La Borrachera
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Pidroso.
Era Viernes y Jordi acababa de cumplir sus diecisiete años.
Lo iba a celebrar con los colegas a lo grande.
Era hijo único y sus padres eran extremadamente severos, lo que se traducía en no permitirle llegar más tarde de las diez de la noche a casa, a las once en los meses de verano.
Por eso nunca se quedaba a los finales de las fiestas con sus colegas, y por si fuese poco, siempre que llegaba a casa lo supervisaban por si había bebido alcohol o fumado.
Pero este año su cumple sería diferente.
Su padre había sido enviado ese mismo miércoles a un viaje de trabajo fuera del país, y como volvía en una semana su madre lo acompañaba para hacer turismo.
Se quedo a cargo de su tía Lucía, que era bastante menos carca que sus padres y le permitió salir el día de su cumpleaños sin hora de llegada.
Lo único obligatorio era que estuviese en casa al día siguiente cuando ella se levantase.
Estaba emocionado después de cena, y tras darle dos besos a su tía y al novio de ésta que había venido a cenar se fue super sonriente a la calle.
Habían quedado en un parque del centro para hacer botellón y después ir a bailar a alguna disco de moda.
Se lo estaba pasando de puta madre, y entre lo que bebía y el ligoteo con las chavalas de su edad el tiempo fue pasándose super rápido.
Consiguieron entrar en una disco, en la única que no les pidieron el carnet, y al rato estaba morreándose con una chica en los sillones.
Era la primera vez que se enrollaba con alguna en una disco y entre la desinhibición de haber bebido y que tenía las hormonas revolucionadas intentaba palparla por todos lados mientras le comía la boca.
No era la primera tía con la que se enrollaba.
No tenía problemas para ligar, bien fuese en el Instituto o cuando salía.
Era un chavalín muy mono, rubito y de ojos azules.
Ya medía un metro setenta y ocho y estaba fibradete porque hacía piragüismo un par de veces a la semana.
“Que putada” pensó cuando estaba ya con su mano por debajo del suéter de la muchacha y apareció una colega de ésta para llevársela, se conoce que también tenían hora de llegada a casa.
La chica se despidió de él con un beso y le dijo que se verían la semana siguiente en esa misma disco.
Él sabía que ya no la vería, porque la próxima semana volverían a estar sus padres, los gendarmes controladores de su existencia.
Buscó a sus colegas para seguir de cachondeo pero al ver que también estaban en la zona de sofás magreando a sus ligues decidió ir a pedirse otro cubata.
En la barra se le presentaron un par de chicos mayores que él, ¡ya eran universitarios!.
Uno era Moreno, más bajo que él y el otro era Mulato, un poco más alto que él.
Estuvieron hablando de como lo había dejado la chavala con la que se estaba enrollando y de deportes.
Le invitaron al cubata y a tres rondas de chupitos de tequila.
Parecían enrollados, por eso salió con ellos a fumarse un cigarro.
Ya fuera de la disco ellos se liaron un porro y fueron pasándoselo.
Jordi estaba bastante mareado y la vista se le nublaba en ocasiones.
Tenía que esforzarse para enfocar la imagen de sus acompañantes mientras le hablaban.
No supo muy bien como acabó en el asiento de atrás del coche de uno de ellos.
Le propusieron ir a su piso de estudiantes, donde decían que tenían unas colegas muy facilonas, y él aceptó.
Entre los dos le ayudaron a subir las escaleras, porque ya bandeaba un poco, y a entrar en el piso.
Lo sentaron en el sofá y se sirvieron otra ronda de chupitos de tequila.
El Mulato desapareció un momento y volvió vestido con un pantalón y camiseta de los Lakers.
Estaba cuadrado, tenía unos bíceps muy marcados y así con la camiseta parecía tal cual un profesional del basquet.
Al volver se sentó a su lado en el sofá y el moreno aprovechó para pasarse del sillón donde estaba al sofá.
Jordi quedó en medio de ambos.
Propusieron poner una porno mientras no llegaban las tías y a Jordi le pareció de puta madre.
Bajaron la intensidad de la iluminación de la sala y en la tele comenzaron a aparecer unas tías impresionantes, con unas tetas enormes, lavando un coche.
Lo siguiente que recuerda es que el moreno estaba acariciándole la rodilla y le preguntaba si quería disfrutar de una mamada como la de la película.
Sentía también que le acariciaban el pelo y la nuca.
No era capar de decir nada, ni siquiera fue capaz de negarse cuando el Mulato le dio a beber directamente de la botella de tequila.
Después de darle de beber de la botella, le sacó el suéter y la camiseta para empezar rápidamente a comerle los pezones.
También sintió como el moreno le había abierto el cierre de los pantalones y se los bajaba hasta los tobillos.
Jordi no podía apartar la vista de la pantalla… No sabía que hacer, la cabeza le daba vueltas.
Moreno (palpándole la polla sobre el gayumbo) Joder, ¿has visto que rabo calza el chaval?
Mulato: ¡Hostia, y está a tope!.
¡Cómesela un rato tío!.
¿Verdad que quieres que te la coman Jordi? (agarrándole de la cabeza y moviéndosela como si estuviese asintiendo).
Ves como quiere, está diciendo que si jajajaja.
(y girando la cabeza de Jordi hacia él).
Estás muy bueno cabrón, y lo vamos a pasar de puta madre ¿verdad? (dándole piquitos y lametones en los labios, hasta meterle la lengua y empezar a morrearlo) ufff estás para comerte chavalín!
Con la lengua del mulato buscando la suya en su boca Jordi sintió como le bajaban los gayumbos también hasta los tobillos y como le estaban lamiendo el capullo.
