JUANJO. CAP-1: DEMASIADO BUENO PARA SER CIERTO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Sissy18.
Buenas, antes de nada me gsutaría presentarme.
Me llamo Juanjo y soy un joven que por motivos laborales vive en Madrid, aunque soy de Valencia.
Tengo 25 años, aunque mi aspecto aniñado hace que aparente menos, mido 1.70 y peso 70 kilos.
Me crié en una familia muy estricta y conservadora, y como tantos otros en esta situación, fue precisamente lo que me llevó a buscar primero porno gay y finalmente experimentar con otros chicos.
A los 15 hice mi primera mamada a un chico de mi edad.
Poco a poco una serie de pollas fueron pasando por mi boca y luego por mi culo, y poco a poco me iba gustando más y más.
Por desgracia, los amiguetes sexuales vienen y van, y llega un punto en el que uno no encuentra gente dispuesta a experimentar morbos.
El día que cumplí 18 años estaba muy estresado.
Ya hacía semanas que no pillaba, y solamente coincidía con tíos que únicamente querían una mamada rápida o una paja, cosas que para alguien como yo ya eran bastante flojas.
Fue por la tarde cuando me llevé la sopresa.
Un chico nuevo apareció en la app que usaba para ligar.
Su nombre era Roberto, tenía 23 años, medía 1.85 y pesaba 80 kilos.
Algo de vello, barba y era muy guapo y con un cuerpo muy definido.
Me enamoré al momento, tanto de él como de su paquete.
Me comenzó a hablar para mi sorpresa, y poco a poco me contó que hacía natación (de ahí su cuerpazo), que trabajaba de camarero, tenía novia, sitio y quería conocer pasivos para polvos esporádicos.
A medida que avanzaba la conversación el tono subía, yo ya me la estaba agarrando desde hacía un rato, pero cuando me enseñó el rabo de 21 cm, grueso, con prepucio; y sus dos huevos de macho, no pude resistir y me corrí.
Al día siguiente seguimos hablando, intercambiamos fotos y quedamos en que nos gustábamos.
Como parecía agradable y de fiar, le mandé varias fotos mías de cara y cuerpo.
Me encantaba cómo me decía que le gustaban, y eso me animaba a mandarle más y más.
A los pocos días sabía que algo tenía que pasar, necesitaba estar con aquel hombre y, finalmente decidimos aprovechar para quedar el fin de semana, aprovechando que la novia se iba a casa de sus padres y tendría el psi para él.
Llegó el día y salí de casa con mariposas en el estómago.
Había quedado con muchos chicos en los tres años que llevaba haciéndolo, pero ninguno estaba la mitad de bueno que Rober.
Me moría de ganas.
El metro me dejó cerca de su casa, en un barrio a las afueras.
Llamé al timbre y la puerta se abrió, habíamos quedado en que para no destapar sospechas entre los vecinos, dejaría al puerta abierta y yo entraría.
Entré en la casa, que daba al interior y no había demasiada luz.
Lo primero que me sorprendió fue el mobiliario, era una cas antigua y los muebles asi lo reflejaban, cosa extraña para una casa en al que vivían dos veinteañeros.
Estaba en mis pensamientos cuando escuché el sonido de unas llaves girando.
– Hola Juanjo
Me di la vuelta y al lado de la puerta, ahora cerrada, había un hombre mirándome.
No era Roberto, estaría en sus 50, de mi altura, gordo y medio calvo.
vestía un polo azul, unos pantalones que le venían grandes y unas zapatillas de nadar por casa.
– ¿Quién eres, y Roberto?
– Soy yo, Juanjo, no me parezco a las fotos?
El hombre soltó una carcajada.
Se me heló la sangre ¿qué estaba pasando? ¿me habían engañado? Las piernas me empezaron a temblar.
– Tranquilo cariño -dijo acercándose- me parezca a las fotos o no, eso no nos debería arruinar una cita.
– ¡Apártese! -grité y lo aparté sin problema encaminándome a la puerta.
