JUANCITO, MI NIETO. (7).
Disiento de tener algo con las empleadas de la Administradora y averiguo algo de mi yerno y mi consuegra que me pone del tomate, sin contar lo que me toca con mi mujer..
Con el bolso conteniendo los emparedados, las gaseosas y el mantel junto a la algarabía de los chicos nos subimos al cuatriciclo y lo puse a Juancito adelante mientras que Ismael quiso ir atrás abrazando mi cintura. Con las indicaciones de las madres y la abuela nos fuimos yendo despacio, el rubiecito me apretaba las caderas y la cintura, a la vez que apoyaba su cara en mi espalda, le dije que así estaba bien y que no se moviera porque podría caerse, luego de eso y viendo que el nene me había obedecido, le hablé al oído y le pedí a Juancito que se fuera bajando el shorcito porque quería cogerlo así, estaba seguro que en la moto sería más placentero que en el caballo. No se bajó el shorcito, al ser como una tanga lo corrió y lo enganchó con una nalga dejando su agujerito al descubierto, a la vez, llevaba una de sus manos atrás para sacarme la verga, lo ayudé desabrochando la bermuda y la dejé al aire, además, le puse crema en los dedos y él mismo se lubricó.
Yo tenía que tratar de no moverme demasiado para que Ismael no se diera cuenta de nada y Juancito lo entendió igual, se estiró un poco hacia adelante apoyándose en el tanque de combustible y retrocedió llevando el glande a su hueco pedigüeño. Ver eso en primer plano, sentir como mi verga lo penetraba despacio o, para mejor decir, ver que él se penetraba el culito con mi verga fue, por lo menos impensado y se me pararon hasta los pelos de la nuca. El tronco que desafiaba la lógica en cuanto a tamaño “ariete-hueco” estaba recibiendo unos movimientos medidos de entrada y salida que mi nieto manejaba con movimientos suaves y sutiles. Apretaba y aflojaba con sus músculos saturados de verga y no me aguanté, acomodé mi culo como para sentarme mejor y se la mandé toda. Mi nieto gritó, no se pudo aguantar y tuve que acelerar en falso la moto para disimular el sonido, luego, tomando su cadera con una mano lo moví haciéndolo entrar y salir.
Dos veces lo sentí temblar, la última cuando ya divisábamos el bosquecito y le llené el culito de leche, me vacié, pero sabía que aún había resto para enderezarle las tripitas a Ismael. Estacioné cerca del arroyo y les dije de ir al agua antes de acomodar todo, me servía a mí para lavarme y le servía a Juancito para desalojar sus tripas cargadas de leche, luego no hubo necesidad de secarse, hacía un calor tremendo y con un rato al sol bastaba, después de unos instantes le dije a Ismael que me ayudara a ordenar las cosas y a poner el mantel, eso sí, le pedí a mi nieto que se quedara un rato más al sol. Al estar solos lo acaricié, le apreté el culito y lo besé con ganas diciéndole que lo iba a romper.
- Bueno abu, pero está Juancito, igual creo que quiere que lo cojan, te tengo que contar algo, anoche le chupé el pitito, me dieron muchas ganas y lo hice, después el me chupó a mí, pero si vos no querés no lo hago más.
- Con Juancito es el único que lo podés hacer, si me entero que lo hacés con alguien más, mando las fotos que tengo a las Redes del Colegio.
- No, eso no, te lo prometo, pero, ¿qué hago si aparece el Conserje?
- Ese no va a aparecer más, ya fui a hablar con él y se mudó, no te molestará más, tu culito será sólo mío.
- ¿Y las fotos que me había sacado cuando…?
- Las tengo yo, las tuyas y las de otros cuatro nenes más, voy a averiguar quiénes son y si me gustan me los cojo a ellos también. Ahora desnudate y ponete a mamarme, yo voy a ponerte crema en el culito.
- Dale y después me las mostrás y yo te digo quienes son, ahora con crema me la podés meter bien al fondo, voy a aguantar, te juro que voy a aguantar.
Un árbol nos tapaba gran parte de nuestros cuerpos y Juancito estiraba el cuello para ver si podía ver algo, le hice señas para que esperara un poco más. Después de un rato de estar recibiendo una de esas mamadas gloriosas de Ismael le pedí que se pusiera en cuatro, lo hizo sobre el mantel y, de seguido, con la cara apoyada en la tela, se abrió las nalgas con las manos dispuesto a aguantar la penetración. Sentí un poco de escalofríos al notar la diferencia entre el glande y el huequito que iba a penetrar, pero me duró sólo segundos porque al apoyar la punta el agujerito se comenzó a dilatar como por encanto y entré sin detenerme. El nene que, presuntamente, aguantaría sin gritar para darme gusto y porque así había sido enseñado, no pudo tolerar mi verga entrando en sus tripas y gritó como si lo estuvieran despellejando vivo. “me duele mucho abu Roberto, no la puedo aguantar, sácala, por favor, sácala”, -pedía llorando sin contenerse-.
Yo sentía que la verga estaba a reventar por lo apretado de su conducto, pero ni borracho la sacaba de su culo, “ahora te la aguantás, querías verga, tenés verga, desde hoy se terminaron los chirlos, pero vos sos mi putito y tendrás que aguantar”, -le dije quedándome quieto en el fondo de su colita-. “Despacito abu Roberto, cogeme despacito, me llega hasta la panza”, -pidió como rogando y comencé a moverme-. A poco de entrar y salir de su culo los quejidos y lloriqueos habían dado paso a los gemidos e Ismael movía sus caderas gozando de la cogida, “dale más, dale más, me vienen las cosquillas y antes nunca lo pude decir”, -expresó dando rienda suelta a temblores que ni siquiera él esperaba-. Entrar y salir de su culito me estaba llevando a terminar como para quedar fundido y, a punto de hacerlo, lo vi a Juancito acuclillándose delante de Ismael para acariciarle la espalda transpirada y le acercaba su pitito a la cara, al cogido no hubo que decirle nada, enseguida comenzó a mamar.
