La casa del cubano II.
Cuando llegué a casa de mi abuela, estaba tan cachondo que hasta sentía vergüenza porque mi abuela pudiera notarlo, no me salía de la cabeza la enorme pinga del cubano, Dios hasta me hacía estremecer cada vez que pensaba en ella, como me la había introducido por el culo.
Habían pasado 2 días desde que el viejo cubano me había dado por el culo, tenía toda la intención de volver al día siguiente, me había gustado la tremenda follada que me había dado, pero al día siguiente no pude ir, ni siquiera pude ir al río como tenía previsto, mi abuela tenía que ir al medico y yo la tenía que acompañar, así que, aunque moría de ganas por volver a dejarme coger por el viejo cubano, hasta el día siguiente no pude ir.
Ya por la mañana de ese día, yo estaba muy nervioso, estaba muy excitado, tenía ganas de volver a ver al viejo cubano, quería que me volviera a coger, que me abriera el culo con su larga verga y me lo llenara de lechita, quería que me volviera a hacer suyo.
Cuando llegué a casa de mi abuela, estaba tan cachondo que hasta sentía vergüenza porque mi abuela pudiera notarlo, no me salía de la cabeza la enorme pinga del cubano, Dios hasta me hacía estremecer cada vez que pensaba en ella, como me la había introducido por el culo y como me había hecho chillar de gusto. Las horas no se me daban pasado, sabía que mi abuela comía muy pronto, a la una del mediodía, ya estaba sentada a la mesa, pero no me daba llegado la hora.
Cuando por fin salí de casa de mi abuela, aún no habían dado las 2 de la tarde, iba todo ansioso por llegar a la casa del cubano, iba con la idea de pasar toda la tarde con él, ni siquiera iría al río, quería que me volviese a coger, moría por tener aquella enorme pinga dentro mía, necesitaba ser follado.
Cuando a lo lejos vi la casa del cubano, el estomago se me encogió, llevaba un empalme de campeonato, iba todo enrojecido, una por el calor que hacía y otra la calentura y prisa que llevaba. Nada más llegar a la altura de la casa estaba tan pero que tan nervioso que hasta las piernas me temblaban, no sabía que hacer, si llamar a la puerta o esperar a que él me viera, de lo nervioso que estaba, lo que hice sin siquiera pensarlo fue soltar un fuerte ¡hola! Para que pudiera escucharme, cosa que así sucedió porque al momento ya lo escuché como me respondía y al poco se abría la puerta apareciendo el viejo cubano con una sonrisa en la cara.
Nada más verlo, sentí un hormigueo por todo mi estómago, Dios, es como si me hubieran acabado de dar un premio y te empieza a subir una euforia por todo el cuerpo, vamos que la adrenalina me salía por las orejas.
Vaya, no te esperaba estas horas, pensé que vendrías luego de ir al río, me decía abriendo de todo la puerta para dejarme pasar. Ayer ya supe que no viniste porque ibas con Marcelina al médico, pero hoy no te esperaba tan pronto, me decía cerrando la puerta a la vez que echaba su mano para abrazarme a él.
Dios, así que sentí como me abrazaba a él, me dejé llevar, estaba que me derretía de gusto, me pegué a él, dejando que me manoseara.
Parece que viniste corriendo, estás todo sonrojado y sudando, ¿tenías ganas de verme? Me decía separándome a la vez que me miraba a la cara.
Sí, le contesté moviendo la cabeza en señal de afirmación.
Así que tenías ganas de verme, ¿eh?
¿Me echabas de menos verdad que sí?
Volví a contestarle moviendo la cabeza en señal de afirmación. No sabía bien lo mucho que lo había echado de menos, no había podido dejar de pensar en él, sobre todo en su enorme verga.
Ven, vamos para la cocina que estoy acabando de comer. ¿Tú ya comiste?
Sí, ya comí a la una con mi abuela, le contesté.
Bueno pues déjame recoger y luego tomamos el café fuera al fresco, ¿qué te parece?
Bueno, le contesté sin saber que hacer o decir.
