LA NUEVA FAMILIA DEL PEQUEÑO MARIO PARTE 23 (GUSTAVO SE VA DEL HOSPITAL)
Cuando las cortinas de la cama se abrieron, apareció uno de los doctores que estaba atendiendo a Gustavo. .
En ese instante, niño y tío se quedaron asustados, pues Carlitos aun estaba sobre la cama y Gustavo aun estaba desnudo de la cintura para abajo sosteniendo con su mano derecha su aun morcillona verga.
Gustavo estaba atónito, así que en ese instante él no pudo reaccionar a tiempo para cubrir su desnudes, por lo tanto, el doctor se les fue acercando muy lentamente y se coloco a un lado de la cama, donde inmediatamente solo sonrió con total naturalidad, así tal cual, como si nada estuviera pasando, pero unos segundos después dijo.
Doctor: ¡buenos días, yo soy el doctor Melendi y voy a revisar a mi paciente! ¡me permites campeón!
Carlitos: ¡si doctor! (sonriendo y limpiándose la boca con el antebrazo)
Doctor Melendi: ¡pero espera, déjame ayudarte! (tomándolo de los brazos y bajándolo al piso)
Carlitos:¡gracias doctor! “jijiji” (tapándose la boca)
Doctor Melendi: ¡de nada campeón! “ahora dígame” ¿Cómo se siente Gustavo?
Gustavo: ¡pues muy bien doctor, la verdad ya estoy recuperado! (Terminando de taparse)
Doctor Melendi: “eh, no” “yo no estoy hablando de su salud, porque es mas que obvio que esta recuperado” ¡yo me refiero a la tremenda mamada que le acaba de dar este niño!
Gustavo: “eeh, mmm, eeh” (pálido y tartamudeando sin poder responder)
Doctor Melendi: “jajaja» “que tanto soy, para que pregunto” ¡si ya se que es delicioso! 😋
Gustavo: ¿Cómo ha dicho doctor? (Sorprendido)
Doctor Melendi: “si, acaba de escuchar bien» ¡yo también se lo rico que es, cuando un niño te mama la verga!
Gustavo: “No puedo creerlo” ¿me está hablando enserio doctor?
Doctor Melendi: ¡claro que si, pero eso se lo contaré otro día!
Gustavo: ¿otro día? ¿pero a que se refiere? (Con cara preocupada)
Doctor Melendi: “si hombre” ¡otro día, porque presiento que usted y yo nos vamos a llevar muy bien! (Sonriendo)
Gustavo: ¿no entiendo Doctor? “explíqueme por favor» (con cara de angustia)
Doctor Melendi: “no se preocupe Gustavo” ¡ahorita entenderá! (Viendo al pequeño Mario y llamándolo hacia el)
Mario: ¿Qué pasó Doctor? (Frunciendo la frente)
Doctor Melendi: ¡dime pequeñito! ¿te gustaría saborear la rica lechita que tengo guardada aquí?
El pequeño niño, inmediatamente dejó de ver el rostro de aquel guapo doctor, así que enseguida fue bajando la cabeza y su mirada se fijó en la entrepierna de aquel enorme hombre.
Doctor Melendi: “dime pequeñito” ¿te gustaría probar mi rica leche? (Sobando su gran verga)
Mario: “eeehhhh” (volteando a ver a su tío Gustavo)
Doctor melendi: ¡no pidas permiso, tu tío ya dijo que si! ¿Verdad señor Gustavo?
Gustavo: “si, siii, claro” ¡adelante, por mi no hay problema! (Incomodo)
Doctor Melendi: ¿entonces que pequeñito? ¿Vas o no vas a querer que te de mi lechita? (Dudando)
Mario: ¡siii! ¡si quiero Doctor! (Emocionado)
Rápidamente, aquel niño no dudo en contestar, pues en ese instante, sus ojitos no dejaban de observar a aquel enorme bulto que claramente se marcaba sobre la fina tela del uniforme quirúrgico y que no dejaba a la imaginación.
Doctor Melendi: ¡ok pequeñito, vamos entonces a un lugar seguro!
Mario: ¡si Doctor!
Gustavo: “Pero” “pero” ¿yo creí que lo iba hacer aquí?
Doctor melendi: “No, este no es un buen lugar ya que cualquiera puede entrar” ¡mejor lo llevo a un lugar donde nadie nos molestara!
Gustavo: ¿y que le digo a su abuela?
Doctor melendi: “No se” ¡me imagino que usted sabrás que decir! (guiñando el ojo)
Al terminar de decir estas palabras, el doctor susurro algo en el oído del pequeño Mario y le indico que saliera de esa habitación, así que en ese momento, el doctor Melendi se acomodó la bata para esconder su gran y notoria erección y entonces enseguida salió detrás del pequeño niño.
El doctor Melendi puso su mano sobre el pequeño hombro de Mario, luego caminaron por unos pasillos del hospital, donde el doctor, siempre fue saludando a sus colegas y enfermeras para no levantar sospechas de lo que está apunto de hacer.
Al llegar a su consultorio, el doctor Melendi rápidamente cerró la puerta con seguro e inmediatamente sentó al pequeño niño sobre la cama de exploración, en ese momento le sujetó el mentón a Mario para verlo directamente a los ojos y decirle.
Doctor melendi: ¡será un placer disfrutar de tu boquita!
Al terminar de decir estas palabras, el doctor Melendi rápidamente colocó sus manos en su cintura, donde sujetó cada extremo de su pantalón quirúrgico junto con su bóxer, entonces en ese instante, el doctor dio un tirón a sus ropas y enseguida los bajo hasta casi media pierna.