Al ver esto no aguanté más y le llené las tripas escuchando los gemidos de placer al recibir el líquido caliente en su interior, luego la saqué sin esperar a que se viniera abajo y le dije a Juancito que se acercara para cogérselo a su amigo, fue un parpadeo y pronto estuvo entrando y saliendo como cachorrito calentón del culo dilatado que le permitió meter su pitito sin problemas. Yo fui hacia la cara de Ismael y le pedí que me la limpiara, ni problemas que se hizo, la verga sólo tenía restos de semen y la degustó con ganas dejándola brillante de saliva. Los dejé a los dos que se dieran gusto y me fui a meter al agua fresca del arroyo, estaba transpirando hasta de los ojos y me vino bien sentir ese fresco, unos minutos después se acoplaron los dos, esta vez completamente desnudos, “me dolió un montón abu Roberto, pero me gustó muchísimo y me dieron cosquillas como nunca, yo te prometo no decir nada y la única verga será la tuya y, bueno, la de Juancito que es mi mejor amigo”, -dijo Ismael abrazándose a mi muslo y dejando entrever la necesidad de un cariño que no parecía tener.
Pasamos un rato en el agua y no me privé de tocar y acariciar sus nalgas repartiendo besos en bocas indistintas, los dos querían seguir con sus juegos y me acariciaban y besaban la verga buscando una reacción firme para que pudiera ocuparse de sus culitos, pero, lo más que lograron fue un algo “morcillón”, entonces les dije que era hora de irnos a almorzar. Acomodamos el mantel y no llegaron a comerse los dedos porque los apartaban al momento de morder, parecían famélicos los dos putitos complacientes, luego de esto, me tiré un rato a dormir una siesta, les di todas las recomendaciones respecto a no alejarse y a no meterse en el agua solos y me quedé frito. Me dormí un poco más de una hora y me despertaron las risitas y mamadas combinadas de dos bocas perversas, “la vimos que estaba dura y nos aprovechamos abu”, -me dijo Juancito y los dejé porque el placer era sublime-.
Jugaban a mantener su nariz pegada a mi pelvis, pero las palmas, aunque no lo diría, se las llevaba Ismael porque además de pegar la nariz en mi piel movía la lengua contra el tronco causando un placer extra. En definitiva, con juegos y risas terminaron ensartados nuevamente, pero los quejidos no se extendieron demasiado y hasta caminé con ellos enroscada mi cintura con sus piernas y moviéndose porque decían que así sentían más mi verga. Me vaciaron y aproveché a regarles el cuerpo a ambos, luego entre risas se metieron nuevamente al agua a lavarse. A eso de las cinco y media estábamos regresando a la casa y ya nos estaba esperando Liliana con los bolsos preparados para irse, se acercó a saludarme y dijo en mi oído: “Pasé el mejor fin de semana de mi vida y no me quiero privar de tu verga, me dijo Cynthia que estarás unos días más y que viajarás de continuo, espero que me llames, quiero sufrir ese tronco, jajaja”. Le prometí que así sería, estaba convencido de que lo haría, me había encantado la entrega de Ismael y sabía que él también estaría pendiente de mis posibilidades.
Luego de que se fueron, Cynthia me dijo que la había llevado a la madre al Aeródromo, que había salido a tiempo y que, además, ya la había llamado para avisarle que había llegado sin problemas, le agradecí el dato y me contó que con Liliana había estado todo bien, que habían gozado mucho las dos, pero que ella quería dormir conmigo toda la noche, que me quería tener para ella sola. Le prometí que así sería, pero en mi habitación, no quería que quedara alguna posible huella en su cama y me lo entendió, acaricié sus nalgas cuando Juancito se iba para adentro y pensé que tendría que recurrir a la “pastillita azul”, mi hija lo merecía.
Luego de que terminamos de cenar Juancito no aguantó todo el trajín del día y se caía de sueño, la madre lo llevó a dormir y al regresar me comentó que se había dormido apenas apoyó la cabeza en la almohada y, como había regresado desnuda, comenzamos todo en el sofá del living. Estaba desatada y, por primera vez, se tragó toda mi verga, aunque todavía no la aguantaba por mucho rato en la garganta, de todos modos, nada sería mejor que estar en mi cama, la llevé alzada, iba riendo, con las piernas anudadas en mi cintura y tratando de embocar mi verga en su vagina, no dejé que lo consiguiera y ya en el tálamo me deleité bebiendo todos sus jugos y absorbiendo su clítoris mientras gemía fuerte contra la almohada que se había puesto sobre la cara mientras temblaba sin poder detenerse.
Quedó desmadejada, pero al estar incentivado con la “pastillita” mi verga no se bajaba y recibió “señoras cogidas” por sus huecos inferiores sin que me importaran quejidos de dolores ni gemidos de placeres, aunque éstos los disfrutaba más. Se enloqueció y gritó sin contenerse cuando la puse en cuatro y alterné las entradas y salidas por sus dos huecos, “sos un incestuoso divino, la estás rompiendo por todos lados a tu propia hija y me encanta eso”, -dijo cuándo le llenaba, finalmente, el culo de leche-, después se durmió encima de mí y más que satisfecha. A la mañana tuve que ser yo quien preparó el desayuno, Cynthia remoloneó un rato y luego fue a bañarse para volver a su habitación a cambiarse, más justo no podría haberlo hecho porque aparecieron las dos señoras del servicio y Juancito fue a la habitación a despertarme como todos los días y se encontró con que no estaba. Como tenía que irme a la oficina y no quería llegar tarde desayuné primero y les dejé todo preparado avisándole a las señoras que le dijeran a mi hija que no vendría hasta la tarde.
Mercedes y Natalia estaban de muerte ambas con minifaldas y sandalias de taco medio que dejaban apreciar el largo de sus piernas, por encima una remera de color claro resaltaba el tamaño exacto de sus tetas, para más, ambas sabían que no tenían necesidad de sostenes y éstos brillaban por su ausencia. Las saludé a las dos con un beso en la mejilla y les pregunté qué tal habían pasado el fin de semana. Se encimaban para contarme hasta que Mercedes hizo alusión que era una lástima que no hubiese podido ir con ellas a tomar algo, les contesté que ya habría otras oportunidades, pero que yo sabía bien que “no había que mezclar los tantos”, lógicamente, lo entendieron, pero yo sabía que en conjunto o individualmente, tratarían de “arrimar el bochín”, por lo menos para asegurarse el trabajo.