Vi como terminaba de recoger lo que tenía sobre la mesa, como ponía al fuego la pava del café, y así que terminó de dejar en el fregadero el plato donde acababa de comer, fue a abrir la puerta que daba a la parte de atrás y al momento ya entró en la cocina una de las perras seguido por el perro, estaban esperando a que les diese la comida.
Ahí fue cuando vi que ya les tenía preparado su comida, la perra fue directo a su comedero, el perro primero me quedó mirando como diciendo, y este que hace aquí.
Mira como te mira el Sultán, me decía el viejo cubano, ya te conoce, hasta seguro que sabe lo que vamos a hacer, le gustas también a él, me decía abrazándome a la vez que me manoseaba el culito. Seguro que también le gustaría montarte como a la perra, me decía riéndose a carcajadas.
Pero tu tranquilo, que si tu no quieres no le dejaremos, este culito es mío, me decía magreándome el culo, mientras los 2 perros se ponían a comer.
¿ay maricón como te eché de menos ayer! Pero hoy ya te tengo aquí, hoy vas a ser mi hembrita, me vas a dejar que te coja y te preñe este culito tan estrechito y rico que tienes, ya verás como te lo voy a llenar de lechita, ya verás como este viejo cubano te va a hacer gozar, verás como este bujarrón te va a hacer chillar de gusto, me decía abrazándome a él a la vez que me manoseaba el culo.
Yo estaba ya que me corría en las bermudas que llevaba puestas, no llevaba nada debajo, ya venía preparado, solo me había puesto una camiseta y las bermudas sin nada debajo, el bañador lo llevaba junto al slip y toalla en la pequeña mochila, sabía que hoy no iba a ir al río y ya venía dispuesto, y si seguía metiéndome mano me iba a correr sin remedio. Menos mal que el café ya estaba listo y me soltó para servirlo, y como los perros todavía seguían comiendo, al final decidió por que tomásemos allí el café mientras dejaba que los perros comiesen.
Toma, sírvete tú, ahí tienes el azúcar, ve preparando el tuyo que voy a llevarle la comida a la otra perra que con las cosas ya se me olvidaba, me decía llevando un recipiente con la comida para la perra que faltaba y todavía debía tener encerrada a causa del celo.
Cuando vino de vuelta, yo ya estaba sentado bebiendo el café, cosa que hizo él también, sentándose pegado a mí, ya que era una cocina bilbaína y seguido iba la mesa estando rodeada por un banco.
Mientras bebíamos el café, él no dejaba de meterme mano, me acariciaba con la mano derecha mientras con la otra llevaba la taza a la boca.
Ya veo como estás, me decía, acariciándome la entrepierna con la mano, haciendo que yo me arrimase más a él y nada más acabar de beber el café, no pude aguantarme más y llevé mi mano a su entrepierna, quería palpar aquella enorme verga, deseaba acariciarla con mis manos y llevarla a mi boca.
Así que vio como llevaba mi mano a su entrepierna, abrió las piernas dejándome que le manoseara la tremenda pinga que se gastaba. Si yo estaba empalmado a tope, bufff, él no estaba menos, tremenda verga que tenía el muy cabrón.
Como allí no estábamos muy cómodos, sin que pudiera acabar de beber el café, tiró por mí hacia el final del banco, sentándose él en una de las sillas que había de un costado de la mesa, quedando los 2 enfrente, así de esa manera mientras el me empezaba a quitar la ropa, yo le aflojaba la correa del pantalón para que pudiera bajárselo y así poder sacarle la tremenda polla que tenía el viejo cubano.
El tan solo tuvo que sacarme la camiseta que llevaba puesta, luego tiró de mis bermudas para abajo y ya me tuvo completamente desnudo frente a él. Mientras yo me sacaba por completo la bermuda para que no me molestase entre las piernas, él se sacó el pantalón y calzoncillo. Dios así que lo tuve delante mía allí de pie con semejante pinga.
