La historia de Ángel, solo era un muchacho 36
Tumbados me continuó besando, se había dado cuenta de mi excitación y me cogió la verga y los testículos con una mano..
Esa mañana tenía problemas que resolver y me comuniqué con mis profesores, primero con Oleguer que me los resolvió de la más eficaz manera, luego con Guido, y ya me despedía una vez recibidos sus aclaraciones y consejos.
-Mañana volveré a llamarte, ahora pondré en práctica tus órdenes. -iba a interrumpir la comunicación cuando…
-Espera Ángel… – y se quedó en suspenso unos segundos.
-Ian no deja de preguntarme por ti, lo pasa mal pensando que fue el culpable de tu secuestro, que él hizo que salieras huyendo de la escuela. Se que igual no es bueno para ti recordarlo, pero lo está pasando realmente mal y le gustaría poderte pedir perdón. -le interrumpí para terminar la conversación.
-El no fue culpable, hubiera pasado de cualquier manera, dile que no se preocupe y que estoy bien. Tu sabrás la mejor manera de hacerle entender y que deje de sentirse responsable por aquello.
-Se lo diré de tu parte Ángel y seguro que le gustará saber que no le culpas, pero es que además creo que siente algo por ti y adivino lo que pueda ser.
Nos despedimos antes de continuar explorando, en nuestra imaginación, lo que el varonil y hermoso muchacho pudiera sentir, sería inútil las veces que le dijera que no había sido su culpa si él sentía que lo era.
Luego todo fue trabajo, tenía numerosas materias que atender y cuando me di cuenta era la hora de comer.
En la comida Victoria comentó que estábamos invitados a la fiesta de celebración del dieciocho cumpleaños de Irina, y que había encargado a una tienda la ropa de Alvaro y mía para la celebración.
Entonces tomé la decisión de adelantar mi conformidad al acuerdo que la muchacha me propuso, no sabía el por que, pero presentía que ese día sería importante, y que en su familia querían celebrar algo mas que el cumpleaños de su mayoría de edad.
Volví al piso de arriba y, después de limpiarme la boca, me dispuse a descansar adormecido hasta que llegara el momento en que Marcos me recogiera. En ese momento de tranquilidad volví a analizar mi situación, ¿y para qué?, para llegar a la conclusión de que debía permitir que los acontecimientos se fueran presentando y entonces me enfrentaría a ellos. No deseaba volverme loco con tantos frentes abiertos.
Marcos hizo sonar el claxon de la ranchera dos veces cuando llegó, era su forma de avisarme, y también de que no pensaba salir del auto. Terminé de prepararme abrigándome temeroso del frío intenso que hacía. Había dejado de nevar hacia la media mañana pero, en cambio, el frío había aumentado bajando de los cero grados.
Nos habíamos alejado unos kilómetros cuando detuvo el vehículo en el arcén, se volvió para mirarme y me cogió en sus brazos, solamente para tenerme abrazado.
-¿Cómo está mi lindo bebito? -después de unos segundos levanté el rostro y le miré.
-¿No vas a darme un beso? -me separó sujetándome del hombro y miró observando hacia adelante y por el espejo retrovisor. -si iba a ser mi amante, si él lo quería así, deseaba que me demostrara un cierto afecto y que no resultara ser solo sexo.
-Me muero por hacerlo nene precioso. Tenemos que ser precavidos y evitar que alguien nos vea, no me gustaría perder mi trabajo. -dicho esto volvió a abrazarme y bajó la cabeza para que nuestras bocas se encontraran.
No sabía el motivo del por que esas palabras había salido de mi, posiblemente por mi convencimiento de que debía dejar que todo sucediera según se presentara, como había decidido en mi siesta de hacía solamente unas horas.
La clase terminó y adiviné la presentía de Marcos antes de verle, estaba de la misma forma, apoyado en la jamba de la puerta, con la misma indolente postura, pero su cara era distinta, permanecía serio sin hacerme muecas, señales como hacía otras veces.
Cuando se vació el cuarto y el último hombre hubo salido comencé a recoger mis papeles esparcidos en la mesa, esperando que Marcos se adelantara para tomarme en sus brazos, pero solamente apagó las luces y siguió esperando a que yo saliera. Me tenía ligeramente inquieto, intranquilo por su cambio de actitud. Iba a pasar a su lado mostrándome ofendido y sin hablarle cuando me cogió del brazo.
