LA CAGADA. (4).
Mis culitos “vecinales” me hacían sentir bien y le gano de mano al profesor de Música de Maxi..
Después de que saliera del baño, bien vestida y peinada, Cielo desparramó algunos libros y una carpeta de apuntes sobre la mesa del comedor y se fue a buscar al hermano mientras yo pedía las pizzas. Martín se había puesto un short de jeans recortado bastante corto y bien ajustado que resaltaba sus nalgas y Cielo se había cambiado los jeans por una pollera de listones que era parte del uniforme de su colegio.
Los dos tenían remeras ajustadas que marcaban sus tetitas, unas más que incipientes y otras, producto de unos kilos de más allí aposentados, con esa pollera y esos shorcitos cortos las ancas parecían paradas y dejaban adivinar el buen culo que tenían ambos. Los dos parecían coquetear conmigo de forma individual, aunque se cuidaban de demostrarlo abiertamente. Al rato, comiendo las pizzas que vinieron rápido comenzaron a bromear y a comentar entre ellos haciendo hincapié en los amigos que tenían…
- A Cynthia no le pienso dar más bolilla porque es una “bocona”, cuando venía para casa me llamó Romina para preguntarme por qué no la habíamos invitado a la “pijamada”, Cynthia le había avisado que estuvimos solas y quedamos en que no íbamos a decir nada. ¿Ves Sergio?, por eso te decía que no se puede confiar en ella.
- Sí, claro, me doy cuenta que tenés razón y vos Martín, ¿cómo es tu amiguito?
- Maxi, se llama Maxi, él nunca cuenta nada, por eso Cielo quiere que venga por casa.
- Yo quiero que venga porque es igual que vos, pero la madre no lo deja porque nos quedamos solos.
- ¿Cómo es eso de que igual que tu hermano?
- Nada eso, que es igual, bueno, que le gusta, que es putito.
Me levanté de la silla como un resorte y la tomé de los brazos a Cielo para cruzarla sobre mis piernas, gritaba, lloraba y pataleaba cuando le calenté el culo a chirlos haciendo que me dolieran las palmas, a la par que le decía:
- A mí me importa tres mierdas que seas una chica y que tengas trece años, con lo que decís me demostrás que sos tan “bocona” como tu amiga, a partir de ahora jamás vuelvan a contar infidencias y mucho menos de tu hermano, ¿te gustaría que él te denunciara?, no me vuelvas a desilusionar porque tenés mucho que perder, ¿me entendiste?
- Sí Sergio sí, te lo prometo, te juro que nunca más voy a hablar nada de lo que pase, -expresó llorisqueando-.
- Lo mismo es para vos Martín, arreglen las cosas hablando, sin discutir y sin que se les escapen ningún tipo de comentarios que no se deben escapar, de lo contrario se las van a ver muy feas conmigo, puedo ser muy bueno, pero también muy malo.
No tenían límites ni nadie que les marcara pautas, los límites con temores y castigos inculcados por el padre ya no existían, hacían lo que querían y aunque yo me aprovechara de sus ganas aceleradas para gozar del sexo, trataría de ayudarlos de alguna manera, tratando incluso de protegerme.
Estuve tentado de pedirles que se quedaran para blanquear todo y hacerlos participar juntos en la cama, pero el papel de ofendido y desilusionado, en ese momento, me parecía el más adecuado. “Iba a pedirles a los dos que se quedaran a dormir pero que me desilusionen me provoca enojo y no pienso darles nada mientras no me demuestren que puedo confiar en ustedes. Mañana pensaba invitarlos a pasear a los tres, pero me están haciendo dudar de su entrega. Yo pretendo que lo que pase en mi casa quede entre los tres, ni su madre puede enterarse y hasta que no lo entiendan de ese modo no los quiero volver a ver. Métanse en la cabeza que les puedo dar mucho, pero soy muy exigente”.
Se fueron los dos bastante compungidos y dándose cuenta que habían perdido una oportunidad de estar juntos nuevamente o más aún, la posibilidad de volver a disfrutar de lo que les gustaba, de todos modos, comprendí que eso era algo que yo tenía que moderar para que no me “secaran” pues eran dos “maquinitas sexuales”.