Respiró fuerte, soltando un suspiro.
Mulato: ¿Te está gustando campeón?, ¡te esta gustando pero mucho mucho!.
Mira lo que tengo que te va a encantar.
El Mulato se había subido la pernera de sus shorts de los Lakers y le mostraba un pollón circundado largo y gordo.
Mulato: Venga Jordi, dale un besito venga (agarrando su cabeza y llevándola a su rabo).
Venga guapo, abre esa boquita.
Jordi reaccionó cerrando los labios pero el mulato fue pasándole la polla por ellos hasta que Jordi sacó la lengua y le dio un lametón.
Ahí ya se descontroló todo.
La ropa voló y los tres estaban en pelotas.
Jordi con media polla del Mulato en la boca y con el Moreno, que lo había puesto a cuatro patas sobre el sofá comiéndole la polla desde atrás para subir a continuación a lamerle el ojete.
El Moreno pasaba algo más que su lengua por el ojete de Jordi.
Poco a poco le iba pasando un dedo, en círculos, por su orificio, lo que provocaba que Jordi arqueara ligeramente la espalda.
Moreno: Tío, este culo se está muriendo de hambre, palpita que da gusto.
Voy a prepararlo.
Dicho y hecho, se metió un dedo en la boca y se lo humedeció bien, para a continuación metérselo poco a poco en el ojete de Jordi.
Mientras lamía la polla del mulato no pudo evitar soltar un profundo gemido.
Mulato: Hostia, si que le mola al chaval jejeje.
¡Fóllatelo ya!
El moreno se incorporó un poco y sacó unos condones del bolsillo de su pantalón.
De lateral del sofá cogió un dispensador de vaselina y volvió a meter su cara entre los glúteos de Jordi.
Al rato Jordi sintió como algo más grueso que un dedo estaba intentando traspasar su ojete.
Se zafó de las manos del mulato que agarraban su cabeza mientras le comía la polla para decirles que no por favor, que el no era maricón, que lo dejasen ir.
Moreno: Venga tío, si este culete lo está pidiendo a gritos, solo la puntita, ya verás como te gusta (y empujando introdujo su glande en el orificio del chaval) ves, umm, ya está… ummm la puntita.
Jordi ni pudo gritar a gusto del dolor que le produjo porque el Mulato enganchó su cabeza forzándole a comerse su pollón hasta la base.
No tenía fuerzas para defenderse de estos tíos y casi sin respiración sintió como el Moreno le estaba abriendo las entrañas literalmente.
El dolor provocó que se le bajase parte de la borrachera.
Hizo algo más de fuerza para soltarse, pero estos dos lo tenían bien sujeto.
Si que soltó un gran ¡AYYY! cuando el Moreno se la clavo de golpe, pero el Mulato le tapo la boca con su mano y se sentó a su lado acariciándole la espalda.
Mulato: Tranqui tío, ya la tienes toda adentro.
Ahora respira (le lamía la cara) respira y deja que te folle que lo vas a flipar (dándole un morreo)
El Moreno comenzó a moverse y Jordi no fue consciente de cuando el dolor paso progresivamente a provocarle una sensación placentera, tanto que se comía como si fuese un helado calipo el pollón del mulato.
Sin sacársela de dentro le dieron la vuelta colocándole las piernas sobre los hombros del Moreno.
Jordi fue consciente de la cara de éste jadeando mientras lo bombeaba.
Se sorprendió a si mismo pajeándose y jadeando también.
El Mulato se colocó un condón en ese pollón que calzaba.
“Hostias”, pensó Jordi, “eso si que me va a abrir en canal”.
Pero los planes del Mulato eran otros porque se colocó detrás del Moreno y tras puntearlo un poco se la fue metiendo.
La cara del Moreno, fruto de la enculada que le estaban metiendo era un poema, fue bajándola gimiendo como un loco hasta toparse con la de Jordi y se metieron un morreo brutal.
Estaban follando como posesos cuando el Moreno gritó que se corría.
Jordi sintió como éste se la clavó hasta el fondo y las palpitaciones de su polla dentro su culo.
Ello provocó la corrida casi al unísono tanto de Jordi como del Mulato.
Estuvieron un rato tumbados unos sobre otros en el sofá, hasta que el Mulato se incorporó y se sacó el condón lleno de su lefada y lo volteó para tirársela al moreno por la espalda.
Mulato (tocándose la polla): Que polvako, dios, ufff me he quedado como dios.
El Moreno se levantó también sacándose su condón y tirándolo al suelo con una gran sonrisa
Moreno: ¿Que Jordi? (agarrándolo de los brazos para incorporarlo y tocándole el pecho y el estómago donde estaban los restos de su corrida) Una duchita, ¿no?.
Entraron todos en la ducha y lo enjabonaron entre los dos dejándolo hecho un primor.
El Moreno le dio algún morreillo mas a Jordi pero sobre todo se morreaban entre ellos.
Después lo secaron y lo vistieron entre ambos.
Jordi se despidió de ellos en la puerta del piso con un beso.
Bajó las escaleras y al salir a la calle levantó la mano para parar un taxi que pasaba justo en ese instante.
Llegó a casa sin mirar la hora, aún mareado, y se acostó.
Por la mañana, cuando despertó le dolía la cabeza una barbaridad.
También tenía un poco dolorido el culo.
Cogió su móvil de la mesilla de noche y vio que uno de sus colegas le preguntaba cuando se había pirado de la disco.
Le contestó:
No se tío, estaba tan borracho que no se ni como llegué a casa…
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