LA CAGADA. (6).
La vecina “entregadora” de sus amistades, el tema es satisfacerme. Más de los chicos y algunas conclusiones..
El lunes llegué temprano al trabajo, había dormido unas cinco horas de un tirón, seguramente por el cansancio y la “actividad” de todo el fin de semana, después me desperté, comencé a pensar y a replantearme montones de dudas, me levanté, encendí la compu y mandé los videos a “la nube” incluso los del teléfono, allí quedaban asegurados para que nadie tuviera acceso a ellos. En el medio de esa operación, me tenté y me puse a mirar algunos pocos tramos de ellos.
Los culos, los pedidos para que los “embocara”, los grititos, los gemidos de placer, incluso las demostraciones de dolor en las penetraciones y los orgasmos acabaron por trastocarme la cabeza. Me fui a bañar, estaba allí recordando cuando Martín me tocaba y me preguntaba si lo iba a coger con ese “pijononón” expresando la duda sobre si iba a lograr meterlo hasta el fondo la terminó de completar y ya no me aguanté, luego de moverla y apretarla un poco con la mano, las cerámicas de la ducha recibieron una descarga copiosa.
En la oficina continuó el proceso de desatención y los allegados y empleados lo atribuyeron a la ruptura con mi novia, nadie sabía ni podía saber que en mi mente bailaban dos culitos gorditos, otro un poco más flaquito y el de una sumisa feúcha y calentona que me permitiría hacerle lo que quisiera. Al mediodía me fui para el centro a realizar unos trámites y me tomé mi tiempo para visitar un sex-shop, nunca había entrado en uno y me sorprendí de la variedad de “juguetes” que se vendían. Me decidí por un strapón-vibrador que parecía la copia fiel de una buena pija, con medidas apenas un poco menores que la de mi miembro, un consolador-vibrador que tenía pequeñas protuberancias, un plug anal de medida media con mando a distancia y cuatro sogas de nudos corredizos recubiertos.
Me había dado como un ataque de ansiedad y miraba unas cosas y otras para llevar, pero me obligué a descartarlas, las bolas chinas quedaron, lo mismo fue con la ristra de bolitas anales o consoladores más grandes que tenían formas similares a los miembros verdaderos, pero con glandes más grandes, tampoco olvidé comprar tres o cuatro baterías de repuesto. Todo fue debidamente empaquetado y regresé a la oficina satisfecho con mi compra.
El día pasó sin mayor novedad y a las cuatro y media de la tarde estaba entrando por el pasillo que me llevaba a mi casa. Justo cuando llegaba a la puerta de la casa de Norma, ésta salía para irse a trabajar, la saludé con un beso en la mejilla y le pregunté como estaba, “me duelen hasta las pestañas, pero muy feliz”, -me contestó y se le notaba-. Me pidió si podía darles una miradita a los chicos porque, aunque se habían portado bien durante todo el día, ella se quedaba más tranquila sabiendo que yo estaba atento, también me dijo que Maxi se quedaría otra noche y, posiblemente, como venía la mano con la abuela serían más días.
Seguidamente, con algo de “misterio”, me pidió que la acompañara hasta la puerta y regresé sobre mis pasos hasta la salida, “¿la viste bien a Elena, la mamá de Maxi?”, la pregunta me extrañó, pero más me extrañó la mirada encendida que Norma tenía…
- Apenas la miré, no parece fea mujer.
- No, no es para nada fea, tiene un físico tremendo y lleno de curvas, lo que sucede es que se viste muy mal y está siempre desarreglada. Hoy me preguntó por vos y me dijo que estás como para “morderte”, te imaginás que yo, como si nada, olímpica tonta.
- Sí, ¿y?…
- No, nada, digo, si te gusta, te puedo “hacer la mano”, la pobre está muy necesitada y una buena “atención” no le vendría nada mal.
- ¿Me estás “entregando” a tus amigas?
- Por favor, por favor, no te enojes, yo no tengo problemas en que la “partas” como quieras, lo que sucede es que después de lo de ayer se me revolucionaron todas las neuronas y estoy dispuesta a lo que sea y a lo que se te ocurra, aunque tenga que quedarme a mirar.
- Podría ser, es para pensar, pero ya sabés que no entro en “mimitos o piropitos”, dos más dos es cuatro, sin remilgos, depilada y sin compromisos posteriores, soy muy jodido con eso.
