La educación de Zulema I. Génesis.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por LordVicious.
Se conocieron en internet. Este ha sido, es y será el medio que a más personas de una localidad, país o del mundo puede poner en contacto para compartir ideas, fantasías o simplemente soledades.
Ahina estaba cansada, pero Lord lo estaba más. Hasta ahora los intentos por encontrar alguien con quien compartir, con quien jugar y a quien verdaderamente desear, habían sido infructuosos. Se habían limitado a conocer a personas con vidas, rutinas y deseos convencionales hartas de su cotidianeidad que aprovechaban el anonimato de internet para dar rienda suelta a su curiosidad, fantasías ocultas o inconfesables o simplemente a saciar su necesidad de escapar de ell@s mism@s. Pero ni a Lord ni a Ahina les bastaba con eso: La entrega era mucho más, muchísimo más. ¿La encontrarían alguna vez?
Coincidieron una noche cualquiera, a una hora cualquiera en un sitio cualquiera en la red. Fue inevitable que Ahina calibrara las capacidades chateriles de Lord haciendo gala de su verborrea cibernética, su máster en ironía virtual y su doctorado en PseudoDominantes virtuales y pajilleros microfálicos en busca de una sesión cam o de escapar de su rutina familiar.
Lord, paciente cuando el momento lo requiere, rebatía, replicaba, contestaba y salpicaba la ventana de Ahina al milisegundo, sin darle tiempo apenas a pensar, sin darle tiempo a escribir, sin darle tiempo a reaccionar. Si Ahina se las gastaba duras fruto de su periplo chateril, Lord era a todas luces un Catedrático, un Rector. E inevitablemente para ambos surgió la atracción. Atracción intelectual, nada de proyección de sentimientos inducidos por ninguna necesidad, nada de ambigüedades surgidas de la disociación por el anonimato, nada más…y nada menos.
Tras un par de horas de guerra psicológica y lucha de poder, Ahina claudicó. Empezó con las típicas preguntas sobre la edad, la experiencia, la localidad de residencia, etc. Lord sólo contestó a dónde vivía y para sorpresa de ambos, vivían en la misma ciudad. Lord propuso conocerse esa misma noche, en un sitio público, en un sitio neutral. Le propuso a Ahina que le dijera a alguien que iba a quedar con Lord. Que le diera su teléfono a ese alguien y que la llamara cada media hora para comprobar que todo iba bien. Ahina adquirió confianza tras esta proposición. El miedo la turbaba, pero sobre todo la excitaba, de hecho notó al apagar el ordenador e ir a la ducha y a prepararse, que su vello estaba erizado en todo el cuerpo, que sus pezones se hallaban erguidos y su coño estaba especialmente empapado. Tuvo que masturbarse, se colocó a 4 patas encima de la cama, buscó la parte del cabezal donde tenía colocado un consolador cogido al mismo, separó con una mano sus labios ligeramente y se lo introdujo hasta el fondo para comenzar a follárselo frenéticamente hasta que alcanzó un muy buen orgasmo. A sí misma se dijo que quería más. Date prisa, ponte arrebatadora, usa tus armas y reza para tener suerte de coan quién te vas a encontrar y que al menos sea más alto que tú y sepa cuáles son los tres pilares de la revolución francesa.
Lord llegó antes, con 10 minutos de antelación, como era habitual en él. Se sentó en la terraza del bar acordado, encendió un cigarrillo y pidió una cerveza. Después del primer sorbo observó a una chica acercándose contoneándose, aparentemente muy segura de sí misma, provocando con sus movimientos de caderas y sonriendo maliciosamente. Lord se limitó a observar. Cuando se acercó, Ahina preguntó si era Lord. Éste asintió con la cabeza, se levantó, cogíó su mano y la besó. Ahina no pudo evitar soltar una carcajada, mirarle de arriba a abajo y llamarle anticuado. Lord clavó sus ojos en los suyos, con semblante serio, firme y en parte vehemente, mantuvo su mirada hasta que Ahina quitó la sonrisa de cara, agachó la barbilla y la cabeza, se colapsó mentalmente y quedó desarmada. Lord no era lo que casi siempre había encontrado en este tipo de citas, era un Dominante nato, un hombre extremadamente seguro de sí mismo, serio, educado. Al sentarse Ahína no puedo pronunciar palabra, su cerebro se nubló, su cuerpo producía escalofríos interminables, había perdido el control. Su cuerpo también estaba descontrolado a juzgar por las sensaciones líquidas que sentía en su entrepierna.
Lord habló, Ahina se limitó a contestar cuando se le preguntaba. Lord disfrutaba teniendo el control, el que Ahina le había entregado sin decirlo, sin quererlo sin pensarlo.
Pasaron 2 horas riendo, hablando, comunicándose, expresando necesidades, sensaciones, deseos y fantasías. Lord preguntó a Ahina si confiaba en él para tener su primera sesión. Ya habían hablado de sus límites, los de ambos, durante esas 2 horas. Lord explicó la escena, la sesión sin desvelar detalles, sólo lo estrictamente necesario para que Ahina supiera de qué iba y en qué iba a consistir a grandes rasgos. Ahina dijo que se entregaría en esta sesión, quería sentir el poder de ese hombre, ser suya aunque fuera un instante, una noche.
