La casa en la playa 15
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juanitocaminador.
Lucas había venido siguiendo el relato en total silencio, sólo sus ojos mostraban las cambiantes sensaciones que pasaban por él: perplejidad, asombro, excitación, incredulidad, calentura, envidia, de todo un poco. Tenía una sola pregunta por hacer, no se animaba, pero dándole un poco de vueltas, se la hizo: -che Anto, perdoname, igual va a quedar entre nosotros, como todo lo que me contaste, pero, a vos te cogían también?
Antonio, tranquilo, sin la menor vergüenza, le respondió – A veces, si., – y te gusta?, -sí, me gusta. Lucas no se animó a seguir preguntando.
Los dos se quedaron callados, los dos se había excitado y los dos tenían el slip mojado de preseminal, pero ninguno habló ni se animó a más. Apagaron la luz y trataron de conciliar el sueño.
Antonio en 10 minutos estaba roncando. A Lucas le costó más, el cosquilleo en el culo no le bajaba, y esperaba que Antonio dormido lo volviera a apoyar, cosa que no sucedió. Al fin se durmió, pero con un sueño intranquilo y liviano. Cuando despertó, el cielo recién comenzaba a perder el negro profundo de las noches de San Clemente. Antonio seguía durmiendo boca arriba en su mitad de la cama. El cosquilleo en el culito y las ganas de "probar" no lo abandonaban. Al fin y al cabo, después de lo que le había contado Antonio, que riesgo podría correr?, que lo rechazara violentamente por puto?, imposible! Sólo podía pasar que le dijera "no Lucas, perdoname, vos sos un amigo, con vos no puedo" Y aún esto era poco probable. Pero, si no le gustaba, Antonio pararía? O le daría a lo bestia y lo mandaba al hospital con sangre saliendo del culo? No, eso fue la primera vez, ahora era todo un experto. Pero de dónde iba a juntar coraje para pedirle que se la metiera? No, lo mejor era actuar como Gato, comenzar a chupársela y ver qué pasaba. Pero, si él ni siquiera le había chupado la concha a Silvia? Bueno, Silvia un par de veces se la había chupado, era cuestión de hacer lo mismo.. De nuevo el culito le ganó al neuronal miedo, se quitó el slip para que la cosa fuera sin retorno, quemó las naves y se acomodó en la mejor posición para chuparle la pija a Antonio. Despacito repitió la maniobra de la noche anterior, pero esta vez su boca estaba a centímetros de la pija de su amigo. Sin tocarla con los dedos, comenzó a lamerla, en la cabecita dormida, en la parte de abajo.
El sabor no le desagradaba, ya con el tiempo le resultaría delicioso, y fue delicadamente, a fuerza de labios y lengua, maniobrando para metérsela en la boca. Sin apretar, para no despertarlo, comenzó a chuparla, subía y bajaba tratándola con más delicadeza que a un pichoncito de gorrión, la dejaba un rato quieta dentro de la boca y con la lengua buscaba, a través del prepucio, el huequito del glande, para lamerlo despacito. Ya había descubierto que allí el sabor era más intenso. De a poco el pichón fue creciendo, y resultó no ser gorrión sino cóndor de la manera en que aumentó de tamaño en su boca. De pronto la cadera de Antonio comenzó a subir y bajar despacito, Lucas paró, la cadera también. En la penumbra cerrada no se veían detalles, pero Antonio parecía aún dormido. Lucas reanudó la chupada a esa pijota cabezona y enseguida se reinició el movimiento de caderas. Esto se repitió 3 ó 4 veces, hasta que Lucas ya no le prestó atención y siguió chupando cada vez con más placer y deseo. Al rato, escuchó la voz de Antonio, muy suave y amable, que le decía -Lucas, la querés?, subite y chupala bien. Lucas no dijo nada, sólo se preparó a obedecer. Se acomodó sobre Antonio, o mejor dicho, Antonio lo acomodó, para que mientras chupaba, el culito de Lucas quedara cerca de su boca y así poder chuparlo. Fue cortito, y a Lucas el miedo no le permitió gozar, pero fue suficiente para ensalivárselo. Anto lo hizo dar vuelta y lo acomodó para cabalgar. Le llevó el glande a la puerta y le dijo: -ahora andá bajando lo que puedas, despacito, lo que aguantes, te va a doler, pero mejor que sigas hasta el final, si te acobardás y dejás, las ganas de pija no se te van a ir, y mañana o pasado vas a querer de vuelta y vas a volver a sufrir. Lucas se asustó y le dieron ganas de salir corriendo, pero pensó en las palabras de Antonio, y a pesar que el cagazo le había cerrado lo poco que la mamada le había dilatado, dio su primer empujoncito, que sólo aumentó la presión del glande en su esfínter. No se abría.
