La historia de Ángel, solo era un muchacho 12
-Vas a llevar mi leche dentro de ti todo lo que puedas aguantar, ¿de acuerdo? -le dije que si con la cabeza.
Me costaba abrir los ojos y los mantuve cerrados disfrutando del abrazo que Pablo me estaba dando.
-Despierta perezoso, Ana te estará esperando, tienes que desayunar y prepararte. -me di la media vuelta y le besé la cara.
-Estoy tan bien contigo, pero tienes razón. -retiré la ropa y salté de la cama.
-Tú puedes quedarte más, hoy no tienes clases. -Pablo me miraba moverme sin levantarse.
-Ya me gustaría pero anoche dejé muchas tareas sin terminar y no creo que luego pueda hacerlas. -se levantó, tenía la polla algo dura y me reí señalándosela.
-Te dejo tranquilo, me voy a mi habitación y te veo en la cocina. -pasó a mi lado, con su ropa de dormir en la mano tapándose el rabo. Le observé salir con su culito algo peludo al aire, y me enterneció por la timidez que mostraba, como si no le hubiera visto desnudo un ciento de veces.
Desayunamos atendidos por Alicia, Berta estaba muy ocupada ayudada por Tomás, aunque la comida la serviría una empresa de catering, ella debía ocuparse de ciertas exquisiteces culinarias que Ana le había encargado.
Damián nos llevó al salón de belleza, aunque ahora se comportaba respetuoso conmigo, le sorprendía mirándome a veces, y no me sentía bien cuando le pillaba desviando rápidamente la mirada. En ese momento me desazonaba, no sabía lo que Pablo pudo haberle dicho y tenía dudas de preguntarle.
Nos hicieron esperar unos minutos hasta que Adrián nos atendió.
-Doña Ana, ¡Qué alegría volver a verla y trae a su precioso pupilo! Tengo reservada la hora de la peluquería, desea alguna otra cosa. -Ana María no respondió a su saludo.
-Hoy tenemos prisa Adrián, mientras me lavan la cabeza y me preparan te dejo a Ángel, no te entretengas mucho con él, tiene también peluquería.
-Déjelo en mis manos, en dos horas estarán listos para marchar. -Ana salía y entonces Adrián me pidió que le siguiera, encargó a una linda muchacha que me hiciera las uñas de los pies y de las manos y que me recogería en un momento.
Miraba trabajar a la chica arreglándome las uñas y aplicarme en ellas un esmalte de color ligeramente morado cuando Adrián regresó, de allí pasé a la sala donde tenía el sillón de partos, comencé a desnudarme sin que me lo pidiera mientras él cambiaba la sábana de la camilla. Creí que tendría que colocarme en el sillón y esperé sus órdenes de pie y desnudo.
-No creo que te haya nacido nuevo vello, colócate aquí en la camilla. -me fui a tumbar y me lo impidió ayudándome a colocarme arrodillado, con el pecho sobre la sábana y empinando el culo.
-Precioso, solo han nacido dos inoportunos pelitos. -anduvo tocándome el culo y di un respingo al notar que los dos pelitos me los quitaba con pinza.
-No es nada y ya termino, este culito no puede llevar dos inoportunos pelitos. -volví a sentir el pinchazo al tirar del pelo y luego sus labios aplicándose en mi ano besándolo con fruición y placer.
-Tienes el anito más rico que he chupado. -me daba lentos lametones hasta lograr hacerme gemir.
-Veo que te gusta, pero quiero hacerlo mío y meterte la verga algún día, sentir como voy entrando en tu rico culito. -Adrian no dejaría de insistir hasta conseguir lo que quería, y me hablaba sin apartar la cara de mi culo y continuaba chupando.
-¡Ahhh! Que rico y sabroso culo, ¿me lo darás, verdad que sí? -para entonces me tenía loco de placer y sin saber bien lo que le decía respondí.
-Si, sí te lo daré, dejaré que me metas la verga. -Adrián cogió mi mano y la llevó a su entrepierna. Solo llevaba el pantalón y pude agarrar un pene bastante grande aunque delgado.
-Este es tu regalito pequeño, te va a gustar y lo vas a probar ahora. -dejó de chuparme el ano y fue a la puerta para ponerle el seguro. El ano me palpitaba y quería que siguiera comiéndomelo.
