JUANCITO, MI NIETO – CAPÍTULO 4.
Mi consuegra resulta ser muy caliente y queda más que satisfecha. Aparecen los amigos de Juancito y la madre de uno de ellos resulta ser la que, además de Cynthia, salía más que atractiva en las fotos del extorsionador, es la esposa del Gerente del Banco. Variadas sorpresas en la fiesta de cumplea.
Esa tarde no me apuré ni me puse loco, es más, controlé mi calentura para no acabar mientras mi nieto se tragaba toda mi verga en una mamada que mejoraba con la práctica y yo miraba las fotos de los dos compañeritos de culitos redonditos, uno más que otro, que se notaban enfervorizados en chuparse los pititos y los asteriscos, Luisito era más delgado, su cabello era castaño y su cara de pícaro lo vendía, además la foto mostraba una cara extasiada cuando su culito era chupado por su amigo más gordito. Finalmente, Juancito terminó tragando una buena cantidad de leche que le pasó directo por su garganta y le dije de irnos a bañar, el agua estaba espectacular, pero a pesar de las caricias y apretones que me mantenían la verga morcillona, le dije que primero comeríamos porque después quería cogerlo sin apurarme, “bueno abu, yo me traje la crema que había en el botiquín”, -acotó el muy putito-.
Mi mujer me había puesto un mantel para poner la comida, así que, al extenderlo sobre el pasto corto hicimos una especie de picnic, comimos entre risas y disfrutamos del rato que pasábamos junto al agua fresca y cristalina del arroyo, pero estaba claro que en el aire existía una rara tensión porque mi nieto quería su ración de verga y lo demostraba acariciándome y preguntándome si íbamos a hacer alguna posición nueva, le contesté que sí, que hoy lo cogería dentro del agua, pero primero deberíamos hacer un rato de digestión y aprovechó a preguntar…
- ¿Te lo vas a coger a Marquitos?
- Tengo ganas, su culito gordito es muy tentador, pero él no debe saber que vos y yo cogemos.
- Bueno, está bien, yo puedo pedirle a la mamá que lo deje quedar, vos te lo cogés cuando nos vayamos a dormir y yo lo miró desde mi cama, ya lo tengo pensado, si apuntás la luz de la mesa de noche hacia la cama, la otra cama queda a oscuras y no me verá despierto.
- Parece que la tenés toda pensada, yo lo voy a convencer diciéndole que encontré las fotos en tu teléfono antes de que las borraras y se las voy a mostrar para que no diga que no. Otra cosa, ¿cómo haremos con Luisito?, ese también tiene ganas de que lo cojan.
- Sí, pero Luisito tiene mucho miedo, mejor probá primero con Marquitos y después nosotros lo convencemos a Luisito.
El muy putito tenía todo ideado para que su abuelo le rompiera el culo a su gordito amigo y a mí se me paró la verga al imaginarlo, lógico que esto no le pasó desapercibido a Juancito y se mandó de cabeza a darme una mamada que me puso bien a tono, para mejor, tras cartón me mostró como se ponía la crema en el culito y ya no quise esperar más, hice que me pusiera crema a mí y lo ensarté luego de ponerlo en cuatro. Gritó y se quejó un poco al entrar, pero pronto pidió más, entonces lo levanté y lo apoyé contra un árbol mientras lo bombeaba, luego, sin sacársela, lo llevé al agua y allí, con el agua de una mini cascada pegándonos en los costados de nuestros cuerpos, le di hasta que se me cansaron las piernas. Juancito gozaba riéndose por la sensación de la cogida y del agua golpeando en su cuerpo, ya manejaba mejor su esfínter y me apretaba haciéndome gozar por partida doble, a su natural estrechez le sumaba leves apretones a mi tronco y, lógicamente, lo llené gritando como descocido porque mi placer había sido espectacular.
Llegó el tiempo de relajarme y Juancito hizo lo mismo porque se sentía dolorido de su culito y luego de secarnos al sol nos tiramos a descansar, parece que el cuerpo lo pedía porque nos dormimos como dos horas y al despertarnos sólo nos quedó tiempo para recoger todo y emprender el regreso. La tarde se moría al arribar a la casa y nuestra llegada coincidió con la de Cynthia, le pregunté cómo había ido todo sabiendo de antemano que no me contaría delante de su madre, pero me dijo que había estado todo “de diez” y me quedé con muchas ganas de inquirir más.
- ¿Le gustó la idea de que tu padre sea el Administrador?, -preguntó mi mujer-.
- Sí, le encantó porque la libera a ella de esa obligación, igual me dijo que tiene que reunirse con papá para ponerlo al tanto.
- Luego hablaré con ella, mañana es imposible porque tengo que ir a comprar los jueguitos para Juancito y no tengo ganas de andar haciendo números con tu suegra.
- Eso “manejalo” vos papá, aunque ella está apurada por sacarse todo de encima y opina que mi marido tampoco tendrá problemas, me dijo que ella se encarga sabiendo que él no le niega nada.
- Yo creo que, en este momento, Juancito, el agua del arroyo, el campo, el sol y los ejercicios de la mañana me están pasando facturas, me voy a tirar un rato hasta la hora de la cena.
- Bueno papá, no hay problemas, pero dame cinco minutos y te explico más o menos como es todo.
- Después nena, más tarde le contás, jajaja, no está acostumbrado a seguirle el tren al nieto, eso de nadar y jugar con Juancito lo agota, jajaja, -expresó mi mujer y me quedé momentáneamente con las ganas de saber más del encuentro de nuera y suegra-.
Luego de cenar y con Juancito cansado y sin ganas de “contar cuentos”, más mi mujer “empastillada” para dormir, nos servimos una copa y nos fuimos con Cynthia a la zona de la pileta a charlar de la tarde de las dos mujeres. Me contó que después de un rato de contarle vicisitudes que pasaba con el hijo respecto al sexo y a que la tenía medio abandonada se puso a lagrimear y Graciela se prestó a consolarla abrazándola, desde allí al beso y a lo siguiente fue como coser y cantar.
