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Gays

LA DISTRIBUIDORA. (4).

Lo de Cristian había sido más que placentero y la hermanita no se quedaba atrás con las ganas de experimentar..
La nena tenía puesto el shorcito de jeans que dejaba también parte de sus nalgas a la vista y no era precisamente un culito para despreciar, parecido al de Cris, pero un poco más grande.  Hice como que ya había terminado de trabajar, barrí un poco el polvillo y cuando fui a tirarlo me encontré con Juan que recién entraba a la casa, me preguntó un par de pavadas, le contesté y le avisé que por hoy había terminado…

  • ¿Cómo va a hacer mañana Sergio?…
  • Trabajo hasta la una como si estuviera en la Distribuidora.
  • De acuerdo, mi mujer se tiene que ir como a las ocho, con ese tema de mi suegra anda enloquecida.
  • Yo tengo que trabajar en la habitación de Cristian y lo voy a despertar temprano, ¿Azul también tiene que levantarse a esa hora?
  • Despiértelo sólo a Cris, los sábados Azul suele dormir hasta tarde.
  • Bueno, atienda tranquilo el negocio, yo sé que los sábados son muy “movidos”.

 

Me fui pensando en todo lo que había pasado ese viernes, tenía un muy buen trabajo y culitos asegurados, ya vería que pasaba desde ahora en adelante porque tampoco era el caso de “enloquecerme” con esas posibilidades y que se me viniera todo en contra.  Llegué a mi casa a darme un regio baño y después, en la cena, charlé un rato con mi viejo y le conté lo que estaba haciendo con la pintura de la casa, se puso bien con esto y me dio un par de consejos para tratar la pintura que iba a utilizar.  Luego, al irme a dormir, me “desmayé” y me dormí todo.

 

En la mañana, entraba a la Distribuidora cuando la vi salir a Ruth, iba vestida con un vestido amarillo a media pierna y calzaba sandalias de taco medio, estaba muy elegante, me saludó con la mano y subió al auto para irse.  Como todos los sábados, Juan, estaba saturado de trabajo y me ofrecí a ayudarlo, me dijo que no, que él podía arreglarse con lo que tenía y que me ocupara de lo de la casa, que viera si me podía poner a pintar el dormitorio porque tenía todo revuelto.  Le dije que así lo haría y me dirigí al interior de la casa, él tendría como dos horas de trajín.

 

Me cambié, me puse un short amplio que tenía un suspensor interno que no suspendía nada porque tenía los elásticos flojos y fui para el lado de las habitaciones, busqué la habitación de Cris y miré también la de Azul, ambas tenían las puertas cerradas, dejé la escalera que llevaba en el dormitorio principal y me dirigí a despertar al nene.  Estaba completamente dormido, boca abajo y cuando le corrí suavemente las sábanas apareció su hermoso, gordito, duro y apetecible culito semi tapado por un pijama que apenas si le cubría la mitad de las nalgas.  Fue casi inmediato, a su vista mi pene reaccionó y comenzó a formar un bulto considerable hacia el lado izquierdo de mi muslo.  Trabé la puerta y me senté en la cama cerca de su cara, sin que él se percatara de nada.  No hizo falta estirar mucho mi mano para deslizarla por debajo del elástico del pijama y hacerme dueño de esos dos montes que eran míos, los abarqué casi todos con la palma de la mano y los acaricié apretando suavemente y soltando.

 

Cristian parecía ronronear y luego de sacar la mano y ensalivar bien mi dedo medio y trasladar una escupida en la yema del dedo, volví a meter la mano para ya, decididamente, pasarlo por su zanjita hasta llegar al asterisco.  Apenas si noté una resistencia cuando penetró la primera falange y Cris se movió con visas de despertarse, ni problemas que me hice por esto y empujé el dedo un poco más hasta meter la mitad…  «Hola Sergio, buen día, me gusta que me despiertes con el dedo en el culito, metelo más si querés, no me duele, anoche estuve practicando con ese frasco que mamá iba a tirar».

 

Me lo dijo, moviendo el culito, ya estaba completamente despierto y me señaló un frasco mediano de unos quince centímetros de largo y unos cuatro de diámetro que parecía de desodorante y que tenía una tapa a rosca de unos cuatro centímetros de largo en forma de bombé.  Sin sacar el dedo del lugar cálido en que estaba, me estiré y tomé el frasco, la tapa estaba bien puesta y muy limpia, ni olor tenía.