Volvió y se bajó el pantalón, tenía un pito recto, largo pero no muy gordo, y muy bonito, apuntando los noventa grados, con la punta más morena y brillante, los testículos le colgaban y eran pequeños con la piel del escroto sin pelos también morena.
Se subió a la camilla arrodillado y me abrió más las piernas para acomodarme el culo a la altura de su verga. Mi culo estaba dispuesto para recibirle y lo embocó empujando con fuerza, logrando que entrara enseguida.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! -no dejaba de gemir sintiendo el gusto placentero que su polla me entregaba.
-Tienes el culito muy caliente, el mejor anito en el que he entrado, solo el del hijito de doña Ana puede compararse. -entraba con suavidad y todo era placer, su verga corría entrando en mi culo sin forzarme, era una verga de dioses, hecha para dar placer. Caí en cuenta de lo que acababa de decir, que también se había follado a Oriol.
-Fóllame duro Adrián, jódeme el culo, dame, dame más. -Adrián empezó a darme más rápido hasta que se contrajo enterrándome la verga en el culo y comenzó a descargase los huevos, terminó de correrse y me cogió la polla en su mano, masturbándome a la vez que me seguía follando hasta que me hizo venir sobre la camilla.
Permaneció un minutos sobre mi espalda, sin dejar que su verga se saliera hasta que se le fue bajando y salió de mi culo, yo me quedé como estaba, respirando duramente, sintiendo el semen como me salía escurriendo por mis muslos.
Me limpió con una toalla y me puso una crema en el ano.
-Vas a llevar mi leche dentro de ti todo lo que puedas aguantar, ¿de acuerdo? -le dije que si con la cabeza, aún no podía hablar y seguía sorprendido de la rapidez como había pasado todo, me había follado en unos cortos minutos.
-No creas que me he conformado, volverás a probar mi verga. -hablaba mientras me ayudaba a bajar de la camilla y recogía la leche que dejé con la toalla, luego se limpio la polla y se subió los pantalones.
Ya no hablamos mientras me quitaba algún pelo de las cejas. Había sido una cogida muy rápida pero muy rica. Recordaba su bonita polla y esperaba podérsela mamar y que se corriera en mi boca algún día.
Cuando salimos del salón de belleza el coche estaba en la acera pero Damián no estaba dentro, le vi venir por la acera acompañado de otro hombre, hablaban animadamente, cuando nos vieron el otro hombre se detuvo y se dio la vuelta y Damian aceleró el paso para venir a abrirnos la puerta del coche.
-Lo siento señora, me encontré con un conocido y estaba hablando con él. -me pareció todo muy extraño, el que se hubiera encontrado con aquel hombre no era motivo para alejarse del coche, y la actitud del que le acompañaba no dejaba de ser sospechosa, al darse la vuelta tan rápido al vernos era como si no quisiera que le miráramos la cara. Me olvidé de todo eso que no me importaba y miraba a Ana María, con el peinado que le habían hecho estaba preciosa.
Ella también me miraba atentamente.
-Ese peinado le gustaba a Oriol cuando era más pequeño y a ti te realza tu carita preciosa, vas a estar increíblemente guapo y llamarás la atención. -pensé que había juzgado a Ana María como insensible y despreocupada, superficial, pero no era mala.
-Ana tengo que darte las gracias. -elevó las pestañas interrogándome.
-Me estas ayudando y ocupándote de mi. -dejó de mirarme y abrió su bolso sacando un espejito en el que se miró, pensé que lo que le había dicho había conseguido emocionarla. Enseguida lo volvió a guardar y cambió de conversación.
-Creo que don Manuel vendrá acompañado a la fiesta, cuando te coloques el traje nuevo pásate por mi habitación quiero ver como te queda con el nuevo peinado.
Al lado del pabellón y la piscina estaban estacionadas dos furgonetas comerciales con el rótulo de la casa de catering, sus empleados llevaban unos cofres de aluminio blanco sobre ruedas a la tienda que habían montado en un lateral del pabellón, y que les serviría de intendencia y cocinas.
Damián nos dejó delante de las escaleras principales y me encaminé rápidamente a mi habitación, quería ir al baño y sacarme la leche que Adrian me había pedido que llevara dentro, corría el peligro de que algo se saliera y manchara la ropa, además de que no me apetecía, ser portador de su semen.
