Jugando escondidas con Tavito
Recordando los juegos de la infancia Tavito y yo disfrutamos nuestro nuevo favorito..
Cuando terminé la prepa comencé a pensar en cómo sería después cuando entrara a la universidad: tendría una nueva novia, perdería la virginidad con ella y podría por fin sacar toda mi calentura con una mujer ya que la mayoría de mis anteriores novias habían sido relaciones pasajeras y no había siquiera oportunidad de pasar a segunda base. Lo más lejos que llegué fué con una dónde en una fiesta me dió sexo oral y yo hice lo mío con mis dedos en su vagina. Bueno, pues todo eso que había pensado ahora ni siquiera me importaba, tenía a mi noviecito de 9 años y fué con él con quién debuté en el sexo y quién satisfacía mis más oscuros deseos. Tenía ya 3 días de no verlo desde la última vez cuando estube de intruso en su casa y ya mi carne extrañaba la suya, sin embargo tenía casa llena otra vez pues mi familia había vuelto del viaje que habían tenido con mis tíos así que no tenía dónde estar a solas con Tavito y no volvería a hacerlo metiéndome de nuevo a su casa como delincuente.
Recuerdo que era viernes al mediodía cuando sonó el teléfono de la casa y bajé a contestar, grande fué mi sorpresa cuando escuché la voz de Elías, el mejor (y único) amigo que había tenido cuando nos cambiamos de casa después de separarnos de papá,
– Oye, estamos aquí de vacaciones y quiero que vengas pasa salir juntos como antes, trae a Mario si quiere venir y vamos al cine y a comer- Me dijo. Yo estaba muy emocionado, como había mencionado antes yo no era muy social y la mayoría de amigos que tenía eran de la escuela y de mi anterior vecindario, pero con Elías fué amistad inmediata y fué mi cómplice en muchas cosas, incluso pensé en mi pubertad que tal vez él me gustaba pero fueron cosas pasajeras de la edad, la realidad es que él era un gran amigo y siempre se le ocurría que hacer para pasar el rato. Terminamos la llamada después de unos minutos de charlar y emocionado le dije a mi mamá que saldría con Elías, ella también se alegró por mí, pues sabía lo importante que su amistad era para mí, y un rato más tarde ya estaba junto a él y su hermano en la plaza paseando. Pasamos una muy buena tarde recordando momentos cuando ya casi las 7 regresamos a su casa. Los papás de Elías eran dueños aún de la casa donde vivían cuando estaban en México y curiosamente estaba en la misma calle que la casa de mi pequeño Tavo. Saludé a los papás de Elías y platicamos un momento cuando Elías me dijo que saliéramos afuera.
– Te acuerdas cuando jugábamos aquí?- Me dijo sonriendo.
– Si, los niños de aquí ya no juegan tanto como cuando estábamos chiquitos- Le dije recreando en mi mente los juegos que hacíamos. En esos días yo tenía 13 e iba a la secundaria, mi hermano todavía era pequeño y junto con Elías y su hermano hacíamos juegos muy divertidos. Elías tenía esa chispa para hacerce amigo de todos y en unos momentos juntaba a muchos niños para jugar, incluso convencía a las mamás de dejar salir a sus hijos y en un ratito ya teníamos a 15 personas para jugar a las escondidas, futbeis o cualquier otra cosa que se no ocurriera.
– Hay que jugar a las escondidas- Dijo él, y comenzó invitando a un grupo de niños. 10 minutos después éramos 13 personas donde uno de ellos era mi Tavito, yo personalmente le había pedido a su mamá que lo dejara salir a jugar y tanto él como yo estabamos súper contentos de vernos. Estaba Oscar, un chico gordito que yo conocía de vista y también su hermanita, y varios niños más de diferentes edades junto a Elías, Christian (el hermano de Elías) y yo. Los más grandes que habíamos éramos Elías, su hermano de 16, Oscar de 17 según sabía, y yo. Entonces comenzamos a jugar. Cuando éramos niños también jugábamos con gente grande, pero ahora yo ser el grande era algo un poco extraño.
