Intimando con el niño estrella de la televisión (Yo 18, él 11)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por natzareno.
Fue hace unos años, no muchos, pocos.
La televisión estaba en su época de oro, pues había programas geniales por doquier.
No daré detalles ni nombres reales, pero sucedió algo mágico que ni yo puedo creer a la fecha.
En aquella época contaba yo con 18 años de edad, estaba soltero y experimentando cosas nuevas cada vez que se me presentaba la oportunidad.
No tenía mi sexualidad definida, ni tenía prejuicios insanos que me limitaran.
Me encontraba en mi primer trabajo, era cajero de un cine en un centro comercial muy importante de mi ciudad.
Mi horario de trabajo era de 09:00 a 15:00, me encantaba ese horario porque me permitía llegar a casa y disfrutar de la tarde como me plazca.
Una de las cosas que me encantaba era ver un show en la televisión que lo conducía un niño de unos 11 años de edad.
Rubio, blanco oro, ojos miel, y con un cuerpo típico de esa edad; llenito con hermosas curvas de niño ingresando a la pubertad.
Me encantaba, no sé por qué, simplemente me tenía loco su sonrisa, su voz, su forma de manejarse.
Dentro mío, sabía que no iba a pasar nada con él, pues ¿Tener sexo con un niño de once teniendo yo 18, y que ese niño sea uno de los niños más famosos del país?.
¡Ni sueñes!
El show era un programa de juegos con público en vivo, la gente iba, se sentaba en la tribuna, y si llamaba la atención, cuando el sonriente niño buscaba participantes, la elegían para participar en algunos de los desafíos…
Un lunes, trabajando en el cine con total tranquilidad; ya que no suele ir mucha gente los lunes, vi acercarse a la caja donde yo atendía a un hermoso niño de entre 10 y 12 años, solo.
Traía anteojos de sol, una camiseta del club boca juniors, y una bermuda por encima de las rodillas.
Eso no me llamaba la atención, pues era verano y al cine del centro comercial solían ir niños de familias bien, era una época en la que no se controlaba que los niños no anden solos por los negocios; todo era un poco más libre.
Niño – “Hola, una entrada para ver la última película de star wars”.
Dijo el niño con total normalidad.
Yo- “Bien, una para star wars-episodio 2… Son XX pesos.
” Respondí.
Niño- “Bien, cóbreme de aquí”.
Dijo extendiendo su mano con una tarjeta de débito visa.
Yo- “Emmm… Permítame su documento”.
Sorprendido con que un menor tan chico maneje tarjeta.
Niño- “Okey”.
Dijo estirando nuevamente su mano con su documento.
Claramente me sorprendí sobremanera al ver que aquel niño era el mismo de la televisión, el mismo al que me encantaba ver conducir el show que me entretenía todas las tardes.
Yo- “Emmm…” Me quedé mirándolo, recorriéndolo todo con la vista.
Me quedé sin palabras, observándolo sin titubear.
Niño – “Jajaja, por eso me pongo anteojos de sol.
Para que no se me queden viendo, jaja.
” Dijo mostrando su simpática sonrisa que tanto me enamoraba cada tarde.
Yo- “¡Huy! Perdón, es que veo tu programa todas las tardes y, la verdad, me encanta cómo conduces el show.
Eres todo un presentador estrella.
” Le dije con una emoción tremenda, casi sin medir las palabras, sabiendo que podría pensar el niño que era yo un pervertido.
Pero nada me importó, en mi mente quería que él me siga hablando, que nos hagamos amigos… No sabía qué decir para llamar su atención.
Niño- “Gracias, ¿cuándo comienza la película?” Me consultó el chico cambiando de tema, dando a entender que estaba cansado de los fanáticos.
Yo- “Si, claro.
Emmm… En media hora.
” Le dije entregándole la entrada, su documento, y su tarjeta de débito.
Un poco desanimado porque estaba frente al ángel que me gustaba, pero no podía intentar nada porque estaba trabajando y, además ¿Qué podía hacer? ¿Invitarlo a tener sexo?.
Niño- “Gracias… Y… ¿Qué hay para hacer en este centro comercial mientras espero media hora?” Me preguntó inesperadamente.
No había apuro, si bien me encontraba trabajando, era lunes y casi no había gente.
Pero debía guardar la compostura, no trataba con cualquier niño.
Trataba con el niño más famoso del país, ese que comenzó su carrera haciendo películas cómicas y de drama cuando tenía apenas unos 7 años.
Que protagonizó dos series de televisión, y que conducía hace dos años el show más visto en la tarde.
¡Era una locura que el niño esté solo por ahí, Sin nadie que lo cuidara!… Pero eran otros tiempos, “más seguros”.
Yo- “Bueno, tienes la casa de pool allí (dije señalando la galería de enfrente), tienes los bolos al lado, una casa de videojuegos en el piso de abajo… Depende de lo que quieras hacer…” Le contesté, claro que mi mente deliraba y veía en su pregunta una ´inexistente´ insinuación de querer sexo.
Mi pene se empinó sin mucho problema.
Niño- “¡Genial! Sólo que jugar al pool o con las bolas de boliche es aburrido si uno anda solo, jeje… Mejor voy a comer algo al mc donalds…” El cine se encontraba en una zona del centro comercial donde había varias casas de comida rápida.
Así que él se dirigió hacia allá luego de su comentario.
Lo vi alejarse, no pude evitar mirar su trasero, ese que al que le había dedicado varias pajas cada tarde cuando al director del programa se le escapaba alguna toma en la que se veía a Nico de espalda.
En persona era mucho más hermoso, redondo, con esas nalgotitas de preadolescente, paradas, perfectas.
Se marcaban en su bermuda celeste veraniega, apretada, con tela fresca.
Para mí, todo había terminado ahí.
Me había caído bien el pequeño famoso, pero jamás hubiera pensado que también yo a él… Frente al cine se encontraban todas las mesas donde los comensales de las casas de comida rápida se sentaban a comer.
Pude observar que, ubicado en el medio de centenares de mesas, se sentó él.
En aquella época los teléfonos celulares recién comenzaban a aparecer, nadie andaba por ahí sacándole fotos a los demás.
Mientras yo atendía en la caja del cine a los pocos clientes que venían, no podía dejar de echarle un ojo a mi amado.
Lo hacía con disimulo, él estaba sentado comiendo su combo de mc Donalds, con sus gafas negras, no sabía hacia dónde miraba, por momentos pensé que me miraba a mí, en otros momentos creí que miraba hacia otras personas que le pasaban por al lado.
Cada tanto veía que algunas personas se acercaban con una servilleta y una lapicera para que les firme un autógrafo (algo que hoy ya no existe, pues todo es con selfie).
Pasó esa media hora, el joven pasó por delante mío, me saludó levantando la mano y entró a ver la película.
Luego de las casi dos horas y media que dura el film, yo me encontraba a quince minutos de terminar mi turno e irme a casa.
Lo veo salir con una sonrisa de oreja a oreja, me ve y se me acerca.
Niño- “¿Todavía estás trabajando?” Me dijo sorprendiéndome por su interés.
Yo- “Si, salgo en quince minutos… ¿Te gustó la película?” Le pregunté sin disimular mi cara de emoción por su interés en mí.
Niño- “Ha, genial… Cuando salgas… ¿Quieres jugar al pool conmigo?” Me preguntó con sin ningún problema.
Su pregunta me dejó más emocionado aún, comencé a delirar .
Es que mi cabeza durante las casi tres horas que transcurrieron desde que lo vi llegar al cine hasta ese momento, no dejaba de pensar en él y en lo loco que sería que sea mi amigo y que me deje hacerle cosillas… Pero tenía que mantener la postura, ni me había invitado a “hacer cosillas”, ni me estaba invitando a ser su amigo.
