La Fantasía de mi mujer cumplida
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Era el cumpleaños de Silvia y lo celebramos en casa con familiares y amigos de ambos pero echábamos de menos a mi mejor amigo, David, somos como hermanos porque nos conocemos desde pequeños y no había podido ir porque trabajaba.
Una vez terminó la celebración, ya por la noche, Silvia y yo nos fuimos al dormitorio, ella se acostó y yo me fui a duchar.
Cuando salí, me llevé una gran sorpresa, en la puerta del dormitorio estaba David.
Yo no sabía cómo había entrado ni qué hacía allí, pero antes de que pudiera preguntar, Silvia dijo mirándome con una sonrisa:
– Bienvenido a mi fantasía.
Con esta frase, se refería al deseo que ella tenía desde hacía ya tiempo y que se había propuesto hacer realidad.
En este, yo aparecía siendo follado por un hombre mientras ella miraba, esa idea no me gustaba nada, así que siempre iba poniendo excusas pero ella es una mujer que no descansa hasta que consigue lo que quiere y me había llegado a decir que no habría más sexo hasta que yo lo hiciera con un tío.
El tener que hacerlo con un desconocido y además, pagar por ello, era algo que tampoco me agradaba aunque tengo que admitir que después de decirme Silvia eso, miré webs de escorts pero ninguno me convencía.
Silvia me llegó a sugerir sutilmente que lo hiciera con David ya que ambos sabemos que él es bisexual pero eso es algo que yo jamás le hubiera pedido.
Volviendo al relato.
Silvia, viendo que ni David ni yo hacíamos ni decíamos nada nos dijo:
– Vamos, a qué esperáis, empezad.
Pero no era tan fácil como ella lo veía.
Después de un momento?, Silvia se levantó de la cama y dijo:
– Ahora vengo.
Espero que cuando vuelva no estéis todavía así.
Ella salió del dormitorio y David se me acercó pero antes de que me dijera nada, yo le dije:
– Tío no me puedo creer que me hayas hecho esto.
Y comenzamos una conversación que fue más o menos así:
Yo: ¿Cómo me voy a librar ahora de esto?
David sorprendido me preguntó:
– Pero… ¿Tú no querías hacerlo conmigo?
Yo también me sorprendí al escuchar eso y le dije:
– Yo no quería que se cumpliera ese sueño pero Silvia…
David me dijo entonces un poco avergonzado:
– Joder tío.
Lo siento.
A mi Silvia me contó hace unos días por teléfono, que ella tenía una fantasía que queríais cumplir y que tú querías hacerla realidad conmigo pero que no te atrevías a decírmelo, y que no te dijera nada porque era una sorpresa.
También me contó que Silvia le había dado las llaves de la casa para que cuando ella lo avisara, él entrara y subiera al dormitorio.
Yo me reí al darme cuenta de lo que Silvia había planeado sin yo enterarme de nada y lo bien que había pensado cada detalle y le dije a David:
– Pero aún así, no sé cómo se te ha ocurrido aceptar.
Él encogió los hombros y sonriendo dijo:
– Un polvo es un polvo y no se dice que no y menos creyendo que tú también querías.
Además, perdona que te lo diga, pero eres un tío atractivo.
Yo me reí, le di las gracias y él añadió:
– Bueno pues si no quieres, olvidamos esto y me voy ya.
Pero yo sabía que Silvia no iba a dejar que se fuera así, sin hacer algo al menos, se lo dije a David y él me dijo riéndose después de pensar un momento:
– Entonces, lo único que se me ocurre es que nos hagamos una paja juntos como en los viejos tiempos a ver si así Silvia se conforma.
Cuando éramos adolescentes, a veces nos hacíamos pajas juntos mientras veíamos una película porno y a esto es a lo que se refería con lo de “viejos tiempos”.
Yo también me reí y le dije:
– Sabes qué… Que me parece bien.
Pensé que así no me sentiría tan incómodo puesto que ya lo había hecho antes y, como decía él, quizá con esto, Silvia se conformara.
