Juego De Amor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Una de las veces que nos reunimos para estudiar, Álvaro apareció con unas revistas pornográficas heterosexuales, y nos pusimos a verlas con mucha curiosidad y morbo.
Pronto se nos notaban tremendas erecciones que no podíamos ocultar con nada. Nos mirábamos uno al otro y nos hacíamos bromas al respecto, entonces Álvaro nos dijo que estaba muy caliente y se iba a hacer una paja (masturbarse), si no queríamos pajearnos nosotros también. Pablo y yo estábamos tan calientes que ni bien lo dijo ya teníamos los pantalones y el calzoncillo abajo y estábamos pajeándonos como desesperados. Estas pajas en grupo se siguieron repitiendo siempre que teníamos oportunidad y conseguíamos nuevas revistas o videos que veíamos juntos. Después de unas cuantas veces ya estábamos bien organizados, preparábamos todo, bebidas, la película, nos desnudábamos completamente y a pajearnos hasta sacar toda la lechita.
La verdad que a mí me daba mucho morbo verlos desnudos, las vergas bien paradas, como gozaban, las caras que ponían cuando se pajeaban y cuando acababan ver como les salía chorro tras chorro de leche de la verga. En vez de prestar atención al video, lo que ocurría casi siempre, me concentraba en ellos y me hacía la historia de que era yo el que los pajeaba y después ya no me alcanzaba con pajearlos, me imaginaba mamándoles las vergas hasta sacarles hasta la última gota de leche de los huevos. Pero nunca les dije nada de mis deseos, tenía miedo de que se enojaran conmigo y los perdiera como amigos.
Todo cambió el día anterior a que yo cumpliera 14 años, nos habíamos reunido para estudiar, Pablo le había sacado una botella de Whisky al padre para que festejáramos y estábamos esperando a media noche para tomarla. También habían conseguido un nuevo video, así que íbamos a festejar con todo, Whisky para tomar, una buena película y unas buenas pajas. A las doce ya teníamos todo preparado así que empezamos a tomar, pusimos la película y no había terminado la primera escena que ya habíamos acabado los tres. Seguimos tomando un buen rato, estábamos los tres en bolas prontos para empezar en cualquier momento una segunda ronda de pajas y ya estábamos bastante mareados, yo no podía ni pararme. Tampoco podía sacar la vista de mis amigos totalmente desnudos, con las vergas morcillotas que tanto morbo me daban.
Entonces Pablo, me dijo que como era mi cumpleaños les dijera que me gustaría de regalo así ellos luego lo compraban. No se de donde saqué fuerzas y me animé a decirles que quería de regalo que me dejaran cumplir mi deseo mas oculto, que me dejaran chuparles la verga hasta sacarles toda la leche. Enseguida los dos me dijeron: pero eso es cosa de putos, no sabíamos que a vos te gustaba la verga. Y continuaron diciéndome cosas por el estilo hasta que yo me sentí mal, me acosté en mi cama, me tape con la frazada y me puse a llorar. Cuando me vieron llorando no me dijeron más nada y al rato se acercaron los dos y me pidieron: que no llorara más, que era una broma, y no querían hacerme sentir mal; que no les interesaba los gustos sexuales que tuviera, que cada uno es dueño de hacer con su vida lo que quiera, que igual iban a seguir siendo mis amigos y para probarlo me iban a dejar chuparles la pija todo lo que quisiera.
Cuando sentí esas palabras no podía creerlo, al fin se iba a cumplir mi sueño. Me destapé y estaban uno a cada lado de la cama completamente desnudos, con las vergas en la mano totalmente paradas. Me las empezaron a frotar contra la cara, lamía una y después la otra, no sabía con cual empezar. Decidí chuparlas por turnos un rato cada una y después meterme las dos juntas en la boca. En la actualidad sería casi imposible.