  • Me lo metí con la cremita y después lo lavé bien, al principio me dolió un poquito, pero después lo metí y lo moví como vos me dijiste.
  • Tenés que hacerlo con mucho cuidado, sin meterlo todo y tratar de que no te escuchen ni te vean.
  • Sí, la puerta estaba cerrada y me aguanté para no hacer ningún ruido, dos veces me dieron cosquillas en el pito y ganas de hacer pis.
  • Bueno, ahora levantate y anda al baño, yo tengo que ir a pintar el dormitorio de tus padres, pero antes me vas a dar una chupada.
  • Sí, sí, sí, enseguida vuelvo.

 

Salió rápido a meterse en el baño y yo me fijé en el frasco, la tapa no estaba muy fijada y busqué en mi mochila un pegamento rápido que tenía, desenrosqué la tapa, la embadurné con el pegamento y la puse ajustándola bien fuerte, le limpié lo que sobró y cuando Cris salió del baño con el pijama en la mano, desnudo y con el penecito duro, esa tapa ya no se movería, ni causaría posibles problemas.  El nene no tardó en sentarse en la cama y me bajó el short para aferrar mi verga y comenzar a darle besos y a pasar la lengua por todo el glande y el tronco.  «Cristian, esperá, tené cuidado con los dientes, ya sabés que a mí me gusta que te lo metas en la boca lo más que puedas y lo entres y lo saques moviendo la lengua, eso, eso, así, si te dan arcadas sacala un poco y seguí de nuevo, cogete la boca con mi verga».

 

Me desquiciaba lo que hacía, se metía un poco más de media verga en la boca, hacía algunas arcadas, la sacaba un poco y volvía a intentarlo, ni siquiera usaba las manos porque tenía una apoyada en mi muslo y la otra cerca de mi glúteo.  Un par de veces me rozó con los dientes, pero no fue significativo, sacaba la pija de su boca apretando los labios y absorbiendo su propia saliva, cuando la metía nuevamente me hacía notar la penetración como si se forzara la boca.  Así estuvo un rato, se lo notaba excitado con lo que hacía y yo trataba de aguantar para no llenarle la garganta de leche, esto hasta que se la sacó de la boca diciendo:

  • Me duele la boca, parece cada vez más grande, ¿me vas a dar la leche en la boca o me la vas a meter en el culito?, a mí me gustaría que me la metas.
  • Bueno, vamos a probar un poco con el frasco y después te meto la verga, pero no hagas ningún ruido, ya sabés que tu hermana puede escuchar.

 

Se puso boca abajo colocando las almohadas bajo su pecho, pero yo quería verle la cara cuando le introdujera el frasquito, por eso lo hice colocar boca arriba en el borde de la cama y le pedí que pusiera las piernas sobre mis antebrazos.  Lo hizo y tuve un panorama perfecto de su culito, su pene chiquito de bolas casi escondidas, sus tetitas de gordito y su cara expectante.  Le puse crema al frasco que hacía las veces de consolador, también al asterisco que parecía latir y busqué el recto presionando con la punta redondeada, se lo metí despacio, moviéndolo para dilatar de entrada al esfínter e hizo muy poca resistencia.

 

No emitió sonidos, aunque lo sintió, no pudo evitar cerrar los ojos y apretar los dientes cuando el improvisado consolador entró casi hasta el fondo.  Si lo quiso hacer o no, no lo sé, no le pregunté, quizás fue instintito, pero comenzó a mover las caderas y a empujarlas contra mi mano cuando lo moví entrando y saliendo, disfrutaba de la cogida tal como lo había hecho con la mamada, llevaba al “putito” en el alma.  Su penecito parecía a punto de explotar, gemía muy quedamente con los ojos brillantes de felicidad y me encantó ver que se contraía, el pene comenzó como a latir y tuvo una especie de espasmo y un “ahh” de alivió escapó de su boca.

