La historia de mi vida (Mi primo) 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Diodark96.
Me llamo Diego actualmente tengo 19 años, soy de piel blanca, pelo negro azabache y ojos café claro, vivo en México, contare esta historia y espero les agrade mucho.
Recuerdo el día que llegue a la casa de mi tío con 10 añitos, por causa de los problemas que se presentaban en mi casa, mi padre abandono a mi mamá y ella para poder darme sustento le agrado la idea de irse para E.
U.
A dejándome solo con mi tío y su familia para poder enviarme dinero del otro lado.
Mi tío Mario tenía 40 años, un hombre de negocios y un verdadero vencedor de la vida, estaba felizmente casado con una hermosa mujer de 36 años, era una pareja ejemplar, el padre y la madre que nunca tuve.
Tenían dos hijos, uno de 20 años que estudiaba para ser un gran médico y posteriormente pediatra, y otro un poco mayor que yo, de 13 años que cursaba la secundaria en un colegio privado muy prestigioso en la ciudad.
Al llegar a la casa que se encontraba en la mejor zona de la ciudad (zona de ricos), quede totalmente sorprendido, ese mundo distaba tanto del que yo a mi corta edad había conocido, lo primero que me llamo la atención fue ver como el porton se abría automáticamente con solo apretar un simple botón en el automóvil, era casi mágico para mí.
Al llegar al frente de la casa, detuvo el auto y me invito a salir de aquel placido lugar refrescado por el aire acondicionado
– Ven Diego, vamos baja del auto para que conozcas a todos.
Están esperándonos en el comedor para almorzar.
– Ya voy tío voy a bajar mi maleta
Toda mi vida tristemente cabía dentro de una triste maleta, mi poca ropa y mis pocas pertenencias dentro de un pequeño espacio.
Ya dentro de la casa no cabía en mí que una casa pudiera ser así de hermosa, dejé mi maleta en la entrada y seguí a mi tío directo al comedor.
Todos estaban sentados listos para almorzar, el hijo más pequeño de mi tío, se levantó de un salto de su lugar y corrió para abrazar a su padre, mi tío lo recibió con los brazos abiertos y le dio tremendo beso en el cachete que me dejo con un poco de envidia al ver aquella familia tan ejemplar
– Bueno familia ya llegué, y traigo a su primo que estará viviendo con nosotros por un tiempo, espero que lo traten muy bien, como uno más de nosotros.
Diego te presento a Max, espero se lleven muy bien y puedan ser grandes amigos.
Al verlo más a detalle casi me caigo para atrás, Max tenía un pelo casi rubio y unos ojazos de color gris que me cautivaron desde ese momento, junto con sus labios rojitos y gruesos hicieron que fuera al cielo y regresara de un solo golpe.
Me saludo tímidamente y note como me inspeccionaba de arriba abajo, le tome la mano y sentí como me apretó ligeramente esbozando una sonrisa.
– Ven acá Alex a saludar a tu primo, Alex se levantó de su silla con pereza, y poco a poco se acercó dónde estábamos nosotros.
Alex tenía el pelo de un color castaño, y sus ojos de un color tan negro que sentía que podía entrar en lo más profundo de mi alma e inspeccionarme todo.
En un corto instante tendió su mano y yo hice lo mismo para saludado, y sin más regresó a su silla para seguir comiendo.
Al terminar el protocolo de saludos, mi tía intervino para que me sentara al lado de Max para almorzar, tímidamente me senté en mi lugar que me habían ordenado, la comida se veía deliciosa, el puré de patatas en un bol, el pollo en otro, y las bebidas y lo mejor era el pastel de frutos rojos que adornaba el comedor, en mi vida había visto tanta comida y más aún esos platillos.
Durante la comida, Max por debajo de la mesa tocaba mi rodilla, dándome pequeños golpecitos, hasta que entendí la directa y le seguí el juego.
– Mamá yo y Diego ya no tenemos hambre podemos ir a mi habitación para mostrarle donde va a dormir.
– Claro cariño ve con tu primo y ayúdalo a llevar sus cosas
Max tomó mi maleta de la entrada, y me codujo escaleras arriba, antes de llegar a su habitación pasamos diversas puertas, yo no podía dejar de mirar por todos lados asombrado por la enormidad de aquella casa.
Hasta que Max se detuvo frente a una puerta, para abrirla saco una llave que colgaba en su cuello, giro rápidamente el picaporte y entramos a ese lugar que era desconocido para mí, un destello hizo que llevara mis manos a mi cara y tapara mis ojos, el sol entraba directamente por una ventana enorme que estaba de frente a nosotros, Max en un segundo oprimió un botón que pensé servía para prender las luces, pero lo que acciono fueron las cortinas eléctricas que en un movimiento uniforme y sin ruido alguno, bajaron de su lugar y taparon la luz solar.
