La Historia de Pedro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por lucmtz.
En el pueblo donde vivía con mis Padres de niño había una tienda que estaba a cargo de un Matrimonio ella de nombre Margarita una morena menuda de 1.60 de 43 años oriunda de nuestro pueblo y el Jorge quién era el dueño de la tienda de unos 45 años de 1.70 de estatura de complexión algo robusta de piel blanca con acento español porque era inmigrante, no tenían hijos pero les gustaba tener niños cerca y siendo yo uno siempre me trataban bien regalándome dulces en ocasiones. En mi casa escaseaba el dinero por ser siete hermanos, yo fui el pilón de la familia porque la hermana de la que Yo sigo me lleva siete años por lo que mis Padres estaban muy ocupados con los problemas de mis hermanos y como quería darme algunos gustos empecé a ayudar un poco en la tienda, en el pueblo todo el mundo se conocía y poco a poco mi Tía Margarita y mi Tío Jorge como les decía me fueron tomando cariño y se convirtieron en mi segunda familia lo que demostraban con besos y abrazos.
Durante el día especialmente entre semana el pueblo y la tienda tenían sus períodos de trabajo y descanso, de las 12:00 a 3:00 era el tiempo que se dedicaba a la comida y a la siesta, aunque ambos esposos atendían la tienda era el Tío Jorge quien pasaba más tiempo en ella, en la mañana la Tía Margarita hacia su quehacer, mis tíos al igual que nosotros tenían su casa en las afueras del pueblo pero en la tienda habían acondicionado en la parte alta una habitación con una cama, bañera y una pequeña cocina con comedor donde en ocasiones comían y dormían la siesta; después de comer la Tía Margarita se tomaba una siesta ahí mismo o en su casa y se iba a su jugada y a las cosas de la iglesia regresando hasta las 4:00 o 5:00, yo salía de la escuela y a veces comía con ellos en la tienda y en ocasiones el Tío Jorge y Yo nos quedábamos a solas por lo que empezó a ayudarme con mis tareas y a enseñarme detalles del negocio, además por estar en la tienda Yo con solo pedir un refresco me lo daban, ni que hablar de las golosinas que no me faltaban.
A mis nueve años, mis papás me dejaban encargado con mis tíos por dos o tres días lo que no me molestaba porque me trataban muy bien podía usar la bañera por un largo tiempo y mi Tío Jorge me permitía ver la televisión grande en su cuarto, en la tienda ayudaba a limpiar un poco, recibir y entregar mercancía, cuando tenía que acomodar productos en los estantes altos me subía a una escalera y mi Tío Jorge me los iba pasando, al principio me decía que tuviera cuidado de no caerme y El aprovechaba esa oportunidad para sostenerme sujetando mis piernas por detrás mío diciendo que me estaba cuidando, poco a poco el sostenerme se tornó en un juego de abrazos y cosquillas que se iban prolongando más tiempo, cuando me ayudaba con mis tareas algunas veces me pedía que me sentara en su regazo y Yo accedía sin temor y completamente confiado ya que lo quería y sabía que no me iba a hacer daño.
Mi Tía Margarita se preocupaba de que me comiera mis verduras, de que estuviera limpio y de que me lavara los dientes pero era mi Tío Jorge quien me permitía estirar un poco las reglas haciéndose cómplice mío, en una ocasión yo quería ver un programa policiaco que era para grandes pero que todos mis compañeros veían, en mi casa simplemente no podía verlo por estar fuera de horario pero cuando le pedí a mi tío Jorge si podía verlo me dijo que si a condición de que él lo viera conmigo y de que no le contara nadie que me había dejado verlo, le dije que sí y me dejo verlo en su recamara sentado en una silla y el en la cama.
Un día estando mi Tío Jorge y Yo a solas al acomodar producto en los estantes se me ocurrió ponerme de frente y El fingiendo que me caía me agarró con tal fuerza que pegó su cara a mi entrepierna, empecé a tener sensaciones extrañas en mi “cosita” y a notar como un delicioso calor la iba llenando, al tiempo que Mi Tío Jorge me decía: chaval me haz pegao un gran susto.