Yo- “Claro, pero… Una pregunta ¿No tienes que ir al show?” Le pregunté razonablemente, porque sabía que en unos horas él saldría por televisión.
Y yo estaría sintonizando su señal.
Niño- “Claro, pero el show comienza a las 17:00 hs, no pasa nada si juego una hora al pool hasta las 16:00.
Luego me tomo un taxi y llego al estudio rápido.
” Respondió dando a entender que él controla todo su tiempo.
Yo- “Ohhh claro.
Bueno, espérame un momento que venga mi compañero de la tarde y salgo.
” Manejando mis emociones para que no note que ardía de la excitación, por dentro.
Me dijo que se iba al pool y que me esperaba allí.
Pasaron menos de cinco minutos y mi compañero de la tarde llegó, lo saludé, le pasé el informe de las ventas que hubo durante mi turno, y me fui al vestuario a cambiar.
Me vestí rápido, no quería perder más tiempo.
Salí casi corriendo del cine y crucé hasta el pool.
Ahí estaba él, observando cómo jugaba pool una pareja.
Estaba de espalda hacia la puerta de ingreso, me acerqué lentamente observando cada milímetro de su ser.
Guardando la imagen en mi mente para, más tarde, usarla en una de mis pajas nocturnas.
Pero no todo era sexo en mi cabeza, a mí me gustaba él, su personalidad tan fresca.
Era espontáneo y ocurrente, al menos eso veía en televisión.
Yo- “Acá estoy, perdón por la demora…” Le dije disculpándome por la tardanza.
Él se volteó hacia mí y se sorprendió al verme sin uniforme.
Nene- “AH, eres otra persona jaja.
Ahora pareces alguien normal.
” Me dijo al verme.
Cuando tenía 18 años no era feo, pero tampoco era hermoso.
Era un joven normal, cabello castaño claro, ojos marrones, piel blanca, y la juventud que suele tener uno a esa edad.
Un joven normal, flaco.
En fin, estuvimos jugando un buen rato.
Yo aprovechaba para preguntarle cosas, a él le gustaba hablar.
No tenía problemas en contestar cosas como que no iba a la escuela, sino que rendía todas las materias a fin de año, que lo preparaban los profesores.
Me contaba que sus padres lo dejaban hacer lo que quiera porque lo consideraban responsable, que su mamá trabajaba durante el verano dirigiendo un hotel que compró en la costa.
Que su papá estaba en la ciudad cuidando los negocios que él generaba con su fama… Sin dudas era un chico alegre, sabía lo que valía y lo disfrutaba.
Era libre.
(En ningún momento pregunté por qué no llevaba seguridad personal, como comenté anteriormente, en mi país no era normal que los famosos anden con custodia).
Durante la charla, claro que literalmente lo estaba “violando con la mirada”.
Aprovechaba cada oportunidad para pararme detrás de él y ver su culito cada vez que se inclinaba hacia adelante para golpear las bolas con el palo (taco).
Yo no podía disimular mi erección, creo que él notaba que lo miraba demás, pero no creo que le haya dado importancia.
Él seguía como si nada.
La charla estuvo entretenida, cada tanto él decía algún chiste, y yo otro.
Nos reímos bastante.
El salón estaba poco concurrido ese día, los pocos que estaban en el lugar seguro pensaban que éramos hermanos o primos… Nadie nos miraba.
Se hicieron las 16: hs, él vio su reloj de pulsera.
Niño- “¡Huy! Se pasó la hora, me tengo que ir…” Me dijo un poco apurado.
Yo- “Bueno, me gustó mucho conocerte…” Le dije con cara de lamento.
Él- “Oye, ¿quieres venir a conocer el canal? Digo… Si no tienes otra cosa que hacer.
” Me preguntó sorprendentemente.
Claro que le respondí que no, que mi tiempo vale.
Que tenía que ir a mi casa para hacerme una paja.
Que ni sueñe con que iba a ir…
¡Qué va! Es broma…
Yo- “¿Me dices en serio?” Le pregunté sospechando que era demasiado bueno para ser verdad.
Él- “Si, nunca me dijeron nada por llevar gente…” Me dijo como aclarando que es lo más normal del mundo llevar desconocidos al estudio donde transmiten su show… ¡Jaja!
Yo- “¡Sería genial, claro que voy!” Le respondí emocionado como si el niño fuese yo.
Él- “Entonces… ¡Apúúúúúúúúúrate, que se hace tarde! Jajaja.
” Dijo chistosamente y salimos del pool con paso acelerado hacia los pasillos del centro comercial.
Nos dirigimos hacia la vereda donde Él (prefiero no decir su nombre, aunque podría inventar uno, desde ahora en adelante lo llamaré Nico) detuvo un taxi y, luego de subirnos, nos dirigimos al canal.
En el taxi no pasó mucho, pues era el taxista quién no paró de hablar.
Hablaba de política y fútbol, temas que en lo personal no me fanatizan, pero a Nico sí.
De echo dejó clara su postura, la cual sospecho que es la de centro-derecha.
Pues habló mucho a favor de “la mano dura” contra el delito… No sé, me sonó gracioso escucharlo.
Pero comparto esa postura (suponiendo que el amor hacia los niños no fuese delito en el mundo).
El viaje no fue largo, el canal está dentro de mi misma ciudad, Nico pagó y nos bajamos del vehículo.
La situación era surrealista, cuando yo (en un día normal) estaría tirado en mi habitación escuchando música y esperando que comience el show de Nico… Me encontraba parado al lado de Nico, frente al canal donde él estaría preparándose para salir en vivo.
En la puerta del canal, había una larga fila de personas, lo miré a Nico como preguntándole quiénes eran.
Me respondió como leyendo mi mente: “es la gente que viene para estar en la tribuna”.
Así fue todo el ingreso, nos acercamos a la puerta de acceso al canal, la gente le pedía autógrafos.
Él los saludó con la mano haciendo una seña como diciéndoles que esperen hasta después del show.
Había dos guardias de seguridad en el ingreso, ambos saludaron a Nico como “Hola señor”, Nico los saludó a los dos por sus nombres.
Eso me gustó, saber el nombre de las personas que trabajan a tu alrededor es genial.
“¿Quién es el caballero?” Le preguntó un guardia a Nico, “un amigo, viene a conocer el estudio”.
“Bien, un segundo que lo registro y pasa”.
Me tomaron los datos y pasé con Nico.
Los pasillos del canal tenían cosas interesantes por todos lados, había algunos famosos.
Pero a mí solo me importaba mi “¿amiguito?” Como me llamó el.
Verlo sonreír, saludando a todos con su hermosa sonrisa adornada con esos labios carnosos, era la gloria.
Yo me sentía con “sapo de otro poso”, como que no pertenecía ahí.
Pero Nico todo el tiempo me hablaba y señalaba lugares contándome qué eran.
Llegamos al estudio donde se hacía su programa, me presentó a sus productores, a sus cámaras, a todos, saludaba a la tribuna.
Era una situación bizarra mi presencia allí, claro que lo disfruté, pero era “el grandulón desconocido que andaba de aquí para allá con un niño”.
Luego de hacer algunos chistes con la tribuna, Nico se me acercó y me dijo: “¿Quieres conocer mi camarín?”.
—–
Todos en el país lo conocían como “el nene rubio que conduce el show de la tarde en el canal de aire”.
Sí, era rubio, pero algunos decían que era más bien castaño claro.
