Jerome
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
I
Revisando y buscando en gavetas, encontró su libro de 7mo grado. Es de biología y tiene una ilustración de portada: El Hombre de Vitruvio de Leonardo Da Vinci. Un compañero de clase, lo había modificado con el lápiz, agrando el genital masculino. Erecto y de lado, con vellos púbicos y bolas también. Jerome pensó, si así mismo seria la verga de su excompañero de clase, porque ha dibujado un pene exacto.
Por fin encontró el libro que busca, y dentro de ese libro hay una fotografía de José. Cuando tenía 17 años en ese entonces, también recuerda que el libro que tiene en sus manos pertenecía a su primo. Unas lágrimas se asoman por el rabillo de los ojos; ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué tuviste que ser así? >> Se preguntó así mismo.
II
La abuela estaba en la cocina (como todas las veces). Era pleno mediodía, el sol era incandescente. Solo están ellos dos, porque los demás muchachos estudian en la tarde. José tenía una erección, de esas, que son persistentes. Que tan solo, por rozarse un poco ya esta dura y brincando. En la mañana se había hecho la paja, pero está en esa edad, donde incluso una erección juvenil duele, con glande hinchado y el algodón del interior sobando, la cosa era más que una parazón de güebo; el tiempo, el momento, la ocasión, ameritaba que las vagabunderías flotaran.
Anduvieron con pasos largos, uno delante del otro. El más grande y consiente de su acto, cabizbajo lanzo la mirada a la cocina, la abuela esta de espalda, entretenida picando no sé qué. El primer cuarto era el indicado, se metieron dentro del escaparate de madera. El chico sentado con las rodillas al pecho, vio como José se sacaba el trozo de carne erguida y blandida a la vez. Se la pelo, dejando ver como ese glande rosado y cabezón, crecía ante su mirada.
Conoció ese olor, fuerte, agrio, orine y del líquido ese, que olía a igual que el cloro en las manos. José fue torpe, no condujo bien la empuñadura a la boca, sino que la restregó primero en la mejilla. Dejando una estela del aroma de la verga corta pero gruesa. Luego, apunto directo a los labios, Jerome cerro los ojos, saco la lengua y paso por la abertura del glande, chupo el frenillo y con la mano de José en su cabeza, empujando hacia adentro, le cupo toda esa verga en la boca, saboreando cada sabor de esa piel humedad y olorosa. Acariciando su nariz en los pelos negros y rustico, y luego con una arcada que lo ahoga, se desata y ve como ha dejado la cabeza del güebo toda babeada.
A José, la excitación lo tiene alterado, como si todo su cuerpo fuera sensible. Pero lo que más le gusta de eso momentos fugases, es el vahído del temor, apuñado en su estómago y provocando espasmos incontrolables.
Ya Jerome, sabe cómo lamer esa paleta de carne, José ve eso ojitos marrones, ve como su trozo de carne le cruza la cara al chico, Jerome debajo de esa verga, lamiendo el tronco por debajo, y ya más osado y enviciado, se atreve de chupar las bolas, aunque tenga pelos largos, no fue de importancia, sino con tan solo ver como su primo se retorcía se sentía el chico más deseado (como si de eso supiera)…
El momento estaba perdurando más de la cuenta, se corre el peligro de ser descubierto. Ninguno de los dos se oye en la casa, esto puede llamar la atención de la abuela. José intuitivo, saca su verga como un corcho de una botella, de la boca de Jerome. El chico quedo como si le han quitado un dulce injustamente. José le agarra del cabello que le cae en la frente, inca el cuerpo hacia adelante, y se pajea con furia. Jerome como muchacho gafo, se queda con la boca medio abierta, sabiendo lo que viene, esperando ese elixir de vida, cierra los ojos, y su primo con avidez, colocando la mano en la cabeza, solo pone el glande en la entrada de la boca. Y en segundos intensos, el güebo de José se contrae como un cañón, y dispara torpedos de semen. En ráfagas diferentes, las primeras reyertas son espesas. En el paladar del chico, ese líquido pasa a la garganta, quemando de lo caliente y dejando ese sabor, dulzón pero amargo a la vez. El primo como exprimiendo los últimos momentos del éxtasis, le engulle toda la verga, y hasta no dejar de contraer su cuerpo, no saco ese miembro viril, de la no virgen boca del chico Jerome.
