LA DISTRIBUIDORA. (5).
Primero lo de Azul y luego lo de Ruth me hicieron pasar un día espectacular. Me pongo de acuerdo con Alfredo para joderlo a Juan..
Me tiré en la cama ayudándola con mis movimientos a que me bajara el short y cuando me tuvo desnudo desde la cintura hacia abajo, abrí un poco las piernas para que se ubicara arrodillada entre ellas. No decía nada, no emitía sonido, sólo miraba con los ojos muy abiertos y la boca entrecerrada sin disimular la sorpresa que le provocaba el miembro que comenzaba a dejar su estado “amorcillado”. Había apoyado sus dos manos en mis muslos y acercaba la cabeza para mirarlo de cerca.
Sabiendo que a la tarde tenía que verla a Ruth para pasar un buen momento, la noche anterior me había depilado casi por completo, sólo quedaba un poco de vello bien recortado sobre mi pubis y eso hacía que todo lo que Azul tenía a la vista resultara más grande, hasta a mí me parecía que había crecido. La nena me miró como con ganas de preguntar algo y pareció arrepentirse, regresó a observar el pene y cuando me miró nuevamente, ya se había decidido…
- Sergio, en la escuela me enseñaron que lo largo es el pene y lo de abajo son los testícolos, pero en el dibujo el pene estaba como “dormido” y los testícolos eran chiquitos, yo estoy viendo que son más grandes y el pene crece y se pone duro con la “cabecita” a la vista que en el dibujo no aparece, (yo estaba circuncidado y mi glande siempre estaba a la vista).
- Se llaman “testículos” Azul y al hombre, cuando se encuentra con una mujer hermosa casi desnuda frente a él, se le pone duro, a eso se le llama “erección”, es necesario que esté duro para poder meterlo en la mujer y gozar con ella, -ella no decía nada, escuchaba y movía los dedos sobre mi muslo-.
- ¿Todavía se va a poner más duro?, ¿no te duele cuando está duro?… ¿Cómo se hace para que se “duerma”?… Mi hermano me contaba que a mi primo se le ponía duro y quería metérselo en la cola y yo quería saber cómo era, por eso me enojé cuando mi mamá lo echó por culpa de mi hermano, pero el tuyo es muy grande para meterlo en mi cola.
- Son un montón de preguntas las que me hacés, voy a tratar de contestarlas de a una por vez. Se tiene que poner más duro, pero para eso la mujer tiene que tocarlo, probá, tocalo sin miedo y vas a ver como se pone más duro.
Era, en cierto modo, lo que estaba esperando y no tardó en alargar una de las manos y tocarlo, no le alcanzó y pronto fueron las dos, no subía y bajaba las manos, las movía pasando una por arriba de la otra y volvía a empezar entusiasmada porque se había puesto más que dura. “Es muy suave tu pene y está caliente, parece que latiera y ahora te sale una agüita, ¿eso es el semen?”. Tal como había pasado con Cris, le expliqué que era esa “agüita” y antes de “darme vuelta” porque me contestó que a ella también le salía esa “agüita” de su vagina, seguí respondiendo sus preguntas.
- A veces, como ahora, cuando está muy duro, me duele un poco, entonces hay que tratar de hacer que se ablande, pero para eso hay que expulsar el semen, después de eso se “duerme”.
- ¿Cómo hacés para expulsar el semen?, ¿es muy difícil?…
- Hay varias formas de hacerlo y la mayoría de las veces me tienen que ayudar.
- ¡Yo te ayudo, yo te ayudo!, ¿cómo tengo que hacer?…
- Una de las formas es apretarlo y mover las manos despacio para arriba y para abajo, así, muy bien, eso es, -fue como instintivo y la “paja” me sabía a gloria-. Otra de las formas es metérselo en la boca y chuparlo como si fuera un chupetín y hacer que entre y salga de la boca… Otra es meterlo dentro de la vagina de la mujer y moverse entrando y saliendo hasta que salga el semen, normalmente a la mujer le encanta esto y goza mucho cuando está adentro moviéndose y otra forma es meterlo en el culito y hacer lo mismo, esto también le suele gustar mucho a la mujer, pero para entrar hay que hacerlo con mucho cuidado.