- No te imaginás lo que fue, es un pulpo, mi suegra se sacó todas las ganas que tenía atrasadas.
- Me imagino que vos la dejaste hacer y no participaste, ¿no?
- Jajaja, sos un morboso, claro que no me quedé quieta, yo también le tenía ganas, tiene un físico durísimo y ansioso de recibir, para mejor sacó dos consoladores que, según me dijo, usa de vez en cuando y nos matamos con eso, más los besos, caricias, dedos y lengua, terminamos fundidas y diciendo que no queríamos más.
- ¿Preparaste lo del trío?
- Claro que lo preparé, mientras descansábamos le comenté que había resultado genial, ella me confesó que yo era una fantasía que tenía y que había hecho realidad y yo me animé a contarle la mía.
- ¿Y?
- Al final acordamos las dos que nos hacía falta una buena carne en barra, por eso me confesó que saldría con vos mañana y me dijo que parecías tener un hermoso “pedazo”, jajaja, como si yo no lo supiera, el caso es que, intentará “hacerte la cabeza” para que trates de seducirme o de dejarte seducir por mí, imagino que todo lo demás se dará por decantación, pero ahora existe otro problema…
- ¿Qué problema existe?
- Que contándote todo esto tengo una calentura tremenda y necesito tu verga, vamos a mi cuarto y rompeme bien el culito, prometo que no gritaré.
Mi hija cumplió a rajatablas con lo prometido, no emitió quejidos y gemidos, sólo lo hizo de forma apagada y nada más que para mí, tanto cuando metí mi cara en su entrepierna haciéndola delirar con orgasmos continuados o cuando la puse en cuatro y obtuvo la carne en barra que quería por sus dos huecos inferiores. Se le caían las lágrimas, tragaba mocos por sus lloriqueos, pero no emitía sonidos fuertes ni hablaba, hacía señas con las manos pidiendo más profundidad y más bombeo, hasta que, un último orgasmo la dejó baldada y tirada boca abajo en su cama matrimonial. Me moví para ir al baño a lavarme y luego me retiré sin hacer ruido, allí quedó, dormida, con el culo parado lleno de leche y transpirada hasta las uñas.
En la mañana siguiente, a las diez y media estaba pasando a buscar a Graciela, vestía una pollera gris de tablas finas y largo chanel, una blusa que apenas contenía sus tetas y calzaba sandalias de taco medio, su maquillaje era tenue y sugerente. No bien entró y cerró la puerta del auto la tomé del cuello y la besé profundo, me devolvió el beso con miedo y mirando hacia afuera, pero le aclaré que desde afuera no se veía nada, “siendo así…”, -acotó y fue ella la que me abrazó y besó-. Le conté adónde tenía que ir, que almorzaríamos en algún lugar de la otra ciudad y que después veríamos, “yo te sigo adónde sea, sé que me vas a dar lo que quiero”, -dijo con toda la intención en su mirada-. Compré lo que tenía que comprar, almorzamos algo frugal y se comportó en todo momento como si fuera mi pareja, “adoro ir de tu brazo, pero te aviso que estoy muy caliente y hay algo que después te quiero contar”, -me dijo augurando toda una tarde o parte de una tarde llena de placer-. De regreso me metí en un motel discreto de la ruta, lo había visto en la ida y me lo fijé en la mente.
Al entrar en la habitación y cerrar la puerta, se convirtió en una fiera sedienta de sexo, se desnudó sin darme tiempo a nada y me sentó en la cama, mientras yo admiraba sus tetas duras, naturales y que sin dudas se acoplarían perfectas a mis palmas, me sacó el pantalón arrastrando al bóxer en la acción, no dijo nada por lo que se encontró endurecido y dispuesto, simplemente se lo llevó a la boca. Su accionar y su mirada me calentaban, aunque la mamada no era para tirar manteca al techo, así no lograría hacerme terminar y se asombró por esto, entonces, con las quijadas agarrotadas me preguntó si podía, a la par que se subía sobre mí.
La dejé hacer, me corrí hacia el centro de la cama y Graciela reptó hasta arrodillarse con las piernas a los costados de mi pelvis y se sentó sobre el tronco mojándolo todo con sus jugos, luego acomodó el glande con una de sus manos y se penetró despacio, mi consuegra estaba totalmente desatada, gemía y se quejaba por el grosor, pero ayudada por su propia lubricación no se detenía, se agarraba las tetas y me las ofrecía arqueando el cuerpo, las besé, las lamí y apreté sus pezones con las yemas de mis dedos haciendo que gritara y temblara por el orgasmo que la asaltó.
- ¡Por Dios!, jamás me cogieron así, me estás matando con tu aguante, llename toda, sos mi macho total.
- Gozá tranquila Graciela, te voy a llenar cuando sea el momento, pero en el fondo de tus tripas, voy a tocar, acariciar, lamer y penetrar tu culo.
- Allí sólo ha entrado mi consolador, me vas a partir en cuatro, igual quiero sentirla adentro, pero tengo un poco de miedo, -dijo volviendo a temblar por otro orgasmo pequeño e hice chocar mi verga en su interior haciendo que volviera a quejarse-.
- Te haré gozar tanto con mi verga en tu culo que no volverás a dudar para tenerla adentro.
- Lo que quieras mi macho, hazme lo que quieras, estoy viviendo delicias sexuales que sólo estaban en mi imaginación, quiero más de todo esto.
- Gozá mi cielo, gozá, -le dije empujando y notando que otro orgasmo más fuerte le hacía aflojar el cuerpo y se derrumbaba sobre mí-.
