La casa en la playa de Cádiz
Un hombre que viene de una relación, encuentra a su antigua amiga y la llama del amor prende de nuevo; aunque tiene un hijo de un matrimonio. Ambos estan divorciados..
El hombre de mediana edad había encontrado a su antigua amiga de la universidad. El ya había tenido diversas relaciones. Y a pesar de sus cuarenta y pocos, con su pelo pelirrojo oscuro, no tenía entradas, deseaba tener una relación otra vez. Se había mantenido más o menos en forma, ayudaba ir todas las semanas al gimnasio, pero la buena vida en forma de buenos platos no le dejaban llegar a su peso ideal. Algo a lo que aspiraba, pero nunca alcanzaba. Cosa que compartía con su pareja, que también se frustraba con el peso. Ella era de edad parecida y con pelo castaño oscuro. Quizás lo que más destacaba eran los ojos café con leche muy claros y preciosos.
Claudia le había conocido estudiando y estuvo saliendo varias veces con él, pero ambos interrumpieron sus salidas por los exámenes y otros motivos, lo que hizo distanciarse. Ella entonces conoció a su posterior marido y tras concluir sus estudios de historia se puso a trabajar y se casaron.
Tras el divorcio por pura casualidad la empresa en la que Antonio trabajaba de ingeniero se volvieron a ver. Salieron varias veces y esta vez sí decidieron que podían ser pareja. Él no habló de su relación reciente con un novio con el que rompió, aunque sí de su matrimonio con otra mujer que tenía una hija antes de la relación. Tras pasar medio año saliendo, vino el momento de presentárselo a su hijo Javier. Un niño introvertido que se pasaba parte del día jugando online con sus amigos.
Al principio para chico de 11 años y medio, media unos 140cm y Antonio le sacaba casi los 40cm. Estaba un poco rellenito por su vida sedentaria, pero no mucho, pesaría unos 41kg. Un chico con pelo castaño como su madre, pero corto. Se mostró sorprendido porque la madre le no había contando que llevaba saliendo con Antonio un semestre y por ello estuvo irritado.
Antonio que también le parecía un poco violento. Cuando fueron presentados, lejos de agarrarlo como un pulpo, prefirió darle la mano y hablar con él. Intentó tratarlo con respeto.
Me alegro mucho de conocerte. Tu madre me ha hablado mucho de ti. Para bien, para muy bien! Le comentaba mientras le observaba con los ojos de color café. Aunque tal y como yo la conozco protesta mucho y puede parecer otra cosa, pero seguro que bien! Su hijo hizo sencillamente una mueca con la boca.
Javier, le parecía violento todo esto. Al menos, el hombre no atosigaba ni nada por el estilo y quería ser su padre a toda costa como le había pasado con otro aspirante a marido, que le parecía molesto en toda regla. Este se sentó lejos de él y le concedió espacio. No le acribilló a preguntas ni nada. Al menos empezaba bien, no como otras parejas que no paraban de intentar caerle bien y le hacían gracias. Este le dejaba tranquilo y le trató algo distanciado.
Varios días estuvo contando lo que hacía en la empresa y le ofreció ayuda con los deberes. Javier la rechazó, pero ante la insistencia de su madre no le quedó más remedio que aceptar.
Antonio y Javier estuvieron en su habitación y le preguntó si quería que le ayudara. Que si lo prefería se sentaría en la cama a consultar el móvil y él podía hacer los deberes, que no le molestaría.
A Javi el hombre le estaba empezando a caer bien. Cuando realmente estaba atascado con las mates le pidió ayuda y fue bien. Le dijo que aprendía muy rápido y le felicitó. No como el profesor de la escuela.
Durante la comida del mediodía, Claudia comentó que tenía que llevar a Javi al pediatra. Tenía que llevarlo para que le revisara. Especialmente el frenillo que no se lo dejaba ver hace años.
Mamá! exclamó Javier escandalizado que lo mencionara delante de Antonio.
Si quieres le acerco. Quizás pueda salir un momento por la mañana! Contestó.
Vas a ir, porque cuando eras pequeño lo tenías muy estrecho. Lo mismo hay que operarte! Sentenció.
El chico se llevó las manos a la entrepierna y casi se ruborizó mientras se pasó lentamente la lengua por el labio inferior.