– Tu verás, tal vez tus compañeros de la facultad de bellas artes quieran saber lo que hace su compañero Juanjo Rodriguez Gorriti, o tu madre Amparo o tu padre Luis, que tiene la oficina en la.
Me paré en seco.
¿cómo sabía todo aquello? Le miré asustado, en su mano tenía varias fotos mías, de las que le había pasado.
– Sí, Juanjo, no te diré cómo lo sé, pero lo sé todo.
Y créeme, no eres el primero, ni serás el último.
Supongo que pensarás que podrías denunciarme.
No creo, si te fijas en en tu móvil, todas las conversaciones han desaparecido.
La informática es una buena amiga jejeje.
Y claro, si nos vamos a llevar mal, tus padres y compañeros recibirán las fotos desde una cuenta totalmente anónima.
No puedes hacer nada jajajaja
Se estaba tocando la entrepierna, su cara estaba roja, teñida de una emoción sádica.
– ¿Qué.
qué quiere? -atiné a decir casi llorando.
– Oh, no, no, no.
no llores, no soy mala persona.
Solo algo feo, pero creo que tengo derecho a ligar un poco, no crees? Solo un par de sesiones, solo eso, y te prometo que desapareceré de tu vida.
¿qué podía hacer? No me apetecía nada liarme con aquel hombre, pero no parecía que hubiera ninguna opción, la culpa era mía por mandarle fotos comprometidas a desconocidos.
– Está bien, lo haré, pero prométame que no enviará las fotos si lo hago.
El hombre sonrió y se fue acercando a mi.
– Te lo prometo.
Y de repente, me agarró la cabeza y me dio un beso en la boca.
Su lengua enorme y húmeda me invadía la boca.
sabía a enjuague vucal, así que no fue tan traumático como me lo imaginaba.
Después de una rato me dejó de besar, me miró sonriente, me agarró de la mano y me llevó a la habitación.
– Desnúdate -me ordenó.
Me quité toda la ropa mientras él me observaba sentado, tocándose con una mezcla de lujuria y sadismo.
Una vez desnudo, se tumbró y me pidió que me pusera encima de él, que aún estaba vestido, y empezó a besarme y acariciarme.
– Quítame el polo.
Le hice caso, y quedó al descubierto el torso: barrigudo y cubierto de vello negro y gris.
Después de tantos chicos de mi edad, estármelo montando con alguien así me daba bastante asco.
Me ordenó lamerle los pezones, peludos y sudados, que casi me da una arcada.
Al levantar la mirada vi esa cara, que me observaba.
Me sentía humillado.
– ¿Te gustan los pezones de tu hombre, putita?
Asentí y seguí haciéndolo.
Me sentía sucio, usado.
Me agarró al cabeza y me apretó.
Cuando me soltó me metí lso dedos en la boca porque tenía vellos, cosa que le hizo gracia.
– Quítame los pantalones putita.
Le desabroché el cinturón y le bajé los pantalones.
Quedaron expuestos unos calzpncillos ajustados y llenos de manchas amarillas, que desprendían un fuerte olor.
La cara de asco que puse le excitaba.
– ¿No te gusta el olor, putita? Ya, estás acostumbrado a chupársela a pijos de mierda.
Ahora vas a saber a lo que sabe un hombre de verdad.
Me agarró la cabeza y me apretó con fuerza contra su entrepierna.
El olor era irrespirable.
Una mezcla de sudor y orina seca entraba por mis fosas nasales e impregnaba mi lengua.
Me mareaba, pero sentía un temblor en el estómago.
Intentaba apartarme pero no podía parar de aspirar.
No me gustaba, pero mi polla no decía lo mismo.
¿Qué me pasaba? Ya no intentaba cerrar la boca, la abría más.
Mi lengua estaba empapando su ropa interior.
Me daba asco, pero me gustaba ese asco.
Él lo notó.
– Muy bien zorra, imprégnate del sabor de tu hombre jajajaja
Me apartó la cabeza y se bajó los calzoncillos.
Apareció su polla, bastante pequeña y gruesa, escondida entre su vello púbico enmarañado.