Mientras yo le acariciaba aquella tremenda polla, él acariciándome la cara con una de sus manos y la otra apretándome una de mis pequeñas tetillas, se acercó a mí para que tuviera delante de mi cara su enorme verga y pudiera chupársela.
Anda, abre bien la boca y chúpala que lo estás deseando, me decía mientras me acariciaba la cara con una de sus manos y la otra me iba retorciendo y pellizcando los pezoncitos que tiesos y duros se hinchaban de lo excitado que me tenía.
Abrí la boca mientras sujetaba con mis manos aquella tremenda verga y sacando la lengua, empecé a pasarla por la punta del glande hasta que mis labios empezaron a chupar el glande que sonrosado empezaba a asomar por el prepucio.
¡Ohhh! ¡ooohhh!¡ooohhh ohhh! Gemía el viejo cubano mientras yo caliente a más no poder, mamaba aquella tremenda polla.
Así, así, ¡ohhh que boquita! Así, trágala toda.
¡Ay que gusto! ¡ay que gusto! Me decía una y otra vez mientras yo trataba de tragarme todo lo que podía aquella tremenda verga.
Durante un buen rato estuve chupándole la polla al viejo cubano, ya me caía las babas por la quijada y mis mandíbulas parecían que se me iban a desencajar, cuando tuve que parar para poder respirar, con la excitación tragué de más aquella tremenda polla y por poco vomito.
Ahí fue cuando el aprovechó para coger el tarro de manteca que tenía en la cocina, dejándolo sobre la mesa delante nuestra. Me cogió por las manos levantándome del banco, me puso mirando para la mesa con las manos apoyadas sobre ella, mientras él se colocaba detrás mía.
Ahí ya supe que ahora llegaba lo mejor, sabía que ahora aquella tremenda pinga que se gastaba el viejo cubano me la iba introducir por el culo y me iba a follar bien follado.
Las piernas me empezaban a temblar y él lo pudo apreciar, porque al momento se pegó por detrás a mí a la vez que me acariciaba para irme preparando y mantenerme bien excitado y caliente y así su tremenda pinga pudiera entrarme mejor. Sabía que con la verga que se gastaba, tenía que prepararme bien si no quería hacerme daño y eso iba a hacer, me iba a preparar como hacía el Sultán cuando se cogía a la perra.
Sentí como su boca mordisqueaba mi nuca, como sus manos acariciaban todo mi cuerpo, como fue poco a poco abriéndome las piernas con las suyas y cuando me tuvo como quería, cogiendo un poco de aquella manteca con la que me lubricaba el agujerito, empezó a pasar sus dedos por mi caliente agujerito. Así que tocó mi esfínter anal, presionó con un dedo haciendo que este se empezase a abrir.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar como su dedo se introducía por mi culo y mi esfínter anal se empezaba a dilatar.
Así, así, relájate y deja que se abra el culito, me susurraba al oído mientras me mordisqueaba la nuca.
Mira cómo te mira el Sultán, me decía mientras me iba lubricando y dilatando el agujerito, ves como el cabrón sabía porque estabas hoy aquí, este seguro que también te tiene ganas, sabe que eres una hembrita y que andas muy caliente, el cabrón sabe que andas en celo igual que su perrita, sabe muy bien que te voy a coger por eso nos mira, seguro que también tiene ganas.
Yo miraba para el perro y de verdad que lo que me decía el viejo cubano parecía que era verdad, porque el cabrón del Sultán no dejaba de mirar, era un espectador en primera fila, joder ni que de verdad entendiera y supiera lo que me iba a hacer su dueño.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar como ahora me introducía 2 de sus dedos, haciendo que mi esfínter anal se abriera y dilatara más.
Ya maricón ya, ya estás listo, relájate y deja que se abra bien este rico y estrechito culito que tienes, me decía el viejo cubano, haciendo que mi pecho se inclinase más quedando apoyado sobre la mesa.
