La mascota del equiipo – El inicio – capitulo 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por arielpasma.
Cuando era chico tenía algunos juegos sexuales con algunos vecinitos escondidos en algún terreno baldío de las cercanías. Por entonces tendríamos entre 8 y 10 años, ni siquiera eyaculábamos, así que solo eran juegos. Así y todo nos succionábamos y penetrábamos con los porotitos que teníamos como pene. Con el que más jugaba era con Marcelo que vivía pegado a mi casa, él tenía casi dos años y pico más que yo, era con el que más confianza tenía y con el que más experimentaba casi a diario. Por ese entonces Marcelo se fue a vivir con sus abuelos por un par de años y yo seguí con algún que otro vecinito menor que yo.
Cuando Marcelo regresó con casi 15 años y yo por cumplir los 12, él ya había pegado el estirón y estaba mucho más desarrollado, era casi un hombre. El reencuentro fue muy emotivo, nos contamos todo lo que había pasado en nuestras vidas en ese tiempo, charlando nos fuimos a recorrer los alrededores hasta llegar a la estación de trenes. Jugando entre los vagones, me propuso volver a aquellos juegos, por supuesto que accedí. Entramos en un vagón vacío que se encontraba en la playa de carga de la estación. Comenzamos a toquetearnos por encima de nuestros pantalones y nos acostamos en el piso. Marcelo, que había adquirido ya mucha experiencia, comenzó a besarme en la boca, las orejas, el cuello y yo caliente, gemía.
-¿te gusta? – Me preguntó.
Yo medio desmayado por lo que me estaba haciendo le dije que sí con un hilo de voz. Mientras, acarició todo el cuerpo hasta llegar a mi cintura. Desprendió mi pantalón y me lo bajó, me hizo parar mientras se desprendía el suyo diciéndome.
-Ponte contra la pared y sacá la colita hacia afuera que quiero penetrarte.
Yo, confiado por nuestras penetraciones años atrás, me puse en posición mientras Marcelo me besaba la nuca y la espalda, me ponía saliva en el agujerito de mi cola y me acariciaba todo el cuerpo. Yo estaba recaliente, esperaba que esa pija que conocía comenzara darme más placer. Su mano llena de saliva acariciaba mi raya y se detenía en mi ano mientras me decía
-Ponete flojito- dijo.
Cuando me apoyó, (y yo creí que era la mano) y empujó decidido y con toda la fuerza, pegué un grito, el dolor fue terrible. Salté haciendo que se saliera, al mismo tiempo que me vestía y salía corriendo no sin antes de mirar su entrepierna donde colgaba una verga enorme. Marcelo no sólo había crecido en altura. Cuando le llegué a mi casa mire mi ano y estaba sangrando, el hijo de puta me había desgarrado.
Durante muchos días no le dí bolilla a pesar que el trataba de acercarse cada vez que me veía, aún me dolía la cola por lo sucedido días atrás.
Un día mientras recorría el bosque que había cerca de nuestro barrio, lo encontré. Comenzamos a caminar juntos por un sendero, me pidió disculpas por haber sido tan bruto, él no había querido lastimarme. Nos sentamos a orilla de un arroyo, el lugar estaba resguardado por arbustos. Marcelo comenzó a besarme y acariciarme, lentamente me fui rindiendo a esas caricias, me fue desvistiendo lentamente entre beso y beso, hasta quedar totalmente desnudo.
-Ahora me toca mi-dijo
Comencé a desvestirlo, su cuerpo estaba lleno de músculos que se marcaban invitando a ser recorrido por mi lengua, cosa que hice. Lo recorrí con mi boca, le desprendí su pantalón, metí la mano y le agarre la pija. No podía creer lo que tenía. Era hermosa e inmensa, larga y gruesa. Les saqué los pantalones y las zapatillas, quedó tal como estaba yo, desnudo. Agarré nuevamente ese mástil hermoso y comencé a besarlo. Le pasaba la lengua por la cabeza que palpitaba por la calentura, Marcelo gemía.