Javier, si quieres lo hablamos más tarde. Con tu madre delante o sin ella. Como tu quieras. Quizás debería de decidirlo él mismo, no te parece. Es bastante grande, no? Añadió Antonio.
Antonio no le sacó la conversación durante la semana y Claudia no se acordó. El chico le parecía todo muy embarazoso. El fin de semana se fueron a la casa de la playa que tenía Antonio.
El sábado llamaron a Claudia del trabajo y también quería aprovechar para comprar.
Le ofreció a su hijo irse con ella, pero Javier no tenía muchas ganas.
Yo me voy a pescar un rato. Si quieres puedes venir conmigo o con tu madre. Lo que tú quieras. Yo no voy a irme hoy de aquí.
Me quedo! Decidió Javier. Pescar parecía más interesante que quedarse en casa jugando. Eso lo podía hacer aquí cuando volviera.
Estuvieron charlando sobre cosas mundanas y de improviso llevó la conversación sobre la revisión médica.
Es que no quiero que el médico me vea la … el pito! Dijo en el último segundo para no decir palabrotas.
El médico debería de verte la polla. No es nada malo! Observó con naturalidad. Tienes pene, pero si quiera tienes una polla. Estamos entre hombres! Declaró mirando a la punta de la caña.
Pero es que es una mujer y me da un corte que me muero!
Quieres que lo vea yo. Entre dos hombres creo que no nos vamos a asustar!
Javier rehusó.
Entonces mejor que te lo vea un médico, pero alguien tiene que vértelo. Es un problema cuando seas mayor. Es más, si hay que operar te va a doler mucho más cuando más tiempo pase. Porque tu pene se hace más grande y hay que quitar más piel!
Javier hizo como si no hubiera escuchado el razonamiento de Antonio y siguió mirando la caña y el mar. Al rato dijo que sí estaba de acuerdo. Hasta ahora no le había defraudado y se estaba convirtiendo en un tipo que le caía muy bien no presionándole. Se empezó a abrir la bragueta del pantalón.
Para, para. Dijo rápidamente. No lo vamos hacer aquí. Mejor en casa. Vale!
En casa le sacó nuevamente la conversación. Y cuando te haces pajas no te duele? Interrogó.
Nop! Contestó mientras le miraba inseguro.
Cómo te haces las pajas! Esa pregunta ya le incomodó.
No sé. Como todos! Consiguió esquivar la pregunta que le parecía muy invasiva.
Antonio arqueó las cejas. Creo que todo el mundo se la hace a su manera! No lo has hablado con tus amigos?
Javier estaba muy perdido y no sabía muy bien cómo era la manera normal de masturbarse.
Antonio le ofreció irse a tomarse un baño y cuando estuviera terminando que le llamara y él le enseñaría. Javier se moría de vergüenza, pero con sus amigos apenas podía hablar de esas cosas. Uno parecía infantil y el otro los padres le habían inculcado que eso no se toca porque era pecado; otros le dieron directrices y al final experimentó por su cuenta.
Ambos estaban en el baño principal. Había una bañera y Javier se había tomado un baño agradable. Le gustaban los baños, se podía tirar ahí mientras hubiera agua caliente. Antonio tomó asiento sobre un taburete. Aunque no hacía frío puso la estufa.
Creo que no voy a ver algo que no tengo yo! Insinuó para que no sintiera vergüenza. Ya le había convencido para no taparse sus partes con las manos. Había cogido suficiente confianza para salir de la bañera y le mostró la espalda. Le desplegó la toalla de baño y le indicó sentarse en su regazo. Puso un frasco de lubricante junto al taburete. Y le envolvió. Cuando pensó que le había secado lo suficiente, le abrió de piernas mientras estaba en su regazo apoyando su espalda en su pecho.
Te parece que empecemos? Javier no dijo nada, estaba algo asustado. Como tenía la oreja junto a la cara de Antonio le pasó le lengua levemente por el borde. Y el niño se rió un momento por las cosquillas.
Tranquilo, esto no duele. Y si te duele me lo dices y paramos! Javier asintió con la cabeza y estuvo atento a lo que hacía su padrastro.
Antonio comenzó a inspeccionar su pene. Manoseó con sumo cuidado. Notó el intento de taparse de nuevo, pero le habló para que no lo hiciera. Le dejó un par de minutos mirando qué es lo que le hacía Antonio a su entrepierna.
