La casa del cubano.
Mira mira, me decía el cubano, mira como la va preparando para que se deje montar, mira como la trata, mira como la va sometiendo y colocándola para montarla y aparearse con ella..
Mis abuelos viven o mejor dicho vivían a las afueras de la ciudad, tenían una casa de planta baja, vamos una casa como hay en muchos pueblos, casa a la que tanto yo como mis padres y hermanos solíamos ir todas las semanas a ver a mis abuelos. Mi abuelo además del trabajo en la fábrica era agricultor, plantaba de todo e incluso cosechaba flores, al final de una de las fincas que tenía, tenía un rosal que trabajaba y cuando las rosas estaban a punto, las cortaba y llevaba a vender a la floristería. Muchas veces tengo ido con él, aunque yo todavía era muy pequeño, pero los recuerdos de ir con él bien a buscar las fresas, garbanzos, guisantes, etc., son recuerdos que no olvidas.
Recuerdo que cuando me llevaba al río, en lugar de ir por la carretera, era una carretera sin asfaltar, para acortar el trayecto, me llevaba por un camino que había y todavía sigue existiendo. Por ese camino a más o menos la mitad del trayecto, estaba y sigue estando la casa del cubano como le llamaba él. En ella vivía un hombre alto, fortachón, era un criollo cubano, era español nacido en cuba, su padre era español y su madre una negra cubana. Cuando yo lo conocí, ya vivía el solo en aquella casa.
Siempre que iba con mi abuelo por dicho camino, al llegar a la casa del cubano, como le llamaba él, siempre solía pararse a saludar y hablar con dicho hombre. Yo solía mirarlo con curiosidad, pues veía a un hombre muy fuerte y supongo que por el color de su piel. Tendría por aquellas unos 40 años, y yo tenía de aquellas 11 años.
Cuando lo volví a ver, fue unos 11 años después de la muerte de mi abuelo, o sea que ahora poco más de los 50 años tendría. Lo volví a ver porque aquel verano solía ir todos los días a ver a mi abuela, estaba sola y para hacerle compañía, solía ir por la mañana, me quedaba a comer y luego muchos días solía ir a bañarme al río. Siempre que iba al río iba por aquel camino que mi abuelo utilizaba, llegaba antes y era menos agobiante. Por supuesto que solía encontrarme con el cubano, cuando llegaba a la altura de su casa. El primer día que me vio, se quedó mirándome algo extrañado, yo muerto de vergüenza lo saludé más que nada por cortesía, vi como se quedaba mirándome, hasta que debió reconocerme, pues me devolvió el saludo a la vez que me preguntaba si era el nieto de Marcelina. Cuando le contesté que sí, esbozó una sonrisa, sonrisa que de verdad que me hizo estremecer y no sabía decir el porqué, pero que no tardé muchos días en saber porque era, pero el caso es que aquel hombre me hacía estremecer cada vez que lo veía. Después de aquel breve encuentro donde nos saludamos dándome él saludos para mi abuela, seguí camino del río.
A la vuelta nos volvimos a encontrar, nos volvimos a saludar, despidiéndonos sin que yo parara, veía a aquel hombre y todo mi cuerpo se estremecía, me ponía muy nervioso el ver cómo me miraba.
A los 3 días de aquel encuentro, yo luego de comer con mi abuela, comía muy temprano, a la 1 del medio día ya había que estar sentado a la mesa, pues la comida ya estaba lista, una vez de haber terminado de comer, mientras mi abuela se echaba una siesta, yo me fui al río a bañarme, era un día de muchísima calor, así que cuando dieron las 2 de la tarde, yo ya estaba llegando al río. Hoy al pasar por la casa del cubano, no lo vi, posiblemente estuviera comiendo, pero a la vuelta sí me lo encontré, estaba sentado a la sombra, tomando el fresco.
Desde el río a la casa del cubano, era todo cuesta arriba, por eso él ya me vio mucho antes de que yo llegase a la altura de su casa, pudo ver como yo venía sudando, eso que acababa de darme un baño en el río. Nada más llegar a la altura de su casa, una vez ya la cuesta había terminado, paré para tomar aire a la vez que le devolvía el saludo al cubano, el cual se había levantado para saludarme a la vez que se acercaba a mí.
¿Parece que hoy hace mucho calor, ¿eh?