Notaba que mi “cosita” se ponía dura y esto me intrigaba porque para mí su propósito era el de eliminar el agua que sobrara en nuestro cuerpo. Como no estaba en mi casa le pregunté a mi Tío Jorge y me dijo vamos a la habitación de arriba para revisarte a ver si no te picó un animal. Al llegar me dijo: anda bájate los pantalones para ver que está pasando.
Nunca había estado a solas con un hombre que me pidiera esto, cuando consultaba con el doctor mi madre estaba presente, pero como ya me sentía grande y lo veía como mi segundo padre accedí y con un poco de vergüenza me bajé los pantalones dejando mis calzones puestos, mi Tío Jorge se acercó un poco y me dijo: así no veo nada necesito que te bajes tus calzoncillos.
Muy calladamente sin hacer un solo ruido hice lo que me pidió, después de bajarme los calzones y observarme por un momento se puso en frente de mi y me dijo: No veo ninguna picadura, te habrás dado algún golpe, Te duele?
No.
En algunos casos nos lastimamos y no nos damos cuenta, a veces los golpes no dejan marca, voy a ver si no tienes algún golpe, al tiempo que decía: dime si al tocar te duele, extendió su mano y con sus dedos tocó alrededor de mi “cosita” oprimiendo un poco cada vez, después se detuvo en la base de mi “cosita” hasta llegar la punta y de vuelta a la base palpando suavemente mis huevitos. Yo aun no estaba desarrollado y mi vergüenza había dado paso a una curiosidad natural.
No sentí dolor alguno pero de nuevo la extraña sensación de calor por el contacto de una mano ajena que fue recorriendo mi “cosita” hasta su base junto con mis huevitos, por lo que se me empezó a poner dura y le dije a Mi Tío que era eso lo que me pasaba.
Este problema es muy común en los chicos de tu edad, yo sé como quitarlo, voy a ponerte una pomada y se te pasará, lo haré con mucho cuidado y no te dolerá.
El Tío Jorge fue por un poco de crema (yo creí que era medicina) se puso de rodillas para estar a mi altura y empezó a untar la crema moviendo sus dedos y luego con su mano sujetando y oprimiendo mi “cosita”, al principio lo hizo a un ritmo lento y después un poco más rápido colocándose atrás de mi al tiempo que me dijo sujétate a una silla que había cerca, agarré a la silla con mis manos y en poco tiempo puse mis piernas duras y tuve una sensación muy placentera en mi “cosita” y después empezó a regresar a su posición de descanso.
Ya puedes subirte los pantalones, veras que tu “cosita” ya no se os pondrá dura en un tiempo.
Al bajar a la tienda al tiempo que me daba un chocolate me dijo: quita esa cara de preocupación que no ha pasado nada chaval.
No lo comenté a mis padres porque como no tenía malicia Yo no sabía ni sentía que había pasado algo malo y como mi Tío era mi cómplice este sería otro secreto que tendríamos solo entre los dos.
A los pocos días le dije a mi Tío Jorge que otra vez se me estaba poniendo duro “allá abajo” y me dijo vamos para arriba.
Me bajo los pantalones le pregunté? Me dijo que si y procedí a bajarme los pantalones y los calzones, mi “cosita” estaba algo dura y El sin desvestirse con más confianza empezó a tocarla y cuando se puso bien dura dijo: ahora toca poner la pomada y venía con la crema, esto se repitió de la misma manera en varias ocasiones y Yo me quedaba parado con mis manos sujetando la silla mientras me “curaba”, las primeras veces únicamente me “curaba” pero conforme fue pasando el tiempo empezaba a rozarme con la otra mano mis caderas y mis piernas, después se acercaba a mí por detrás y me abrazaba pasando una mano sujetándome por mi pecho mientras hacía la “curación”.
Una ocasión que subimos a los cuartos noté un olor a vino, me acordaba que cuando mi papa olía a vino todos podíamos pasarla mal, me dijo párate en la silla, ponte de frente a mi y bájate los pantalones, temiendo que se enojara por el vino como mi papa le hice caso de inmediato y mi “cosita” quedó a la altura de su cara, esto me recordó un poco cuando estaba en los estantes acomodando mercancía.