Nos estábamos divirtiendo como aquellos días de niñez y se escuchaba el bullicio en toda la calle de nosotros jugando. En una de esas cuando le tocaba a otro niño ser el buscador Tavito me vió,
– Ven, vamos por acá- Me dijo y corriendo lo seguí. Cómo dije era la calle de Tavito y su casa estaba en la esquina, así que juntos nos metimos a la construcción abandonada por dónde había entrado anteriormente a casa de Tavo. Nos metimos ahí y Tavito miraba por un hueco hacia la calle revisando. Ya era de noche, estaba obscuro y yo desde atrás veía a Tavito empinado vigilando, volteé para revisar que estábamos solo y me acerqué por atrás de él pegandone a su tracero sobando mi herramienta en sus nalgas, el volteó a verme y se rió,
– Ya sé fué, vamos!!- Dijo Tavito, y salió corriendo. Yo lo seguí, mi semi erección bajó mientras corríamos retomando el juego. Logramos llegar a la base del juego y rápidamente los demás jugadores fueron saliendo ya fuera porque los encontraron o porque lograban salvarse como nosotros.
– Ahorita vengo, voy al baño- Dijo Tavito y entró en su casa. Nos tomamos ese momento como pausa para ir al baño y beber agua, Tavito me dió de la suya para que bebiera y entonces un par de minutos después comenzó otra ronda de escondidas. Tavito me sonrió con complicidad y mientras el niño que había perdido la ronda anterior contaba, rápidamente volvimos a nuestro escondite en la construcción abandonada. Tavito estaba donde mismo que la vez anterior y vigilaba levantando el culito y de nuevo me comencé a acercar atras de él,
– No hay nadie- Me dijo, y mantenimiento la vista vigilante se bajó su pantaloncillo dejando su culito al descubierto, -Me quité los calzones cuando fuí al baño- Dijo con una risita pícara. Tenerlo así me calentó al instante y sacando mi verga del pantalón se la acomodé entre las nalgas restregandome en movimientos copulativos disfrutando la suavidad se sus carnosas nalguitas. -Ya, porque nos van a encontrar- Dijo, y se subió el pantalón, acto seguido salió para seguir jugando. Yo me quedé ahí un momento más para que se me bajara la erección. Seguimos jugando así, trataba de ser discreto y variar mis escondites y cerca de quién me escondía, y por momentos nos metiamos Tavito y yo juntos a nuestro sitio y bajando su pantaloncillo volvía a restregarle mi verga por su raja y dándole arrimones en el ano. Ya eran las 8:30 cuando Elías dijo que ya tenía hambre y se iría a cenar.
– Vienes, Joel?- Me preguntó.
– Me voy a quedar otro ratito- Le dije. Aún quería al menos deslecharme con las nalguitas de Tavo.
-Ok, entonces te veo mañana- Dijo, y junto a su hermano se fué. En ese momento más niños aprovecharon para retirarse también, quedando solo 9 incluyendonos a mí y Tavito.
– Joel. Y si nos vamos tu y yo para estar solos?- Me dijo Tavito susurrando. Nosotros dos estábamos más alejados del resto de niños que aún alegaban por quién contaría ahora, ya que al que le tocaba hacerlo se había ido.
– No podemos. Hay gente en mi casa- Le dije hablando bajito.
– En mi escondite- Dijo.
– No, está tu mamá y tu abuela en la casa- Le respondí moviendo la cabeza.
– Y si nos metemos en la casa sola?- Dijo, -Nadie nos encontró ahí cuando nos escondimos- Añadió. Yo miraba que aún los niños seguían alegando, Oscar, el muchacho gordito y su hermanita seguían ahí también. Yo tenía muchas ganas de venirme en Tavito, total, si ya estaba dispuesto a hacerlo escondidos mientras jugábamos masturbando mi pene entre sus nalgas, porqué no dar un salto más riesgoso y cogermelo ahí?.
– Tavito, vamos a la tienda mientras se deciden- Dije hablando fuerte. Algunos voltearon a vernos, pero volvieron a su relajo. Tavito y yo nos separamos del grupo y comenzamos a andar. Cerca de la casa de Tavo había una tienda pequeña que yo no acostumbraba a ir, pero como se debía pasar por el lugar abandonado para llegar se me ocurrió esa excusa. Llegamos a la entrada de la construcción y Tavito entró, seguido de él entré yo, no sin antes revisar si alguien nos veía.