Lo cierto es que era blanco de piel, pero dorado por el sol; ya que eran las vacaciones de verano y se notaba que Nico disfrutaba al aire libre cuando podía, seguramente tenía piscina en su casa.
Su cuerpo era el típico cuerpo de un nene de 11 años llenito, no tenía sobrepeso, no le sobraban kilos, pero tampoco le faltaban.
Tenía hermosas curvas y con unas nalgas digna de los dioses.
Ojos color miel… Y una boca con labios bien jugosos, cuando se sonreía era el alma de su programa.
Con sus escasos 11 años, Nico ya se había instalado en el mundo de la fama como el niño más famoso del país.
Se inició en el cine a los 7 años de edad, haciendo películas de comedia y algún que otro drama.
Protagonizó un par de series de televisión, luego le gustó conducir un programa de concursos.
Hacía dos años que conducía ese show cuando lo conocí sorpresivamente en la boletería del cine en el cual trabajaba cuando yo tenía 18 años.
Cuando le vendí el boleto para entrar al cine, aparentemente “nos caímos bien”.
Es que, luego de que terminara la película, Nico salió de la sala y se acercó hacia mí para invitarme a jugar al pool.
Es allí donde me invitó a presenciar su show en vivo, ya que desde donde estábamos, se iría al canal para conducir su programa.
Claro que acepté inmediatamente.
En el canal, Nico no paró de saludar a todos y presentarme como “el amigo”.
Luego de hacer algunos chistes con el público, que comenzaba a ocupar la tribuna del show, Nico me preguntó si quería conocer su camarín…
La pregunta me emocionó como si me estaría invitando a Disney Word: “¡Si, vamos!”.
“sígueme, es por aquí”, me dijo mientras me hacía señas con una mano para que lo siga.
Tuvimos que caminar por atrás de los camarógrafos que comenzaban a realizar los preparativos y los técnicos que también hacían lo suyo.
Había un pasillo que conectaba a varios pasillos más, era literalmente un laberinto.
En todos los pasillos había gente yendo y viniendo, calculo que eran vestuaristas, maquilladores, no sé.
¡A quién le importa! Me dirán, bueno, me gusta contar los detalles.
¬_¬
Cuando Nico me señaló una puerta entre muchas y me dijo: “Es ahí”, no me pareció la gran cosa, era una puerta normal, igual a todas las que habíamos pasado por los pasillos del canal.
Lo acompañé hasta la puerta donde una mujer corriendo hacia nosotros nos gritaba: “¡NICO, NICO, TOMA!”.
Era su asistente que le quería entregar el no sé qué del programa, creo que una especie de cronograma con las cosas que harían hoy en el show.
La mujer no preguntó quién era yo, ni nada.
Parecía que Nico se manejaba solo, sin dar explicaciones.
“Gracias, nos vemos en unos minutos”, saludó a la mujer sin más vueltas.
“Ven, entra”, me dijo Nico abriendo la puerta de su camarín.
¡Vaya espectáculo era su “Cucha”! Era como un mini-museo de toda su vida, tenía fotos de él con centenas de famosos pegadas en todas las paredes.
Un espejo gigante y un escritorio debajo.
Había tres sillas del tipo oficina ejecutiva, una nevera con latas de gaseosas y botellas de agua mineral.
Tenía una mesa con comida del tipo sándwich de miga: “¿Todo esto te comes tú solo?” Le pregunté sorprendido como primera impresión.
“Noooo, es el cáterin que me da el canal.
Pero ya me cansé hace meses de probar esas cosas.
” Me dijo poniendo cara de asco, dando a entender que se hartó de comer siempre lo mismo.
Yo seguía inspeccionando como si fuera un turista, no pude evitar observar una suerte de perchero donde estaba colgada toda la ropa de Nico.
Pude identificar algunas prendas que lo había visto usar en algunos programas que vi desde mi casa.
Me acerqué a la ropa y esperé a que él mirara para otro lado para olerla.
Tenía olor a limpio: “¿Cada cuánto te lavan ésta ropa?”.
Lo sé, la pregunta era un poco estúpida.
“Cuando termino el show, viene la chica que me dio éste papel (levantó la mano con el papel que le había dado la señora antes de ingresar al camarín), y se lleva todo para lavar… Lo trae al día siguiente”.
“Ahhh, ¿Y ahora qué hacemos?” Le dije con una expresión de no saber qué hacía yo ahí… “Bueno, ahora hago a un lado esto (se acercó al perchero y lo hizo a un lado, dejando al descubierto una puerta de vidrio donde había un baño), y me voy a lavar la cara…” Me dijo y comenzó a quitarse la ropa delante de mí como si no le importara que lo observe.
“¿Quieres… que… te… espere afuera?” Le pregunté sorprendido y sin palabras, mientras comenzaba a bajarse su bermuda y veía que traía un slip blanco debajo.
“¡Ups, perdón… Es que para lavarme la cara me quito la ropa para no mojarla… Además, me tengo que vestir con la ropa que dejaron ahí, en el perchero” dijo en tanto señalaba una camisa blanca de mangas cortas y un pantalón vaquero de color rojo.
“No me molesta, continúa…” contesté tratando de disimular mientras lo observaba y recorría todo su cuerpo con mi vista.
¡Imaginen, lo tenía casi desnudo frente a mí, sólo vestido con un slip blanco que algo transparentaba! Era realmente sexy.
Era como estar viendo a un ángel, su cuerpo de 11 años, aún con las características de un niño, sólo tapado por su slip.
Sin dudas, su piel blanca, y su cuerpito llenito era una delicia para mis ojos.
Si hubiera sido un pervertido, no cabía duda que me abalanzaría hacia él para besarlo todo y arrancarle el slip con los dientes… Pero no, era consciente (lamentablemente) de lo que podía generar si le hacía algo que no le gustaba, pero la situación me generaba una incógnita… ¿Por qué demonios ese hermoso y sexy niño me invitó a su camarín para conocerlo y se quedó en calzoncillos frente a mí… Es más, lo miraba de espaldas mientras se lavaba la carita con agua y con jabón… ¡Sí, se lavaba la carita! Mientras me regalaba una primera vista de su culito redondo y paradito, pomposo y blanquito, el calzoncillo blanco transparentaba la hermosa rajita que separaba sus fantásticas nalguitas… Unas piernas hermosas… Todo en él era precioso.
¿Qué quería Nico? ¿A caso la ausencia, por negocios, de sus padres lo instaba psicológicamente a buscar un amigo mayor que suplante la figura paternal…? ¿O buscaba otra cosa más, por llamarlo de alguna manera, “sensual”?
La cuestión es que por mi mente quería descifrar qué quería aquel niño, me debatía en mi mente entre intentar algo con él o simplemente ser un amigo.
Tal vez, aquél niño famoso tenía “experiencias sexuales” debido a su intensa carrera de actor entre tanta gente que trabaja a su alrededor… Pues, no lo sabía.
Igual la situación me sobrepasó, tenía a Nico inclinado hacia el lavado del baño salpicando agua para todos lados, con su trasero precioso apuntando hacia mí… Era el momento de intentar, al menos, tocar ese culito.
Lo haría “como quién no quiere la cosa”, así que me puse de pie.
“¿Quieres que te alcance la toalla?” Le dije en tono colaborativo.
“Si, gracias…” Me dijo apagando el grifo y girándose hacia mí.
Mientras yo retiraba la toalla del gancho al lado de la puerta del baño, trataba de mirar disimuladamente su bultito que se marcaba en su slip.
Se notaba que tenía su penecito semi-rígido: “¿Te ayudo a vestirte?” le dije sospechando que Nico quería que lo ayude.