Con un trapo, agua y jabón comenzó a lavarme la zona de mi “cosita”, cuando terminó creí que iría por la crema pero esta vez
sin darme oportunidad de nada con sus dos manos me agarró de las caderas y acercó su cara a mi “cosita” y la metió en su boca de un bocado, al principio me asusté pero la sensación fue más deliciosa y placentera que con su mano, como aun no producía semen El se tomó su tiempo para hacerlo, sentía sus labios aprisionar mi “cosita” y su lengua acariciarla como si fuera un caramelo en su boca. Yo no sabía que decir ni hacer, no podía hacer nada porque mi “cosita” se ponía muy dura aunque yo no lo quisiera.
Al terminar mi tío me dijo que esperaba no haberme lastimado por haberme “curado” con su boca, que me quería mucho que por culpa del vino lo había hecho así, que él nunca me lastimaría y que estaba muy preocupado de que algo me molestara y que no volvería a pasar.
Yo no tenía temor porque El todo lo hacía con mucha delicadeza, no me lastimaba porque nada me dolía y además sentía rico, no veía nada malo en lo que estábamos haciendo, sin embargo por la convivencia que teníamos intuí que esto era algo entre mi Tío Jorge y Yo, si él era mi cómplice en mis secretos yo podría manejar esto y como ya no pasaría de nuevo le dije que yo también lo quería y que no se preocupara que no me había lastimado para nada al tiempo que me subía mis pantalones, aunque yo también estaba apenado por lo que había pasado.
Al día siguiente que fui a la tienda todo fue normal con Mi Tío Jorge, incluso cuando se fue mi Tía Margarita a sus asuntos.
Recordaba las sensaciones de tener mi “cosita” en su boca pero tenía miedo de pedírselo porque él dijo que eso no volvería a pasar.
Pasaron algunos días y estando en el estante Mi Tío Jorge empezó a jugar conmigo haciéndome cosquillas.
Todo empezó muy inocentemente por lo que le dije riendo cuidado Tío que me puedo caer.
El me contestó: No te preocupes, yo aquí estoy para cuidarte al tiempo que me abrazaba y me hacía cosquillas.
Descuidadamente rozo mi “cosita” al tiempo que riendo como parte del juego decía: parece que “alguien” necesita una curación.
Sin saber porque sin estar completamente levantada tenía sensaciones en mi “cosita”.
Quieres subir para que te cure?
Sabía que no estaba bien pero solo quería que quitara esa sensación y que me curara por lo que le dije que si con voz muy baja.
Subimos por la escalera como trenecito el iba detrás mío poniendo sus manos en mis hombros.
Al estar arriba primero me dio un gran abrazo rozando casualmente “mi cosita” al tiempo que me decía, no te voy a lastimar, te quiero mucho tu eres muy importante para mí.
Empecé a querer bajarme los pantalones pero mi “cosita” estaba tan parada que solo había atinado a desabrochar mi cinturón.
Mi Tío me dijo: déjame ayudarte y con mucho cuidado terminó de bajarme los pantalones deslizándolos al tiempo que tocaba mis caderas ya sin los pantalones de por medio.
Me tocó “mi cosita” por sobre mis calzones diciendo vaya que estas bien “alebrestado” por lo que yo estaba muy apenado, podía ver a través de mis calzones.
Repitió la maniobra y deslizó mis calzones por mis caderas dejando descubierta mi “cosita”.
Primero acarició mi “cosita” con sus manos pero no con demasiada intensidad, haciéndolo frente a mí y luego por mi espalda yo estaba disfrutando mi “curación”.
Diciéndome te quiero mucho acercó su cara y llenó de besos mi “cosita”, un vago pensamiento de querer quitarme cruzó mi mente pero los besos que me estaba dando y las sensaciones que me producían pudieron más sobre mi voluntad, al ver que no me quitaba y que lo estaba dejando hacer metió mi “cosita” en su boca, tomándose su tiempo hasta que yo ya no pude más y le dije que me gustaba lo que me estaba haciendo.
El respondió que a él le gustaba también consentirme, tocarme, abrazarme, besarme y comerme mi “cosita”, que yo estaba delicioso, que siempre estaría para “curarme” cuando yo quisiera.