Comencé a vestirme y cuando terminé no podía dejar de mirarme en el espejo, me parecía increíble que aquel joven reflejado en el cristal pudiera ser yo, hice una mueca para convencerme de que realmente lo que veía ea cierto. Me di cuenta de que el color de las uñas, un poco más pálido, hacia juego con el traje.
Me habían convertido en un sofisticado joven cuya belleza no terminaba de cuadrarme, me precipité a la habitación de Pablo, se estaba colocando una pajarita blanca en el cuello, sobre una camisa color rosa con botonadura de perlas, el traje era gris y negro con un fajín brillante negro.
Los dos nos quedamos mirándonos, creo que ambos asombrados.
-Estas increíble Ángel. -nos acercamos y quería abrazarle pero él solo me cogió la barbilla y me besó delicadamente los labios.
Fuimos los dos a las habitaciones de Ana, a pesar de lo atractivo que estaba Pablo, ella solo me miraba a mi.
-¿Qué te parece Pablo? ¿No está magnífico?
-Ya le he dicho que está increíble Ana.
-Vamos al salón estarán llegando ya. -al salir Pablo nos cedió el paso y Ana le sujetó por el brazo para que bajara la cabeza y le besó la mejilla.
-Tu también estás muy elegante. -Eduardo estaba ya en el salón y nos miró a los tres sin pestañear, solo dejó asomar una sonrisa de satisfacción, la de un hombre solitario que se sabía rodear de objetos caros y gente bella.
Los primeros que llegaron fueron Rubén y Erico con sus padres, todos elegantemente vestidos para la ocasión, nos saludamos y Ana se quedó hablando con su hermana. Los chicos se nos añadieron en un grupo alejado unos metros y los coches comenzaba a llegar con los invitados. Todos desconocidos para mi.
Estábamos cerca de un ventana desde donde veía llegar los coches hasta la escalinata de la casa, y a los pasajeros que descendían de ellos. Llegó un impresionante Rolls-Royce negro con las lunas oscurecidas y el primero que bajo era David enfundado en un traje negro, de la puerta del acompañante descendió un hombre mayor, y de las traseras una elegante señora de imprecisa edad y un chico en el que fije la atención.
Era rubio trigueño, se colocó al lado de David mientras los mayores subían las escaleras y Damian entraba en el coche para retirarlo, era más bajo, seguramente más pequeño que yo, delgado y vestido con pantalones y chaqueta de a cuadros blancos y negros imitando a un tablero de ajedrez.
Según se iban aproximando le iba retratando en mi cabeza, ya sabía que se trataba de Oriol, debajo de la chaqueta llevaba una camiseta con el cuello en pico de color fucsia muy fuerte, era imposible no mirarle esa parte del cuerpo, al entrar observé que llevaba una fina cadena de oro al cuello, corta como si fuera una gargantilla y le colgaba un círculo de oro con tres pequeños brillantes haciendo un triángulo.
Dos pequeños brillantes, rodeados de un fino aro de oro, adornaban los lóbulos de sus orejas pequeñas y pegadas a la cabeza, llevaba el pelo recogido y tirante hasta la nuca donde se lo ataba en una corta coleta abierta y la cabellera le caía desde allí en cascada sobre la nuca.
Me tenía impresionado, saludó a su madre con dos ligeros besos lo mismo que a Eduardo, y con sus tíos hizo igual, elevó la mano al ver nuestro grupo y seguido se encaminó hacia nosotros, observé que me miraba, con la misma curiosidad con que yo lo hacía, fue abrazando a sus primos y a Pablo.
Era más joven que yo, pero no lo sabía en ese momento exactamente, solo que su cara era la de un joven de no más de catorce años, su sonrisa angelical dejaba ver sus perfectos dientes en una sonrisa morbosa mientas me llegaba mi turno de saludarme. Sacó la punta de la lengua y se mojó el rojo y pequeño labio gordezuelo inferior. Oriol era un pecado, cualquier movimiento que hacía, hasta el más ligero parpadeo invitaba al pecado y la lujuria.
Se detuvo al fin delante de mi, si que era algo más bajo pero poco.
-Mira que al fin te conozco Ángel, no dejo de oír hablar de ti. -me abrazó y colocó la boca cerca de mi cuello, me habló suave para no ser escuchado.