-Espera. No pasa nada solo es que Eliseo quiere encargarse de llevarte y desea que vayas a su casa, allí está aguardándote. -me solté del agarre y le enfrenté.
-¿No pasa nada?… No es lo que me parece…, te veo raro, pero si lo que deseas es romper lo que aún no hemos tenido, no lo voy a discutir. Yo no voy buscando hombres, ellos me buscan a mi. -me sujetó de los brazos y me elevó del suelo acercándome a su cara.
-No por favor, no hagas juicios antes de saber. Te sigo deseando igual o más que ayer, pero me temo que no va a ser todo como yo deseaba. Eliseo te lo explicará mucho mejor. -sin más puso sus labios sobre los mío en un estado de agitación como si tuviera fiebre. De repente me soltó dejándome sobre el suelo y salió a grandes zancadas.
Un fuerte viento levantaba la nieve del suelo, jugando con ella en el aire y acumulándola en remolinos sobre los lugares más resguardados, me subí las solapas del abrigo y decidido me encaminé fuera de los edificaciones principales de la hacienda hacia la casa de Pablo.
No llamé a la cerrada puerta y la abrí sin impedimento, penetré en la vivienda cerrando detrás de mi dejando de escuchar el ululante ruido del viento.
-¿Eliseo? -me pareció un grito que rebotó en la silenciosa casa.
-Pasa al fondo, estoy en la sala. -hacía mucho calor en aquella casa, debía tener la calefacción a todo lo que daba y me desabotoné el abrigo mientras avanzaba por el pasillo dejando atrás la puerta de la habitación de Pablo.
En efecto, en la sala que ya conocía estaba Eliseo, con la camisa abierta mostrando el pecho, sentado en el sofá izquierdo perpendicular a la chimenea que no estaba encendida, tenía un vaso en la mano con algún licor que estaba bebiendo. Tomé asiento en el otro sofá enfrente de donde él estaba, nos separaba la alargada mesa de madera.
Nos miramos un instante antes de que comenzara a hablarle.
-Me ha dicho Marcos que te encargarías de subirme a casa. -sonrió y se quitó el pelo que tenía sobre la frente, como siempre que le veía me sentía ante un clon de Pablo pero mayor.
-Primero…, buenas tardes y quítate la ropa de abrigo, tenemos que hablar. -sentí que tenía razón o comenzaría a sudar, y no solamente me quité el abrigo, también el gordo jersey que Victoria me obliga a colocarme para salir de casa.
-Así está mejor, ahora ven a mi lado.
-Estoy bien aquí y te escucho perfectamente. -arrugó el entrecejo pero sonreía de una forma malévola.
-Estarás mejor a mi lado para ver lo que tengo que mostrarte. -golpeó con la mano a su lado indicándome donde quería que me pusiera y rodeé la mesa baja para sentarme a su lado.
-Así estaremos mejor, como una familia unida, al fin tu eres la mujercita de mi sobrino y por tanto mi sobrinita, ¿verdad querida? Y puedes llegar a ser algo más. -me colocó la mano derecha sobre mi rodilla e intenté retirársela, pero hizo fuerza y me sujetó la pierna con firmeza.
-Tranquilo nene, tu tío está para defenderte, ten en cuenta que cuido lo que es de la familia como es mi obligación. -no sabía lo que Eliseo pretendía aunque lo imaginaba.
-¿Qué es lo que quiere de mi? Pon tus cartas sobre la mesa y seamos claros. -los dos no quedamos mirándonos, no había duda de que Eliseo era un hombre atractivo, demasiado, pero también era el tío de mi novio.
-Lo primero, no te juzgo por lo que haces, ni me importa que te guste la verga y consientas que te la den, no si es con gente prudente y discreta, no voy a tolerar que el nombre de mi sobrino este en boca de todos por causa de su novia. -comenzaba a disgustarme que Eliseo se erigiera en en defensor de no sabía que derechos.
-Yo no pertenezco a nadie Eliseo, tampoco a Pablo aunque le ame. -el hombre se me acercó pasando el brazo por mi hombro.
-Veo que no me has entendido, no solamente quiero proteger el buen nombre de mi sobrino, también salvarte a ti de los muchos depredadores que quieren llevarte a su cama. -sentía que me apretaba contra él cada vez mas fuerte y podía oler su tenue sudor.
