La luna me calienta I
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tengo 45 años, como a los 36 tuve mi primera experiencia gay en la que me penetraron analmente, me considero bi de closet, después de eso mucha agua ha corrido bajo el puente. En esa desesperación del deseo y no teniendo ningún amigo cercano, decidí visitar algunos bares de mala muerte en los cuales había escuchado que se movía gente del ambiente y que por unos tragos te echaban un polvo y otros que solo llegaban a buscar algún culito donde desfogarse. Pedí una cerveza y el que atendía me dijo que allí solo vendían guaro, a lo que solicite un trago, la verdad estaba muy fuerte, en esas estaba cuando se me acerca un tipo que habrá rayado los 50, gordo y de modales bruscos se me queda viendo descaradamente.
Y me dice te estuve viendo las nalgas cuando entraste y me gustaron, me llamo Joel, echamos un polvo, me lo dijo, así a secas, yo si quería pero mi fantasía era con un chico más o menos parecido, pero cuando sentí me estaba sobando las nalgas, me tomo del brazo, ven me dijo, y no pude oponer resistencia, le dijo algo al cantinero, -no hay cuarto- me dijo, pero vamos al baño, abrió la puerta y entramos en un sucio servicio. Había preservativos por el suelo y trozos de papel con semen, me imagine cosas morbosas. Vi una taza, un pequeño lavabo con un espejo de cuerpo entero y un orinal del que salía un fuerte olor. Me sentí arrepentido, con un desconocido mal vestido, como Joel. Sin saber qué hacer, me senté en la taza. Joel se puso a desabrocharse el pantalón delante de mí y a exhibir su denso vello y su gran barriga
– ¿No quieres desnudarte? – me preguntó al quitarse la camisa y colgarla en el pomo de la puerta.
– No, quiero
– No tengas miedo rico, aquí todos vienen a lo mismo.
Joel se desabrochó el pantalón y lo dejó caer. Me quede pasmado al verle el tremendo bulto de la parte delantera. Se notaba el tamaño del pene echado a un lado y gran cantidad de vello sobresaliendo por la tira superior. Caminó hacia mí. Tenía el rostro a escasos centímetros del paquete. Me puso la mano derecha en la frente y empujo mi cabeza hacia atrás para obligarme a mirarle. Le vi a los ojos asustado y trague saliva. – Vas a portarte cariñoso conmigo, ¿verdad? -. Las caricias se extendieron a mi cara y el cabello -. Te ves bueno, dijo.
El tipo se inclinó y bruscamente se fijó en mis pezones excitados. Y me los tocó muy bruscamente, Aquel tacto me produjo un serio escalofrío en el ano y un ardor. Excitante mi pene comenzó a crecer. Aquello no estaba bien, pero necesitaba un desahogo, incluso aquel roñoso estaba poniéndome cachondo. Llevaba mucho tiempo sin probar un buen trozo de carne en el ano. Nadie tenía por qué enterarse, sería una nueva experiencia. Empezó bajarse el slip. Lo hizo muy despacio, descubriendo lo que se escondía tras la tela. Era una vergota gorda, larga y muy ancha, con venas pronunciadas en todo su tronco, con un glande muy abultado que parecía una semilla de aguacate. Los huevos eran gordos de piel muy rugosa, salpicada de largos pelos. Tenía la verga erecta hacia arriba.
– ¿No piensas pajearme? – con temor la tome entre mis manos. Estaba tan dura que parecía un garrote. Movió muy despacio la mano hacia la base y volvió a subir hasta el glande, enseñando lo que tenía, unos 18 x 6 cms-. ¿Te gusta?
Sí – conteste, comenzando a pajearlo Notaba lo caliente, el grosor de las venas y la carnosidad del glande. Llevaba mucho tiempo sin probar y empezaba a notar la humedad y comezón en mi culito.
