INOLVIDABLE COGIDA QUE ME DIERON
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esto que cuento aquí me sucedió hace algún tiempo atrás. Yo tengo un amigo llamado Cirano que siempre que nos encontramos aprovechamos para pasar cogiendo un buen rato. La última vez que lo vi estaba acompañado por Pablo, un chico trigueño, alto, atlético, rostro fino, algo tímido. Cirano me explicó que el amigo estaba de visita y que era de una pequeña ciudad del interior.
Quizás eso explica su silencio. Yo pensé. Estuvimos tomando algunas copas y ya entrada la noche Cirano me invitó a su apartamento. Yo fui. Con este amigo yo sé lo que me espera. Puedo hacer todo con él menos penetrarlo. En compensación a él le gusta chupar un culo. Se queda horas haciéndome cosquillitas en el ano, metiendo un dedo, tocando los huevos yo en posición de cuatro patas y él preparando mi culito para meter su hermoso nabo. Y fue eso que sucedió solo que de esta vez delante del amigo. Pablo siempre callado nos miraba desnudos haciéndonos cariño, él ya sin camisa, serio pero con cierto brillo de lujuria en sus ojos que lo delataban.
Estaba disfrutando de ver a Cirano y a mí haciéndonos un 69. Después de algunos minutos observándonos se quitó el pantalón y el calzoncillo. Entonces pude ver la hermosa verga que se cargaba. Aquella pija era asustadora. Un pene del tamaño de una regla, unos 30 cm, bien dura y gruesa. Pablo se la tocaba mientras nos miraba. Cirano lo invitó. Él se aproximó. Nosotros paramos el 69 y le dimos atención. Yo me quedé de cuatro para que Cirano me chupara el culito y acerqué mi boca a la verga de Pablo. Que verga hermosa. La olí me la metí a la boca pero no me cupo ni la mitad. De todos modos se la chupé lo mejor que pude y Pablo aprobó porque le oí gemir y decir bajito, así, así, así,.
Para mientras yo sentía que Cirano seguía preparando mi ano para cogerme. Cuando por fin Cirano me la metió yo suspiré y aceleré la mamada que le estaba dando a Pablo. Cirano empujaba todo su nabo y aceleraba la penetración, gritaba, gemía hasta que por fin se corrió. En ese momento le oí decir a Pablo: ahora yo. Cirano lo jaló del brazo y le dijo. Ahora vas a probar un culo rico. Yo continué de cuatro. Pablo me la arrimó. Empujó, acomodó pero no entraba. Es que la verga era muy gruesa. Pero de tanto intentar logró meter la cabeza. Ayyyyyyyyyy, yo grité. Sentí un terrible dolor. Calma, calma, dijo Cirano. Como no es tu culo, le contesté. Ya va a pasar. Me dijo. Mi respiración se quedó acelerada y sendas lágrimas brotaron de mis ojos. Pablo metió otro pedazo. El dolor aumentó. Ah, ah, ah, ah, como me duele. Por favor sácamela. Supliqué. Pero Paulo no quiso saber.
Se arrodilló encima de la cama y me sujetó de la cintura para que no intentara sacármela. Y empujó el resto. Ay, ay, ay, me estás rasgando por dentro. Cirano decile que me la saque. Pero Cirano solo se sonrió. Se acercó a mí y me besó. Aguantala, de aquí a poco te va a gustar. Se me hacía difícil imaginar tal cosa porque solo sentía dolor. Pablo me la sacó un poco para después metérmela con fuerza. Yo me empinaba un poco para evitar la penetración pero Pablo me sujetaba con más fuerza por la cintura y así me inmovilizaba. Ni modo, tendría que aguantar. Y el dolor no se iba. Yo lloraba como un niño. Y sudaba.
Entonces pensé que en otra posición sería mejor. Le propuse que me cogiera de gallinita asada. Pablo Concordó. En esa posición la verga entró más profundo y se deslizó más fácil porque el camino ya estaba hecho. Todavía me dolía pero no era tanto. Pablo empujaba toda su mandarria y aceleraba el movimiento. Cirano solo observaba sonriente. Yo sudaba copiosamente. Y gemía. Demoró Pablo para gozar. Yo sentía un ardor muy fuerte en mi ano. Pero el fin llegó. Pablo se curvó, buscó mis labios y me besó mientras descargaba fuerte chorro de leche en mis entrañas. Ah, ah, ah, decía. Que cogida la que este tipo me dio.
Cuando sacó la verga de mi culo este se quedó abierto un buen tiempo. Yo sentía que temblaban mis músculos anales y la sensación era rica. Pablo no me cogió más. Al siguiente día viajó y nunca más lo vi. Pero la cogida que me dio me dejó con tremenda gana de sentir vergas grandes. Y esto se ha transformado en una obsesión.
Salgo a veces en busca de tipos que la tengan grande solo para recordar esta cogida antológica que Pablo, el amigo de Cirano, un día de estos me dio.
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