Juvenal
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Pablo, cuando era yo un chavito de siete años mi mami se separó de mi papi por la mala vida que le daba, mi mami perdió al bebé que esperaba a causa de las golpizas que mi papi le daba, desde esa fecha en que mi mami salió del hospital mi papi no hizo acto de presencia ni responsabilidad y mami quedó a cargo de mi manutención lavando y planchando ropa ajena, más de un año después mi mami tuvo noticias de mi tío que su esposa había sufrido un percance en la casa fracturándose la pierna, mami decidió sacarme del pueblo para vivir en la gran ciudad en casa de mi tío que trabajaba de cerrajero en su taller al lado de su casa, mami se encargaba de los quehaceres del hogar y al cuidado de mi tía y de mi primo Felipe de cuatro años, Juvenal también vivía con mis tíos en un cuarto que le habían hecho en el traspatio de la casa que daba al taller, Juvenal tenía más de trece años cuando llegué a vivir con ellos, era ahijado y ayudante de mi tío igual que yo había venido del campo a la ciudad Juvenal vino para aprender el oficio de mi tío cuando terminó la escuela y ahora estudiaba de noche, se mostraba muy cariñoso y obediente más con mi tío, me regalaba muchos dulces los fines de semana cuando recibía sus pesos, siempre hablaba con sus amigos de sexo.
Se hizo costumbre a mi primo, Juvenal y yo obedecer la orden de mi tío ordenándonos cerrar y asear el taller antes de bañarnos y cenar, espiaba desde muy lejos a Juvenal cuando le hacía gestos con señas a mi primo metiéndose en el cuarto de herramientas pasaba mucho tiempo ambos adentro, a veces me acercaba veía a través de la ranura de la puerta que se movían las nalgas blancas de Juvenal arriba y abajo montado encima de mi primo que a ratitos pujaba y se dejaba hacer sin moverse ambos tenían corrido el short a la rodilla yo ya había visto eso que se llamaba cogidas que lo hacían mi mami y mi papi en las noches y algunos de mis vecinos que me hicieron eso en los callejones oscuros por el monte del pueblito, mis recuerdos se cortaron y me escondí para que no me vieran vi ese pene rosado de tanto frote peludo que tenía Juvenal corrí para hacerme el tonto donde estaba recogiendo basura, primero salía mi primo al rato Juvenal salía para lavarse las manos, por muchas tardes siempre era lo mismo hasta que una vez me dejé ver por Juvenal que se asustó, al rato dentro de la casa me suplicó que no dijera nada de ese juego que vi.
Juvenal se hizo más cariñoso conmigo llevándome a muchas partes, al carrusel cuando había fiesta, heladería, al circo, en fin, su atención era mayor pero todo tenía un costo ya que con el tiempo comenzó a tomarme de mis piernas acariciándolas, sentía el bulto de su pene en mi trasero también me abrazaba cariñosamente invitándome a su cuarto dejándome jugar con su reloj o poniéndome sus gorras y gafas, también su ropa que me quedaba grande pero me gustaba modelando en el cuarto, pasábamos mucho tiempo pegando estampitas en los álbumes de moda me daba dinero para comprar, nos acostábamos en la cama a pegarlas con goma, Juvenal aprovechaba del momento que estaba acostado para pasarme la pierna por las nalgas, rozaba las manos por mis brazos llegando a sobarme el cuello a veces acercaba su nariz por detrás de mi oreja hacia el cuello exclamando rico su respiración, también había veces en que se metía las manos dentro del short masturbándose el pene, se corría la tela del short dejándome ver tremendo trozo de carne con venas palpitando al contacto de sus manos se acostaba sobre mi corriéndome el short, esos eran los momentos que gozaba su pene latiendo sobre mi trasero, piel con piel, empujaba ese pene que tenía rico sobre mi ano, me daba vuelta vi que su pene se unía con el mío moviéndose