-Bueno Diego tu dormirás en mi cama por el momento hasta que papá le dé tiempo de comprar otra para ti
Coloque las cosas en la cama, cuando siento que Max me jalaba la camisa por detrás
– ¿Cuántos años tienes Diego?
-10 años recién cumplidos Max ¿Por qué?
– No por nada, oyes creo me iré a duchar, espérame aquí y luego vemos que hacemos.
– Claro Max te espero aquí.
Vi cómo se despojó de su camisa y sus jeans, quedando en unos lindos Briefs que adornaban su esbelta figura con un tono infantil.
Durante todo el rato que tardo en el baño, lo único que hice fue husmear por todos lados viendo todo lo que había, figuras de lego, lámparas de lava, unas cuantas fotos, cuando de repente salió del baño envuelto solamente en una toalla.
– Diego, pásame mi ropa interior de aquel cajón por favor
-Cual de todas Max
-La que más te guste
No sé por qué en ese instante, al abrir el cajón de su ropa interior, me excite tanto, al saber que mi primo quería que escogiera su ropa interior, así que debía actuar y sabia como hacerlo.
Si para mi edad estaba un poco despierto a cuanto al tema sexual, debido que mi padre antes de marcharse dejo todas sus cosas, y entre ellas algunas revistas para adultos, que pasaron a mi propiedad sin que mi madre se enterase.
Tomé unos calzoncillos con dibujitos y se lo di, para voltearme y permitirle cambiarse.
-Listo, Diego ya puedes voltear…
Santa madre del amor hermoso, fue divino verlo en solo ropa interior, no podía creer que momentos antes su ropa interior estuvo entre mis manos y ahora estaban ahí en ese lugar al que todavía no podía acceder, o al menos eso pensaba…
Vi cómo se ponía de nuevo sus jeans y su camisa, me invito a jugar en la pc, al principio todo normal, jugamos unas partidas de plants vs zombies que era mi juego favorito y como solo tenía una sola silla para sentarse, me dijo que me sentara en sus piernas para que dejara de estar parado jugando.
Rápidamente me tomo de la cintura y me ayudo a sentarme en medio de su entrepierna, me sentía cómodo así que me puse a jugar, podía sentir su respiración un poco agitada en mi nuca, su aliento cálido que por momentos exhalaba, hasta que de pronto sentí algo duro entre sus pantalones, que tocaba mi espalada.
Era una sensación extraña, pero me causaba cierto placer, porque ya sabía que era…
-Diego ya no quiero jugar vamos quítate de encima de mi
Al momento de estar de frente a él, pude notar su bulto entre sus piernas, él se dio cuenta que lo miraba, así que llevo su mano a su pene y empezó a tocarse por encima de la ropa, yo no sabía cómo reaccionar así que solo mire atento a lo que sucedía, mientras mi penecito de 10 años se ponía como una roca.
– Dieguito quieres tocarlo?
Sin contestar palabra alguna, me acerqué más y mi pequeña manita, llena de curiosidad empezó a tocar ese trozo de carne de 13 años, por un rato estuve tocando por encima de su ropa, hasta que Max tomo mi cara con sus manos y agachándose un poco me planto un beso en la boca, su lengua se movía dentro de mi boca como queriendo conocer todos los rincones de aquella lengua de 10 añitos, yo por su lado no sabía besar solo me dejaba llevar por el placer y la excitación que eso me causaba.
Se detuvo en un momento y me miro a los ojos
– Quieres probar allí abajo?
Obviamente sabia a que se refería, así que solo tome manos a la obra, desabotonando sus jeans para quitárselos y arrojarlos a un lado, con mis manos tome su ropa interior y la baje suavemente, hasta liberar su pene de aquella prisión que lo tenía cautivo.
Madre mía, era de un color blanco excepcional, y la cabecita de su pene estaba completamente descubierta reluciendo un rosado apetecible, la tomé con mis dos manos y pude sentir lo caliente y dura que estaba, subía y bajaba su prepucio hasta que le salió un liquidito transparente que mojo mis manitas.
-Max que es esa agüita que te sale?
-Nene eso se llama liquido pre seminal, es para lubricar y sea más fácil tener sexo, eso te lo enseñaran más adelante en la escuela
No entendí la mitad de lo que dijo, pero no me importo en absoluto, seguí con mi trabajo masturbándolo suavemente, observando ese pene y comparándolo con el mío, le debió medir unos 15 cm, en la base tenía unos cuantos pelitos y sus bolas colgaban y eran de un color más oscuro que el resto de su piel, pequeñas venitas se le marcaban a lo largo de su pene y podía notar como palpitaba entre mis manos.