-Suéltame Eliseo, se lo que pretendes. -entonces me dejó suelto y cogió el móvil que lo tenía en la mesa, hábilmente lo manejó y comencé a escuchar.
“-La verga Marcos, méteme tu dura verga, la quiero, si por favor.
-Me gusta que me la pidas, que desees que te folle con ella.
-La quiero, la necesito ya, dámela Marcos.
-¿Entonces quieres ser mi hembra?”
Al principio pensé que todo había sido una encerrona planeada entre Marcos y Eliseo, pero luego me di cuenta de que Marcos no podía haber hecho la grabación, había sido realizada desde la puerta por un tercero.
-¿Ahora te dedicas a espirar? Páralo, ya es suficiente. -sabía todo lo que se me venía detrás.
-Sí, creo que es suficiente para que sepas que te interesa negociar, o mejor, que tengas mi protección, alguien que te pueda atender y dar lo que necesitas hasta que Pablo vuelva.
-Lo que pasó con Marcos es diferente, tu has dicho que eres mi familia. -me vi envuelto de nuevo entre sus brazos y me apretaba de la espalda hasta tener mi mejilla sobre el frondoso pelo de su pecho.
-No entiendo porque te niegas de esta manera, eres una nena que necesita un buen macho, una verga que te calme los ardores del culo. me comenzó a besar la cara aunque yo le rechazaba, pero ¿quién podía con su enorme fuerza?
-Es mejor que colabores y no me obligues a tomar por la fuerza lo que me pertenece más que a otros. -me empujó y caí tendido de espaldas sobre el asiento, él a su vez cayó encima mío. Sería imposible resistirme y hasta podría hacerme daño.
Por lo de más, salvo los prejuicios que oponía mi mente, Eliseo resultaba un maduro fabuloso, en pleno poder de sus fuerzas, y guapo como mi Pablo, y su polla aún no del todo dura, se oprimía sobre mi vientre.
-Recuerda como mamaste mi polla en el monte, te gusto mucho nenita, no me lo puedes negar, y ahora puedes tenerla, no solamente en la boca, en tu culito precioso. Y no opuse más resistencia, permití que, mientras me besaba, me fuera quitando la ropa, se comportaba como un lobo voraz arrasando mi piel con la boca y la lengua.
-De acuerdo Eliseo, será como tu quieres, pero por favor se suave. -ya me tenía totalmente desnudo y él, a su vez, se retiró la camisa dejando ver su torax completamente desnudo, peludo y poderoso, se levantó del asiento para bajarse los pantalones y no llevaba otra ropa.
Había visto su verga cuando se la chupé, aquel día que me llevó para dar de comer a los caballos, pero fue en una posición donde no podía apreciar su verdadero tamaño.
Abrí los ojos espantado, solamente había visto, en mi ya dilatada vida sexual, una verga que la superase, la de Yasin que era algo extraordinario, y yo juraría que la de Eliseo era más gruesa, la base estaba cubierta de negros vellos recortados en la parte superior, como los que se enroscaban en la bolsa de sus enormes testículos. Todo resultaba como lo que veía en Pablo pero aumentado con una lupa de dos aumentos.
-¿Te gusta ,eh? Va a ser tuya nenita, para que la disfrutes como quieras con tus dos boquitas, vamos a mi habitación. -me cogió en brazos y no tenía otra opción que dejarme llevar aupado por aquel semental.
Siguiendo el pasillo hacia el fondo estaba su habitación, tuve que sujetarme a su cuello y cuando llegó me deposito con la suavidad que no esperaba sobre la cama.
Sabía que estaba mal todo lo que estaba haciendo, o permitiendo que me hiciera pero tampoco podía evitar excitarme ante la situación tan erótica de sentirme deseado hasta ese extremo.
Tumbados me continuó besando, se había dado cuenta de mi excitación y me cogió la verga y los testículos con una mano.
-Ya estas lista preciosa, tu macho te va a hacer muy feliz. -era el tío de mi novio, de mi amante y no me importaba, giré la cabeza para mirarle con su vista clavada en mi culo y bajando la mano a lo largo de su inmensa polla. Se la adivinaba riquísima y hasta sentí su sabor que recordaba de aquel día, mi boca comenzó a segregar saliva y mi ano se apretó como señal del hambre que ya tenía por aquel manjar.