Azul me escuchaba atentamente, me miraba a mí y miraba mi verga sin dejar de mover sus manos, el líquido pre eyaculatorio no dejaba de brotar y ya le corría por los dedos haciendo que la “paja” fuera más llevadera y deliciosa…
- Te está saliendo más “agüita” y yo quiero que me hagas todo lo que quieras para que salga el semen, ¿te puedo chupar y después probamos si entra y me la metés en la vagina y en el culito?…
- Me la podés chupar, pero tenés que tener cuidado con los dientes, metértela en la boca lo más que puedas y cuando salgas el semen te lo tenés que tragar, cuanto más tragues más te va a gustar y no hace mal, tampoco es orina así que no tenés que sentir asco. Si lo vas a hacer sacate la ropa así estamos iguales y ponete de costado.
- No me va a doler y a salir sangre, ¿no?, el año pasado me caí sentada del tobogán, me dolió y me salió sangre de la vaginita, mamá me llevó a una doctora y me limpió bien con un hisopo, me di un susto bárbaro y no quiero que me salga sangre.
- Siendo así no creo que haya sangre, pero igual lo de la vaginita y el culito lo vamos a dejar para otro día, yo voy a hacer que te sientas bien con otras caricias.
No tardó nada en sacarse el pijama y ponerse de costado para volver a tomar el miembro y acercarlo a su boca, primero intentó con la lengua y la pasó por todo el glande degustando el líquido que parecía brotar ante cada lamida y luego se lo llevó a la boca, fue muy delicada, solita movió la lengua con el glande en el interior de la boca y me tuve que agarrar fuerte de las almohadas para no irme como por un tubo.
La mamada era una delicia y la muy “putita” no se privó de gemir cuando comencé a acariciarle esas nalgas durita y pasé la yema del dedo medio por los labios de su vagina y por el asterisco cerrado de su culito. Trataba de meterse el glande lo más profundo que podía hasta que se retiró por una arcada, pero se recuperó enseguida y siguió intentando. Ya no sólo gemía ante mis caricias, movía las caderas y trataba de levantar el culito para que la tocara más. Así estuvimos un rato y no quería que se cansara ni que se le acalambraran las mandíbulas, además mi calentura estaba en el límite porque hacía un ratito también que había metido, ayudado con saliva y su lubricación natural, la mitad del dedo medio en su conchita y gran parte del menique en su culito.
Se había tensionado cuando lo intenté, pero bastó con pedirle que se relajara y lo disfrutara para que continuara con sus gemidos y me dejara los agujeritos a disposición. También había logrado que tuviera un orgasmo, luego se lo tuve que explicar cuando me contó lo que sintió. Lo noté cuando contrajo todo su cuerpito y tragó un poco más de verga quedándose quieta con el miembro en la boca y yo me extasié viendo como apretaba mi dedo con su culito y se mojaba un poco más el otro dedo.
Ella se recuperaba de su orgasmo y yo apoyé la otra mano en su cabeza para que no la retirara cuando le llenaba la boca de leche obligándola a tragar, aunque algo se escapó por la comisura de sus labios. Tragó todo lo que pudo y se salió con cara de felicidad, le limpié un resto que tenía en el costado de la boca y chupó mi dedo, después me dijo: “Lo logré Sergio, te saqué el semen, me lo tragué todo, no es feo y ahora se está “durmiendo””.
Le pedí que bajara la voz y desde allí en más me contó lo que había sentido al tener el orgasmo, luego de que le expliqué agregó: “Primero me dio “cosa” pero después me gustaron los dedos en la vaginita y el culito, ¿cómo vas a hacer para meterme el pene ahora que está dormido?”. Yo ya tenía pensado otra cosa y no tardé en contestarle: “Ahora no podemos, tenemos que agrandar los agujeritos para que no te duela y nos llevaría mucho tiempo, igual te voy a hacer algo que te va a gustar mucho, pero tratá de no hacer ruido”. Mi fijación estaba dada por chuparle la conchita y el culito hasta que se retorciera, sabía que le iba a encantar.
Al igual que la madre y el hermano, la calentura parecía brotarle como algo natural. Me arrodillé al costado de la cama y le pedí que se sentara en el borde, le puse la mano en el pecho tocándole un pezoncito y empujé para que se dejara caer de espaldas. El culito fantástico de la nena y sus agujeritos parecían mirarme y me zambullí allí, mi lengua pareció convertirse en algo independiente de mi mente, recorrí los labios de su vulva a placer, los besé como si lo hiciera con una boca, absorbí su clítoris luego de sacarlo a base de recorrer su capuchón con mi lengua.
