José, el chico del sureste mexicano
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por homoTOWN.
Un saludo a todos y, espero les guste mi relato.
Inicio diciendo que tengo 36 años, laboro en el área de servicios de salud en Puebla, México. Físicamente mido 177 cm, talla 36, moreno claro, lampiño, no obvio, ni afeminado y, llevando una vida en lo general de acuerdo a lo socialmente aceptable, con referencia a mi género. Mis preferencias sexuales se quedan en la intimidad de mi habitación; ya que soy homosexual.
Bien, cada mañana mi hora de llegada a mi área laboral era minutos antes de las 7 am. Y de ahí a cumplir con mis obligaciones profesionales. Llevaba 2 años con esa rutina, sin que pasara nada extraordinario. En los primeros días de marzo de 2011, nos memorándum información sobre la presencia de jóvenes de una de las muchas universidades que hay en esta ciudad, cuya estadía era para realizar pre-prácticas sociales; término que aun no comprendo del todo. Total que una vez notificados, estaríamos obligados a apoyar con conocimientos a los jóvenes universitarios. Llego la fecha y me asignaron a un grupo de 3 chicos; Sandra (21 años y, la más estudiosa y físicamente atractiva ya que apoyaba sus estudios siendo instructora de zumba en reconocido gimnasio de la ciudad), Leslie (20 años con capacidades promedio, la típica hija de papi) y, José (21 años, becado por su estrato humilde y con rasgos físicos propios de la cultura olmeca, debido a que era oriundo del sureste mexicano). Total que después de la formalidades y la presentación entre ellos y yo, y dejar en claro mi forma de trabajo, procedimos a pasar nuestro cubículo a que dejaran sus pertenencias, les mostré el área laboral y empezamos con la jornada. El día laboral terminó sin incidentes y, tome sus datos para que les hicieren sus gafetes de acceso, y fue con esa información que supe lo que escribí de ellos.
La primer semana paso sin gran novedad y, el sábado que es el día que menos trabajo hay, nos permitió que interactuamos más, debido también a que se sentían en mayor confianza; les platique un poco de mi vida personal. Una hora antes de que fuera la hora de salida, les dije que si ya habían terminado sus pendientes podían irse, ya que no había más que hacer; Sandra y Leslie lo hicieron de inmediato y, José dijo que esperaría ya que era fin de semana, vivía solo en un cuarto de una pensión y que no era del todo grato llegar a ese sitio tan solitario para él. No le di mayor importancia, me dirigí a mi escritorio y yo empecé a terminar mis pendientes. En eso estaba cuando mi celular sonó, era uno de mis amigos, me invitaba a comer, él también es homosexual, y quería hablar con alguien ya que una vez más había discutido con su pareja (lo cual ya era muy común entre ellos), pero como siempre toma una actitud fatalista ante esto, José era mi mejor pretexto; le dije que habían llegado becarios, que tenía asignado a tres de ellos y qué uno de ellos, aún seguía cumpliendo con sus indicaciones. Pero que lo tomara con calma y que lo dejábamos para otro día, que lo apoyaba y qué echara ganas a su relación. Me dijo algo, pero no puse atención, ya que José se había puesto de pie y de perfil, lo que hacía que se le notara un gran bulto a nivel de la zona genital, debo reconocer que desde el primer día que me lo asignaron me pareció un joven muy atractivo, discretamente más alto que yo, piel morena, con un cuerpo que irradiaba masculinidad debido a que antes de poder acceder a la universidad, el campo y el trabajo rudo de la zona de donde vive, forjaron el muy estilizado cuerpo que poseía; espalda ancha, cintura breve y, bajo la camisa se podía distinguir su musculatura; la cual mejoraba día a día, ya que Sandra, le había conseguido una suscripción al gimnasio donde laboraba a un costo muy accesible (esto lo sabía porque en alguna de sus charlas, se refirieron al tema, ya que al parecer José no había cubierto aún su mensualidad); total que pude salir bien librado de escuchar cómo mil horas de sufrimiento de mi amigo, al lado de su pareja, como si fuera psicoterapeuta de parejas. Como venía diciendo en lo que me justificaba con mi amigo al teléfono, pude deleitarme con la imagen de José. Trate de evitarlo, pero me era imposible.