 

A esa altura el que estaba a punto de explotar era yo y le saqué el frasco del culito, “quedate así, te voy a meter mi verga, no hagas ruido”.  Le puse crema a mi pija que parecía desbocada, goteaba a más no poder y se la arrimé al agujero bastante dilatado.  Le metí el glande y un poco más, Cris abrió los ojos grandes, estaba claro que no era el frasquito, pero a mí me costaba pensar, ese culito me trastornaba, me frenó justo con el “despacito Sergio, me duele mucho, tu pija es muy grande” que expresó en voz baja y frené el avance.

 

Desde allí comencé a moverme entrando y saliendo de forma suave, hacer ese culo era la gloria y como estaba todo bien lubricado, cada vez que entraba, metía un poquito más, ya le había entrado un poco más de la mitad, me costaba creerlo, pero la aguantaba bien pues su cara era de goce y placer, sus caderas se movían como independientes, el penecito había vuelto a tener sus contracciones e incluso me asombré de cómo gozaba la penetración.

 

En un momento pareció abandonarse a la cogida que le estaba brindando.  La llevaba bastante tranquilo con el ritmo que tenía, el tema fue cuando apreté sus tetitas con una mano y pellizqué suavemente sus pezoncitos, no pudo contener el “ahhhh” de satisfacción y se movió dando un caderazo.  Le tapé la boca justo cuando sentí que su culito se abría más y mi pelvis chocaba con sus nalgas, sus ojos se abrieron llenos de miedo y dolor y me quedé quieto instalado en lo profundo de sus tripas.

 

No me quería ni mover pues me parecía que arrancaría todo lo que apretaba el glande hasta hacerme doler.  “Tranquilo, no hables, te apuraste y entré más de lo que debía, voy a tratar de salir despacio”, -le dije con algo de temor-…  “Esperá, no te muevas, ya se me está pasando, no duele tanto, esperá que yo me empiece a mover”, -me lo dijo como algo natural, pues, ante mi sorpresa, estaba más tranquilo que yo-.

 

Ya estaba hecho, tenía el culo totalmente lleno de carne y se lo estaba bancando como todo un “señor puto”.  Más me sorprendió cuando comenzó nuevamente a moverse y a marcarme un ritmo muy lento, pero más que agradable, de seguido ya fue sacar la pija sin problemas hasta un poco más de la mitad y volverla a meter hasta el fondo.  “¡Ayyyy!, Sergio, tu pija es muy grandota y me duele, tengo ganas de llorar, pero me gusta, creo que me llega a la panza.  Metela más adentro, ¡ayyyy!, dale de nuevo hasta el fondo, me gusta que me cojas, dame más, más, hasta el fondo”, -decía totalmente enajenado-…

 

Me sacaba de quicio y por momentos le di unos pijazos con ganas notando como gemía y se estremecía, luego aflojé un poco, se notaba que le dolía y no quería forzarlo más, por eso mis movimientos se hicieron más pausados, pero sólo con la mitad del miembro, así entré y salí varias veces hasta que le llené el culito de leche como con cinco o seis escupidas.  No salí enseguida, esperé a que mi verga se desinflara y fui saliendo despacio, el agujero comenzó a cerrarse con lentitud y me quedé tranquilo porque no había huellas de sangre, le bajé las piernas y lo besé atorándolo con la lengua, él estaba eufórico y trataba de devolverme los besos, hasta que me dijo que sentía ganas de ir al baño.  Lo acompañé para comprobar que no había lastimaduras y después de evacuar y de lavarse bien me dijo:

  • Sergio, me duele adentro del culito y me arde un poco, me debo haber lastimado, pero no me pude aguantar, la quería toda adentro, me gustó que me cogieras con tu pijota.
  • Ya está, ya está hecho, a mí me encantó tu culito, ahora te va a doler por un par de días, tratá de moverte despacio y que nadie se dé cuenta de que te duele. No salió sangre por eso creo que no está lastimado, algo te va a arder por el roce, pero ahora te voy a poner pomada y en las noches te tenés que poner vos.  Me gustó mucho haberte metido toda la verga.
  • A mí también me gustó y ahora cuando se me pase el ardor me la vas a poder meter toda cuando quieras.
  • Para eso tenemos que estar solos y tranquilos, vestite y andá a desayunar que yo tengo que trabajar.