En ese tiempo los dos las tenían más chicas, estaban en crecimiento. Seguí mamando y mamando como un desesperado, miraba hacia arriba y les veía los ojos como perdidos y una sonrisa de oreja a oreja, no paraban de gemir a cual más, hasta que conseguí que los dos vaciaran toda la leche que tenían almacenada en los huevos, en mi boca. A cual de los dos tenía la leche más deliciosa. Desde ese día me hice adicto a esas dos vergas y a su leche y ellos a mi boca.
En clase buscaban cualquier oportunidad para llevarme a algún lugar tranquilo para que les mamara la verga a cada uno y desagotar los huevos. Pablo era mucho mas calentón que Álvaro y a veces me hacía mamarlo hasta 15 o más veces por día, según como anduviéramos de tiempo. Siempre tenía un olor y un gusto delicioso a macho, me encantaba chuparle los huevos y lamerle las axilas, ya en ese tiempo era bastante peludito y eso me encantaba.
Con el tiempo le fue creciendo bello por todo el cuerpo, incluso en la espalda, parece un osito de peluche. Después de jugar al fútbol le pedía que no se bañara porque me encantaba con ese olor a transpiración que le quedaba, que yo lo lavaba con la lengua. Si a eso le agregamos otras tantas mamadas de Álvaro, había días que me quedaban las quijadas doloridas. Pasaron los meses y nosotros seguíamos con nuestras rutinas, ya no era yo el que los buscaba, eran ellos que me buscaban a mí para mamarlos. Cuando estábamos tranquilos en el dormitorio de Pablo, a él le gustaba desnudarse completamente y sentarse en la cama con las piernas bien abiertas, mostrando todos sus atributos, conciente de que estaba buenísimo y a mi me calentaba con solo verlo, invitándome a que le mamara el tremendo vergón que tiene.
Yo no me hacía rogar y me arrodillaba entre las piernas para mamarlo con gusto como un ternerito. Me gustaba y me sigue gustando lamerlo todo, desde las piernas hasta la cabeza, siempre con ese olor a macho que me enloquece. Después se acostaba encima mío en posición de 69, yo chupándole la verga y los huevos y él chupándome el culo que a veces me dedicaba un poco. Como estaba encima mío, cuando estaba muy caliente me cogía por la boca, incrustándome la verga en el esófago, al principio me hacía tener arcadas y me dejaba sin respiración, pero con el tiempo me fui acostumbrando a lo bruto que era y me tragaba la verga sin problema. Me quedaba completamente enterrada en la boca apoyando los huevos en mi nariz y sintiendo su frondoso bello púbico en la pera.
No me gustaba cuando acababa con la verga enterrada en mi garganta, porque lo hacía directamente en el estómago y me perdía el gustito delicioso de su leche calentita. Me encantaba que me acabara en la lengua juntándola para después deleitarme con su leche, mientras relamía la verga para dejársela bien limpia. Mientras me chupaba el culo, iba pajeándome lentamente y me daba un placer tan impresionante que me hacía acabar como loco. Raramente me chupaba las bolas o la verga, con Álvaro era distinto, no tenía problema en chuparme la verga y hasta llegaba a tragarse toda mi leche.
Pablo que como les contaba es más calentón, aprovechaba a acariciarme el culo mientras lo mamaba y me decía: ¡Que lindo culito que tenes! La verdad que a mi no se me había ocurrido que me diera por culo, pero una noche después de haberles sacado toda la leche a los dos, cuando estábamos por dormirnos, Pablo se metió en mi cama y me pidió si lo dejaba cogerme por el culo, que le encantaba mi culo. Me decía todo esto mientras me acariciaba todo el cuerpo y por supuesto la colita. Me seguía diciendo: que hacía tiempo que lo tenía caliente mi culo y que no aguantaba más, que me tenía que romper el culo y sacarme el virgo, que no me podía negar. Yo no lo pensé demasiado me di vuelta dándole el culo y empecé a moverlo como haciéndole saber que podía hacer conmigo lo que quisiera. Era un maldito calentón, lo tenía previsto de antes, tenía preparado en la mesa de luz un pote de lubricante.
