Juego Sexual en la Oficina
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola, me llamo Francisco y me atreví a escribir mi historia por que en lo personal es de mis mejores experiencias.
Soy alto, moreno claro, tengo 27 años, mis ojos claros y cabello negro.
Trabajo en un edificio de oficinas, bueno, prácticamente es una empresa, pero sus oficinas se encuentran en un edificio.
Mi puesto me lo he ganado con mucho esfuerzo y ahora gozo de buena estabilidad económica.
Por la demanda de mi trabajo siempre nesecito ayuda, así que siempre solía entrevistar personas, en su mayoría mujeres, pera un puesto de secretaria.
Solía contratar algunas, pero con el tiempo se hiban del lugar.
Desde muy joven sabía que las chicas no me gustaban, eso no me trajo conflictos ni nada por el estilo.
Soy una persona reservada, pero en el fondo soy todo un caliente jejeje.
Me había quedado sin secretaria, así que nesecitaba una.
Entrevisté a muchas chicas, pero sabía que no durarían, rara vez acudían chicos a la entrevista, pero ese día, para mi suerte, llegó Daniel.
Daniel tenía 22 años, blanquito, ojos color miel y cabello claro.
La verdad es que Daniel me gustaba, no sabía si era hetero o hay, pero no hiba a perder la oportunidad de tenerlo cerca.
Yo sabía lo difícil que era conseguir empleo sin experiencia, así que le di la oportunidad, obvio no sería mi "secretario", mas bien seria mi asistente, algo que no se escuchara femenino.
El primer día fue todo un cazo, pero lo hize sentir bien.
Se veía guapo en su traje y eso me producía gran excitación.
Empecé a lanzar mis redes hacia el, le decía cumplidos, pero no muy obvios, lo abrazaba y a veces cuando lo abrazaba deslizaba mi mano hasta llegar a sus glúteos.
Hicimos click rápidamente, quizás fue que aún eramos un poco jóvenes, pero así fue.
El siendo un poco sensible, me contaba cosas y yo a veces acariciaba su .
mejilla y su cabello.
Recuerdo cuando, mediante un juego, lo senté en mis piernas y le Dicté, eso fue raro, pero me gustó.
Una vez, en mi calentura, nos abrazamos y me atreví a frotar mi pene en su entrepierna, eso me produjo cierta excitación, mi pene crecía y se endurecía, el aferrado a mi, solo dejó que pasara el momento, fueron los cinco minutos más locos que viví, por que las persianas de mi oficina estaban abiertas!.
Tal vez yo le gustaba o sólo lo permitió por miedo a perder su empleo, no lo supe, pero fue algo glorioso.
Yo estaba decidido a ir mas allá, no quería jugar con él, así que decidí hablar con el y aclarar todo.
La mañana siguiente, entré y el ya me tenía servido un café y había puesto documentos en mi escritorio, poco me importó.
Fui al grano
-Daniel, lo de ayer.
– dije y no venía nada a mi mente para explicar mi comportamiento.
-No, no se disculpe- me dijo- fui yo quién provocó todo- concluyó.
-Fue mi culpa, yo no respeté tu intimidad- concluí.
La puerta se abrió, era mi feje, Daniel tuvo que salir, y aunque no estaba conmigo en ese momento, yo solo quería poseerlo.
Recuerdo que esa tarde, le pedí que me acompañara al baño de mi oficina, el me siguió, le dije que me regalara un abrazo, el asintió y me abrazó.
En mi locura, frote mi pene de nuevo contra su entrepierna, me percaté que el también comenzó a frotar su pene contra el mío.
Era evidente lo que hiba a pasar, besé su cuello y desabroche mi pantalón, que cayó al suelo automáticamente, me bajé el bóxer dejando mi pene al descubierto, después de tanto jugar ya estaba escurriendo un líquido transparente, no sabía si el ya había estado con un hombre, y tampoco quería lastimarlo, así que tomé su mano y la puse en mi pene, el frotaba y sobaba mis testículos son su mano.
Se quitó su camisa, bajó sus pantalones y el bóxer, solo quedando su corbata y sus calcetines altos que me exitaron aún más, quería penetrarlo, poseerlo, hacerlo mío.
Saqué un condón de mi billetera, me lo puse, el estaba un poco asustado, pero asintió.
Metí mi pene despacio y empecé a bombear lento, al cabo de unos minutos llamaron a la puerta, no me importó, pero sabía que alguien podría darse cuenta, así que empecé a embestirlo con rapidez, el gemía y yo sabía que lo estaba disfrutando como yo, noté que empezó a contraerse, y eyaculó, yo aumenté mi ritmo hasta que no pude más y me corrí dentro de el.
Nos limpiamos y vestimos sin mediar palabra, el estaba un poco avergonzado, y yo también, salí del baño antes y fui a verificar para que me nesecitaban.
Cuando llegué, el no estaba, se había ido.
Lo llamé, pero no contestó.
No pegué los ojos en toda la noche, y todo pareció esfumarse.
Yo debía aclarar todo de una vez.
Al otro día llegue y como de costumbre ya tenía todos los documentos sobre mi escritorio.
Yo debía decir lo que sentía y no podía esperar.
Daniel, ven un momento- le dije mientras el entró y se sentó.
-Daniel, tengo que decirte que.
No eres un tonto juego.
Espero les guste mi historia y luego les contaré lo que sigue.
Cuidense.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!