LA MISMA SANGRE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por AlexGoloso.
Luis Felipe tenía 14 años, era el hijo único de una secretaria soltera, en su colegio era de los más traviesos y cada vez sus notas empeoraban, Felipillo (como lo llamaban sus compañeros) estaba entrando a la temida adolescencia, era consciente de sus cambios físicos (vello corporal, voz gruesa, etc.) pero mentalmente aún era en muchos aspectos como un niño de 10 años, tal vez por la sobreprotección de su madre, y la enseñanza religiosa recibida, los aspectos sexuales eran casi extraños para él.
Pero su curiosidad era muy grande y un día en los baños del colegio al darse cuenta de lo crecido que estaba su pene, se lo acarició frenéticamente, pero fue descubierto por uno de los hermanos profesores y luego reportado a su madre. Ella sabía que era importante que un hombre le explicase los cambios hormonales y físicos, por lo que tomó la decisión que Felipillo fuese por 10 días (durante sus vacaciones de medio año) a visitar a su tío Amadeo que tenía una casa en el campo donde criaba vacas, a Felipillo le molestó la idea de ir porque su tío (primo de su mamá) siempre le pareció una persona distante, seria y aburrida. Pero a regañadientes tuvo que aceptar.
DÍA 1
Apenas al llegar a la casa ubicada en medio de una verde vegetación, Felipillo ya quería volver a la ciudad, sabía que no tendría computadora ni televisión, solo libros y algo de música gracias a su cd player (era el año 1998), ese día se la pasó en su habitación, recién pudo ver a su tío a la hora de la cena (7 p.m.), se dieron las manos y un pequeño abrazo, Amadeo era un hombre de 38 años, alto, piel curtida por el sol, cabellos ensortijados de color negro, espalda ancha y de maneras muy toscas pero atractivas. La cena pasó sin mayor novedad, en la mesa se les unió la cocinera (una mujer anciana), el capataz (un hombre canoso de 50 años) y el hijo de este (un muchacho de 17 años).
Cuando se quedaron solos, Amadeo le comunicó a su sobrino que al día siguiente estuviera despierto a las 5 de la mañana, porque lo llevaría a ordeñar vacas. Felipillo quiso protestar pero una mirada recia e intimidante de Amadeo lo inhibió.
-Sobrino estas en la edad de hacerte un hombre así que debes trabajar como tal, y estos días aprenderás o por las buenas o por las malas.
-Pero tío estoy de vacaciones….
-Tu madre me ha comentado que no te comportas muy bien que digamos así que yo intentaré enderezarte.
-Eso no es justo, ¡No te haré caso en nada! –Felipillo gritó.
-Cállate. –Amadeo dio una bofetada leve pero firme en el blanco rostro de Felipillo- Déjate de comportar como una niña engreída. Mañana nos vemos a las 5 en punto.- se dio la vuelta y se fue.
Felipillo corrió a su habitación y se encerró, lloró de rabia, su madre nunca le había pegado, tendría que hacer algo contra su tío pero le tenía miedo, poco pudo dormir cuando escuchó cantar al gallo.
DÍA 2
Con el cansancio encima Felipillo fue al encuentro de su tío, fue una mañana fría y de aprendizaje en las labores del campo para el joven citadino, tuvo que ordeñar vacas, dar de comer al ganado, incluso limpiar los corrales. Al momento del almuerzo estaba decidido de no comer en forma de protesta, pero antes fue a bañarse al río junto a Milton, el hijo del capataz, desnudos bromearon de forma inocente, aunque Felipillo aprovechó para comparar el tamaño de su pene, definitivamente Milton no era muy dotado, parecía de su mismo porte en esa área, ambos hicieron buena amistad y por eso su absurda huelga de hambre pasó al olvido, pero eso sí había decidido no dirigir palabra alguna a su tío a no ser que fueran monosílabos (sí, no). A Amadeo le pareció muy gracioso, como era hombre de pocas palabras no le importó, provocando mayor ira en el muchacho.
Durante la tarde tomó una siesta en su habitación que se prolongó por 2 horas hasta que un disparo lo despertó, asomándose a la ventana vio a su tío disparando a latas con su escopeta, Felipillo salió y se acercó.
-Te despertaste bello durmiente. –dijo el hombre irónicamente.
-Justo te pones a jugar cerca a mi habitación.