Un poco antes de media mañana lo llamé por teléfono a mi yerno por el celular, quería avisarle que cambiaría de proveedores, debido a que había descubierto una anomalía grande en los precios que cobraban, unos por servicios y otros por semillas y fertilizantes. La contestación de él no me convenció, dudé en pensar que no le interesaba o porque se encontraba entredormido, hasta que, “siempre salta la liebre por dónde menos se la espera”. Los celulares de alta generación que tienen excelentes micrófonos y parlantes no dejan escapar sonidos y voces del entorno y la voz que escuché en un tono medio entre lo masculino y lo femenino me sonó nítida. “Papi, alcanzame la toalla porque ésta está hú…”, fue claro también que mi yerno tapó el micrófono y cualquier atisbo de duda que me podía caber por haberle roto el culo a la madre y a la esposa de “mi querido yerno” desapareció como por encanto.
“Haga como usted crea conveniente Roberto, yo regreso el miércoles y luego me cuenta mejor”, -expresó ya totalmente despabilado-. Me despedí hablando normalmente y como si no hubiera escuchado nada raro, pero enseguida recordé que, cuando me había dado por aprender determinados “secretos” de la computación no lo había hecho por canales de los considerados “normales”. Dinero y conexiones de por medio, tuve acceso a verdaderos hackers que me hicieron de profesores y me desasnaron en varios ítems que quería aprender, fundamentalmente los relacionados con el ingreso y exploración de la “Dark Web” o Red Oscura a la que no tiene acceso el común de los usuarios. Con dos de estos “profesores”, principalmente con uno, había quedado una muy buena relación y, sabiendo que había cosas que yo ignoraba en la práctica, pero que entendía que se podían hacer, me comuniqué con el más afín. Sabía que Javier era un “nerd” en cuanto a conocimientos, pero un “tiro al aire” en cuanto a vivir y disfrutar de la vida.
- ¡Roberto, viejo atorrante, perdido!, ¿qué es de tu vida?, -me preguntó apenas atendió su celular-.
- Hola Javier, es un placer escucharte, mi vida igual que siempre, tratando de pasarla bien.
- No me caben dudas de eso, ¿qué andás necesitando?, si me llamás debe ser por algún problema a resolver.
- No es problema, todavía, pero necesito de tus conocimientos de Informática, hay un tipo del que quiero averiguar hasta el color del bóxer que usa.
- Hoy por no hoy no hay ningún problema, trabajo para una Agencia del Gobierno y ni te imaginás los equipos a los que tengo acceso. Este es un trabajo, digamos “particular” y te saldrá unos xxxxx dólares, los cuales tengo que “repartir”, jajaja, -me dijo el importe-.
- Ufff, medio saldito, ¿no?
- Puede ser, pero con el número del celular te lo ubico en el momento esté donde esté y luego le sacamos, en retrospectiva, lo que hizo o dejó de hacer desde una semana atrás a esta parte, es más lo podemos ubicar con las cámaras de seguridad u obtener imágenes de satélite.
- ¡¡¡Me estás jodiendo!!!
- No Roberto, para nada, con la nueva tecnología no se salvan ni los muertos, ¿hacemos negocio o no?
- Dale, ¿cómo te hago el pago?
- Decime el Banco “legal” que vas a utilizar y te debitamos directamente de la cuenta, te va a figurar como el gasto de alguna joya o similar y quedate tranquilo, no se tocará ni un dólar de más, ¿necesitás fotos o datos de la presunta compañía, si es que la tuviera?
- ¡Mierda, están en todas!, averiguá todo lo que sea, pero, en cuanto al gasto, preferiría que figurara como el arreglo del motor del auto o similar, con el gasto de una joya es para posibles dramas a futuro.
- Jajaja, perfecto, ya veo como cubrís tus espaldas, jajaja, está bien, yo me ocupo, dame un par de horas y te comienzo a bajar datos y fotos, si las hubiera, al mail personal.
- Listo, “espía”, te mando un abrazo.
Me despedí de Javier pensando en que ya no se podía ni ir a cagar sin que cierto entorno determinado pudiera enterarse de lo que hacías, claro que, con ciertos niveles de personas no sería tan fácil, si había uno o varios Programas de Informática que dejaban conocer todo lo tuyo, seguramente, habría otros Programas que servirían de inhibidores que “jugaban” a favor de los que querían “esconderse”. En Informática y en los Programas se daba algo similar a lo que pasaba en Salud con la creación de algún virus dañino, siempre se creaba el antivirus, en este caso, los inhibidores. Ya me enteraría de los secretos de mi yerno y, muy posiblemente, lo tendría yo agarrado de las bolas.
Al mediodía cerrábamos la oficina y las invité a las chicas a almorzar, agarraron viaje enseguida y me pidieron de elegir el lugar, fuimos a dar al mejor restaurant de la zona donde se notaba que había un muy buen nivel. Las chicas estaban de parabienes, no siempre podían acceder a un lugar de esas características y lo estaban disfrutando, de hecho, Mercedes conocía a algunas de las mujeres que había en el lugar y saludó a una de las tres que estaban sentadas en una mesa cercana. Una de ellas, la que saludó tenía más o menos su edad, la otra tendría unos treinta y la que más me agradó tendría unos cuarenta y cinco, cabello castaño, no parecía ser una mujer muy alta, pero tampoco baja y, extrañamente, me resultó conocida.
- Éstas sí que echaron buenas, -le comentó a Natalia-. La pelirroja preguntó quiénes eran y Mercedes se explayó. A la chica la conozco porque fuimos compañeras en el Secundario, se llama María José, la del medio es la tía que no sé cómo se llama y la otra es Raquel, la madre, esposa, hija y cuñada del Secretario de Gobierno de la Municipalidad, el cual, en la práctica, es el que ejerce de Intendente porque el Intendente elegido cumple las funciones de Ministro en el Gobierno provincial.