Acordaron ir a un hotel, siempre un sitio público ayuda, y con el teléfono de la habitación cerca.
Una vez en la habitación Ahina pidió una copa, cierto es que Lord no es partidario del alcohol en las sesiones, pero una copa siempre ayuda a desinhibirse, más si eres una sumisa cohibida por una situación inesperada. Accedió. Primero le sirvió una a él. Le encendió un cigarrillo aunque Ahina no fumaba, se acercó al sillón donde él esperaba, se arrodilló a su lado y le dió la copa y el cigarrillo. Lord le pidió que se pusiera a 4 patas a forma de mesa o bandeja. Apoyó su copa varias veces sintiendo Ahina la excitante sensación del frío en su espalda. Lord le pidió que abriera la boca y sacara su lengua, le serviría de cenicero para depositar la ceniza del cigarrillo. Y así en esa posición, sumisa, cosificada y entregada a un extraño pero irremediablemente excitada y mojada comenzó a entregarse a él.
De repente Ahina sintió un quemazón en sus nalgas, la sensación de calor y dolor se entremezcló con el placer que ya sentía ante la situación, se magnificó y no pudo evitar tener un orgasmo cuando llegó a la conclusión que Lord había apagado su cigarrillo en sus nalgas, y no fue rápido, lo aplastó durante tiempo para que Ahina sintiera todo el dolor, todo el placer. Ahina no pudo evitar correrse. Lord, que lo notó, viendo su carne trémula con espasmos y su cara de placer, se puso de pié de un salto, le dio una patada a Ahina y le recriminó el haberse corrido sin su consentimiento. Ésta, presa del pánico, de la excitación pero también de la cara de decepción su Señor esa noche. Se enrojeció, se acercó a sus pies y suplicó perdón entre sollozos y amargura.
Él cogió su teléfono, hizo una llamada y Ahina sólo puedo entender que en media hora iba alguien al hotel. Ahina tuvo miedo, preguntó a Lord y éste le contestó que nada tenía que temer pero que era libre de irse si así lo deseaba. Ahina negó con la cabeza.
Lord le dijo que a partir de ese momento se llamaría Zulema, que se quitara toda la ropa y que se pusiera en posición erguida, con las piernas abiertas, y las manos con las palmas abiertas hacia adelante. Sacó de su maleta 2 consoladores, una más grande y uno más pequeño. Colocó a Zulema sobre sus rodillas, introdujo el grande en su vagina, la cual no prestó resistencia al estar empapadísima, y así, presionando sus pechos, que estaban entre sus dos piernas, la mantuvo sujeta y comenzó a azotarla con sus manos. Sendas tandas de 20 azotes en cada nalga. Posteriormente introdujo el consolador pequeño en el ano, sin lubricar, duro y fuerte, sin importarle los quejidos de Zulema, era suya porque ella así lo había querido. Y le propinó otros 20 azotes en cada nalga, en la misma posición. Zulema notaba como una prominencia despuntaba en sus pechos atados por unas piernas en las cuales intentaba hacerse un hueco un miembro viril masculino.
A punto de correrse Zulema de nuevo, supo controlarse. Lord cogió una cuerda de algodón negra de su maleta y le ató los antebrazos. Luego hizo lo propio con los pies para más tarde coger una cinta de tela y nylon ancha de unos 10 cm y comenzar a rodearla por su estómago, su pelvis, sus nalgas y su cintura para así sujetar los consoladores dentro de las cavidades que se hallaban. Cuando Lord acabó el Bondage, la colocó en posición fetal en el suelo, se agachó para acariciarle el pelo y conectó el consolador vaginal. Vibraba y Zulema se estremecía más y más por momentos. Lord le dijo que podría correrse cuantas veces quisiera y Zulema se soprendió. 2 orgasmos empaparon su sexo hasta que sonó la puerta de la habitación. El semblante de Zulema cambió, y la sensación de pánico y miedo volvió. También la de excitación. Lord apagó el consolador antes de abrir y la dejó a ella tirada en el suelo con sus pequeños charcos de saliva y fluídos vaginales.
Cuando Lord abrió la puerta, Zulema vio a una chica altísima, preciosa, elegante, con pechos enormes y manifiesta clase en sus gestos y vestimenta. Pensó que quizá era una Mujer Dominante amiga de Lord o una de sus sumisas de sesión o quizá su pareja. Aunque cuando Zulema vio que Lord le daba varios billetes, supo que era una prostituta, pero ¿para que había llamado Lord a una puta si la tenía a ella para usarla a su antojo? ¿No sería lo suficientemente guapa? ¿No sería lo que él esperaba? ¿El capítulo del orgasmo sin permiso lo habría decepcionado? Zulema comenzó a sentirse mal, derramó algunas lágrimas pero se dijo a sí misma que tenía que demostrarle a Lord ser fuerte y cumplir su cometido de su sumisa tal y cómo habían acordado dentro de los límites, y lo que había pasado hasta ahora lo estaba.