-Al menos sirve para que me hables niño, y yo no juego, lo que hago es ejercitar mi puntería, uno nunca sabe cuando necesitará usar un arma. – dijo de manera intimidante.
-Eres de lo peor, me diste una bofetada…
-Y por un golpe te pones tan resentido, los hombres tenemos que soportar golpes toda nuestra vida, ya no eres un niño.
-No soy un niño pero tampoco quiero ser un hombre bruto como tú – Felipillo estaba furioso.
-Pues tu madre piensa distinto, yo debo ser la influencia masculina en tu vida, ya me contó lo que ocurrió en tu colegio. –Amadeo puso el arma a un costado y se acercó al joven. – Eso de pajearse en público no es lo mejor.
-Tú no sabes, ¡Cállate! – Felipillo estaba nervioso.
-Ahora seguro corres a tu cuarto a encerrarte – de pronto tomó el brazo del adolescente- debes dejarte de esas tonterías, háblame solo así puedo ayudarte.
-No quiero que me ayudes –Felipillo se zafó y fue corriendo hacia el río.
En el río se quedó unos minutos tirando piedras, quería conversar con alguien, decidió buscar a Milton, ya oscurecía faltaba media hora para la cena, pero no encontraba a su nuevo amigo hasta que de casualidad llegó a un cobertizo abandonado, escuchó unos gemidos, se asomó lentamente solo pudo ver al capataz de espaldas, lo reconoció por el tatuaje en la nuca, estaba completamente desnudo, tenía a alguien por delante dándole la espalda o más bien el trasero, pero no se podía ver quien era. Felipillo sabía que eso era sexo, así que pensó que debía ser alguna mujer a la que estaba montando el capataz, pero de pronto por unos breves segundos pudo ver el rostro de Milton, era quien era penetrado por su propio padre, de pronto Felipillo tuvo una erección, confundido se fue corriendo.
Durante la cena casi no habló, cuando vio a padre e hijo sentarse y charlando como si nada hubiera pasado delante de su tío a Felipillo le dio algo de risa porque él sabía algo que su tío no debía saber, así que debía usar esa información para mortificarlo, esperaría al término de la cena, pero abruptamente Amadeo le ordenó que fuera a dormir, mientras el capataz, Milton y él irían al pueblo más cercano porque había una fiesta patronal. Una vez más Felipillo tenía que guardarse su rencor, no iba a pedirle a su tío para ir a la fiesta por orgullo, así que fue a su cuarto y cayó dormido casi inmediatamente.
DÍA 3
Nadie despertó a Felipillo, eran casi el mediodía cuando salió de la cama, todo estaba en calma, no había ruido alguno, solo a lo lejos se sentía los ruidos propios de los animales, fue a la cocina y encontró a la anciana que le indicó que en media hora estaría listo el almuerzo, al preguntarle por su tío, esta le dijo que estaba durmiendo y nadie debía interrumpirlo, había llegado a las 7 de la mañana de la fiesta patronal y estaba muy cansado.
Felipillo pensó que seguro se había emborrachado o se habría acostado con alguna de las putas que le había comentado Milton que los hombres frecuentaban en el pueblo para saciar su hambre de sexo, ahora pensándolo mejor seguro Milton quiso hacerse pasar como un hombre cuando en realidad tenía sexo con su padre. Almorzó solo con la cocinera, luego la pasó solo en su cuarto escuchando música cuando se puso a recordar la escena de padre e hijo, y empezó a tocarse el sexo encima del pantalón, recordaba la breve imagen del rostro de Milton gozoso, mientras su padre lo penetraba por detrás con rapidez y destreza, no pudo aguantar más y se bajó la cremallera cuando se disponía a masturbarse oyó golpes en la puerta, luego la voz ronca de su tío Amadeo, se arregló la ropa como pudo y le dijo que pasara.
-¿Cómo estas sobrino?
-Bien, hoy la pasé de lo mejor durmiendo hasta tarde y escuchando música. –dijo Felipillo desafiante.
-Ya veo que te encanta vagar, hoy te salvaste por lo de la fiesta patronal, pero mañana temprano a trabajar.
-Yo no veo que tenga que trabajar, son mis vacaciones y además tú no me pagas como si fuese tu empleado.
-Déjate de insolencias, o me haces caso por las buenas o… -Amadeo levantó la mano.
-Me darás un golpe de nuevo, demostrándome que eres un animal…
-¿Cómo te atreves a insultarme? – Amadeo estaba furioso.