Así que me metí en Internet y busqué una película porno, luego nos sentamos en el filo de la cama y empezamos a verla.
Poco a poco nos fuimos poniendo calientes y David se empezó a tocar por encima de la ropa, más tarde, se quitó los zapatos y calcetines y se recostó en la cama, yo también me recosté a su lado.
Un momento después se me empezó a poner dura la polla y me la saqué, David se desabrochó y bajó un poco los pantalones e hizo lo mismo.
A él también se le fue poniendo dura, yo no quería mirar pero a veces se me iba la mirada hacia su polla.
Veía cómo le crecía y me estaba preocupando por si a Silvia no le bastaba con eso cuando volviera, porque la verdad es que tiene una polla bastante grande, le debe medir unos 20 cm ya que la tiene un poco más larga que yo y a mi me mide 18 cm.
David también me miraba de reojo y creía que tenía ganas de agarrármela pero yo no le dije nada.
Nos pajeamos tranquilamente durante un rato, luego pusimos un brazo cada uno por debajo del cuello del otro y apoyamos la mano en el pecho del otro.
Al momento, volvió Silvia y nada más entró, dijo:
– ¿Todavía estáis así?
Yo me volví a incomodar un poco y dejé de masturbarme pero David se rió y dijo:
– Bueno, ya no estamos como cuando te fuiste, como tú has dicho.
Ella contestó: Sí.
Pero… No sé, cógesela a Alberto o él a tí, acariciaos mutuamente, algo más.
Cómo yo me temía, Silvia no se había conformado con eso solo, así que respire hondo y miré a David, él también me miro y quitándose también la camisa y los pantalones, se terminó de desnudar.
En cuanto a nuestro físico, somos unos tíos que se cuidan, vamos al gimnasio habitualmente por lo que tenemos un cuerpo definido, aunque él, un poco más que yo, sin mucho vello (solo un poco en piernas y brazos), de piel clara, sin tatuajes.
David es un poco más alto que yo que mido 1,80 m, él tiene los ojos marrones y yo azules, ambos tenemos el pelo castaño pero el un poco más oscuro y tiene la misma edad que yo.
Después yo también me desnudé completamente y a continuación, David acercándome una mano a la polla, me preguntó:
– ¿Puedo?
Entonces pensé que lo que me había dicho de que creía que yo también quería follar con él, había sido solo una excusa, pero no me iba a enfadar por eso con él, así que solo suspiré y dije con resignación, mientras asumía que esa noche David me terminaría follando:
– Adelante.
Él se puso de lado, me agarró la polla suavemente y me empezó a masturbar.
Yo estaba nervioso pero me intenté relajar de nuevo respirando profundamente.
David también estaba nervioso, me dijo:
– Tranquilo, intenta disfrutar.
Mientras tanto, yo miraba como David me pajeaba hasta que Silvia me dijo:
– Puedes cogersela tú también a David.
Pero yo, en vez de empezar a pajearlo a él directamente, decidí ir más lento y empecé tocarle los brazos y los hombros, David se puso de rodillas a mi lado y también empezó un momento después a acariciarme, yo haciendo un esfuerzo, lo iba dejando.
Al final, le cogí la polla y lo empeze a masturbar suave, igual que él hacía conmigo, fue la primera vez en mi vida que le cogí la polla a otro tío.
Silvia estaba de pie frente a la cama, nos miraba, se acariciaba y también se masturbaba con unas bolas chinas, parecía satisfecha con lo que estaba viendo hasta el momento.
Yo tengo que admitir que no le estaba haciendo mucho caso para no sentirme más incómodo por tener a alguien mirando.
Luego, cuando ya llevábamos un rato masturbándonos mutuamente, Silvia dijo a David:
– Bien.
Ahora quiero que se la chupes bien.
Los dos nos reímos, aunque mi risa fue nerviosa.
Esta vez Silvia no lo propuso sino que lo “ordenó”, curiosamente yo no conocía hasta ese momento esa faceta suya y me sorprendió.
David me miró con una media sonrisa y yo le dije:
– Hazlo.