III
Por la noche, llego un excuñado de Jerome. Freddy como siempre, bajo la sombra del alcohol. Al menos esta noche, no se está cayendo.
Jerome tiene 24 años, está sentado en el porche de la casa, leía la prensa de hoy. Se sorprendió cuando llego Freddy, no lo vio entrar, y Freddy viene directo a darle un abrazo. Sin darle chance, siquiera de levantarse de la silla, ahí a medio parar, recibió el abrazo de oso, de Freddy. El olor del licor le supura por los poros, y cuando ya le da la cara, con una sonrisa falsa termina de saludar a su excuñado.
No le presto más atención, leyendo el periódico oía la ridiculez de Freddy allá dentro de la casa. Era sábado, los hermanos de Jerome no están en casa, solo el que se ha quedado con sus padres, y ahora el excuñado que ha llegado.
Al rato, solo el padre de Jerome veía la televisión sentado en el sofá de la cama. Jerome fue al baño, después de cagar, fue a la habitación donde duerme. El olor del borracho le baleo el olfato, y terminando de entrar, frunce el ceño y con un dejo de molestia, ve tirado a Freddy sobre la camita donde duerme su hermano. Sale de la habitación y le molesta la situación.
Cuando está en la sala, su padre está por apagar la televisión, lo dejo hacerlo y fue a la cocina, de regreso a la sala, enciende la tv, y antes de sentarse, cierra las puertas del porche, dejando la bombilla prendida, para cuando llegaran sus hermanos.
Se sentó a ver la televisión, después de darle un rato la vuelta a todos los canales, se aburre y va a la habitación. Recuerda de nuevo que ahí está tirado Freddy, poniendo el cuarto pestífero a olor de borracho.
El hombre se ha acomodado boca arriba. Freddy viste un pantalón jean negro, y una franela verde; que le queda bastante ajustada, y se le ha remangado, dejando entrever los pelos de la barriga de cervecero que tiene.
Se quedó viendo eso por un momento. Pensando que aquello le provoca morbo. Pero si nunca ha visto a su excuñado de esa manera. Nunca se había detenido a verlo. Ahora que lo hace; es blanco, con el cabello castaño claro, se lo peina de lado y le afeitan por los lados. Su cara es picuda, labios picudos, nariz respingada. Rosado en las mejillas, labios rojos y chicos; siempre húmedos. Unos ojos de color miel, y una actitud que siempre lo ha caracterizado. Ávido con esencia de malo (aunque no lo sea).
Antes de apagar la luz, aprecio ese hombre acostado, casi tan cerca de la cama, donde él se va a costar. Jerome, se acostó con la intención, pero allá muy lejos de hacerla. Sonríe en la oscuridad, como diría su abuela… “quien se ríe solo, de su picardía se acuerda” y ahora mismo Jerome estaba recordando, lo que hacía por tan solo tocar o mamar un trozo de verga.
Qué tiempos aquellos >> piensa Jerome, mientras se acobija debajo del cobertor.
VI
Con 13 años y José de 20, las cosas entre ambos han cambiado. Ya no es el ocioso del primo que lo busca, lo ha dejado a un lado; ahora tiene una novia muy morocha ella. A veces Jerome, le tenía celos, rabia, pero otras veces, le daba gracias. Por las noches, cuando ya ella se iba, lo dejaba empalmado, duro con ese machete. Y ahí era el turno de Jerome, bajar la calentura de su primo.
Una noche, el deseo lo despertó. Tenía ganas, ¿hace cuánto no ha tragado semen? Tiene rato, y esta noche piensa buscarlo.
Se bajó de la cama, tirado al suelo, como si fuese un espía de una película de acción. El hermano mayor dormía al lado, y si estaba despierto, mejor ir a gatas por el suelo. Como siempre dejaba la puerta medio abierta, por ahí escapo de la habitación. Se encontró solo en esa sala oscura, solo la luz de la calle brillaba, pero opacada por las cortinas de las ventanas. Jerome experimento esos nervios que lo estimulaba seguir adelante. Ir tras la presa, como un cazador por la noche.
Cruzo la sala, y llego a la cocina, la puerta esta medio ajustada. La habitación donde duerme José, esta noche está solo.
