Jugar a la mamá y el papá
-Vamos a jugar a la mamá y el papá, vos vas a ser la mamá -le dijo agitado, atento a los sonidos del exterior, desabrochándose el pantalón y sacando la verga dura.
El portero del jardín ya había detectado a Martincito.
Tenía buen ojo para detectar niños que ya tenían el ojete abierto.
-Allá está el baño -anunció con su voz aflautada, señalando el lugar, pero el hombre pasó de largo y lo llevó hacia la parte trasera del lugar, donde estaban comenzando a construir nuevas aulas.
-Ese es el baño de niños pequeños, te llevo al que usamos los grandes -le aclaró sin soltarlo de la mano. Le había dado un alfajor y Martincito comía feliz. -Aquí -jadeó el hombre haciéndolo entrar a un pequeño proyecto de sanitario. Ya había preparado el lugar con un balde de diez litros donde poder sentarse y darle por el culo al pequeño.
-Vamos a jugar a la mamá y el papá, vos vas a ser la mamá -le dijo agitado, atento a los sonidos del exterior, desabrochándose el pantalón y sacando la verga dura -Las mamás chupan, ya has chupado un pito? -preguntó sacándole el alfajor y poniendo la mano en la nuca del niño que le miraba la verga con atención.
El pequeño asintió un tanto asustado y el hombre lo hizo arrodillar.
-Chupámela, pasale la lengua de arriba a abajo -susurró metiéndolo entre sus piernas, se bajó apurado el pantalón hasta dejarlo en los tobillos, de esa manera podía abrir las piernas para que el chiquito le lamiera las bolas también. -Así! qué lindo chupas! sacá más la lenguita! aaaahhh que rico! has chupado ojetes? -preguntó ansioso, el chiquito negó y le vio susto en los ojos, dejaría para otra oportunidad la chupada de ojete.
-Las mamás, aparte de chupar, se dejan meter la verga, ya te la han metido?
Martincito siguió lamiendo sin responder.
-Si me cuentas, yo no digo nada! va a ser un secreto.
-Mi abuelo juega a que soy perra y que él es perro. Me hace ver cómo se la meten a nuestra perra y quedan pegados mientras él me abre mi conchita para que juguemos.
-Te gusta jugar a ser la perra?
-Me duele mi conchita y me queda toda hinchada. Mi pa se enoja cuando mi abuelo juega conmigo a los perros y me mete cremitas en la conchita para que no me duela. Mi pa me dice que es mi culo, pero mi abuelo dice que no tengo culo, que tengo concha grande.
-Cuando ha jugado a los perros tu abuelo?
-Ayer -respondió con su vocecita aflautada, con la verga descansándole en la cara y la nariz llena de líquido preseminal.
-Mostrame la concha, quiero ver si la tienes rota.
Martincito se bajó el pantaloncito agachándose y el hombro notó que no llevaba ropa interior, se escupió los dedos y le metió uno en el culo.
-Ay -jadeó martincito.
Se lo escupió más y jugó a cogerlo con un solo dedo, el pendejo se mordía la boquita.
-Te gusta?
-Un poquito -respondió y aspiró aire fuerte cuando otro dedo le entró en el ojete.
El hombre lo mantuvo dedeándolo durante 5 minutos, mirando hacia el exterior para comprobar que no se acercara nadie, luego se escupió la polla e hizo sentar al niño en sus piernas.
-Te voy a meter la verga en la conchita, pero las mamás y los papás se besan -jadeó.
El niño puso los brazos alrededor de su cuello y el hombre le metió la lengua en la boca mientras le ponía la verga en la puerta del ojete.
-Hace esfuerzo como para cagar -le dijo sin dejar de meterle la lengua.
El pequeño pujó y dijo Ay! cuando sintió que la verga se le metía en el culo.
El hombre juntaba saliva en la mano y se mojaba la polla mientras se la metía, tomándolo por la cintura, haciéndolo subir y bajar despacito para que le entrara toda.
Cuando sintió a Martincito sentado con toda la verga en los intestinos, le pasó la lengua por toda la carita luego lo abrazó y se levantó con el niño clavado, lo llevó hasta una mesa donde evidentemente los albañiles comían, lo recostó ahí y comenzó a cogerlo con ganas.
Las piernas de martincito se sacudían en el aire, no podía ni gritar porque la lengua del portero la tenía hasta en la garganta.
Martincito ya no tenía necesidad de pujar, tenía el culo lleno de verga que le entraba y salía con rapidez. Daba la cabeza en la madera cada vez que el hombre le metía con fuerza la polla. El niño tenía la sensación que la verga del hombre le iba a salir por la boca.
-Ahí te va la leche -rugió el hombre y le clavó la verga hasta la base.
Martincito tenía abierta las patitas y esperaba que el hombre terminara. A su abuelo le pasaba lo mismo, le daba leche por la concha y se iba.
El portero le sacó la verga.
-Esto es secreto. Cuando yo te haga señas después de clase, venimos a jugar a la mamá y el papá.
-Bueno -respondió con voz aflautada.
Martincito se levantó y la leche se le escapó del culo.
El hombre lo limpió y cuando giraron para salir, vieron a dos albañiles, parados, viéndolos sorprendidos. Uno ya tenía la verga afuera y se masturbaba.
Excelente relato. Como sigue?
Como sigue? necesito mas.
Como sigue?
Gran relato, me encanta tu forma de escribir. Ojala continúes con la historia.
Como sigue?
Muy buen relato. como sigue?