-Pero si te comportas como animal, yo seré travieso, relajado o hasta pajero, pero al menos no soy como tú.
-Ahora sí has pasado el límite. –diciendo esto Amadeo se fue contra el adolescente lo tiró sobre la cama, se puso sobre él, luego moviéndose lo colocó encima de sus rodillas y procedió a darle nalgadas. –Ahora si soy un animal, para que hables sobrinito.
-Au, déjame. –Felipillo quería soltarse pero no podía.
-Hasta que me pidas perdón no pararé.
-Pues sigue, ay ay ay – gritaba de dolor Felipillo.
-Yo quiero enseñarte las cosas por las buenas pero…
-¿Por qué no te preocupas mejor de tu capataz y su hijo?
-¿Qué quieres decir?-Amadeo dejó de nalguear.
-Pues ellos si se comportan como animales peor que tú ayer los vi en el cobertizo apareándose como perros.
-¡Cállate!- Amadeo se levantó y se fue de la habitación.
Felipillo no estaba dispuesto a seguir siendo humillado, intentó salir del cuarto pero notó como su tío lo había encerrado, quiso gritar pero sabía que sería inútil, por lo que prefirió romper la ventana y salir por ahí, una vez fuera corrió lo más rápido que pudo, la luna llena le facilitó la visión, oyó los perros ladrando y la voz de su tío calmándolos, el adolescente quería llegar a la carretera, fue perseguido por varios minutos cuando finalmente fue atrapado por Milton quién haciéndole señas lo llevó al otro lado del río y le dijo que no le haría daño, mas bien lo ayudaría, Felipillo aceptó y llegaron a una cabaña abandonada.
-¿Por qué quieres huir de tu tío? – preguntó Milton.
-Es que me pegó. –Felipillo se sentó intentando recuperar el aliento.
-Seguro te portaste mal, mi papá me pega también cuando me porto mal.
-Pero él no es mi padre, y además yo sé que tu padre no solo te pega sino que te hace otras cosas peores.
-No te entiendo. –Milton puso su rostro entre sus manos.
-Ayer los vi en el cobertizo a los dos desnudos…
-Pero eso no es nada malo, no me estaba pegando, me estaba haciendo cariño.
-Eso está mal, es algo sucio que solo hacen los animales…
-Mira – Milton comenzó a desnudarse- , mi cuerpo no es algo malo, mi padre siempre me lo dice por eso me lo acaricia.
-Tápate Milton – Felipillo miraba perplejo el cuerpo de su compañero.
-Tócame para que veas que es bonito. – Milton tomó una mano de Felipillo y la puso sobre su firme abdomen.
-Tienes buen cuerpo, pero…
-Déjame ver el tuyo, quítate el pantalón.
-No debo hacer eso.
-Yo estoy desnudo, es justo que tú lo estés también.
-Hace frío…
Justo en ese momento oyeron las voces de Amadeo y los demás acercándose, Milton se vistió rápido, ambos adolescentes fueron conducidos en silencio hacia la casa por un grupo de hombres liderado por Amadeo. Al llegar todos fueron a dormir. Felipillo sentía su cabeza explotar, el cansancio lo hizo dormir pronto.
DÍA 4
A Felipillo le sorprendió que nadie le avisase que tenía que levantarse para ir a ordeñar vacas, cuando despertó eran las 7 de la mañana, fue al comedor donde encontró a la cocinera que le indicó que su tío había dado órdenes de que lo dejasen dormir y que al mediodía antes de almorzar vendría para conversar seriamente.
Pasaron las horas, Felipillo estaba angustiado y confundido por la actitud de su tío respecto a lo que hacían Milton y su padre, no pudo esperar al mediodía y salió al encuentro de Amadeo, lo encontró en el río dando de beber a su caballo.
-Tío creo que debemos conversar.
-Di la orden para que me esperases en la casa. –Amadeo estaba molesto.
-Quiero conversar contigo ahora.
-El problema contigo es que eres impaciente, pero ni modo, acompáñame al cobertizo.
-Para que me has traído aquí? – preguntó el joven al llegar al apartado lugar.
-Para que me cuentes exactamente que hacían Milton y su padre la otra noche.
-Pues ya te lo dije ambos estaban desnudos y el capataz estaba detrás de Milton, ambos gemían, no se que más hicieron porque me fui corriendo…
-Desnúdate! – ordenó Amadeo.
-No entiendo tío.