“Si no te molesta… Si lo hago solo arrugo la ropa que está planchada” me dijo con el carisma que lo caracteriza.
Mientras mi pequeño príncipe se terminaba de secar su cabello rubio (más bien castaño claro), yo me acercaba con la camisa para ayudarlo a que pase sus bracitos por las mangas.
“A ver, pasa primero éste brazo… Bien, ahora el otro… Perfecto” Y fui por el vaquero rojo que seguía en la percha.
Me arrodillé frente a él.
Su pequeño bultito apuntaba a mi cara, podía sentir que su penecillo me pedía a gritos que “lo libere de su encierro”, que le arranque ese calzón con los dientes… No aguantaba más… “Bueno, levanta el pie derecho… Bien, ahora el izquierdo… Ahora deja que lo subo…” Le dije mientras lo ayudaba a poner el pantalón.
Creo que no hace falta aclarar que, aproveché esa subida para saborear cada contacto de mis manos con sus piernas y nalgas.
Tenía piel suave como la de un bebé, y nalgas rechonchas como las de una modelo.
Nico comenzó a abrocharse los botones de su camisa, lo interrumpí sin decirle nada y le terminé de abrochar la camisa yo, de forma descendente.
“Deja que te meto la camisa dentro del pantalón, sino quedarás como un pordiosero” le dije con tono bajo tratando de disimular mi excitación.
Era algo de otro planeta, no podía creer lo que estaba viviendo.
Su pantalón todavía estaba desabrochado, comencé a meter el largo de su camisa por la zona de su espalda baja.
Mis manos literalmente manoseaban sus nalgas aprovechando su paso por la zona, Nico no decía nada, miraba la hora en el reloj de la pared… Seguí metiendo los bordes de su camisa a los lados de su cintura… Llegué a la parte del pubis, hice como que no me di cuenta y le metí su camisa dentro de su calzoncillo….
“¡Hey, Ese es mi calzoncillo!” me dijo riendo y mirándome con su típica sonrisa.
“¡Wow, no me di cuenta, discúlpame!” le respondí también a tono de broma, pero más excitado aún porque mis dedos entraron en contacto (aunque sea por unos segundos) con su sexy pene semi-erecto rodeado de un pubis más que suave, terso, sin bellos púbicos.
Si bien, sabía que no ocurriría nada en ese momento, en mi mente sentí que ya había dado el primer paso.
Logré tocarlo sin que él me rechace, aunque sea un toqueteo disimulado, pero toqueteo al fin.
Un golpeteo en la puerta nos interrumpió, era la chica que le avisaba desde afuera a Nico que faltaban cinco minutos para salir al aire.
Terminé de abrochar su pantalón, y lo ayudé a colocarse las medias y las zapatillas.
Luego regresamos hacia el estudio donde transmitían el programa…
“¡Al aire, en 3… 2… 1…!” Dijo el director del programa.
Nico me había dicho que me siente en el medio de la tribuna.
Allí saldría por televisión, ya que Nico se paraba de espaldas a la tribuna y con las cámaras que lo seguían para todas partes.
A mi alrededor, había muchos niños con sus madres y padres, que se habían presentado para participar en el programa.
Para mí era una experiencia única, pues era divertido estar entre tantos niños emocionados, pero también era único ver a Nico de espaldas con el pantaloncito vaquero rojo que llevaba puesto, era apretado y le marcaba bien sus piernas y su trasero.
No podía creer que, solo cinco minutos antes de salir al aire, había manoseado descaradamente sus famosas y hermosas nalguitas y su penecillo lampiño.
“¡Buenos tardes Latinoamérica!” Saludó con su hermosa y fresca voz, “Hoy tenemos un programa espectacular, ¡Vamos a estrenar dos juegos nuevos! BLA… BLA.
BLA…” Decía Nico mientras comenzaba con el programa, mi cabeza no paraba de fisgonear todo con mis ojos, cual turista en un museo.
Me encantaba verlo a él, mirar al público, mirar las cámaras, y las pantallas donde se veía lo que estaba saliendo por televisión.
El programa estaba interesante, pues lo estaba viendo desde otra perspectiva a la habitual.
Siempre lo hacía desde mi casa, ahora era parte de la tribuna en vivo y estuve en el camarín de Nico… También lo había ayudado a vestir, lo que me permitió tocarlo, disimulada y fugazmente, pero tocarlo al fin.
Antes de iniciar el show, le pedí a Nico que no me elija para ningún juego.
Es que no me sentía en las mejores condiciones “mentales” como para que millones de personas me vean en televisión, claro que eso no se lo comenté.
Por lo contrario, le dije que no era justo que pase yo porque ya éramos amigos.
Él estuvo de acuerdo.
“¡Gracias a todos por habernos sintonizado, mañana los espero aquí! ¡Por el mismo canal, y a la misma hora!” Finalizó el pequeño presentador de TV.
“¡Estamos fuera!” Sentenció el director con su megáfono.
“¡Tribuna! Todavía no se vayan así nos tomamos una fotografía” Dijo Nico mientras se paraba al costado de la tribuna y un fotógrafo tomaba su cámara con las manos.
“¡Digan whisky!” Dijo el pequeño conductor, “¡Whisky!” Dijimos todos casi al unísono.
Luego todos comenzaron a retirarse del estudio.
Nico me hizo una seña con la mano, apurándome para que lo acompañe hacia su camarín nuevamente.
Se apuró porque había algunos fanáticos que lo estaban llamando, se notaba que le molestaba un poco que lo persigan.
Al entrar nuevamente a su camarín, Nico se despojó de la ropa que se había puesto para el programa.
Nuevamente lo tenía frente a mí con su slip blanco, pero rápidamente se puso un short de fútbol celeste y una remera blanca.
Se puso sus zapatillas y me preguntó qué me había parecido el programa… “Me encantó, como siempre.
Lo mejor de la TV a la tarde” le contesté sin darme cuenta que soné muy adulador.
“Dime la verdad…” Me dijo poniendo carita de “no te creo”.
“De verdad, me gustó.
Claro que no fue el mejor programa de todos, pero fue bueno como siempre” le dije buscando no volver a sonar adulador nuevamente.
“Gracias, ¿Sabes? Estoy un poco cansado del programa… Seguramente este sea mi último año en la televisión” me dijo con cara de aburrido.
“La verdad que a mí me gusta el programa porque tú eres el presentador, el programa es bueno, pero tú lo haces interesante” le dije con total honestidad.
“Bueno, gracias… ¿Tienes que hacer algo ahora?” me preguntó claramente con intención de invitarme a algún lado.
El programa había terminado a las 19 hs, así que ya eran cerca de las 19:20 hs.
Claro que no tenía nada que hacer, pero al día siguiente debería ingresar al trabajo, a las 9 a.
m.
Así que le contesté que no debía hacer nada.
“¿Quieres ir a dormir a mi casa? Tengo un SEGA (sí, todo transcurrió en la época del SEGA).
Podemos jugar antes de dormir…” me invitó, nomás.
Para ese momento, me encontraba excitadísimo.
Me erección se notaba, pero Nico parecía no haberlo notado.
Además, la situación me hizo recordar a mi infancia cuando mis amigos venían a casa a jugar al Family Game.
“Si, pero mañana debo irme temprano a trabajar.
“Okey, no hay problema.
Vamos” me dijo para que lo siga.
La noche estaba comenzando, el sol iba apagándose.
Con Nico salimos del canal, en la calle no había nadie.
Nos subimos a un TAXI y Nico le pidió que nos lleve hasta su casa.
El viaje duró cerca de media hora.