– Por aquí- Dijo Tavito doblando en un pasillo obscuro por el que yo jamás había entrado. Seguí a Tavito y lo ví como dobló a la derecha subiendo por unas escaleras sin barandal. Me asustaba un poco, me parecía peligroso subir por ahí, algunos escalones estaban ya rotos revelando las varillas de su estructura. -Ven, no pasa nada- Me dijo. Y subí tras él volteando antes hacia atrás. Una vez arriba estábamos en lo que parecía ser los cimientos de las habitaciones, había mucho polvo y basura por todos lados, y claro, no habían ni puertas ni ventanas. Tavito entró en un cuarto del fondo y yo siguiéndolo quedamos dentro de ese lugar, tenía una abertura en la pared que habría sido una ventana desde donde se podía ver el árbol por dónde subíamos para entrar a escondidas a su casa.
– Aquí no nos van a encontrar- Dijo Tavito sonriendo.
– Ok- Le dije nervioso.
– Ya te extrañaba- Me dijo abrazándome.
– Yo también- Le dije acariciando su espalda. Tavito comenzó a tantear mi entre pierna por sobre la ropa y yo ya bajaba mi mano para meterla dentro de su pantalón para apretar su culo.
Tavito no perdió más tiempo, desabotonó mi pantalón y bajó el cierre, se arrodilló frente a mí y sujetando mi boxer lo bajó dejando mi verga dura enfrente de su cara, la miró por un momento y sin dudar más la engulló en su labios comenzando a chuparla. Yo disfrutaba del placer que la boquita de Tavo me daba, pero seguía nervioso, a lo lejos se escuchaban todavía los niños que ya habían retomado el juego. Tavito estaba concentrado mamando mi palo, le daba mordiditas y cuando salía algo de líquido de la punta lo lamía comiéndolo. Le saqué la verga de la boquita y le puse los huevos en sus labios, me ancantaba como con su legüita recorría mi escroto haciendo que mi piel se erizara y después tomaba en su boca uno de mis huevos para chuparlo,
– Ya quiero que me lo metas- Dijo Tavito sacándose mi herramienta de la boca y poniéndose de pie se bajó a las rodillas su pantaloncillo.
– Tienes muchas ganas?-Le dije, cambiando de posición y ahora era yo quién se arrodillaba y con mis boca pelaba su verguita comenzando una buena mamada.
-Sss… Si- Tavito hacía sonidos de placer al momento que yo le chupaba su piquito y con una mano atrás le daba mis dedos por el culo procurando poner suficiente saliva tanto en sus huevitos como en su culo. Yo ya no podía aguantar más y quería metersela, podría haberle lubricado más su hoyito pero el tiempo valía oro en ese momento. Buscando como penetrarlo sin llenarnos de polvo encontré un pedazo de concreto en el piso junto a la pared, parecía un escalón que se había desprendido de otro lugar, coloqué ahí a Tavito de pie dándome la espalda y bajé un momento para pasarle la lengua por su entradita y ponerle más saliba y llevándome el olor a su culito sucio de caca y sudor me levanté. Bajé mi ropa hasta las rodillas y me coloqué con mi verga apuntando al ano de Tavito, con un empujón suave se la clavé haciendo que ambos nos estremecieramos, esperé unos segundos y comencé el balanceo de cadera metiendo y sacándo mi carne de entre sus nalguitas,
– No hagas tanto ruido- Le decía a Tavito al oído mientras me lo cogía. Abajo, en la panta baja de la construcción se escuchaba el movimiento y las voces de los niños jugando y podrían percatarse de lo gemidos que Tavito soltaba. Le saqué la verga de entre las nalgas y se dió la vuelta.
– Ya?- Me dijo.
– No,- Le dije bajando más sus pantalones, -Levanta la pierna- Le dije y saqué su pantalón con cuidado y después hice lo mismo con la otra pierna dejando a Tavito sin nada de ropa abajo, su verguita seguía durita y se la volví a chupar un poco, me encantaba el saborsito a verguita sucia de niño que tenía. -Ten, agárralo bien para que no se ensucie- Le dije dándole el short en sus mano para después levantarlo en mis brazos con sus piernas abrazando mi cintura. Pegué el cuerpo de Tavito a la pared y levantandolo un poco más coloqué mi verga en su entrada nuevamente para meterla de golpe.