Sí, le contesté, hoy es de los días más calurosos que hemos tenido.
Sí, hoy hace bastante calor, ya veo cómo estás sudando, eso que vienes del río, si quieres puedes sentarte un poco aquí al fresco, te invito a una cerveza si te apetece.
Bufff, una cerveza fresquita ahora no venía nada mal, le contesté.
Pues no se diga, ven, vamos para la parte trasera de la casa, ahí ya verás que fresquito se está, ya verás que bien sienta una cerveza fresca mientras charlamos un rato, me dice el cubano agarrándome por el brazo para que lo acompañe.
Fue sentir su mano tocando mi brazo y todo mi cuerpo se estremeció, juro que fue como si me hubiera dado una descarga eléctrica que recorría por todo mi cuerpo. Nada más llegar a la parte de atrás de su casa, bufff, un alivio sentí al notar aquel fresquito que venía de los árboles que tenía plantados. Junto a ellos tenía una mesa de granito y una parra que cubría la misma dándole sombra. Allí tumbados junto a los árboles, estaban 2 de los 3 perros que tenía tumbados a la sombra. Ninguno de ellos se movió al verme, solo levantaron la cabeza para ver quien era y siguieron sin moverse de donde estaban.
Una vez me dejó sentado allí al fresquito, el cubano entró en la casa, volviendo al poco con 2 cervezas y 2 vasos. Me dio una a mí, bebiendo él la otra a la vez que me empezaba a hablar, preguntándome de todo.
Yo le iba contestando a todo lo que me iba preguntando, estaba algo nervioso e inquieto, mirar para aquel hombre me hacía estremecer. Tenía puesto un pantalón flojo, era como si fuera de lino, solo que era de color marrón oscuro, yo cada vez que miraba para él, no dejaba de fijarme en la entrepierna, Bufff, ver aquel tremendo bulto que se le podía apreciar, me daba escalofríos, por encima yo había ido con unas bermudas y, por si fuera poco, ahora no llevaba nada debajo de ellas, antes de marchar del río, me había sacado el bañador que lo tenía mojado y lo llevaba envuelto con la toalla. Así que cada vez yo estaba más inquieto y nervioso, notaba como mi polla empezaba a crecer, me estaba empalmando, aquel hombre me ponía cachondo y me estaba empezando a dar dé cuenta de cómo me miraba, era claro de que a él le pasaba lo mismo, por eso me había mirado de aquella manera el primer día que nos habíamos visto.
Por supuesto que él vio mi nerviosismo y lo inquieto que estaba, el muy cabrón veía cómo me ruborizaba y como mi polla cada vez se ponía más dura, aunque yo tratara de disimularlo poniendo sobre mi regazo la pequeña mochila donde llevaba la toalla y bañador. Viendo lo nervioso que yo estaba, antes de que acabara de beber la cerveza, se levantó yendo a por otras cervezas, no quería que me fuera tan pronto, ahora que me tenía allí, no iba a dejar escapar la presa sin al menos haber intentado seducirlo como había previsto al verme venir del río aquella tarde.
Al poco apareció con otras 2 cervezas en una de sus manos y de la otra, traía al otro perro que faltaba, era una de las 2 perras que tenía, nada más salir con ella, el perro que hasta el momento no se había movido de donde estaba tumbado, ya se levantó acercándose a él, cosa que me extrañe, pues hasta ese momento ni cuenta me había dado de los perros.
Mira que pronto se levantó Sultán, dijo el cubano cuando vio acercarse al perro a ellos a la vez que soltaba a la perra que había traído de dentro de la casa.
El perro fue tras la perra mientras la perra no paraba de dar vueltas. Mientras esto pasaba, el cubano se sentó junto a mí, me pasó la otra cerveza a la vez que me decía:
Ya verás que espectáculo vamos a tener, la perra la tenía dentro de casa porque está en celo y para que la deje tranquila la tenía encerrada, pero es hora de que la dejemos disfrutar y que tome un poco el aire, me decía el cubano mirándome a los ojos para ver mi reacción.
Yo que estaba empezando a procesar todo aquello que me estaba diciendo el cubano, me empecé a enrojecer, joder, con lo excitado que me estaba poniendo, solo me faltaba ver coger a 2 perros y eso era precisamente lo que estaba empezando a pasar.