Esto había pasado por segunda vez y seguiría pasando, fue subiendo de intensidad porque estando parado Mi Tío me agarraba de la cintura para acomodarme como quería y me la succionaba con su boca, yo creía que me la podría arrancar, para no caerme me sujetaba de su cabeza después ponía yo duras mis piernas y venia la sensación placentera sintiendo que mis piernas no me respondían pero no me caía porque El me sujetaba de las nalgas dirigiéndome hacia su cara, al final me secaba su saliva con una toalla y me daba algo que yo deseara, siempre me trató muy bien. Sin saber porqué, me sentía especial y empezaba a gustarme lo que hacíamos juntos; cuando me pedía que subiéramos a los cuartos y al ir por la escalera junto con El empezaba a sentirme excitado porque me esperaba una buena pajeada.
Al escuchar a mis compañeros de la escuela hablar de sexo empecé tener curiosidad respecto a lo que me hacía mi Tío y a ser más morboso, una vez encontré revistas donde había hombres abrazándose con poca ropa, aprendí que el nombre de mi “cosita” era pene y cuando le dije que sabía para que quería que estuviéramos solos en los cuartos de arriba el me contestó que me quería mucho y le gustaba “curarme” como los papás le limpian la suciedad a los niños pequeños, si lo hacía con la mano o con la boca no tenía mucha diferencia porque había muchas formas de hacer la “curación”. Esto es algo que hacen personas realmente “especiales”.
No lo comenté con mis padres porque al empezar a entender lo que hacía con mi Tío Jorge me dio miedo de que me castigaran y vergüenza porque me gustaba lo que me hacía, esto seguiría siendo algo privado solo entre nosotros.
Una vez que mi Tía Margarita tuvo que ir a visitar a un hermano en la capital, teniendo diez años cumplidos fue cuando me invitó a acostarme en su cama, yo sumisamente lo hice después de quitarme la ropa quedando únicamente en calzoncillo y camiseta, no conocía su pene; era la primera vez que se quitó algo de ropa, escuché como apartaba sus zapatos y los pantalones, sus calzones eran aguados iguales a los de mi Papá muy diferentes a los míos que eran tipo trusa, tan pronto me tuvo acostado me pidió que me acomodara dándole la espalda y me abrazó por detrás al tiempo que decía que la habitación estaba un poco fría y que el abrazo nos quitaría el frío, estuvimos así por un rato, el calor de su piel hacia agradable el estar acostados en la recién destendida cama y luego me pregunto:
-Tienes frio?
-Contesté que no.
-Déjame ver si ya entraste en calor.
Empezó a recorrer mi cuerpo con su mano libre poniéndola en mis piernas luego en mi vientre y también en mi pene por encima del calzón diciendo.
-Sientes que mi mano esta fría?
-Le dije que no.
-Me contestó tu tampoco te sientes con frio. Mientras metió su mano por debajo de mis calzoncillos, tocando mi pancita y más abajo mí pene, aunque estos eran terrenos conocidos para ambos, las caricias se sentían diferentes estando en la cama.
Luego me quitó los calzoncillos al tiempo que me decía que no los ocuparía en ese momento y me subió un poco la camiseta para volver a juntarse conmigo y continuar el abrazo, lentamente a empezó a acariciar mi pene como cuando me “curaba”, de repente sentí algo duro al rozar mis nalgas, al principio lo hacía con la tela de su calzón de por medio pero después se sacaba el pene por la abertura del calzón como si fuera a orinar porque sentía la piel de su caliente pene acomodarse en mi rayita lo cual no me incomodaba, durábamos un buen rato recostados en esa posición y yo no me movía para nada me quedaba quietecito, como en ese tiempo era más alto que yo cuando me tenía abrazado por detrás podía ver sus calcetines semi-trasparentes, sus piernas blancas velludas (yo soy moreno claro y lampiño) y el color blanco de sus calzones aguados; también me abrazaba entrelazando a veces sus brazos y sus piernas con los míos al tiempo que lo escuchaba respirar detrás de mi de una manera muy agitada como si estuviera corriendo, siempre terminaba haciéndome una deliciosa paja con su boca y no sentía nada más en mis nalgas, una vez cuando me chupaba mi pene pude ver a través de su calzón que realmente tenía un pene como el mío pero más grande y estaba lleno de pelos, aun no me permitía ver su cuerpo desnudo pero conforme pasaron los días se quitaba toda su ropa poniéndose un camisón largo tipo pijama y se acomodaba detrás de mi para hacer lo nuestro, lo cual cuando ocurría a la hora de la siesta, mi Tío cuidaba de cerrar las cortinas para oscurecer el cuarto; para terminar nos quedábamos en esa posición hasta que nos daba sed, hambre o teníamos que hacer algo, en ocasiones nos quedábamos dormidos.