-Ponte de rodillas, quiero ver como eres capaz de tragar, ahora de verdad, toda mi polla. -no le respondí e hice lo que me ordenaba, me arrodillé y acaricié con las manos aquel ser viviente y que temblaba, húmedo de secreciones olorosas, aquella verga era un imán que dirigía mi boca.
La metí todo lo que pude hasta la garganta, más allá de la campanilla aunque sentí una arcada que pude controlar, sus gemidos varoniles y roncos no se hicieron esperar y dejó escapar un grito de asombro al ver mi proeza.
-¡Ohhhhhh! nena, se nota que te gusta la verga. ¡Wawwwww! que placer tan rico, mi sobrino ha sabido educarte. ¡Ahhh! chupa, chupa, mámala como te gusta preciosa. -no sabía si el trato femenino que me daba me gustaba, pero hacía que el poco vello de mi cuerpo se erizara.
Elevé la vista para mirarle a los ojos, Eliseo continuaba mirando sin creerse que todo aquello estuviera sucediendo, puede que pensara que me opondría y me negara a satisfacerle en su vicio, no se daba cuenta de que el mío era mayor.
-Mas lento nena, quiero que esto dure y aún no quiero llenarte de leche. -bajé el ritmo, me apetecía chupársela más despacio y disfrutar de aquel pollón irrepetible ahora que no tenía cerca a Yasin. Pero estaba encantado de tener su sabor masculino y fuerte en la boca, me hacía recordar a mi hombre, también me gustaban sus caricias en mi cabeza y como a veces me tiraba del pelo para apartarme o sacar un momento la polla.
Eliseo era muy hombre, sabía regular las metidas en mi boca para su placer y el mío, dejó de presionarme la cabeza orientando la mamada y elevé los ojos, se había cogido los grandes pezones de sus tetas y se los retorcía, veía como el placer lograba que sus abdominales se hincharan y pasé la mano por ellos, estaban duros y era como terciopelo por el lustroso vello que los cubría.
Bajé la mira para observar aquel tremendo y negro látigo de placer que ahora reposaba en mi mano, lo elevé hasta pegarlo en su abdomen, era pesado, seguramente sería más de un kilo lo que subía forzado para poder tener libres sus cojones y besárselos. Primero se los besé, luego los pasé la lengua haciendo presión y consiguiendo que Eliseo suspirara y se moviera.
Metí uno de ellos en la boca y lo rodeaba con la lengua, luego el otro, los dos no podía meterlos de lo enormes que eran, y estaban muy duros, el derecho le colgaba un poco más que el otro y podía meterlo más profundo en la boca, le sentí como respingaba estremeciéndose y tiraba retirando el cuerpo hasta que el huevo se salió de mi boca.
-¡Ahhhh! Qué putito más rico me saliste, que mariquita delicioso, no se si podré devolverte a mi sobrino cuando regrese. -yo gozaba de verdad y resultaba delicioso, el sabor profundo a macho semental, y sus palabras que no dejaban de halagarme dijera lo que le viniera en ganas. Mi nuevo macho estaba contento y me acariciaba las orejas, a veces me tiraba de ellas para restregarme la cara con la verga o metérmela entre sus huevos.
Volví a elevar la mirada, ahora casi adorándole, el culito se me humedeció al observarle el musculoso abdomen, los abultados pectorales, el pecho fuerte y potente, subiendo y bajando por la efecto de la respiración forzada.
No era yo conscientemente el que actuaba, mis ganas de rabo me hacían delirar y metí otra vez la verga en mi boca, ahora profundamente sintiendo deslizarse la polla camino abajo de la garganta, hasta que mis labios hicieron tope en los pelos del pubis que pinchaban al tenerlos recortados, y la punta de la lengua llegó a tocar el duro escroto.
Sentía los inicios de alguna arcada que podía controlar, me había convertido en un excelente mamón de vergas pues eran ya muchas las que había probado, la saque para pasarle la lengua en toda su longitud.
Estuve así unos minutos haciéndole garganta profunda, metiendo y sacando su manguera de negra carne de la boca, podría habérmela follado sin dificultad, mi boca se había acostumbrado a su pedazo de caliente carne pero él me dejaba hacer y experimentar.