Noté como colocaba la punta de su polla en la entrada de mi ano, como me abría un poco más de piernas y mientras me sujetaba con sus manos fuertemente por mis estrechitas caderas, tiraba de ellas hacia él, a la vez que su pelvis daba un impulso, haciendo que su polla se introdujese de una estocada por mi culito, abriéndome en canal.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité notando como aquella tremenda polla se introducía por mi culo, llegándome a lo más profundo de mis entrañas.
Ya, ya está, ya la tienes toda dentro, me decía sujetándome fuertemente con sus manos por mis estrechitas caderas, ya maricón ya, ya tu culito se la ha tragado toda, me chillaba empujando su pelvis hincándome su polla en lo más profundo de mis entrañas.
Notaba sus enormes pelotas pegadas a la entrada de mi culo y su pubis pegado a mis cachetes, sintiendo como tiraba por mis caderas hacia él a la vez que seguía impulsando su pelvis para tenerme bien ensartado.
Dios, no se como podía meterme por el culo aquella tremenda pinga, la podía notar en mi estómago, y juro que hasta mis caderas se habían ensanchado, vamos que me tenía completamente ensartado en su enorme verga, era como si me tuviera empalado.
Gimoteaba a la vez que mis ojos y boca estaban abiertos como platos, cuando siento como empieza a bombear poco a poco. Chillaba y gimoteaba, abriendo lo que podía mis piernas para que así me entrase mejor aquella tremenda polla, ya las piernas me empezaban a temblar y la follada solo estaba empezando.
Así, así, deja que te folle, deja que tu macho te coja y te haga mío, este culito hay que follarlo bien follado, tienes un culito que nació para que lo follen bien follado, me decía, empezando a culearme cada vez más rápido.
Yo seguía gimoteando, sintiendo como me follaba el viejo cubano, cada vez el gusto que me daba era mayor, ya me sentía completamente abierto y suyo, ya le pertenecía y ahora solo me tenía que dejar follar por mi hombre.
Así, así, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba una y otra vez mientras me daba por el culo, ya su enorme polla me entraba mejor, notaba como sus enormes huevos golpeaban los míos y como su pubis golpeaba los cachetes de mi culo una y otra vez, pudiendo escucharse el plof, plof plof plof plof, plof, plof plof plof plof, de su pelvis cada vez que su polla me llegaba a lo más profundo de mis entrañas.
Así maricón así, ¿te gusta? ¿te gusta la pinga eh maricón? Me preguntaba mientras me follaba cada vez más salvajemente.
Y claro que me gustaba, no le contestaba, pero claro que me gustaba, igual que a él le gustaba mi jovencito culito, a mi me gustaba su enorme verga, me gustaba como me follaba y como me hacía suyo.
Ya llevábamos un buen rato follando y aquello no se le veía trazas de acabar, ya mi culo estaba abierto a tope, mi pobre polla no dejaba de soltar gotas de semen, ya era un goteo constante, veía como el perro seguía allí mirándonos y como mi hombre seguía clavándome una y otra vez su enorme pinga a la vez que me hablaba diciéndome de todo, que era su hembra, que ahora le pertenecía, que él era mi hombre y que me iba a coger todas las veces que quisiera.
Yo ya sudaba por todos mis poros, cuando noto como me sujeta más fuerte con sus manos por las caderas, como me levanta los pies del suelo haciendo que apoye mi pecho más sobre la mesa cuando escucho como me dice:
Ya, ya me viene, ya me viene, ya te voy a preñar.
¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh! Gritaba a la vez que de su enorme polla empezaban a salir chorros de leche que se iban derramando en lo más profundo de mis entrañas.
Cuando de su polla dejó de salir semen, mientras me acariciaba con sus manos me iba diciendo, ¡ay como me gusta tu culito! Como me has hecho acabar, hacía mucho que no disfrutaba de un culito como este, como me gustaría que te quedases a vivir conmigo, te haría mi hembrita y yo sería tu marido, así te cogería cuando quisieras, Dios como me gustaría tenerte todos los días en mi cama.