Traté de meter mi lengua en su interior estampando y moviendo mi nariz en su diminuto “botoncito de placer”, besé y lamí la unión de sus muslos con la pelvis y los lengüetazos recorriendo vagina y ano eran espectaculares por las reacciones de evidente placer que la nena dejaba entrever. Azul mientras tanto no se quedaba quieta, efectivamente daba unos saltitos esporádicos, se contraía y dejaba escapar gemidos que, muchas veces parecían gruñidos, en sordina, semi apagados porque ya, desde que dio el primer gemido, le había dado la almohada para que ahogara sus sonidos allí.
No me pude aguantar, después de meter parte de mi lengua en su culito, se lo dejé lleno de saliva y mi dedo comenzó a penetrarlo, no hizo ademán de retirarse, al contrario, movía sus caderas acercándolas para que el dedo siguiera su camino, entrando y saliendo después con total tranquilidad. En verdad, se me fue la mano y la boca, porque cuando le estaba “haciendo el culito” con el dedo y moviéndolo en redondo para que dilatara más, absorbí fuerte su clítoris y se incorporó sentándose en la cama, tembló como con escalofríos, puso los ojos en blanco, gimió y se dejó caer pesadamente para atrás.
No llegó a desmayarse totalmente, pero estuvo a punto y el glande, que estaba durísimo porque pensaba intentar entrar en ese agujerito tentador, ya bastante dilatado, se desinfló acompañado por todo el tronco. De inmediato dejé todo, “me cagué hasta el pecho”, pero enseguida la atendí, le di aire abanicándola con una revista y se recuperó rápido, abrió los ojos lentamente y, desmadejada, transpirada y un poco pálida me sonrió y le pregunté…
- ¿Estás bien princesa?…
- Sí, no sé qué me pasó, no podía parar de temblar, tenía la pancita dura y ahí abajo todo me parecía hervir, nunca sentí algo tan lindo y después se me nubló todo, ¿esto es coger?
- Algo así, es parte, nos faltó la penetración, pero ya te dije que eso lo haremos otro día.
- ¿Cuándo me lo vas a meter?, yo querría ya, ¿me la dejás chupar de nuevo?
- No, ahora no podemos tengo que trabajar y se nos fue mucho tiempo, voy a buscar la manera de poder estar juntos de nuevo, andá a darte un baño y ordená la habitación, yo voy a estar en la habitación de tus padres y recordá que no podés decir nada.
No la dejé que dijera más nada y cuando se levantaba para meterse en el baño, me vestí y regresé a seguir con el tema de la pintura. Menos mal que tuvo ese “problemita” si se la hubiera comenzado a meter no sé cómo haría para detenerme y no mandársela a guardar toda, los dos nenes me sacaban de contexto, sus culitos generaban o sacaban a flote unos oscuros deseos que nunca creía que tendría, para peor o mejor, a ellos les encantaba todo lo que les hacía y pedían siempre un poco más.
Pensé que había pasado una eternidad y no había pasado una hora, cerca del mediodía volvió a aparecer Juan, yo le había dado al rodillo a lo loco y había hecho casi toda la habitación, las paredes estaban completas. Como había utilizado una pintura muy buena, cubrió bien y no era necesario repetir dando otra mano, el baño interno quedaba igual y no había que pintarlo, sólo restaban las aberturas y estaba sacando una puerta cuando el padre de los chicos me habló.
“Quedó muy bien Sergio, ¿para qué saca la puerta?… Le contesté que tenía que comenzar con las aberturas y cambiar la pintura porque allí iba con sintético, le expliqué que, en realidad tendría que haber comenzado por eso, pero ellos me habían pedido que apurara el tema de las paredes. “No importa, por hoy déjelo así, el látex no tiene olor, pero el sintético no me va a permitir descansar bien todo el fin de semana”. Le dije que estaba bien y cuando me iba a ir a limpiar los pinceles me preguntó por los chicos. “lo vi temprano a Cristian, a Azul la vi de pasada cuando me saludó, deben estar en las habitaciones”.
Se fue a buscar a los chicos y escuché cuando les gritaba para que se levantaran, que iba a pedir comida hecha y quería almorzar temprano. Vino a verme de nuevo y me dijo: “A usted le parece, lo único que hacen es ir al colegio y se la pasan durmiendo”, salió enojado y refunfuñando de la casa. Yo lavé los pinceles y regresé a cambiarme, allí me encontré con los dos chicos que estaban en la cocina.
- Hola Bellezas, ¿descansaron algo?
- Sí, nos quedamos dormidos y papá nos retó, pero no importa, -dijo Azul, Cris afirmó con la cabeza y no dijo nada-.