-Eres más guapo de lo que suponía, tenemos que ser buenos amigos y me encontré con sus labios sobre los mías en un fugaz beso, luego se dirigió a Pablo, le había dejado para el final. No pude seguir atendiéndole al llegar David y colocarse a mi lado.
-Parecía imposible pero has logrado mejorarte Ángel. -me dio la mano y se la estreché, no me la soltaba y me la retenía más tiempo de lo que era prudente y formal.
-Ahora que te ha visto Oriol me creerá. -Alberto llegaba en ese momento y se entretuvo saludando a Ana y Eduardo. Comenzaron a hablarse unos con otros, había escuchado que sería una fiesta familiar y de personas cercanas, pero no dejaba de entrar gente, algunos jóvenes que venían a nuestro lado, había también preciosas muchachas, algunas emparejadas con chicos.
Ana María se movió de donde estaba y vino con paso menudo pero rápido donde estábamos, les dijo algo a David y Pablo que estaban hablando animadamente, enseguida se pasaron algún tipo de recado de unos a otros y se encaminaron a la puerta de las escalinatas, les seguí sin saber lo que hacer, para no quedarme solo con aquellos chicos y chicas que no conocía.
Al pie de las escaleras, de un coche verde botella, descendía don Manuel y de la puerta del piloto un hombre joven, don Manuel se colocó a su lado mirando hacia la casa y el hombre dando la espalda, el pelo era castaño y aunque no era largo le tapaba el cuello, más alto que don Manuel y delgado, aunque se le adivinaban los músculos al moverse a través de la tela de la camisa, única prensa de vestir que llevaba en la parte superior del cuerpo.
David, Oriol, y el resto de los chicos bajaron en tropel las escaleras rodeando a Don Manuel y a aquel hombre extraño, todos le abrazaban demostrando su alegría con palmadas en las espaldas y entre risas, solo Pablo permanecía a su lado sin exteriorizar la alegría de los otros.
Cuando todos terminaron de saludarle y discutir con él por algún motivo desconocido para mi, pasó el brazo por los hombros de Pablo y se volvieron hacia la entrada de la casa, Pablo señalaba sin encontrar el objeto de su búsqueda.
Cuando vi la cara de aquel hombre, di unos pasos hacia atrás, sorprendido, intimidado ante lo que estaba viendo, Pablo subía las escaleras llevándole del brazo y me escondí detrás de unas personas cercanas, pasó delante de aquel grupo.
-Estaba aquí hace un momento, tienes que conocer a Ángel, no te llevará mucho tiempo. -conseguía escuchar mientras se alejaban hacia el pasillo de nuestras habitaciones, supuse que me buscaban.
Escapé en el sentido contrario, hacia el ala donde las tenía Ana, abrí la primera puerta que encontré y me apoyé en la puerta de espaldas, pretendiendo evitar que alguien pudiera entrar.
Lo que acababa de suceder resultaba totalmente increíble, No tenía la menor duda de que aquel hombre era Álvaro, lo impensable hacía unos minutos acaba de suceder y no quería llamarlo milagro. Álvaro, mi Álvaro era aquel muchacho, el sobrino de don Manuel mi dueño, el hombre que me había comprado, o como le gustaba decir a Pablo, rescatado de mis secuestradores, y además amigo de Pablo y de todo aquel grupo, seguramente sería otros miembro de la organización.
Me di cuenta de que había entrado en una de las salas de Ana María, llegué a un sofá largo que miraba hacia el jardín y me dejé caer sobre él ocultando la cara en mis manos, empezando a sollozar sin poder hilvanar las ideas.
Permanecía allí mucho tiempo, hasta que vi como los invitados se iban desplazando hacia el pabellón de verano, seguramente Álvaro ya había marchado, pensé que al menos no cometí la estupidez de abrir sus correos y menos de responderle. ¿Qué hubiera podido hacer él por mi? ¿Rescatarme siendo él mismo uno de ellos?
Me encaminé a mi habitación para lavarme la cara y ver mi estado ante un espejo, me observé demacrado, como si no hubiera dormido en toda la noche. Me estaba mirando cuando sentí que alguien estaba en la puerta del baño.
-Has dejado abierta la puerta de tu habitación, ¿puedo usar tu baño? -se trataba de Oriol que permanecía observándome detenidamente, estudiando mi semblante.