Antonio le recomendó que se abriera las nalgas con mucha fuerza y volviera a intenta. Lucas se las abrió como para arrancárselas del cuerpo y volvió a bajar. Ayyy, que dolor tremendo!, pero la cabeza gorda se clavó en su virginal culito. Lucas se detuvo gimiendo. Antonio lo alentaba con palabras suaves, que parara y que no se moviera, que esperara que iba a aflojar el dolor. Así fue, Lucas animó a una nueva bajada, y casi con un plop el glande de Antonio penetró dentro del recto de Lucas, provocándole nuevos gemidos de dolor. Lo peor ya había pasado, luego de otro rato quieto, despacito despacito, como decía su amigo, terminó sentado sobre el pubis no muy angelical de Antonio. Anto lo tomó entonces de las caderas y empezó a acariciarlo.
La pija de Lucas estaba más dura que nunca y la manos de Anto no la olvidaron. Las caricias por fuera y la electricidad de la pija por dentro fueron dilatando a Lucas que ya comenzó con sus primeros "mmmmm" y, apoyando sus manos sobre el abdomen de Antonio, comenzó su primer cabalgata, primero cortito por miedo a que le doliera, pero luego aumentando el ritmo hasta ser un potro desbocado. Su leche salió mucho antes que la de Antonio, sin tocar, con una fuerza tal que los primeros trallazos fueron a dar a la pared, por arriba de la cabecera de la cama. Entonces fue el turno de Antonio de terminar de homosexualizar a su amigo. Se levantó, lo llevó al borde de la cama, y patitas al hombro le dio una cogida como para embarazarlo, dura, clavándolo a pijazos, moviéndosela a derecha e izquierda con fuerza, como para que el esfínter de Lucas nunca más volviera al estado virginal de la víspera. Lucas lo miraba eufórico y se masturbaba con fuerza. Cuando estuvo cerca de acabar lo puso en perrito con los brazos contra el colchón y en esa pose se vació dentro de Luquita, apretándolo bien contra él, mientras Luquita concluía su paja con otra lechada tremenda sobre las sábanas. Anto se la sacó y le dio un leve empujoncito en las nalgas para hacerle entender que se tendiera boca abajo, algo que Lucas necesitaba porque estaba extenuado, a pesar que le daba un poco de asquito acostarse sobre su semen.
Antonio fue a recostarse contra la cabecera de la cama. Lucas lo miraba entre agradecido y avergonzado. -Te gustó, lindo? -Sí, mucho, pero me duele mucho el culo, me destrozaste. -Porque es tu primera vez, ya mañana vas a estar bien. Al fin te animaste! -Cómo, vos te habías dado cuenta que yo…, -Hace rato descubrí tus miradas, además cuando yo te conté mis aventuras con Gato y Mancha, vos te pusiste inquieto, nervioso, se notaba que en tu cabeza pasaba algo que no era rechazo a mi homosexualidad. Me quedaba una duda, si querías que te la diera o si me querías romper el culo, pero con la mamada que me diste, no me dejaste dudas sobre cómo empezar. -Por las dudas no te agaches, -le dijo sonriendo Lucas, -mirá que quiero probar todo.
A partir de esa noche, Antonio y Lucas pasaron de amigos a amigos con derecho a roce y casi todas las noches, la pija gorda y cabezona de Antonio llenó el culito de Lucas, y algunas noches, la apreciable verga de Lucas hizo aullar de placer al chico de Madariaga que, cuando hacía de pasivo era tremendamente morboso y vociferante, por suerte el terreno era grande y seguro que los vecinos no escuchaban, menos mal que no vivían en el depa, porque los hubieran rajado por no dejar dormir a los vecinos.
Antonio pasó todo el invierno y una temporada más en San Clemente. Luego regresó a Madariaga. Con los ahorros de esas dos temporadas, más un poco de ayuda del tío Juan, se compró una chata F100 y unos cuantos chanchos que le dio al tío para que se los críe. Al poco tiempo estaba viviendo con el tío, y por supuesto con Gato y Mancha. De hecho los salamines y el queso que les había servido en la picada se los había mandado Antonio, hechos en su chacra.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!