 

Creo que me salía humo de las orejas viéndolo tan putito y entregado, pero no quise insistir.  Me fui para la habitación de los padres sintiéndome bien, me había “comido” por completo a un culito delicioso y me lo podría “comer” igual cuando quisiera y hubiera oportunidad, el pendejito era increíble.  Vigorizado y contento a pesar del cansancio por lo ocurrido, noté que ya había pasado a ser recuerdo porque a los dieciocho no hay tiempo para pensar en cansancios y me puse a pintar el techo de la habitación.

 

Pasó como una hora y había adelantado bastante el trabajo cuando escuché que me hablaban.  “Buen día Sergio, mi mamá no está, ¿no me vas a enseñar unas tomas de lucha?”.  Era Azul que recién se había levantado y se me aparecía con cara de sueño y con un pijama de dos piezas, una especie de torerita y un culotte que no alcanzaba a tapar las nalgas que se hacían notar.  Esto lo vi porque no bien me preguntó lo de las tomas de lucha y le contesté: “Buen día a la princesa más linda de la casa, a ver, date unas vueltas para que pueda admirar lo hermosa que sos”.  Giró un par de veces riendo y con el rostro todo sonrojado, allí fue donde se me fijó su culito en mis retinas.

  • Esperá un poco que ya termino de pintar esta parte del techo y te enseño, fijate dónde está Cris porque si él viene no puedo enseñarte mucho.
  • No va a venir porque recién vino mi papá a despertarme y me dijo que no lo molestara porque está jugando en la computadora y que tampoco fuera al negocio ni te molestara a vos, pero yo quiero que me enseñes.
  • Bueno, vamos a usar tu cama para que no te duela si te caes al suelo, esperá que voy al baño a lavarme las manos.
  • Yo voy con vos, pero no mires porque voy a hacer pis.

 

Me lavé las manos escuchando como se bajaba el pijama y luego la micción que me imaginé saliendo de esa conchita chiquita, pelada y me excité, por lo que tuve que acomodarme el miembro hacia un costado, sabía que, a poco que mirara, se daría cuenta del bulto que, con el short que tenía puesto, no podía disimular.  Cuando me avisó que estaba lista y me giré, noté como sus ojos se dirigieron de inmediato a mi bulto, pero sólo bajó los ojos y no dijo nada.

 

Después le enseñé un par de tomas tontas que la terminaban arrojando sobre la cama, pero aproveché para tocarle las piernas, las puntitas de sus pezoncitos y recorrí su culito por completo con mis “tomas de lucha”.  Un par de veces la tomé de la entrepierna colocando toda mi mano sobre su vagina, otra entre sus omóplatos y la hacía girar en cámara lenta para dejarla caer de espaldas sobre la cama, lógicamente, sacaba despacio mi mano de allí rozando con la punta de mis dedos a sus labios que parecían hervir.

 

Le iba a enseñar otra y me pidió repetir la que la tiraba en la cama, comprobé allí que se le escapó un pequeño quejido cuando apreté un poco su entrepierna y al sacar la mano vi que tenía un par de puntos de humedad en su pijama.  Era evidente que Azul se había excitado con los roces, entonces esa vez la hice girar de nuevo y al dejarla sobre la cama hice que su cabeza y sus ojos quedaran a centímetros de mi bulto, ya estaba más mojada y sus ojos se abrieron como para tratar de ver por debajo de mi short.

 

“Hay otra toma que me dijo Cristian que le hacía el primo, ¿querés ver cómo era?, no dudó en contestarme que quería que le hiciera lo que le hacia el primo a Cris, entonces la tomé desde atrás pasando un brazo por delante de su cuerpo y la tiré sobre la cama dejándome caer sobre ella.  Me cuidé para no aplastarla y como era mucho más chica de cuerpo que yo le dije: “Una vez encima, el contrario querrá moverse, hay que tratar de que no lo haga” y para eso me corrí hacia adelante y apoyé todo el bulto en su culito.  El estremecimiento de Azul fue notorio y se movió como para poder librarse del supuesto rival pero lo único que quería era pasar sus nalgas por el bulto, yo me levanté y seguí como si nada.

  • Ahora te toca a vos, tenés que agarrar al contrario de las ropas y hacer que gire para tirarlo al suelo, el tema es colocar bien las manos y agarrar con firmeza la ropa para que no se te escape, vos hacés el movimiento, quiero ver cómo te sale, pero como soy más pesado, yo sólo me voy a dejar caer, una mano va acá y la otra acá, apretá con fuerza y tratá de tirarme.