-¡Oh! Por favor Oriol, el baño es tuyo, yo no tengo nada.
-Has estado llorando, ven que te arreglo esa cara. -buscó en aquel laberinto de cajones que él conocía mejor que yo y cogió una cajita, me pidió que me sentara en un taburete.
-Eleva la cara. -me aplicó una crema ligera y de tacto suave con los dedos por los párpados y las mejillas.
-No se por lo que has llorado, pero Ángel, no merece la pena, sea lo que sea, pase lo que pase no llores, no solucionaras nada con las lágrimas, solo estropear tu bella cara. -me levantó y me abrazó en su pecho.
-Ahora vamos a comer, tu eres hoy el invitado de honor, nuestro hermoso invitado. -parecía que había olvidado el motivo por el que se había desplazado hasta allí. Sentí que deseaba volver a llorar, no había venido hasta aquí por el baño, me buscaba a mi imaginando que algo me pasaba al estar desaparecido.
Creo que en ese momento empecé a conocer lo que era de verdad Oriol, no se trataba de un simple compuesto de carne tendones y huesos bien colocados, era algo tierno y dulce que amaba y se dejaba amar.
Habían dispuesto varias mesas ocupando la mitad del pabellón, y asombrado, sin contarlos, calculé que habría más de cincuenta personas, tenían reservado un lugar para Oriol y para mi en una mesa de personas jóvenes, Oriol se sentó al lado de David conmigo a su lado, enfrente tenía a Pablo y a Erico, no dejaba de mirarme preocupado y molesto. Oriol también se dio cuenta.
-No te preocupes, ya encontrarás la disculpa adecuada, te ha estado buscando, quería presentarte a Álvaro, es importante para él, Pablo y Álvaro son inseparables amigos, cuando pueden estar juntos donde esté uno encontrarás al otro, de caza, de pesca o paseando, en todo menos en el trabajo de hospital, ¿sabes que Álvaro es médico, como David?
Solo le dije que no lo sabía, no conocía nada, aun era un extraño en ese circulo de personas de vidas tan diferentes a la mía.
Pablo no me habló en toda la tarde, continuaba enfadado por mi ausencia, el resto me presentaron a muchos de aquellos jóvenes, a tantos que no podía recordar sus nombres, pero todos tenías mucho en común, su juventud y belleza, su despreocupación ante la vida y su felicidad alocada y aturdida por el dinero que les sobraba.
Cuanto terminamos de comer los del catering recogieron y sirvieron las bebidas, en la otra parte del pabellón habían dispuesto un escenario para un pequeño grupo de música que tocaba mientras los invitados bebían y hablaban.
Comenzaron a salir a bailar cerca del grupo de músicos, David llevaba a Oriol cogido de la cintura, busqué a Pablo con la mirada cuando la encontré la desvió, Alberto me sujetó de la mano y se me acercó.
-Antes de que otro te coja como pareja ya estoy yo. -tiró de mi llevándome hacia los bailarines, en el camino cogió de una mesa dos copas de licor.
-Bebamos, no te he visto llevarte un vaso a la boca en toda la tarde, y bébelo de un trago. -cogió su copa e hizo lo que me pedía a mi, aquello quemaba la boca pero lo tragué, luego tuve que ventilarme la garganta aspirando aire. Mi pecho ardía sentía el calor ascender hasta la cara.
-Así me gusta, luego volvemos a por otra. -baile llevado por unos y otros, sin mirar quien era el que tenía al lado, hasta que Alberto volvió a poner en mi mano otra copa de aquel licor que me hacía entrar en calor y me animaba a continuar bailando.
Ya cansado iba a dejar el baile para acercarme a las mesas y sentarme un rato, Alberto me abrazó evitando que me fuera.
-No te vayas, me vas a dejar sin el chico más guapo de la fiesta, no te he dicho que hoy estas como nunca, que me tienes enamorado. -me reí en su cara y me plantó un beso para callarme.
-Mentiroso, tenéis a Oriol, no hace falta que te burles de mi. -intenté apararlo pero me sujetó con más fuerza.
-No te engaño, es obvio que como a mi interesas a muchos de los que están aquí, mira como me tienes. -me cogió la mano y la llevo al bulto de su verga, era el segundo hombre en el día que me hacía palpar su polla para que viera como las tenían, paradas y duras dispuestas para horadar un culo.