Levanté la mesa y me di un regio baño, después me puse a editar los videos de la encamada con Cielo y allí ya no me aguanté, al terminar me fui a dormir sin ningún tipo de contractura por la tremenda paja que tuve que hacerme al rememorar, pantalla mediante, la cogida que le había dado a esa pendeja y el modo en que se había brindado a pesar de su edad. Dormí un tanto agitado, aún sin conocerlo, soñé hasta con el culito de Maxi y, por consiguiente, me desperté con un “palo” de aquellos y con ganas de cogerme a uno o a los dos pendejos juntos, algo que, lógicamente, no haría, era yo quien, a pesar de esos culitos blancos, debería mostrar seriedad y aplomo.
Ordené la habitación, limpié algo de la casa y cuando salí a atender al muchacho del delívery que me traía el almuerzo, me encontré con Norma que había salido a hacer compras para la semana completa, algo que aprovechaba a hacer sólo los domingos porque durante los días subsiguientes compraba lo imprescindible y como “de pasada”. La saludé y, extrañamente, se arrimó para besarme la mejilla, venía cargada con cuatro bolsas un tanto pesadas y me ofrecí a ayudarla, lo mío no era algo de gran bulto y, sin que me contestara, tomé las bolsas más pesadas que tenía. Me miraba como para decirme algo, pero se notó que sobre lo que quería decirme no se animó, en cambió expresó:
- Sergio te tengo que agradecer por lo de ayer con los chicos, aunque no hacía falta que se quedaran a cenar.
- No te enojes con ellos, fue idea mía, sabía que tenían la comida para calentarla, pero yo tenía ganas de comer pizza, lo comenté como al pasar y me pareció lógico preguntarles si querían compartirla, además, me dijeron que la pizza les encantaba y no iba a dejar que se fueran a calentar la comida mientras hablaba a la pizzería haciendo el pedido, por otro lado, se portaron muy bien, aunque debo decirte que hubo una especie de “ajuste de tuercas” porque no me gusta que discutan.
- No sé qué les habrás dicho, pero se portaron divinamente, no discutieron, me ayudaron con la limpieza, arreglaron sus habitaciones, parecen otros.
Le quité importancia a lo que decía y aunque denotaba querer seguir hablando, dejé las bolsas en la puerta de su casa y seguí hacía mi puerta, cuando ya entraba me llamó y me preguntó si tenía un rato porque necesitaba hablar conmigo. “Cuando quieras Norma, yo voy a estar toda la tarde en casa”, -le contesté, dejándola que ella decidiera, luego entré-. Como a la hora, después de que ya había almorzado y acomodado todo y me entretenía con la compu, golpeó a mi puerta.
Al entrar noté que se había cambiado de ropa y el renegrido cabello lacio estaba muy bien cepillado, tenía puesta una camisola ajustada hasta debajo de sus tetas y un poco más suelta al bajar a sus caderas, no quedaba suelta porque por encima de ella tenía una pollera tableada que le quedaba unos diez o doce centímetros por arriba de las rodillas, las sandalias eran de plataforma media, pero muy coquetas. Se había cambiado para mí y no iba a dejar pasar la oportunidad de alabarla, para ello, una vez adentro, ante su sorpresa, la tomé de la mano y la hice girar. “Este domingo es para recordar, acabo de comprobar que mi vecina es mucho más hermosa que en los días de semana y eso no es poco”.
Lógicamente, había notado sus ancas paradas y sus nalgas prietas junto a pantorrillas y tobillos que parecían haber sido delineados, efectivamente sus piernas eran más hermosas así que debajo del jeans. Tampoco me callé y alabé sus piernas diciéndole que era la primera vez que veía la belleza de las piernas de una verdadera mujer. Quedó atónita con los piropos y se notó demasiado que le agradaron, bajó los ojos y se ruborizó por completo algo de lo que me percaté a pesar del color cetrino de su piel.
- Sos un exagerado Sergio, apenas si soy una “negrita” fea.
- Mejor no te contesto lo que pienso porque te vas a ruborizar más, además, no me agrada que te desvalorices porque aparte de lo físico que es para admirar, demostrás cada día que tenés unos ovarios enormes y disculpá la expresión, pero me gusta ser sincero.
