La Fiesta Costumbrista
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por hot_3814.
Hola, mi nombre es Gerardo, 29 años, tipo tranquilo, sencillo y muy caliente y morboso en lo sexual, de preferencia activo.
En lo físico normal, pocos vellos en el cuerpo, 175 de estatura y 70 kilos y con una dotación de 18,5 cms en un pene no tan grueso si bien recto, huevos que cuelgan y siempre muy lechero.
Lo que contare me paso el año pasado en el mes de octubre, en zona rural de Talca, séptima región, zona donde mi familia tiene un campito que visito cada vez que mi trabajo en Santiago me lo permite, y estando a casi 3 horas de viaje lo hago a menudo.
Se estaba desarrollando una fiesta costumbrista con ramadas, muestras de la vida campesina, de los productos que se cosechan en la zona, exhibición de destreza de los “huasos” comidas típicas, etc. etc.
Precisamente voy en busca de local de comidas y al llegar me encuentro que estaba todas las mesas ocupadas y cuando ya pensaba irme en busca de otro lugar me hace una señal alguien que en principio no reconocí, pero era un trabajador del campo familiar.
Su nombre Miguel, un tipo de unos 35 años, esbelto, ojos claros cuerpo bien formado por el duro trabajo del campo.
Me invita a que lo acompañe en su mesa.
Luego de agradecer su invitación hice mi pedido y le agregué otra cerveza a la mesa en la cual había señales de haber consumido varias, lo que además se notaba en estar muy alegre y chispeante, se mostró bastante locuaz y me señaló que yo le resultaba simpático que siempre lo saludaba cuando estaba en sus labores, característica que pocos tienen sobre todo siendo de la capital.
Me contó que vivía solo con su hijito Esteban de 13 años dado que la madre del chico se entusiasmó con un viajero y los abandonó sin pensarlo dos veces y menos en su niño que a la fecha de ocurrencia solo tenía 10 años.
No puedo negar que esa declaración me produjo curiosidad y hasta cierto morbo de imaginar a ese hombre en plenitud de la edad viviendo con un chicuelo que seguramente estará despertando a la vida.
Le pregunte de inmediato como resultaba eso de vivir solos, los quehaceres de casa y demás y me señaló que ya estaba todo bien, que incluso se atrevía a decir que mejor que cuando estaba su mujer.
Al escuchar aquello de inmediato le pedí me aclarara el tema que me parecía hasta extraño ello, y me respondió muy alegre que era así por cuanto cuando su mujer estaba no podía invitar a nadie a casa pues las peleas eran seguras, en cambio ahora, al revés que cuando invita a alguien su hijo se encarga de atenderlo como lo hace con él.
Me quede cavilando sobre cuál era el significado de “atender” y rápidamente le dije que ojalá yo tuviera la fortuna de ser invitado alguna vez para ser atendido tan bien, a lo que el lanzo una risotada y me dijo que todo era posible en la vida.
Toda esta conversación se había amenizado por otras cervezas que mi acompañante bebía con rapidez, en tanto yo solo gaseosa por el hecho de conducir mi vehículo.
Luego de algunas cervezas más, y haciéndose tarde-noche me dice que ya es hora de retirarse que Esteban se preocupara si demora demasiado, así que solícito me ofrecí a acompañarle en mi vehículo lo que agradeció efusivamente abrazándome y enfilando así hacia el estacionamiento y raudamente nos dirigimos hacia su casa.
Entramos a la casa, y me llevo al dormitorio donde su hijo Esteban estaba acostado mirando televisión.
Encendió la luz y vi un hermoso chiquillo de tez blanca, ojos claros como su padre, pelo castaño.
Menudito de cuerpo, calcule 1,5 metros y unos 45 kilos.
Vestía un piyama con dibujitos de personajes de televisión.
Su padre se acerca a él, el chico se para y lo abraza y le da un efusivo beso en la boca, me presenta y le dice me salude, yo al acercarme se me acerco para que lo abrazara y también me dio un beso en la boca.
Yo al pasar mis brazos por su espalda pase a tocarle su traserito bien formado y durito lo que me dio un escalofrío y cosquilleo en mi zona erógena.
Le pido a Miguel que me indique la salida para irme a lo que me respondió que, por ningún motivo, que me quedaba a pernoctar con ellos que estaba en deuda conmigo por haberlo llevado.
Llamo a su lado a Esteban y le señalo que me quería ir y el niño me miro y me dijo que quería que me quedara, estiro su mano y me intento bajar el cierre de mi pantalón.
Rápidamente me corrí hacia atrás y Miguel me dijo que no me preocupara, que lo pasaríamos bien, y se bajó su propio pantalón y el niño se abalanzo hacia su pene que empezó a lamer y chupar con mucha fruición.
Miguel me invito a acercarme y el mismo se encargó de bajar mi cremallera y le hizo un gesto a Esteban quien se volvió hacia mí y me metió la mano para sacar mi pene que ya estaba a mil para introducirlo en su boquita.
Miguel a todo esto se desnudó y pude mirar su pene que era de un buen tamaño y grueso, su cuerpo era de gran estampa.
Se sentó en la cama y empezó a denudar a su hijo mientras este seguía mamando con deseo y expertiz mi pene y ya me había bajado convenientemente los pantalones y bóxer para lamer y chupar mis huevos y tronco del pene.
El padre le pide a su hijo que pare un momento para desnudarlo completo y que yo también lo haga, lo que ocurre rápidamente, en seguida acomoda al niño sobre la cama en posición de 4 y él se ubica por atrás y me hace retomar mi posición por delante y vi cómo empezó a preparar el agujerito del niño mientras éste me seguía mamando.
Le empezó a meter la lengua en su huequito, echándole saliva y metiendo su lengua y algún dedo.
Al poco rato acomodo su verga a la entrada y la empezó a introducir.
Yo seguía disfrutando de la mamada y observando la penetración que se estaba produciendo.
Mi ubicación era privilegiada para mirar la entrada del pene que poco a poco fue desapareciendo dentro de su cuevita.
Yo no sabía si era un sueño, pero los gemidos me traían a la realidad.
Miguel cuando ya lo clavo por completo lo sacó y me dijo que era mi turno que ya estaba preparado a lo que el chico se volteo y me puso la colita en pompa, sin pensarlo dos veces me acerque y puse la punta en el borde de su anito e hice presión.
La sensación casi me hace gritar de placer que entro un par de centímetros y sentí su carne abrasadora que me apretaba el pene como un guante ajustado, sensación que aumentaba a cada empujón hasta que llegué al fondo de ese culito.
Inicie un movimiento de mete saca que me hacía gemir en voz alta de tanto placer mientras Miguel había retomado su labor por la boca.
Esteban estaba siendo empalado por su culito y boca a la vez por dos penes grandes ansiosos y golosos de su carne tierna.
En pocos minutos me di cuenta que ya no podía aguantar más y acabe inundando ese culito de mi leche caliente y espesa entre gemidos y gritos de placer.
Tan pronto termine saque mi herramienta y Miguel ocupo mi lugar introduciendo su pene entre el semen que yo había derramado y en poco tiempo también entre espasmos de placer chorreo con leche caliente el interior, espalda y piernas del niño.
Mire recién el rostro de Esteban, se notaba la lujuria en sus ojos verdes y una sonrisa lo confirmaban.
CONTINUARA……
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!