- ¿Cómo es eso?, ¿no fue elegido por la gente de la ciudad para gobernar acá?, -pregunté aun sabiendo que esas cosas se daban en la Política y les importaba tres carajos la gente que los había elegido-.
- Ojo que ninguno de ellos es santo de mi devoción, no los voté ni los votaría, pero es así, que la gente se joda, según ellos, como es Médico el Gobernador lo necesitaba como Ministro de Salud y ahora cobra los dos sueldos, porque está de licencia, pero con goce de sueldo.
- ¡Lindo material democrático tiene esta ciudad!, jajaja.
- En esta ciudad y en otras porque parece que en varios lugares hacen lo mismo, como sea, para comer, vestirse y darse gustos no les falta.
- Parecés molesta, -expresó Natalia-.
- Con ella no, es la madre la que te mira como si oliera mierda y hace tres o cuatro años trabajaba de telefonista en una empresa.
- A mí me resulta una cara conocida, -acoté sin poder recordar de dónde-.
- Según lo que nos contó tu consuegra, no creo que esa mujer haya frecuentado tus mismos círculos empresariales o sociales.
- Tiemblo al pensar lo que les debe haber contado Graciela.
- No fue nada raro, más bien fue a nivel de envidia sana, nos dijo que habías liquidado todos tus activos y que ahora te dedicabas a vivirla sin preocuparte de nada, salvo claro, por tu familia, además que tenías contactos muy poderosos.
- Y sí, es cierto, es algo así.
- ¿No tenés miedo que se te termine el dinero?, -preguntó Natalia-.
- Jajaja, no nada que ver, puse todo mi capital en un Banco extranjero sólido y cobro intereses mensuales en dólares y, aunque el Gobierno me hace perder bastante con esto del cambio oficial y el extraoficial, tengo un ingreso del orden de los veinte millones mensuales y propiedades en alquiler.
- ¡Ahhh, mierda!, eso es una fortuna, yo no podría gastarlo, -opinó Mercedes-.
- No todo es dinero, lo que sucede con Graciela es que no se anima, yo me cansé de que el Gobierno me sacara gran parte de mis ganancias con impuestos o de pelear con los Sindicatos que siempre quieren sacar ventaja a costa de los empleados, un buen día vendí todo y vivo de rentas, sigo pagando una fortuna en impuestos, pero me rasco como quiero, además sé de varios empresarios que están haciendo lo mismo.
- A ese paso nos quedamos sin empresas y cada vez más gente se queda sin trabajo, por eso está tan difícil el mercado laboral.
- Eso porque vos lo ves desde tu silla de escritorio y como empleada, ¿qué dirías si tenés que invertir treinta millones de dólares, obtenés una ganancia de un 30% y de eso te quedás sólo con un 10% porque el Gobierno con los impuestos, los empleados, los juicios laborales indiscriminados y los Sindicatos te llevan todo el resto?, te aseguro que lo verías distinto porque la desproporción entre capital y ganancia es muy elevada.
- Sí, pero con ese criterio, ustedes los empresarios harían lo que quieren, -opinó Natalia-.
- Esos son razonamientos facilistas de Izquierda que flaco favor le hacen a un país, si hicieran una Legislación acorde y más equitativa la cosa sería distinta. ¿Cuántos empresarios de Izquierda que pongan en juego su capital y arriesguen la propia conocés?, siempre están a favor de sacarle al que más tiene para repartir, pero el famoso “reparto” nunca es tal, salvo para sus propios bolsillos.
- Entonces es evidente que algo está mal.
- Claro que está mal, ¿por qué no arriesgan ellos con sus capitales propios?, ¿por qué nunca les pasa que pierden una cosecha o se les cae el producto por la caída de las ventas o tienen que sacar créditos para pagar juicios laborales? Por el dinero ajeno todos se largan a hablar o tratar de decidir, pero el propio lo atesoran y jamás lo arriesgan. Mejor cambiemos de tema, porque vinimos a disfrutar de un buen almuerzo.
- Sí, mejor, a todo esto, ¿cómo te fue con el cuidado del nene el viernes pasado?, -preguntó Mercedes cambiando la conversación-.
- Bien, lo puse a jugar en la computadora y se portó bien, además la madre no tardó demasiado en pasar a recogerlo…
En ese momento pensé en la cogida que se había llevado el culito de Luisito y en Débora y, como en un flash recordé de dónde la conocía a la señora, a la tal Raquel, que estaba sentada en la mesa cercana, la había visto cogiendo en uno de los videos que le había sacado al extorsionador. Un momento antes de los cafés las chicas se levantaron para ir al baño y aproveché a mirar en mi celular los Whatsapp que le había copiado al tipo, efectivamente, allí estaba el celular de una tal Raquel y le mandé uno que decía: “Esté atenta, enseguida le mando un video que me dejo un amigo en común”. Crucé los dedos para que siguiera teniendo el mismo celular y apreté el “Send”. Las chicas regresaban a la mesa cuando la vi a la tal Raquel atender el celular y me sonreí, “¿de qué picardía te estarás acordando?, -preguntó Mercedes-. Le contesté que no me reía de nada en especial, que sólo recordaba que lo había pasado muy bien con ellas dos, pero no me perdí de verla a la señora que levantaba la vista y buscaba al posible emisor del mensaje recién recibido.
Ya no tenía cara de “oler mierdas” como la había definido Mercedes, al contrario, sus gestos temerosos y su tensión se hacían notar, seguramente esperando por el otro mensaje que ya tenía preparado y que envié a continuación. El mensaje del video tardó unos segundos en llegar a destino y ella sólo miró la pantalla para después otear por todo el restaurant buscando a quien tenía el celular en la mano. No abrió el video, ciertamente debía saber de qué se trataba, además jamás hubiera pensado en mí porque yo tenía el celular apoyado en la mesa cuando pulsé el botón verde con la flechita, luego lo guardé y seguí hablando con las chicas.
