KIYO AYÚDAME POR PAPERFOX 19. TADUCIDO POR SEBASTIAN
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Antes de empezar quiero decir algo general para los que no han visto el anime.
Mamodos, según el fandom, (??Mamono) o demonios son criaturas que vienen de otro mundo.
También son llamados duendes, subordinados, o monstruos.
Los Mamodos vienen al mundo humano para competir en el Festival del Rey, torneo que se celebra cada 1.
000 años para decidir el Rey Mamodo.
Los 100 concursantes son elegidos por el Director de la Escuela Mamodo y el actual rey del mundo Mamodo los envían al mundo humano con sus libros de colores que sirven para invocar conjuros.
Los mamodos son muy diferentes de los humanos comunes, aunque la mayoría toman una apariencia humanoide.
Los mamodos son más fuertes, más rápidos, y tienen mayor resistencia que los seres humanos que pueden aumentar mediante la formación y que pueden recuperarse de las heridas más rápido que los humanos.
(Sebastian)
Kiyo salió de bañarse con una toalla envuelta alrededor de su cintura.
Zatch estaba jugando con Tia en el parque.
Así que pensó que no había nadie, pero estaba equivocado.
Kiyo sintió frío recorrer su espalda; observó y notó que la ventana estaba abierta; el muchacho caminó, la cerró y cuando se giró reaccionó con terror.
Wonrei se hallaba detrás de él.
–Kiyo necesito que me ayudes.
–¡Hombre, me asustó! –exclamó Kiyo–.
¿Y eso, qué pasó? –preguntó el del pelo negro.
–Estoy muy caliente y no sé por qué –respondió Wonrei poniéndole las manos en el pecho.
–Bueno.
Cálmese, siéntese y explíqueme cómo se siente –sugirió Kiyo ayudando al mamodo a tomar asiento en su cama, produciendo que éste se sonrojara.
–No sé qué me pasa, yo nunca me he sentido así antes –alegó el chico de cabellera plateada mirando a Kiyo a los ojos–.
Sigo teniendo sueños y cuando me levanto estoy así.
Wonrei bajó sus pantalones y su duro miembro saltó a la vista haciendo que Kiyo se ruborizara.
–Mi polla se pone dura y no baja.
El agua fría a veces ayuda, pero he estado así desde la mañana y esto no se me quita con nada.
El pelinegro no podía cambiar la sonrisa que habían formado sus labios –¡era tan lindo!–.
–¡¿Estoy siendo castigado?! – exclamó el mamodo con sus ojos fijos en Kiyo–.
¿Puedes ayudarme?
El de los ojos más oscuros posó sus manos en los hombros del otro y le explicó:
–Nadie te está castigando.
Tu cuerpo está madurando y yo te voy ayudar –le aclaró y, acto seguido, se despojó de la toalla causando que las mejillas de Wonrei se tiñeran de un suave tono rojo, ya que él nunca había visto a otro hombre desnudo antes.
–Quítate la ropa y comencemos –el de los ojos claros asintió con la cabeza y procedió a desnudarse, mientras Kiyo miraba su órgano crecer aún más.
El mamodo estaba completamente desnudo en frente de su amigo, el cual llevó los dedos a su entrepierna y se dirigió a él–.
Cuando los hombres crecen les empieza a salir bello –explicó mientras palpaba el pequeño bello plateado del chico monstruo.
Wonrei se estremeció al tiempo que manoseaban uno de sus muslos.
–Mira el bello aquí –mostró el dueño del libro rojo y el otro asintió con un movimiento de la cabeza– Además, los chicos a cierta edad experimentan nuevos sentimientos, y éstos pueden hacer que nuestro pene crezca como el tuyo y el mío –la mano de Kiyo acarició la polla de Wonrei tan bien como si fuera la de él.
–Muchos chicos se excitan así cuando se levantan, a eso se le llama erecciones de la mañana –Kiyo empezó a masturbar el miembro de Wonrei haciéndolo gemir.
–¿Qué estás haciendo? –habló mientras el cuerpo de Wonrei se sacudía.
–Te estoy masturbando, también te lo puedes hacer tú mismo; es una forma rápida para librarte de tu excitación cuando un baño frío no hace nada por ti –mostró Kiyo tomado la mano del otro y guiándola a atender su polla.
Wonrei gimió cuando él comenzó a jalar su miembro.
<<Esto se siente mejor cuando Kiyo está tocándome>>, pensó enrojecido.
El mamodo miró cómo el muchacho también comenzaba a pajearse.
El pelinegro besó sus labios y el ojiclaro sintió una chispa de placer correr a través de él.
La víctima estaba jadeando mientras su miembro comenzaba a gotear.
–Kiyo algo está viniendo y se siente raro –Wonrei gimió y Kiyo sonrió.
–Está bien, sólo déjate llevar.
Esto se sentirá bien, sólo déjalo salir –Kiyo le susurró a Wonrei.
El mamodo se vino y su semen salió disparado alrededor de su mano.
Wonrei se estremeció y sus ojos se abrieron de par en par cuando vio a Kiyo lanzar el líquido blanco, igual que él lo hizo hace unos momentos.
El semen salpicó el pecho y el marcado abdomen del humano.
Luego, el mamodo lo besó.
El de pelo oscuro notó que su amigo seguía con el miembro grueso y duro.
–Kiyo, todavía estoy duro, ¿qué hicimos mal? –preguntó cuándo vio la polla blanda de Kiyo.
–Debes haber retenido un montón, no te preocupes, sólo necesitas hacerlo de nuevo –dijo Kiyo mientras empujaba a su amigo para que quedara sentado.
Luego, se puso entre las piernas extendidas de Wonrei.
Acto seguido, el mamodo se sonrojó–.
¿Qué haces?