Cuando sacó su polla de mi abierto culito, todo mi cuerpo se estremeció de gusto, Dios que tremendo gustazo sentí cuando su polla salió de mi culito, las piernas me temblaban, apenas me daba aguantado de pie, tenía que seguir apoyado sobre la mesa hasta que mi cuerpo empezó a reaccionar y pude sentarme en el banco donde también se sentó él, teniéndome abrazado a él.
Los 2 estábamos sudando como si acabáramos de salir de una sauna, mi polla estaba toda pringosa lo mismo que mi agujero que además de abierto estaba hinchado y enrojecido por la tremenda follada que me acababan de dar.
El viejo cubano no dejaba de abrazarme y darme besos todo el tiempo, ya estábamos medio repuestos cuando me agarró de la mano llevándome para el dormitorio.
Vamos a descansar un poco, aquí no hace tanta calor y estaremos mejor, aún es muy temprano y tenemos toda la tarde, ¿a que hora tienes que marchar? Me preguntaba mientras abría la cama para meternos en ella.
No tengo hora, cuando sea de noche, antes de que se vaya a acostar mi abuela, le contesté, sabiendo de que me iba a seguir follando.
Tienes que conseguir quedarte una noche conmigo, ¿o no te dejan dormir fuera de casa?
Sí que puedo, pero tengo que avisar antes, le contesté.
Pues entonces puedes decirles que hoy te quedas con la abuela que te quedas a dormir en casa de un amigo, ¿Qué te parece? Me decía a la vez que me hacía acostar en la cama, tocándome la parte que quedaba contra la pared.
Bueno, pero entonces tengo que llamarlos por teléfono, le contesté.
No te preocupes, luego les llamas para decírselo, así tenemos hasta mañana para estar juntos, y si quieres dejarte coger por el Sultán, luego cuando descansemos te preparo para que te monte y te haga su perrita, ya verás que pinga más larga y caliente que tiene, así me ayuda a abrirte este estrechito culito que tienes, ya verás como te va a gustar y lo bien que te vamos a abrir el culito para poderte coger y que no te duela, así después ya no vas a necesitar que te ponga manteca en el agujerito, ya verás lo bien que se va abrir y el gusto que te va a dar. Me iba diciendo el viejo cubano, tratando de convencerme mientras me abrazaba a él sin dejar de meter mano.
Yo la verdad es que dudaba, no estaba completamente convencido, quería quedarme a dormir con él, pero lo del perro, todavía no estaba convencido de todo, desde niño que tenía esa fantasía, pero nunca había estado tan cerca de poder cumplirla como lo estaba ahora.
Lo cierto es que el viejo cubano, sabía que yo estaba muy excitado y caliente, sabía muy bien que no me había corrido, tenía toda la polla pringada de estar soltando gotas de semen mientras me cogía, pero que todavía andaba muy caliente y era el momento oportuno para conseguir convencerme, el cabrón sabía que si me mantenía así de caliente y excitado, al final me iba a dejar montar por el perro y estaba dispuesto a conseguirlo, este adolescente caliente y muy apetecible, iba a ser la perrita del Sultán y de el viejo cubano, lo iba a hacer un vicioso de su perro y su pinga.
Mientras el bujarra del cubano trataba de convencerme, me iba dando besos y mordiscos por toda la cara y boca a la vez que con sus dedos me los iba introduciendo por mi abierto y caliente agujerito.
Mira como ahora ya se te abre bien el agujerito, lo tienes todo pringado, tienes mi lechita dentro tuya y mira que bien resbalan los dedos, me susurraba tratando de tenerme bien excitado y caliente.
Ya verás que gusto te va a dar la pinga del Sultán, ya verás que calentita es su leche, tiene una larga corrida y te va a llenar toda la tripita, ya verás como te va a gustar, ¿viste como te miraba?
Como pude le contesté, diciéndole que sí, que sí lo había visto.
Eso es porque tu también le gustas a él y quiere que seas su perrita.
Así estuvimos hasta que yo al menos me quedé dormido durante un par de horas, con el nerviosismo de estar con el viejo cubano, no había dormido apenas la noche pasada y ahora después de la tremenda follada que me había dado, caí rendido como un pajarito.
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