Allí me encontraba, masturbando a un desconocido en los sanitarios de un bar de mala muerte,
– ¿Por qué no te la metes en la boca? Sentí algo de asco pero llego el momento de probarla. Acerque los labios y saque la lengua para lamer el glande en círculos. Tenía un olor fuerte, un sabor amargo y seco. A la vez se la pajeaba, aunque más despacio. Acerque más la boca para ensalivarla con la lengua y los labios. Se la mamaba como si estuviera chupando un chocobanano. Joel resollaba observando la forma en cómo se la ensalivaba. La disfrutaba y no paraba de saborearla, de pasar repetidamente la lengua alrededor del glande. Subí la mano izquierda y empecé a sobarle los huevos con pequeños estrujamientos. A veces apartaba la boca para sacudirla y levantaba la mirada hacia él, lo escupía en la punta, pero enseguida acercaba la boca para volver a succionar. Estaba gozando como una loca mamando de aquella hermosa verga. Las gotas de saliva resbalaban por el tronco o goteaban al suelo desde la comisura de mis labios.
Lo estás haciendo muy bien… me pegó a su barriga para obligarme a tragármela toda, y sentí que me atragantaba, baje con los labios hasta sus huevos. Comencé a lamérselos a mordiscones, bañándolos en saliva por todos lados, metiéndome uno de los testículos dentro de la boca y saboreándolo como un caramelo.. Cuando aparte la cabeza para sacudírsela de nuevo, numerosas gotas de saliva caían al suelo desde los huevos. Joel ya respiraba acelerado. Yo lo miraba pajeando su verga a escasos centímetros de mi cara. Vi que arrugaba el entrecejo y que despedía su aguardentoso aliento sobre mí. Apreté más su verga y le di más fuerte. Pronto lanzo su gelatinoso semen amarillento sobre mi rostro. Me cayó en la frente y resbaló por mi rostro y en los dientes goteando por mi barbilla. Y numerosos salpicones me mancharon la mejilla. El cesó sus movimientos del brazo y retiró la mano de la verga. Con el dorso de la mano me limpie el labio para quitarme algunos restos y degustar algunas gotas esparcidas por mi lengua.
– ¿Qué buena mamada? ¿Te ha gustado mi verga? -. Sonreí como un tonto caliente -. Dímelo culito rico.
– Sí papi, le conteste
– Levántate, me dijo y me cogió por las axilas para ayudarme y me beso en los labios, probando restos de su propio semen. Le correspondí uniendo mi lengua con la suya.
Lo abrace y deslice mis manos por su espalda hasta llegar al culo. Le manosee sus nalgas encogidas y peludas. Él también me tocó el culo. El beso se demoraba, unas espumillas de saliva y semen se formaban en las comisuras de nuestros labios. Yo estaba muy cachondo, y le tocaba el trasero y la espalda. Joel se apartó y se acercó al orinal para mear y no pude resistir limpiarle las últimas gotas con un chupón. Yo aguardaba de pie junto a la taza, con el rostro manchado de semen. La verga estaba muy buena. Estaba muy desesperado para darle las nalgas a alguien así. No me lo podía creer yo en aquel sitio con un tipo como aquél, pero la lujuria se había apoderado de mi mente y era incapaz de arrepentirme, el deseo me consumía. Me volteo y me bajo el pantalón y metió a mano entre mi chon y sentí sus gruesos dedos en mi raya introdujo uno bruscamente en mi ano, me dolía pero me gustaba – Quiero follarte el culo.
Me obligó a agacharme sobre la taza, me sujetó por la nuca y me forzó a inclinarme más. Me aferre a las orillas de la taza. Tras de mí, Joel muy lentamente, me fue bajando la tanga hasta las rodillas. Vio mi raja, profunda y abierta de donde me brotaba un líquido viscoso, en el fondo se apreciaba mi ano, un agujerito café de carne tierna y arrugada que se deshacía en ganas por ser penetrado, se deleitó viendo mi ancho culo de nalgas carnosas y blancas. Las manoseó bruscamente y me las abrió y escupió el fondo de mi raja.