rápidamente saliéndole semen, acostaba su pecho sobre mi cara, escuchaba su aliento acelerado, me besaba repetidamente mi pelo y frente, sus manos recorrían el semen botado en mi barriga lanzándolo al piso, otras veces me limpiaba con papel higiénico que lo sacaba por debajo de su cama junto a su bacinilla después me pedía de que no contara lo que había pasado, me daba más dinero para que compre más estampitas yo muy feliz iba a la librería traía más estampitas, pasaba mucho tiempo con Felipe y Juvenal en su cuarto después de limpiar el taller a veces jugando damas hasta que mi mamá nos llamaba a cenar, Felipe corría a lavarse las manos para cenar y antes de salir del cuarto Juvenal me tomaba de la cintura bajándome el short yo me dejaba recostar de pecho sobre la cama, sentía el peso de su cuerpo y los movimientos que su pene hacía sobre mi trasero, mi mamá hacía el segundo llamado Juvenal no me dejaba ir hacía mover su pene más rápido sobre mi trasero hasta que se detenía porque ya un liquido calientito recorría parte de mi trasero y espalda me quedaba así quietito para que Juvenal con papel higiénico me limpie me subía el short y salía en carrera de su cuarto después llegaba Juvenal a sentarse en la mesa a mi lado rozándonos las piernas juntando nuestros pies que deslizaban nuestras sandalias.
Esos encuentros en su cuarto se hicieron más cotidianos cierta vez que estaba sentado desnudo en la cama con las piernas bien abiertas tomándose el pene con las manos me convenció que abriera la boca para meter el pene así que con dificultad aprendí a mamarle el pene al principio me chocaba después me gustaba porque lo hacía retorcer a Juvenal y me daba regalitos por eso, ya el recelo desapareció, cuando tocaba de limpiar el taller y Felipe no estaba, era yo quien lo acompañaba muchas veces al cuarto de herramientas a mamarle el pene haciéndole chorrear semen me acostaba sobre el catre a recibir su cuerpo pasándome su pene sobre mi trasero haciéndome gemir cada vez me lo metía más por el ano, sentía mucho dolor, varias veces nos escapamos de ser sorprendidos por mi tío, ya pasado el tiempo solo Juvenal y yo limpiábamos el taller y después que el me cogía dejaba que yo también me acueste sobre su espalda pasándole mi pene pequeño en su nalgas, muchas veces le hice aquello y eso me hacía estar más con Juvenal.
Aquella vez cuando caía la tarde entrando la noche vi a mi primo Felipe que iba al cuarto de Juvenal lo seguí con cuidado vi por la claraboya que mi primo estaba recibiendo el pene de Juvenal por delante y por detrás, a Felipe lo tenía doblado al filo de la cama haciendo que levantase las nalgas le pasaba el pene le besaba la espalda decía que le pertenecía, a Felipe le gustaba dejándose hacer muy quietecito su rostro mostraba las pujadas sus manos agarraban con fuerza las sábanas, Juvenal se levantaba del cuerpo de Felipe que estaba sobre el colchón, le daba de golpecitos con su pene en el trasero y en la espalda de Felipe saliéndole el semen, esa noche sentí deseos que me hiciera lo mismo que a mi primo.
No solo con Juvenal hacía cogidas, también mi trasero le pertenecía a Gilberto, un chico de la cuadra menor que Juvenal pero tenía más grueso el pene, sólo me hacía roces, después lo hacía en el baño con los amiguitos de la escuela, a veces cuando Juvenal se pasaba una semana de visita en el pueblo rural de sus padres le decía a mi mami para que me dé permiso para ir con Juvenal pero se negaba diciendo que estaba muy chico, en la ausencia de Juvenal Felipe y yo nos cogíamos en el taller luego de hacer la limpieza íbamos al cuarto de herramientas una vez decidí meterle algo de mi pene adentro del ano, le hice mete y saca llenándome de placer Felipe se dejaba supe que le gustaba que lo cogiera así a solas.