Salí despacio de ella, le puse las almohadas debajo del vientre y su hermoso culo quedó ante mis ojos como esperando por la profanación a la que sería sometido a la brevedad, pero antes, lo vi tan duro y parado que ameritó que metiera mi cara entre las dos nalgas que abrí con mis manos. Graciela se estremeció y gimió alto cuando la lengua jugó con su asterisco y trató de entrar, pero se fue aflojando para permitir que me moviera a mi placer con su gustito agridulce, “no pensé que lo pediría, entrá, metémela en el culo, rompé si tenés que romper, no me tengas piedad”, -exigió en voz alta-. No me apuré, aunque verdaderamente estaba para romperla, tomé los sobres de lubricante y dilaté de a poco usando, con paciencia, hasta tres dedos. Entraba, salía y hacía girar mis dedos para estirar un poco su esfínter mientras la suegra de mi hija se retorcía y movía las caderas un tanto descontroladamente. “Por favor, Roberto, estoy desesperada”, -dijo y me ubiqué con el glande en su asterisco suficientemente dilatado para recibirme.
Su culo era un encanto y penetrarlo fue un “bocatto di Cardinali”, claro que todo anduvo más o menos bien hasta el largo de mis dedos dilatadores, después fue otro cantar. Mi largo y grosor se hacían sentir al horadar su conducto y abrir sus carnes, Graciela comenzó con un “ayyy” que trató de disimular mordiendo las sábanas, pero cuando llegué al fondo de sus tripas y mi pelvis se pegó a sus nalgas, su desesperación era incontenible, “sacala, por Dios Roberto, no la aguanto, es enorme, Dios, Dios, Dios, que dolor”, -gritaba tratando de sacarme de encima de su cuerpo-. Ni loco me iba a retirar de allí, aunque fui amable con ella y me quedé quieto instalado en lo más profundo, hasta que, de a poco, se fue calmando, su culo se fue adaptando o supo que el esfuerzo de aguantar era necesario. El caso es que, luego de un pequeño rato, comenzó a mover sus caderas con timidez, pero como notó que su conducto se había adaptado al grosor incrementó sus movimientos hasta que me costó contener su cuerpo que se movía debajo del mío, “hijo de puta, tu verga me hizo conocer el Infierno, pero me gusta que mi macho se imponga, movete, movete y haceme gozar más”, -pidió desaforada-.
Yo no pensaba hacerme rogar e imprimí mi propio ritmo, fue con ganas y decisión saliendo en su totalidad y volviendo a entrar en un hueco totalmente dilatado. Graciela tuvo dos orgasmos casi violentos, el último fue cuando la llené y luego se quedó quieta tratando de recuperar el aire, cosa que hice yo también. Ninguno de los dos quería más, apenas si nos alcanzó para llegar hasta la bañera y el agua tibio nos reanimó. Allí me contó que, haciéndome caso. Había aprovechado que mi hija no estaba bien por la relación con su hijo y habían terminado juntas en la cama, me dijo que le había encantado y también había descubierto que a ella le interesaba yo como una fantasía pendiente. Sólo me quedó escucharla atentamente sin que se me moviera un pelo, entonces urdió un plan para que yo pudiera estar con ellas…
- Nosotras dos estamos juntas, vos te aparecés y terminamos los tres juntos, me encantará verla sufrir y gozar cuando tu verga la penetre, -expresó con picardía-.
- No sé si resultará, si ella no quiere o se niega yo quedaría muy expuesto, no olvides que es mi hija.
- Estoy segura que no dirá nada, es una mujer muy caliente y siempre te tuvo ganas, yo la ablando, dejala por mi cuenta, de lo que no estoy segura es si podrá aguantar tu verga, según parece, la de mi hijo es más que normal, jajaja, como sea, la tendrá que sufrir y yo quiero verla, -agregó convencida de su plan y yo dejé que lo creyera-.
Cynthia se reiría del plan urdido, pero lo seguiría al pie de la letra, creo que hasta gritaría por demás, por otro lado, estaba convencido de que Graciela no se pondría en exigente con la relación, en el fondo era sumisa y aceptaba lo que su macho elegido decidiera y, sin ninguna duda, ya me había elegido. Cuando regresábamos me pidió que esperáramos unos tres días para juntarnos, “me dejaste el culo a la miseria, nunca pensé que hablaría así, pero es la realidad, jajaja, fue tremendo y sé que tendrás que amoldarlo, aunque ahora tendré que recuperarme”, -expresó y después habló del trabajo de Administración-. Por lo que me dijo no era tan complicado, todo se basaba en un buen control del trabajo que hacían las chicas que se encargaban de toda la papelería, el control de los ingresos y los gastos.
Todo esto se llevaba a cabo en un departamento situado frente a la plaza central del pueblo, por lo cual los accesos a las oficinas de la Municipalidad, ingresos Fiscales y el Banco eran, prácticamente, cruzando la calle central. Al dejarla en la casa me recordó que había que asentarme en el Banco para poder mover las cuentas, “¿no sería conveniente avisarle a tu hijo”, -le pregunté-. “Ya le avisé ayer, lo llamé por teléfono apenas se fue Cynthia y él sabe que no debe llevarme la contra”, -contestó segura dándome a entender quien tenía “la sartén por el mango”-. Ya me enteraría por dónde lo tenía agarrado de las pelotas al hijo, ese no era momento para preguntar nada. Pasé por una panadería importante y compré masas finas para la merienda, llegué a la casa y, luego de saludar a las mujeres y a mi nieto que disfrutaban del día en la pileta, mi mujer se levantó de la reposera para prepararme unos mates, Juancito recibió su regalo y corrió hacia su Play, yo le conté a mi hija, de forma rápida lo conversado con su suegra. “Si supiera la pobre que ya tengo mi culito amoldado, jajaja”, -dijo riendo antes de meterse al agua, seguramente caliente por la conversación-.
