Juan mi vecino y otros.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de aquellos días de lujuria, placer, deseo, morbo y todas las sensaciones habidas y por haber, Juan y yo no nos separamos durante algún tiempo, nuestros encuentros eran a diario y siempre con el mismo fervor y con duplicidad de roles.
Al pasar unos meses ya nuestras familias eran muy unidas, los padres de Juan venían a casa frecuentemente y viceversa.
Un buen día, somos invitados a la casa de Juan, a conocer una hermana de la mamá de Juan quien había venido de vacaciones con su esposo, su hija e hijo. Esa noche conocimos al familia, la hermana de la mamá de Juan una señora muy bonita, el señor un caballero de buen porte y los hijos, Martha la mayor de 15 años y de quien fui novio y eso lo cuento en otro relato y Pascual de 14 años, un año mayor que yo. Juan, Pascual y yo nos fuimos a la azotea del edificio a contemplar el pueblo que en el día era muy bonito, pero en la noche era un espectáculo con sus luces encendidas. Charlamos sobre muchas cosas, hablamos de novias, de pajas y más. Se nos hizo tarde y regresamos al apartamento, la hermana de Pascual no dejaba de verme y eso me gustaba mucho porque sabía que le caía bien. Después de un buen rato nos despedimos hasta el otro día y en la despedida nos pudimos enterar que la familia de Juan se quedaría por todas las vacaciones, como mes y medio.
El día siguiente por la mañana después del desayuno, recuerdo era sábado y todo mundo se levanta tarde. Nosotros ya habíamos desayunado y estábamos en los quehaceres propios de cada quien, suena el timbre y yo corro a abrir la puerta. En mi presencia estaban Juan, Pascual y Martha, quienes venían para invitarme al rio, que nosotros tenemos a unos pocos metros cerro arriba. Yo me apresuré a pedir permiso a mis padres y con la recomendación de que regresáramos temprano me dejaron ir. Por el camino Martha y Yo, quedamos algo rezagados y ella más rápida me dijo que yo le gustaba y que quería ser mi novia por esos días. Nos detuvimos en un sendero y pude besar esa boca de aquella niña, no tan niña, pero de labios delicados y un sabor a cerezas de la pintura y con un sabor a miel en su saliva, cabe destacar que aquel beso fue de lenguas tras lengua. Dejamos de besarnos al ver que los muchachos iban muy adelante y nos dispusimos a alcanzarlos. Ya en el rio, ella y yo no nos acercamos para nada, todo había quedado en secreto. Nos metimos a la posa que se formaba por el represamiento de algunas piedras y la misma tenía cierta profundidad, jugamos nos hundíamos para halarnos por los pies, nos lanzábamos agua con nuestras manos y así transcurrió el día. De regreso Juan se me acerca y me comenta que su prima me miraba mucho y que su primo le había preguntado por mi orientación sexual a lo que me dijo que respondió que yo era todo un hombre. Llegamos al edificio y cada quien se fue a su apartamento no sin antes quedar para vernos en planta baja después de la cena.
A eso de las 7:30 pm nos encontramos en planta baja, Juan, Pascual y Yo. Pregunté por Martha y me dijeron que tenía un malestar, creo que algo que ver con la regla. Nos quedamos sentados en unos bancos del frente y charlamos de todo tópico que pueden hablar jóvenes de nuestra edad. Ya cuando se acercaba la hora de regresar Juan comenta que necesitaba ir al baño urgente y sale corriendo a su apartamento. Pascual y yo nos quedamos sentados en el mismo lugar, Pascual de un solo golpe cambio los temas de conversación para centrarse solo en sexo, me preguntaba que si tenía novia, que si me hacía pajas, que si había tenido sexo con mujeres, que si había visto algún hombre desnudo, a todas estas el mismo ser respondía poniéndose como ejemplo positivo de todas sus interrogantes.
Yo solo observaba el rostro de aquel chaval y notaba su excitación por el tema, de pronto sin querer mi vista se va hacia su paquete y no pude dejar de ver el bulto que tenía, Pascual al darse cuenta comenzó a sobar por encima de su pantalón y ya mi mirada no era para su cara sino para aquello que se ofrecía de manera clara y evidente. Yo no sé en qué momento Pascual se acerco a mí y puso su mano sobre mi pene y me comentó al oído, yo quiero saber que tienes aquí, al decir la última palabra apretó mi paquete y yo respondí con un gemido. Ya con aquella calentura me preguntó dónde podemos ir que nadie nos vea. Yo sin pensarlo dos veces lo tomé de la mano y lo llevé a la azotea, donde habíamos estado la noche anterior, allí las personas colocan muebles viejos debajo del techo del lavandero colectivo, para descansar mientras la ropa se lava. Al llegar allí, me percaté que no hubiera nadie y nos sentamos en un sofá de tres puestos que recientemente habían subido allí. Pascual volvió a tocar mi paquete y yo respondí dándole un beso al que él no se resistió. Mientras tanto él metía su mano por mi pantalón para tocar mi herramienta, puedo decir que yo dreno líquido preseminal como un chorro, y él al sentir aquella baba sacó sus dedos y los llevó a nuestras bocas mientras nos besábamos, yo nunca había probado aquello que me salía y el sabor me produjo un temblor en el cuerpo. Me despegué de Pascual y le dije que se quitara el pantalón y el aceptó mientras yo hacía lo mismo.
