LA CAGADA. (7).
La entrega de la mamá de los chicos es superlativa..
No me acordé de nada de lo anterior y estaba profundamente dormido cuanto sentí la mamada. Norma había sido muy silenciosa, me desperté sin sobresaltos y la dejé que hiciera, sin apurarse la sorbía guardándola hasta que me tocaba el pubis con la nariz y yo sentía el glande acariciando y forzando su garganta. La sacaba de su boca apretando todo el tronco con los labios y salivándola, la volvía a engullir, todo esto mientras una de sus manos acariciaba mi vientre y la otra tocaba mi muslo con una caricia “felina”, esto es, cerrando y abriendo su mano.
Prendí la luz y me destapé, el cuerpo menudo y desnudo de mi vecina se encontraba debajo de las sábanas, su mirada era una especie de picardía y de súplica y tomé las dos almohadas para ponerlas en mi nuca a fin de tener la cabeza incorporada y poder mirarla. Antes de que siguiera quería besarla y con una de mis manos le tiré de sus cabellos para que gimiendo y reptando sobre mi cuerpo se acercara y pudiera comerle la boca. El gemido fue notorio y tuvo una mezcla de dolor-placer que me comenzaba a gustar y a ella la derretía.
Besé, hurgué en su boca con mi lengua, mordí sus labios, de forma suave (tampoco era lastimar por lastimar) y con los dedos índice y pulgar de mis manos apreté y retorcí sus pezones sobresalidos, tembló con las presiones de mis dedos y noté que su entrepierna apretaba al ariete y sus labios lo encerraban mojándolo, “cogete sola”, -le dije- y, como lo estaba esperando, no tardó en ubicar el glande y retroceder el cuerpo para ensartarse.
A medida que entraba en su conchita estrecha se fue incorporando, se arrodilló a mi costado y llegó hasta el final, se quejó cuando hice tope con su interior, pero de inmediato se tomó los pechos y sus pezones y, entrando y saliendo, sus caderas y su culo parecieron cobrar vida propia. Manejó a su antojo los músculos vaginales apretando y soltando como si fuera una mano y cuando comenzó a contraerse le grité que no terminara, se contuvo a duras penas y se mordió los labios ante el esfuerzo. El lugar estaba empapado y le ordené que la volviera y chupar y me la limpiara.
Yo ordenaba y me hacía ver como “el macho dominante” pero ella gozaba lo indecible con esos modos. Se hizo un bollo en mi entrepierna y me lamió hasta los muslos para culminar tragándose (sí, esa es la palabra y lo que pareció) todo el miembro palpitante. Fue de una y sin escalas, venciendo incluso un amago de ahogo, luego… se cogió la boca como nunca y a un ritmo que no esperaba. Decidí volver a ser el que mandaba y con mis manos le apreté la cabeza contra mi pubis, iluso de mí, se quedó allí unos segundos, sin problemas y moviendo la lengua en derredor del falo erecto.
“Ponete en cuatro” le pedí cuando volví a notar sus temblores y me incorporé para gozar de ese culito o culazo parado, duro, de nalgas erguidas, más formado que el de los chicos y más moreno. Estando en esa posición un par de chirlos que recibió con gemidos de placer la acomodaron y zambullí mi cara y mi boca en toda esa zona anegada pero totalmente depilada. Pedía por favor cuando, incrustando mi boca en su vagina, mi lengua la recorría de arriba abajo y salía para hacer lo mismo en el asterisco palpitante de su ano.
Dejé la boca y arrodillado detrás de ella la penetré de una y sin avisar, no importaba, era lo que ella quería, pero no pudo evitar el sonido doloroso de su quejido, mi ritmo se hizo rápido y parte de sus nalgas y los costados de sus muslos quedaron rojos de los chirlos mientras le decía que no volviera a cuestionar ninguna de mis decisiones, “si mi señor, perdóneme, no lo haré nunca más”, -repetía- y, como dándole permiso le dije que podía terminar.
El chorrito a presión de su explosión interior me mojó hasta los muslos y justo antes de que se derrumbara la tomé de la cintura y no la dejé desplomarse. Salir de un lado y mover el glande para empujar en el agujerito más chiquito fue como pestañear, aquí tampoco me detuve y la dejé caer acompañándola. Lo mullido de sus nalgas no alcanzó para detener una penetración extrema y sentí hasta como que se acomodaban sus tripas.