Llegó el día del cumpleaños de mi nieto y estuve controlando lo del asado y la distribución de las dos mesas, la que sería para las mujeres a la que había armado un poco apartada y la de los chicos donde yo me sentaría porque así lo había hablado con mi mujer y con Cynthia, esto con la excusa de dedicarme a atender a los chicos mientras todas ellas podían hablar tranquilas sin la presencia de un hombre al lado, demás está decir que estuvieron de acuerdo. Juancito estaba excitado desde temprano y me costó hacerle entender que teníamos que portarnos bien, se la tuvo que aguantar, aunque insistía en tener mi lechita como un lindo regalo de cumpleaños.
Vinieron siete chicos con sus madres, las cuales se mostraron dicharacheras y alegres por compartir un día de asado y pileta alejadas de sus hombres. Todas tenían buen ver y eran elegantes porque sus maridos tenían buenas posiciones. Marquitos, Luisito y sus mamás llegaron últimos y me descubrí impaciente por conocerlos, además, Luisito se apareció con yapa. La mamá resultó ser la morocha de pelo corto y buen físico que había visto en el video y las fotos que tenía del extorsionador. Mi hija me dijo que ella era la esposa del Gerente del Banco y me la presentó.
Dicho sea de paso, en ese tiempo me había enterado que el tipo en cuestión, apenas salió del hospital había vendido todo y se había mudado con un destino desconocido, algo que evidentemente sabían todas las interesadas. La morocha resultó muy amable, pero se mostró distante, como si se sintiera más que las otras, aunque con Cynthia hubo otro trato. No me cabían dudas de que era una mujer interesada y dedicada a figurar, algo que se me presentó como un desafío o un molde a romper, en cambio, la mamá de Marquitos era una gordita simpática, no muy alta y llena de curvas que mostraban sus prominencias en tetas y nalgas, era evidente que el nene tenía a quien salir. Les agradó la idea de no ocuparse de los chicos y Juancito me presentó a los compañeros a los cuales yo atendería, pero fue distinto con sus dos amigos, “él es el mejor abuelo del mundo”, -les dijo a ambos y agregó-, “él me dijo que les dará todos los gustos que quieran”.
Temí por un momento que a Juancito se le aflojara la lengua con lo que no debía, pero fue una falsa alarma. De inmediato noté que el saludo de los dos amiguitos fue distinto, uno primero y el otro después me abrazaron y me dieron un beso cerca de la comisura de los labios o fue lo que me pareció, aunque Marquitos resultó más lanzado. El gordito culoncito, después de besarme me abrazó a la altura de mis caderas y dijo que Juancito tenía mucha suerte porque él no tenía abuelo y menos que menos tan grande y alto, para mejor, lo dijo apoyándose en mí y dejó su mejilla en contacto con mi bulto. Decididamente, había probado, le había gustado y sería un “acaparador de vergas”, era más que evidente que la mía sería la siguiente en su lista. Este pensamiento me llevó a morderme para controlar mi erección y mis manos porque una quería hacerse notar y las otras deseaban apretar esas nalgas gorditas que se notaban duras.
En un momento dado se acercó la mamá de Luisito, ostentando un par de piernas largas totalmente descubiertas porque el short de jeans no cubría nada más que su entrepierna y sus caderas, cero empatías y dijo llamarse Débora cuando le dije que mi nombre era Roberto, le habló al hijo y me dijo a mí que no lo dejara hacer diabluras, “si se porta mal me avisa”, -acotó en un tono tipo orden y no me gustó mucho-. Estaba pensando desde antes como tendría que proceder con ella y su actitud de mierda me decidió rápido, había que bajarle el copete.
- Débora no lo tome a mal y espero que siga disfrutando de la reunión, pero apenas la vi, supe que la conocía de otro lado.
- No tengo idea de dónde, apenas me doy con la gente de este pueblo.
- Eso es cierto, además yo tampoco lo hago, apenas si he ido a tal confitería alguna vez, pero se me hace que la he visto en fotos o videos, ¿hizo o hace usted comerciales?
- ¿Qué está diciendo?, me parece que se está desubicando.
- No se enoje, no le cuadra, ya sé, ya me acordé, ¿puede ser que la tenga en unas fotos y un video que me vendió un borracho una noche en tal confitería del pueblo?, ¿sabe usted quién es?, me dijeron que sufrió un accidente y se fue de la ciudad, -me regocijé cuando la vi palidecer-.
- ¿De qué me está hablando?, -preguntó de malos modos-.
- Creo que usted sabe mejor que nadie de que hablo, le reitero, siga disfrutando de la reunión y baje el copete, no le queda bien, ya hablaremos más tranquilos, pero la prefiero como en el video, -no le dije más y me dispuse a ir a hablar con Juancito-.
Tras cartón apareció mi consuegra, me abrazó y besó en la mejilla diciéndole a Débora que yo era el mejor consuegro del mundo, luego la saludó a ella y se la llevó para el lado donde se reunían todas las demás. La tal Débora estaba totalmente desarmada y caminó con Graciela, pero la vi girar la cabeza un par de veces para mirarme, ya vendría al pie y, aunque me pidiera por la Madre Teresa no la iba a perdonar. Juancito les contaba a sus amigos de los juegos que había recibido de regalo y de las excursiones que hacíamos hasta el arroyo, luego los junté a todos y nos fuimos a recorrer los corrales. Juancito iba a mi lado apoyándose en uno de mis muslos y Marquitos lo imitó apoyándose en el otro, por lo que aproveché a acariciarle la oreja y el cuello al gordito querendón, su respuesta fue apoyar su cara en mi costado y, como no tenía ganas de preliminares ni de hipocresías o vueltas, mientras todos, sentados en unas empalizadas, miraban a los terneritos chicos que estaban apartados de sus madres, me puse al costado de Marquitos y le hablé al oído…
- Vamos a tener que sentarnos a hablar los dos solos porque antes de que las borrara copié unas fotos del teléfono de Juancito y allí estás vos cogiendo con tu primo, ¿saben tu papá y mamá de eso?, -le pregunté de una-.