La sacaba y la metía después de llenar de aire los pulmones para aguantar todo lo que podía con la verga en lo más profundo de la garganta.
-Goloso, putito mamón, te la comes entera y nadie lo había hecho hasta ahora, te voy a conceder una medalla, ¡ahhh! que delicioso putito me saliste, intenta meterte los dos huevos y lame mi culo.
Eleiso se abrió de piernas y pasé la mano por el peludo perineo hasta llegar a su ano y lo apreté con los dedos, él lo contrajo y lo apretó con fuerza.
-Eso no nena, aún no ha entrado nada por ahí, solo chúpalo. -tenía un sabor acre pero no desagradable y comencé a lamerlo y pasarle la lengua, no era fácil en esa postura pero me esforzaba en hacerlo lo mejor que podía muy excitado.
Después de un rato escuchándole mugir y decirme groserías que me calentaban más, me tiro de los cabellos y volví a tener la verga goteando líquidos en los labios. Estaba satisfecho mamando y gozando la abundante carne que tenía para mi placer, lo hacía sin importarme que la saliva resbalara por mi barbilla y me cayera en el pecho.
Alguna vez lo miraba y sacaba su verga para azotarme las mejillas y los labios con ella, sabía que le encantaba verme adorando su falo por la sonrisa que dejaba ver, hasta que se debió de cansar o quería cambia de actividad y, con cierta brusquedad, me tiro del pelo retirándome la verga de la boca.
-Túmbate y ábrete de piernas. -rápidamente hice lo que me pedía y me recogí las piernas con las manos, él se bajo de la cama y se quedo mirándome hasta que se arrodilló en el suelo, tiró de mi dejándome el culo en el borde y sumergió la cabeza entre mis piernas llegando con la boca a mi ano. Me lo besó varias veces a la vez que lo soplaba el aliento.
-¡Ahh! Eliseo. ¡Ahh! ¡Ahh! ¡Ahh! ¡Qué rico! Sí Eliseo sigue, no pares Eliseo. -escuchaba su ronca risa escapando de la raja de mis nalgas mientras segía presionando para meterme la lengua por el culo.
-Llámame tío nena, o mejor papi, me gustará eso.
-¡Si papi!, si, te llamaré como quieras pero fóllame el culo con tu rica lengua. ¡Ummmm! Dios mío que rico lo haces papi…
Mi cuerpo temblaba como una hoja al viento y solté mis piernas para sujetar su cabeza y apretarla contra mi trasero para que me metiera más la lengua. El placer era exquisito y apretaba las piernas sujetándole la cabeza para que no dejara de entrar en mi culo, me lo besaba y volvía a penetrarme con fuerza, su lengua era un pequeño pene juguetón que se me metía haciéndome gemir y gritar.
Se subió a la cama dejándome el ano ansioso de mas lengua y se tumbó sobre mi…
-¡Ahhhhhh! Papi. -gemí dolorido pero excitado cuando me mordió un pezón con los dientes. Pasó la lengua para calmarme el dolor y levantó la cabeza para sonreírme como un lobo a la oveja.
-Te gusta ¿eh? nenita, tu necesitabas un macho y ahora vas a saber de lo que soy capaz, yo no soy el bueno de tu medico o el ingenuo de mi sobrino, vas a tener el hombre que necesita una nena como tu se merece.
-¡Ahh! Sí papi, si tu eres un hombre completo. -sus palabras bastaban para erotizarme más aún de lo que ya estaba.
Hincó un codo a mi costado y con la mano derecha se cogió la verga, me azotó con ella el ano y la pasaba por el perineo picándome la entrada del culo.
-¡Ayyy! que rico papi, que rica polla papito. -aplastó su poderoso pecho peludo sobre el mío y me metió la lengua en la boca callando mi quejido, gemía por la nariz al tener ocupada la boca con su lengua que hurgaba llevándose mi saliva. Cuando dejó de besarme me tenía loco y deseoso, mi culito palpitaba al sentir la dura polla aplastada en su entrada.
-Dame la polla, papi, quiero tu vergota en el culo.
-Pídelo con educación. -me volvió a morrear la boca y abracé su cuerpo con las piernas.
-¡Por favor papi, dame la verga! Dámela ya ¡porfi! la quiero dentro.
-¿Tienes hambre de verga de macho nenita?