Desde esa vez que le vi el pene a mi Tío le veía su entrepierna para imaginarme como lo tenía y si también se le paraba como a mí pero el delantal que usaba ocultaba cualquier cosa que pudiera ver, estuvimos tantas veces en los cuartos de arriba que tuve oportunidad de verle su pene más veces lo cierto es que mi virginidad se fue haciendo suya y a mi terminó gustándome lo que me hacía, especialmente cuando me chupaba estando yo acostado en la cama lo cual era mucho más cómodo que hacerlo parado.
Todavía extraño a Mi Tía Margarita quien falleció en un accidente de autobús, ella siempre me trato bien y se podía ver que Mi Tío Jorge estaba muy triste, recuerdo que todos en el entierro me decían que Yo era la única familia de Mi Tío ahora, la casa de Mi Tío era muy grande y cuando mis padres no estaban en el Pueblo me quedaba en su casa en un cuarto solo para Mi. Una sirvienta se encargaba de la limpieza y de hacer la comida, podíamos ver la televisión en su cuarto y con el tiempo vimos que teníamos más tiempo para lo nuestro, en los días fríos dormía en su cama, en una ocasión cuando me estaba abrazando sentí como se iba parando su pene a través de la pijama pero tenía escuela al día siguiente y no me hizo nada más.
A mis 14 años ya casi lo estaba alcanzando en su altura, cuando me empecé a desarrollar antes de pajearme le gustaba acariciarme las piernas y el vientre hasta jugar con mis incipientes pelos en la zona del pene, me decía que mi pene se estaba poniendo mas grande y que también que me estaba poniendo mas velludo, fue con Mi Tío Jorge que al pajearme estando abrazado con el por detrás en la cama, cuando posó su pene en mi rayita puse duras mis piernas como siempre, sentí que me estremecía y eyaculé por primera vez sintiendo un gran placer, me explicó que era normal porque estaba creciendo, que El también eyaculaba y por primera vez me enseñó su pene abiertamente que era tan grande como el mío, me pidió que me acomodara boca abajo y abriéndome las piernas se subió sobre mí con la verga bien parada acomodando su entrepierna en el chamorro de mi pierna derecha al tiempo que su cara quedaba a la altura de mis nalgas como cuando estaba parado en los estantes, su pecho oprimía un poco mis piernas, al principio acarició mis caderas y luego mis nalgas apretándolas un poco conforme se hacía más intenso, también las usaba como almohada poniendo su cara sobre ellas, podía sentir su nariz como si fuera un pene en mi rayita y en ocasiones su lengua tocando mi ano, sentí como oprimía su duro pene contra mi chamorro, luego mientras me acariciaba fue poniendo duras sus piernas hasta que terminó, me enseñó que el también eyaculó al mostrarme la cama mojada a un lado de mi pierna, como se tomaba su tiempo después de que me pajeaba yo a veces me quedaba dormido y lo dejaba hacer hasta que terminaba.
Una vez estando en casa de mi Tío encontré unas revistas donde había hombres abrazándose con poca ropa como lo hacíamos nosotros, luego vi una donde un hombre le estaba metiendo el pene a otro en el ano, esto me ponía muy caliente porque me acordaba cuando se pegaba conmigo y a veces soñaba que mi Tío me lo hacía a mí pero Yo creo que no había intentado subirse sobe mi ni metérmela antes porque me veía muy chico, al entrelazar sus piernas y brazos con los míos me iba acomodando como quería, apretaba su cadera a mis nalgas, luego ponía duras sus piernas hasta terminar por fuera, me fue enseñando como estando ya acostados dándole la espalda me acomodara para sentir mejor el roce de su pene en mis nalgas y que también se calentara mas, disfrutaba como se apretaba a mi dándome el calor de su piel, como me atrapaba de brazos y piernas sintiéndome subyugado y suyo, los piconazos que me daba en el ano con su nariz o con su pene en mis nalgas sin penetrarme, su respiración agitada con los ruidos que el hacía; al escuchar que estaba por venirse si estaba en mi chamorro no debería de mover la pierna pero si estaba en mis nalgas me pedía que apretara un poco mis piernas lo que hacía que moviera mis nalgas como cuando lo calentaba y Yo sintiendo que su pene estaba siendo apretado por mis nalgas soñaba que la tenía metida en mi ano y también disfrutaba el momento.
