Israel 1a parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por aslex.
Cada año voy a la casa de mi abuela Verónica durante las fiestas de semana santa.
Es una casa de campo enorme, de esas antiguas con muchos cuartos y un gran terreno que la rodea y aún así la casa se llena en esos días. Llega familia de los cuatro puntos cardinales del país por lo que los habitantes del pueblo cercano dicen que ya inició la fiesta de Santa Verónica, por el alboroto que se arma y la derrama económica que ocurre.
Lo que voy a contar sucedió esta última semana santa, mi juicio de divorcio acababa de culminar y realmente no me sentía muy bien, incluso la idea de unirme a la familia no me causaba demasiado agrado y si no hubiera sido por la llamada telefónica de mi prima Romelia para preguntarme si iba a asistir, no hubiera ido.
Romelia y yo siempre hemos tenido una relación muy especial. Desde niños hemos sido amigos, luego ya en la adolescencia jugábamos a los novios y después fuimos amantes. No fue una relación muy intensa, excepto cuando lo hacíamos claro, pero si duró varios años aunque de manera esporádica, ya que nos veíamos poco debido a la distancia que separa a nuestras ciudades de origen.
Supe que pasaba por problemas maritales y me imaginé, a causa de su llamada, que necesitaba consuelo y eso me animó mucho ya que desde hacía unos 4 meses yo no había tenido ningún tipo de sexo excepto por el sexo solitario.
Además ya hacia como 10 años que no tenía sexo con Romelia y la sola idea me calentaba en extremo porque ella, según fotos recientes que me habían mostrado otros familiares, se mantenía en buen estado físico.
Acudí a la casa de la abuela el viernes antes de semana santa; ya para entonces había familia, algunos van más seguido ya que la casa está abierta para todos nosotros siempre, otros llegan desde días e incluso semanas antes ya que son jubilados o como los otros a los que llamamos "parias" medio en broma ya que por el momento están sin trabajo o estudian.
El ambiente era festivo y de inmediato me contagié, además estaba la perspectiva de encontrarme con Romelia quien no había llegado aún.
Saludos afectuoso, abrazos, chismes, anécdotas, risa al por mayor y comida en abundancia era lo que privaba. Chiquillos corriendo por aquí y por allá, en fin, felicidad extrema, "Eleazar, ¿me cambias este billete?, es que en la tienda nunca tiene vuelto"
Volteé a ver a quien me hablaba y me quedé petrificado. Era el chiquillo más hermoso que hubiera visto jamás. Labios carnosos, ojos ligeramente rasgados, pestañas enormes, delgado sin ser huesudo y una sonrisa coqueta que bailaba deliciosamente en su boca. Accedí mecánicamente mientras lo miraba y él, quien indudablemente era homosexual debido al tono de su voz y a la forma en que hablaba y se movía, se dio cuenta de mi desconcierto. Y me sonrió… me sonrió de manera tan seductora que todo mi ser se estremeció.
"¿Ya conocías al hijo de Romelia?" me preguntó un primo cuando se fue con los demás chiquillos a la tienda, si, el año pasado, le dije y es que apenas me acababa de acordar que efectivamente el año pasado lo vi y también que me había llamado la atención. Recordé que esa vez ciertos pensamientos turbios asaltaron mi mente pero como estaba llena por entonces con los problemas conyugales lo olvidé casi de inmediato.
Pero ahora… pues ahora mi mente estaba tranquila, alegre y despejada por lo que se llenó con la imagen del chiquillo hermoso, del hijo de Romelia.
Cabe aclarar que en otras ocasiones me habían llamado la atención los hombres, jóvenes y no tan jóvenes, pero nunca había tenido el tiempo para intentar algún tipo de contacto gay, pero nada comparado con lo que Israel, ese es su nombre, me causó. Fue un enamoramiento instantáneo, de pronto toda idea acerca de Romelia se nubló y mi corazón comenzó a latir muy fuerte imaginando que tendría la posibilidad, ya que al parecer le fui de su agrado también.
Lo espié a continuación, busque también la forma de estar cerca de él para poder mirarlo y cada que nuestros ojos se encontraban su cara, nuestra caras, se iluminaban. Oh que chico, pensaba, cada que miraba su rostro mi corazón latía más fuerte y cada que me sonreía me volvía loco de la esperanza.
Esa noche, antes de irme a dormir salí al patio del frente. Ahí estaba un grupo numeroso de familiares, entre ellos chiquillos y adolescentes. Jugaban y corrían por todas partes y por supuesto estaba Israel.
No quise verlo por demasiado tiempo para no llamar la atención, platicaba yo con otros de mis familiares y ocasionalmente volteaba a mirar a los chicos y de pronto nuestras miradas se cruzaron, yo lo vi seriamente y él también a mí. Me despedí argumentando que iba a caminar un rato por ahí y me levanté. Me dirigí hacia la derecha de la casa, una zona donde había arbustos altos.