“¿Querés que vayamos a casa a tomar una copa antes de regresar a la oficina?”, -preguntó Mercedes-. Le reiteré que no mezcláramos los tantos, “si en algún momento necesitan de mi ayuda, estaré encantado de dárselas, pero, por ahora, hasta ahí llegamos, necesito estar seguro de vuestra discreción y lealtad antes de ir a tomar algo con ustedes”. Lo entendieron perfectamente o por lo menos no hicieron alusión a nada más, por el momento era mejor así, aunque estaba seguro que no pasaría mucho tiempo para tenerlas a las dos, juntas o separadas, bramando por mi verga en sus hermosos culitos.
Me puse a revisar algunas planillas y me llegó un mensaje de Javier avisándome que tenía mucha información y que ya me la estaba mandando al mail. Abrí el mail pensando que me iba a agarrar una bronca tremenda por lo que vería y no, no fue una bronca, fueron varias y todas juntas. Tenían conversaciones de Whatsapp entre mi yerno y un tal Miguel donde hacían planes para viajar por separado y encontrarse en Paraguay, lo que más bronca me dio fue corroborar que mi consuegra sabía de las andanzas homosexuales de su hijo y que estaba enterada de que se encontrarían, eso me lo dejaba saber un mensaje de su hijo avisándole de esto.
Entendí enseguida aquello de “a mí no me puede decir que no” y supe como lo tenía agarrado de los huevos al hijo. Además de esto me llegaron fotos de un hotel de Paraguay, del número de la habitación y otras en que se los encontraba cenando, caminando abrazados, las mejores fueron las que se veía a ambos abrazados y comiéndose la boca con ganas mientras sus manos se perdían en las nalgas del otro. Había una, tipo video corto, captada por la cámara de alguna tablet o notebook abierta, pero allí se los veía caminar desnudos por la habitación y observé que la pareja de mi yerno calzaba bastante bien.
Yo no era de meterme en la relación de mi hija, antes no se me pasaba por la cabeza, pero en ese momento no estaba nada de acuerdo en ser cómplice de la homosexualidad de mi yerno, máxime sabiendo que Cynthia podía ser muy liberal, pero no consentiría en aparentar un matrimonio de conveniencia y lo que era peor, sabiendo las inclinaciones de su marido, no dejaría que se acercara a su hijo, claro que ella no sabía que, lo de ser un “culito complaciente” parecía ser genético.
Me notaba un tanto enojado con mi consuegra, pero tampoco quería hacer ninguna pelotudez por aquello que el comedido siempre sale mal parado. Como fuere, la llamé por teléfono y le pregunté si estaba disponible porque tenía algo que conversar con ella. “Estoy sola y no tengo nada programado, vení para casa, te estaré esperando”, -expresó con voz sensual-. Me fui diciéndole a las chicas que no regresaría y encaré para la casa de Graciela, a mitad de camino recibí una llamada de la tal Raquel, la esposa del Secretario de Gobierno a la que tenía cogiendo en uno de los videos de mi celular.
- Señor, no lo conozco, pero creo que usted tiene algo que me gustaría recuperar, ¿cuánto me saldría obtener eso que usted tiene?
- Señora, ahora no puedo tener tiempo para usted, pero vaya pensando que el dinero no me interesa, me doy por conforme por obtener lo mismo que obtuvo el anterior dueño del video, le aseguro que para usted será mejor.
- Pero, pero, ¿qué me está diciendo?, tenemos que juntarnos y hablar de eso.
- Le reitero señora, no hay nada de qué hablar, llámeme cuando disponga de tiempo para pasar un par de horas conmigo, tiene 48 horas y no intente ninguna otra pavada, sé con quién tengo que hablar si usted se pone en difícil.
Le corté la comunicación porque pensaba en mi consuegra y me estaba enojando con ella, estaba seguro que mi yerno era un puto relajado desde antes de casarse y su madre lo sabía. Me recibió con un baby dolls transparente y una mínima tanga que tapaba su vagina, no bien transpuse la puerta y la cerró se me tiró encima pidiendo que le hiciera lo que quisiera, que tenía muchas ganas de sentirme.
- No merecés que haga nada con vos, si hay algo que no tolero es que me falten el respeto a mí y a mis seres más queridos, -le dije apartándola de mí-.
- Pero, pero, no sé qué decís, ¿qué fue lo que te hice?
- Sabías que tu hijo era gay y dejaste que formara una familia con mi hija, ¿sabes lo que significa para una mujer que la cambien por un hombre?, ¿sabés lo que implica que el hijo se entere de la homosexualidad de su padre?, te cagaste en todos y eso no te lo voy a permitir.
- A mí no me importa nada, sólo quería y quiero que mi hijo esté bien, además tu hija no es precisamente una santa, -contestó como fiera herida-.
- Es verdad cometió un error contigo como lo cometí yo, pero es algo que no podrás comprobar, en cambio yo sí puedo hacerlo con tu hijo y voy a sacar a la luz toda su historia.
- ¿Qué estás diciendo?, estás delirando…
- En absoluto, me bastó con hacer un par de llamadas y tengo hasta fotos de él dándose besos con su pareja gay, creo que te vas a tener que olvidar de tu nieto y él de su hijo, estos engaños se pagan caros, -le dije mostrándole el teléfono con las fotos de referencia-.
- No, no, por favor, lo admito, pero no sabés lo que era el padre de mi hijo, lo hubiese ahorcado si se enteraba y no se puede torcer la forma de pensar y de sentir de mi hijo.
- Eso no me molesta, ni siquiera lo juzgo por sus preferencias sexuales, lo que me molesta es el engaño con mi hija y que no haya tenido las pelotas para salir del armario y blanquear su situación.
- Es que con su padre antes y el ambiente en que hoy se mueve es muy difícil, por eso se mata trabajando y demuestra lo que no es, encima es un idiota y está re metido con el tipo que le vende los productos a la Estancia.
- Sobre llovido mojado, él tipo no sólo se lo coge, sino que le saca más dinero del debido con sobre facturaciones y eso es peor porque mi hija está perdiendo sin comerla ni beberla, ¿acaso te olvidás que están casados legalmente y ella tiene derecho a la mitad de sus bienes y sus ganancias?
- Me parece que estás llevando las cosas a extremos, tenemos que hablar esto con tranquilidad.