No pudo aguantar y se envolvió la cabeza con la almohada para sofocar el tremendo grito de dolor que no pudo contener. Aquí estaba más apretado y me moví “a piacere” aunque un poco más despacio haciendo que se agitara como electrizada cuando, acaricié, apreté y pellizqué sus tetas y pezones. Noté que se contenía para no terminar y como yo tampoco aguantaba más, grité en su oído, “terminá, terminá”.
Se encabritó moviendo el culo y mi propia y abundante eyaculación de leche hirviendo acompañó su “polvo”. “Sí, sí, sí, por Dios, sí”, -gritaba sin contenerse. Me apretaba con su músculo porque yo no quise salir enseguida y tampoco se lo permitía porque la abrazaba y no la dejaba mover por el peso de mi cuerpo. “Sergio, mi señor, fue maravilloso”, -me decía- y sus palabras sonaban sollozantes.
No se lo dije, pero el despertar había sido algo esperado por mí durante mucho tiempo, nunca había tenido una mujer que disfrutara tanto el que me la cogiera o, por lo menos, que me lo hiciera saber por medio de su entrega incondicional, por si fuera poco, ese culo era soberbio y mío, no tan sólo porque yo lo quisiera, era ella quien me lo hacía saber y me lo entregaba gozando de eso.
Me quiso limpiar con la boca y no la dejé, pero no quise evitar que fuera al baño y regresara con una toalla húmeda con la que se dedicó a limpiarme y en la maniobra, uno u otro beso o lamida con chupada de glande se le “escapó”, la dejé porque me gustaba verle la cara de placer y picardía que se le dibujaba cuando lo hacía. Luego le dije que se acostara a mi lado y la abracé, pareció que se derretía con esto y no hizo gestos, pero sus lágrimas corrían silenciosas por sus mejillas mientras se pegaba a mí.
Me gustaba esa mujer-hembra o hembra-mujer, no preguntaba, no exigía, se dedicaba a dar y le encantaba recibir de “su hombre-macho”, estaba seguro de que así me veía. Imprevistamente y sin pensarlo sentía muchas ganas de darle, no sólo en lo sexual, con los hijos incluidos, por supuesto, sino también en lo material, estaba convencido que, a poco que le diera, ella lo tomaría como un tesoro incalculable. Había sido acostumbrada desde siempre a ser usada y yo lo seguiría haciendo, pero ahora tendría sus ventajas.
Yo no rendía cuentas a nadie en la oficina, era el Jefe-Representante de la Compañía en esa subsidiaria y no me dieron ganas de ir, por ello, a pesar de la hora, llamé a mi secretaria y le dije que no iría a la oficina en los próximos dos días, que tenía que arreglar algunos asuntos y que se comunicara conmigo por cualquier inconveniente pero que se hiciera cargo ella de todo. Ni punto de discusión, ella sabía todo lo que había que saber y como desenvolverse. Al cortar la comunicación Norma me miraba, pero no decía ni preguntaba nada, algo que por otro lado era lo que yo deseaba, entonces le hablé.
- No tengo ganas de ir, voy a dormir un rato más y me voy a dedicar a ser mimado por mi vecina, -los ojos se le iluminaron-. Antes que nada, escuchá bien lo que vas a hacer. Ahora te vas a dormir un rato y luego mandás a los chicos al colegio, apenas abran los negocios vas a ir a un Instituto de Belleza y te hacés depilar con láser porque vos no lo hiciste bien, te hacés arreglar el cabello con un estilista y quiero una limpieza profunda de cutis. No, no digas nada, yo te voy a dar el dinero suficiente para que lo hagas.
- ¿Puedo cortarme el cabello como yo quiera?, -su mirada y su cara me decía que eso era como la concreción de un imposible-.