Tomó un poco con un dedo y me lo metió en el culo y empezó a darlo vuelta tratando de dilatarme. Siguió así tomando lubricante y metiendo sus dedos por un rato, al final creo que ya me había metido toda la mano. Me estaba dando mucho placer y cuando saco la mano sentí un vacío y me di vuelta para reclamarle, pero vi que se estaba poniendo lubricante en la verga y se aprontaba para mi desvirgue.
Me hizo poner boca abajo, puso una almohada en mi estómago y me abrió bien las piernas, colocó la verga en la entrada de mi ano, me dijo al oído: prepárate y empezó a empujar. Estaba tan bien lubricado que entró sin dificultad la cabeza y casi sin dolor. Se quedó así por un rato, me dijo al oído: ahí va el resto y siguió presionando hasta clavármela totalmente. Sentí su pubis en mis nalgas, me sentía raro y sentía dolor, pero no era insoportable así que le pedí que se quedara quieto un momento hasta que me acostumbrara a su verga. El se acostó completamente sobre mí, me comenzó a acariciar y a besarme el cuello y las orejas. Sentía el calor de su cuerpo en mi espalda y caricias y mimos me hacían estremecer de placer.
Cuando sentí que pasó el dolor le dije: Cogeme papito que ya no me duele más. Empezó lentamente sacándomela y metiéndomela más lentamente. Yo apretaba el culo para hacerlo gozar más. Gemíamos los dos sin parar, seguía dándome cada vez más fuerte. Con todo el ruido que hicimos no sé cuando se despertó Álvaro, y estaba al costado de la cama mirándonos mientras se pajeaba. A mi me hubiera gustado que durara más pero estaba demasiado caliente Pablo, como para aguantarse y pronto me llenó el culo con toda su leche. Me levantó con la verga todavía bien enterrada en mi culo y me dijo ahora pajéate vos. Le pedí si me podía pajear él. Con un brazo me abrazó por el pecho y con la mano libre me agarró la verga que la tenía como un hierro y en unas pocas sacudidas logró llevarme al orgasmo más delicioso que había tenido hasta ese día.
Cuando volví a la realidad me di cuenta que Álvaro estaba acabando sobre mi cara y pecho. Y ni bien vio que Pablo me sacaba la verga del culo, empezó a decir que ahora le tocaba a él. Pablo irónicamente le dijo: te toca que te rompa el culo o que le des a Danny por culo. Álvaro le contesto: muy gracioso, quiero darle yo también por culo, dale movete y dejame el lugar. Pese a que recién había acabado tenía la verga como un garrote y ni bien salió, Pablo de encima mío, se acostó él y me encañonó la verga sin ningún miramiento.
Estaba como desesperado me cogió fuerte, yo no podía ni hablar de cómo me estaba haciendo gozar. Me tenía fuertemente agarrado de las caderas clavándome la verga con desesperación, y poco a poco fue levantándome hasta dejarme en cuatro patas con la cabeza enterrada en la almohada, aprovechando la nueva posición para clavármela con más ganas y fuerza. En esta posición la verga me entró completamente. Era una máquina, metía y sacaba, metía y sacaba, dejaba la verga afuera y me la enterraba de golpe. Yo estaba tan caliente que le pedía que me diera más fuerte, que me enterrara hasta los huevos.
Me estuvo cogiendo desaforadamente como media hora o más, acabé sin siquiera tocarme y él al sentir los estertores de mi orgasmo, al que me había llevado con su acalorada cogida, acabó como nunca. Sentí que me llenaba los intestinos con leche hirviendo chorro tras chorro hasta que se apaciguó. Se desplomó sobre mí y quedó como desmayado, pero Pablo ya lo estaba molestando y reclamando para que se saliera, porque me quería coger devuelta.
Cuando lo vi con la verga en la mano dura como un garrote y pronta para el ataque le pedí por favor, que me dejara poner en otra posición porque estaba cansado y dolorido. No se complicó mucho por mí, me dio vuelta, me puso los pies a los hombros, me clavó la mandarria y empezó a cogerme con todo, sin ningún tipo de miramiento para mi recién desvirgado y dolorido culito. No sé de dónde sacaba tanta energía, se había excitado tremendamente viendo como me cogía Álvaro, pero esta vez demoró en acabar como una hora. Paraba las envestidas, giraba la verga en círculos, la meneaba, la sacaba, la enterraba despacio y arremetía devuelta rápidamente con las envestidas. Cuando bajaba el ritmo de la cogida se apoyaba sobre mí completamente, me abrazaba y me besaba apasionadamente.