- Yo ya me voy, los voy a extrañar todo el fin de semana, pórtense bien y no hagan renegar a nadie, nos vemos el lunes.
- Nosotros también te vamos a extrañar Sergio, ¿te puedo dar un abrazo y un beso?, -preguntó Cris-.
- Venga ese abrazo de los dos, hermosos, los dos son hermosos.
Los ojos les brillaban a ambos, pero disimularon bien y el abrazo y el beso fue más que normal, yo me fui para casa a darme un regio baño y a prepararme para estar a las tres de la tarde en la esquina dónde me había citado Ruth. Lo primero que se me cruzó por la cabeza fue la promesa que me había hecho, “llevo lubricante y te lo entrego todo de primer plato”, por como yo estaba de caliente pensé que hasta lo iba a “masticar”, ese culo hoy hablaría.
Fui puntual y cuando llegué a la intersección de las calles en que me había citado ya estaba el coche allí, me tocó bocina y abrió la puerta para que subiera. Los vidrios del auto eran completamente oscuros y me recibió con un “hola”, distendida y sonriente tomó el camino que nos llevaba a una ciudad aledaña. “¿Todo bien en casa?”, -preguntó-. Le contesté que sí que me había ido un poco más temprano porque el padre de los chicos quería comer rápido y había pedido la comida a un delívery, “seguramente estaba enojado porque hoy Julia tenía un almuerzo familiar y se tenía que ir más temprano”.
Afirmé con la cabeza porque me importaba bien poco lo de Juan y le pregunté dónde íbamos. Me contó que iríamos a casa de la amiga que me había comentado, “es esa que te dije que le gusta el sexo anal, quería conocerte, pero nos deja la casa y se va, justo está “en esos días” y re loca porque no puede hacer nada” … Le dije que le podía decir que se quedara porque a mí no me molestaban “esos días”, que dependía de ellas…
Llegamos enseguida y era en un country de los mejores de esa zona, la seguridad tomó el número de patente del auto y nos dejó entrar sin problemas. Hizo unos seiscientos metros traspuso un portón grande y estacionó el auto detrás de una casa enorme. La amiga, de nombre Alicia, nos recibió en la entrada trasera de la casa, aparentaba tener la misma edad de Ruth, era un poco más baja pero su cuerpo enfundado en una remera y un short de jeans muy corto, era un muestrario de curvas, las tetas voluminosas apenas si podían mantenerse debajo del sostén que parecía el de una tanga.
Nos saludó efusivamente con un beso a cada uno, me dio la bienvenida a la casa y cuando caminó con Ruth delante de mí para entrar, la verga no me dio un tironcito, fue un cimbronazo, su culo era espectacular. Nos convidó con una gaseosa y se mostró muy suelta para hablar, su cara era de muñeca y sus ojos eran claros, de un verde claro raro, lo que evidenciaba lentes de contacto de color, su cabello era negro azabache, muy bien teñido porque su piel bronceada parecía ser muy blanca. Bromeamos con un par de tonterías y sin ningún tipo de empacho me dijo:
- Lamento mucho no poder quedarme, me dijo Ruth que te encanta lo mismo que a mí, pero hoy, con mucha bronca lo digo, no puedo compartir el rato con ustedes.
- No lo tomes a mal, Ruth me dio a entender cuál era tu problema y yo no soy de fijarme en esas “cosillas”.
- Sos un amor Sergio, pero mi incomodidad cuenta y no estoy de ánimo, eso sí, se ponen de acuerdo para otro día porque me va a encantar meterme entre estos brazos, desnuda, lógicamente.
El comentario provocó la risa de los tres porque fue acompañado de un movimiento sinuoso de su cuerpo colocándose contra mi pecho para que la abrazara. No me hice de rogar y la encerré en mis brazos, “dame un beso y ya me voy”, -dijo moviendo su pelvis en mi muslo-. Le comí la boca sin más y no me privé de aprisionarle ambas nalgas con mis manos. Gimió como hembra en celo, pero se separó diciendo que en otro momento nos veríamos las caras y “todo lo demás”, -agregó riendo-. La saludó a la amiga y le dijo que dispusiera como creyera conveniente, que nadie nos molestaría, subió a su auto y se fue, Ruth se puso a contarme….
- El marido de Alicia es “fulano de tal”, -un tipo que tenía una cadena de supermercados-, es mucho mayor que ella y hace tiempo que tiene un problema de salud que lo tiene semi postrado, la “peti” es muy caliente, pero ni loca sale a buscar a nadie, es muy reservada con eso y cuando le hablé de vos y de tu “amigo” vio la gran oportunidad, pero, está en el segundo día y en ella es muy doloroso y se hace notar. Vení, vamos a la habitación que no hay tantos ventanales.