- No señor, no por favor, no saben nada, tiene que borrarlas, mi primo me obligó, -dijo dando un salto y mirándome con los ojos llenos de lágrimas-.
- Odio cuando me mienten en la cara, yo puedo ser muy bueno, pero no me gustan las mentiras, también vi las que te sacaste con Luisito y en ninguna te vi obligado a nada, creo que será mejor que hable con tu mamá.
- Por favor abu de Juancito, por favor, mi papá me mata si sabe algo de eso, -acotó asustado-.
- ¿Qué le pasa a mi amigo Marquitos?, ¿se asustó con los terneritos?, -le preguntó Juancito sin tener ni idea de lo que hablábamos-.
- No, le estaba contando a Marquitos que te tuve que desbloquear el celular y se borraron todas las fotos que tenías.
- No importa abu, igual tenía que borrarlas, -dijo y se fue para el lado de sus otros amiguitos-.
- Bueno Marquitos, ¿qué es lo que me vas a dar para que las borre?, yo tengo ganas de metértela en el culito y que me des una buena mamada.
- Está bien señor, yo me dejo, pero ¿cómo podemos hacer?, aunque si usted es muy grande me va a doler.
- Ya veremos, no hay que apurarse, si Juancito te pide de quedarte en la casa insistile a tu mamá y a la noche yo te cojo, no tengas miedo, te va a gustar.
- Está bien y ¿qué pasará con Luisito?, a él nunca se la metieron.
- Hoy nada, también me lo voy a coger, pero otro día, eso sí, a partir de ahora, nunca más con tu primo, si insiste le decís que le vas a contar a tu papá, tu culito tiene que ser sólo mío, pensalo, es eso o tu madre se entera de todo en este momento.
- No, no. no, por favor, voy a hacer todo lo que usted me pida, pero no le diga nada.
- Voy a creerte, vamos a volver, no le digas a Luisito que voy a cogerte, pero podés decirle que yo vi todas las fotos de ustedes dos y estoy pensando en hablar con la mamá de él.
- Luisito se muere del miedo, tiene terror a que lo internen en un asilo si saben de esto, por eso no se anima con mi primo, no le importa que le pueda doler, el miedo es a que se entere la mamá.
- ¿Conocés a alguno más al que le guste que se lo cojan?, -le pregunté pensando en que si había tres podría haber más que probaran verga y no estaría demás averiguarlo-.
- A Juancito le gustaría, pero dice que no puede ir a la casa de mi primo porque no lo dejan salir, otro puede ser Ismael, es el hijo del Coronel y yo una vez lo vi entrar y pasar un rato largo en la casita del Conserje de la escuela, pero no lo vi hacer nada raro y no cuenta porque es muy callado.
Lo busqué con la vista a Ismael después de que me dijera quien era y lo vi rubio, callado y flaquito, el prototipo del nene sumiso, no sería nada raro que alguno lo embocara, pensé que era bueno saberlo, pero no mezclaría los tantos y no hablaría con él. Llegó la hora de almorzar y nos volvimos todos para ocupar nuestros lugares en la mesa, el mío sería el más importante porque me ocuparía de servirles la comida a todos, ¡menos mal que no pudieron masticar los platos!, al aire del campo les había abierto el apetito a la “jauría” y la algarabía era generalizada. Luego de comer y con las recomendaciones del caso se fueron a la pileta con las madres o a caminar para ver a los animales, yo preferí sentarme debajo de un árbol, se estaba fresco y tranquilo allí. Hasta que noté que alguien se paraba a mi lado.
- No puedo creer lo que me dijo, ¿podemos hablar?
- Todo lo que guste Débora, es usted una mujer muy bien puesta y, cuando quiere, agradable, creo que será un gusto “conversar”.
- Eso que me sucedió fue un error y pensé que estaba todo borrado, entienda que si muestra algo de lo que dice que tiene arruinaría mi reputación y mi matrimonio.
- Débora, soy un hombre grande y lo peor que puede tratar de hacer es mentirme, disfrazarme la verdad o tomarme de estúpido, admito que puede haber sido un error la primera vez, pero hay otras fotos y el video está dividido en dos partes en que se ven las fechas de grabación, me suena más a aventura consentida.
- Es que ese hombre me estaba chantajeando.
- Por eso me vendió todo a mí, según dijo necesitaba dinero y yo podría resarcirme usando el mismo sistema, pero a mí me sobra el dinero, yo puedo creer lo que me dice, el tema es saber si su marido le va a creer a la esposa infiel, por lo que se ve, parece que en algún momento disfrutó de eso.
- Es que creo que me engañó el cuerpo, pero, ¿qué estoy diciendo?, no creo nada de lo que usted dice, -dijo envarándose-.
- Mire, por esta vez le mostraré el video y le aconsejo que no haga chiquilinadas de pendeja al tratar de borrarlo, lo tengo guardado aparte y algún manotazo de ahogado de esa índole me obligará a ser drástico con usted.
Busqué en mi celular, ubiqué rápido el archivo y le di el teléfono para que viera el video y las fotos, estaban individuales porque había hecho una separación con cada una de las mujeres, aunque reconozco que el de Cynthia lo había borrado completamente de todos lados. Lo miró concienzudamente y un par de lágrimas aparecieron en sus mejillas…
- Estoy totalmente perdida, tiene razón las fechas aparecen en las fotos y en los videos.
- No es tan dramático, vos sos una mujer moderna que sabrá capear este temporal, además yo no te juzgo, -le dije apelando al tuteo-.
- No es cuestión de ser juzgada o no, el tema es perder todo lo que tengo y hasta a mi hijo.