-Chupá, chupá- me decía entre suspiros.
Intenté ponérmela en la boca pero sólo me entraba la cabeza. Marcelo, mientras me acariciaba con una mano la cabeza y con la otra la cola. Comenzó a mover sus caderas haciéndome atragantar, ya que la pija chocaba con el fondo de mi garganta, (recuerden que yo tenía apenas 11 años y aún era pequeño, la diferencia de nuestros cuerpos era notable) él se movía cada vez más rápido y de pronto me agarró la pija, que me dolía e tan parada que estaba por la calentura.
-Hacerme gozar mi amor- decía -aceme gozar putito mío-
Mientras incrementaba el movimiento con su mano puesta sobre mi nuca. Su pija se hinchó dentro de mi boca y derramó un torrente de leche, mientras yo, acababa en su mano. Tragué un poco de lo que tenía en la boca, me incorporé y me recosté encima suyo, y besándolo en la boca derrame en su interior la otra mitad de leche. Nos hundimos en un beso profundo revolcándonos en las hojas caídas de los árboles.
Descansamos abrasados en aquel rincón del bosque, acariciándonos sin freno hasta que su pija comenzó a hincharse nuevamente. Me pasaba la lengua por todo mi cuerpo hasta llegar a mi ingle. Lamió mi pene, se lo puso en la boca, gozaba como nunca. Sus manos acariciaban mi ano. Lentamente me dio vuelta hasta quedar yo boca abajo. Me besó en la nuca, pasó la lengua por toda mi espalda dándome chuponcitos suaves haciéndome tocar el cielo con las manos. Solo gemía enloquecido. Con su lengua llegó hasta el límite superior de mi raya, separo mis nalgas y puso sus labios. Sentí que un rayo que sacudía mi cuerpo. Deseaba que me poseyera en ese instante. Movía su lengua como queriendo penetrarme. Mi cuerpo temblaba de gozo y yo me aferraba de la hierba. Aunque me pesa en el área completamente quería que me perforada. Pero no lo hizo, siguió recorriéndome con su boca
-¡Por favor, por favor!- Suplicaba yo como pidiendo que no culminara nunca.
Su boca subió por mi espalda y su mano bajo por mi pequeño cuerpo y se instaló en mis nalgas. Mientras apoyaba sus labios en mi nuca, sus dedos empezaron a querer introducirse en mi ano, su mayor comenzó a penetrarme, gemí dolorido.
-Tranquilo-dijo- relajate, que trata de dilatarte lentamente- y puso más saliva en mi ano.
-Tratá de aguantar, que el dedo es chico y no te va a lastimar.
Su dedo lentamente fue perdiéndose en mi interior, mientras los movía hacia adentro y hacia afuera enterrándolo un poco más cada vez, me dolía, pero aguantaba ese dolor.
-¿Estás bien, te gusta? Preguntaba él cuando yo comenzaba aflojarme.
Le respondí que sí con un suspiro, y comenzó a introducirme otro, volví a gemir de dolor, me besó en la nuca y me hizo relajar. Siguió con sus dedos lentamente hasta lograr enterrarlos totalmente, el movimiento de su mano hizo que me acostumbrada a ese dolor. Cuando empecé a gozar con sus dedos se detuvo. Se incorporó, tomó nuestras ropas y la puso bajo mi vientre sosa y la boca abajo.
-Levanta un poco la colita-dijo, mientras apostaban nuevamente su lengua en mi ano.
Jugueteó con su boca y su lengua llevándome prácticamente al desmayo, son levantaba cada vez más la cola como queriendo que metiera toda su lengua dentro mío. Marcelo se incorporó dejándome toda mi raya y llena de saliva. Se recostó sobre mi apoyándome ese tremendo garrote que tenía entre sus piernas en mi cola acomodando lo con la mano.
-No por favor Marcelo que me vas a volver a lastimar-dije asustado
-¡¡sshh!! No hables que eso te prometí que no te haría daño- me respondió
Empezó a mover sus caderas hacia los costados sin presionar, eso hacía masajes en mi ano, pero no entraba. Su boca empezó a pasar por mis cuello entonces yo me relajé del todo, ahí dió su primer empujón.