Siempre he tratado de ser profesional y, como lo mencione al principio, se cómo separar mi vida en lo general, de mi vida íntima. ¿Pero como evitar deleitarse de ese manjar de hombre que tenía frente a mí? Colgué y, fue cuando José tomo la charla y me dijo que se sentía apenado que por querer seguir ahí, yo no pudiera atender mi vida social. Le expliqué que era una situación sin transcendencia y que por el contrario, le pedía me disculpara le haya utilizado para librarme de mi faceta de psicoterapeuta. Ambos nos reímos ligeramente, titubeé un poco, cerré mis sesiones, apague mi laptop. Y casi sincronizadamente José hizo lo mismo. Cerca de donde laboro hay un restaurante de comida michoacana muy famoso por su comida y, por la hora pues ya tenía hambre, ya que sin querer había pasado poco más de una hora de la que es el horario laboral. Tomé de nuevo el celular, llamé al restaurante para reservar. José estaba por despedirse de mí, cuando la recepcionista me pregunto: ¿para cuantas personas?, le dije que aguardara unos segundos y le pregunté a José: ¿me aceptarías acompañarme a comer, para compensar que te haya metido en mis asuntos?, a lo que de inmediato y sin pensarlo me dijo: “si” Como negársele al jefe. Bajamos hacía el estacionamiento, colocamos nuestras cosas en la maletera del auto le dije que se subiera y nos dirigimos al restaurante.
Durante el camino que no tomo más de 10 minutos, charlamos muy poco… Más bien parecía, guía de turistas. Llegamos al restaurante, nos recibió el valet-parking y, entramos. Ordenamos algo para compartir, y le recomendé probara la especialidad de la casa. No me gusta el alcohol, pero José insistió y pedimos para acompañar los alimentos un par de cervezas. Por un descuido mío, se regó la salsa y cerveza sobre parte de mi camisa y pantalón, traté de no enfurecer, pero creo que era muy evidente mi molestia; trate de limpiarme en el baño pero pues no se quitó del todo. Seguimos la charla, pero era tan obvia mi actitud que José me dijo que denotaba molestia en mi rostro, que era mejor que nos fuéramos para que me cambiara de ropa, pedí la cuenta, pague y, sin querer no me ofrecí a decirle a José que lo llevaba a su casa y, ni él me lo pidió, de manera autómata llegamos a mi casa, por el menester de tratar de limpiar mache las vestiduras de mi auto, a lo que José se ofreció a limpiarlo en lo que me aseaba, le indique donde tomar los accesorios necesarios para la limpieza del auto. En lo que yo le dije que iría a darme una ducha y cambiarme de ropa. Le dije que al terminar me esperara en la estancia y que en breve lo llevaría a su domicilio y, que me disculpara porque sin querer estaba lidiando con mis berrinches. Me metí a la casa, mientras él se quedaba limpiando el auto. Rápido entre, me quite la ropa y me metí a duchar, entre el enojo y la excitación se me paso el tiempo. Perdí la noción, al tratar de relajarme. Me puse ropa deportiva y, escuché ruidos en la cocina y recordé que José estaba ahí. Salí, le pregunté que si todo estaba bien y lo que respondió afirmativamente. Le dije que le ofrecía una disculpa por lo sucedido y que le llevaría a su casa. Me pregunto que si me incomodaría que se duchara en mi baño, ya que entre el trabajo, la comida michoacana y su hedor, así como el sudor se sentía un poco pegajoso; lo consideré justo. Yo ya me sentía fresco y limpio y lo que me pedía no era nada malo. Le indique donde ducharse y, que le buscaría algo de ropa exterior para que pudiera cambiarse al terminar de ducharse. Que seguramente había algo por ahí, que le quedara. Busque unas sandalias nuevas que tenía porque las había visto en oferta, aunque eran un número mayor a su calzado, pero esa no era limitante.