- ¿Siempre te suele dejar la casa?
- No seas mal pensado, nunca vine con nadie acá, la casa la conozco bien porque varias veces vinimos con Juan y los chicos, lo que sucede que le dije que íbamos a ir a un hotel y me dijo que viniera a la casa que era más privado.
Ruth Caminaba delante de mí y al llegar a la puerta de la habitación, se giró, dejó caer el vestido amarillo a sus pies y quedó completamente desnuda, enseguida me abrazó, nos besamos con ganas y me hice un picnic apretando sus nalgas duras. “Sergio, estoy muy caliente, mirá lo que tengo en la mano, -me mostró que tenía un tubito de crema lubricante íntima-, dejemos los preliminares de lado y rompeme el culo, quiero sentir todo el culo lleno de tu carne, después jugamos un rato, pero primero tengo que cumplir mi promesa”.
Ni borracho me iba a negar a lo que me estaba pidiendo, me desnudé enseguida y dándome el tubo de crema, se subió a la cama y se puso en cuatro. ¡Madre de Dios!, estaba que reventaba y escuchar los gemidos, a esa altura, totalmente indisimulados, sin remilgos y mirar los labios de su conchita y el asterisco cerrado que parecía llamarme, me agitó hasta los pelos. Ni siquiera quise meter el dedo con crema muy adentro, pero me puse bastante en todo el miembro y un poco más en el glande, luego, tomándola de sus muslos, la acerqué al borde de la cama y quedó a la altura justa.
Ella manoteó la almohada para taparse la cara y esperó, yo apoyé el glande, pero no entré de golpe, pujaba y lo sacaba, volvía a pujar y entraba apenas un poco, hasta que la escuché, “Sergio, por favor” … Entré bastante despacio y no me detuve hasta que mi pelvis quedó pagada a sus nalgas. Tampoco puedo discutirlo me sentí un sádico fantásticamente motivado por el in-crescendo del grito que lanzó mezclando el dolor con el placer. No se lo rompí, creo que, por el lubricante, pero sentí como se estiraba el esfínter y todo el recto se abría apretándome el tronco como si fuera una mano.
Dos, tres o cuatro segundos fue el tiempo en que me quedé pegado a ella y luego comencé a moverme, no me hizo ningún comentario ni me pidió nada, además, si lo hubiera hecho no le hubiese dado pelota, me estaba cogiendo un culo maravilloso y a su pedido, su promesa estaba más que cumplida y sólo quedaba darle más placer. Después de un rato de entrar y salir a un ritmo más o menos módico, comencé a acelerar y ya sus gritos desencajados se hicieron sentir sin ningún tipo de sordina. No era dolor y si lo era no lo parecía, era placer en su estado más primitivo y las contracciones y temblores no tardaron en llegar.
Gritaba pidiendo más fuerza, más profundidad, que la clavara, que se lo reventara, parecía reír y sollozar, por momentos, totalmente desquiciada. Lo mejor fue cuando me recosté sobre su espalda y tomándole las tetas, le apreté los pezones endurecidos, sólo bastaron un par de apretones y el orgasmo con gritos incluidos fue para alquilar balcones. Sus movimientos con temblores empujando sus caderas para que llegara a un infinito imposible, mi propio placer y lo que el cuerpo me pedía trasladándolo a los latidos en mi miembro, provocaron que inundara sus tripas con leche casi hirviendo.
Al sentir el líquido caliente en su interior se le vencieron brazos y rodillas y se dejó caer en la cama arrastrándome con ella, lo que hizo que entrara hasta donde ninguno de los dos esperaba, el grito se redobló y nos quedamos duros y tiesos unidos profundamente por el ariete y el contacto de pieles transpiradas. “No salgas Sergio, no te muevas, esto fue increíble, siento que por primera vez entregué mi culito con el alma”, -expresó Ruth con un hilo de voz-. No le contesté, no podía, había normalizado el aire, pero no podía coordinar las palabras, la cogida había sido algo cercano a lo glorioso y no había palabras para explicarlo.