- ¡¡¡Tranquilidad las pelotas!!!, voy a tratar de que mi hija lo vuelva un pordiosero, el escándalo y el juicio será tan grande que va a tener que rematar lo que le quede de la Estancia para poder seguir cogiendo con sus “amiguitos” y te aconsejaría que no te metas en el medio porque tengo los medios y los contactos para arruinarte a vos también y a la empresa que te mantiene, -le dije echando chispas por los ojos, no era tan así, pero ella sabía que yo podía-.
- Por favor Roberto, no seas así, hacé de mí lo que quieras, pero a él no lo lastimes.
- Me engañaste y ya no me interesa hacer nada contigo, para mejor no podés demostrar nada de lo que puedas decir y como me da asco tener a un yerno gay lo consultaré con mis Abogados, si por mi fuera le pediría que le entregue la Estancia a mi hija y a mi nieto y desaparezca del pueblo, vos también podrías vender y hacer lo mismo, bancate con la tuya las inclinaciones de tu hijo antes de que yo comience a operar en tu contra con todo lo que tengo y a darle al tema las repercusiones mediáticas que merezca.
Me fui de la casa de Graciela dando un portazo y la dejé llorando, pero eso no me movió ni un pelo, es más, mientras hablaba con ella y, como por inercia, estudiaba sus reacciones, me brotó el Comerciante y Empresario que siempre había sido y tenía claro que, en negocios del más alto nivel, no priman las contemplaciones, mi consuegra había demostrado que, de saberse lo de su hijo sería como si el mundo se les viniera encima a los dos, les resultaría difícil soportar la vergüenza pues la mentalidad de la gente de más alcurnia o nivel de ese pueblo, podía llegar a esconder sus bajezas bajo la alfombra, pero no dudaría en apuntar y juzgar el supuesto mal proceder del otro. Mientras regresaba a la Estancia decidí no decirle nada a mi hija, a pesar del enojo y la bronca que tenía encima, esperaría a ver las reacciones que tendrían mi consuegra y mi yerno.
Me di cuenta que en medio de mis molestas elucubraciones se me cruzó mi mujer por la cabeza, “a la vejez, viruela…” como decía el dicho y me di perfecta cuenta que también estaba molesto con ella, no carecía de nada, le daba todos los gustos, sexo no le faltaba, la había mantenido siempre al tope de todo y nunca pudo saber de mis “escapadas”. ¡¡¡Por qué carajos tenía que haberse ido a atender a la hermana cuando su lugar estaba junto a su esposo!!! Aunque no le gustara el campo como a mí, tendría que haberse aguantado lo que ella misma me había propuesto para “hacerle la segunda” a la hija, sin embargo, cuando pudo, se mandó a mudar para atender a la hermana. Alguien que no me merecía muchas contemplaciones pues el marido la hacía cornuda a cuatro manos, ella se solía enterar porque andaba siempre a la pesca de lo que el idiota hacía y entraba en períodos depresivos, pero, a la vez, para salir de ellos se le daba por revolear la concha y varios problemas familiares se habían suscitado por ello.
Todo se agravó cuando llegué a casa de mi hija, estaba estacionando el auto y me llegó una llamada telefónica de mi sobrina, la hija de la hermana de mi mujer con la cual existía buena onda, tenía veintidós años y, aunque nunca se me cruzó nada sexual con ella, le había dado un par de ayudas económicas para el ingreso a la Facultad privada a la que concurría, con su hermano de diecinueve no pasaba igual porque era un vago total. Como fuere, esa llamada me preocupó porque en hipótesis ellos estaban todos juntos en mi casa de la playa.
- Hola Josefina, ¿qué sucedió?, ¿algún problema?
- Hola tío, no, bueno, espero que no, ¿sabés algo de mi mamá?
- ¿Vos y tu hermano no están con ella?
- No, volvió a discutir con papá porque se fue de viaje de negocios, armó un bolso, nos dejó dinero y se mandó a mudar quien sabe adónde, sólo dijo que regresaría en una semana o diez días y, como siempre la llama a la tía para que le haga de paño de lágrimas, pensé que estaría en tu casa.
- Sí, esta vez no fue la excepción, está con tu tía en la casa de la Costa, pero pensé que ustedes estarían con ella.
- No, ni siquiera supimos para donde se iba, pero, si está con la tía me quedo más tranquila, saldrán un par de noches, unos cuantos tragos y después regresa mansita, siempre le pasa igual. Disculpá que te haya molestado tío, es que está cada día más loca.
- No importa nena, está bien, besos.
Mi sobrina se quedó tranquila, él que no se quedó tranquilo fui yo, pensé que, sin comerla ni beberla, había ingresado como socio del “Club de Cornudos”. Comencé a recordar situaciones que habían acontecido cuando mi cuñada tenía esos arranques depresivos y se iban las dos por tardes enteras, según ellas a “recorrer shopping”, mi mujer nunca me había confiado que salían a tomar algunas copas, pero si me confió, ante sus llegadas tardes, que más de una vez tuvo que “hacerle el aguante” porque la hermana tenía algunas “escapadas” con chicos jóvenes, ¿Quién me aseguraba ahora que ella no la acompañaba?
Me quedé adentro del auto pensando en lo que había pensado al escuchar a mi sobrina y elucubraba, aunque la posibilidad de que me hubiera metido los cuernos me revolvía las tripas, tenía que canalizarlo como un “vuelto” que yo mismo recibía y, de una o de muchas maneras, tenía que bancarme la “diarrea” que eso significaba, entenderlo y canalizarlo sí, lo que no tenía nada que ver con perdonarlo. Descubrí que no me jodían sobremanera él o los posibles deslices sexuales, lo que me provocaba una furia tremenda era la deslealtad y el engaño pues ella siempre había sabido cómo era yo y dijo entender mis “debilidades”, asegurando que ella no podría, que era incapaz de cambiarme ni por un rato por otro y patatín y patatán, es más, había exigido, “tratá de que nunca me enteré, no me hagas pasar esa humillación” y siempre traté de cumplir.