Encontré una playera y un pantalón deportivo que casi no había usado, porque era talla menor a la mía. Así que le dejé la ropa en el vestidor y, le dije que con confianza al terminar había crema, antitranspirante y toalla para secarse, que la tomara con confianza. Durante la semana que lo había tratado, me pude percatar de que era un chico muy aseado, la limpieza de sus uñas, su aroma a limpio, y lo aliñado que se presentaba día a día, hablaban por sí sólo de él. Le deje sólo. Y me dirigí a buscar las llaves de mi otro auto, ya que “literalmente” el otro estaba en proceso de secado, estaba muy húmeda la vestidura, pero al menos ya limpia y sin el hedor a comida y cerveza. Regrese a la casa, me excitaba saber que José estuviera desnudo y en mi baño. Con el pretexto de que si quería que su ropa la metiera al lavador, me acerque al baño y con disimulo, pero con cierta lujuria de quererlo verle desnudo; entre abrí la puerta y le dije que si quería que su ropa la metiera a la lavadora, a lo que respondió afirmativamente, fue cuando abrió la cortina del baño y me quedé pasmado ante ese monumento de hombre, tal como lo había imaginado; sus músculos perfectos, piel morena exquisita y, ni hablar de sus genitales, un pene en estado flácido que mínimo le medía 12 cm con el prepucio ligeramente retraído y grueso, el cual descansaba sobre lo que aún era más asombroso, sus 2 hermosos testículos, los cuales eran enormes y la sorpresa era que pese a la descripción que he hecho de él, su zona genital se encontraba estéticamente recortada, resaltando sus proporciones. A lo que sólo alcance a decirle, vaya sorpresa nunca me hubiera imaginado que te rasurarás la zona genital, el sólo me dijo que lo hacía por higiene y que en el gimnasio se lo había recomendado. Me dio su ropa, y salí de inmediato con la imagen de su cuerpo y genitales.
Baje a echar la ropa al centro de lavado, pero por más que quería no podía dejar de pensar en lo que vi y eso impedía que se me bajara la erección. Me fui a preparar un café y a tratar de distraerme. Minutos más tarde, salió del vestidor con la toalla que uso en mano y me preguntó que dónde la ponía. Le dije que la pusiera a secar, le abrí la puerta y le indique donde colocarla. Por todo lo sucedido, no me había percatado de cuan tarde era. La cosa es que ya para ese momento eran casi las 8 pm. Le dije que su ropa estaría en un rato más, que aguardara. Le invité una taza de café. Y me excitaba saber que debajo del pantalón deportivo que traía, estaba sin nada, ya que su ropa interior estaba en limpieza. Le dije que me preocupaba la hora y que tan pronto estuviera su ropa, lo llevaría a su casa. Me dijo que no me preocupara, que no llevaba ninguna prisa, ya que no haría nada al llegar. Le ofrecí un par de galletas. Encendí la LCD puse un canal de música, para relajar el ambiente. Empezamos a charlar sobre lo sucedido y, fue cuando José me preguntó que por qué aún no me había casado y prefería vivir sólo. Le dije que no creía en el matrimonio y, que no me atraía la idea de estar casado. Que me gustaba la soledad. Fue entonces cuando José me dijo: “… y yo, que había pensado que era porque le gustan los hombres” No supe que decir y, si le dije que en eso tenía la razón. Que si, que era homosexual, y que le iba a agradecer que esa información se quedara entre nosotros nada más. A lo que me dijo que él también lo era, pero que en su pueblo no era bien visto una persona así, así que por eso había decido estudiar mucho y salir de su tierra. Me dijo que sabía que le gustaban los hombres, pero que nunca había tenido contacto íntimo o sexo con alguno, a pesar de que el gimnasio que iba, muchos se lo habían propuesto, pero él nunca había aceptado nada por muchos factores. Le dije que le felicitaba por pensar así, y que estaba bien que se manejara en ese rubro en lo que socialmente llamamos “bajo perfil”. Me pregunto que si yo “andaba” con alguien, a lo que le respondí que no. Ya que hacía algunos años había tenido una fuerte decepción de alguien que emocionalmente me había hecho mucho daño. Me dijo que estaba bien. Que si no quería hablarlo no habría problema, le agradecí su comprensión.