Se imponía tomar algo para recuperar un poco las energías y el jugo de naranja con un poco de vodka nos vino de maravillas, yo era el que estaba más entero y me encargué de servir los dos vasos. Brindamos en una especie de festejo y ella se puso algo seria, se sentó en la cama apoyando la espalda en el respaldo y me ofreció los muslos de las piernas cerradas para que colocara mi cabeza en ellas, acariciaba mis cabellos cuando me habló…
- Tengo un lío tremendo en la cabeza, las cosas con Juan no van ni para atrás ni para adelante, diría que van cada vez más para atrás, a veces no tolero ni que me hable o que no me tenga en cuenta como si yo fuera un florero. Vos me gustaste desde el primer día en que te vi desde la ventana de mi cocina y cuando tuve la oportunidad de tener algo íntimo, ni lo dudé, aunque puedas pensar mal, sólo dos veces le metí los cuernos a Juan y fue algo del estilo “rapidito”, sin demasiadas florituras, mi goce estuvo dado por haberlo “cagado” a mi marido por sus desatenciones y mal humor y no por quien tenía al lado.
- ¿A qué viene todo esto Ruth?, -le pregunté sin saber a qué quería llegar-.
- Viene a que con vos me siento una pendeja de 15 años y quiero que seas mi amante fijo, casi como una pareja. Tengo un muy buen pasar y podría ayudarte en otras cosas, aparte de creer que no te soy indiferente y me di cuenta de que sos un verdadero hombre.
- Está claro que no lo eres, de ser así no estaría ahora con vos, me gustas muchísimo y amante es lo que somos ahora, podés contar conmigo cuando quieras tener un rato de, digamos “esparcimiento” pero me parece que me estás pidiendo un compromiso y no quiero compromisos.
- No, no sería tan así, podría ser algo “liberal” y que te beneficie.
- Trato de ser un tipo sincero, no es una cuestión de tener más o menos, la vida me la puedo buscar como quiero y hay muchos culitos dando vueltas como para quedarme “fijado” a uno solo por más que este sea el tuyo y, por cierto, maravilloso, de hecho, tu amiga no pudo quedarse, me hubiese gustado estar con ella también.
- Es que eso es lo que te quiero decir y no alcanzo a explicártelo bien, sexo podés tener con cualquiera, es más puedo y quiero acompañarte cuando gustes, me basta con saber que me considerás como mujer y que siempre vas a estar para mí.
- Tu “liberalidad” chocaría con mi egoísmo y ese es innegociable, no toleraría saber que otro hombre te toca las manos, ni hablar de lo demás. Puedo compartir todo lo tuyo, pero jamás con otro hombre, sería como algo de un solo carril o un “tómalo a déjalo”.
- Mirá, ayer estuve hablando con mi madre, le queda poco tiempo de vida y me decía que le hubiese gustado estar más con mi padre porque era el hombre que había elegido, se separó de él por el tema de las infidelidades y porque no supo entender ni comprender que él la amaba con el alma por sobre cualquier otra. Él murió en un accidente amargado porque ella no entendía y ella se dio cuenta tarde, sufrió y se sintió mal por esto, terminó enfermándose y se moriría ahora arrepentida sin haber tenido la oportunidad de vivir para ella y para su hombre comprendiendo mejor su vida. Yo entiendo que vos, aunque tengas un poco de dudas por la edad, sos “mi hombre” y no quiero que te alejes.
- Comprendo tu razonamiento, me encantás como mujer, pero dejame pensarlo, eso sí, si aceptara tu postura no quiero celos, escenas, imposiciones, tabúes, ni resquemores. Vos también tenés que pensarlo bien porque sería una especie de “si querido” constante sin marchas atrás.
Ruth me expresó que estaría esperando mi contestación y sus manos se dirigieron a mi entrepierna para ocuparse de mi verga, la que no tardó nada en responder a lo que se venía venir. Se acomodó mejor y, aun con algunas arcadas, el “garganta profunda” se impuso por un largo rato con una “cogida de boca” en la que ella marcó el ritmo mientras yo arañaba las sábanas y no podía dejar de gemir.
Estaba a punto de llenarle la boca de leche y ella se dio cuenta de esto, por ello aminoró, hizo que su boca abandonara mi verga y se acomodó para sentarse metiéndosela en la vagina, sentí toda su estrechez y observé la cara de placer que ponía al penetrarse. Al “besar” sus nalgas con mi pelvis se arrojó hacia adelante, me besó y me dijo que quería sentir mi leche muy adentro de si, luego volvió a lo suyo y cabalgó como una amazona hasta que, al unísono, tuvimos un orgasmo de los que no se pueden contar porque faltarían palabras para detallarlo.