Me quedé rondando con la esperanza de que él viniera, pero luego de una media hora comenzaba a retirarme desilusionado. Mas de pronto oí pasos, me quedé helado por la esperanza de que fuera Israel. Se notaba que era alguien que se movía con cautela, como buscando algo, por sus pasos y por las pausas. Me asomé lo más que pude y pude comprobar que en efecto, era Israel. Mi cuerpo se congeló del miedo, de la excitación y también por la incertidumbre ya que no sabía cómo reaccionar ante una posibilidad de tipo gay, además de que era un menor de edad.
Me costó una eternidad poder moverme, y fue en buen momento ya que él comenzaba a retirarse. Le chisté y él volteó: "ah, aquí estas" me dijo con una hermosa y amplia sonrisa. Si, le dije, me acerqué y pasé mi brazo izquierdo alrededor de su cintura y el derecho por sobre sus hombros, lo acerqué a mí y lo besé.
Él me correspondió.
Sus labios gruesos y húmedos me recibieron con pasión. Me chupaba los míos mientras su lengua exploraba mi boca.
Sus brazos me rodearon y me apretaron contra él y el cielo se convirtió en realidad entre sus brazos. Mi cuerpo parecía flotar por la felicidad que me invadió, estaba con el chiquillo más hermoso del mundo y me correspondía ¿qué más podía desear? quizá que nunca terminara ese abrazo y ese beso.
Ya me voy, me dijo, los otros ya deben estar…
Y yo le agarré la mano para que se quedara otro momento y él volvió y mientras me regalaba otra bella sonrisa yo pegaba mi boca con la suya. Se separó pero yo no lo soltaba ni el estiraba demasiado para irse: "¿dónde te estás durmiendo?"
Creo que en el segundo cuarto que está en el pasillo grande, frente al cuadro del ranchero, pero no creo que este solo, siempre se acomoda más gente ahí, le dije.
"Mmm, yo tampoco duermo solo, están mis primos también, hay… uno cuartos solos, cruzando el patio de la fuentecilla, al fondo… por donde esta una cocina vieja, antes esta una puerta de fierro de color verde y por ahí…
Ya sé donde es, le interrumpí, ¿esta noche?
"Si" dijo con la sonrisa que me estremece alejándose
Entré a la casa por una puerta lateral para que nadie sospechara; estaba muy nervioso y obvio no pude dormir. Me había duchado, me acosté y luego cerré los ojos, pero el recuerdo de Israel, de su boca y su aliento quemante me volvían loco de deseo. La excitación me hacía dar vueltas y vueltas en la cama. Sentía mi vejiga llena de semen, mi pene erecto como nunca y mientras más recordaba la boca de Israel mas crecía mi desesperación por ya estar con él. Me levanté y salí al pequeño patio que habíamos mencionado. Eran las 11 de la noche y todavía se escuchaba el barullo de los demás, pero sobresalía el de los pequeños. "Ahí anda mi Israel, ¿y si se duerme del cansancio?"
El miedo irracional me embargó, caminé a la cocina nueva y ahí estaban Juancho, Mónica, mi abuela, una prima de la cual no me acuerdo el nombre, un par de jovencitas hijas del segundo matrimonio de mi tío Reyes. Platiqué con ellos, pero nos interrumpían lo pequeños, Israel incluido, quienes entraban por una puerta y salían por otra. "¡Niños!" gritaba alguien, lo demás sonreíamos e Israel me miraba por apenas medio segundo y me electrizaba. "Israel" pensaba yo, "mi Israel"
De nuevo la sensación de semen casi por salir, cambié de posición varias veces, pero en cuanto entraba Israel con la turba, la excitación me provocaba.
Fui a orinar, considerando a la vez que quizá podría masturbarme para no estar demasiado excitado cuando me encontrara con Israel. Me paré frente al mingitorio y me preguntaba, mientras soltaba el chorro de orín, si debía masturbarme cuando escuche que la puerta del baño se abrió "está ocupado" dije mecánicamente, pero casi de inmediato sentí unas manos en mi espalda, volteé y vi su rostro sonriendo ligeramente de manera maliciosa. ¡Oh! que visión.
Cuando terminé de orinar, a los pocos momentos, se inclinó y se metió mi verga en la boca. Lo hizo de una manera tan sensual, con un gesto tan erótico que no pude contenerme: me chorreé en su boca a los pocos segundos. Fue una venida limpia y abundante, y todo lo bebió. Se irguió, se limpio las comisuras, se rió de nuevo malicioso y se retiro corriendo como si fuera lo más natural del mundo.
No me dejó preguntarle si ya no nos veríamos, si los planes estaban en pie, si debía esperarlo, en fin, todas las miles de preguntas se me quedaron atoradas en la boca.
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