Mi Tío siempre terminaba en mi chamorro, solo se levantaba un poco el camisón al acercarse por detrás y se pegaba a mí, si acomodaba su verga en mi rayita, me excitaba el sentir su pene entre mis nalgas y rozando mi ano, el contacto de su piel en mis nalgas y el calor de su pecho en mi espalda después me ponía boca arriba para pajearme con su boca, luego cuando el ya quería terminar acomodaba su verga en mi chamorro, disfrutaba las caricias en mis nalgas, con morbosidad y disimulo observaba su cuerpo a través del camisón, no era delgado y tenía poca panza me recordaba las fotos de hombres con poca ropa.
Un día le dije a mi Tío que había encontrado sus revistas y que me gustaba lo que hacíamos menos el roce de la tela de su camisón con mi piel, él me dijo que eso era algo muy íntimo y personal pero que me tenía mucho cariño y confianza y que no lo platicaría con nadie más.
Yo le asegure que así seria, la siguiente vez que subimos a los cuartos lo pude ver completamente desnudo antes de que se metiera a la cama, cuando me tenía abrazado por detrás sentía la piel de su pecho acariciando mi espalda ya sin ninguna barrera de por medio, después me pidió acomodarme boca arriba para chuparme un rato pero sin dejarme terminar, luego me pidió que me acostara boca abajo al tiempo que me decía que le gustaba como le apretaba su pene con mis nalgas, yo me acomodé en la posición solicitada y lentamente se subió sobre de mi acomodando su pene entre mis nalgas, aunque cuidó de no poner todo su peso sobre mí la sensación de abrazo era mucho más intensa que cuando estábamos de lado, fue entrelazando sus brazos y piernas con los míos por lo que me sentía más suyo, al bombear apretándose contra mí seguía su ritmo sintiendo como mi pene se aprisionaba contra la cama, cuando El estaba por terminar me pedía que moviera un poco mis nalgas para apretarle más su pene que era pequeño como el mío pero sus huevos eran grandes y eyaculaba abundantemente por lo que las veces que se venía en mis nalgas me dejaba bien mojado y no me gustaba, pero era tolerable, además con la practica me gustaba “exprimirlo” con mis nalgas y escuchar como su respiración agitada se convertían en frases de siii siiigue asiiii, que riiiico estaaaas ayyyy ayyy.
Una noche que me quede en su casa después de haberme mojado, y diciéndome que me quería mucho y antes de retirarse totalmente se sentó sobre mí y usando el semen como lubricante recorrió mi rayita con su pene posándolo en mi ano, al poco tiempo además de los piconazos puso un poco de crema en su pene y después estando boca abajo me abrió muy bien de piernas y con su verga erecta comenzó a rozar mi ano, al tiempo que me decía que el sentía muy rico y que yo también, en efecto asi era, luego me penetró un poco solo introduciendo parte de la punta, en poco tiempo perdería mi virginidad anal y seria completamente suyo, a partir de esa vez yo me acostaba de lado ya sin ropa.