- Ya lo sé, lo tengo claro, ahora con lo de la madre enferma va a ser más complicado, pero le voy a ir “haciendo la cabeza” de a poco, ¿me dejás que intente un “acercamiento femenino” ?, eso me da vueltas en la cabeza y estoy segura que no me rechazaría.
- ¡Qué putita estás hecha!, te tendría que calentar el culo a chirlos por esas ideas, haber sabido te cogía antes. Te puedo comprar un consolador para que se entretengan las dos.
- No me digas los de los chirlos porque ya estoy toda mojada y consolador tengo, pero es viejo y de goma.
- Ese podés ir tirándolo ya, la goma se percude y después causa infecciones que me podés transmitir, yo te voy a comprar uno bueno con mis medidas.
- ¡Ayyyy, Sergio, no sé cómo voy a hacer para trabajar hoy!, mejor me voy, mañana hablamos.
Se me había destapado la “feúcha” pero me alegró verla irse contenta y moviendo el culo. Al entrar en casa cerré la puerta golpeándola, lo hice ex profeso para que los chicos me escucharan. Me cambié la ropa, colgué el traje y me vestí con una remera y un short holgado y sin el bóxer. Ordené todo en el placard y fui a la cocina para poner el agua a calentar, en la oficina no tomaba mate y lo extrañaba. Unos diez minutos después golpearon la puerta, era Martín y le avisé que estaba abierto, de hecho, ni cuando me iba a trabajar cerraba la puerta, era una mala costumbre desde que mis padres vivían.
El chico entró confiado, la sonrisa le ocupaba toda la boca y se acercó a saludarme con un beso, casi se derrite porque no le dejé besarme la mejilla, le di un “piquito” y mojé sus labios con mi lengua, fue como si encendiera un fósforo y los pantaloncitos que tenía puesto me calentaron, yo sabía que eran chicos y dejaban ver una parte de sus nalgas.
- Martín, ¿quién es el dueño de tu culito?
- Vos Sergio, sólo vos, ¿querés verlo?
- No, lo que quiero es que nadie te lo mire, hay que comenzar a usar pantalones más holgados, algún día cualquiera te agarra y te coge en la calle, no quiero que lo muestres.
- Pero, pero, tengo dos y son iguales y un jeans también ajustado, mi mamá no puede comprarme otros.
- Tu mamá no, pero yo sí, ¿qué está haciendo tu hermana?
- Le estaba haciendo unos dibujos y explicándole una tarea a Maxi porque se tiene que quedar con nosotros unos días, luego viene.
- Bueno, acercate bien que quiero que nos demos unos besos y quiero apretarte el culito con las dos manos, después vamos a ir todos a comprar algo de ropa.
Continué sentado, él tardó sólo un parpadeo y abrazándome por el cuello se prendió a mi boca, me besaba con ganas y dejaba que yo recorriera el interior de su boca con mi lengua. La boca de Martín era otra cosa suya que me podía, mis manos no tardaron en apropiarse de sus nalgas y sus gemidos no se hicieron esperar. El muy turro sabía que yo me calentaba con su culito y bajando una mano comenzó a acariciar mi erección. “Ya está re dura, ¿querés que me siente arriba y me cogés?, yo me aguanto, aunque todavía me duele un poquito, pero si te gusta más te la chupo un rato, hacemos como vos quieras”.
Con eso me terminé de deschavetar, pero si le hacía el culito íbamos a tardar mucho, entonces me bajé rápido el short y le pedí que se arrodillara, sin escalas ni arcadas pronto estuve en su garganta, pero esta vez entraba y salía recorriendo todo el tronco, tocaba mi pubis con la nariz y volvía hasta el glande para chuparlo haciendo succión. Aguanté lo que el olor de un pedo en la tormenta y luego de cinco o seis movimientos, con una mano en su cabeza, hice que me retuviera en su garganta y acabé como un desquiciado. Nada se escapó y luego me limpió a conciencia, a él le parecía tan normal como respirar.