- Como vos quieras siempre y cuando quedes hermosa, luego te vas a la distribuidora de ropa, sola o con tu amiga Elena y te comprás o se compran lo que quieras o quieran en ropa y zapatos, eso sí, la ropa interior tendrá que ser erótica y que me haga “calentar” aunque a mi lado la vas a tener poco tiempo puesta, allí no tienen que pagar nada. Si llegás antes del mediodía, quiero que vengas a hacerme el almuerzo, pensá también dónde vas a mandar a los chicos por unas horas ya que después de almorzar vas a tener que “cansarme” un ratito, jajaja, voy a hacer que tu culito diga mi nombre.
- ¿Ves cómo sos?, ya estoy mojada de nuevo. Mejor me voy para hacer todo lo que dijiste, pero, ¿qué fue lo que le compraste a los chicos?
- Ya te lo van a mostrar, es ropa que necesitaban y la eligieron ellos, si querés cambiar algo aprovechá cuando vayas a comprar tu ropa, es en el mismo lugar.
Le di dinero y le dije que guardara el resto, además le recalqué que a la tarde hablaríamos de otras cosas que, desde ahora en más, harían al desenvolvimiento de su vida. No preguntó nada, pero sus ojos brillaban con puntos de interrogación, luego me besó y se fue, yo me quedé mirando ese culo apetecible y luego me dediqué a seguir durmiendo. El cuerpo me lo estaba pidiendo y le “entré” a las almohadas y sábanas hasta casi las once de la mañana, descansar había descansado, pero tenía la cabeza embotada y el baño se me antojó como una urgencia, salí renovado a secarme y luego, de bóxer y ojotas me acomodé para tomarme unos mates.
Como a las doce y media traté de escuchar a los chicos en su regresó del colegio y recordé de pronto que hacían jornada doble, los varones no regresarían hasta más o menos las cuatro de la tarde, no recordé eso cuando le dije a la madre que los enviara a otro lado. La que regresaba a eso de la una de la tarde era Cielo y todavía no llegaba, la que sí lo hizo caminando apurada por el pasillo era Norma, la acompañaba Elena y venían cargadas de paquetes. Las miraba por el visor y ambas parecían otras mujeres, Norma tenía puesta una remera ajustada que hacía notar sus tetas erguidas y una pollera acampanada que resaltaba sus ancas paradas.
Noté que calzaba unas sandalias de taco medio que hacía que sus piernas se vieran más bonitas. El cabello estaba cortado casi al cuello y un jopo travieso cruzaba su frente, su cara parecía brillar y estaba totalmente cambiada, era indudable que otra ropa y un buen Salón de Belleza hacía milagros en el físico y la psiquis de las mujeres.
A la que miré bien fue a Elena, vestía muy similar, era más alta y la remera dejaba notar un par de tetas majestuosas, a “ojo” calculé una medida cercana a los 95, el culo porque era culo y no culito parecía portar nalgas firmes y sus pantorrillas eran un poco más gruesas pero proporcionadas al físico más grande, el cabello rubio y lacio le caía en cascada dando marco a un rostro más que agradable, las escuché cuando hablaban en la puerta de la casa de Norma…
- Norma, ¿querés que te ayude con el tema de la comida?… Me jode tener que irme a la Clínica, aunque un rato más me puedo quedar, quiero conocerlo a Sergio y agradecerle junto con vos toda esta ayuda, no sabés la falta que me hacía.
- No, mejor que no te quedes, si nos ponemos a agradecer nos va a llevar un rato largo y dijo que tiene varias cosas que quiere hablar conmigo, si estás “calentita” aguantá, ya vamos a tener oportunidad.
- No sabés como estoy, lo de esta mañana con vos en mi casa, no lo esperaba, pero me encantó, me mojé hasta las orejas y estoy dispuesta a que me aten a una cama y me hagan lo que quieran, me di cuenta que todo “eso” me hace una falta terrible.
- Jajajaja, yo te aviso, pero no vayas a andar haciendo cagadas con nadie más, aguántate como una “lady”.
- Quedate tranquila, dame un besito, ya me hice un poco adicta.
- Largá loca que nos puede ver alguien, -se lo dijo y de refilón alcancé a ver que hubo un “piquito” a la ligera, luego la vi a Elena caminar hacia la puerta, sabiendo ella que se veía y se sentía como nunca-.