Toda ella estaba cubierta de precum seco al que se habían pegado algunos pelos.
Sus huevos eran enormes y oscuros.
El olor era más intenso todavía.
Comencé a tocársela, a apartar el prepucio dejando al descubierto su capullo sucio.
La escena que veía desde su entrepierna era su polla, su barrigón y su cara.
Estaba ardiendo, extrañamente excitado.
– Si vas a mirarla mucho rato más te tendré que cobrar entrada, zorra
Me reí, estaba mucho más tranquilo.
ya no era solamente la obligación, que también, pero algo de aquel hombre me excitaba.
Sin dudarlo más me la fui a llevar a la boca.
– Eh eh eh eh.
-me paró- ¿quieres comértela?
– Sí -afirmé con voz suave.
– ¿Pero no era que te querías marchar? ¿seguro que la quieres comer?
– Sí quiero.
– Dímelo.
– Quiero.
quiero comértela -dije mientras mi polla temblaba de excitación.
– ¿Comerme qué, puta?
– Quiero comerte la polla
Me soltó la cabeza y como un resorte caí sobre su polla, que entró entera en la boca sin problema.
Mi lengua la abrazó y mi mano tiraba hacia abajo del prepucio para descapullarla.
El sabor era como el olor, pero más intenso, y más aún con la nariz enterrada en su pubis.
Cerré los ojos, lo estaba disfrutando.
Aquel asqueroso sabor inundaba mi boca y se clavaba en mi cerebro.
Me sentía usado, sucio, pero me encantaba.
Abrí los ojos y vi su mirada, como de furia, clavada en mis ojos.
Me sentía pequeño allí abajo, entre sus piernas.
Me preguntaba como una polla tan pequeña me podía estar dando tanto morbo, estaba chupando con una intensidad que nunca antes había chupado.
Entre mis piernas mi polla estaba dura y se frotaba contra la manta.
– Ahhhh sí, me encanta.
-gemía- me encanta cómo las putas os volvéis sumisas con un macho ¿te gusta mi polla?
– Shhhhggg mm gstgggg -Atiné a decir, con su polla dentro de mi boca
– Jajajajajajaja -se rió- qué tonta eres, puta, no me extraña que fuera tan fácil engañarte.
Se puso de rodillas, yo estaba tumbado boca abajo.
Me la metió en la boca y comenzó un mete y saca lento, que fue aumentando con el tiempo.
Me estaba follando la boca en toda regla, mis babas caían por mi cara y se extendían a cada golpe de su pubis.
Comencé a oír la respiración agitada y los jadeos.
Yo ya no podía más y estaba a punto de correrme.
– puta.
bufff.
me voy a correr -dijo entre gemidos- que no se te ocurra desperdiciar una gota.
No.
buffff joder.
no la voy a sacar hasta que no la tragues toda.
El mete y saca fue más y más rápido y violento, tanto que, aunuqe su polla era pequeña, empezó a causarme asfixia.
– me corro jodeeeer.
De golpe sentí como mi boca se inundaba de una sustancia caliente.
El mete y saca cedió, retiró un poco su polla dejando solamente el glande dentro, que mis labios abrazaban con fuerza.
Me miraba mientras que descargaba chorros de semen espeso en mi boca.
Verme en esa situación me llevó al extremo, y con solo agarrármela tuve un potente orgasmo justo en el momento en el que de un trago, toda aquella masa viscosa descendió lentamente por mi garganta.
Cerré los ojos para disfrutarlo.
Lo siguiente que recuerdo es despertarme en la cama.
Estaba desnudo, la boca me sabía aún a semen y vellos púbicos.
¿cómo me podía haber dormido? Miré el móvil, solamente había pasado media hora.
También tenía un mensaje de Roberto.
"Buenas puta, yo ya me voy, usa el baño como te de la gana y márchate antes de la tarde, que vienen a limpiar.
ya hablamos ;)"
Mi reacción en aquel momento fue coger mi ropa, vestirme y largarme con la puerta.
No habái tiempo para pensar, ya lo haría en la seguridad de mi casa.
Continuará.
comosigue