-¡¡Ay!!-Grité dolorido-no por favor, me duele-
-Aflojate y goza del dolor, no estés tenso porque si no duele más…. Goza putito mío, quiero que goces y volvió a presionar metiéndome otro centímetro.
-Sacala por favor, me duele mucho-le dije
-Es inútil que grites-me decía-ya estás siendo mío- empujando otros centímetros.
Mi ano latía, ardiéndome. Puntadas de dolor me hacían caer las lágrimas, el comenzó a besar mi cuello, y la nuca para que yo me r relajase, el peronista ante mientras yo puse mi mano detrás para saber si ya estaba. Horrorizado me di cuenta que sólo la cabeza había entrado. Me dio otro empujón y sentí que me estaba partiendo en dos.
-Basta Marcelo-supliqué-no la aguanto más.
-¡Yá! Tranquilo que falta poco-dijo, mientras empujaba nuevamente.
Sentí como si mis ojos se salieran cuando 5 o 6 centímetros más se perdían en mi interior, más de media pija estabas alojada dentro mío el culo me dolía mucho. Marcelo se recostó encima mío sin moverse.
-Relajate, acostúmbrate a tenerla dentro-dijo
Estuvimos así algo más de 5 a 7 minutos, cuando me fui acostumbrando a ese dolor en mi ano comencé aflojar mis músculos. Marcelo se dio cuenta y comenzó a moverse. El dolor volvió, pero ahora mezclado con placer. Lentamente entraba y salía.
-¿Te duele?-Decía.
-Sí, pero ahora menos, me está empezando a gustar.
-Entonces, toma un poco más putito, sufrí-dijo enterrándola un poco más haciéndome gritar
A pesar del dolor a mí me estaba gustando, era increíble, estaba gozando con el dolor. Su pija comenzó a hacerme tope adentro y dolía en el vientre, se lo dije y me la enterró aun mas, volví a gritar.
-Sufrí mi amor-sufrí como si estuvieras pariendo un hijo. Como si tuvieras un hijo mío dentro del vientre.
Mientras que él que seguía dándome pijazos, yo levantaba la cola, el ano me dolía terriblemente pero estaba gozando. Tome mi pija que estaba totalmente hinchada y comencé a pajearme. Marcelo me besaba, me abrazaba y arremetía dentro de mí con furia, estaba llegando al fin, su agitación aumentaba acelerando el ritmo, no sé cómo pero la sensación de tope desapareció como si mis intestinos se hubieran acomodado para darle paso a ese trozo de carne.
-Abríte-dijo-abríte que ya llego, que culito hermoso que tenés pendejo divino, cómo me haces gozar-
Su pija se hinchaba cada vez más, la sentía muy profundo, un goce fantástico allí dentro , mientras él aumentaba el ritmo propio del final.
-Levanta la cola putito mío, movela – dijo, y yo lo hice – ¡así, mi amor así!……
-Más, más que ya viene la leche… Eso, movete así….. ¡¡¡Ahí va a toda adentro!!!…..¡¡¡Toma toda mi leche bien adentro!!! – gritaba mientras la enterraba toda hasta los huevos haciéndome ver las estrellas, tocándome todos los órganos internos con su pija, haciéndome acabar a mi también.
Se desplomó encima de mí, el ano me latía con furia, Marcelo dio dos o tres empujones más haciéndome vibrar en los espasmos finales de ese polvo espectacular.
Con ese tremendo pedazo de carne en mi interior, me relajé totalmente, nos pusimos de costado para descansar. El culo me latía alrededor de ese inmenso ariete que no quería achicarse en esa posición. Con los fuertes y musculosos brazos de Marcelo rodeando mi cuerpo en un cálido abrazo, me dormí.