Le pedí que le fuera a avisar a la hermana porque íbamos a salir todos en cuanto yo me pusiera un pantalón largo. Al poco rato, después de que Cielo y Maxi me saludaran con un beso, fuimos a buscar mi camioneta, se sorprendieron y encantaron con la moderna 4×4 porque no la conocían y los cuatro nos dirigimos a una distribuidora de ropa para chicos que era cliente de la Aseguradora. Ya era de noche cuando salimos de allí y cada uno de ellos llevaba varias bolsas con distintas prendas de vestir, hasta zapatillas les compré, no obstante, como en un local aledaño tenía la distribuidora de ropa para mujeres, hablé con el dueño para que la atendiera a Norma y a Elena y que después me pasara las cuentas a mí, yo me encargaría de convencerla a Norma.
La que estaba totalmente excitada y bailaba en una pata era Cielo, iba sentada adelante conmigo y me miraba con cara de deseo, se pasaba la lengua por los labios y se apretaba uno de los pezones sin disimular, a la gordita putita, sí o sí le iba a hacer bramar el culito pedigüeño que tenía. Me había acomodado la erección y me aguanté, seguro que si íbamos por una ruta ya me la estaría chupando sin que importaran los que viajaban atrás.
Antes de ir para casa paramos a comprar comida y eligieron asado y chinchulines además de la gaseosa, luego fuimos a guardar la camioneta y volvimos caminando unos ciento cincuenta metros sin que pararan de hablar. Los dejé que fueran para la casa a ordenar la ropa nueva y yo me fui a preparar la mesa para cenar, lo haríamos como una hora y media después pero ya estaba todo listo, sólo faltaba calentar la comida. Prendí la T.V. y no habían pasado cinco minutos cuando vibró mi celular, era Norma y me hablaba llorisqueando…
- Me llamó Cielo, dijo que les fuiste a comprar un montón de ropa que les hacía falta y también zapatilla, ¿por qué hiciste eso?, -la pregunta inquisidora no me gustó y le pregunté si tenía a alguien cerca, me contestó que no-.
- Lo hice porque se me cantó las pelotas, no me discutas lo que hago y no me interrogues, mañana te vas con Elena a la dirección que figura en las bolsas que trajeron los chicos, hablás con el dueño de parte mía y se compran lo que les haga falta, yo ya hablé con él.
- No, pero, no hacía…
- No quiero “peros” ni discusiones y no te pongas en pelotuda por lo que podés o no podés gastar. No hablo más, espero que te hayas depilado porque cuando regreses de trabajar, entrás en casa, te desnudas y me despertás con una mamada, ésta salida de tono la vas a pagar con chirlos y con tu culito.
- Si mi señor, como ordene.
Corté la comunicación con una excitación tremenda, la respuesta del final, me encantó, me llegó como si fuera un despertador de libido y fui a buscarla a Cielo, abrí la puerta de la casa y le dije: “Cielo, ¿vos llamaste a tu madre para decirle lo que compramos?” -me contestó que sí y se le notó el temor-, yo seguí, “vení a casa que quiero hablar seriamente con vos, ustedes quédense acá y no jodan?”, los varoncitos se quedaron mudos, pegué media vuelta y salí.
La gordita salió detrás de mí y la hice pasar primero, cerré la puerta y antes de que se diera vuelta la tomé de las tetitas, las apreté y le apoyé el “pedazo” en la espalda, “no pasa nada putita pero te voy a coger hasta por el ombligo, anda a la habitación, ponete en bolas y esperame con el culito parado”, antes de que se fuera gimiendo excitada la giré y le comí la boca, mordiendo incluso sus labios pero de forma suave, “apurate Sergio”, -me pidió gimiendo y salió corriendo hacia el cuarto-.
Le di un poco de tiempo y cuando fui me puso loco la posición en cuatro con el culo a mi disposición, me miraba con deseo torciendo la cara y no tardé en meter mi boca y rostro entre sus nalgas. Mi lengua parecía independiente y se movía más cuando los gemidos de placer de la nena se hacían escuchar por todo el cuarto, no tardó en tener un orgasmo cuando trataba de meter mi lengua lo más profundo que podía en su culito y no la dejé recuperarse.
Me afirmé atrás tomando sus caderas con fuerza y entré en su conchita empapada, de una y sin hacer escala, aunque no lo hice violento igual la sintió y ahogó el grito enterrando la cabeza en la almohada, fue apenas un instante porque, muy rápidamente, comenzó a mover las ancas acoplándose a mi ritmo y pidiendo más. Tuvo otro orgasmo más violento que el primero y yo cambié de lugar, ahora hasta llorisqueó cuando iba entrando, pero le encantaba así y pronto colaboró con la enculada.