Al estar los dos sin nada, él se lanzó sobre mi verga y comenzó a chuparla como becerro amamantándose, luego dejaba mi pene y subía a besarme con abundante líquido depositado en su lengua, eso lo sabía porque cuando me besaba dejaba parte de aquel néctar en mi boca, así estuvo un largo rato, poco a poco fue lamiendo mis bolas y subía mis piernas hasta que comenzó a bajar desde mis bolas hacia mi culo, aquello era explosivo, al sentir aquella lengua a la mitad del recorrido era tanta la excitación que sentía que estaba a punto de llegar sin ni siquiera tocar mi pene. Cuando ya estaba con lar piernas lo suficientemente levantadas y el ojete de mi culo estaba a la disposición de mi amante, me colocó su mano en mi pene desde las bolas hacia arriba y al sentir aquella mano estallé en un mar de semen, que inundó toda mi cara mi pecho y seguía brotando sin parar, al sentir aquello Pascual se dedicó solo a meter su lengua en mi culo, ya no pensaba en mas nada solo sentía lo cálida de su lengua y lo humedad de su saliva, el juego que hacía con su lengua me tenía extasiado, luego comencé a sentir que metía un dedo en mi culo, luego dos dedos y creo que hasta tres dedos pero no dejaba de sentir excitación, Pascual se puso de pié frente a mí en la posición en que estaba y no pude ver que tenía, pero sentí cuando colocó su cabeza en mi ojete, que aquello estaba muy caliente como cuando se tiene fiebre, comenzó a hacer presión y a pesar estar bastante lubricado y dilatado no pasaba, en eso Pascual baja su cara hacia la mía y me da un beso y al mismo tiempo hace presión y siento cuando entra la cabeza, aquello me produjo un dolor descomunal pero el quejido lo ahogó él con su beso, se quedó quieto por un instante, mientras me preguntaba al oído con voz baja y delicada, aún te duele, avísame cuando ya no sientas dolor, yo no hablaba solo estaba paralizado por todo aquello, Pascual sin embargo no esperó a mi respuesta y comenzó un agradable mete y saca y cada vez que lo sacaba, al meterlo me lo metía unos centímetros más, así estuvo sobre mí, hasta que ya no entraba mas,
Pascual se levanta de sobre mí y toma mis piernas y las levanta y comienza a atacarme con más fuerza y yo a sentir más dolor, al rato me pide que cambiemos de posición y me coloca de perrito en el borde del sofá y vuelve a meter su gran instrumento en mi culo, que al sentirlo dentro comenzó a arderme, creo que me lastimó aquella tranca que aun no sabía que tamaño tenía, mi sodomizador volvía a envestirme fuertemente que los choques de su ingle contra mis nalgas se escuchaban fuertemente. Después de un buen rato siento más presión dentro de mi culo y al momento siento que me inunda mis entrañas con gran cantidad de semen, uno, dos, tres chorros y más. Al entrar en reposo su verga deja mi culo y escucho el plop al desprenderse. Pascual cae sentado en el sofá y es cuando con algo de luz pude ver aquella enorme barra, era el doble de la de Juan, tenía una cabeza descomunal, por algo me dolió tanto, su cuerpo estaba cubierto de venas y era más largo que el mío, casi tres partes. Mi asombro no cesó y Pascual me pide que se lo mame. Yo me acerque a aquella bestia pero no pude hacer nada, porque escuchamos ruido desde las escaleras y nos vestimos rápido y nos pusimos a la vista, haciendo que veíamos el paisaje, en eso aparece Juan y nos dice que nos buscó al frente y dedujo que estábamos aquí al no encontrarnos donde nos dejó. No hicimos saber nada a Juan pero los demás días fueron quizás mejor.
En el próximo relato hablaré de Juan y su primo, en que los encontré y contaré en un relato hetero lo que aconteció con Martha, mi novia de vacaciones.
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