El perro no dejaba de ir detrás la perra, la olisqueaba tratando de que ella se dejara montar, el perro olía el celo de la perra y la iba preparando, la lamía y mordisqueaba en los cuartos traseros para que ella se dejara y se colocara adecuadamente. Dios ver aquello fue lo que terminó de disparar mi calentura, tenía la polla que me reventaba de lo dura que la tenía.
Mira mira, me decía el cubano, mira como la va preparando para que se deje montar, mira como la trata, mira como la va sometiendo y colocándola para montarla y aparearse con ella.
Bufff, ver aquel espectáculo me tenía que no podía más, si la perra estaba caliente, yo no era menos, cuando de repente vemos como el perro por fin monta a la perra y al momento ya la ensarta, haciendo que la perra empiece a gemir. Justo ahí fue cuando el cubano me acaricia la pierna a la vez que me dice:
¿Viste así un espectáculo como esté en directo alguna vez?
No, le contesto moviendo la cabeza en señal de negación.
Mira, mira como gime ella, mira como se abre de los cuartos traseros para que la penetre bien a fondo y mira como les cae la baba a los 2, me decía el cubano acariciando mi pierna.
¿Tu quien preferías ser, él o ella? Me dice mirando a ver cuál es mi reacción.
Yo que estoy que me muero de vergüenza, me encojo de hombros sin saber que decirle, me da mucha vergüenza contestarle, por lo que me encojo de hombros, pero lo tengo muy claro, muero por estar en el lugar de la perra, ver como está disfrutando me tiene al punto de alcanzar un orgasmo sin siquiera tocarme.
¿Te gustaría que te montara, así como la está montando a ella? Me pregunta sin dejar de mirar a los ojos.
¿El perro? Le pregunto preocupado.
Bueno, si quieres, sí, pero no me refería a que te dejaras coger por el perro, me dice subiendo su mano por mi pierna hasta llegar a la entrepierna, me refería a que yo te cogiese, así como la está cogiendo a ella, termina de decirme cuando ya tiene su mano sobre mi entrepierna y empieza a acariciar mi polla que está empalmada a tope.
Mira como estás, seguro que estás en celo como ella, estás enrojecido y caliente a más no poder, me dice al ver como gimo y retuerzo de gusto. Sigue acariciándome con su mano a la vez que se pega a mí. Ahora ya lo tiene todo claro, ve que yo me dejo y no espera más, me saca la pequeña mochila de mi regazo, lleva mi mano a su entrepierna a la vez que me dice:
Mira cómo me tienes, cógela con la mano que se que lo estás deseando, ya vi como me mirabas y la verdad es que me tienes que ya no aguanto más, desde que te vi el primer día que te tengo ganas, estás muy bueno y quiero hacerte lo mismo que a la perrita, quiero abrirte de piernas y entrar en ti, quiero que seas mi perrita, que te dejes montar y hacerte mío y sé que tú lo estás deseando, me dice arrimándome más a él a la vez que tira de mis bermudas para abajo tratando de quitármelas.
Yo que ya no puedo aguantar más, me dejo llevar y dejarme hacer lo que quiera, la verdad es que estoy tan caliente como la perra que está en celo. Nervioso palpo el tremendo bulto que tiene en medio de las piernas, comprobando que, si yo estoy empalmado, él tiene aquello como un fierro de duro. Dios tremenda verga que debe tener, no pudiendo resistirme más y viendo como me baja la bermuda, yo trato de desabrocharle aquel pantalón y sacarle la tremenda polla que debe tener el carajo del cubano.
Ya consigo desabrochar el pantalón cuando él ya me está sacando la camiseta por la cabeza. Ya me tenía sacado por completo la bermuda que llevaba, cuando vio que debajo de la bermuda no llevaba nada puesto, exclamó.
¡Ay marico, si me vienes sin nada! Y luego de acariciarme los genitales, me sacó por completo la bermuda, quedándome de cintura para abajo sin nada, solo con las deportivas que llevaba puestas y ahora ya me estaba sacando la camiseta, quedándome completamente desnudo y listo para ser enculado como estaba siendo la perrita por el perro.