Aquí fueron varias entradas y salidas aceleradas que sintió acusando con gemidos la entrada del tronco, pero, como siempre, pedía y quería más, empujaba el culo a mi encuentro, temblaba toda por los pijazos y por el placer y volví a cambiar, eran dos o tres movimientos en un lugar y otros dos o tres en el otro. Estaba entregadísima y cayó en una sucesión de temblores y contracciones, llorando, gritando, riendo y pidiendo verga. Cuando ya no pude aguantar salí y yendo hacia el frente se la metí en la boca hasta la garganta. Los borbotones la ahogaron, pero sólo fue al principio, las otras dos veces fueron para tragar tranquila y acá tampoco se perdió nada, me miró y se rio… “¡Qué tremenda cogida me diste Sergio!, me dolieron hasta las uñas de los pies, pero ahora las quiero siempre así, quedo molida pero feliz”.
Fue terminar de decir eso y pretendió seguir con su “chupete” preferido, pero se lo negué, “dejá algo para los demás, viciosa”. Se fue para el baño riéndose porque sabía que lo era y aceptaba el apelativo. Ya cambiada llamó a los chicos, mirándolo bien a Maxi, me di cuenta porque se lo quería coger el Profe de Música, la cara era la de una nena con cuerpito de varón, el flequillito rubio lo hacía más deseable y hasta podría jurar que tenía una mirada de deseo insatisfecho.
Era “suavecito” para hablar, obediente y casi sumiso porque bajaba la vista cuando se le hablaba, el culito era más chico que el de Martín, pero estaba armado y duro, las nalgas se le notaba bien y despertaba las ganas de acariciarlas y apretarlas, además la madre lo mandaba al colegio vistiendo debajo del guardapolvo una calza ajustada que le llegaba a medio muslo. Lo hice sentar sobre mis muslos y lo besé con ganas hurgando con la lengua, Martín nos miraba como esperando desenlaces y Cielo, ya bien servida, se dedicaba a la cocina. Maxi contestaba a mis besos como podía, le faltaba para lograr lo que conseguía Martín besándome, pero no lo hacía mal y cuando dejé sus labios y acariciaba su culito que había quedado sobrando de los muslos y a merced de mis manos, le pregunté:
- ¿Cómo anda tu culito, extrañó mi visita?, ¿te parece que me puede aguantar un rato ahí adentro?
- Sí Sergio, te extrañó mucho y ya no me duele, bueno un poquito sí pero además aprendí un poco más tragando el consolador, ¿Querés que te muestre?
- Dale mostrame, pero acordate que el secreto está en respirar sólo por la nariz.
Mientras me sacaba el pantalón y yo lo ayudaba levantando mi culo de la silla le pedí a Martín que fuera a mi mesita de luz y me trajera la pomada que allí había. Maxi me la agarró fuerte con las dos manos y chupó el glande como aspirándolo, eso me gustó, pero se apuró a meterse más en la boca y le dio una arcada, “despacito Maxi, abrí bien la boca y metelo despacito”, -le dije- y se apuró a hacerme caso.
Pensaba que él lo iba a lograr y me tomaría mi tiempo para eso, el chiquitín se esmeró y le pedí a Martín que se sacara los pantaloncitos porque él también sería cogido. Uno me la chupaba con atoros y arcadas, pero empeñado en el intento y otro se acercó a mi costado para dejar su culito a disposición de mis dedos embadurnados de Xilocaína. Bastó que dos dedos le tocaran el asterisco para que el hermano de Cielo suspirara y me diera un beso de los que me gustaban.
A Maxi no se le hacía fácil, parecía que mi ariete había crecido y las arcadas arreciaban sin que pudiera llegar a tocarme el pubis. Las nalgas gorditas de Martín, los dos dedos que incursionaban por su interior y los besos que nos dábamos me sacaban de contexto, la calentura pudo más y con mi mano libre empujé la cabeza del rubiecito haciendo que el glande traspasara la garganta, “calmate y respirá por la nariz” le insistí y lo tuve así unos segundos.