Tampoco daba para proceder como un pendejo desequilibrado y actuar como tal, pero…, mi sobrina me había “metido cartuchos” que nunca pensé que podría cargar y, por primera vez, desconfié de mi mujer, ni borracho me quedaba con la intriga y tal como había pasado con mi yerno, aunque volviera a gastar un montón de dinero, tomé el celular y lo volví a llamar a Javier, arreglé enseguida con él para que investigara a fondo y le pasé los dos números de teléfonos los de mi mujer y el de la hermana. Si no saltaba nada, nadie se enteraría, si descubría lo que temía, mi matrimonio se iría a la basura y me serviría para que mi mujer se llevara sólo “chauchas” de lo que yo tenía.
Cuando entré en la casa me encontré a mi hija moviéndose con un pareo transparente y exhibiendo sus nalgas duras sólo tapadas por la tirita de la tanga. “Hola papá, te estaba mirando por la ventana de la cocina porque no bajabas del auto, ¿algún problema?”. Le contesté que habían surgido algunos con los pagos de los suministros de la Estancia y me tenían preocupado, pero que no eran para quitarme el sueño como si lo hacía lo que veían mis ojos, -le dije pellizcándole una nalga-. “Tonto, me encanta que vengas a casa y recibirte lo más sensual que pueda, me hace sentir muy bien el que tengas siempre un piropo a flor de piel, me siento admirada y deseada, pero ahora anda a ver a tu nieto que te espera en la habitación, yo te llamo a la hora de la cena”, -expresó arrimando sus nalgas a mi pelvis-.
Pasé por mi habitación a cambiarme y ponerme cómodo y luego fui al cuarto de mi nieto. Juancito estaba, como casi siempre, metido de cabeza en la Play y largó todo cuando me vio entrar y cerrar la puerta, sólo vestía la sunga que me ponía a mil al notar que le asomaban partes de sus nalgas paraditas por debajo del elástico y a ellas me prendí con las dos manos cuando éste saltó colgándose de mi cuello y me buscó la boca mientras movía su culito que era acariciado.
- Te extrañé mucho abu, tenía ganas de verte, -expresó luego de besarme profundo-.
- Ganas de verme, ¿nada más que eso?, -le pregunté apretándole las nalgas con una mano y con la otra acariciando su espalda-.
- No abu, tenía ganas de verte para chupártela toda y que me hicieras la colita como vos sabés, ¿me vas a dejar?
- Dale, trabá la puerta y trae el gel lubricante, hoy toca de patitas al hombro, quiero ver tu carita cuando te la meto.
- Bueno, eso sí, porfi, metela toda sin hacerme doler mucho, cada día que pasa la aguanto mejor, pero cuando me cogés rápido y fuerte me duele más.
El muy putito me alcanzó el gel que escondía en su habitación y se sacó la sunga sin doblar las rodillas mientras me apuntaba con sus nalgas rellenas. Yo tampoco perdí tiempo, la remera y la bermuda volaron y cuando se giró con su pitito parado se encontró con la verga que debería mamar a pocos centímetros de su boca. Me hizo sentar en la cama y se arrodilló para comenzar una mamada que siempre me encantaban, pronto se la tragó toda y se cogió la boca entrando y saliendo con cierto ritmo, no usaba sus manos para esto, las tenía ocupadas con el gel y lubricándose solo.
No quise terminar en su boca, seguramente mi hija Cynthia esperaría a la noche por su parte y no quería defraudarla. Le dije a mi nieto que estaba bien y se colocó de espaldas en la cama levantando las piernas que sostuvo con sus manos, me acerqué como un predador que está a punto de devorar a su presa, su culito dilatado y brillante por el gel me llamaba y justo a tiempo recordé que la quería despacito y profunda. El glande jugó en la puerta de su culito y el muy putito se mostraba impaciente ahogando sus gemidos, “metela abu, mi culito está latiendo, quiero que me cojas”, -expresó mostrando en su cara las ganas de ser cogido y empujé despacio-. Sabía lo que vería en sus ojos y en todo su rostro, los abría grandes y hacía gestos de dolor cuando el glande penetraba ese agujerito que parecía abrirse complaciente para alojar el tronco que venía detrás. Con la mitad de mi verga en su interior me detuvo para mirar el contraste de esas dos nalgas redonditas que parecían estar tragándose un monstruo cilíndrico y Juancito empujó sus caderas porque quería más…
- Metela entera abu, la quiero toda adentro, -pidió moviéndose-.
- Tranquilo mi putito, ¿no es qué querías que entrara despacio?
- Sí, pero ya entró, ahora quiero que me cojas más fuerte y hasta el fondo.
Fue como un mandato a obedecer, no fui rudo, aferré sus caderas y no me detuve hasta que mi pelvis chocó con sus nalgas prietas, él sólo suspiró, se abandonó a mis movimientos de entrada y salida sin dejar de gemir y apretó mis brazos con los dedos de sus manos usados como garfios. Mover no se podía mover demasiado, pero igual comenzó a temblar, su pitito se endureció, dejó salir algún chorrito de orina sobre su vientre junto con sus contracciones y no daba para esperar más, se la metí hasta lo más que pude e inundé sus tripas aguantando las ganas de gemir por la descarga.
Mi nieto se recuperó rápido de sus temblores y me pidió que la sacara, “sacala abu, sacala que te la quiero limpiar yo”, -acotó y dio una voltereta para tragarse mi falo limpio de heces, pero impregnado de gel con gusto a cereza y chorreando semen. Ya no había nada que enseñarle, dejó mi verga reluciente y la dejó luego que se ablandara en su boca, luego se paró para buscar su sunga y me daba para seguir, los movimientos de su culito me incentivaban, pero me hice a la idea de aguantar y lo dejé que se fuera a lavar al baño, aunque antes le di un piquito diciéndole que yo me iría a mi cuarto y que echara un poco de desodorante de ambientes.
En mi baño me acicalé mejor para que no quedase ningún rastro de lo de recién y luego, vuelto a cambiar, bajé al living a servirme una copa y después me fui a sentar junto a la pileta. La había visto a Cynthia que seguía en la cocina y no quise ir donde ella, preferí el contacto con la tranquilidad de la noche de campo y allí fue cuando se me puso el mundo de cabeza, recibí los mensajes de Javier que ya había “pinchado” los celulares de mi mujer y de mi cuñada, ni siquiera podía llegar a pensar que habría sido algo sin pensar, no me cupieron dudas de que había sido premeditado desde una semana antes, precisamente desde el día después de haber llegado a la casa de mi hija. No me hice ninguna gracia leer los Whatsapp que intercambiaron.