– Ahh- Hizo tavito sonando un poco fuerte y le puse rápido la mano tapando su boca.
– Shhhh, no hagas mucho ruido- Le dije recobrando el mete y saca mientras él reprimía los gemidos y me apretaba la espalda con sus manitas mientras yo sentía su verguita dura en mi panza.
Le estaba dando con soltura, ya le podía meter la verga completa pero procuraba no metersela toda de golpe para no hacer tanto ruido con mis clavadas y solo el sonido baboso de mi pene entrando y saliendo del culo de Tavito se escuchaba quedito junto con los mini gemidos que él reprimía en mi oreja. Escuchaba de nuevo pasos abajo, así que bajaba la velocidad bombeando muy lento y volteaba hacia el marco dónde estaría la puerta para tratar de ver si alguien se acercaba pero no se miraba nada más que las sombras de la noche, así que regresé a lo mío dándole verga al culito de Tavo. Comencé a sentir que las piernas me temblaban cuando dándole un último empujón y pegando duro contra la pared a Tavo le dejé ir los lechazos que de mi verga salían fuerte en el interior de su culo. Seguí bombendo un poco disfrutando mi vaciada y lento se lo saqué. Me quedé un momentito con tavito aún en brazo para que su culo expulsara tanta leche como fuera posible, Tavito no era muy ligero, pero la adrenalina del momento me ayudaba a aguantar aún con él en brazos y ambos con los pantalones abajo. Acerqué mi mano a su ano para sentir si seguía derramando semen y lo bajé despacio.
– Huelo a culo- Dijo Tavito riendo. Era cierto, olía a culito recién usado, un detalle que no había tomado en cuenta cuando entonces recordé que en el cine me había guardado toallitas de papel en la bolsa tracera del pantalón.
– Ten, limpiate con esto- Le dije y también tomando yo una toallita limpié la suciedad en mi pene, aún oliamos un poco a sexo pero ya se disimulaba mucho más. Ayudé a Tavito a que se pusiera su pantalón, yo me acomodé el mío y fuimos a la tienda a comprar frituras y jugos. Regresamos y viendo que todavía algunos niños jugaban llegamos a la casa de Tavito,
– Hey, ya no vinieron a jugar- Dijo un niño.
– Les dijimos que íbamos a la tienda- Le dijo Tavito dándole un trago a su jugo.
– Tardaron mucho- Contestó el niño.
– No había el jugo que quería y nos tuvimos que ir hasta la tienda de doña Cata- Dijo Tavito. Yo no tenía idea de dónde era eso pero asumí que era alguna otra tienda más lejos.
– Y ya no van a jugar?- Dijo el niño jajaja cuando en ese momento salió la mamá de Tavito de su casa,
– Gustavo, ven a cenar. Que haces comiendo eso antes de la comida?- Decía Mayra regañando a mi pequeño.
– Disculpe, yo se los compré- Le dije.
– Bueno, entonces por eso ahora sí te tendrás que quedar a cenar con nosotros- Respondió la mamá de Tavo. Yo tenía mucha pena pero me parecía muy descortés negarme de nuevo así que acepté y me tocó cenar junto a Tavito la comida que su mamá había preparado mientras platicábamos. La cena había estado excelente, resultaba que mi suegra era buena en la cocina, jeje. Platicamos un rato más y entonces me despedí de ellos y le agradecí a Mayra por la cena no sin antes repetirle que había estado delicioso.
Comencé mi viaje de regreso a casa, ya no habían niños jugando y en casa de Elías las luces ya estaban apagadas. Llegué a mi casa, le dije a mi mamá que me habían invitado a cenar, no hizo muchas preguntas así que tan rápido como pide fuí directo a tomar algo de ropa para bañarme y luego dormir. Estaba completamente satisfecho, tanto de mi estómago como de mi verga, solo me faltaba descansar. Esa noche dormí delicioso, después de ese magnífico día que había vivido.
que buenos relatos
sigue contando mas
Por eso me gusta jugar a escondidas
Buen relato 😊😊😊