-Yo me desnudaré también y te demostraré que lo que hacían Milton y su padre no tiene nada de malo.
El adolescente dudó un momento pero se quitó la ropa, vio el cuerpo fuerte de su tío, sus brazos musculosos, su pecho sobresaliente, su firme abdomen y en medio de sus piernas unos huevos peludos con una verga larga y gruesa.
-Bueno ahora mírame de frente, lucharemos.
-No entiendo.
-Nunca has practicado lucha grecorromana?- preguntó Amadeo.
-Qué? – Felipillo estaba sorprendido. – Me quieres decir que lo que hacían Milton y su padre era lucha libre, no soy tan estúpido para creerte.
-Es la verdad. – De pronto Amadeo tomó al joven en sus brazos, le dio vuelta y lo empujó contra el suelo, ambos cuerpos sudorosos estaban uno encima del otro.
-Déjame, me haces daño – Felipillo tenía la voz quebrada.
-No te dejaré, sientes como mi cuerpo es más fuerte y por eso te he vencido, así seguro estaban ayer Milton y su padre, por lógica los mayores vencen a los más pequeños. Amadeo jadeaba.
-Entiendo tío pero suéltame por favor, no duraré de tu palabra… -De pronto Felipillo sintió algo duro entre sus nalgas, era la verga de Amadeo.
-Así nos estamos entendiendo sobrinito, debes hacer caso sino…
-Tío por favor me va a doler…
-Crees que te voy a penetrar?
-No sé.
-Quieres que lo haga?
-Yo no sé. – Felipillo estaba al borde del llanto.
-Dejaremos esto por hoy, vístete y vete a la casa, ya no tendrás que ordeñar vacas mientras estés aquí, sé lo mucho que te disgusta, pero tendrás que hacerme caso, falta menos de una semana para que vuelvas a la ciudad, así que llevaremos la fiesta en paz.
-Entiendo tío.
El resto del día fue tranquilo, excepto por los pensamientos sexuales que comenzaron a surgir en la cabeza del adolescente, recordaba a su tío desnudo, a Milton y su padre, se excitaba, quería masturbarse, pero tenía miedo de ser descubierto y ser castigado, necesitaba hacer algo pero no sabía que. En la noche cuando fue a dormir las imágenes en su mente se hacían más fuertes, ahora él se imaginaba siendo penetrado por su tío, despertó violentamente y se dio cuenta que las sábanas estaban mojadas, no era orina, era semen, tendría que limpiar las manchas, ya lo haría en la mañana, pero poco pudo dormir por la ansiedad.
DÍA 5
Felipillo despertó y todo fue normal durante el día, decidió apoyar en las labores tanto del campo como de la casa para mantenerse ocupado y así evitar pensar en su tío de manera sexual, pero apenas lo veía, la lujuria invadía su cerebro y el cuerpo, sentía el calor recorrer su sexo, su pecho y su cabeza. Amadeo solo sonreía ante la evidente incomodidad que intuía en los ojos de su sobrino.
Llegó la noche y ninguna novedad aconteció pero la mente de Felipillo era un hervidero de confusión y deseo, pidió un mate para dormir profundamente y así lo hizo, esperando que los días restantes pasaran rápido para volver a la ciudad y olvidarse de su tío.
A la medianoche sintió unos golpes a través de la ventana de su cuarto, era Milton que le hacía señas para salir.
-¿Qué haces a estas horas aquí?- preguntó Felipillo.
-Quiero mostrarte algo, la otra vez no terminamos.- Milton estaba empapado en sudor.
-Parece que hubieras corrido, de dónde vienes?
-Vengo del cobertizo, vamos para allá y verás algo que nunca creíste que verías.
-¿Qué es?
-Es algo que tiene que ver con tu tío.
-Entonces – Felipillo dudó un momento- vamos.
Mientras se acercaban al cobertizo ambos muchachos caminaban con más sigilo, la oscuridad de la noche sin luna los ayudaba para no ser descubiertos, Felipillo asomó el rostro por la puerta de madera y oyó unos gemidos claramente sexuales y de hombre, temía descubrir algo demasiado fuerte pero la curiosidad le ganó y acercándose hacia el fondo del cobertizo pudo ver a Amadeo completamente desnudo echado boca arriba sobre un viejo colchón, tenía las piernas levantadas sobre los hombros del capataz quien penetraba furiosamente el ano de su tío, Milton tapó la boca de Felipillo y tomándolo de la cintura lo llevó más cerca para que se uniera a la pareja de hombres maduros.