Ay marico que bueno me estás, ya verás como te voy a hacer gemir como a la perrita, pensaste en dejarte montar por el perro, pero el que te va a montar soy yo, yo te voy a hacer mi perrita, te voy a quitar esa calentura y hacerte mío, ya verás como vas a gozar de este viejo cubano, me decía abrazándome a él ahora que ya me tenía completamente desnudo.
¡Uy que culito más lindo tienes, marico! ¡Ay que cachitas más ricas! Me decía magreando y manoseando mi culito.
¿Ya te la metieron alguna vez? Me preguntaba a la vez que con sus dedos trataba de abrir mi caliente agujerito.
Siií, ya me follaron, le contesté, agarrándome a él mientras me manoseaba y con su boca buscaba la mía.
Mejor, porque la herramienta que tengo no es pequeña y no quiero lastimarte, quiero que seas mi hembrita, quiero cogerte siempre que vengas por aquí, ya verás que feliz te va a hacer este viejo cubano, ya verás que placer te voy a dar.
Sin poder aguantar más, me soltó y se empezó a sacar aquel pantalón que yo torpemente había estado tratando de aflojárselo, quitándoselo junto al calzoncillo en un instante.
Bufff, Dios así que vi lo que le colgaba del medio de las piernas al viejo cubano como se llamaba él, fue ver aquella tremenda polla y quedarme asustado, aquello le mediría cerca de los 20 centímetros, pero eso no era lo peor, es que además la cabrona era bastante gorda, aquello me iba a reventar el culo.
No te asustes, marico, ya verás como vas a disfrutar de ella cuando te la deje ir toda por este culito tan rico que tienes, tu tranquilo que yo se como usarla, ya verás como no te hago ningún daño, me decía abrazándome a él mientras me iba comiendo a besos.
Yo nervioso y caliente como estaba, me dejaba hacer, gemía y me retorcía del gusto que me estaba dando el viejo cubano, me mordía los labios e iba besándome por toda la cara a la vez que me susurraba, ay marico que bueno me estás, que ganas tenía de tenerte así en mis brazos, ya verás cómo te voy a hacer gozar, vas a gemir como la perrita, me susurraba mientras yo temblaba de gusto a la vez que trataba de agarrarle la enorme verga con mi mano, estaba obsesionado con aquella enorme verga. Así que pude coger la verga con mi mano, empecé a acariciarla mientras él me comía la boca.
¿Te gusta, te gusta la polla que tengo?
Siií, sí me gusta, es muy grande, le contesté temblando de gusto.
Ya veras cuando te la meta por este culito tan rico que tienes, ya verás como te vas a retorcer y gemir de gusto.
Es muy grande, le dije.
No tengas miedo, ya verás que fácil te va a entrar toda, me decía llevando su mano a mi agujero empezando a palparlo con los dedos, tratando de dilatar mi entrada anal. Estás todo mojadito, estás como la perrita en celo, tienes el agujerito muy estrecho, pero no te preocupes que te lo voy a dilatar para que te entre toda mi verga.
Yo al notar como su dedo me entraba por el culo e iba abriendo mi esfínter, gemía a la vez que me estremecía de gusto, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh!
Eres muy estrechito de culo, me decía el viejo cubano, pero no te preocupes que para eso hay remedios, me decía dejando de abrazarme. déjame ir a la casa que voy a ir a por una cosa, quédate así que no tardo nada, me decía yendo hacia la casa y entrando en ella.
En aquellos momentos no sabía que hacer, miraba para todas partes dándome cuenta en aquellos momentos de que estábamos al descubierto, que podríamos ser vistos por cualquiera que llegase de repente a la casa, claro que tendrían que meterse a la parte trasera y eso era ya propiedad privada, aún así no me quedé muy tranquilo.
Que estás pensando, escuché que me decía el viejo cubano, sorprendiéndome por lo pronto que volvía. Nada, solo pensaba en que si viene alguien podría vernos.
¡Jajaja! No temas que aquí donde estamos no nos ve nadie, tendrían que venir por medio de las fincas y por ahí no hay camino, además que es de mi propiedad. Me abrazó de nuevo a él, a la vez que me decía, no temas que aquí no nos va a ver nadie, aquí estamos seguros, aquí no te va a pasar nada que tu no quieras. Mira cómo Sultán está preñando a la perra, mira como la tiene abotonada. Ahora que ya la tiene abotonada, es cuando le va soltando chorros de semen para conseguir dejarla preñada.