Crecí un poco y cuando habían vacaciones de mis últimos años escolares se dieron las oportunidades de acompañar a Juvenal a visitar el pueblo rural donde vivían sus padres, solo que también nos acompañaba Felipe por decisión de mis tíos, llegamos al pueblito en la tarde saliendo bien temprano de la ciudad, los padres de Juvenal y dos hermanos pequeñitos Tomás y Mauricio siempre nos esperaban para cargar las cosas en las acémilas, caminamos largo rato por la montaña muchas de las veces llegábamos cuando ya se aparecía la noche, la casa solo se alumbraba con candiles y mecheros, Felipe dormía en un cuarto con los dos hermanos pequeños y yo con Juvenal a petición suya, durante las noches después de apagar el mechero Juvenal se pasaba a mi catre quedábamos bien apretaditos de costado deslizando el short hasta dejarle que acaricie mi trasero con las manos y después metía la cabeza del pene en mi ano, cada noche sentía que lo metía más haciéndome doler, cuando se hacía de madrugada lo acompañaba a ordeñar vacas y cabras, Juvenal dejaba a sus hermanos pequeños ordeñando, con pretextos me llevaba por detrás del corral entre los montes tupidos para cogerme o íbamos más lejos a escondidas subíamos a lo alto de una loma, desde allí con los primeros rayos de sol veíamos de lejos a sus padres preparando el arado con los bueyes, Juvenal me quitaba la ropa recostándome sobre nuestras ropas sobre la yerba metiéndome el pene muy rápido dejando su semen en mi trasero limpiándolo con papel que llevaba en los bolsillos, en una de esas cogidas en aquel lugar logró romperme totalmente el ano sacándome sangre, me asusté, grité y lloré mucho en aquel lugar apartado lleno de monte y yerba seca, mi ano me latía bastante no quise levantarme me quedé así recostado por largo lleno de lágrimas y dolor mi semblante cambió y por unos días lo pasé raro, Juvenal me curaba a escondidas, hubieron noches en que Juvenal corría las sabanas de su catre descubriéndose desnudo mostrándome ese pene estirado que tanto me gustaba, masturbándose en mi delante, sin decirle nada se acercaba a mi catre, apagaba el mechero, se acostaba junto a mi lado para preguntarme cómo iba, le decía que mejor, me gustaba que me abrace por detrás me daba seguridad al tener su cuerpo pegadito al mío
Pasaban los días el dolor iba desapareciendo, dejaba que me cogiera despacio solo con la puntita del pene o lubricando mi ano con los dedos y saliva, haciéndome desearlo más y más en las siguientes cogidas cuando me penetraba con cuidado.
Durante la tarde de esos días de vacaciones escolares íbamos al río Mauricio, Felipe y yo, Juvenal y Tomás se unían a nosotros después que ayudaban a su papá en los quehaceres, nos bañábamos en short dentro el agua me metía los dedos en el trasero lo cual me gustaba mucho y me quedaba quieto, Juvenal me arrimaba a las piedras corriéndome el short metiéndome el pene cuidando de que los otros chicos no nos vieran, a veces yo me quedaba jugando en el agua con Mauricio y Tomás, Juvenal se lo llevaba a mi primo Felipe monte adentro, retornaban después de largo rato con la arena pegada en su cuerpo de las revolcadas que se daban, llegaban cargando palos para hacer balsas, Juvenal parado dentro del agua se limpiaba el pene viéndome alegremente con satisfacción, yo sabía que lo había cogido a mi primo pues también me lo hacía en ese monte, sabía que en la noche en el cuarto me tocaba, de solo pensarlo tomaba mi pene con las manos sobándomelo delicioso ya parado iba a uno de sus hermanos le pasaba mi pene por el trasero mojado, al que más le gustaba era a Mauricio ganamos confianza hasta el punto de orinar juntos viéndonos alegremente los penes yo empezaba acostándome sobre la yerba deslizando mi short dejándole ver mis nalgas descubiertas, Mauricio se montaba moviendo su pene sobre mi trasero de tanto moverlo se le entiesaba lo que me gustaba mucho que algo me lo metiera por mi ano haciéndome delirar de la satisfacción, muchas veces lo sentaba para mamárselo, con el tiempo Mauricio también me lo hacía pero poquito después lo recostaba en la yerba haciéndolo pujar metiéndole mi pene al aguante de su ano, después íbamos a orinar sobre un árbol viéndonos los penes rojitos de tanta cogida, fueron muchas veces que hicimos eso deliciosamente en el monte lejos de que nos vieran.