La casa era de un estilo moderno para la época, un estilo americano en un barrio residencial de clase alta.
Lo cual era de esperar, ya que no era cualquier niño.
Nico pagó el TAXI, nos bajamos y entramos a la casa.
No había nadie, solo él y yo.
“¿Tienes hambre?” me preguntó.
“Si, un poco…” le respondí.
“Siempre me dejan comida en la heladera, acompáñame…” me indicó y caminamos unos metros hasta la cocina.
Nico abrió la heladera y sacó de la misma una bandeja con ensalada y un pollo.
“¿Woow quién cocinó?” le pregunté sorprendido.
“Todas las mañanas viene una cocinera que cocina la comida del mediodía y la de la noche” me respondió mientras colocaba dos platos en la mesa.
“¿Viene mucha gente a la mañana?” curioseé.
“También viene una chica que limpia y una vez por semana viene un jardinero” me decía como si fuera lo más normal del mundo.
“¿Y tus padres no vienen nunca?” le pregunté.
“Bueno, es el primer verano del hotel que tenemos en la costa, así que ella se quedó allí para cuidarlo.
Y mi papá… Bueno, no sé.
Viene cuando quiere…” me dijo con cara de lamento.
En ese momento me dieron ganas de besarlo ahí mismo, pero sabía que no era el momento.
Ambos nos sentamos en la mesa, comimos riéndonos de cosas que pasaron durante el show.
La comida estaba deliciosa, y mis ojos tenían una imagen aún más rica, tenía frente a mí al niño más hermoso del país.
Era sólo para mí, pero no quería obligarlo a nada que él no quiera.
En mi cabeza estaba seguro que el momento de la acción llegaría, pues ¿qué rayos estaba yo haciendo ahí entonces?
Nico terminó de comer, se levantó y dejó en el lavado de la cocina su plato.
Yo lo seguí, dejé el plato y caminé detrás de él.
Se dirigió al baño, allí se cepilló los dientes y se lavó las manos y la cara.
Hice lo mismo, con excepción de los dientes porque no traía mi cepillo.
“¿Qué hacemos ahora?” le pregunté un poco aburrido.
“La verdad, estoy un poco cansado como para jugar videojuegos… ¿qué quieres hacer?” me preguntó bostezando… Mi cabeza estaba que ardía, “¡Quiero meterte el pene hasta la garganta!” le iba a decir, pero me controlé… “No sé, es tu casa” le dije.
Nico se encogió de hombros como dando a entender que no sabía, salió del baño y lo seguí.
Caminamos por los pasillos de su casa, “ésta es mi habitación… ésta es la habitación de mis padres… allí está el parque y allí la piscina…” me decía mientras señalaba los distintos sitios de su casa.
A mí me llamó la atención su piscina, estaba en el parque de su casa rodeada de un manto de césped verde excelentemente cuidado y había buena iluminación pese a que ya era de noche.
“¿Podemos ver la piscina?” le dije sin más vueltas.
“Claro, vamos” me respondió y lo seguí hasta el natatorio.
La piscina de Nico no era tan grande como para que se meta todo el barrio, pero era lo suficiente como para que cinco personas se metieran cómodamente a disfrutar.
“¿Quieres meterte?” me preguntó al fin mi pequeño amigo.
“¡Si, me estoy muriendo de calor!” le dije contento porque fue él quien preguntó primero, hasta ese momento me daba no sé qué insinuar meterme al agua con él.
“Bueno, deja que busco un traje de baño para ti…” me dijo.
“Deja, me meto desnudo” le dije sin más vueltas… Sin perder más tiempo, decidí tomar la iniciativa; comencé a quitarme la ropa ante la mirada atónita de Nico, sus ojos color miel se abrieron completamente y observaban a su nuevo amigo de 18 años de edad, un joven normal, quitarse la poca ropa que traía encima.
Sólo me faltaba quitarme el calzoncillo, “te molesta si me lo quito… es que no quiero mojarlo” le dije ya excitadísimo.
“No, haz lo que te parezca más cómodo” me dijo, dando así vuelta las cartas.
Repitiendo a la inversa la situación en su camarín.
Mi pene siempre fue normal, erecto alcanza los 17 cm, dormido los 12.
De piel blanca, casi pálida porque siempre anduve en lugares techados, rara vez bajo el sol.
A los 18 años era normal, 1,80 de altura, ojos marrones, y cabello negro.
Así me encontraba frente a Nico, parado en el borde de la piscina, completamente desnudo.
Extrañamente, calculo por los nervios del momento, mi pene no estaba erecto.
“¿No te vas a meter?” le pregunté al niño mientras saltaba al agua para quitarle tensión al momento.
“Si.
” dijo con tono tímido y comenzó a levantarse la remera que traía.
De a poco fue liberando el hermoso cuerpo que tenía, yo lo miraba y recordaba algunas imágenes que tenía en mi mente de él donde se bañaba en una película y lo mostraban desnudo.
Aunque su pene no lo mostraron.
Sentía como que estaba en una escena en cámara lenta, una situación muy sexy, un momento hermoso.
Nico tenía cara tímida, eso me parecía extraño porque en su camarín actuaba natural, ahora era distinto.
Tal vez porque estamos solos en su casa, pensé.
Comenzó a bajarse el short que traía, liberando así su hermoso slip blanco que yo ya conocía.
Luego me dio la espalda, y se quitó rápidamente el slip.
¡No se imaginan lo hermoso que fue al fin ver ese hermoso trasero! Nico, con sus 11 años, tenía un cuerpo lampiño y “redondito”.
Un niño bien, hermoso, rubio.
La línea que separaba su espalda blanca y dorada por el sol, con sus nalgas pálidas y redondas “, era el mismo canto de los ángeles”.
Mi pene estaba que estallaba, había despertado por completo al ver semejante monumento a la belleza.
Pero como me encontraba en la piscina, Nico no podía ver mi herramienta.
Nico giró de frente hacia mí, aún parado al borde de la piscina, dejando que lo viera completamente desnudo.
Su pene, perfecto, blanco sobre dos hermosos huevitos rosados.
Una ingle suave, se veía perfecto que su piel era como la de un bebé.
“¿Te vas a meter?” le pregunté casi sin poder disimular mi aumento en la respiración.
“Si, pero tomaré distancia…” dijo, aunque no entendí en el momento.
Nico se alejó de la piscina y luego regresó corriendo y, al grito de “cuidado”, saltó hacia el centro de la misma.
Se podrán imaginar que yo ni me moví de donde estaba, pues al ver que iba a caer cerca de mí, me quedé inmóvil para sentir su cuerpo rozar el mío.
Es decir, me encontraba parado, viéndolo correr hacia la piscina, su penecito blanquito rebotando al ritmo de sus pasos, y al ver que saltó hacia donde yo estaba no me moví.
Nico se dio media vuelta en el aire, e impactó de espaldas contra mí.
Sus nalgas impactaron contra mi pecho, y luego se desplazaron por mi barriga hasta llegar a mi pene.
Nico rápidamente se separó de mí y metió su cabeza varias veces bajo el agua para mojar su cabello.
Por mi mente estaba seguro que sintió el contacto de mi pene rígido con sus nalgas suaves.
Estaba seguro que “se hacía el distraído”, la situación era muy loca.
Jugábamos con el agua, nos tirábamos agua el uno al otro, hablábamos de la vida en general.
Él propuso un juego de preguntas y respuestas sobre cosas que a cada uno nos interese sobre el otro.
Sé que lo resalto mucho, pero el contexto lo amerita.
Es que me encontraba en la casa de Nico, el niño más famoso del país, el que me tenía loco de excitación cada vez que llegaba por la tarde a mi casa y lo veía conducir su programa en televisión abierta.