Cuando lo solté pareció tomar una bocanada de aire, la baba le corría por las comisuras y por la pera, pero el tozudo lo volvió a intentar, una, dos, tres veces más hasta que lo logró por sí sólo, “pude Sergio, pude” -repetía cada vez que la sacaba y volvía a penetrarse la boca-. Le pedí que tratara de mover la lengua con el tronco en el interior, pero eso no lo pudo hacer, igualmente yo estaba sorprendido y me faltó poco para llenarle la garganta de leche. Tenía hasta los testículos mojados de babas cuando le pedí que se sacara el pantaloncito y apoyara el pecho y los brazos en la mesa.
Lo mismo le pedí a Martín, aunque éste ya sabía lo que vendría, le había puesto la pomada y sería el primero en recibirme. “Porfa Sergio, metela despacito, todavía me duele”, -pidió- y opté por hacerle caso, mientras Cielo subía a la mesa y con las piernas abiertas se acomodaba para que el hermano la chupara toda. La putita no pudo aguantarse y se prestó rápido a participar. Mirar las nalgas del gordito, abrirlas con las dos manos y ver el agujerito del ano que parecía palpitar le jugaba en contra a ese “metela despacito” pero con la pija a reventar comencé a entrar lo más despacio que podía.
Martín ya dominaba bastante los músculos de su esfínter y yo veía como se iba abriendo sólo ante el paso del tronco, el pendejo gemía, la sentía, se apretaba más sobre la conchita de la hermana y la gozaba, gozaba cada pijazo porque tiraba su colita para atrás buscando más penetración. Unos cinco centímetros antes de tocar sus nalgas con mi pelvis ya no me aguanté, apreté sus caderas y entré con fuerza, el gemido sonó fuerte y amortiguado, pero fue como si me absorbiera, luego entré y salía varias veces mientras él acompañaba mi ritmo, hasta que temblaron y se contrajeron los dos. El gordito terminó con la cara mojada por los flujos de la hermana y las gotitas de su pijita cayeron sobre el borde de la mesa.
Aún ocupado con Martín no había descuidado a Maxi y ya tenía el culito lubricado y dormido por la Xilocaína cuando me cambié de lugar y comencé a entrar en él. El rubiecito de flequillo la sintió más y llorisqueaba golpeando con las manos sobre la mesa y rogaba por lentitud, pero, como con un contrasentido, empujaba sus nalgas para lograr una mayor penetración y, lógicamente, recibió lo que quería, entré de golpe la cuarta parte que faltaba y no me quedé quieto pues entré y salí sin esperar.
El grito se amortiguó rápido porque Cielo me ayudó ya que se colocó igual que con el hermano y tomándolo de la cabeza guio la cara a su entrepierna, “tenés que aprender a chupármela, meté la lengua y movela”, -le dijo-, Maxi no pudo decir que no, él chupaba y yo lo cogía a un ritmo rápido. Cielo volvió a temblar y la aparté, me agaché para pellizcarle los pezoncitos a Martín que parecía desesperarse por esto y le hablé cerca de la oreja a Maxi sin dejar de entrar y salir de forma moderada:
- ¿Te gusta mi pija de señor grande y cómo te estoy cogiendo?
- Sí, Sergio, me gusta mucho y cuando entrás más adentro me da escalofríos, al principio duele un poco, pero al entrar hasta el fondo y salir me encanta, es suave y cuando está adentro parece que se abriera todo y también me gusta chuparla mucho, aunque me ahogue.
- Preparate porque todavía te falta tomarte toda mi leche.
- ¿Me vas a dar toda tu leche en la boca?
- Si, te va a gustar, pero vos acordate que no podés decir nada a nadie y no tenés que dejar que nadie te toque, yo soy el único que te puede coger ese culito cuando quiera, bueno Martín también puede pero que nadie los vea. ¿Sabés que tenés un culito hermoso y me encanta?
Al putito le gustaba que le dijera todo eso, me lo demostraba porque se le ponía la “piel de gallina”, gemía y movía las caderas incentivando las penetraciones. Le di un par de pijazos profundos y la saqué pidiéndole que se diera vuelta, con la mano limpié posibles restos y le metí la pija en la boca hasta la mitad. Allí, diciéndole que tragara todo, acabé como descocido. No dejó que nada se escapara y aparte de tragar me agarró las caderas y se la metió más profundo para después jugar con la lengua en el glande y el frenillo.
