Inocentadas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Un día estaba sentado sobre una losa de construcción abandonada mirando desde esa altura a la calle, vi acercarse a mi amiguito Rosendo sentándose a mi lado ambos teníamos puestos pantalones cortos, mirábamos parte de la calle desde allí, al rato sube la escalera hasta llegar a donde estábamos un chico mucho mayor que nosotros de nombre Amarildo me acuerdo vagabente que vimos castizar a unos animales, reíamos viendo ese espectáculo los tres bien sentados uníamos las piernas moviéndolas como de costumbre, Amarildo nos hacía señas para que mirásemos su entrepierna donde el pene se había hecho bulto Rosendo reía Amarildo también se fueron dejándome solo, al pasar el tiempo me aburrí y al bajar la escalera oriné en el rincón, alcancé a mirar por lo oscuro de cuarto a medio terminar tapado con cartones, plásticos y madera que servía de escondite en nuestros juegos, allí estaban Rosendo y Amarildo desnudos a medio cuerpo, Rosendo en cuatro apoyado de manos y rodillas, tenía el pene chiquito parado que le guindaba moviéndose en el aire porque su culo recibía el deslizamiento del pene grande de pelos que tenía Amarildo, me vieron y se pusieron la ropa, inocentemente les pregunté que qué estaban haciendo me respondieron que jugaban al gallo y a la gallina por el momento ahí quedó todo a pesar que tenía una inquietud de lo que hacían, cada vez que subíamos a la losa se estaban conmigo por un rato y luego me dejaban yo los seguía y siempre los encontraba cogiéndose en esa postura.
Aquella vez estaba con Amarildo, la tarde pasaba aburrida ya se acercaba la noche de pronto decidimos meternos en el escondite estuvimos sentados por un rato, Amarildo me sentó sobre su pene vestido haciéndome movimientos con las manos por un rato estuvimos así, el pene se puso grueso me ladeó para sacárselo por un costado pero duró poco nos levantamos, yo quería ir a casa Amarildo me tomó del brazo pude verle el pene grueso en su trusa dijo que si quería jugar al gallo y la gallina le dije que nosabía pero me dijo que me ensañaría, yo le dije que bueno, Amarldo me dijo que me quedara sentado, fue a mirar si alguien venía, regresó me bajó la trusa moviéndome el pene después se quito la trusa se puso en cuatro me decía que me acerque me sujetó de las caderas poniendo mi pene en su culo velludo hacía que lo moviera pero mi pene no se me paró dejamos de hacer ese movimiento me senté sobre las trusas tendidas Amarildo me mamaba el pene yo estaba sorprendido de ese gustito, vi quye mi pene se estiraba, de nuevo Amarildo se puso en cuatro y le roce mi pene apuntando hacia el culo. Después me pone en cuatro, ensaliva mi culo y apunta el pene en mi ano haciéndome pujar, de apoco sentía más dolor, le suplicaba que me dejara porque me estaba doliendo, después de un rato de tanto movimiento se puso frente a mi acostándome en el suelo vi que se acostaba sobre mi sobando mi pene, le salió semen chorreado sobre mi barriga humedeciendo mi pene, los dedos de Amarildo masajeaban mi pelo en señal de gusto por la cogida que me había dado, fue la primera que chico alguno me había dado.
Por los días que siguieron Amarildo estaba más apegado, esperaba que Rosendo y otros amiguitos tomaran dirección a sus casas para quedarnos dentro del escondite me gustaba mucho que chupara mi culo pero más cuando pasba saliva con la lengua por la rajita recorriéndola por todo el espinazo, ya por ese tiempo nos desnudábamos completamente, abrazaba y manoseaba mi cuerpo, me sentía bien cuando los dedos recorrían mis costillas con un cosquilleo delicioso, cierta vez se arrodilló frente a mi mamándome el pene con suavidad poniendose bien parado el suyo también lo estaba, Amarildo se acostó, me llevó a acostar sobre su pecho manoseándome la nalgas haciéndome para adelante poniéndome en cuatro metiéndome los dedos ensalivados y después el pene con gracia y delicia, me es difícil olvidar ese trozo de carne caliente latir en mi ano rodeando mis nalgas con sus vellos castaños en crecimiento y la unión de nuestros muslos en movimientos de atrás y adelante, cuando le decía que ya no más porque me dolía, me dejaba por un rato después se abría de piernas pidiéndome que acercara mis labios a su pene, abri mi boca probé un sabor acido amargo propio de su orina, el pene me entraba en la boca poquito, puso el pene cerca de mis mejillas saliéndole semen en parte rozaba el pene por mis labios luego salíamos.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!