No fue necesario ir a gatas, solo entro con mucho cuidado. De frente hacia a esquina y pegada a la pared, está la cama. Cuando estuvo de frente, se arrodillo, parecía un chico que va comenzar el rezo. Pero a lo que iba, era otra cosa. Cerca de la horilla de la cama, está acostado José, solo lleva puesto el slip que le queda holgado.
Cuando se fue acostar a dormir, José se sacó el pantalón, lo echo a un lado y solo se dejó el interior puesto. La verga que estuvo erecto, mientras besaba a Ivana, se le había puesto durísima. Y ha dejado la tela del slip con un círculo mojado de sus precum.
Al acostarse en la cama, en la oscuridad de la habitación, se metió la mano por dentro del slip, toco su verga, y la masajeo un poco, pensado; esta puta cuando será que me va dar cuca ¡nojoda!>>.
Luego recordó, también sabe qué hace semanas que Jerome no ha venido a deslecharlo. Saco la mano dentro del slip, y espero paciente. Intuía por la experiencia que su primito entre poco llegaría arrastrado en el suelo, y le tocaría con miedo la entrepierna. Se dejó la verga hacia un lado y hacia abajo. El güebo le quedo un tanto erecto esperando.
No hizo nada, cerró los ojos, y suspiro pausadamente. José no ha volteado a ver a Jerome, pero siente la presencia del muchacho. El agitado y nervioso respirar, cuando los huesos le traquearon al arrodillarse, la verga de José, ya estaba a medio levantarse; erguida, como una espada, que están a punto de desenfundar.
El chico como que sabía el camino, o como que veía en la oscuridad. No se equivocó, dio el punto; toco suavemente la entrepierna, que ya estaba empalmada. Esperando que esa cálida manita tocara su miembro viril. Brinco, y salto de placer esa verga, cuando la mano de Jerome lo contorneo con los dedos, y al arropar las bolas, José no oculto un gemido muy quedito.
El muchacho, se tomó el tiempo, no había necesidad de andar apurado. Antes de sacar a esa bestia que palpitaba sin parar, lo manoseo por encima del slip holgado, acaricio los pelos gruesos que cubre toda la ingle. Deslizo los dedos entre el interior, y toco la base del güebo, siguió de largo, y acobijo las bolas con la palma de su mano.
Dio un beso al tumulto por encima del slip, abrió la boca e hizo que mordía, ese trozo grueso. Luego sin dar más preámbulos, bajo el interior. La verga de José brinco con fuerza, rebotando en la cara de Jerome. Como una serpiente encantada, siguió el movimiento perpendicular, abriendo la boca atrapo el glande baboso. Chupo suave, como una chupeta recién sacada de la bolsa. Le gusta ese saborcito que emana cuando ni siquiera está a punto de acabar. Es como un adelanto, al sabor del néctar, que tiene que fajar, para poderlo apreciar. Después de engullir todo esa macana de güebo, como una vez aprendió; se atraganto goloso, provocándose la arcada, para luego sacar ese glande todo babeado.
El chico lame por todo el tronco, chupa las bolas. Y cuando oye y siente la consternación del cuerpo de José, lo hace de nuevo, y lo repite hasta inducir que José le presione la cabeza, porque es mucho placer.
Apretando con una mano, por la base del pene. Coloca ese machete erguido a igual como un soldado frente a un capitán. Lo saborea, exprime el líquido. Lo traga, se ahoga, y esperando que su primo mueva la cadera, siente el vaivén, cuando le están cogiendo la boca.
Que chico tan putito >>, piensa José. Otra voz en sus pensamientos, le responde con una pregunta;… ¿pero no fuiste tú, quien lo enseñaste? >>. Desecha esa voz impertinente de su cabeza. Cierra los ojos, y tan solo está esperando que Jerome haga su jugada. Esa que hace con la lengua y las chupadas, para sacarle todo el néctar acumulado de toda esta semana.
Pero hubo un cambio inesperado. Primera vez que lo hacía, y no sabía que iba ser capaz de aquello. José abre los ojos y medio levanta la cabeza, como si pudiese ver mucho en la oscuridad, trata de saber que va ser su primito goloso.
No supo cómo, ni en qué momento. Solo avisto, cuando ha sentido el cuerpo de su primito desnudo. Sobre la cama, de pie, y luego abriendo las piernas, buscaba que su hoyito virgen, fuera a dar a su entrepierna empinada.