Se notó que Norma dejó los paquetes y salió disparada hacia mi casa, no tardó en golpear, le avisé que pasara y la recibí, sentado en el comedor, el apuro se le pasó cuando se paró delante de mí y bajó los ojos esperando mi dictamen…
- Tardaste bastante, pero la espera valió la pena, estás hermosa, ese corte te queda muy bien, parece que brillaras y esa ropa junto a las sandalias destacan todos tus atributos.
- Me voy a desmayar Sergio, nunca recibí elogios, es la primera vez que voy a un Estilista y tenía terror de que no te gustara, ¿de verdad me veo linda?
- Linda y deseable pero todavía no me diste ni un beso ni un abrazo.
Fue un pulpo, verdaderamente se convirtió en un pulpo deseoso de apretar y dar. Se abrazó a mí con brazos y piernas y me comió la boca como desesperada. Fue como un acto reflejo, mis manos pasaron por debajo de su pollera y aferraron las nalgas desnudas, tenía puesta una tanga, me di cuenta al rozar una tirita entre ellas y le dije: “Noto que tu ropa interior es distinta, esperá que vamos a pedir la comida y creo que tenés varias cosas por contarme”.
Se desprendió de mí en cámara lenta y me preguntó si la dejaba andar desnuda por la casa, le dije que sí, pero sin sacarse las sandalias y no tardó en alborotarme todos los ratones cuando quedó vestida sólo con su ropa interior. El sostén y la tanga haciendo juego era de color coral, del sostén, sin tirantes, sobresalía la mitad de las areolas y apenas contenía los pezones tapados, una tira sutil pasaba por encima de las tetas y la estilizaban un poco más. La piel, toda la piel parecía más blanca y resplandecía, el trabajo de depilación láser había sido completo y cuando se llevó las manos atrás para soltar el sostén le pedí que no lo hiciera, quería que se moviera con la lencería puesta y que hablara.
- Le conté a Elena que vos sos mi dueño y que me coges como nunca nadie, pero… esto se lo conté después de decirle que tenía dinero y me tenía que acompañar al Salón y a comprar ropa, me preguntó por qué lo hacía, por qué la invitaba, me armé de valor y le comí la boca sin más. Primero se sorprendió, pero después no le podía tener las manos y la boca, sólo se calmó cuando la ayudé con mis dedos en su clítoris gordito y tuvo un orgasmo largo y lloroso. Yo me aguanté porque sin que vos estés, no dejo que nadie me toque y se lo dije.
- Bien, no te digo nada porque era un paso que tenías que dar, ¿qué pasó después?
- Fuimos al Salón de Belleza, nos atendieron enseguida, creo que quedamos bastante bien y luego fuimos a ver la ropa, ahí nos atendieron muy amablemente y cuando nos probábamos la ropa, me volvió a besar y me dijo que quería agradecerte dejando que hicieras lo que quisieras, se me ocurrió decirle, “a vos habría que atarte a la cama y gastarte” y se puso como loca, “sí, sí, sí, me encanta eso y si me quiere pegar con el cinturón tampoco me voy a negar”, me contestó eso y se apoyó en una de las paredes, no se lo pregunté pero creo que tuvo un orgasmo imaginando.
- ¿No vino con vos?
- Sí, me acompañó hasta la puerta, quería quedarse, pero hoy operan a la madre y no ibas a tener tiempo, creo que es mejor programarlo bien. Con la madre operaba no se va a poder quedar allí, si querés le digo que se venga esta noche con vos solo.
- No, quiero que estés vos y hasta no saber qué pasa con la madre va a estar con la cabeza en otro lado.
Eso me lo aceptó con una sonrisa disimulada, no estaba acostumbrada a que se la tuviera en cuenta, pero era evidente que lo necesitaba. Después me contó que había comprado ropa interior, un par de polleras más para Cielo y unas sandalias de jovencita y, además había cambiado un jeans para Martín, a eso no le di importancia, me puse un short y salí a atender al chico del delívery que estaba tocando el timbre. Me encantó entrar de nuevo en la casa y ver el culito de Norma apuntando hacia la puerta mientras ponía la mesa.