Puede que sí o puede que no, pero lo importante es cuando está en erección. ¿Seguro que no quieres ir al médico que te lo vea y lo haga ella? Preguntó mientras giraba la cabeza mirando al niño que tenía junto a la suya. Javier pensar que su pene iba a estar erecto en manos de su medico femenino le daba pavor, se sentía bastante avergonzado en manos de Antonio.
Se puso un poco de lubricante y comenzó a frotar suavemente el pene de Javier. Rápidamente este alcanzó los 8cm, quizás un poquito más. Le deslizó la piel del prepucio casi atrás. Enseguida notó mucha más sensibilidad en el glande y Javier gimió un poco; aunque intentó reprimirlo.
Javier. Confías en mí? Dijo mientras le besó detrás de la oreja suavemente. El chico asintió. Estaba en una situación muy bochornoso, pero acababa de experimentar unas sensaciones que no había conseguido antes y todo le valía para no estar con esa medico que odiaba desde que era pequeño. Pidió parar un momento! Pensó un momento y recordó las inyecciones y cómo le dolían cuando se las ponía. Seguidamente Antonio le pasó su otra mano por el interior de los muslos. Notó como si su pene hubiera crecido otro poquito, aunque no lo había hecho. Percibió como le estaba masajeando las bolitas con la mano con lubricante. Era una sensación bestial que le asustó sentir algo por mano de un hombre, sintió más vergüenza si pudo y tenía que reprimirse.
Pidió parar de nuevo. Aguanta un momento más, por favor, que ya termino! Le dijo su padrastro. Aguantó su vergüenza y se centró en disfrutar todo el tiempo que pudiera. Le encantaba lo que estaba pasando y a los dos minutos no le importaba la vergüenza. Sus gemidos aumentaron de frecuencia e intensidad.
Qué es lo que más de ha gustado? Preguntó. Javier tímido no contestó. Venga, no seas tímido. Soy un adulto. Dilo! Le retó.
Todo! Contestó Javier mientras se reclinaba la cabeza en el hombro de Antonio. La postura era un poquito rara, pero podía aguantar así. De vez en cuando hacía una pausa después reanudaba.
Unos rato más tarde, Antonio pensó que era el momento y dejó el prepucio detrás del glande y con más lubricante se empleó a fondo por toda la longitud del pene, el escroto que tenía pegado. Javier descargó unos chorros transparentes de líquido. No era nada nuevo correrse, pero casi se le cae la baba de placer que había experimentado mientras tenía la cabeza sobre el hombro y la cabeza de su padrastro. Notó pequeños espasmos que le daba el cuerpo. Este orgasmo había durado más que muchos que había tenido. Volvió a bajar las rodillas y ponerlas sobre las de su padrastro, que había recogido un poco durante la corrida.
Antonio aprovechó y le juntó las piernas y le tapó con la toalla y le acurrucó sobre su regazo hasta que se recuperó. Había sido la corrida más maravillosa que había tenido en su vida. Como cuando se corrió en su cama el invierno pasado, cuando se bajó el pantalón y calzoncillo y se masturbó caliento en su cama. Sólo con más intensidad. Notó cómo le estaba besando en la cara y le gustaba con el sopor que tenía.
Cuando estaba a punto de decir algo el chico, escuchó Antonio el coche de su mujer. Decidió que lo iba a dejar ahí mismo. Quédate así un poco, de acuerdo! Dijo Antonio y el niño dio un sonido gutural para asentir con los ojos cerrados. Quédate un momento descansando! Javier estaba tan bien y calentito, relajado que le hizo caso.
Cuando Claudia abrió la puerta vio a su hijo envuelto en una toalla y medio dormido. Psst soltó Antonio con los labios. Sorprendida Claudia cerró la puerta y entendió que había ayudado a lavar a su hijo y estaba desnudo sobre él. Lo que significaba que había conseguido ver el pene de su hijo. Eso la satisfizo. Estaba impaciente por escuchar el resultado de su padrastro. Estaba orgullosa de su hijo y de Antonio por haberlo conseguido. Tenía motivo doble para estar contenta. Llevaba meses intentando convencerlo para ir al médico.
Aquí lo dejó como introducción.
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