Tembló de pies a cabeza. Con 20 años, José aún no ha desvirgado un hueco, ni siquiera para meterlo en uno ya usado. Solo las mamadas de su primo, de eso si sabe. Pero perforar un hoyo, nunca.
Se dejó llevar por el morbo, estas fue unas de las cosas, que nunca le llego hacerle a Jerome, cuando estaba más chico. Pero esta vez era diferente, el chico que lo buscaba.
Primero se rozó ese machete como pincelada sobre un lienzo. No sabía cómo lo ha prendido, pero se rego la saliva en el culo y antes, ya había escupido a la cabeza de su güebo.
Con inercia sexual, que atrapa su cuerpo y pensamiento, José se preguntaba si lo iba a lograr hacer. Esperando que todo salga planificado, lo según Jerome intenta hacer; espero paciente, quedo rígido, sudando en una noche fresca. La verga quieta, sintió los frenos del culo del chico, la carne abriendo paso, la puñalada carnal haciendo presión. El dolor ahogado de un ser que se está matando solito, la apretada de un recto con fuerza, el glande se achico, y lo de resto fue puro dolor para el aguantador, que se quería penetrar con un güebo de macho.
Las piernas le flaquearon, tuvo que ponerse de pie sobre la cama. Aquella punzada que se ha dado solito, le ha dolido hasta dentro, a Jerome. Contrajo el culo, y como un mimo de la plaza, hizo gesto de dolor enmudecido.
José espero, expectante ignorante, sin saber que ha pasado. Cuando el culo del chico le apretó el machete, creyó que iba acabar ahí mismo. Pero el levantamiento de Jerome le ha sacado de onda.
No se va quedar con las ganas, piensan ambos en silencio. Jerome vuelve abajar, toma con fuerza el pene de José, afinca la entrada del upite al glande; entra, arde un poco en su culo, intenta bajar, pero cuando lo hace, de nuevo esa punzada que llega con replicas en el interior de su ano. Lo que no esperaba esta vez, es que José se iba poner iracundo.
Le entro esa violencia sexual, que todo macho posee cuando es necesario para lograr una penetración de su pequeño soldado entre las piernas.
Sujetó por la cintura a Jerome, y alzando la cadera, la puñalada de carne, traspaso su ser, provocando un intenso dolor…
Entro un trance, no sabía de qué. El éxtasis acumulado en el abdomen, a Jerome se le convierte en preocupación. Siente como esa gruesa vara de macho, palpita en su interior. Al menos está esperando que pase su dolor. Y Jerome hace, lo que casi toda la gente hace, cuando es poseído por un macho vergón. Tantea la entrada de su ano apretando el mazo. Sus dedos como ojos que ven en la oscuridad, palpa como esta todo atorado de puro güebo de macho. Eso le produce un escalofrío, siente de nuevo ese sentido sexual recorriendo su cuerpo, temblando, un deseo de moverse, y sin pensarlo está moviendo el culo hacia atrás y adelante. Esa verga le punza adentro, la siente como se remueve en su recto; cree una comezón interna tiene, esa comezón por sentir un güebo adentro, removiendo todo y rozando piel a piel con el deseo del sexo.
José se da cuenta, que ya el primito comienza a moverse solito. El miedo que lo dejo pasmado, por creer que reventado por dentro a Jerome, ya le ha mermado. Al chico le gusta, eso indica que estaba bien. Levanta un poco la cintura, y siguiendo el movimiento que hace Jerome, José se mueve al ritmo del chico.
De nuevo, ese salvajismo sexual tan primitivo, lo envuelve y le acelera el corazón. Enceguece toda amabilidad, se siente rico, estar con el güebo dentro de un culito apretadito y calentito. Esto no puede solo sentirlo con el movimiento pausado y lento de Jerome. José se embiste la verga hasta dentro levantando la cadera. Le agarra de la cintura, y en un movimiento rápido, coloca boca abajo a Jerome, y el encima del primo, prensado hasta al fondo, le tapa la boca y mueve la cadera como un loco sin control.
Con un estrujamiento aplastante, la cadera y el peso de José son cada vez más intensos. Ahora sintiendo como su verga roza con lo apretado de un culo caliente, se emociona más, y más le revienta el culo al muchacho, que tan solo resoplaba y pujaba. Apreciando el morbo de ser cogido violentamente, se sentía como una víctima enamorado de su victimario.