Miraba para los perros pensando en lo que me decía el viejo cubano y no podía dejar de estremecerme, sabiendo que era lo que me iba a hacer a mí.
¿Te pone cachondo ver cómo Sultán coge a la perra, ¿verdad? ¿Te gustaría estar en el lugar de ella, verdad que sí?
Miré para el viejo cubano escuchando lo que me decía y no sabía que contestarle, ya al principio había pensado en que me hablaba de dejarme montar por el perro, cuando él pensaba en follarme él como lo estaba haciendo el perro. La verdad es que aquella conversación me ponía muy nervioso, pues muchas veces había soñado en que era montado por un perro y no quería que supiera de mis fantasías, no estaba seguro de que aquello me fuese a gustar, no quería darle ideas al viejo cubano, no fuera a pedirme que me dejase coger por el perro también.
Mientras me tenía abrazado a él, el viejo cubano miraba pensativo para el perro, a saber, en que estaba pensando, no me gustaba mucho así que, sin esperar más, tratando de llevar yo la iniciativa, le agarré la polla con la mano empezando a meneársela, la deseaba con toda mi alma.
¿Te gusta mi verga eh? ¿Tienes ganas de sentirla dentro tuya, eh marico? Ya vi que no me sacabas el ojo de ella, se te iba la vista a mi entrepierna, por eso supe lo que estabas deseando, y yo quiero dártela toda, quiero verte gemir y retorcer de gusto, me decía el viejo cubano dejando un tazón que traía en la mano y que fue lo que había ido a buscar.
Ven, vamos para aquí, me señalaba el banco donde habíamos estado sentados, se terminó de quitar la ropa que le quedaba, y luego se sentó en el banco, a la vez que me decía, anda chúpame un poco la polla, saboréala antes de que te la meta por el culo.
Al momento ya me puse de cuclillas apoyándome en sus piernas, mientras con mi mano sujetaba aquella enorme verga, llevándomela a la boca. Pasé la lengua por toda la cabeza para saborearla, jugué con la piel del prepucio y poco a poco iba lamiendo y chupando todo el glande.
¿Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh! ¡Ay que boquita tienes marico, ay que gusto me das! Así así, chupa, chupa la cabeza, así así, ve tragándola toda, así así marico, Bufff que boquita tienes, gritaba el viejo cubano sujetándome la cabeza a la vez que trataba de empujarla para que tragase cada vez más. Pero poco más del glande podía tragar, además de ser algo gorda era muy larga, la polla del viejo cubano.
Varias veces me abrí en arcadas y ahí el viejo cubano me decía:
Despacito, ve despacito, no tengas prisa, tenemos mucho tiempo y no quiero que te me atragantes, tu ve despacio y poco a poco, ya verás como con calma te la vas a tragar toda.
Bufff, el viejo era muy optimista, yo ya estaba que sudaba, trataba de tragarme todo lo que podía, pero aquella verga era inmensa, mi boca no daba para más. Mientras yo seguía mamándole la polla, el viejo cubano me iba acariciando con sus manos, primero enredó sus dedos en mi pelo a la vez que me apuntaba el ritmo de la mamada, luego cuando vio que ya no me hacía falta, con sus manos empezó a acariciarme la espalda, luego el pecho donde acarició y magreó mis tetillas que eran y son pequeñitas, pellizcaba con los dedos los pezoncitos haciendo que me fuera excitando cada vez más. Luego pasó su mano por mi abdomen a la vez que me lo acariciaba, me iba diciendo lo bueno que estaba y como me iba a llenar de lechita aquella barriguita.
Ay marico, como te voy a llenar de lechita esta barriguita que tienes, llevo ya mucho tiempo sin correrme, te voy a dejar bien preñada esta barriguita, va a parecer que te cogió Sultán, ya verás cuanta lechita te voy a soltar. Pensaste que te iba a montar el perro, pero no, marico, el que te va a llenar este culito tan rico que tienes y te lo va a reventar, soy yo, hoy voy a ser tu marido, hoy te voy a hacer mi hembrita, otra vez ya dejaré que te coja el perro si tú quieres.
Escuchar todo aquello que me decía, me excitaba y ponía cada vez más caliente, la perra estaría en celo, pero yo cada vez estaba más salido y caliente.