-Sííííí, síííi, ¡Por favor! Llénale el culo.
-Vale nena, tu me lo has pedido, vas a tener la polla que una hembra como tu se merece. -empuñó la dura polla y la apuntó directamente en mi culo, de un solo empujón metió la mitad de la larga verga en mi cuerpo.
-¡Ahhhhhhhhh! -dejé escapar un grito a causa del dolor y la sorpresa, también por el placer que daba y mi cuerpo se tenso poniéndose duro, luchando por evitar el ariete que seguía perforando mi intestino y arqueé la espalda convulso.
-Me encanta tu culito, aun está estrecho para el tamaño de mi verga. -seguía empujando y sentía avanzar la dura barra de carne perforándome, hasta que llegó a un punto donde se atoraba y no podía seguir, pasé una mano por debajo de mis piernas y pude cogerle los centímetros de verga que aún permanecían fuera.
-Ábrete nena, relájate para que entre todo.
-Ha llegado al final papi, déjame a mi. -moví el cuerpo buscando que la punta de la verga venciera la resistencia que el final de mi recto le oponía.
-Ahora, empuja papi, ya estoy todo abierto. -el último trozo de polla pudo entrar en mi cuerpo y recordé lo difícil que era tragarme la verga de Yasin.
-Eres un putito listo y entrenado para recibir buenas vergas. -la fuerza con que me había penetrado, junto con las enormes dimensiones de su herramienta me había dejado algo dolorido y mi cuerpo tembló cuando sacó un trozo de la verga y luego se dejó caer volviendo a enterrarla bien clavada.
Dejé salir un gemido, más de dolor que de placer.
-Espera unos segundos papi, me duele, deja que me acostumbre. -se quedó quieto descansando todo su peso sobre mi cuerpo, pero no se movía y se lo agradecí acariciándole la espalda.
Se quedó un ratito tranquilo y resoplando, a veces me besaba o me pasaba la lengua por la cara diciendo palabras ininteligibles algunas, “me aprietas muy rico”, “tu culito es mejor que un coño”, “siento como succiona mi verga”, eran algunas de las cosas que conseguía entender.
Abracé su ancha y musculosa espalda susurrando en su oreja.
-Ahora papi, tómame como tu quieras. -se salió hasta la mitad y volvió a penetrar con la brusquedad del principio, Eliseo era todo un macho y ejercía su derecho a tratar a su hembra como el creía que era mejor.
Entraba y salía con fuerza, estrellando sus grandes cojones contra mis nalgas donde rebotaban, a veces retrocedía con lentitud para luego meterla con tremenda fuerza queriéndome romper por dentro, mis gemidos le acompañaban cada vez que la metía y los suspiros cuando la sacaba.
Permanecía con los ojos cerrados disfrutando todas las sensaciones que aquel macho me daba, su voz cerca de mi oido asegurándome lo rico que era follarme el culo.
Empezó a acelerarse, ahora sus estradas y salidas eran mucho más rápidas, haciendo que mi culo gozara llevando las contracciones que sentía hasta mi cerebro, y alli estallaban en luces de colores, como chispas de las brasas en la lumbre.
Ya no sentía dolor alguno, sus secreciones y las mías hacían que la verga, a pesar de su grosor, resbalara fácilmente.
-¡Ahhhhh! ¡Ahhhhh! ¡Ahhhhh! Sí papi, si…, me voy a correr, que placer tan grande papi.
-¡Toma verga puto! Es toda para mi nena golosa, mi putito hermoso, voy a llenarte de leche para marcarte el vientre y que sepas que es de mi propiedad.
-Si papi, soy todo tuyo, lléname de semen de macho. -el chapoteó de la verga entrando en el recto, dándome inmenso placer, me hizo que temblara, y me agarroté empezando a sacar la leche brutalmente expulsada por mi polla.
-¡Ya, ya me viene papi! -no tenía fin y solo temblaba convulso con mi culo apretando la gran polla chupando de ella. Gemí largamente derrotado al fin.
Las contracciones de mi culo hicieron que Eliseo me dejara de bombear de momento, pero reanudó las embestidas y gruñía para empezar a crecerle la verga, anchándosele más al transcurrir por ella la abunda simiente que iba depositando en mi vientre.
-Toma, mi leche nena, tómala toda, siente como te preño.
Seguirá…
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