Todo se vino encima, el sudor, el placer, el morbo, el semen, y apretujando ese güebo sin más, Jerome con su verga afincada al colchón acabó sin ninguna preocupación de mojar las sabanas. Se dejó llevar por el momento, ese momento de intenso placer, el cuerpo se le espeluco todo, el ano se le dilató tres veces más de lo que ya lo tenía. Las paredes del ano, extasiadas empujaron hacia afuera. Que fue como un masaje al güebo de José, comprimiendo todo su peso, apretó los ojos y los músculos tensos, acabo como nunca dentro de su culo abierto.
Cada ráfaga de leche, lleno ese recto. José sintió una conexión con su primito. Después de tanta violencia, la ternura le acobijo con el orgasmo producido. Envuelto en su sudor y el de Jerome, revolcó su cuerpo, y busco los labios del chico, quien por primera vez sentía el beso de su primer amor…
V
Acostado en la cama, y bajo el cobertor, Jerome pensó en cada momento que lo hizo con José. Ahora se preguntaba; ¿Por qué te fuiste? >>. Tenía dos años de haber muerto. Con el pasar del tiempo, José se empastó con la mierda de la sociedad. Ahora después de viejo quiso ser malandro, y como todo que mata a bala, murió a balas.
Antes de que lo mataran, ya tenía también años que se había alejado de la casa de la abuela. Estuvo preso, y vivió lejos, dejando crías con mujeres que van a buscar güebo en las cárceles y en los barrios pobres de pueblo.
Ahora si estuvieras aquí… que ya no tuviese haciendo>>. Jerome lanzo la mirada hacia la camita donde esta Freddy, piensa y se pregunta; ¿hace cuánto tiempo, no sé lo que es andar por el suelo? Buscando güebo, corriendo el peligro de ser rechazado, o de ser descubierto… ¡como extraño ese morbo!
Tan solo lo he sentido un poquito en el metro del centro, esos arrimones en las horas picos. La casualidad de posar mi mano o mis nalgas en el bulto de un macho desconocido.
Jerome divaga, preguntándose y hasta incluso quejándose de su apatía sexual. Como es que ahora, no le da por ser morboso. Ahora solo busca en la web, una porno, una paja y ya, listo para la cama y no consigue con nadie para echar un polvo. Le aburre o se dio por vencido de entrar a un chat gay. Ha cancelado y vuelto abrir una cuenta en “Manhunt” pero ahí no se logra nada.
Mírate ahora –se dice así mismo –mírate, en otra ocasión, o cuando era un chico, si hubiera maquinado esta oportunidad que tengo ahora mismo, no lo hubiese logrado.
Mis hermanos no están, mamá y papá duerme. No sospechan porque Freddy a pesar de que tiene años divorciados de mi hermana, sigue siendo de la familia. ¿Qué más quiere? ¡Esta noche! Debería estar gateando por el suelo. Quizás no logre hacer mucho, pero con tan solo tocar un poco el paquete que guarda en la entrepierna de Freddy, sería suficiente, para revivir aquellas experiencias únicas, que quizás más nunca vuelven.
¿Por qué todo se ha vuelto tan rápido? ¿Tan conectado? ¡A donde quedo el misterio! De unos ir tras una verga. O quizás porque ya soy un adulto, considerando que aún tengo “cucarachas en la cabeza, jugando dominó, con el juego trancado” ya he madurado un poco, ya no soy el chico que se engañaba así mismo que solo esa noche lo iba hacer, luego persignado de rodilla al suelo, pedía perdón por mis pecados. Pero hasta eso ya se te ha olvidado… ¿Cuándo fue la última vez que te dijiste, que no eras gay?
Dejo caer el pie sobre el piso frio de la habitación. Luego dejo colgada la mano, sus dedos casi rozando con el suelo helado. Jerome debatía entre la apatía, los recuerdos y el presente. ¡Hazlo! –se dijo.
Termino de descender su cuerpo al suelo. La piel le crispo y sintió los nervios, como si tuviera unas ganas de ir al baño y cagar. Lo recuerda muy bien, sabe de esa sensación nerviosa. Comienza el pálpito, el corazón se acelera y la noche se vuelve espesa bajo las intenciones de aquellos que no duermen y se entregan al deseo…
Jerome a punto de cruzar la línea, se detiene y lo analiza… ¿Lo hago?
Continuara.
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