-Vamos, desnúdate y únete niño- le dijo el capataz entre resoplidos mientras penetraba a su tío.
-Ya es hora de que te hagas hombre Felipillo- le dijo Amadeo entre gemidos mientras era penetrado.
-¿Qué es esto?- el joven se encontraba confundido.
-Esto es sexo… -le dijo Milton.
-Pero está mal, son peor que animales. –Felipillo quiso salir corriendo pero Milton lo abrazó por detrás y comenzó a besarlo.
El ambiente olía a sexo, el adolescente se quiso resistir al inicio pero la erección era evidente, fue desnudado con rapidez, luego masturbado por Milton quien luego procedió a chupar su pequeño pene para confirmar su dureza y en un movimiento hábil lo llevó hasta Amadeo quien gustosamente lamió los testículos de su sobrino y en ese preciso instante el confundido joven eyaculó, el semen fue recogido hábilmente por la boca de Amadeo quien lo injirió rápidamente.
Felipe se sintió exhausto y cayó al lado de su tío quien recibía una nueva descarga de semen por el ano, ya que el capataz daba las últimas embestidas del acto sexual.
-Desde hoy comienzas a ser hombre Felipe.-Dijo Amadeo.
-Me quiero ir, creo que tengo fiebre. – Efectivamente el adolescente sentía su cuerpo enfermo, fue llevado por los otros hombres a su habitación donde cayó dormido inmediatamente.
DÍA 6
Durante todo el día Felipe no salió de su habitación y no fue molestado, tomó sus alimentos y escuchó música mientras intentaba poner en orden sus pensamientos, pero cada vez que recordaba lo sucedido en el cobertizo se excitaba y tenía que masturbarse frenéticamente, el día pasó sin mayores novedades.
DÍA 7
A primera hora Amadeo entró en la habitación de su sobrino quien lo estaba esperando desnudo en la cama.
-Tío ven a la cama conmigo- el adolescente abrió las piernas mostrando su sexo en reposo.
-No me llames tío, dime solo Amadeo. –el hombre miraba fijamente el pene que comenzaba a erguirse.
-He pensado mucho ayer y me he decidido a penetrarte.- dijo el muchacho mirando directamente a Amadeo.
-Sabía que este momento llegaría, desde que te vi llegar supe que terminaríamos en la misma cama.- el hombre se desnudó con prontitud.
-Supongo que lo tenías todo planeado, te hacías pasar por muy macho y maltratándome cuando en realidad querías que yo te…-de pronto recibió un beso apasionado.
Luego Amadeo acarició el cuerpo joven reteniéndose especialmente en los testículos y pene que parecían explotar, los besó y succionó con evidente placer, ante los gemidos de Felipillo, cuando estuvo listo, se sentó encima del sexo de su sobrino direccionando el pene a la entrada de su ano deseoso y luego cabalgó despacio hasta que agarró ritmo y los movimientos se hicieron más violentos, los cuerpos comenzaron a sudar y de pronto un chorro de semen inundó el interior de Amadeo quién con una sonrisa en los labios le dijo a su sobrino: Ya eres parte de mí. Luego descansaron y retomaron la conversación.
-Esta ha sido la primera de muchas veces Amadeo…
-No sé si después de que sepas toda la verdad habrá otra vez – el hombre ocultó su rostro entre las sábanas.
-¿De qué verdad hablas?
-Yo no planifiqué tu estadía aquí, ha sido el Capataz quien lo ha hecho, él me ordenó como tratarte y le dijo a Milton que te llevase al cobertizo, él es quien controla todo aquí, él es el verdadero señor y dueño de todo esto, viste como penetró a su hijo y luego como me penetraba a mí, él es quien toma todas las decisiones, los demás solo obedecemos.
-No entiendo bien, me quieres decir que tú no eres dueño de esta hacienda?- el joven se encontraba ofuscado.
-Digamos que yo soy el dueño formal, pero en la práctica es él el amo y señor. Dijo con convicción.
-¿Por qué?
-Porque él es mi Amo desde hace 13 años, cuando lo conocí en la ciudad en un sauna, allí tuvimos nuestro primer encuentro y desde entonces supe que yo sería su esclavo fiel, vinimos juntos a la hacienda a vivir alejados de todos para poder llevar una vida de acuerdo a nuestros deseos.
-Siempre has sido maricón? Mi mamá lo sabe?