“Me enloquece apoyar mis tetas en tu pecho”, -dijo y se estiró a lo largo sobre mi cuerpo-. Descansamos otro rato así abrazados y ya la tarde de sexo, cariño y algo de amor, no daba para más. En realidad, ese descanso junto con el baño dio para un poco más, ella lo supo poniéndose a 90° en la bañera y aferrada a las canillas recibía toda mi verga en su culito inquieto y gritaba como descocida, más que nada por el placer que le daba “su macho”. Luego arregló la habitación y me llevó luego hasta dos cuadras antes de llegar a mi casa, pues así se lo pedí, quería caminar un rato para pensar, elucubrar, discernir y ver si alcanzaba a decidir.
Eran pasadas las siete de la tarde cuando llegué a mi casa y en lo único que pensaba es en que tenía un hambre que me comía las paredes. Mi “vieja” me preparó un par de emparedados con un licuado de banana con leche que devoré y me fui a mi habitación, ya no quería pensar y, con la imagen del culo perforado de Ruth mientras gritaba gozando aferrada a las canillas de la ducha, me dormí estirándome a todo lo largo en mi cama.
Después de la siesta a hora desacostumbrada, me levanté para cenar, vi una película en la que no llegué al final y vuelta a dormir, me levanté el domingo a media mañana y viendo que mi “viejo” estaba cortando el pasto del parque me puse a ayudarlo. Paramos para almorzar, tarde como los almuerzos de todos los domingos y luego seguimos para dejarle el parque y el jardín como un “chiche”, tal como lo quería mi mamá, que nos recompensó con mimos y besos. Ellos se llevaban de maravillas y decidí dejarles el resto de la tarde para los dos, me duché rápido, me cambié y me fui a pasear un rato por la plaza.
Me senté a tomar una cerveza en la confitería que era “central” de reunión de la mayoría de los chicos y chicas del barrio, pensaba en que le diría a Ruth que aceptaba lo que pretendía, de última, si la cosa no funcionaba vería que hacía, aunque no me engañaba, decidí aceptar así porque en los pensamientos se me cruzaron los nenes, esos culitos no eran para despreciar y ellos me habían demostrado que “colaboraban” en lo que hacían con sus culitos y boca, Ergo: el mejor modo de tenerlos cerca era estar “pegado” a la madre. Esto sin descartar que los “polvos” con Ruth eran espectaculares y si a ella se le sumaban las amigas, mejor que mejor. Me descubrí excitado pensando en ello y lo vi venir caminando por la vereda a Alfredo, de inmediato se me cruzó una idea con una duda por la cabeza. Lo llamé y le pedí que se sentara conmigo…
- Hola Sergio, mirá, yo sé que no me porté muy bien, pero, te juro que ni lo volví a mirar al nene y estoy trabajando sin joder a nadie…
- Está bien, quedate tranquilo y tomá una cerveza conmigo, se me acaba de ocurrir algo y me vas a tener que ayudar.
- Pedí lo que quieras, de última evitaste que me mandara una “cagada” enorme.
- El sábado parece que Juan estaba caliente con la gordita o algo por el estilo, pero vino a la casa y me gritó a mí que no tenía nada que ver, yo necesito el trabajo, aunque esta no se la perdono y voy a buscar la manera de joderlo.
- Contá conmigo, a mí también me tiene “cagando” y a los gritos, ¿qué querés hacer?
- Creo que se la coge a Julia, pero no puedo engancharlo en eso, como vos estás siempre más cerca tendrías que grabarlo con tu celular cuando lo están haciendo y si nos jode le decimos que se lo mostramos a la mujer y que se le arme el quilombo que sea.
- Estoy seguro que se la coge o se hace tirar la goma o algo hace, pero se encierran en la oficinita que él tiene. Con mi celular no puedo grabar nada porque no tengo excusas para dejarlo ahí adentro.
- ¡Qué cagada!, voy a tener que buscar otro modo.
- No, pará, pará, lo podemos joder igual, ¿vos tenés computadora en tu casa?
- Si, la tengo en mi dormitorio, es un poco “viejita” pero la uso para Internet y algunos juegos, ¿para qué querés mi computadora?
- Yo estoy haciendo un curso de Informática y tengo un compañero que es un loco de la tecnología y los videos, tiene cámaras para grabar del tamaño que le pidas, hasta una en un anillo me mostró, es como las que usan en las películas de espías. Puedo pedirle una y mandamos lo que grabe directamente a tu computadora, sólo necesito el número de ID de tu máquina y se configura.
- Ni puta idea tenía de eso, si te parece que pueda andar lo podemos intentar, ¿cuánto sale una de esas cámaras?