Ya creía tener más o menos asimilado lo que iba a pasar y solo quería que pasara pronto.
Miré a Silvia y esta dijo:
Esto se anima.
Ella no dejaba de tocarse y mirarnos.
Luego me tumbé completamente en la cama y respiré profundo para intentar relajarme más.
David se puso frente a mí y se volvió a arrodillar sobre mis piernas, yo cerré los ojos, y noté sus manos acariciándome.
Un momento después, noté también su respiración en la polla, me escupió, me extendió la saliva con las manos y se la fue metiendo en la boca lentamente.
Mi cuerpo se estremeció al notar como se la iba tragando, porque además, ya hacía tiempo que Silvia no me la chupaba y lo cierto es que lo echaba de menos.
Luego escuché a Silvia que empezaba a gemir.
David empezó a mover la lengua suavemente, envolviendo mi polla, me gustó mucho como lo hacía, se notaba que no era su primera vez.
Luego me la siguió chupando más rápido, me la mordisqueaba, me succionaba los huevos y la punta, lamía con la punta de la lengua desde la base hasta arriba, me la hacía rozar con las paredes interiores de su boca, .
, la verdad es que me hizo una muy buena mamada.
Yo al principio, aunque me gustaba, no quería demostrarlo demasiado pero luego, me dejé llevar un poco y una de las veces que me la agarró por la base y se la fue tragando poco a poco, yo lo le puse las manos en la cabeza y empujé hacia abajo, él se atragantó y yo no pude evitar dar un gemido.
Cuando le quité las manos de la cabeza, David se la sacó de golpe y yo abrí los ojos.
Por primera vez en mi vida me puso caliente un tío al ver los hilos de saliva entre su boca y mi polla y verlo respirar aceleradamente con la cara enrojecida y húmeda de sudor.
Silvia y él sonrieron y David me preguntó:
– ¿Te está gustando?
Me dio vergüenza admitirlo así que solo hice un gesto con la cabeza, resoplé y le dije:
– Sigue un poco más.
Con esto, lógicamente se dieron cuenta tanto él como Silvia de que sí me gustaba.
Yo no quería correrme aún pero tampoco quería decirle a David que parara porque imaginaba que si lo hacía, Silvia me pediría que le chupara la polla a David y era algo que no me apetecía, pero al final, antes de que me corriera dije:
– Para tío.
Él lo hizo inmediatamente, después se levantó y me preguntó:
– ¿Bien?
Yo asentí con la cabeza, y seguidamente Silvia me dijo que hiciera lo que me estaba temiendo:
– Ahora tú a él cariño.
Yo resoplé y miré la polla de David que estaba completamente dura y humedecida de líquido preseminal.
Dijimos:
Él: Inténtalo al menos.
Yo: Si yo lo intento pero.
Después de unos segundos, David se recostó en la cama sin dejar de mirarme fijamente a los ojos, yo volví a resoplar y no quise pensarlo más, me puse sobre sus piernas como él había hecho conmigo, le agarré la polla y poco a poco me fui acercando muy lentamente pero cuando ya la tenía cerca de la boca, volvía hacia atrás porque nunca había tenido una polla tan cerca de la cara y me impresionaba.
Me estaba costando mucho hacerlo y realmente lo estaba pasando mal.
Él solo me miraba serio sin decir nada pero Silvia me decía:
– Vamos.
¿A qué esperas?
David miró a Silvia y le dijo:
– Dale su tiempo.
Lo está haciendo muy bien.
También me miró a mí y me dijo:
– Tómate tu tiempo, no hay prisa.
Yo levanté la mirada, sonreí levemente y él añadió:
– Vamos a probar de otra forma a ver si te cuesta menos, levántate.
Entonces ambos nos pusimos de pie, luego David me pidió que me agachara de nuevo, yo cogí una alfombra, me puse de rodillas en ella enfrente de David y lo miré a la cara.
Me dijo:
– Bien.
Ahora abre la boca y cierra los ojos si estás más cómodo.