- Te agradezco que lo seas, igual son muchos años de “restas”, el tiempo para la diversión es ínfimo y las obligaciones junto con los chicos que crecen ayudan a esas “restas”.
- Bueno, mejor no sigamos por ese camino es muy negativo, yo soy un convencido que siempre hay tiempo para “sumar”. Sentate que voy a preparar un rico café y me contás lo que querías decirme.
- ¿Te ayudo con eso?
- No preciosa, la cafetera expréss casi profesional es rapidísima, ¿lo querés cortado o negro?… “cortado”, -contestó- ya te lo sirvo dame dos segundos.
Al regresar miraba los estantes de mi biblioteca y las fotos que había en un estante inferior que me mostraban con el fondo de distintos paisajes de lugares vacacionales de otros países (hacía tiempo que me tomaba vacaciones cortadas cada seis meses y viajaba a mejores climas pues mi presupuesto más que holgado me lo permitía).
- Veo que visitaste lugares hermosos, pero no tenés fotos de tus padres.
- ¿No te acordás?, mis padres murieron y a los muertos queridos se los tiene en cuenta con los mejores recuerdos, no necesito fotos para saber y creer que están en un lugar mejor, cada loco con su tema…
- Eso es para respetar, pero veo que estás solo en todas las fotos, ¿nunca fuiste acompañado?
- Algunas de las personas que sacaron las fotos eran más que amigas, pero ya me di cuenta que lo mío no es la pareja, de hecho, la novia que vos conociste me dejó por otro porque le ofreció casamiento y yo no la iba con eso. Soy de la idea de dar todo lo que esté a mi alcance en cualquier campo, pero… soy muy intransigente en otras cosas y él que esté a mí lado tiene que entenderlo y aceptarlo así, es conmigo al 100% o en mi contra y como comprenderás te estoy contando cosas mías para que comiences a contarme las tuyas.
- Yo no tengo mucho que contar de mí, siempre fui una dominada por mis padres y me casé con un tipo que también me dominaba y hacía lo que quería, diciéndome incluso que a una “negrita” fea como yo nadie le hubiese dado bola.
- ¡Mierda!, qué fuerte, ¿por qué no te rebelaste?
- Motivos hay muchos, la nena que vino rápido, mis padres que también se murieron, la casa que era de él, la dependencia, los ovarios que no son tan grandes como vos decís y como ya no tengo empacho en decirlo, varias palizas que, según decía, me ponía en mi lugar. Cuando no quiso trabajar me consiguió un trabajo y me mandó a mí, jamás pude negarme, ya ves, cada casa es un mundo.
- No te enojes por lo que te digo, pero me alegro que se haya muerto, de no ser así no estaríamos hablando y yo no estaría disfrutando de tu presencia.
- Yo te venía a hablar de mis hijos y vos dale que dale con los piropos, me gustan, pero, ¿qué me ves de linda?
- ¿Me lo preguntás en serio?, mirá que comienzo a decirte y no hay rubores que valgan. -La notaba con la misma picardía en la mirada que me había mostrado Cielo-.
- Dale comenzá, nunca nadie me dijo nada lindo y de vos me encantaría escuchar algo más.
Me hacía a la idea de que se la estaba jugando y algunos movimientos de su cuerpo denotaban una cierta excitación o, por lo menos así lo creía yo, acomodar el culo en la silla varias veces, cruzar las piernas otras tantas y no saber qué hacer con las manos me daban la pauta de que, cansada de una abstinencia de años, quería llegar a más.
- Bueno, aguantá y no repliques, lo que hacés trabajando a destajo para mantenerte y mantener a tus hijos es admirable, aun cuando haya errores que se traducen en la falta de atención, sos muy dada y simpática, mucho más con las personas que te agradan, es verdad que tu cara no es la de una mujer bella amoldada a ciertos estereotipos, pero tus ojos “hablan” y saben brillar, sólo hay que saber comprenderlos, en cuanto a lo demás, mejor lo dejamos acá.
- Noooo, por favor Sergio seguí, me encanta todo lo que decís.