Había pasado un rato, cuando entre sueños comencé a escuchar voces, Marcelo estaba hablando con alguien, abrí los ojos y un muchacho estaba parado a dos metros frente nuestro tocándose el bulto sobre sus pantalones. Mi reacción fue levantarme y vestirme. Marcelo que aún me abrazaba con su pija casi blanda en mi interior me dijo – tranquilízate, Fernando es un amigo, está todo bien.
-Hola, ¿como éstas?-Dijo Fernando
-Bien – respondí con un poco de vergüenza.
-Quedate tranquilo, Marcelo es un amigo. Con él compartimos todo y nos contamos todo, está todo bien – dijo – y Fernando se sentó a nuestro lado en el suelo sin dejar de manosearse el bulto.
-Fernando quiere quedarse con nosotros y jugar un rato también ¿querés?- Replicó Marcelo.
-Sí, sí es amigo tuyo no hay problemas – respondí.
Fernando empezó a desvestirse mientras Marcelo me besaba el cuello acostados de costado, su pija aun dentro de mí comenzó a agrandarse, por lo que él empezó a moverse, el placer había vuelto. Yo empecé a gozar, mientras Fernando que sólo le quedaban los boxer puesto, arrodillado frente a mí, bajó su calzoncillo y descubrió el tremendo pedazo que portaba. Era más grande que el de Marcelo, aún flácida se notaba. Se acostó con su verga cerca de mi cara, fue acercándomela a la boca, sólo intenté atraparla lo más que pude, la tenía que agarrar con mis dos manos, con una no podía, era más larga que la de Marcelo pero parecía un cono si bien en la punta era fina a medida que llegaba al tronco se iba engordando hasta transformarse en una verga muy gruesa. Marcelo mientras, seguía penetrándome por detrás, estaba como hipnotizado con tremenda verga en mis manos, que lentamente comenzaba a crecer transformándose en un obelisco impresionante.
Fernando me sacó la Verga de la boca y comenzó a besarme, bajaba por todo mi cuerpo mientras Marcelo seguía con su penetración por detrás, Fernando se detuvo en mi pija y se la puso en la boca, las sensación fue tremenda estaba gozando por ambos lados. Estuvieron así por un rato, hasta que Marcelo dijo.
-Cambiemos de posición, ven acá Fernando que quiero que me la chupe.
Ambos se pararon y cambiaron de posición, Marcelo inmediatamente me puso su pija en la boca, mientras Fernando comenzaba a pasarme la lengua por el oyito abierto. Yo gozaba con esa lengua allí, y trataba de chupar lo que más podía de lo que tenía en la boca. Marcelo aumentaba su ritmo cada vez más, se acercaba el final por lo que Fernando se acomodó y me puso la punta de la pija en la puerta de mi ano sin empujar demasiado empezó a jugar. Gozaba como loco, me gusta mucho
-¡Chupá, mi vida chupá! Que me viene la leche – decía Marcelo, mientras me tomaba de la nuca y aceleraba el ritmo.
-¿Querés lechita mi amor?.. cerrá la boquita……así……así…….aaaassiiiiií- gritó Marcelo enterrando su pija en mi boca descargando un torrente de leche en mi boca, haciéndome ahogar.
Fernando aprovechó para querer enterrar su verga profundamente que me hizo tensar los músculos de todo mi cuerpo, no podía gritar por lo que tenía en la boca.
-Tragá- decía Marcelo – trágala toda, y no me sacó la pija hasta que no tragué toda la leche que tenía en la boca.
Cuando Marcelo me sacó la pija de la boca, me levanté instantáneamente, el culo me dolía terriblemente. Fernando había sido muy duro conmigo.
-Ahora que pasa- dijo Marcelo – ¿por qué lo dejaste Fernando banda?
-Me hizo doler mucho, es muy bruto – respondí
-Tal vez es la posición – dijo Fernando – ¿si cambiamos? Sí querés me acuesto y vení arriba así lo manejas vos.
-Yo los ayudo – dijo Marcelo.