También me acuerdo cuando yo tenía cerca de once años hubo una fiesta en casa de mis tíos al despertar caminé por la casa dándome cuenta que todos estaban dormidos fui a lavarme los dientes en el lavadero cercano a la letrina, Juvenal me agarró por detrás en mis caderas rozándome el pene parado que tenía, olía a cerveza de lo que había tomado la noche anterior, me llevó a su cuarto se desnudó en mi delante, me bajó el short que ya tenía mi pene parado, me sentó para mamármelo con pasión, me recostó en la cama uniendo nuestros pechos al separarnos un tantito vi por debajo que nuestros penes se movían me levantó para decirme que fuera a ver si alguien se había despertado si no que volviera obedecía y fui a ver, todos seguían durmiendo regresé a su cuarto Juvenal me recibió con risas acostándome en la cama besándome apasionadamente las tetillas y toda mi piel me di la vuelta para que me besara el trasero le pedí que metiera su pene así lo hizo dándome embestidas fogosas, yo quería más y más con mis gemidos, todo era gran satisfacción, me acosté de espaldas sobre su pecho con nuestras aceleradas respiraciones rodamos por su cama cayendo al suelo desatando risas me puse en posición perrito dándome pene por detrás su olor a alcohol me excitaba fue la mejor cogida de su parte sin igual por los besos apasionados que nos dimos yo no quería que termine que siguiera cogiéndome, lamía alocadamente sus testículos y ese delicioso tronco de pene, desde ese momento me convertí en algo más que su objeto sexual, hubo más cariño y complacencia, ambos nos deseábamos, quedamos desnudos acostados en el suelo envueltos en las sábanas, cada vez que Juvenal tomaba yo hacía vigilia escapándome a su cuarto en las madrugadas, terminaba dormido amaneciendo con mi cara junto a su pene.
El tiempo disfrutado no nos lo quitó nadie, desgraciadamente Juvenal fue sorprendido en su cuarto por mi tío cuando lo estaba sodomizando a Felipe, mi tío lloraba de pena y rabia porque había confiado en Juvenal más que a su propio hijo, al día siguiente tuvo que partir nuestro despido fue de miradas lastimeras, nunca más lo volví a ver, todos los adultos de la casa sospechaban que también a mi me había pasado lo de Felipe cuando antes pasaba largo rato a solas en el cuarto de Juvenal, a mi primo lo pusieron a ordenes de un psicólogo algo avanzaron en su caso pero no le quitaron el amaneramiento, los rumores de mi sexualidad corrían por mi forma de andar y mover mis manos junto con mi voz fina, mi vida en esa casa era incómoda mi mami trataba de sobrellevar mi amaneramiento estaba segura que Juvenal también me había cogido y tuve que decirle la verdad ante tantas preguntas con algunos golpes que me daba, tiempo después cuando tuve casi catorce años trataron de que me gustaran las meretrices pero sin resultado ya me gustaban los chicos de mi edad y un poco más pequeños, a los pocos años salimos de la casa regresando al pueblo donde mi mami se hizo de compromiso, la relación con mi padrastro y hermanastros hasta ahora ha sido regular, mi tío murió poco tiempo después, a mi primo Felipe no lo he vuelto a ver desde hace diez años, supe que su mami se hizo de compromiso y tuvo dos hijas mujeres yéndose a vivir en otro lugar, vendiendo casa y taller, yo tengo ahora una hermana de quince y un hermano de diecisiete que en pocos meses tendrá su primer niño, por mi parte trabajo en mi gabinete de belleza, tengo una vida sexual con los de mi género y me gusta como soy.
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