Se agarró la verga y acercó el glande a las profundidades de mis nalgas. Pegó la punta en mi arrugado y estrecho ano y empezó a hundirla despacio. Lo mire por encima del hombro con el ceño fruncido y la boca muy abierta. Me estaba metiendo ese tronco por el culo. Sentí cómo me introducía el glande y mis esfínteres se iban abriendo con sufrimiento y poco a poco todo el grosor de su verga me fue penetrando. Jadee del profundo dolor, pero me gustaba. Joel empujó aún más hasta hundirme la verga entera dentro de mi culo. Los huevos se pegaron a mis nalgas y dejo su pene adentro esperando a que mis esfínteres se acostumbraran mientras gozaba las contracciones involuntarias de mi ano. Al rato tenía el agujero tremendamente dilatado. Y se puso a follarme analmente con vivacidad, extrayendo toda la verga y hundiéndola hasta el tope una y otra vez.
Me dolía pero gozaba y me puse a gemir y a soltar alaridos. La dilatación y las embestidas me producían pequeños calambres en las caderas y las piernas pero estaba gozando. Apoye la frente en el depósito del baño y lleve mis manos hacia atrás para abrirme bien las nalgas para lograr una mejor penetración y para apaciguar la dilatación que me producía el grosor de la verga. Aferrado mis nalgas, Joel embestía con energía. Sentir su verga presionada por mi ano le producía unas dosis de placer fascinantes. Mira me dijo, señalando hacia el espejo, donde pude ver el contraste de mi piel blanca y la morena de él y como en mi culo blanco y abierto se desaparecía aquella hermosa verga negra, era una escena exquisita. Yo gemía de placer en cada penetración. Me estuvo follando el ano cerca de quince minutos, hasta que retiró la verga de golpe. Yo cerré los ojos para respirar más tranquilo y retire mis manos de las nalgas mientras mi ano se contraía chorreando líquidos – Joel se fijó que mi ano estaba dilatado y enrojecido como una boca pidiendo placer y volvió a penetrarme con ganas. Me la clavó secamente hasta el fondo.
Enseguida se puso a follarme rápidamente, embistiendo brutalmente, hasta que se aquietó en seco con su pija hasta el fondo de mi ano. sentí cómo se contraía y me vertía una gran cantidad de leche en mi interior. Yo también solté mis chorros de semen al aire, fue delicioso
Siempre los dejo después del polvo, me dijo, pero contigo fue tan rico que te invito a una cerveza, fuimos a un lugar cercano y me comento como se había iniciado cogiendo culitos de hombre y algunas historias graciosas, sin dejar de alagarme por lo rico de mi trasero, la mesa en que estábamos quedaba frente al baño, después de tres cervezas ya no lo veía tan desagradable es mas lo admiraba por su pene, la habilidad para usarlo y lo platicador que resulto, el se levanto para ir al baño, minutos después vi que se abría la puerta y se asomaba Joel enseñándome su hermosa verga bien parada, aprovechando que no había nadie más en el restaurant, no pude resistir, entre cerrando la puerta y bajándome el pantalón le presente mis nalgas y sentí ese calor intenso de su verga abriéndose camino dentro de mí, fue una culiadita rápida, no llego a terminar pues escuchamos ruidos y salimos como si nada, después de otra cerveza fui yo el que fue al baño y con la calentura que andaba, tenía el pene bien erecto y el culo ansioso de mas, abrí la puerta y abriéndome las nalgas con mis manos se las enseñe provocadoramente, a Joel, era lo que esperaba y entro rápido con el pene en la mano penetrándome profundamente, me cojio intensamente por 5 minutos dejándome el ano rebosante de semen, fue una experiencia deliciosa, le saque las últimas gotas de semen con una mamada. Después seguimos viéndonos ocasionalmente y una noche me propuso quedarnos en un hotel, pues me dijo que tenía una sorpresa para mí, a o cual accedí, pero esa es otra historia.
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