LA ANTESALA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alejandro-1988.
Antesala: conjunto de hechos o circunstancias que preceden a un acontecimiento de mayor importancia. A pesar del dolor que causo este acontecimiento que os contare, para mí fue una antesala a la más placentera experiencia desde que comencé a tener sexo con chicos, revelándome así el origen de los placeres hasta ahora no experimentados por mí.
Aquel sueño con Henry indujo unas series de eventos a lo largo de una semana tales como: Erecciones en la calle, en el trabajo y en la institución a tal punto que me hicieron usar dos piezas de ropa interior bien ajustadas para disimularlas, también las masturbaciones se convirtieron en rutina eran entre dos a tres veces por día. Estaba que me volvía loco por tantas masturbadas y fantasías que inundaban mi mente.
Quería saciar mi sed de besar, de acariciar, de lamer, de penetrar, pero sobre todo de probar un pene que hasta ahora no lo había hecho. Probarlo tanto con la boca como con el ano y sentir ese placer que produce una penetración anal. Rodolfo se encontraba a las afuera de la ciudad y era imposible verlo en esos embarazosos momentos. No podía más con tal calentura y decidí poner una película porno que había comprado.
En la misma se mostraba un macho negro, vestido de militar, alto, corpulento y un chico desnudo sentado en una silla atado de manos y pies. El militar se desnudaba lentamente y al terminar desato al chico y lo puso a acariciarle el pene para luego pasarlo y estrujárselo por su cara hasta dejárselo en los labios para que este se lo chupara.
Las escenas continuaban hasta que llego el momento de la penetración. Esos gemidos del chico a medida que lo iban penetrando eran fuertes. Tal episodio me excito más de lo que estaba, así que tras pensarlo varias veces resolví ser parte de la película y empecé a masturbarme e imaginada que el chico era yo. Quise ir más allá de una masturbación, busque lubricante, eche un poco en mis dedos y los pase por mi ano. Me tire al piso y tome una posición donde permitiera seducir mi ano con mis dedos y a la vez masturbarme mientras seguía viendo la película.
Entretanto el militar estaba con el mete y saca, una y otra vez yo continuaba acariciándome el ano. Mi escena era una locura total, pero la morbosidad de hacerlo me domino. Intente meterme el dedo medio varias veces pero desistí de hacerlo por temor, me masturbe hasta eyacular cayendo gotas de semen en todo mi abdomen y algunas gotas en el piso. Me levante, lo limpie y me fui a duchar.
Al salir del baño me he llevado un susto pero a la vez una gran sorpresa, Rodolfo estaba en la habitación acostado en la cama y viendo la película.
(A)* Que haces aquí
(R)- Me distes las llaves de la casa para venir cuando yo quisiera.
(A)* Si, lo sé. Pero tú acostumbras a avisar
(R)- Esta vez quise sorprenderte
(A)* Te lo agradezco, pero casi me matas del susto
(R)- O sea que no te agrada verme
(A)* Claro que si
(R)- Entonces porque te sorprendes…. No te quedes allí parado ven acuéstate conmigo y terminamos de ver la película
No me lo esperaba en ese momento pero estaba emocionado de verlo, de estar nuevamente con él. Me acosté desnudo y él solo se quito los zapatos y la camisa quedando solo en jeans. Nos abrazamos y nos besamos por un rato. Hablamos con más detalle de lo que habíamos hecho los días que estuvimos ausente uno del otro, hasta que el cansancio nos venció y quedamos dormidos.
Desperté el sentir las mamadas de Rodolfo en mi pene, me estremecía al volver a sentir su manera de comérsela, mis jadeos de placer antes sus pequeños lamidos por todo mi abdomen, ombligo, y en mis pezones le revelaban que lo estaba disfrutando. Pude ver como en sus pantalones se le marcaba su bulto (que es de un tamaño considerable) totalmente erecto. Tome el ando y fui quitando el jeans y su ropa interior gris.
Viendo su pene sentí como si mi alma hubiera regresado, mi excitación empezó a subir hasta llegar a mil. Su pene es un poco más grande que el mío. Estaba totalmente parado, tiene una pequeña curvatura en el medio, bien perfilado, con un pequeño agujero producto de un piercing que alguna vez tuvo en su glande circuncidado. Lo agarre y empecé a masajearlo. Le di un beso en el glande para luego pasar mi lengua. Comencé a lamerlo más seguido como si estuviera lamiendo una rica chupeta, la mezcla de orine y a liquido presiminal era de un sabor indefinible.
Lo metí en mi boca, y teniéndolo hasta la mitad, hacia movimientos con mi lengua. Comencé a subir y bajar. Era excitante el sonido de los jadeos mientras me comía aquel pedazo de carne. Tomo mi cabeza y la empujo hacia abajo hasta que su glande choco con mi campanilla, produciéndome arcadas y transpirando el sudor del escaso vello que tenía en su pelvis el cual me hacia alucinar.
Vamos a ponernos de pie me dijo. Al hacerlo empezó a caminar en círculos alrededor de mí, no sin antes pedirme que cerrara los ojos. Me acariciaba y besaba por todo mi cuerpo.
(R)- Sabes algo?
(A)* Que paso?
(R)- Me alegro que hayan sido tus dedos y no los de otro los que seducían tu ano, llegue justo cuando te estabas echando lubricante. La puerta de la habitación estaba entreabierta y contemple todo lo que hacías. Sentí celos al no ser yo quien te sedujera. Abre los ojos.
Al abrirlos estaba frente a mí, agarro mi mano derecha y la empezó a pasar por todo su cuerpo desde su pecho hasta sus testículos. Y decía: así como cada parte de mi cuerpo es tuyo yo también quiero que esto (agarrándome las nalgas) sea mío.