Yo suspiré y lo hice, él me sujetó suavemente la cabeza con las manos y me metió él mismo la polla en la boca, estaba muy dura, más que la mía; caliente y el líquido que había echado, y que tampoco me apetecía mucho probar que digamos, no me desagradó del todo, al principio lo noté muy salado pero luego también me pareció dulce.
Muy lentamente me fue metiendo la polla más adentro hasta que me rozó la campanilla y me dio tos, entonces paró, me la sacó rápidamente y me preguntó:
– ¿Estás bien?
Le contesté solo con un sí y él volvió a preguntar:
– ¿Quieres seguir?
Me gustó que se preocupara tanto de que yo estuviera bien.
Creo que si lo hubiera hecho con un desconocido, no hubiera tenido tanta paciencia conmigo ni se hubiera preocupado tanto, por lo que en el fondo me empezaba a alegrar de que fuera él, ya que, tarde o temprano Silvia lo hubiera conseguido.
A continuación, cuando se me pasó la tos, volvió a meterme la polla, aunque esta vez menos profundamente y así continuó un poco, moviéndose muy lentamente y sin atragantarme mientras me masajeaba los hombros.
Cuando llevábamos un momento, David me dijo:
– Sigue tú ahora.
Yo me la saqué de la boca y se la cogí con una mano fuertemente por la base.
Después lo miré a la cara y vi que tenía una media sonrisa.
Me dijo:
– Adelante, toda tuya.
Volví a respirar hondo y me la metí en la boca, primero solo la punta y poco a poco fui metiéndomela más, aunque no llegué hasta el fondo.
Después empecé a chupársela de dentro hacia fuera varias veces, también intenté hacer las mismas cosas que él me había hecho a mí, aunque él lo hizo mejor.
David me animaba diciéndome cosas como:
Eso es, sigue así, lo estás haciendo muy bien.
A la vez, empezó a jadear y suspirar cada vez que me tragaba su polla.
Yo lo sujetaba por la cintura y él puso de nuevo sus manos en mi cabeza pero sin forzarme.
Me estaba sorprendiendo a mí mismo con lo que estaba siendo capaz de hacer porque nunca pensé que pudiera, pero el poder hacer disfrutar a Silvia, aunque fuera indirectamente, era para mí una motivación.
Mientras se la chupaba a David, podía ver a Silvia de reojo, ella se había ido a la cama, se seguía acariciando y masturbando con sus juguetes sin ni siquiera parpadear para no perder detalle.
Un poco después, David me dijo:
Para ya si quieres.
Imagino que sería la peor mamada que le hayan? hecho en su vida, pero yo hice lo que pude.
Luego, pasó lo que se podía imaginar y es que Silvia dijo con una sonrisa de mala a David:
– Ahora, fóllatelo.
Al escuchar eso me volví a poner más nervioso y di un pequeño ?repullo, era el momento culmen de la fantasía de Silvia, un tío me iba a follar, esto era demasiado para mi.
David me miró, sonrió y le dijo a Silvia:
– Silvia, déjalo ya, ya ha hecho mucho por hoy.
Pero ella no estaba dispuesta a ceder.
Yo hasta el momento creía que ya lo tenía asimilado, pero me equivocaba, así que por última vez, intenté evitarlo riéndome y preguntando:
– ¿Y si se lo hago yo a él?
Pero Silvia no quería y David no dijo nada.
Así que dije:
– Necesito un poco de tiempo.
Fui al baño y me preparé para lo que estaba a punto de hacer, me empecé a echar agua en la cara y me intenté relajar un poco.
Desde el baño escuche a David tener la siguiente conversación con Silvia:
David: ¿Crees que será capaz de hacerlo?
Silvia: Si ha sido capaz de chupártela, será capaz de esto también.
David: Es que no quiero obligarlo a hacer algo que no quiera porque lo pasa mal.
Silvia: No te preocupes.
Esta última frase de David me gustó mucho y pensé “Es el mejor amigo que se puede tener”.