Era sexy, un perfecto niño de 11 años, nalgoncito, blanco dorado (por el sol), cabello rubio y ojos miel.
Y yo estaba ahí, un joven de 18 años, empleado de un cine en un centro comercial.
¡No era nadie! Era una situación bizarra mi presencia en su casa, además estábamos solos.
Algo que no tenía una explicación lógica.
Nico, era un niño que sabía bien lo que valía, tenía en claro cómo era el negocio de su fama.
Pero, aun así, mostraba algo de inocencia.
Sé que es difícil de creer, teniendo en cuenta que prácticamente era un exhibicionista (por lo acontecido en su camarín), pero la verdad es que Nico no insinuaba nada sexual.
De eso me convencí cuando mi pene rozó toda su espalda al lanzarse él a la piscina en el lugar donde me encontraba parado.
Pues no se mostró excitado, sino como que tenía algo de vergüenza.
Aunque la disimulaba, se notaba que actuaba como si no hubiese ocurrido.
Pero su cara mostraba signos de estar “ruborizado”.
Yo no aguantaba, cada palabra que Nico decía, era un latido más que mi pene sentía.
Así que aproveché el juego de preguntas que Nico propuso para iniciar el “nivel 2 de acercamiento”.
Así que pregunté “Oye Nico, ¿tienes o has tenido novia?”.
“La verdad, no… Las chicas suelen gritar mucho cuando me ven, no me puedo acercar jaja” me contestó graciosamente.
“¿A qué te refieres con que no te puedes acercar?” le pregunté.
“Es que las chicas que conozco son demasiado fanáticas, y no puedo hablar seriamente con ellas” me dijo con su preciosa voz, mostrando así una suerte de melancolía en su ser que me ponía a mil.
“¿Cuántas veces has besado a otras personas?” insistí con el tema.
“¿Actuando? He dado 5 besos… ¿y tú?” me contestó.
“Nunca he besado a nadie…” le dije (mintiendo) fingiendo cara de tristeza.
“Pero, ¿nunca?” se intrigó.
“No, tampoco sé hacerlo…” le dije claramente tratando de instarlo a que se ofrezca a enseñarme.
“¡Pero es fácil! Solo tienes que acercar tus labios a los labios de la chica y besarlos…” trató de instruirme.
“Bueno, no me sale hacerlo…” Le dije nuevamente con cara de perrito tímido… Hubo un silencio incómodo, donde claramente pude sentir que “la idea de enseñarme” se le pasó por su cabeza, pero como que no se animaba a decirlo.
“La verdad, me da miedo besar a alguien…” rompí el silencio para poner presión…
Tanto Nico como yo, nos encontrábamos en la piscina, ambos desnudos y sentados uno en frente del otro, con el agua que nos llegaba hasta el cuello en su caso, en el mío hasta el pecho.
La piscina estaba bien iluminada, pero el movimiento del agua ocultaba los detalles de nuestros cuerpos.
“¿Sabes cómo di mi primer beso?” preguntó Nico con voz tímida.
“No, ¿cómo lo hiciste?” le pregunté emocionado porque ¡por fin picó el anzuelo! “Bueno, me daba miedo de dar un mal beso, ya que era para una escena de la película XXXXX (prefiero no decir el nombre), así que imaginé que la chica que tenía en frente era una manzana…” me dijo tiernamente.
“¿Una manzana?, ¿cómo sería eso?” le pregunté intrigado por su respuesta descabellada.
“Bueno, no en el sentido real de la palabra, claro que no vas a morder a la otra persona… Pero imaginé que estaba chupando una manzana jaja” me dijo graciosamente.
“No entendí…” le contesté simpáticamente poniendo aún más presión.
“Bueno, te voy a enseñar… Si quieres” me dijo al fin, mientras se ponía de rodillas en la piscina y se acercaba lentamente hacia mí.
La imagen era preciosa, al ponerse de rodillas, el agua le llegaba hasta el pecho.
Imaginen estar desnudo, sentado en una piscina, y un niño desnudo y hermoso caminando de rodillas lentamente hacia ustedes.
Bueno, esa imagen tenía yo.
“Bueno…” le contesté mientras Nico se acercaba hacia mí.
“Vamos a actuar, tú imagina que yo soy una chica que se acerca a ti para besarte” me dijo como si a mí me molestara besarlo a él… ¡Si supiera que lo amo! “Okey, le dije mientras abría las piernas para que se pueda arrodillar frente a mí.
“Si quieres cierra los ojos” me decía tiernamente como si yo no quisiera ver a ese ángel precioso mientras me besa.
“Ok” le contesté excitadísimo.
Nico acercó sus hermosos labios carnosos hacia mí, “haciendo trompita” con su boca.
Él sí cerró sus ojos, yo no.
Nos dimos “un piquito”, luego otro, y luego otro.
Al tercero, Nico se detuvo y abrió sus ojos, “ahora abre tu boca y sígueme el juego”, me dijo mi amado profesor.
Yo le hice caso, Nico cerró nuevamente sus ojos y comenzó a besarme con “beso francés”, un beso tímido, pero bastante profesional.
Para sostenerse mientras me besaba, Nico apoyó sus suaves y hermosas manos sobre mis hombros.
Sentí como que eso me habilitó a tomarlo de la cintura.
Mientras nos besábamos, comencé a recorrer su cuerpo con mis manos, primero su cintura, luego su espalda, subía y bajaba con mis manos, lentamente me animaba a bajar mis manos hasta sus hermosas nalgas.
Con 11 años, Nico era un niño llenito, eso le daba unas nalgas perfectas.
Redondas, suaves, y perfectas.
Al fin me animé, a bajar mis manos hasta sus nalgas.
Nico seguía besándome sin abrir los ojos, ahora él también comenzó a recorrer mi cuerpo con sus manos.
Sus manos recorrían mis brazos, mi pecho y mis hombros.
Era precioso, su boca con aliento a menta debido a que recién se había cepillado sus dientitos.
Mi pene estaba durísimo, necesitaba que mi pene tenga contacto con él, era una necesidad imperiosa.
Así que, sin dejar de besarnos, acomodé lentamente las piernas de Nico alrededor de mi cintura, entrando en contacto su hermosa y lampiña sexualidad con mi selvático pene.
Se podrán imaginar que casi eyaculo ahí mismo cuando sentí su penecillo erecto, de unos 10 o 11 cm entrar en contacto con mi pene de 17cm.
Mientras nuestras bocas intercambiaban nuestras salivas, y nuestras lenguas iban y venían, mis manos recorrían la espalda y las nalgas de Nico… Yo nunca había tenido sexo con un niño, de hecho, nunca se me había pasado por la cabeza.
Pero este niño tenía algo especial, algo mágico que me cautivaba.
Siempre me gustó, la situación que estaba experimentando era el “nivel supremo” de lo que a una persona le pueda llegar a pasar en su vida.
Yo hacía movimientos de cintura para frotar mi pene con su ingle, Nico lo estaba disfrutando, pues su pene estaba paradito y su boca no dejaba de besarme.
En aquélla época no existía internet como lo conocemos hoy, pues no había mucha pornografía como para “instruirse”, así que se imaginarán que todo era improvisado.
En ese momento me salió manejarme así.
Mi excitación era tal que me llevó a “tirar todo cuidado por la borda”, dejé de besar a Nico y lo levanté con mis brazos para luego sentarlo en el borde de la piscina, allí le pedí que se recueste hacia atrás, con sus piernas abiertas metidas en el agua.