- De acuerdo, pero no te enojes, tus labios son de esos llamados a ser “comidos” y tu boca es de las que anticipan mejores placeres, todo tu físico, aunque menudo, está repartido con medidas más que mirables y si particularizamos tus pechos de término medio no desentonan con el resto del torso, son menudos, firmes, de los que se hacen notar como para acariciarlos a cuatro manos y, por lo que estoy notando, de pezones sensibles propios de una hembra que palpita y nunca la dejaron aparecer.
Se llevó de inmediato las manos a las tetas al darse cuenta que la miraba y que tenía los pezones totalmente excitados, pero yo reaccioné rápido, le tomé las dos manos con las mías, aproveché a comprobar la dureza de sus tetas rozándolas con mis dedos y le dije: “dejalos así, me encanta hacerme a la idea de que soy yo el que provoca esa reacción”. Bajó los ojos aceptando lo que le pedía, las manos se apoyaron en la mesa y seguí…
- Tenés una cintura como para abarcarla y determinada rigidez en el vientre a pesar de dos embarazos, tus muslos aparentan ser duros y tus pantorrillas junto a tus tobillos parecen cinceladas, por último, como frutilla del postre y vos lo sabés, tenés una cola dura, parada, perfecta y que alborota todos los ratones, reconozco que los míos incluidos, es terriblemente excitante.
- Mi cola es mi martirio, la usé sólo dos veces para lo que ustedes los hombres se creen, fue porque mi marido me pegó para que se la diera y no fue agradable.
- No me cuentes más, ojalá nunca la tenga a mi alcance porque tengo ganas de enloquecerla, a la cola y a la dueña con besos y cariños hasta que me pida a gritos que entre en ella. Mejor preparo otro café.
Me levanté y me fui para la cocina, me vino bien para acomodarme el miembro, me había excitado con lo que hablaba y torcido y apretado en la posición en que estaba me dolía e incomodaba. Ponía el primer café cuando la noté detrás de mí y abrazándome desde mi espalda me dijo: “Por favor Sergio, haceme sentir, necesito que me hagas sentir una mujer, sacame a flote a la hembra de la que hablás, hacé conmigo lo que quieras, juro que nunca te voy a molestar, pegame, amame, cogeme, moldeame, lo que te venga en ganas, pero dame algo”.
¡Fin de semana de culos familiares completo!… Se me ocurrió al toque que se lo iba a romper en mil pedazos sin importarme lo que gritara, giré para abrazarla, la apreté contra mí y le comí la boca usando los labios y toda la lengua, se dejó besar y pensé para mí que el hijo, a pesar de la edad, besaba mejor que la hermana y la madre. Seguí besándola mientras participaba más y cuando apreté sus nalgas con las dos manos y apoyé con fuerza mi bulto en su vientre, se le aflojaron las piernas y el gemido fue para grabarlo, todavía temblaba cuando le besé el cuello cerca de la oreja.
La di vuelta para apoyarle el bulto desde atrás y para prenderme a dos manos a sus tetas y pezones, eran bastante grandes y daba para apretarlos con ganas, sólo con eso y apenas retorciéndolos volvió a temblar en lo que entendí que eran orgasmos. Reculó y se apoyó en la mesa dejando el culo a disposición, ni la pollera ni la ropa interior serían obstáculos y cuando me miró, casi suplicante, entendí lo que quería, le levanté la pollera y todo el hermoso culo de piel más oscura quedó a disposición de mi mirada y de mi boca.
Me arrodillé y aunque no estaba depilada mi lengua trató de meterse en ese agujerito erótico por demás, sus gemidos eran imparables y me bajé rápido los pantalones y el bóxer, había que lubricar bien a mi pija y que mejor que su vagina anegada, allí apoyé el glande y empujé hasta que choqué con sus nalgas. El grito existió, pero fue apagado porque mordía una servilleta de tela, surgieron también un par de lágrimas porque no estaba acostumbrada al tamaño y dos o tres embestidas profundas fueron suficientes para que se enloqueciera haciendo sonidos guturales y temblara como epiléptica.