- ¿Qué fue lo que pasó?
- Vinieron a visitarme un par de amigas de la ciudad e hicimos una salida de mujeres solas, fuimos a tomar algo a una confitería de la zona y me pusieron algo en la bebida, me desperté junto a una amiga y a un tipo que no conocía, estábamos las dos desnudas, luego el tipo se cambió y se fue diciendo que ya se contactaría conmigo, ninguna recordaba nada, fotos de mi amiga y yo no había, pero al poco tiempo me contactó y me mostró las que ya viste cuando me poseía como un enloquecido, le ofrecí algo de dinero que aceptó, pero él quería verme cuando me llamara, así surgieron otras fotos y videos.
- ¿Qué hay con tu marido?
- Él no me creería nada, está desentendido de nosotros, creo que sale con la secretaria, pero si se entera de algo reaccionaría como macho herido y me destruiría, te lo pido por favor, eliminá esas fotos y los videos.
- No te puedo dar el gusto, para tu suerte o desgracia, tenés un físico hermoso y no dejo de pensar en él, lo que sí puedo hacer es darte la oportunidad, dependerá de vos, no te voy a exigir, pero me tengo fe.
- Me querés coger como el otro, eso es lo que querés, está cantado.
- No es tan así, no me menosprecies, más que cogerte me gustaría amarte, convertirme en tu amante por toda una tarde, apelo a tu sinceridad, si te hago gozar y logro que te sienta mujer y hembra podemos seguir, sino estará todo bien y haré desaparecer todo lo que te incrimina.
- ¿Deberé confiar en lo que decís?
- De la misma manera en que confiaré en vos si me decís que no te gustó, claro que si querés seguir, te daré el mayor placer que puedas lograr. Es una posibilidad, obtendrás el placer que te falta y yo soy la mar de discreto, pensalo.
- Casi que te estoy mirando con cariño, se nota que no sos de exigir para lograr lo que querés, te dejó mi número, dame una llamada perdida y te llamo cuando acomode mis tiempos y horarios.
Se fue y hasta me pareció que movía más su culito al caminar, no había resultado con caótico y seguí allí gozando de la tranquilidad de la siesta. Al rato apareció la mamá de Marquitos, la gordita simpática tenía puesta una tanga que tapaba en parte con un pareo semi transparente, pero las tetas eran imposibles de disimular, la miré bien dándome cuenta que, aparte de algunas partes rellenas, no tenía celulitis ni flojedades y ella lo notó, pero no se dio por aludida ni se molestó, su sonrisa no cambió y se notó que acusó el halago implícito en la mirada.
- Disculpá que te moleste Roberto, -dijo con total confianza-.
- No es molestia Marisa, es un verdadero placer, vos dirás, ¿qué se te ofrece?, -le pregunté notando que se ruborizaba-.
- Vinieron a verme Juancito y mi hijo para pedirme que lo deje quedar esta noche, dicen que quieren jugar a la Play y que mañana vos los llevarás a un arroyo, ¿no será eso demasiada molestia? Y, además, ¿es seguro el lugar?
- Molestia no es ninguna, además yo disfruto del lugar y su tranquilidad, ya fui un par de veces con Juancito, el arroyo tiene unos setenta centímetros de profundidad y el piso es de tosca, hay mucha sombra y sol, lástima que hay mucha gente sino te llevaría a verlo, seguro te va a encantar.
- Ni que lo digas, yo me crié en el campo y de chica solía disfrutar de un arroyo que, por lo que decís, era bastante similar, estoy tentada a aceptarte la invitación, pero es verdad lo que decís, hay demasiada gente, -alegó mirando para el lado de la pileta-.
- Es una pena y, si no te molesta, te diré algo que me pasó por la mente, -le dije dispuesto a tirar una línea-.
- Por favor, hablá con confianza, los hombres grandotes como vos me inspiran confianza, de hecho, mi marido es enorme, pero ya está muy gordo y no… bueno, al margen de eso, ¿qué es lo que te pasó por la mente?
- Se me ocurrió que me gustaría verte luciendo esa tanga, pero sin el pareo, se me hace que sos chiquita, pero explosiva.
- ¡Mirá lo que decís, sos tremendo!, me hacés poner colorada, es la primera vez que escucho algo agradable, por lo general sólo te dicen guarangadas, ¿de verdad te gusta lo que ves o imaginás?
- No me podrías creer, ahora mismo, si me paro, se me iría por el desagüe toda mi discreción, -le dije y de inmediato su mirada se dirigió a mi entrepierna que acusaba el bulto-.
- ¡Por Dios hombre!, jajaja, me parece que allí hay algo que, más que risa me puede provocar ciertos dolores, jajaja, -se rio un tanto nerviosa y siguió-, ¿de verdad sos un hombre discreto?
- En grado sumo, soy un tanto chapado a la antigua en eso, soy todo tuyo para que me pongas a prueba, -le dije viendo que entrecruzaba sus piernas regordetas y cortitas, por lo menos para mí altura-.
- Para serte sincera, me gustaría hacerlo ahora mismo, sos tremendo, me movés toda la estantería, podrás llevarlo mañana a casa a Marquitos, a eso de las tres de la tarde estaré sola y al nene lo puedo mandar a la casa de la abuela a hacer alguna diligencia.
- Me encanta que seas así.
- Pues yo me desconozco, pero alguna vez tenía que suceder, hay muchas cosas que no tengo y no te voy a aburrir con mis cuitas. ¿Te espero?
- Sin dudas, a las tres de la tarde estaré allí.
Marisa se fue también moviendo el culazo que tenía y me asombré de que las cosas se dieran así, no era el tipo de mujer que podría quitarme el sueño, pero se me antojó que sería dinamita pura en un envase chico. Al final me quedé un rato tranquilo y satisfecho porque todo estaba saliendo mejor que lo que esperaba, por lo pronto, al margen de las posibilidades con las mamás, Marquitos estaba dispuesto a entregarse y preparaba el terreno. Me estaba relajando nuevamente, mis ojos se cerraban, mi cuerpo extrañaba la siesta y vuelta a aparecer una voz que no esperaba.