–Cuando tienes alguien especial, ese alguien te puede ayudar teniendo sexo contigo.
Kyo le masturbó la polla haciéndolo gemir.
–Esto es llamado masturbación.
–Ah…
Kiyo removió su mano y Wonrei lloriqueó.
–Y esto se llama sexo oral –le explicó Kyo mientras tragaba la gran polla de su compañero.
El ojiclaro gimió con fuerza y el pelinegro sintió emoción por hacer quejarse así a aquel fornido joven.
Le tomó un par de intentos, pero el humano fue capaz de tragar la polla hasta la raíz.
–¡Oh Kiyo! –gritó Wonrei cuando se vino con fuerza en la boca de Kiyo.
El humano tragó la leche del mamodo, por fin había logrado dejar flácida la polla del ojiclaro.
Wonrei estaba sonriente, su salvador se paró y vio que de nuevo tenía la verga dura.
–Kiyo, está dura –dijo en voz entrecortada y Kiyo le sonrió.
–Te estás excitando también, hagamos algo, esto nos hará sentir bien.
Wonrei se sonrojó cuando vio que su propio pene estaba duro otra vez.
El mamodo asintió con la cabeza y ambos subieron a la cama.
–Échate, tengo que prepararte.
Wonrei se tumbó en la cama de Kiyo boca abajo.
El humano levantó las caderas de su compañero, lamió uno de sus dedos y lentamente llevó su dedo mojado al culo del mamodo, quien gimió víctima de una mezcla de placer y dolor.
El ojiclaro se estremeció y apretó el dedo del pelinegro.
–Me aprietas muy duro.
Creo tener una mejor manera de prepararte.
Kyo quitó su dedo y llevó su boca al agujero de Wonrei.
Éste gimió al sentir la lengua del otro explorar su virgen entrada.
–Kiyo, se siente extraño.
Kiyo respondió agarrándole la polla para empezar a masturbarlo.
Wonrei gritó de placer y, en poco tiempo, se acostumbró a la sensación de la lengua de su salador.
Cuando el pelinrego pensó que estaba lo suficientemente lubricado le quitó la lengua del culo y colocó su virilidad.
Lentamente empujó la cabeza y el muchacho en problemas gimió.
«¡Kiyo, duele!», se quejó el sometido.
En consecuencia, Kyo acarició su miembro y se inclinó hacia adelante para besarle el cuello.
«Lo sé, sólo relájate y verás que se siente bien rico», por esto el mamodo se intentó soltar un poco.
Viendo la actitud más receptiva de su amigo, el estudiante introdujo un poco más su verga.
Al principio, fue despacio, para pronto enterrarla más profundo y ahondar más en el trasero del mamodo.
El ojiclaro le pedía parar porque el dolor era muy grande.
El pelinegro le dedicó unas tiernas palabras y le estimuló el glande logrando que por fin se relajara.
–Me voy a mover ahora –susurró Kyo.
Kyo empezó a penetrarlo con lentas embestidas.
No pasó mucho tiempo antes de que encontrara la próstata del de ojos claros.
Lo encontró gracias a que el mamodo arqueó su espalda y se apretó alrededor del gran instrumento.
El estudiante sonrió y vio una pregunta en los ojos de Wonrei.
–Esa es tu próstata y por eso se siente delicioso.
Kiyo comenzó a moverse velozmente mientras golpeaba la próstata del otro, una y otra vez.
La polla del penetrado dejó ver una gran cantidad de pre-semen; por ende, el humano lo empezó a masturbar.
–Kiyo se siente bien rico, más… ¡más!.
Haaa…
Obligado a brindarle más placer, el pelinegro llevó su mano para jugar con los pezones del chico monstruo, haciendo que éste jadeara y aquera las caderas.
–¡Me voy a venir! –gimió Wonrei y Kiyo ferozmente aumento el ritmo.
Wonrei, presa del placer, gritó el nombre de Kiyo, cuando se vino.
Luego, el humano hizo lo mismo cuando su semen salió disparado llenando a la desesperada víctima.
Ambos se tumbaron, el estudiante salió del interior del otro y se giró para que quedaran cara a cara.
Después, los dos compartieron un beso y el mamodo acogió al otro con un gran abrazo.
–Wonrei, no es que me moleste; pero, ¿por qué vienes a mi?
–Le dije a Li-en lo que me estaba pasando, pero ella me respondió que era mejor que hablara contigo.
Acepté porque sabía que podía confiar en ti.
–¡¿Kiyo?!¡¿Kiyo?! –se escuchó de afuera.
A continuación, Kiyo salió disparado de la cama y corrió hacia la ventana.
Li-en estaba en la acera, le sonrió y le dio las gracias mostrándole el pulgar.
Kiyo entró en shock.
–Estás bien –dijo, Wonrei, mientras corría a ayudarlo.
–Sí.
¿Wonrei, quieres hacer esto de nuevo? –preguntó Kiyo mientras fijaba la vista en las claras pupilas del mamodo (Wonerei se sonrojó).
–Claro que sí.
Me divertí mucho contigo –Kiyo lo besó tiernamente.
–¡Qué bien!, porque tengo un montón de cosas que enseñarte –continuaron con un candente beso mientras frotaban las pollas, una contra la otra.
–¡¡¡Kiyo, regresé!!! –gritó Zatch desde la explanada de las escaleras.
Kiyo maldijo y se alejó de Wonrei.
«Vamos a tener que jugar más tarde, ¿si?», Wonrei asintió y ambos se vistieron.
–Gracias por ayudarme –le susurró Wonrei a Kiyo inclinándose sobre él.
Luego, los dos se dieron un último beso, antes de que subiera Zatch.
Wonrei tendría que esperar un buen rato antes de que Kiyo le pudiera volver a echar una mano.
FIN
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