Cuñada: Me tenés que hacer pata, ya arreglé con mi pendejito y va a ir con un amigo y quiere que nos encontremos en la Costa.
Esposa: Es que yo estoy en la casa de mi hija con mi marido, no puedo zafar de ellos.
Cuñada: Mi marido se fue de viaje, yo arreglo con ellos y luego te llamo con el verso de que estoy depresiva y te venís a consolarme.
Esposa: Mi marido va a sospechar, no es ningún boludo y no quiero joderlo porque sí, tengo más para perder que para ganar.
Cuñada: No decías lo mismo cuando el pendejo nos dio una cogida tremenda en su departamento, todavía tengo las filmaciones y como gemías y gozabas cuando te hacía el orto.
Esposa: ¿Qué, me vas a chantajear?
Cuñada: No boluda. No haría eso, sólo digo porque vi como lo gozaste, igual que cuando nos matamos entre nosotras.
Esposa: Bueno, veré como hago, el problema es que ni siquiera traje el auto.
Cuñada: Dale yo te llamo apenas arregle con ellos. Te aseguro que la vamos a pasar mejor que las dos veces anteriores.
El trago de whisky se me antojó como fuego que pasaba por mi garganta porque me siguieron llegando datos, conversaciones y hasta videos de lo que estaban haciendo en esos días. Mi cuñada era una adicta al uso del celular y eso le jugaba muy en contra y a mí también, ¿para qué negarlo?, me sentía el más pelotudo de los hombres, se me destruía toda la confianza que había edificado en torno a mi esposa, tampoco es que fuera un necio, sabía que ella podría pensar igual si me hubiera “enganchado” en mis aventuras.
Sus dudas, si es que las había, nunca fueron corroboradas y jamás podría hablar de “traiciones”. Además, no tenía empacho en dejarlo claro, había escrito que “ella tenía más que perder” y eso estaba dado porque no tenía más capacidades que las de ama de casa y bastante acomodada por cierto porque nunca le faltó nada, ni siquiera personal doméstico para que la ayudara. Sin dudas que tenía un excelente pasar, buena cama porque de eso estaba seguro que no podía quejarse, autos modernos, excelente vivienda, dinero para gastar, buena ropa, vacaciones por donde se le antojara, pero, según parecía le gustó caminar por la cuerda floja y la caída sería dolorosa. Seguí leyendo lo que me llegaba.
Esposa: Voy en viaje, Roberto me mandó sola en avión, ya estaba aburrida en el campo, voy a llegar antes, pasá directamente por casa.
Cuñada: Fantástico, nosotros estamos aún en la ruta, tardaremos como dos horas más, prepará unos tragos y después no vamos a bailar.
Esposa: Mejor cenamos acá, todavía estoy estresada por el avión, veré como llegó.
Cuñada: Jajaja, vas a ver como se te pasa el estrés cuando te pongas a chupar una regia verga, tu compañía es un rubio al que ya le tengo ganas.
Esposa: Eso no me mueve un pelo, tendrá que ser una verga enorme para emular a la de mi marido, jajaja, todavía me hace doler el guacho cuando me la mete.
Cuñada: Algún día la voy a probar, mientras tanto, en la variedad está el gusto.
Esposa: Bueno, cortá porque ya me estoy arrepintiendo, me parece que hice cagada al venirme.
Cuñada: Eso lo decís hasta que estemos los cuatro en pelotas, vamos a hacer una peli porno, jajaja. Chau.
Luego de esas conversaciones y con cuatro horas de diferencia apareció un video en que se los veía a mi mujer y a los dos tipos caminando en pelotas por el living de mí casa de la Costa. Mi cuñada se puso a filmarla a mi esposa cuando era manoseada, chupada y cogida por ambos pendejos en una doble penetración con ritmo estudiado, éstos no tendrían más de veinticinco años y, según me enteré eran taxi boy contratados por mi cuñada. La muy puta gritaba como desaforada y no precisamente por dolor porque pedía que la rompieran toda, luego le tocó el turno a mi cuñada y fue mi mujer la que filmó, pero ésta sí gritó de dolor diciendo que no las aguantaba. Dejaron de filmar cuando se metieron en el dormitorio principal, pero lo que tenía alcanzaba y sobraba para dejarla con una mano atrás y otra adelante.
Llegó otro video de los cuatro cenando en un restaurant de la zona y otro dentro de un boliche bailable besándose en la pista. “¿Esa es mamá?”, -preguntó mi hija que estaba parada detrás de mí-, me maldije porque no me había percatado de su presencia y, aunque cambié de pantalla en el celular, la cagada ya estaba hecha. “¿Qué significa eso papá?, ¿sabías de eso?, ¿qué mierda está haciendo esa idiota con la tía?”, -preguntó cómo ametrallándome-. Amagué con decirle que eso hacía a mi matrimonio y que era privativo de mí y de su madre…
- Privativo las pelotas, yo me siento para la mierda por lo que hago contigo a sus espaldas, siento que estoy traicionando concepto aprendidos y ella se comporta como puta con pendejos tirando a la basura todo lo que nos inculcó desde chicas, ¿estás de acuerdo con esto vos?, -preguntó sorprendida, dolida y embroncada-.
- Sentate cielo, vamos a tener que sacar varios trapitos al sol, -expresé dispuesto a aclarar los tantos míos y los de ella-.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Me dejas de una pieza… La verdad es que las situaciones que se van presentando no son nada fáciles de resolver. Ojalá que todo salga bien. En cuanto al idiota del yerno… Creo que es más inteligente que Roberto se aplaque, al llegar, hable con él, se lo coja y lo haga exclusivamente suyo. Que lo haga terminar la relación con la pareja que tiene, mande a la esposa a la ciudad, se quede en la Estancia, así tiene a mano a la hija, el yerno, el nieto y los demás culitos que se ha venido cogiendo.
Está todo muy bien hilvanado…, eres un crack, espero que no decaiga el morbo.