-Necesito descansar un momento, vuelvo pronto. -en una de las mesas Eduardo hablaba con don Manuel y Pablo, este se levantó para acercarse recorriendo el camino que quedaba, traía un vaso alto en la mano con cubitos de hilo y algo transparente que parecía agua.
-Déjame beber, estoy muerto de sed. -casi le arranqué el vaso de la mano y me lo llevé a la boca bebiendo ansioso, desde luego no era agua lo que bebía.
-Se que me estuviste buscando, que querías presentarme a tu amigo, me encontraba mal en ese momento. Lo siento Pablo.
-Te encontrabas mal pero no estabas en tu habitación, tenemos que hablar de esto cuando estes sobrio, estás bebiendo demasiado.
-No ha sido tanto, dos o tres copitas pequeñas con Alberto. -Pablo me sujetó del brazo para hablarme muy pegado a mi oreja.
-Pero bebes sin tener algo en el estómago, no has comido nada. -recordaba que algo si había comido, dos deliciosas croquetas con ensalada de las que hace Berta.
-Estoy bien, no estoy mareado y menos aún borracho. -me senté en la silla más próxima.
-Está bien, pero no bebas más. -no pensaba hacerlo, le decía que no estaba mareado, pero si que sentía una extraña, voluptuosa y sensual sensación de deseo sexual después de haberle cogido la verga a Alberto.
Pablo volvió a la mesa donde estaban Eduardo y don Manuel y yo regresé a bailar como había prometido a Alberto. Habían bajado la intensidad de la luz y a veces el público acompañaba en las canciones a los músicos.
-Creo que algunos vamos a darnos un baño en la piscina interior de la casa. -Alberto me susurraba en el oido mientras me mordía el lóbulo.
-Un baño no estaría mal para calmarnos el deseo. -mientras hablaba frotaba el bulto de su entrepierna en mi culo, empezó a tirar de mi para que le siguiera.
Atravesamos la casa y avanzamos por el pasillo hasta llagar a la sala de la piscina, había una luz tenue que salí del agua, estaban encendidas las luces del fondo y no se necesitaba más luz. Nos habían seguido otras personas, y al volverme me encontré con David y Oriol, sus primos estaban entrando en la sala, Erico llevaba cogida de la cintura a una preciosa chica que se la veía mareada y daba algún trompicón al caminar.
Alberto se había quitado la ropa quedándose desnudo y empezó a retirarme la mía, no solamente se lo permití, yo mismo me la quitaba dejando mi precioso traje y el resto de la ropa sobre una butaca. Oriol y los demás siguieron el ejemplo, también las chicas que habían venido quedaban desnudas, y los cuerpos empezaron a caer en el agua.
Estuvimos jugando un buen rato hasta que empezamos a cansarnos, Alberto había estado marcándome la polla en las nalgas siempre que tenía ocasión y me sentía caliente y deseoso de verga, de mamarla o que me la dieran por el culo, o las dos cosas a la vez.
Me había apoyado en el borde de la piscina para descansar un momento y Oriol se colocó a mi lado.
-La noche esta resultando bien divertida y muy alegre. -pasó el brazo por mi cuello y acercó la cabeza, y apoyó la frente a la mía, fuimos aproximando las bocas hasta que los labios se encontraron, nos besábamos lentamente, degustándonos los labios hasta que abrió la boca invitándome a que le metiera la lengua.
-Besas muy bien Ángel, me gusta tu boca.
-También a mi la tuya Oriol.
Entonces me abrazaron por detrás y una verga se me metió entre las nalgas. pensé que era de nuevo Alberto y separé la cara de la de Oriol, no era el que pensaba, Alberto tenía abrazado a Oriol por la espalda lo mismo que me tenían a mi, y escuché la voz de David en mi oido.
-Vamos a tu habitación, allí estaremos mejor. -la verga que tenía entre las piernas y rozándome el ano era la de David, de un salto salió de la piscina y me tendió la mano para ayudarme a salir, vi que Alberto y Oriol hacían lo mismo. David me cogió en sus brazos y pasé el mío por su cuello para sostenerme.
Caminó hacia mi habitación andando pisando fuerte, como el macho que reclama el derecho a llevarse a la cama la hembra que desea que le complazca en la cópula.
Seguirá…
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