Me coloqué frente a él y comencé a succionarle su penecito.
Con mis manos recorría todo su cuerpo, me encantaba sentirlo todo, sus axilas, su pecho, su barriguita, sus piernas.
Mi boca hacía lo suyo, por momentos me metía sus dos huevitos rosados y sin bellos al mismo tiempo en mi boca, y jugaba con mi lengua.
Y por otros momentos me metía su pene y lo succionaba mientras subía y bajaba con mi boca.
Era delicioso, además de sentir su aroma mezclado con el aroma del agua con cloro.
Era magia pura.
Nico respiraba acelerado, se reía cada vez que mis manos juguetonas recorrían sus axilas o sus pies.
Eso me excitaba, me encantaba que le guste.
Decidí avanzar más, así que coloqué sus piernas en mis hombros, ahora mi lengua y mis labios recorrían descendentemente el caminito entre sus huevitos y su asterisco rosado.
Llegar a su hermosa y perfecta canaleta, fue la gloria.
Con mis manos seguía recorriendo sus caderas, y sus piernas al tiempo que las tenía sobre mis hombros.
Mi boca se había vuelto adicta a la zona púbica de aquel hermoso niño que tanto me tenía enamorado incluso desde antes de que él supiera de mi existencia.
Mientras escribo estas palabras, puedo sentir cómo mi nariz aún recuerda los aromas que viví alguna vez, mi lengua los gustos, y mis ojos las imágenes.
Mis oídos, esa agitación y esa voz preciosa y angelical que cada tanto decía “despacito” cuando mi lengua intentaba ingresar en su asterisco.
Sí, no utilicé mis dedos, sino la lengua.
No podía permitirme perderme de ningún detalle.
En un momento, casi me olvido de respirar, tuve que dejar de “saborear a Nico” para respirar.
En ese momento, miré hacia el cielo y vi una hermosa luna llena en un cielo despejado.
Eso me hizo sentir que lo que realmente estaba viviendo era algo mágico.
Comencé a succionarle el penecillo nuevamente, ésta vez con más pasión.
Nico colocó sus manitos sobre mi cabeza, eso me encantó.
Habrán pasado unos 20 minutos de pura pasión, cuando sentí que era el momento de pedirle que vayamos a su habitación.
“Nico… ¿Podemos y a tu cama?” le dije entre suspiros y agitación.
“Bueno…” me dijo agitadísimo.
Nico se puso de pie, ante mi “mirada violadora” que no se quería perder ningún detalle.
Yo salí de la piscina y lo seguí hasta su habitación.
Allí entramos los dos, Nico me miró como sin saber qué hacer.
“Acuéstate boca arriba”, le dije.
Nico siguió la directiva sin decir nada, pero con una sonrisa de oreja a oreja.
Ahí lo tenía yo, al niño que hacía un par de años me entretenía todas las tardes cuando me aburría y ponía su programa en la televisión.
Ese niño que todos conocíamos, todos en el país lo vimos crecer.
Es que desde muy pequeño había hecho películas y series muy populares.
Su cabello rubio, sus ojos color miel, su boca rosada y carnosa.
Su hermoso cuerpo dorado por el sol, con su ingle y sus caderas redondas, de curvas perfectas y con un “blanco leche” que contrastaba con el resto de su cuerpo.
Allí, con su pene de 11cm paradito sobre dos huevitos rosados, y lampiños me pedía con su pose que me lance sobre él a terminar lo que empecé.
Nico tenía su mirada fija en mi pene, que con sus 17 cm apuntaban hacia él desde mi posición, aún parado frente a la cama.
Yo intentaba descifrar sus pensamientos, para mí estaba claro que él sabía lo que venía.
Así que me acerqué hasta la cama y “gateando” me dirigí hasta “entre sus piernas”.
“Abrí las piernas hermoso” me alió decirle.
Nico se sonrió y las abrió, mi cara estaba sobre su ingle, así que comencé a succionarle nuevamente el pene, saboreando todo, nuevamente mis manos lo recorrían todo.
La textura tersa de su piel al tacto de mis manos era una adicción para sumarle al momento.
Sentí la necesidad de hacerle el amor a su hermoso y virginal culito.
Así que comencé subir con mi boca por su pubis, luego por su ombligo, subir por su barriguita, por su pecho, y besarlo con beso francés nuevamente.
Mientras tanto, rozaba mi pene con el suyo, mi pene ya estaba más que baboso, a punto de eyacular.
Con una de mis manos me sostenía arriba de Nico para no aplastarlo, con la otra jugaba con mi pene y el de él, desparramando el poco líquido preseminal por su pubis, su pene y sus huevitos.
Mis dedos sentían magia.
Es ahí cuando me decidí a intentar el paso final, era la hora de la verdad.
“Nico, sostén tus piernas así…” le dije mientras lo colocaba en posición para que sostenga sus piernas en el aire así me dejaba el camino libre.
“Ok…” respondió muy agitado.
Por fin había llegado el momento, lo tenía a Nico completamente entregado a mí, era el momento de la verdad.
Así que, primero, comencé a lubricar con mi saliva su hoyito rosado.
Nico me miraba a la cara como estudiando lo que le hacía, era una mirada extraña, una mezcla de excitación con la de curiosidad.
Con mis dedos le estaba pasando mi saliva por su hueco.
“Hermosura, respirá profundo, no sueltes el aire hasta que te diga” le dije y le metí un dedo en el hueco con mucha delicadeza.
Nico hizo una mueca de dolor, y soltó el aire.
Comencé un “mete y saca” con mi dedo índice, delicadamente para no hacerle doler.
Nico solo respiraba acelerado y me miraba a los ojos con sus hermosos ojos color miel.
Con mis 18 años no era muy consciente de lo que hacía, mucho menos lo era aquel pequeño que me estaba regalando el mejor momento de mi vida.
La situación se había convertido en un “vivir el ahora”, no sabía si iba a volverse a repetir la situación.
Así que comencé a introducir un segundo dedo en su hermoso ano, Nico hizo otra mueca de dolor y cerró los ojos.
“Despacito, por favor…” dijo con la respiración agitada.
“Perdón, tu respira profundo…” le dije mientras con mi mano libre comencé a jugar con su pene y con mi boca le saboreaba sus huevitos.
Luego de algunos minutos mamándosela en simultáneo con mis dedos que entraban y salían de su culito perfecto y nalgoncito, me decidí a “hacerle el amor”.
Así que me coloqué de rodillas delante de su culito, retiré mis dedos de su hoyito y vi que ya estaba lo suficientemente abierto.
Nico abrió los ojos, puso cara de asustado porque se notaba que sabía lo que iba a hacer, “¿me la vas a meter?” me preguntó como queriéndose convencer de que la cosa va en serio.
“Si… Quiero entrar dentro tuyo, sentirte todo…” me salió decirle con mi agitación producto de mi excitación.
“Ahora sí, respira profundo belleza”, le dije mientras mi glande ya acariciaba su ano.
Ni bien sentí que Nico respiró profundo, decidí hacerlo rápido.
Di un primer empujón que dejó unos 10cm de mi pene dentro suyo, pero Nico comenzó a lagrimear… “Ahhg, ¡me duele!” me dijo con su hermosa voz.
“Solo respirá profundo, prometo que te va a dejar de doler” le dije calmándolo y le di otro empujón que terminó de meter dentro de sus tripas los restantes 7cm de mi pene.
El contacto de mis testículos peludos contra sus nalgas era una cosa increíble.
Esa suavidad y perfección era digno de los dioses.
Nico mantenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad, en tanto yo comenzaba un movimiento hacia atrás y hacia adelante, muy despacio y con cuidado.