Esto me animó un poco y al final para autoconvencerme, volví a pensar que si con esto Silvia disfrutaba, lo haría y yo descubriría algo nuevo para mí.
Aún estaba nervioso cuando salí, pero menos.
David estaba esperándome sentado en un diván y se había puesto de nuevo los calzoncillos, yo respiré profundo y fui hacia él, conforme me acercaba, el corazón se me aceleraba.
Una vez estuve frente a él, se puso de pie y me preguntó:
– ¿Estás bien?
Yo le dije que sí aunque no muy convencido y él volvió a preguntar:
– ¿Confías en mí?
Ahí no dudé en contestarle y le dije:
– Completamente.
Asintió con la cabeza, sonrió, cogió una pequeña mochila que había traído y sacó de ella un lubricante, preservativos, unas bolas chinas y una? polla de goma, Silvia, al ver todo lo que traía se rió y le dijo bromeando:
– Vienes bien preparado ¿no?
David también se rió y le contestó también bromeando:
– Hay que estarlo siempre por si acaso.
Luego se quitó de nuevo los calzoncillos y poniéndose más serio me dijo:
– Ponte cómodo.
Yo me puse a cuatro patas en el diván.
Un poco después, noté como el lubricante corría por mi culo y como David me lo acariciaba con un dedo, inmediatamente después, me lo metió, mi erección fue instantánea.
Él movía su dedo lentamente dentro de mi y me preguntaba:
– ¿Vas bien?
Yo contestaba que sí.
A veces cuando lo hacía con Silvia, en el momento de corrernos ella me metía un dedo también, así que esto no me resultó especialmente extraño.
Luego cogió las bolas y dijo:
– Vamos a probar ahora con esto.
El grosor de las bolas iba en aumento.
Primero las lubricó delante de mí y después de acariciarme el culo con ellas un momento, me metió la primera.
Nunca me habían metido nada más grueso que un dedo así que solo con esto ya di un pequeño repullo, David me hablaba con voz suave y me decía:
– Relájate.
También me acariciaba la espalda con una mano mojada de lubricante.
Poco a poco me fue metiendo también las demás bolas, no sé si llegó a meterlas todas pero tampoco quise saberlo.
Notaba como poco a poco el culo se me abría más y la verdad es que estaba más relajado de lo que yo creía que estaría.
Él cómo hasta el momento, se preocupaba por mí preguntado cómo iba, yo le contestaba “bien”.
Luego me las fue sacando lentamente, cogió la polla de goma y me dijo:
– Esto lo vas a estrenar tú.
Silvia quiso verla de cerca, David se la llevó y ella la estuvo mirando, parece que le gustó.
David le decía que era de silicona y que medía 17 cm.
Tenía un aspecto bastante real y era gruesa.
David volvió conmigo y como antes, lubricó también la polla y me acarició con ella antes de penetrarme.
Cuando empezó a empujar, noté como me abría un poco más, al principio no me dolía cosa que me tranquilizaba algo pero conforme iba entrando, me iba sintiendo más repleto y mi cuerpo se estremeció.
Estuvo un rato metiéndomela, sacándomela y una vez dentro, la giraba un poco pero muy suavemente, hasta que Silvia dijo:
– Vamos.
Me estoy empezando a aburrir.
David sonrió y yo me volví a poner un poco nervioso, porque solo con la polla de silicona ya me había llegado a sentir repleto y la de David es más grande.
Él paró y me preguntó:
– ¿Estás preparado?
Le contesté resoplando:
Yo: No lo sé tío.
Él: Hago lo que tú me digas.
Y después de dudar un momento le dije:
– Vamos.
Hazlo.
Ya no podía aplazarlo durante más tiempo.
Tanto Silvia como David sonrieron y él me dió unas palmaditas en la cintura, luego fue a coger un preservativo, se lo puso y volvió a mi lado, en ese momento él me dijo:
– Levántate y déjame a mí ahí.
Te dejo que lo hagas tú mismo.
Me pareció bien porque así podría controlar yo la penetración, así que lo hice y él se tumbó él en el diván, boca arriba con las piernas un poco flexionadas.