Esperé que se calmara un poco y cuando la saqué para apuntar a su ano… Cielo golpeó con fuerza la puerta, enseguida se arregló un poco y fue a ver lo que quería, me había “desinflado” al instante, me levanté los pantalones deportivos y seguí con el café. “Mami, vino Elena con Maxi, dice que quiere hablar con vos porque tiene un problema”, -le dijo a la madre con cara de preocupación-.
Norma me miró y desde la abertura de la cocina que comunicaba con el comedor le hice señas para que atendiera, Cielo se quedó conmigo, me saludó con un beso en la mejilla y se quedó a mi lado con los ojos bajos, le pregunté qué pasaba y me dijo que habían internado a la abuelita, que la madre de Maxi quería que la acompañara al hospital porque era algo grave y tenía miedo. Según le había dicho, el nene tenía que quedarse con ella y Martín. Enseguida noté como le brillaban los ojos imaginando lo que podría hacer y le dije con seriedad: “Ojo con lo que vas a hacer, esperá un rato después de que se vayan y te venís para acá, yo te voy a dar las indicaciones. Avisale a Martín que te voy a explicar cómo hacer y que él se vaya a la pieza para ponerse a “jugar” con su amiguito, andá a tu casa y vení luego”.
Al rato apareció Norma un tanto temerosa y me pidió disculpas, pero que se había presentado un caso de emergencia, le contesté que no se hiciera problemas, que se tomara todo el tiempo que hiciera falta, que yo me ocupaba de los chicos por si necesitaban algo, que de la cena también me ocuparía pero que me tuviera al tanto de lo que iba a hacer, me dio un beso en la mejilla dándome las gracias por todo y se fueron las dos mamás apuradas.
Fui a lavarme bien y cuando salía del baño llamó Cielo, la hice pasar y la tomé del brazo preguntándole si habían entendido todo lo que les había dicho la noche anterior, me contestó muy segura: “Sí Sergio, lo entendimos clarito, nuestro secreto es a muerte y te vamos a obedecer en todo” … Luego le pregunté que le había dicho a Martín respecto de Maxi. “El nene no sabe lo de la abuela y los mandé a la habitación de Martín, algo deben estar haciendo porque los vi de reojo cuando se daban un piquito”. Le pedí que les diera un tiempo y luego que se apareciera en la habitación, si estaban haciendo algo podía aprovechar para amenazarlo con contarle a la madre a menos que…
- Si accede a que le metas el consolador, hacelo despacio, no actúes a lo bruta, ponele crema y que no le duela mucho, tenés que hacerlo gozar con eso, cuando lo tengas ensartado me hacés una llamada perdida, ¿estás de acuerdo?
- Sííí, bárbaro, pero si vas vos acordate que va a estar Martín.
- Si vos decís que le gusta me lo cojo a él y mañana o pasado lo hacemos los tres juntos, ¿te gustaría?
- ¡Huyy!, sí, ya no veo la hora.
- Veo que traes pollera y tengo ganas de besarte, ¿qué querés hacer después de que te bese?, ¿querés mamarla o que te dé rápido por el culo?
- Las dos cosas Sergio, porfa, las dos cosas.
La besé con todas las ganas y aferrándola de los cachetes del culo la levanté y la llevé a la habitación sin que despegáramos los labios, ella misma me bajó los pantalones, quedé parado en el borde de la cama y comenzó una mamada magistral, yo estaba para hacer cualquier negocio y escuchándola gemir no me aguanté más. Hice una entrada a fondo y cuando salía por la mitad agarré su cabeza y le llené la boca de leche, se sorprendió, pero tragó rápido sin desperdiciar nada. No la dejé que me limpiara y la giré para que quedara su culito a mi merced, la bombachita se la bajé prácticamente de un tirón y encaré el orificio.
Como ya había pasado gritó al recibirla, en ese momento porque costó un poco más por la falta de la crema, pero el dolor pasó enseguida o lo asimiló y se amoldó a mis movimientos de entradas y salidas. Fue algo casi violento y se mordía para no gritar, pero a sus ganas no le importaron y cuando comenzó a temblar y a bufar con placer entré lo más profundo que pude y la inundé de nuevo. Ese culito redondo y blanco me había puesto loco y sacando la pija metí tres dedos lo más profundo que pude en el agujero abierto, ella no se quedó quieta y cuando apreté el clítoris con los dedos de la otra mano acabó de nuevo gimiendo y con un chorro que mojó mi pubis.