Cielo se daba besos con Martín y la calentura renacía, esos pendejos eran incansables y, si los dejaba, me iban a “dar vuelta” como una media. Aplaudí diciendo que se había terminado todo, que se lavaran y vistieran porque había que comer, ninguno dijo nada y se fueron a lavar y a cambiar. La cena fue entretenida, se contaban sonriendo entre ellos sobre lo que sentían cuando le entraba el ariete. Primero me reí y acompañé sus comentarios, pero luego les aclaré que eso no se les debía escapar con nadie, menos que menos con los compañeritos, además no podían decir que yo les había comprado la ropa, “si alguno pregunta, digan que fueron sus mamás, así nadie averigua nada más”, aceptaron y me aseguraron que harían todo como yo decía.
Es indudable que muchos chicos pueden ser abusados, pero ahora me quedaba claro que muchos otros quieren saber, probar y entender como es “la cosa”. Yo tengo una teoría al respecto, la televisión, los medios, las Redes Sociales, Internet y todo lo que hoy en día está muy al alcance de los chicos y chicas de mediana y corta edad, los expone constantemente a la experimentación temprana.
Es genial, maravilloso y sorprendente para los padres y adultos cuando un chico domina desde muy corta edad las computadoras, Tablet o celulares, pero se toma poco en cuenta a lo que pueden acceder y lo de la “famosa inocencia” es bastante relativo, basta con que se lo prohíban para que lo intenten, habida cuenta que hay muy pocos padres capacitados para hacerles entender sus perjuicios.
Nunca falta algún compañerito “avispado” les cuente como se hace sin darle bola a las leyendas de las páginas porno que te dicen “si es menor de edad no entre”, para que se den cuenta que el sexo sin trabas está frente a sus ojos, notarán enseguida que el tema del sexo se trata como “normal”, verán que el tema de la homosexualidad y el lesbianismo se trata con una ligereza exasperante.
Queda todo muy al alcance de sus ganas de experimentar que, a no engañarse, en un chico estas ganas sobran y es como si de alguna manera les dijeran: “si tienen dudas, chicos y chicas, prueben, háganse caricias, bésense, experimenten entre ustedes, alejen las culpas inculcadas, nada está mal, son ustedes los que deben sentir, las relaciones entre personas del mismo sexo son geniales y no hay que censurarlas ni coartarlas, hasta pueden ser famosos y salir en televisión si lo hacen”, (algo que, a no dudar, se observa cada vez más en la tele con homosexuales y lesbianas que se jactan de ello y son apañados por el tema de la discriminación y la inclusión).
El adulto también tiene la cabeza “podrida” con el tema de la incentivación sexual de toda índole y no todos tienen la capacidad mental como para mirar hacia otro lado y/o para resistirse a eso. Lo comprobé por “motus propio” esa idea respecto a los chicos no me entraba antes en la cabeza, era deleznable e inconcebible y los dedos de frente me sobraban para entenderlo así.
Bastó un detonante personal y las ganas de un chico que no sabía disimular lo que hablaba y/o las ganas que se le “cruzaban” y/o no sabía ocultarlas y “la cagada” se pone a tiro, (esto además de la libertad otorgada por padres que los dejan solos, justificadamente o no, los motivos pueden ser miles, para que ellos apliquen un “libre albedrio” acomodado a sus ganas inmaduras y con todo lo sexual dando vueltas, girando en su entorno y a su alcance, incluso con programas televisivos en horarios de mediodía o media tarde).
No corresponde ni quiero justificar ninguno de mis actos al respecto, pero, haciendo una especie de parábola puedo decir que: “Se culpa al ladrón de gallina después de hacer que el tipo se babeé de hambre y luego de mostrarle lo rico que sería comérsela, hasta la gallina se le muestra con ganas de ser comida”. “El resultado de esto es que, cuando se le presenta la oportunidad el tipo termina por tirar sus conceptos morales a la mierda, se lleva la gallina, se la come y luego es juzgado y condenado sólo por esto, el hambre que le hicieron pasar, la incentivación respecto de lo rica que sería la gallina y otras cosas más que se le refregaron en la cara no cuentan. Él y sólo él es el hijo de puta de la historia”.
Bueno, evidentemente la Filosofía barata no tiene razón de ser, lo concreto es que después de cenar los mandé a la casa haciendo hincapié en que se portaran bien y aprovecharan a dormir después de ver un rato de T.V. Se despidieron y después de darme un regio baño me fui a dormir relativamente temprano. Me quedé “frito”, había estado “lindo” pero estaba cansado.
GUILLEOS1 – Continuará…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!