Para entonces pude ver al servirle un vaso de agua, después del café, que tenía tremenda erección y, yo al verle pues reaccioné de inmediato y volví a tener una erección que no sabía si era por el exceso de excitación, pero creo que me dolía tener el pene erecto. Instintivamente metí la mano y, empecé a masturbarlo y fue así como confirme que efectivamente estaba muy bien dotado, erecto le mide casi 20 cm., y muy grueso. Como lo sé, porque después entre juego, curiosidad y lujuria le tome medidas. Y para entonces era ya fan de sus enormes testículos. Se bajó el pants hasta los tobillos y me dejo besarle todo lo besable, mamarle su enorme pene y ni hablar de sus testículos. Me pidió ponerme de pie, nos besamos, su aliento a café me excitaba, él hizo lo mismo metió la mano, sujeto mi pene no tan largo como el suyo, sólo 17 cm., el mío en erección, pero si casi igual de grueso y mis testículos normales, al menos eso creo yo. Y empezó a masturbarme, mientras nos seguíamos besando.
En un instante el hizo lo mismo, se bajó a hacerme sexo oral y, aunque algo torpe (fue así como comprobé su inexperiencia), pero lo hizo. Dejamos la barra de la cocina y le dije que mejor nos fuéramos a mi habitación, ya estando ahí nos tiramos en la cama, le explique que era un “69”, le pareció muy bien y lo hicimos, trate de aguantar lo más posible y le dije que estaba por eyacular y me dijo que lo hiciera, que quería probar mi semen ya que él siempre que se masturba se come el suyo. No sé cuánto eyaculé, pero sí sé que fue abundantemente; casi en seguida él se vino y le dije que lo hiciera igual, en mi boca, sobra decir que también fue mucho y con fuerza que sentí que me ahogaba, pero lejos de ello su sabor era simplemente exquisito, quería más. Nunca había probado tal sabor en el semen. Nos limpiamos, le busque un cepillo de dientes nuevo y nos fuimos a enjuagar. Me pidió quedarse en mi casa esa noche, no me pude negar. Sacamos su ropa a terminar de secar, del centro de lavado. Cerré los autos. Cerré la casa. Apagué las luces y no sé cómo lo conseguimos, pero esa noche eyaculamos en 4 ocasiones más, hasta quedar exhaustos. José me entrego su virginidad anal, él también me penetro, me dolió mucho por sus proporciones, pero valió la pena porque le oriente bien cómo hacerlo. Sobra decir que hicimos el amor, más que el simple hecho de tener sexo. Debo reconocer que en mi caso, la lujuria de tener junto a mí a un joven con el físico de José me excitaba demasiado, máxime cuando me abrazaba con esos brazos que tiene, ese tono de piel moreno y lampiño (que al menos a mí me encanta), sentir como utiliza sus musculosas y bien trabajadas piernas para ejecutar con fuerza sus faenas sexuales y sus rasgos físicos de sus ancestros olmecas, le daban a sus labios una forma exquisita de besarlos y una dentadura bien cuidada y aseada.
Al despertar del domingo, ambos estábamos abrazados, preparamos algo para desayunar, después lo volvimos a hacer, pero ésta vez ya con algo de más instrucción. Sobra decir que tuve un gran orgasmo, así como yo espero que él lo haya tenido también ese domingo. Nos bañamos, jugueteamos en la regadera, eyaculamos una vez más ahí, ambos probamos nuestro semen una vez más y, una vez más tenía un sabor por demás exquisito el semen de José. Nos secamos, nos preparamos para salir hacía su domicilio, me pidió pasaremos a que hiciera su despensa. Y lo llevé a su casa. Le abrí la maletera con el control del auto, bajo sus bolsas. Se acercó a despedirse. Me dijo nos vemos mañana jefe. Y gracias por todo. Yo le extendí la mano y, también le di las gracias por lo vivido. Ya que como lo charlamos en la noche, se me hacía muy complicado que sucediera algo formal entre 2 personas con una diferencia de edades como la que existe entre él y yo. Ya van varias semanas de que llegó a mi vida. Y creo que José me ha hecho ver muchas cosas de manera diferente. Sigue cumpliendo con su universidad, con el pre-servicio, sigue en el gimnasio y ha agregado cumplir conmigo. ¿Cuánto va a durar?, no lo sé, pero como siempre he dicho más vale decir me acuerdo, a me imagino. Un abrazo a todos. Y gracias por detenerse a leer mi relato. Si tienen algún comentario, siéntanse libre de hacerlo
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