Luego cogió un poco más de lubricante, se lo extendió por la polla y yo mismo me puse también un poco más en el culo.
Una vez estuvimos preparados, me dijo:
– Ven aquí Alberto, siéntate en mis piernas.
Yo me senté mirando hacia él porque curiosamente, me sentía menos incómodo si no veía a Silvia.
Él me dijo:
– Relájate, no pasa nada.
Pero el corazón me latía aceleradamente.
Luego si me giré para mirar a mi mujer y le dije:
– Lo hago solo por tí.
Ella me lanzó un beso.
A continuación, David se sujetó la polla en vertical con una mano y me dijo:
– Cuando quieras.
Yo le pregunté:
– ¿Duele mucho?
Pero él se rió y dijo:
– No te preocupes por eso.
Entonces volví a respirar profundamente y temblando de nervios, situé mi culo encima de su polla, él me puso las manos en las piernas y yo bajé un poco.
Un escalofrío me recorrió desde los pies hasta la cabeza cuando entró la punta en mi culo, David echó la cabeza hacia atrás y dijo con cara de satisfacción:
– Eso es tío, sigue bajando.
Seguí bajando muy lentamente pero a veces volvía a subir un poco en cuanto notaba alguna molestia.
Me sentía cada vez más repleto.
Me empezó a doler un poco y me flaqueó la voluntad por lo que dije:
– David tío, no puedo.
Él me, acarició el pecho y me dijo:
– Si puedes, lo estás haciendo muy bien.
Silvia también me animó a seguir diciéndome:
– Vamos mi amor.
A continuación, David se incorporó en el diván y me dijo:
– Espera que te ayudo.
No me gustó como sonó eso pero antes de que pudiera decir nada, empujó fuertemente hacia arriba y me la metió entera, yo di un pequeño grito ya que en ese momento dolió un poco más.
David sonrió y me dijo:
– ¿Ves como si podías?
Yo estaba empapado en sudor.
Él volvió a recostarse y yo me mantuve un momento quieto, sentado en su polla.
Después, me dijo:
– Muévete Alberto, despacio no hay prisas.
Yo le hice caso y empecé a moverme muy lentamente.
Poco a poco iba perdiendo el miedo y me iba costando menos trabajo moverme, por lo que también me iba gustando más, aunque en ningún momento llegué a metérmela hasta el fondo.
Estuvimos haciéndolo así un rato, y después, David me propuso cambiar de postura, diciéndome:
– Déjame a mí ahora un ratito.
Yo acepté y cambiamos, me levanté y al sacar por un instante su polla de mi culo, lo sentí muy abierto, nunca había tenido esa sensación.
Fuimos a la cama con Silvia.
David me dijo:
– Acuéstate boca arriba.
Yo lo hice y él se arrodilló delante de mí.
Luego me dijo:
– Rodéame la cintura con las piernas.
Silvia se puso detrás de mí, yo apoyé la cabeza en sus piernas y la rodeé echando los brazos hacia atrás.
David me volvió a penetrar y esta vez fue más rápido y profundo por lo que yo volví a gemir pero Silvia, que me había empezado a acariciar el pelo me dijo:
– Tranquilo cariño.
Me empezó a follar con más fuerza y profundidad de lo que yo lo había hecho antes pero lo pude aguantar bien porque seguía siendo suave aunque a veces me quejaba o me retorcía y le decía:
– Hazlo despacio por favor.
En un momento, me dejé llevar y empecé a acariciar el pecho de David, su piel estaba húmeda de sudor y caliente y el corazón también le latía aceleradamente.
Él se miró el pecho y luego me miró a mí y me sonrió.
Hasta el momento no lo había acariciado así e imagino que le extrañó que lo hiciera pero no me dijo nada, solo me preguntó:
– ¿Vas bien?
Yo le contesté con un sí casi susurrando porque estaba igual de sorprendido, pero de mi mismo.
También me preguntó Silvia si me gustaba pero yo solo la miré a los ojos sin decir nada.