 

Una mano la coloqué cerca de mi pectoral y la otra, efectivamente, sobre el bulto, se dio perfecta cuenta y apretó, hice un poco de resistencia mientras ella apretaba lo más fuerte que podía y di un giro para dejarme caer sobre la cama…

  • Te tiré, te tiré, vamos a hacerlo de nuevo, -pidió-.
  • Bueno, va de nuevo, pero vos tenés que tratar de que el contrario no se mueva, aunque sea subiéndote arriba.

 

Afirmó con la cabeza y se dispuso a hacerlo de nuevo, ya no hubo necesidad de decirle dónde poner la mano, lo primero que hizo es apretar el bulto y fingí resistirme un poco más, me encantaban los apretones, hasta que giré y caí, ella no tardó en ponerse encima de mí y se sentó sobre el bulto, se movía casi imperceptiblemente hasta que le dije que me había vencido, que me rendía y me miró seria preguntando:

 

  • Sergio, ¿qué es ese bulto que siento acá abajo?, -dijo señalando entre sus piernas-.
  • Eso es el pene que tienen todos los hombres, ¿no te lo enseñaron en el cole? Cuando se hacen ejercicios o se lucha en pareja siempre se producen roces en los órganos sexuales, es normal, no hay que asustarse por eso.
  • Yo no me asusto, vos me tocaste acá cuando me hacías girar -se volvió a señalar- y yo no dije nada, pero, ¿por qué es tan grande el tuyo?, yo vi el de mi hermano y es muy chiquito.
  • Cuando sea más grande le crecerá al igual que a vos te saldrán tetas, todo te va a crecer y serás cada día más linda.
  • ¿En serio soy linda y te gusto?
  • Me gustás mucho y no sos sólo linda, sos hermosa…
  • Gracias, sos el primero que me lo dice, mi papá nunca me dice nada, ¿te puedo pedir otra cosa?…

 

Casi, casi que la tenía, además, no se había salido de dónde estaba y se movía como masturbándose levemente con el bulto.

  • Vos me podés pedir lo que quieras, ¿qué querés saber?
  • Me da “cosa” pedirte esto, no te enojes, quisiera saber y ver que me muestres el pene, pero no te enojes…
  • No belleza, no puedo hacer eso, ni loco, mirá si se enteran tus padres, tu hermano o alguna de tus amigas, me van a querer matar.
  • Por favor Sergio, te juro que no le digo nada a nadie, una compañera contó que le había visto el pene al hermano mayor y todas la trataron mal, le dijeron de todo, nadie se va a enterar de nada, menos que menos mi mamá o mi papá, será un secreto nuestro, te lo juro.
  • Me da no sé qué, se puede armar un lío bárbaro…-me quedé serio como si pensara-.  Está bien, si tenés ganas de verlo te lo voy a mostrar, pero si decís algo yo voy a decir que vos quisiste y se van a enojar mucho contigo.
  • No, te juro que no voy a decir nada, dale, mostrame, pero… esperá que voy a fijarme dónde está mi hermano, -era indudable que lo de “pilla” lo tenía incorporado-.

 

Se fue casi corriendo y al rato regresó diciendo que el hermano se había dormido porque se había despertado temprano (“seguramente cansado y con el culito bien usado”, -pensé, pero, lógicamente, no dije nada-), enseguida me dijo de encerrarnos en su cuarto, “si viene papá va a venir directamente a su habitación, en la mía no entra nunca y si me pregunta por vos le digo que fuiste a la pinturería”.  Se las había pensado todas y se me hizo que querría más que mirar.

 

La excitación se le notaba hasta en los movimientos, cerró la puerta de su cuarto y me preguntó cómo hacíamos, “si querés me tiro en la cama, vos me sacás el short y mirás todo lo que quieras”, -se lo dije como para que creyera que tomaba determinado control y que no la forzaba a nada-.  “Sí, sí, sos genial Sergio”.  Lo que vino después superó mis expectativas…

 

Continuará…

 

 

3520 Lecturas/1 noviembre, 2021/0 Comentarios/por GUILLEOS1
Etiquetas: hermana, hermanita, hermano, madura, mayor
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