Me comentó que Cielo no vendría hasta más tarde porque iba a ir al cine con un par de amiguitas de la escuela. Nos sentamos a comer y fui atendido como un rey, al finalizar el almuerzo la notaba inquieta, pero no me decía nada, me imaginé qué era porque quería que le “enseñara idiomas” a su culo y no la quise hacer esperar. Me levanté de la silla y me paré delante de su cara, “arrodillate, bajame la ropa y chupala como me gusta” … “Sí mi señor”, -me contestó y todo su rostro se encendió-.
Me miraba con la nariz apoyada en mi pubis y se sacaba la pija despacio de la boca sin dejar de mirarme, su ritmo de mamada se fue acelerando hasta que no me aguanté y tomándola de sus orejas le cogí la boca hasta llenarle la garganta de leche, se estremeció toda al sentir el líquido, pero luego la fue sacando despacio a la par que me la limpiaba con esmero. La “feúcha” bien cogida y producida había dado paso a una mujer, no hermosa, según que determinados estereotipos, pero sí bonita e interesante.
En ese momento quería tranquilidad sin agresividad y la hice levantar para alzarla en brazos y llevarla a la cama, le faltó poco para derretirse y su mejor expresión fue besarme toda la cara como enfebrecida hasta desembocar en mi boca. Al llegar a la cama le dije que se sacara la ropa que le quedaba y se pusiera en cuatro, obedeció enseguida y esperó. Mi lengua en sus intimidades le arrancó un par de orgasmos y varios insultos a su tiempo desperdiciado. Luego penetré despacio su vagina y sentí, haciéndole sentir, el paso por todas sus rugosidades.
Lloraba pidiendo más y un poco entrecortada me dijo que ya tomaba las pastillas, le contesté al toque: “hacés bien pero ya sabés cuál es mi debilidad”, terminé de decirlo mientras comenzaba a penetrar su culito complaciente. Se le escapó un “dame con todo” y los chirlos que sonaron fuertes pidiendo que me dejara coger tranquilo la ablandaron y se entregó temblando por el placer.
Mi miembro estaba re duro y se tomó todo el tiempo para recorrer la intimidad de su recto para que notara la penetración desde principio a fin, no se lo esperaba y no paraba de gemir y temblar con contracciones y orgasmos cortos. Una vez instalado bien en el fondo volví a salir y desde allí, verdaderamente se lo hice hablar, fue un rato a una velocidad constante escuchando sus gritos, sollozos y pedidos de “más pija de su dueño”, así lo pedía y yo trataba de complacerla.
Estaba excitadísimo y no tardé en inundarla lo que le provocó un orgasmo bestial, gimió, gritó, se movió, dejó que todo mi cuerpo la aplastara contra la cama y no paraba de temblar totalmente encadenada a su placer. Salí para dejarme caer en un costado y saltó como felino para lanzarse a limpiar el miembro que se desinflaba, lo hizo a conciencia y cuando terminó le pedí que se recostara a mi lado, apoyó la cabeza en mi hombro y yo la abracé para jugar con uno de sus pezones.
- Sergio, no quiero que te enojes por lo que te voy a decir, estuve pensando y me di cuenta que no podría vivir sin vos y sin tu pija. Si no te tengo no me importa nada, ni los vecinos, ni mi trabajo, ni mis hijos, estoy convencida que sos mi dueño y quiero ser tu perra, tu esclava, lo que vos quieras, aunque me des poco será suficiente para hacerme sentir bien. En dos o tres días me diste mucho más que en toda mi vida y ni te imaginás la felicidad que siento.
- Eso es un poco extremo, ya sabés que no quiero pareja estable y no me gusta recibir ningún tipo de impedimento o presión.
- Lo sé y no me importa, nunca te molestaría, podés salir o coger con quien quieras, esté yo adelante o no, no habrá trabas, si mi madre o mi abuela vivieran las convencería para dejarse coger por vos.
- Jajaja, disculpá que no te crea, son palabras interesantes, pero son sólo palabras, no creo que tengas los ovarios para una entrega completa, mirá si te digo que me gustan los culitos de tus hijos, -dudó un poco con esto, pero se decidió rápido-.
- Son un poco chicos, pero si ellos quieren te los podés coger, aunque con ellos te pediría participar.
- Ya veremos, pero todo lo que me decís me lo tendrás que ir demostrando, además tengo otra propuesta para vos.
GUILLEOS1 – Continuará…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!