- Señor abu de Juancito, ¿puedo hablar con usted sin que se enoje?, -preguntó Luisito apareciendo por detrás del árbol y medio escondido-.
- Bueno, no me voy a enojar, pero me tenés que tutear y llamarme abu.
- ¡Súper!, el que yo tengo vive muy lejos y no viene nunca a mi casa… Abu, es verdad que le sacaste las fotos del teléfono de Juancito.
- Si te referís a las fotos en que estás con Marquitos jugando a chuparse los pitos y los culitos, si las tengo todas yo, estoy pensando en dárselas a tu mamá.
- Noooo, porfi, porfi, ella dice que soy muy travieso y ya me aviso que cuando sepa que hice algo que no le gusta me mete en un asilo de huérfanos como si fuera preso, -rogó al borde de las lágrimas-.
- ¿Por qué lo hiciste entonces? y más te vale que me digas toda la verdad, yo no te voy a retar y si me convencés no las voy a mostrar.
- Es por culpa de Marquitos, él dice que le gusta coger con el primo, dice que es maravilloso y quiere que Juancito y yo hagamos lo mismo, pero yo no me animo porque me va a doler, entonces me dijo que había que ponerle saliva y darle besitos a la colita para acostumbrarla.
- Eso quiere decir que a vos también te gusta y querés probar.
- Y sí, me gustaría probar, pero vi en un video que tiene de la primera vez y el primo se la metió toda y él gritó mucho y después le salió sangre.
- Es verdad, algo duele, pero ese estúpido del primo no sabe cómo hacer un culito con el mínimo dolor, hay que usar la lengua, los dedos con una crema especial y meter la verga muy despacito. Ahora que lo decís, tengo algo que proponerte.
- Bueno, decime, si es para que mi mamá no vea las fotos está bien, ¿vos vas a querer cogerme?, Marquitos me dijo que seguramente querrías que me dejara contigo, -preguntó y su mirada se llenó de picardía-.
- Algo así, vos me entregás tu culito y yo borro esas fotos, pero hay condiciones. Nadie, entendé bien, nadie se debe enterar, ni Marquitos, ni Juancito ni nadie, si abrís la boca yo mismo te llevo al asilo después de hablar con tus padres. Otra condición es que te olvides del primo del gordito o de cualquier otro, tu colita será sólo mía.
- Si, lo prometo, nadie se va a enterar, será un secreto entre los dos, pero igual tengo miedo porque vos debés ser más grande.
- No hay que apurarse, yo te aseguro que te va a entrar toda con el mínimo dolor, pero necesito estar un rato largo a solas con vos para prepararte.
- ¿No va a ser hoy?
- No, hoy me vas a dar una muestra de lo poco o mucho que sabés, en un rato te metés en el baño del pasillo de la planta alta, yo te voy a esperar allí y no tengas miedo, te prometo que no te la voy a meter, primero quiero acariciarte.
- Bueno, está bien, en un rato voy y no le digo nada a nadie, pero acordate que me lo prometiste.
Le dije que se quedara tranquilo, no podía correr el riesgo de que se pusiera a gritar y de romperlo, lo que quería hacer es meterle un par de dedos y haría que me diera una mamada, estaba caliente y no me importaría que no se la tragara hasta la garganta, pero su panza quedaría llena de leche, se me hacía que Luisito era tan putito como Marquitos o más, la única salvedad es que el gordito se había lanzado antes y su gusto había florecido. No dejaban de sorprenderme, pero estaba erotizado con las posibilidades de sus culitos querendones y no desperdiciaría esas oportunidades. La llamé a mi hija para decirle que me dolía la cabeza y me recostaría un rato en mi habitación, “jajaja, es la falta de costumbre, anda un rato, tomate un Ibuprofeno que hay en el botiquín, yo me ocupo de los chicos”, -acotó y me fui al interior de la casa-. Pasé por el botiquín, pero para retirar el tubito de la crema dilatadora con Xilocaína, estaba convencido que luego de las caricias, los besos y los dedos, Luisito pediría verga como desesperado.
Unos diez minutos después, imbuido de cierto temor, ingresó Luisito en el baño, el slip de baño hacía su colita más tentadora y luego de trabar la puerta y de colocar un par de toallones doblados en el piso, me senté apoyando la espalda en la bañera y lo tomé de la cintura para acercarlo a mí. Mis manos acariciaban todo su cuerpo y se detenían apretando sus nalgas duras mientras le besaba el cuello, las orejas y las tetillas que parecían dos garbanzos de duros que estaban. En un momento se aflojó y gimió profundo, entonces le pedí que no hiciera ruidos y que comenzaríamos con los besos, se asombró un poco con esto, pero se prestó con sus labios más finos que los de Juancito y Marquitos, aunque tan predispuesto como el que más. Mi lengua recorría el interior de su boca y chocaba con la miniatura que él movía con ganas mientras una de mis manos recorría sus piernas ascendiendo por sus nalgas que llegaba a cubrir y la otra tapaba casi toda su espalda, a la vez, mi dedo medio comenzó a aventurarse por su zanja, la yema punteaba sin penetrar y Luisito tiraba sus caderas buscando una penetración que no haría sin crema. “Ya está bien de besos, otro día te daré más, ahora sacate el slip, bajame la bermuda y quiero que me la chupes”, -le dije y él solo llevó sus manos a mi bulto-.
- Es una pija enorme, pero yo sólo chupé la de Marquitos, -dijo sorprendido en voz baja, pero la tomó decidida con sus dos manos y acercó sus labios al glande-.