-Ella sabe todo…Pero dejemos de hablar, tengo que ir a presentarme ante el capataz después del almuerzo, tú me debes acompañar, allí te explicará todo.
Ambos se vistieron y fueron a almorzar junto a la vieja cocinera, ni el capataz ni Milton estuvieron presentes, todo fue muy silencioso, pasada media hora Amadeo llevó a Felipillo al cobertizo donde la verdad le sería revelada.
Al entrar encontraron a Milton desnudo en cuatro patas con un collar de perro.
-Hay que desnudarnos-le dijo Amadeo a Felipillo quien obedeció automáticamente.
-Cógeme Felipe, móntame. –dijo Milton ofreciendo su ano.
-Hazlo como me montaste a mí hace un par de horas. Amadeo dio un beso suave a Felipe.
Rápidamente y de manera frenética penetró el dilatado ano de Milton, quién gemía como perra en celo mientras movía su pequeño pero carnoso culo ante las embestidas de su nuevo amante hasta que éste eyaculó en su interior.
-Muy bien Felipe. –dijo el Capataz quien aparecía desde el fondo del cobertizo completamente vestido de negro, los pantalones ajustados hacían notar su entrepierna prominente y la camisa resaltaba los músculos de su cuerpo, su cabello canoso y su mirad altiva le daba un aire de autoridad que recién Felipillo alcanzaba a comprender.
-¿Es verdad que usted es el Amo de Amadeo?- dijo el adolescente mientras se ponía en pie y Milton lamía sus partes para dejarlas limpias.
-Yo soy quien manda aquí por muchos años que has venido a pasar algunos días a modo de vacaciones al lado de tu madre, nosotros hemos fingido para ti, para que creas que Amadeo, esa escoria humana que ahora se ha puesto en cuatro patas como debe ser ante mi presencia, era el dueño de esta hacienda. –Su gruesa voz retumbaba en el interior del cobertizo y en la cabeza de Felipillo.
-Todo ha sido una mentira –el joven dijo en voz baja.
-Pero no hables así, debes tener la voz fuerte con autoridad para que estos esclavos sepan a quien deben respeto.
-Pero su propio hijo es su esclavo, seguro lo ha violado…
-Si te fijas bien en él te darás cuenta que físicamente no nos parecemos. –Milton era de piel más clara y cabellos castaños y ojos negros, mientras que el capataz tenía unos ojos casi azules y su piel trigueña.
-¿No es su hijo?
-Ningún hijo mío sería un perro inmundo como Milton lo es, hace 2 años lo encontré prostituyéndose en una plaza de la ciudad, dándole el culo al mejor postor, yo ya me aburría del culo de este puto –señaló a Amadeo- por eso lo convencí para que viva aquí como mi hijo por eso es la primera vez que lo has visto en esta visita, antes ni te percatabas que yo existía y si tenía hijos.
-Y yo que papel cumplo en su plan?
-Quiero que seas mi sucesor, no ahora, pero sí en el futuro, pero tienes que comenzar a aprender.
-¿Por qué yo?
-Porque has demostrado que te gusta coger y no ser cogido como yo, porque hay algo en tu mirada y en sea verga que me dice que con el tiempo podrás manejar a estos dos esclavos de mierda.
Amadeo y Milton se postraron a los pies de su Amo.
-Pero solo he cogido a mi tío y a Milton…
-No le digas tío,-el Capataz hizo una pausa y dijo con voz grave: dile padre.
-No hables tonterías!- Felipe quiso salir huyendo pero su desnudez lo impedía.
-Cálmate y óyeme: Tu padre es esta basura que ves aquí, él embarazó a tu madre y vivieron juntos hasta que me conoció en un sauna donde iba a buscar verga como un puto maricón cualquiera, tu madre inventó que tu padre los abandonó y que éste era su primo para que pueda tenerte cerca de vez en cuando, pero ella sabe muy bien que es lo que es, cuando ella supo de qué te vieron masturbando en el colegio temió que tú fueses como Amadeo por eso te envió aquí para comprobarlo y yo he visto que no es así.
-No te creo, he cogido a mi propio padre que es un puto esclavo. –Felipillo se sentó en el piso mientras miraba con odio a Amadeo.
-Ahora decide si quieres seguir mi camino o huir para toda la vida. –El capataz sentenció.
-Yo….
Y así quedaban aún los días 8, 9 y 10.
¿FIN?
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