Era raro esto porque, pese a todo lo que habíamos pasado juntos, nunca nos habíamos besado. Mientras tanto yo aprovechaba para acariciarle la espalda, las piernas y sus nalgas. Hasta que finalmente comenzó a darme más rápido y con fuerza, empezó a temblar con un orgasmo increíble y acabó un montón de leche, tanta que sentía como se salía del culo y chorreaba por mis nalgas. Bueno también era la 3era. buena acabada que recibía mi culo en un rato. Se desplomó sobre mí, ni siquiera volvió a su cama se durmió abrazado conmigo. Por suerte, Álvaro no quiso seguirme cogiendo, porque mi culito no estaba acostumbrado a esos tratos y me habían dejado completamente agotado.
De ahora en adelante no eran sólo simples mamadas, también me cogían a diario y cuando teníamos oportunidad varias veces en el día. En el colegio, aprovechando los recreos, en un baño que generalmente estaba vacío, me cogían de parado. Me apoyaba en la pared y trataba de abrir bien las piernas para facilitarles la penetración y que no me doliera. Eran cogidas rápidas, ya que teníamos poco tiempo y siempre estaban los dos preparados y dispuestos a insertarme sus vergas. Se peleaban por ser el primero, porque a veces el segundo se quedaba sin acabar y con dolor de huevos porque sonaba el timbre y tenía que esperar al siguiente recreo para terminar de vaciar sus huevos.
En otras oportunidades estaban tan calientes los dos que me cogían uno por la boca y otro por el culo. Quedaba como ensartado en una verga larga e iba de un lado a otro, enterrándome una verga o la otra. Luego cambiaban de posiciones y no paraban hasta dejarme bien llena la boca y el culo con su deliciosa y calentita leche.
Era una delicia sentir esas dos vergas tratando de saciarse conmigo, ser usado como una putita por esos dos machos hasta hartar sus necesidades e instintos, que como buenos adolescentes tenían las hormonas pidiendo guerra a toda hora y las vergas paradas todo el tiempo. No teníamos otra cosa en nuestras mentes más que coger, coger y coger a toda hora.
Pablo queriendo innovar me pedía para cogerme los dos por el culo a la misma vez, pero yo tenía miedo que me doliera. Pablo no desistía fácilmente de sus ideas, así que siguió insistiendo hasta que me convenció y logró su meta. Se pusieron los dos de espalda en el piso y entrelazaron las piernas tratando de unir las dos vergas, yo me puse bastante lubricante en el culo y comencé a sentarme en semejante pedestal. Al principio no me entraban, le puse mas lubricante a las vergas y Pablo y Álvaro me ayudaban a abrir bien mis nalgas hasta que empezaron a entrar, me dolió un poco al principio y se me aflojaron las piernas, en consecuencia me caí encima de esos pistolones y me las enterré hasta el mango en el culo, sentía el pubis de ambos en mis nalgas, el dolor era bastante grande pero me quedé quieto, sentado así como estaba en esa especie de tronco doble y con el tiempo empezó a pasar.
Luego empecé a subir y a bajar por aquella barra de carne y ellos me ayudaban. El placer no se hizo esperar y quería meterme en el culo hasta los huevos de ambos. Seguí subiendo y bajando cada vez más rápido, ellos también ayudaban moviéndose, hasta que acabé como nunca, largue leche y leche, creo que me quedaron los huevos totalmente exprimidos.
Al sentir mi orgasmo y como pese a lo dilatado que estaba mi ano, sentían como se abría y cerraba apretando sus vergas pronto llegaron al orgasmo también ellos, llenándome como nunca el culo de leche.
Nota: Autor: Roberto
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