Todavía tenía sabor a mi leche cuando me dio un beso para agradecerme, se arregló la ropa y salió para el baño a lavarse, luego se despidió diciendo que esperaba mandarme la llamada. Me lavé bien y esperé cruzando los dedos. Habían pasado como veinte minutos y mi teléfono vibró una vez, lo puse para grabar y me fui a la casa de los chicos, sin hacer ruido me trasladé hasta la habitación de Martín, me asomé y el espectáculo me voló todos los pájaros. Maxi tenía un culo más flaquito, pero estaba muy bien armado, en ese momento estaba en cuatro y haciendo un trencito, mientras le chupaba el culo gordito a Martín y recibía un consolador de goma dura que sacaba y metía una arrodillada y concentraba Cielo…
- ¿Maxi, te gusta que te coja así con el consolador?, viste que despacito no te iba a doler mucho.
- Sí, me gusta mucho, metelo más adentro si querés, yo me aguanto, nunca tuve nada tan grande en mi culito, pero bien adentro me gusta más.
- Bueno, vos seguí chupándole la pijita a Martín, tragala toda.
Martín se giró para que lo mamara y me vio, pero el gesto para que no dijera nada sirvió y se hizo el tonto, aunque con los ojos le señaló a la hermana que yo estaba en la puerta, Cielo giró la cabeza para mirarme y metió el consolador más profundamente. A Maxi le dolió y no pudo evitar un gritito, pero los hermanos se compenetraban bien y las manos de Martín no le dejaron sacar la cabeza de donde estaba, aflojó un poco cuando la hermana le habló.
- Maxi, Martín me dijo que tenés ganas de que un señor te la meta por el culito, ¿es cierto?
- Sí, es cierto, mañana en la sala de Música voy a dejar que el Profe me la meta, me dijo que en la hora libre me va a enseñar a coger con una cremita, el viernes lo dejé que me tocara bien el culito, me lo apretaba todo y hasta nos dimos unos besos con lengua, yo le toqué el bulto del pito y cuando iba a sacarlo porque me pidió que se lo chupara sonó el timbre y no pudimos.
- ¿Por qué querés hacerlo con él, no te gusta cómo te estoy cogiendo yo?
- Pero vos sos una nena y eso es un “coso” de goma, me gusta cuando me lo metés, pero yo quiero saber cómo es la pija de un grande, sólo la vi en los videos.
- Bueno, si vos querés está bien, pero si después le decís algo a alguien, se arma un lío bárbaro, todos te van a tratar de putito, ni tu mamá te va a querer, ahora me lo estás diciendo a mí y no lo tenés que decir, lo que hacés con tu culo no lo tiene que saber nadie, ¿entendiste?
No sólo enfatizó las palabras, sino que hizo recrudecer los movimientos del consolador haciendo que además de quejarse Maxi dijera que le gustaba bien fuerte y prometiera que nadie se iba a enterar de nada. En ese momento, ya con un hermoso video grabado, intervine yo… “¿Qué están haciendo ustedes tres?, ¡no puede ser, están cogiendo!, ya las estoy llamando a sus madres para decirle lo que hacían y lo que escuché que este nenito quería hacer con el Profesor”. Cielo y Martín pegaron un salto al costado y Maxi quedó con el culito apuntándome y con el consolador asomando de él. Los hermanos se hacían los serios, pero aguantaban sus risas, Maxi en cambio, del susto que se pegó, se puso a llorar a lágrima viva y balbuceaba sin que se le entendiera lo que decía.
NOTA: En mis relatos trato de que no existan faltas de ortografía, pero… lo que sí pueden notar las diferencias en las tildes de algunas palabras y los modismos de algunas otras, esto es porque, escribo «en Argentino».
GUILLEOS1 – Continuará…
Esto es verdaderamente excitante, de lo mejorcito que he leído, echo en falta un poco de agresividad verbal, más insultos para esos putitos, pero ufffff como me estoy poniendo