Me quede callado, en realidad no sabía que decir, su comentario no podía ser más evidente, me quería penetrar, me temblaron las piernas y estaba algo asustado
(R)- He querido penetrarte desde hace tiempo y por lo que vi hoy, me di cuenta que también lo deseas.
Me lanzo a la cama hasta yo quedar tendido de espalda. Sintiéndome totalmente sometido por él. Paso toda su lengua por el cuello, las nalgas hasta llegar a mis pies, haciendo que suspirara y me retorciera. Agarro mi pie izquierdo y me lamio uno a uno los dedos, la plantilla, los tobillos, las batatas y mis gemelos ocasionándome leves cosquillas para luego continuar con mi pie derecho.
Al terminar su recorrido estaba hipnotizando por esa situación, ambas piernas se abrieron para que prosiguiera a lamer mi culo. Fue una reacción automática dejando campo libre para que ahora su lengua llegara a mi ano. Seguía lamiendo alrededor de mis nalgas y mis testículos, sin tocar mi agujero y ni siquiera rosarlo, pero aun así disfrutaba de cada recorrido que hacía con su lengua.
Me sentía tan caliente que accedí a colocarme a cuatro patas como un perrito a la orilla de la cama. Con sus manos fuertes tomo mis nalgas y las abrió dejando al descubierto mi rosado y lampiño agujero. Me quede quieto para recibir sus lamidas. El rose de su lengua en mi virgen culo me hacían dar respiraciones intensas causando cosquilleos. Llevo mis testículos hacia atrás y los metieron ambos en su boca produciendo otra sensación, esta vez de un escalofrío por toda mi columna.
Seguía lamiendo mi agujero y con sus manos masajeaba mis testículos, sentía las ganas inesperadas de eyacular, mi corazón no dejaba de acelerar, respiraba fuerte y más rápido producto de la excitación.
Ya suficientemente dilatado me ordenó que diera vuelta quedando boca arriba y manteniéndome mi cadera al borde de cama. Estaba totalmente a mil. Verlo preparándose para penetrarme hizo que mi excitación se duplicara. Aun mantenía su cuerpo perfecto y sexy, brazos fuertes e inmensos, piernas velludas, labios carnosos, músculos y abdominales bien formado producto del trabajo pesado de la granja.
Se coloco el condón y aplico lubricante tanto en su pene como en mi ano. Eleve mis piernas, las abrí como un abanico y con mis manos las sujete, aguardando a que el introdujera el pene en mi ano. . Fue aproximándose a mí y al colocarlo en la entrada poco a poco empezó a empujar.
Despacio le dije. Mi esfinter accedió para que su pene empezara abrir camino en mi recto, solo había entrado su glande y en vez de sentir placer lo que sentía era dolor, dio un pequeño adelanto y el dolor era más intenso.
Le pedí que se quedara quieto un momento mientras me acostumbraba. Un movimiento brusco de mi parte hizo que aquella carne maciza entraran por completo en mí. Grite e inmediatamente me pidió que me calmara. Ya estaba totalmente penetrado generando así una sensación muy extraña. Me tranquilice para que mi ano se adaptara a su pene. Sujeto mi cintura con sus manos para que no me moviera.
Lentamente empezó a meter y sacar su pene una y otra vez. Sin darme cuenta estaba gimiendo, comencé a retorcerme para que lo sacara provocando más dolor. No sé si aquello había tocado mi punto G o era tal la excitación que tenia, que al sentir aquello completamente dentro de mi hizo que dejara de respirar y sentir un hormigueo recorrer todo mi cuerpo.
Empecé a chillar hasta notar como empezaba a escupir semen por mi pene sin haberme tocado. Gritos de placer y espasmos, estimulados por el pene de Rodolfo que estaba dentro de mi imposibilitaban controlar la eyaculación lanzando grandes cantidades de semen una y otra vez.
Eran tal las contracciones que daba mi ano al eyacular, que Rodolfo mordió sus labios y cerró sus ojos fuertemente. Sin previo aviso halo su pene abandonando así mi ano, originando en mí un dolor aun mayor y un vacio en mi interior. Presiono sus testículos para contener la eyaculación y mantener su pene erecto.
Permanecí allí inmóvil. Empecé a girar lentamente hacia mi lado izquierdo quedando en posición fetal mientras se me pasaba el dolor. Miraba fijamente a la pared con mi vista llena de estrellitas. Mis piernas me pesaban, pase mis dedos por mi ano y note que había sangre, comencé a llorar y Rodolfo se recostó a mí lado de manera compasiva diciéndome que el sangrado era normal por la virginidad de mi ano.
Mi pene había perdido fuerza más no el de él. Me pregunto si quería continuar y como no estaba preparado para mas, mi respuesta fue un rotundo NO. Estaba débil, no podía hacer nada sino esperar que el dolor me pasara.
Accedí a ponerme a 4 patas solo para que él se masturbara y eyaculara. Después de un rato masturbándose empezó a dar espasmos para así salpicar y derramar chorros de semen sobre mis nalgas de manera controlada. Me levante y al dirigirme al baño para asearme, sentía como se escurría el semen caliente entre mis piernas.
Como todo en la vida, las cosas en algún momento llegan a su fin y en ocasiones nos toman por sorpresa. Después de tener esa experiencia y planear el momento para que esta fuese más larga y satisfactoria la relación con Rodolfo concluyo de una manera que no me lo esperaba quedando con las ganas de ser penetrado nuevamente.
Hasta la próxima.
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