Torpemente lo llevé a mi boca, al contacto con mi lengua percibí un sabor salado pero que no me causo asco ni nada, por el contrario, mi boca empezó a salivar más, hasta que mi baba escurría por el tronco de su pene hasta llegar a sus dos bolas, que yo ágilmente masajeaba con mi otra mano, Max por el contrario se retorcía de placer y no cavia en sí, dándome estocadas con su pelvis mientras casi me ahogaba con su verga que estaba perforando mi garganta.
Tomó mis pelos, y me levanto para darme un beso y poder así probar a que sabía su propio pene, por primera vez tuve un poco de iniciativa y empecé a mover mi lengüita y saborear esa rica saliva que no era la mía.
– Mmmm mmm mmm, Max sabes delicioso
Esas palabras fueron como un interruptor en Max, porque empezó a desvestirme salvajemente, hasta que solo quede en mis calzoncitos blancos, mi penecito totalmente duro apuntaba hacia arriba, bajó mi calzoncito y comenzó a tocarme suavemente por todos lados, como si fuese su tesoro más preciado el cual no debía romper ni estropear.
-Date la vuelta nene, que ricas nalguitas tienes… no sabía muy bien a que se refería con ricas, pero me causo placer cuando me lo dijo.
(Claro no era para más, las clases de natación a las que una vez fui me ayudo a moldear mi infantil cuerpo, dándome unas nalguitas duras y paraditas, que eran súper apetecibles para cualquiera…)
De pronto metió dos dedos en su boca, para asaltar el premio final, mi botoncito rosado estaba siendo invadido por dedos extraños, al principio me dolió un poco, pero después de que me acostumbre levantaba más mi culito para sentir más aquellos dedos dentro de mí, con su mano desocupada masturbaba mi penecito haciendo que mi pequeña cabecita se asomara y escondiera constantemente, sus dedos entraban y salían de mi interior haciéndome sentir miles de sensaciones en mi pequeño cuerpo, mientras mas dilataba mi botoncito no podía aguantar que de mi boca escaparan pequeños gemidos aahh aahhh ahhha mmmm mmm mmm…
– Nene estás bien? Si quieres me detengo
– No te preocupes… continua
Ser tratado como un nene ciertamente me excitaba, y más saber que esas palabras venían de mi primo que solo era mayor por unos cuantos años.
Max siguió con su trabajo por un rato más.
Después de que jugó un poco con mi botoncito, era hora de mi parte delantera, darle un poco de atención a mi verguita, de pronto un calor abrasivo lleno mi verguita que estaba a full, haciéndome gemir, con mi vocecita de niño que calentaba más a mi primo, mi pequeña hombría cavia dentro de su boca, la chupaba como un dulce, jugaba con mis bolitas pasando su lengua por todos los rincones de mi sexo, mientras mi vientre se inflaba y se desinflaba por mi respiración agitada.
En un momento se detuvo para jalarme de la mano y llevarme a la cama, me beso apasionadamente mientras subía mis piernas a sus hombros
– Ahora Dieguito, vamos a probar algo más rico que te gustara mucho mucho
Sentí como su pene toco mi entrada y como poco a poco esta cedía por su peso, hasta que de pronto entro, un dolor agudo recorrió mi cuerpo e hizo que apretara lo más fuerte posible
-Trata de relajarte bebe, te va a dolor, pero solo por un momento
– Es fácil para ti decir eso Max, tú no tienes 15 cm de verga en tu culo
Max, empezó el mete y saca, al principio fue lento, pero después más y más rápido, se podía oir el plas plas plas plas, por toda la habitación, que de momentos se ahogaba con mis gemidos, el dolor desapareció de un momento a otro y comencé a sentir de lo más rico, una sensación indescriptible para mi corta edad.
Sentía como su trozo de carne entraba y salía de mi cuerpo, hasta que de pronto se detuvo de golpe y sentí como mi interior era llenado con chorros y chorros de semen…
Nos quedamos por un momento en esa posición hasta, que saco su pene cuidadosamente y me llevo al baño de la habitación para que me lavara, por mis piernas corría un hilillo de sangre mesclado con semen, al principio me espante, pero después me explico Max que se debía a que había tomado mi virginidad y eso pasaba siempre.
Después de la ducha, me vestí de nuevo con mi ropa al igual que él y bajamos a la sala a ver la T.
V.
Continuara…
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