En mi mente era consciente de que lo que importaba acá es que Nico también disfrute.
Mi mente intentaba concentrarse en mi pene, no podía creer que en ese momento mi herramienta estaba dentro del niño más famoso y precioso de mi país.
Tampoco podía creer que estaba en su casa, y que no había nadie que nos interrumpa.
Era como si todo el universo se hubiese alineado para que me encuentre con él, para que nos hagamos amigos, para que él me muestre “su mundo”, y para que luego se entregue a mí en una disparatada noche de amor y lujuria.
Mientras le “hacía el amor” con mis manos recorría su cuerpo, no quería perderme de tocar ninguna parte de su cuerpo.
En ese momento el “niño del pueblo” era sólo mío.
Lo amaba como a nada en el mundo, mi respiración y mi pulso comenzaba a acelerarse.
Comencé a aumentar mi movimiento de cadera, mis huevos hacían el típico sonido del sexo, “splash, splash” al impactar contra esas nalgotitas perfectas.
Nico gemía despacio, era increíble escuchar a ese hermoso niño haciendo un sonido similar al que hacen las mujeres cuando uno las está montando.
Era sensacional.
“Ah, ah, ah… Despacito, ah, ah” me decía ese hermoso niño de once años, rubio y con una boca digna de besar hasta el cansancio.
Mis huevos comenzaron a contraerse, no aguanté más.
Terminé echando mi semen con mis espermatozoides dentro de sus intestinos.
Nico pareció haber sentido cuando eyaculé dentro suyo, pues abrió los ojos y miró en dirección a su pubis como queriendo entender que pasó… “¿Me orinaste adentro?” me dijo graciosamente.
“No, solo eyaculé…” le dije.
“Ahhhh… no entiendo” me respondió con cara de ¡Me measte!.
“Los hombres cuando tenemos sexo soltamos algo que se llama semen, es una especie de leche que los hombres tenemos que avisan que el juego terminó.
” Le dije intentando explicar algo que, en esos tiempos era información que no cualquier niño manejaba.
En mi mente pensé que, tal vez, al ser un niño “solitario” nunca tuvo la oportunidad de hablar de sexo con alguien.
Al menos en profundidad.
Vi que ensucié las sábanas de la cama de Nico con mi semen, “Nico, ¿tienes una lavadora? Debemos lavar las sábanas antes de que venga alguien”.
“Si, está al lado del baño” me dijo mientras se tocaba el culito y con sus dedos sentía la viscosidad de mi semen.
Yo ya me encontraba parado al lado de la cama, le pedí que se levante para llevar a lavar las sábanas.
Nico aprovechó y fue conmigo hacia el lavadero, él fue al baño y se sentó en el inodoro.
La imagen era preciosa, dejó la puerta del baño abierta y no le importó que lo viese sentado todo desnudito “evacuando” mi semen aún dentro de su hermoso y ya no tan virgen culito.
En la lavadora metí las sábanas, mi ropa y la de él, claro que antes la fui a buscar al jadín donde había quedado al meternos a la piscina.
No pude evitar “olfatear” su calzoncillito blanco, tenía el olor típico que deja un día de trabajo.
Ese era el calzoncillo que Nico había usado durante el programa de la tarde, mi pene se volvió a despertar.
Yo lamía la parte del calzoncillo donde irían apoyados sus huevitos y su pene, no sé, me resultaba extremadamente excitante.
Cuando terminé de poner la ropa a lavar, en el programa más corto, me dirigí al baño nuevamente.
Nico se estaba limpiando su culito con papel higiénico, eso me puso a mil.
Quizá si Nico no fuese un niño hermoso, rubio, y simpático, no me excitaría la imagen.
Lo que estaba viendo era algo increíble.
¿Cuánta gente en el mundo tiene la oportunidad de cogerse al niño más hermoso y famoso de su país? Bueno, en ese momento sólo yo.
Mi cabeza “deliraba” con todo lo que veía, con 18 años eso era lo más increíble que había vivido.
Nico terminó de limpiarse y me miró como esperando que le diga los pasos a seguir.
“¿Nos bañamos?” le pregunté.
“Dale” me dijo con una sonrisa en su cara perfecta.
Se metió debajo de la regadera del baño, yo lo seguí.
Ambos estábamos bajo la lluvia de la regadera, me puse de rodillas para tener mi cabeza a la altura de su cara, le hice una seña como invitándolo a besarme.
Entendió perfectamente, acercó su boca a la mía y comenzamos a besarnos mientras mis manos volvían a recorrerlo todo, era casi una adicción tocar su cuerpo.
Tomé el shampoo y puse un poco en su cabeza y en la mía, Nico entendió lo que yo quería sin decirle nada.
Es que mientras con mis manos desparramaba el shampoo en su cabello, él lo hacía con el mío.
La lluvia de agua tibia nos limpió rápidamente el cabello, tomé el jabón y lo enjaboné completamente.
Todo su cuerpo, ¡imaginen lo hermoso que era para mí hacerlo! En esta oportunidad me pasé rápido el jabón sin esperar a que él lo haga.
A todo esto, ya eran como las diez de la noche.
“¿Qué quieres hace?” le pregunté antes de hacer cualquier cosa.
“¿Vamos a acostarnos? Estoy un poco cansado” me dijo casi bostezando.
“Bueno” le respondí mientras agarraba una toalla que estaba colgada al costado de la ducha y comenzaba a secarlo, pasaba mi mano por todo su cuerpo, secando cada rinconcito de su ser.
Luego me sequé yo y salimos del baño, Nico fue a su habitación, yo fui al lavadero a sacar la ropa, pues ya había terminado el lavado que programé.
“¿Dónde cuelgan la ropa húmeda?” le pregunté desde el lavadero.
“En el jardín hay una soga en el fondo” me respondió desde la habitación.
Luego de colgar la ropa húmeda, me dirigí a la habitación.
Nico ya había colocado sábanas nuevas en la cama, lo que me sorprendió un poco por su “autosuficiencia”.
En la habitación había una televisión de tubo, de esas televisiones típicas de los 90, la encendió y puso un show muy conocido donde hacían cámaras ocultas, chistes, y notas locas.
Nico miraba el programa, pero yo no podía dejar de mirarlo a él.
Pues estábamos los dos desnudos, acostados en la cama, tapados sólo por una sábana que compartíamos (su cama era de una plaza y media).
“Yo también miro este programa antes de dormir” le dije iniciando un tema de conversación.
“Si, es divertido, a mí me gusta cómo conduce el conductor” me dijo casi cerrando los ojos.
No quise seguir la charla porque vi que se estaba quedando dormido.
Así que me quedé viendo el programa unos minutos, cuando me quise acordar, Nico ya estaba dormido.
Me acomodé a su lado, y por debajo de las sábanas abracé su cuerpito desnudo.
Quería dormirme sintiendo el calor de su cuerpito, mientras el programa de la televisión terminó y comenzó una película.
Parecía mentira, estaban dando una película de Nico.
Era surrealista la situación, era una película que Nico había grabado hacía un año, por lo que no había muchas diferencias entre los rasgos de ese momento con los que tenía a mi lado.
Quería ver la película, pero el sueño me venció.
Me quedé dormido a su lado, abrazándolo.
Esta historia, es con diferencia. Una de las mejores historias que he leído en este sitio web, deja un sabor agridulce al final porque no se sabe nada y no hay información del autor, pero aún así incluía muchas cosas y retrata a la perfección la vida de un niño estrella en esa época. (Viene de un ex niño estrella) Era bastante exhaustivo, ojala hubiese Sido Nico en aquellos tiempos.