La mujer se quitó la ropa, dejando ver sus enormes pechos que Zulema concluyó que eran operados y sonrió maliciosamente pensando para sí misma que los suyos eran más bonitos y naturales. La mujer se quedó completamente desnuda, a excepción de los zapatos, que a pesar de ser altísimos los tacones, no llegaba a sobrepasar en altura a Lord, las medias, el liguero y un tanga muy pequeño en el cual Zulema dedujo que escondía una vulva con un clítoris bastante grande a juzgar por una pequeña prominencia que emergía de él.
Lord le dijo algo a la mujer en el oído. Ésta se arrodilló, miró a Zulema y se acercó a ella gateando, lamió su cuello, nuca y pechos levemente y con la boca activó ambos consoladores que permanecían en el interior de los agujeros de Zulema. Luego regresó al lado de Lord, ambos se ladearon para que Zulema les viera el perfil y la mujer bajó los pantalones a Lord, le lamió y quitó los zapatos y con suma maestría bucal le quitó el boxer con los dientes. Zulema ardía de placer, pensando en ser ella la mujer, pensando en las dos pollas penetrándola y vibrando en sus entrañas. Convulsionó, se retorció, gritó y se corrió. Mientras la mujer le propinaba a Lord una mamada de polla digna de una felatriz profesional, recorría testículos, tronco, capullo, con su lengua boca y labios, la ensalivaba, daba pequeño mordiscos y pese al calibre y longitud del miembro de Lord la engullía hasta la empuñadura mientras alternaba la mirada con Zulema y Lord, Lord no dejaba de mirar a Zulema y observaba como su estremecimiento era continuo, como tenía espasmos de placer continuos, como se corría una y otra vez, fruto de todas las excitaciones que sentía al estar maniatada, penetrada, observada, humillada, voyeur, y no poder hacer nada por evitarlo. Su cuerpo estaba exhausto, si seguía corriéndose iba a perder el conocimiento, pero no podía evitarlo, cada nuevo orgasmo se magnificaba, aumentaba y sentía torrentes de placer que la inundaban.
Después de incontables orgasmos, Lord levantó a la mujer y Zulema observó una prominencia muy grande en el tanga y se dijo a sí misma que eso no podía ser un clítoris. La mujer se quitó el tanga y apareció como un resorte una gran polla de dimensiones similares a la de Lord. Era un transexual!! Zulema se corrió de nuevo pensando en esas 2 pollas jodiéndola, penetrándola, follándola. No le había parecido un transexual, parecía una mujer, salvo por el miembro.
Lord y el transexual se acercaron a Zulema. El transexual cogío con una mano su polla y empezó a masturbarse y con la otra cogío la polla de Lord y la empezó a masturbar también. Lord atrapó el pelo de Zulema con los pies de forma que ésta no pudiera mover la cabeza. Zulema veía como rebotaban las pelotas de los dos y como ambos capullos enrojecidos y como las venas muy marcadas de esas 2 grandes vergas se movían adelante y atrás. Se corrió de nuevo ante esta visión, no podía más, iba a desfallecer. De repente un torrente de semen comenzó a empapar su cara, pelo y cabeza que salía de la polla del transexual y casi inmediatamente otro torrente de esperma salió de la polla de Lord para acabar de inundar la cara de Zulema y ésta al sentir toda esa leche desbordando su cara tuvo un orgasmo inacabable que se pronunciaba más y más cada vez que recorría con su lengua todas las parte de la cara donde alcanzaba para saborear todo el esperma que le habían regalado. Mientras hacía esto, el transexual puso su culo y huevos en su cara y Zulema entendió que debía comérselo todo, también notó que Lord le quitaba el consolador vaginal que goteó largo rato y Zulema comenzó a notar como, con gran maestría y sobre todo fruto de la dilatación y lubricación, Lord comenzó a introducir un dedo primero, otro después, tres más tarde, cuatro al rato y luego toda la mano en su coño. No tardo en correrse de nuevo mientras Lord notaba las contracciones del coño apretando su mano y durante éste último y prolongado orgasmos, en el momento justo, Lord sacó su mano y Zulema explotó cual géiser lanzando chorros y chorros eyaculatorios de placer, emputecimiento que impúdicamente y tras 30 minutos de recuperación posterior, suplicó a Lord que dejara lamerlos todos y tragárselos para así demostrarle su entrega, su lamento por el orgasmo inicial no consentido, y su deseo de complacerle, porque jamás había entido lo que sintió esa noche.
Después de recuperarse y tras haberse despedido el transexual, Lord la limpió, la peinó, la besó y la acomodó en el suelo junto a la cama para que durmiera junto a él.
A la mañana siguiente ambos departieron, conversaron, hablaron de lo acontecido la noche anterior, cambiaron impresiones y se emplazaron para una siguiente sesión y comenzar a andar juntos.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!