Jefferson quiere un hermanito
Mirta estaba casi segura que estaba embarazada. Por fin le iba a dar un hermanito a Jefferson que desde hacía casi un año se pasaba todo el tiempo diciéndole a su padre “papi quiero un hermanito, papi quiero un hermanito”.
Jefferson quiere un hermanito
A Mirta no le hace nada de gracia hacer el turno de los sábados por la noche, sabiendo que Facundo, su marido, aprovecha para armar las partidas de dominó con los amigos del barrio; ella sabe de sobras que durante esas partidas, cuando las cervezas suben un poco a la cabeza esos hombres maleducados y vulgares dicen palabrotas y hablan de sus cosas sucias y no quiere que su niño, Jefferson, de 9 añitos oiga esas cosas.
– Jenny! Que rico te la tragas bonita, decía Gaspar mientras encajaba casi toda la verga en el culito de Jefferson, el niño sudando apretaba sus manitos agarrando fuerte los brazos largos de Gaspar para mantener la postura mientras los empujones suaves le zarandeaban todo el cuerpo.
Mirta siempre se ponía intranquila y prefería no discutir con su marido; miró el reloj, ya su niño debía estar durmiendo, pensó mientras terminaba de rellenar en el computador los datos de un grupo de clientes que acababan de llegar por la tarde; ojala no hagan demasiado ruido y despierten al niño
– Uy que coñito mas mojadito tienes Jenny, como te lo dejo todo babosito el Gaspar, se ve que te lo lleno bien de leche, no? Mira como se te chorrea por toda la vaginita redondita…
El pequeño Jefferson tumbado en la cama mientras Miguel le sostenía las piernecitas levantadas y abiertas y miraba como le habían dejado el huequito rojito por la fricción y un hilillo de sustancia viscosa le corría por los plieguecitos
Como toda madre Mirta se sentía muy orgullosa de su pequeño, pero pocas tenían tantos motivos para estarlo; ella en cambio sabía que su niño era especial, siempre sacaba buenas notas, era muy obediente, se portaba muy bien, nunca decía palabrotas. Facundo siempre le decía que lo tenía muy consentido y lo iba a echar a perder, pero ella se empeñaba en tener al bebé lejos de esas malas influencias del barrio, esos malandros que solo pensaban en el trago y la vagabunderia.
Sobre la cama pareciera que Manuel estuviera culiandose el colchón, de lo grande que es casi no se podía ver nada más que su cuerpo grande sosteniéndose de los codos para no caer por completo y aplastar al pobre Jefferson, la pequeña cabeza solo llegaba al pecho sudoroso de Manuel y le caían los goterones de sudor mientras sentía que los pelos de la verga de ese hombre grandote le raspaban las nalguitas y el tubo de carne le tenía el anito al límite.
– te voy a echar toda la leche dentro Jenny, como a ti te gusta..
Mirta sintió como le subía el mareo y se le contraía la boca del estómago; desde hacía semanas que tenía un retraso y pensó en hacerse una prueba para salir de dudas, pero estaba casi segura que estaba embarazada. Habían pasado más de cuatro semanas sin hacer turno nocturno y ya casi no tenia relaciones con Facundo; la pasión se había apagado mucho los últimos años, el con 34 años aún era joven y estaba lleno de vigor, después de tantas semanas sin descargar andaba de mal humor, ella se dejo montar aquella noche hacía un mes para quitarle el mal carácter, y ahora el retraso de la regla, el mareo, la náusea. Por fin le iban a dar un hermanito a Jefferson que desde hacía casi un año se pasaba todo el tiempo diciéndole a su padre “papi quiero un hermanito, papi quiero un hermanito”.
Haría cosa de un año el niño comenzó a decirles que quería un hermanito, a Mirta al principio le hizo gracia la inocencia del niño y le dijo, usando un consabido truco, que había que esperar a que la cigüeña lo trajera de París; el niño que estaba en esa edad en la que parece que nunca paran de preguntar el porqué de las cosas, quería saberlo todo acerca del dónde y el cómo de los mecanismos de la creación de la vida. Mirta terminó por sentirse saturada por la firme determinación del niño y en un intento de evadir esa explicación le dijo que eso se lo tenía que explicar su padre de hombre a hombre.
