La casita 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por litoboy5.
Este capítulo de mi vida fue anterior a Andrés, o sea, hace diez u once años y es verídico; ha pasado mucho tiempo y tal vez no es exacto pero creo que es todo lo que recuerdo. También fue en La Casita de Viaducto. Pasé y como siempre busqué un lugar donde sentarme; era sábado, como de costumbre, cerca de las 9 de la mañana, casi no hay nadie a esa hora.
En el segundo piso, en la sala frente a las escaleras, estuve viendo un video porno gay, era común que entrara el chavo de la limpieza, prendiera la luz y a quien estuviera le pedía que se retirara para asear la habitación, en varias ocasiones tuve que salirme y buscar otro rinconcito. En fin, me estaba aburriendo, nadie llegaba, se puede oír el timbre por toda la casa y así nos damos cuenta se alguien llega a la Casita. Bastante aburrido casi me acuesto en el sillón y empiezo a cerrar los ojos, de pronto vea que un chavito entra y se sienta en otro sillón, yo estaba sentado en el sillón de la pared de la puerta que da a las escaleras y él se sentó en el sillón de la pared de al lado. Debido a que yo tenía un buen rato en la obscuridad pude ver su silueta claramente, él tuvo que entrar muy despacio para no tropezar con alguien; desde luego no era la primera vez que iba a La Casita porque sabía dónde estaban los sillones, en cambio los que van por primera vez se esperan en la puerta mientras sus ojos se acostumbran a la obscuridad para poder entrar.
No nos dijimos nada y fingí ignorarlo; seguí viendo el video y por momentos cerraba los ojos, con los ojos entreabiertos le observaba hasta que al abrirlos me di cuenta que el video ya se había acabado. Ya se acabó, le dije para romper el hielo, me levanté y fui a sentarme junto a él; estuvimos charlando unos minutos, ya ni recuerdo el nombre del chavito, le digo chavito porque era muy chaparro, hasta que le pregunté ¿Quieres fajar conmigo? Y él me respondió rápidamente –Claro, pues para eso venimos. Creo que él me dijo que en otro lugar, ya no recuerdo bien, no levantamos y yo lo tomé de la mano. La habitación es un poco grande, por lo que pusieron una división, de donde colgaba la televisión. Junto a la puerta había una entrada a un “privado” que también tenía una puerta hacia el cuarto donde están los gloryhole. En el privado hay una cama alta a donde nos dirigimos, me acosté y él se acostó sobre mí; estuvimos besándonos y acariciándonos unos minutos él se sentó y me dijo -estás temblando- yo le respondí que era porque yo no hacía eso todos los días; la verdad es que nunca antes había llegado “tan lejos” y me preguntó -¿Quieres que te la chupe? insistió hasta que acepte; nos levantamos, yo me senté en al filo de la cama, él se agachó, me bajé los pantalones, me agarró el pene en la obscuridad y entonces el exclamó –la tienes grandota- Yo mido 1.80 y mis 16 cm me parecen pocos; y empezó a chupármelo, pocos segundos más tarde se me ocurrió decirle que sería mejor un 69, me dio tanto asco sentir sus vellos púbicos en la cara porque su pene erecto medía como unos ¡10cm! Con razón me dijo que la tenía grandota, además yo nunca antes había chupado un pene con vellos y por eso me dio asco. Para entonces yo estaba acostado boca arriba y él boca abajo encima de mí, empujando con muchas ganas su pene dentro de mi boca, seguramente no soy bueno mamando vergas; cerré las piernas fuertemente, él se apartó de mí y me preguntó -¿qué tienes, sientes que ya te vas a venir?- Yo le respondí que sí pero la verdad tenía muchas ganas de vomitar y me preguntaba a mi mismo ¿pero que estoy haciendo? Mientras con la lengua revisaba si había quedado alguno de sus vellos dentro de mi boca, fue algo muy asqueroso.
Nos desnudamos y estuvimos luchando y besándonos un buen rato, cambiando de posiciones, cuando estaba él boca arriba y yo boca abajo, me senté queriendo poner esa salchichita caliente en mi hoyo, qué rico sentí , de haber estado lubricado hubiera entrado de inmediato porque lo montaba suavemente en círculos. Su cabeza se encontraba hacia la pared por lo que sus pies estaban hacia la ventana; aunque las ventanas están pintadas de negro no están selladas por lo que entra una pequeña cantidad de luz; conforma pasa el tiempo te acostumbras a la obscuridad y esta lucecita es suficiente para ver; le levanté las piernas y las puse sobre mis hombros pero me agaché para verle el ano y le soplaba, él me preguntó -¿me la vas a meter? – yo le respondí: ¿te dejas? Pero no lo hice, no era mi intención; seguimos fajando desnudos, después volvió a pedirme que se lo chupara otra vez pero tuve la precaución se apartar sus vellos con mis manos para no sentir tanto asco, unos minutos más tarde me dijo que parara y después me dijo chaquetéamela; finalmente lo masturbé con trabajo porque era difícil manipular su minipene.
Al terminar parte de su semen estaba en mi mano y otra parte escurría por su pene, puse mi mano cerca de mi nariz y descubrir que su semen olía igual que el mío, porque me encanta el olor del semen, el sabor no tanto pero el olor me fascina. Le dije que se lo comiera y él me respondió que no, Me levanté y fui a lavar mi mano cuando regresé él ya se había ido, rápidamente me vestí y fui a buscarlo, subí y bajé los tres pisos pero no lo encontré, supuse que se había ido.
Mientras estaba con él otro chavo pasó varias veces junto a nosotros, se detenía un par de segundos a vernos pero enseguida se marchaba, una y otra vez. Al quedarme solo me senté en un sillón a ver la tele pero también me percaté que el chavo que nos estuvo rondando estaba recargado en el barandal, mirándome solo; y aunque pasó por mi cabeza ir con ese chavo para continuar, me dio pena que el otro se hubiera ido sin despedirse de mí. Al poco rato me fui; muchas veces me arrepentí de haberme ido y no haberme atrevido a hablarle a ese chico que se quedó solo, recargado en el barandal del primer piso de La Casita.
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