Hubo un momento en el que David se inclinó sobre mí y su boca estuvo muy cerca de la mía, yo creía que me iba a besar pero no lo hizo hasta que Silvia dijo:
– Un besito chicos o algo.
Ambos sonreímos y él me dió un rápido pico pero yo quise sorprenderlos a los dos y dije:
– Ya que me besas…
E inmediatamente lo empujé hacia mí poniendo las manos detrás de su cabeza y le di un beso con lengua.
Después continué la frase: … hazlo bien.
Ver su cara de sorpresa con los ojos muy abiertos, me hizo gracia y me empecé a reír, luego él también se rió y se mordió los labios.
A continuación, miré a Silvia, por una vez aquella noche había conseguido sorprenderla yo a ella en vez de ser al revés y la besé también a ella.
Un poco después, David agarró mi polla fuertemente y me empezó a masturbar con fuerza y rapidez.
Cuando ya estaba cerca de correrme di varios gemidos y David me dió varias embestidas más fuertes.
Justo después, Silvia me compensó haciendo algo que nunca había hecho y yo deseaba y es que se inclinó sobre mí, rápidamente se metió mi polla entera en la boca y yo me corrí dentro, me encantó y di un gran gemido mientras decía:
– Joder.
Siiii.
La verdad es que no me esperaba que lo hiciera.
David, a la vez, empujó fuerte, me la metió entera hasta que noté sus huevos en el culo y así se quedó quieto mientras me corría.
Tengo que admitir que el orgasmo que tuve fue de los mejores que recuerdo.
Luego David empezó a moverse de nuevo lentamente.
Silvia se tragó mi leche, me besó con pasión y me dijo:
– Espero que te haya gustado.
Yo me había puesto muy caliente con esto y solo le pude decir resoplando y jadeando:
– Joder.
Cariño.
Un momento después, cuando David también se iba a correr dijo echándose hacia atrás y jadeando:
– Esto se acaba Alberto.
Me sacó rápidamente la polla del culo, se quitó el preservativo, dio un gemido e inclinándose hacia atrás, se corrió bastante sobre su pecho, después, cayó rendido y sonriente a mi lado y se extendió toda su leche con las manos.
Silvia me volvió a besar apasionadamente y me decía una y otra vez:
– Te quiero.
Yo también se lo decía.
Después ella se acostó a mi otro lado y así pasamos lo que quedaba de noche, juntos.
Ya por la mañana, nos duchamos, desayunamos y nos despedimos con un fuerte abrazo de David, yo le di las gracias y él me contestó:
– A tí.
Luego él miró a Silvia y le dijo:
– Pocos tíos serán capaces de hacer algo así por su mujer, eres muy afortunada de tenerlo a tu lado.
Ella asintió con la cabeza.
Cuando David se fue y cerré la puerta, Silvia se empezó a reír y yo, también riendo le pregunté:
– ¿Qué te pasa?
Ella: Que nunca pensé que fueras capaz de hacer esto.
Yo bromeando: ¿Ahora me lo dices?
Ella encogió los hombros y se seguía riendo.
Luego también me preguntó:
– ¿Te ha gustado?
Yo después de resistirme un momento, le dije con una pequeña sonrisa:
– No ha estado mal.
Ella: Pero… No mejor que conmigo ¿no?
Yo susurrándole? contesté:
– Eso nunca.
Nos besamos y yo subí al dormitorio de nuevo, me senté en la cama y recordé todo otra vez.
Cuando llegó la noche, me decidí a sincerarme con David, así que lo llamé por teléfono y le dije que, ya que se había hecho realidad la fantasía de Silvia, me alegraba de que hubiera sido con él.
Él me dijo:
– Gracias.
Espero que esto no afecte a nuestra relación de amigos.
Yo le contesté:
– No te preocupes, no afectará lo más mínimo.
Luego nos despedimos y esa misma noche, hice el amor con Silvia.
Y, aunque al final se hizo realidad eso que era tan impensable para mí y he admitido que no estuvo mal, no lo volvería a repetir.
FIN.
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