Facundo, uno de esos hombres cuyo principal objetivo en la vida es disfrutar al máximo sin importar de donde provenga el placer, hacía ya bastante tiempo sufría por la inapetencia y desinterés de su mujer, que parecía no tener ya casi nunca ganas de coger; para colmo ahora el niño queriendo saber de esas cosas, el niño consentido de su mamá, que siempre fue delicadito, que Facundo ya se había encontrado varias veces jugando con los aretes de su madre y bailando como las cantantes
A su manera intentó hacerle entender a su pequeño hijo aquello de que el papá pone una semillita en la barriga de la mamá, pero lo que para él como adulto era evidente, para el niño aún seguía siendo confuso: por donde entraba la semillita? como el papá la ponía dentro de la mamá? y si mamá no quería entonces cómo iba a tener un hermanito? Y así, de pregunta en pregunta, de porqués y de cómos, de repente a Facundo se le ocurrió la sorprendente e insólita idea de decirle a su pequeño e inquieto niño que jugaba con los zapatos de su madre y quería ser como las princesas de los dibujos animados, que a veces había niños que cuando miraban a los hombres se sentían como niñas por dentro, niños especiales, que a veces jugaban a ser las mamás, niños que cuando veían a los chicos jugando futbol o corriendo sin camiseta sentían como calorcito por dentro del cuerpo, y que esos niños podían aprender en secreto a hacer las cosas que las mamás hacían, y también les podían poner la semillita en la barriguita.
-pero los niños no tienen vaginita papi, dijo Jefferson, confundido y triste al mismo tiempo
-no la tienen por delante bebé, pero esos niños la tienen por detrás, una vaginita redondita y fruncidita, por el hoyito bebé…
El niño sintió como si fuera a explotar por dentro, se sentía descubierto en su más profunda esencia, incluso sin él mismo entender totalmente qué significaba todo eso. De todo aquello hacía ya un año y tantas cosas había aprendido Jefferson en ese tiempo
– Mi princesa bonita, mira como tienes todo encharcadito el chochito…quieres que papi te lo termine de rellenar mi amor? Quieres más hermanitos ahí dentro? Dile a papi Jenny, dile que quiere mi princesa…
Facundo estirado completamente en bolas en la cama, apoyando la espalda en el respaldo, veía a su pequeño hijo de 9 añitos abrir las piernecitas a ambos lados de su cintura y acomodarse para sentarse en su pubis, la tranca de Facundo no era tan grande como la de su amigo Gaspar, ni tan gruesa como la de su compadre Manuel, el padrino de bautismo de Jefferson; pero esa, la suya, la de su padre, era la que más le gustaba al niño, era la que lo había abierto hacía un año antes, esa era la que le daba hermanitos.
Jefferson apoyaba sus manitos en el pecho de su padre para estabilizarse mientras sentía el pedazo de carne duro y palpitante buscar su sitio, estiró la manito para agarrarla y ubicar la cabeza carnosa en su hoyito baboso, apretó un poquito como cuando iba al baño, en el momento que la cabeza se abría paso entre los plieguecitos del diminuto esfínter un chorro de espeso esperma descendió por todo lo largo del tronco del miembro de Facundo
– Mira como lo tienes princesa, estas toda chorreando, amor, que golosa eres!
El nene se concentro en la sensación del glande abriéndose camino en su pequeño orificio, estrecho a pesar de haber recibido tanto; descendía relamiéndose en la sensación de llenura que le causaba sentir las paredes de su infantil intestino siendo expandidas por el grosor de una buena tranca, cuando llego al final, los pelos del pubis y las bolas de su padre le arañaban los labiecitos anales expandidos al máximo, sintió un poco de incomodidad por que la cabeza de la verga apuntaba al fondo de su conducto anal. Se dejó caer en el pecho de su padre saboreando la sensación de total plenitud, de estar totalmente lleno de su padre, sintió esos temblores internos desde la base de su columna como le recorrían todo el diminuto cuerpo, aunque no podría explicarlo con palabras sentía como su cólon se contraía y convulsionaba estrujando el tolete de carne que una vez hacía 9 años le había dado la vida.
– Así mi princesita, siiii…. como te la comes toda bebé, hasta el pegue…… mi linda Jenny, mi muñequita linda, tan pequeñita y mira todo lo que te cabe… ahora le vas a sacar la lechita a papá con ese chochito rico eh, le vas a exprimir la verga a papi con el coñito para que te lo llene de tus hermanitos….
Asu que rico relato, muy buena bro…. Sigue adelante…..
No se entiende nada
No se entendió el relato le faltó más como sucedió con el amigo con el padrino como empezó con el Papa se revolvió todo el relato
Excelente relato. Muy caliente
me gusto tu relato pero estuvo todo re vuelto por eso no lo entendí muy bien primero a que edad y quien fue el que inicio a Jefferson y como inicio con Gaspar y su Padrino Miguel y ponerle mas detalles en las partes sexuales
Excelente, como siempre, Precozgay
Es el relato mas hermoso que hay podido leer, la forma como describes a cada no de los hombres que gozan al pequeño Jefferson es magistral, sin contar su inocencia, su hermoso botón desflorado tantas veces. Me encanta, eres un maestro de los relatos eróticos
Regular la redacción. Muy confuso