La segunda vez que me penetró con la intensión de metérmela toda al estar en el cuarto me dijo: así que quieres que lo hagamos como los hombres en las revistas, primero ponte cómodo al tiempo que se desnudaba, me quité mi ropa y me acosté en la cama esperándolo como siempre, él dijo ven siéntate a la orilla de la cama y así lo hice, luego al terminar de desnudarse se paró delante mío con su pene aun algo dormido y me dijo: Póntelo en la boca y chúpalo como lo he hecho yo, entonces lo tomé con mis manos y con vergüenza comencé a chupárselo, a medida que pasaban los minutos sentía como el miembro se agrandaba y endurecía en mi boca, luego de un rato dijo vas muy bien asiii, asiiii, vas a ser muy bueno mamando, luego me hizo acomodar a su lado y levantó mi pierna; después de hacer nuestra rutina de primero chuparme mi pene y darme unos piconazos para calentarme lo empezó a meter como la primera vez solo con la punta, se detuvo y me puso crema en la zona de mi ano metiéndome un dedo, lo hizo hasta que sentí rozar su puño con mis nalgas, se sentía extraño tener algo dentro de mi pero no me dolia, repitió la operación hasta que el dedo entraba con más facilidad, yo no sentía nada especial al terminar de poner la crema me preguntó si estaba bien caliente y que si estaba listo, como yo ya lo deseaba le dije que hiciera lo que quisiera que todo lo que hacía conmigo me gustaba y que quería ser suyo, por lo que se puso en posición y comenzó a hacer lo mismo pero con su pene que estaba bien parado, al tiempo que me decía: si ahora vas a ser mío y de nadie más metiéndome de nuevo la punta y después de una pausa continuó presionando lo suficiente, al principio era muy incómodo y al meterlo más hondo entraba con un poco de dolor, aunque su pene era pequeño yo lo sentía enorme pero como estaba lubricado con la crema entraba sin mucha resistencia, aunque me lo iba metiendo despacio el dolor se fue haciendo más intenso conforme su pene entraba más, no podía creer que el Tío Jorge me estuviera lastimando de esa manera, yo empecé a gemir y me dijo: aguanta un poco, siempre duele la primera vez, ya verás que después te va a gustar; la excitación y la curiosidad me hicieron soportar el dolor, luego se detuvo quedando bien apretado a mi espalda, permaneciendo así un rato hasta que me dijo: vez como el dolor se va quitando poco a poco, estamos a medio camino ahora vamos a seguir.
Ya estaba acostumbrado a que me tuviera por detrás y lentamente cuidando que su pene no saliera me fue guiando de estar de lado hasta que me puso boca abajo con mi pene sobre una almohada quedando El arriba de mí, se separó de mi espalda pero su cadera y mis nalgas continuaban unidas y sentí que su pene se retiró un poco, me cerró un poco mis piernas con sus piernas y empezó a apretarse hacia mí, sentía que sus caderas se enterraban en mis nalgas y su pene se internaba más en Mí, la sensación del contacto de su pene con mi interior era muy diferente al de piel con piel, yo solo me quedé acostado boca abajo con mi pecho contra la cama sintiendo como apretaba sus caderas contra mi aplastando mis nalgas y haciendo ruidos como cuando se pajeaba en mi rayita. En ese momento empezó de nuevo el dolor pero esto dio paso a un gran placer mayor que con las pajas que me hacia antes y mojé la almohada, El terminó eyaculando dentro de mí porque sentí un extraño calor dentro de mí, al final nos volvimos a poner de lado quedando descansando en esa posición hasta que su pene dejó de estar duro y lo sacó.
Un líquido rojo y café había manchado las sabanas y a nosotros por lo que nos fuimos a la ducha al salir estaba cansado y aun sentía que Mi Tío seguía dentro de mi sin estarlo me puso una pomada que disminuyó lo que sentía y nos dormimos juntos en la misma cama.
La madrugada había sido algo fría y mi Tío se acercó detrás mío estando yo aún adirmilado y me abrazó por lo que amanecimos abrazados.
Ya tendría tiempo de “exprimirle” los jugos de su pene con mis nalgas estando el dentro de mi, continuamos haciendo esto Mi Tío Jorge y Yo hasta mis 17 años cuando empezaba a entender que lo que hacíamos no estaba del todo bien pero El me tuvo mucha paciencia y me fue llevando por este camino paso a paso, la sensación del momento y la eyaculación es fantástica. Me gustaba todo nuestro ritual y también comenzó a gustarme cuando me penetraba, siempre terminando debajo de él, conforme fue tomando más confianza al estar apretado contra mí y tenerme empalado recargaba su pecho sobre mi espalda cuidando de no sofocarme, me gustaba tanto que una vez me enojé con mi Tío porque solo quería estar abrazados estando El por detrás o pajearndome con su boca y yo necesitaba sentirlo dentro de mí. Por miedo y por vergüenza no le comente a mis padres, después me enteré que Mi Tío Jorge pagó todos mis gastos de universidad. Al estar estudiando cuanto extrañaba las sesiones con mi Tío, cuando regresaba en las vacaciones no dejaba de visitarlo aunque nuestros encuentros se empezaron a hacer más esporádicos. Empecé a sentir que necesitaba a alguien más.
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