Después de un buen rato chupándole la polla, me hizo levantar, iba a prepararme el culito para darme la follada de mi vida. Ya me habían follado unas cuantas veces, no era primerizo, pero ninguna de las pollas que me habían metido por el culo, era como aquella de grande, y eso me tenía algo preocupado.
Me hizo poner de pie metido entre sus piernas, quedando las piernas de ambos entrelazadas pues una pierna mía estaba en medio de las suyas y una de las suyas metida en medio de las mías. Así, así abre un poco más las piernas me decía mientras agarraba el tazón que había traído de la casa. Metió una de sus manos sacando un poco de lo que en él había, a la vez que decía, es manteca para lubricarte bien el agujerito, ya verás como así te dilatamos bien el esfínter para que pueda meterte la polla sin que te duela ni te haga daño.
Llevó aquel ungüento a mi agujero, pasó su mano por alrededor del esfínter y luego fue metiendo sus dedos poco a poco, primero metió uno y así que mi esfínter anal empezó a dilatar, metió un segundo dedo. Los metía a fondo y luego los abría como si fueran unas tijeras y así poco a poco fue lubricando y dilatando mi esfínter hasta que vio que ya mi agujero se dilataba con gran facilidad.
Mientras me estuvo preparando, yo apoyaba mis manos en sus hombros, gemía y temblaba del gusto que me estaba dando al meterme sus dedos, cuando siento como los saca diciendo, ya marico, ya estás listo para ser cogido, ya verás lo fácil que te va a entrar mi polla. Mientras decía esto, pasaba la mano con la que me había estado preparando por su larga verga, dejando la punta de la cabeza más pringada con aquel ungüento casero con el que me acababa de lubricar.
Me sujetó por el culito a la vez que me decía, ven, abre las piernas y ponte a horcajadas sobre las mías, así así abre bien las piernas y arrímate a mí, así así, me decía mientras yo abría mis piernas dejando las de él en medio de las mías.
Así así, ahora agárrate a mi cuello, agárrate como si me abrazaras y ve agachándote hasta quedar sobre mi regazo.
Así hice, apoyándome en sus hombros me abracé a él a la vez que iba agachándome poco a poco.
Así marico así ve despacito, así, ahora espera para que coloque la cabeza de mi polla en la entrada a tu culito, así así, ahora ve bajando despacito.
¡Ohhh! Abrí los ojos notando como mi esfínter se iba abriendo poco a poco, ¡ooohhh! Volví a gemir notando como su polla seguía entrándome por el culo, cuando de repente él, que me sujetaba con sus manos el culito para que fuese bajando poco a poco, cuando siento como sus manos pasan de sujetar mi culito a levantar mis piernas haciendo que toda su polla me entrase por completo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Grito notando como toda su polla me entra hasta los huevos. Dios ya la tenía toda metida por el culo, ya me había entrado toda y yo chillaba abrazándome a él, mientras él tiraba de mis caderas hacia abajo a la vez que impulsaba su pubis, hincándome su polla más profundamente. Ya marico ya, ya te la dejé ir toda, ya la tienes toda dentro, ves como sí te entraba. Ahora muévete, sube y baja y mueve el culito ya verás como gimes del gusto que te va a dar.
Y la verdad es que tenía razón, me movía como un poseso, abrazado a él, subía y bajaba como si estuviera loco, pero lo que estaba era sentido un tremendo gustazo.
¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ay me muero! ¡ay me muero! Gritaba moviendo mi culo arriba abajo una y otra vez, manteniéndome abrazado a él.
Así marico así mueve el culito, así así, ya sabía yo que te iba a gustar, sabía que eras toda una perrita, tienes un culito que está hecho para follarlo bien follado, tienes un culito muy rico y verdad que me vas a dejar que te coja siempre que vengas por aquí, verdad que te gusta como te coge este viejo cubano.
Siií, sí me gusta, le gritaba sin dejar de subir y bajar moviendo mi caliente culito, notando como su enorme polla me entraba por el culo una y otra vez.
Estaba que ya no podía más, ya las piernas no me respondían, ahora ya sentado sobre su regazo, movía mi culo adelante atrás, notando como su polla se deslizaba por dentro de mi culo.