- Besala, lamela y metela en tu boca teniendo cuidado con los dientes, hoy no vas a poder, pero con la práctica te la vas a meter toda en la boca, acomodá el cuerpo porque quiero tocarte la colita, -le pedí viendo que largaba precum como si fuera semen-.
- ¿Esto es la leche?, no es fea, parece agridulce.
- No, eso no es semen, es el lubricante que sale para permitir que las vergas entren sin dolor, pero como vos sos chiquito hay que poner crema.
- Ah, bueno, pero dijiste que no me la meterías.
- No tengas miedo, voy a cumplir, seguí con la verga y dejame a mí con tu culito.
El tiempo apremiaba, la Xilocaína actuaba rápido y del quejido inicial pasó a los gemidos apagados por la verga en su boca cuando dos de mis dedos recorrían sin problema el interior de su culito. Luisito no pudo contener sus temblores y en uno de ellos dijo que se hacía pis, no me importó, era lo que yo esperaba para llenarle la boca de leche y mandarle los dedos lo más profundo que pude. Se sorprendió con la lechada, pero no le quedó más remedio que tragar, mi mano en su cabeza le impedía salir de allí, tampoco es que se resistió demasiado.
- Abu, abu, tu leche era mucha y me gustó, además los dedos en mi culito no me dolieron casi nada, ¿me la vas a meter?, -dijo recuperándose rápido-.
- No, ya te dije que no podemos, tenés que dejar mi verga limpia y lavarte siempre el culito por dentro, la próxima vez te la voy a meter y te va a gustar más, -le dije tomando el celular para grabar desde un costado el momento en que se metía mi verga en la boca para limpiarla-.
- Ahora tengo más ganas que antes, pero me tengo que aguantar hasta que mi mamá se vaya a la tarde a la oficina de los pobres, es cuando me deja solo como cuatro horas.
- Ya veremos, no hay que apurarse y recordá que no debés decir nada a nadie, si me entero de algo se rompe el trato.
- Prometido y ahora voy a aprovechar a hacer caca, tengo el culito dormido por la crema que me pusiste, jajaja.
Lo dejé allí haciendo sus necesidades y me fui a mi habitación, me sentía relajado y descargado, además, no me quise comprometer con Luisito a visitarlo en la casa porque si Débora dedicaba algunas horas a alguna ONG, lo más probable es que usara esas horas para tratar de tener algo conmigo en esa única posibilidad que le había pedido. No dormí la siesta, sólo descansé un rato y luego me di un regio baño, tardé menos de lo pensado y me los encontré a todos jugando a romper la piñata, se armó un desparramó total cuando aparecieron los dulces y llegaba también el momento de la torta, pero antes, como había bajado un poco el sol, hubo pileta para todos y ese fue otro desparramo de alegría que Juancito disfrutaba.
Después de la torta, el cumpleaños feliz y las fotos variadas junto a alguna que otra filmación, comenzaron a retirarse para no llegar de noche a sus casas. Mi consuegra se comportó como una Lady haciendo honor a su condición de “la adinerada” del pueblo y cuando se despidió me dijo que debería pasar por el Banco a firmar las autorizaciones para hacerme cargo de las cuentas de la Estancia, quedamos en eso y se fue con una de las mamás en el auto de ésta. Mi mujer y mi hija comentaban de lo bien que había estado todo, Juancito y Marquitos se fueron a jugar con la Play y yo me relajé en una reposera ante las chanzas de “mis” mujeres de entrecasa.
- Te dejaron de cama los pendejitos, jajaja, es la falta de costumbre. ¿Tomaste el Ibuprofeno?, -preguntó mi hija-.
- No y tengo la cabeza que se me parte.
- Yo te traigo uno y anda a recostarte un rato, nosotros arreglamos esto con las chicas y te llamamos para cenar, hoy será liviano y de lo que sobró del mediodía, con hambre seguro que no se fueron, jajaja, -alegó mi mujer-.
Me vino bien el descanso, me quedé frito apenas apoyé la cabeza en la almohada, lo hice pensando que mi mujer dormiría como un oso invernando y que tendría que “distraer” alguna de sus pastillas para que la tomara Cynthia, necesitaba tener la vía libre para ensartar el culito del gordito, los tres, Marquitos, Juancito y yo estábamos esperando el momento y no quería que algún gemido o pequeño grito me echara todo a perder. Es indudable que cuando se alinean los planetas suele ser beneficioso, luego de cenar mi hija le pidió a la madre que le diera una pastilla porque se sentía sobre excitada con toda la fiesta y quería dormir a “pata suelta”. Eso me vino como anillo al dedo, el cansancio y las pastillas jugaría a mi favor y no tardaron en irse a dormir, pero antes mi hija me pidió que no los dejara desvelar a los chicos, “yo me quedo un rato tomando fresco y antes de irme a dormir los obligo a dejar de jugar, quedate tranquila”, -le dije tratando de que no se me notaran los colmillos de lobo-. Estuve un rato disfrutando de la noche estival en el campo y entré a mirar a mi mujer y a mi hija para estar seguro, dormían totalmente sometidas a la pastilla y luego me fui al cuarto de Juancito.
Marquitos estaba boca abajo y totalmente destapado, su culito parado sobresalía con el slip metido en la zanja de sus nalgas como si fuera una tanga, me acerqué primero a la cama de mi nieto y en la semi penumbra lo vi mirarme con los ojos bien abiertos mientras que una sonrisa aparecía en su boca. “No lo despiertes abu Roberto, Juancito hace un rato que se durmió”, -expresó Marquitos en voz baja-. Me acerqué entonces a su cama y me senté en ella acariciando sus glúteos, él los movió complacido y me preguntó como quería que se pusiera, me saqué la bermuda pensando que, sin dudas, esa noche ese culito hablaría idiomas.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
gran realto como sigue
Que buen relato espero que lo continúe pronto