- Nada, se la pido prestada, esperá, -sacó el celular y lo llamó al amigo-. Hola, Germán, ¿qué hacés?, necesito un favor, ¿me podrías prestar una de tus cámaras chiquitas?, Sí, boludo, quiero grabar a una “minita” que sale conmigo porque creo que me está metiendo los cuernos, dale, en un rato voy a buscarla, bueno, yo te llevo el número de la máquina, en un rato estoy. Listo Sergio, me tenés que dar el número y queda configurada y lista.
Me acompañó a mi casa, anotó el número del ID de mi máquina, lo buscó él porque yo ni sabía lo que era y se lo llevó anotado, antes de irse me dijo que me quedara tranquilo y que dejara la máquina encendida cuando me fuera a trabajar…
- Tratá de que tu “vieja” no la pueda mirar porque el monitor se enciende cuando está grabando, dejá el volumen a cero y cuando mañana me toque limpiar la oficina, yo coloco la cámara donde pueda tomar el mejor ángulo, este hijo de puta no se la va a llevar de arriba y Julia tampoco, la estúpida se cree la dueña del negocio, es más, si allí no pasa nada, le pongo una en el auto cuando lo mande a lavar, a hijo de puta, hijo de puta y medio, –Alfredo se había embalado con la idea de joderlo a Juan-.
- ¿Qué pasa si Juan descubre la cámara?
- No pasa nada, mi amigo reconfigura el ID y nunca sabrá quién la puso, pero… tendremos que pagarla, jajaja.
Alfredo se fue contento a buscar la cámara que le iban a prestar y a mí sólo me quedaba esperar para ver lo que pasaría. Respecto a mi madre y de que pudiera ver lo que se grababa y quedaba registrado en la computadora ni me hacía problemas, ella no entraba en mi dormitorio, hasta me pedía la ropa de cama cuando tenía que lavarla, ya a instancias de mi padre, era yo quien mantenía la limpieza allí y hacía mi cama, no obstante, eso, la cerraría con llave al irme y santo remedio.
El lunes en la mañana Juan tenía cara larga, Julia no había llegado y él apenas si me saludó, ni problemas que me hice yéndome para el lado de la puerta de la cocina. Ruth me saludó efusivamente con un beso “a toda lengua” y le estrujé una nalga, “despacito mi vida, me duele hasta el alma y todo parte desde allí, jajaja”, -me lo dijo con toda la picardía-, después agregó, “en el dormitorio principal no pintes las puertas y ventanas, no tienen marcas y ya se las hice lavar a Juan, hacé cualquier otra cosa”.
Le comenté que iba a tratar de dejar listo el living o el comedor, “decidí vos mi cielo, yo dentro de un rato me voy, lo de mi madre se estira bastante y hay que seguir cuidándola, lo único que se me ocurre es preguntarte que decidiste, aunque no te voy a apurar” … “La respuesta positiva está bastante cerca, dame un par de días más”, -le contesté-… Los ojos le brillaron cuando me miró, pero enseguida cambió cuando lo vio acercarse al marido quien se dirigió directamente a mí…
- Sergio, no se ponga a pintar, me va a dar una mano en la facturación porque Julia me acaba de avisar que va a venir cerca del mediodía y no puedo hacer las dos cosas.
- Bueno, como guste, me avisó justito.
- Podrías poner a algún empleado que no te falle en ese lugar, -saltó diciendo Ruth y no de buenos modos-.
- Ruth, no te metas con las cosas del negocio.
- ¡Qué no me meta decís!, bueno, lo vamos a dejar aquí, pero parece que te olvidás de quien es el negocio. -Escuchar eso me llamó la atención, pero no dije ni “J”–.
- Después la seguimos mujer, andá a ver a tu madre, venga conmigo Sergio.
Al final, de común acuerdo, él se quedó con toda la parte de la facturación en el mostrador y yo atendí a los camioneros y los clientes junto con Alfredo. En cuanto hubo un momento de calma Alfredo le dijo de aprovechar para asear un poco la oficinita, Juan le dijo que lo hiciera y le pidió que se apurara. El muchacho conocía bien la oficinita que tenía Juan como “privado” y ya había pensado donde colocar la mini cámara para grabar. Al rato salió y, sin que nadie viera, me hizo una seña con el pulgar levantado, el plan contra el jefe malhumorado estaba en marcha.
Continuará…
Impecable, atrador relato, morbo todo bien contado, muy caliente la historia👍