Mientras él, impulsaba su pubis a la vez que mordía mis labios. ¡Ay marico como me gustas! ¡ay que gusto me estás dando! Gritaba mientras mordía mis labios comiéndome la boca.
Ya llevábamos un buen rato cogiendo, ya los 2 sudábamos como carneros, cuando él me sujeta por las piernas y levantándose a la vez que me llevaba abrazado a él, me puso sobre la mesa tumbándome de espaldas y así como me tenía ensartado en su polla, manteniéndome abierto de piernas y con ellas levantadas, empezó con un mete y saca frenético, me estaba follando salvajemente, se escuchaba el plof, plof plof plof plof, plof plof plof plof, una y otra vez, de su pubis golpeando mi culito cada vez que su polla me entraba por el culo.
Ya marico ya, ya te voy a llenar el culito de lechita, ya te voy a preñar marico, me decía cuando de repente mi polla empezó a escupir trallazos de semen los cuales iban a parar a mi pecho y abdomen.
¡Ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba yo viendo como mi polla soltaba trallazos de semen, mientras el viejo cubano no dejaba de darme por el culo.
Ay marico, te estás corriendo, te he hecho tener un orgasmo sin que te toques la pollita, si que estás disfrutando marico, decía cuando de repente noto como las arremetidas son más profundas y de pronto se pone a gritar que se corre.
Me corro marico, me corro, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba inundándome el culo con su espeso y caliente semen.
Estuvo un buen rato soltando semen dentro de mi caliente culito, el cabrón estaba bien cargado de leche, era además muy espesa, así que era cierto que llevaba tiempo sin descargar el viejo cubano.
Cuando terminó de eyacular, antes de bajar mis piernas, sacó su larga polla de mi culo, Dios me estremecí de gusto y gemí cuando lo hizo, salía con un hilito de semen en la punta de la polla, cosa que me hizo saber que acababa de ser preñado por él, que me acababa de hacer suyo, yo ya era su perrita, y aquello me gustaba.
Nada más sacar su polla de mi abierto y caliente culito, bajo mis piernas las cuales quedaron colgando de la mesa donde estaba tumbado. Estaba reventado y las piernas apenas las sentía, menuda follada que me acababan de dar.
Así que me fui recuperando, bajé de la mesa y me fui a sentar en el banco así desnudo como estaba, todavía hacía mucho calor y los 2 seguíamos sudando como 2 carneros.
Junto a mi se sentó él trayendo otras 2 cervezas de la casa, me dio una a mí y abrazándome a él, empezó a besarme y morder los labios mientras me decía lo mucho que le había gustado, que quería volver a cogerme, que le gustaría ser mi marido, que iba a ser mi hombre y me iba a dar verga cuando yo quisiera
¿Te gustó?
¿Te gusta como te folla este viejo cubano? Me preguntaba.
Sí, sí me gustó, le contesté. Claro que me gustaba como me acababa de follar, si hasta me había hecho correrme del gusto que me estaba dando.
¿Quieres ser mi hembrita?
¿Quieres que sea tu macho?
Si, le contesté, claro que quería ser su hembrita y que él fuera mi macho, quería que siguiera dándome por el culo todas las veces que él quisiera, aquella polla me volvía loco.
Así acurrucados uno junto al otro, estuvimos hasta que la tarde empezaba a refrescar, era hora de lavarse un poco, pues de mi culo todavía seguía escurriéndose el semen con el que me había preñado, todavía tenía el culito algo abierto e hinchado, al igual que los labios, los cuales además de hinchados, los tenía enrojecidos de tanto que me había besado y comido la boca. Fui con él adentro de su casa, allí me llevó al baño donde me dejó duchar, luego salimos todavía desnudos como estábamos, recogí la ropa poniéndomela mientras él no dejaba de meter mano, me decía que era una pena que me tuviera que marchar, que le encantaría que me quedase allí con él, que me llevaría para la cama y allí me volvería a coger toda la noche.
Ay marico como me gustaría que te quedaras a dormir conmigo, te iba a coger toda la noche, pero bueno, al menos espero que mañana vuelvas y si quieres además de cogerte otra vez, dejo que te monte el Sultán, si tienes ese capricho, yo haré posible que se haga realidad, ya ves lo bien que trata a sus perritas, ya viste lo cariñoso y atento que es con ellas.
Si queréis escribirme o contactarme, podéis hacerlo a:
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