Fernando se apoyó su espalda en un árbol y entre sentado y acostado, y esperó que yo me sentara sobre su pija. La posición algo incomoda hizo que Marcelo viniera a nuestra ayuda, primero me salivó bien el ano, después me tomó por debajo de las axilas y sosteniéndome fui bajando de a poco hasta apoyar la pija de Fernando en mi ano, lentamente fui bajando hasta que me comenzó a doler. Entonces Fernando me tomó las piernas y quede en el aire. Marcelo me subía y bajaba marcando el ritmo y en cada bajada la pija se me iba más adentro haciéndome ver las estrellas.
-Pará, pará que me duele mucho- dije
-Ok, cambiemos de posición que así estamos incómodos – dijo Marcelo – Fernando déjame sentarme a mi así te lo sostengo con las piernitas para arriba.
Marcelo se sentó donde estaba Fernando hizo que apoyara mi espalda sobre sus piernas abiertas levanto mis piernas que quedaron casi con mis rodillas a los costados de mi cabeza, y sosteniéndome de las piernas le dejó mi culo a disposición de Fernando.
Fernando puso su boca mi ano y comenzó a jugar con su lengua, la sensación era fantástica, yo me fui relajando, tiré mi cabeza para atrás y la apoyé en el pecho de Marcelo, cuando Fernando comenzó penetrarme me tensé un poco, todo iba bien hasta que me empezó doler.
-Pará que me duele-dije
-Aguantá-dijo Marcelo-aguantá, te dije que iba ser un parto, como si tuvieras un bebe.
Fernando empujaba cada vez más y a mí me dolía horrores, se iba para atrás y en la próxima envestida veía estrellitas, en cada pijazo sentía como que me iba, a pesar de mis súplicas Fernando no paraba, con el aliento de Marcelo, iba aplicándole más presión a mi ano, son sentí que todo se me daba vuelta y me desmayé.
Cuando volvía en sí toda la pija de Fernando la tenía dentro, el culo me latía, me dolía terriblemente y él seguía moviéndose cada vez más rápido hasta que se le escuchó decir -me voy, me voy-enterrándola toda adentro mío descargando un torrente de leche que me llegó hasta el estómago.
Permanecí debajo de Fernando casi al punto del desmayo, todo dolorido, era verdad, había sido como un parto, Marcelo tenía razón.
Luego supe por qué Marcelo sabía lo que podía hacer esa pija. Fernando comenzó a sacar ese monstruo de mi interior. León y de su pija llena de leche y sangre me había desgarrado todo. Parecía imposible que instantes antes estuviera dentro de mí. Entre los dos me ayudaron a levantarme para lavarme en el arroyo, su apenas podía caminar. Luego nos vestimos y nos quedamos charlando un rato. En el culo me latía ardiéndome y doliéndome mucho, estaba cansado.
-¿Y qué te pareció? ¿te gustó?-Dijo Fernando
-No, sufrí mucho – respondí
-Pero gozaste, en un momento vi que te gusto-replicó Marcelo
-Y, si pero…..
-Bueno…..- me cortó Fernando – la próxima te enseñamos algo más para que no te duela tanto aparte ya vas a tener el culito más acostumbrado.
Hablamos mientras comenzamos a caminar por el sendero, al cruzar por el puente alcanzamos a ver varias bicicletas semi escondidas muy cercanas al lugar donde habíamos estado cogiendo. Nos llamó la atención pero no le dimos importancia.
Antes de despedirnos Fernando me preguntó si nos podíamos encontrar nuevamente en el mismo lugar a las cuatro de la tarde el viernes.
-¿Y Marcelo?- Respondí
-Sí, los tres como hoy – ldejó Marcelo y se fueron.
Y nos volvimos encontrar los tres muchas veces más, esa primera vez me marcó a fuego porque comenzó a gustarme hacerlo con más de uno y que las pijas fueran los más grande que pudieran. Experimenté a medida que crecía todas las variantes que se pueden imaginar y con la cantidad mayor de chicos que encontrara. La siguiente oportunidad lo hice con cinco, en la próxima entrega les cuento.
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