, pero también me gusta salir a la bici y hacemos algo de peso antes de entrenar- me contestó al tiempo que iba vistiéndose.
Mis tíos nos gritaron para ir ya a cenar y nos dijeron que pasaramos por mi otro primo a su recámara; él tenía apenas siete años y estaba jugando.
Ya en el restorán, hice más plática con mi primo. Incluso nos pedimos platillos para compartir y dos postres que también compartimos.
Llegamos a casa ya solo para ir a las recámaras a dormir, pues habíamos hecho un pequeño recorrido por la ciudad para que la conociera mejor. Les di las buenas noches a mis tíos. Entré al cuarto de Daniel y él ya empezaba a acomodar su cama, que tenía un colchón que se desplegaba abajo, para que durmiéramos ambos. Me dijo que él dormiría abajo. Se fue a bañar en lo que yo preparaba mis cosas para tomar un baño también. Salió rápido, apenas en bóxer y yo entré. Me dijo que dejara la puerta abierta porque aún no cepillaba sus dientes. Cuando entró, noté una breve mirada hacia donde yo estaba. Hice como si nada, aunque sí me dio un poco de pena y morbo a la vez. Como la cortina de la ducha era de vidrio, volteé mi cuerpo un poco porque mi pene empezaba a ponerse duro. Tallaba mi pelo y veía de reojo a mi primo viendo también disimuladamente hacia donde yo estaba. Al momento de enjuagar mi cabello, nuestras miradas se encontraron en el reflejo del espejo. Yo disimulé sacando la plática un poco.
-Ando super cansado. Con este baño voy a caer rendido a dormir.
-Yo igual
-Imagino que tú más por el entrenamiento de la tarde.
La verdad, no sentía la confianza de hacer bromas con él, por la poca convivencia que hemos tenido. Y porque le llevo unos años, yo tengo veintidos años, y no sé cómo podía tomarlo. Con la plática banal empezó a voltear más a verme y yo no puse impedimento para que pudiera ver mi cuerpo si quería. A pesar se ser más grande, no tengo los músculos marcados como él. Soy delgado, apenas marcado de pecho y brazos por el gimnasio que a veces hago, y las piernas un poco más por la bicicleta.
Cuando salió mi primo del baño, empecé a tener la duda de su sexualidad. O me preguntaba si solo era curiosidad por el cuerpo de alguien mayor.
Me acomodé en la cama. Él estaba en bóxer. Yo solo usé el pantalón de pijama sin bóxer abajo. Dormimos así por el calor que hace en Culiacán. Ya acostados quedamos en silencio, aunque yo seguía escuchando su respiración y sus ligeron movimientos. Estaba viendo hacia arriba. Le pregunté en voz baja si seguía despierto. Me dijo que a veces le costaba dormir por los entrenamientos pesados que hacia ya tarde.
-Y hoy además por la buena cena que hicimos- dijo
-¿Con el baño que tomaste no te relajaste?
-No, la verdad me prendió más.
Cuando dijo eso, no dudé en llevar el tema a lo sexual.
-Yo a veces debo también hacer algo para relajarme y dormir.
-¿Qué haces, primo?
-Es algo de lo que no deberíamos hablar- e hice como que me volteba
-Ya dime. Quiero dormir ya. Y queda aquí entre nosotros.
-¿En serio no sabes?- y me asomé hacia su colchón
-¿Masturbarte?- Me dijo algo sonrojado.
-Sí, pero eso es para hacerse solo.
-Sí he escuchado a algunos amigos que lo hacen. Pero la verdad es que yo no sé como.
-Bueno, después lo descubrirás.
Guardé silencio un rato. E hice como que si dejaría ahí el tema. Aunque estaba al cien. Mi pene empezaba a salir por el orificio del pantalón de mi pijama. Él volvió al tema.
-Oye, primo, ¿y si me enseñas cómo se hace?
Me acerqué y pude ver su expresión un poco asustadiza por lo que acababa de proponer.
-Bueno- bajé más mi voz y me pasé al colchón donde él estaba- que yo también debo relajarme -al tiempo que señalaba con mi mirada la tremenda erección que traía.
Bajé el pantalón de mi pijama. Empecé a sobarme la verga. Ya ahí no hicieron falta palabras. Él me siguió sobándose la verga sobre su bóxer. Yo le ayudé a bajarlo. Tenía una verga de buen tamaño para su edad, apenas un poco menos gruesa que la mía, y ya con unos cuantos pellitos. Regresé a jalarme mi verga. Lo que más me ponía era la mirada de Daniel en mis movimientos. Como no los seguía bien, me murmuró, ¿cómo, primo? Yo decidí arriesgarme y pasar mi mano derecha a jarlar su verga, mienstras que mi otra mano masajeaba la mía y mis huevos. Daniel empezó a jadear bajito y a relajar sus labios al ritmo de sus sonidos. Sus pies también se movían involuntariamente. No tenía suficiente líquido pre seminal para que lubricara. Le dije que estaba muy seco. ¿Tú cómo haces para quitarlo?, me preguntó. Sin pensarlo, bajé poco a poco, para ver la reacción en su cara. Lo tenía pédido y bien excitado. Solo vio como meti su verga en mi boca. Sí tenía algo de líquido que sabía saladito y rico. Le lamí primero bien la cabecita y empecé a meter poco a poco su verga. Hasta el troco. Daniel solo se retorcía. Volteé a ver su cara. Su mirada estaba ya perdida. Así que me fui a lamer sus huevitos. Al momento de pasarles mi lengua, se herizaron un poco y él dio un pequeño respingo. Los cubrí con mi boca. Regresé a su verga y empezamos a agarrar ritmo los dos, él moviendo sus caderas al ritmo en que yo me la metía a la boca y movía mi lengua. Qué rico, primo, sigue, era lo único que le escuchaba murmurar. Eso me motivaba más. Subí con mi boca por su abdomen, llegué a sus pezones y ahí de detuve un poco, lamiendo, y dando ligeros mordiscos, mientras seguía pajeando su verga. Subí por su cuello, al estar cerca, me dijo que todo estaba muy rico, que gracias por enseñarle. Me fui a su boca, no puso resistencia. Cada quien agarraba la verga del otro. Después de un rato así volví a bajar a chuparle la verga. Me seguía jalando la mía. Me separé y se la jalé hasta que se vino en chorros que le cubrieron hasta el pecho y su abdomen marcado. Esa escena me motivó más, que de por sí ya estaba explotando, y me vine apenas agarré mi verga. Estaba de lado hacia él. Mi semen cayó casi sobre el suyo, confundiéndose.
Apenas nos dio tiempo para limpiar el semén con papel. Dormimos los dos en el mismo colchón. Al otro día, Daniel salió muy temprano para la escuela. Me dio un beso y me dijo que había descansado rico.
Qué rica experiencia con el primo.
Mientras la escribía, me volví a prender.
Gracias por leer.
Escribí la segunda parte: https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/casa-sola-con-mi-primo/
gran relato como sigue
Me da gusto que te haya gustado. Espero que te hay puesto como a mí ´:)
Tu comentario me motivó a escribir como siguió. https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/casa-sola-con-mi-primo/