Aquel pequeño niño abrió los ojos enormemente e impresionado vio como aquella enorme y gruesa verga, salió disparada de su encierro de tela e inmediatamente golpeó muy fuerte el duro y marcado abdomen del doctor.
5 segundos fueron suficientes para que Mario admirara aquella enorme verga blanca, la cual palpitaba muy fuerte y estaba mojada por el líquido pre seminal que ya había expulsado.
Transcurrido este tiempo y sin recibir indicación, Mario se bajo de la camilla e inmediatamente se abalanzó sobre aquella rica y apetitosa verga, la sujeto delicadamente entre sus dos manitas y después dio dos grandes lamidas a la punta.
Al sentir el contacto de esa húmeda lengua, el doctor melendi se estremeció e inmediatamente sujetó la cabeza del pequeño niño para que este fuera tragando su gruesa verga.
Mario, todo sumiso, abrió la boca y fue permitiendo que aquella enorme verga se fuera deslizando dentro de su pequeña y caliente boquita, la cual se fue estirando gradualmente para amoldarse al grosor de esa enorme verga.
El pequeño niño, siendo un experto mamador, no sintió molestia alguna, cuando la punta de ese enorme miembro le atravesó la garganta, el nada más respiró profundamente y se dejó manipular por aquel guapo doctor.
Doctor melendi: “mmmmmmm” (casi bufando)
En ese instante, el pequeño niño empezó a dar placer a aquel gran hombre, pues enseguida empezó a mover la cabeza muy suavemente y continuó devorando el enorme miembro de aquel doctor, el cual constantemente continuaba empujando su cintura para enterrar cada vez más su gruesa verga.
En poco tiempo, el doctor Melendi logró meter la mitad de su gran miembro, así que en ese instante, el agradeció a Gustavo por la previa estimulación por parte su verga.
El pequeño Mario no paraba de mamar ni un solo segundo, pues estaba convencido que quería degustar aquel rico manjar que ese guapo hombre guardaba entre sus grandes bolas.
Doctor Melendi: “wooooooo” ¡que maravillosa boquita tienes! “mmmmm”
Diciendo esto, aquel doctor vio como ese pequeño niño fue bajando su shorcito y entonces grande fue la sorpresa, pues vio que ese niño no llevaba ropita interior y dejó descubierto su pequeño traserito.
Este hecho excito aun más a él doctor melendi, así que sin dudarlo llevo su mano derecha a donde estaban esas pequeñas y redonditas nalguitas y las empezó a acariciar suavemente.
En ese instante y con aquella verga enterrada en su boca, Mario fue levantando la mirada hacia el rostro del doctor, quien le sonrió y le guiño el ojo como muestra de complicidad ante esta fechoría.
El tiempo era oro para el doctor Melendi, así que rápidamente humedeció uno de sus grandes dedos y lo empezó a meter dentro del culito de Mario, el cual, paraba más la colita para que se fuera deslizando más rápidamente en su interior.
Doctor Melendi: “wooooooo” ¡sin duda alguna, creo que esta rica colita ya recibe visitantes!
El doctor volvió a escupir saliva en su mano derecha y mojo muy bien dos de sus dedos, luego, casi de inmediato procedió a introducirlos delicadamente, pues en ese momento, aquel hombre estaba decidido a averiguar hasta donde podía llegar con ese pequeño niño.
Al sentir la dimensión de un segundo dedo, el pequeño Mario de inmediato aflojo su esfínter y les permitió la entrada a su interior, en ese momento el doctor Melendi sonrió maliciosamente, pues había confirmado su sospecha.
Doctor Melendi: ¡uy que rico! ¡confirmado, este culito ya da buenas bienvenidas a sus visitas! “jejeje”
En ese momento, el doctor vio su reloj y ahí se dio cuenta de que ya habían transcurrido 10 minutos a solas con aquel niño, así que rápidamente pensó que no sería bueno levantar sospechas, pues mancharía su nombre y su reputación como buen médico.
Doctor Melendi: ¡me gustaría estar más tiempo contigo, pero aquí en este lugar no es prudente! ¡así que mejor voy a dejar que te lleves un buen recuerdito mío!
Diciendo esto, el Doctor Melendi fue apartando a Mario de su gruesa verga; luego, el mismo acomodó al niño en cuatro sobre la camilla de exploración y entonces muy rápidamente se colocó detrás de su objetivo.
Ante la adrenalina y la excitación, el doctor Melendi continuó abriendo con sus dedos el ya dilatado culito del pequeño Mario, pero para este momento, su mano derecha se encontraba moviéndose a gran velocidad sobre su enorme y húmeda verga.
Entonces, transcurrido un par de minutos más, el doctor Melendi sintió aquella rica sensación en el pene, la cual le indicaba que en unos segundos más eyacularía.
Así que en ese instante, el doctor retiro rápidamente sus dedos del culito de Mario y entonces sin previo avisó, enterró la punta de su enorme verga de un solo empujón.
En ese momento, el pequeño niño abrió enormemente los ojos e intentó quejarse, pero para este instante, su instinto había actuado de inmediato e hizo que apretara fuertemente las manos y se mordiera los labios para evitar escapar un solo sonido.
Mario se quedó quieto, pues podía sentir como aquella enorme verga palpitaba fuertemente y al mismo tiempo la punta expulsaba varios chorros de leche espesa y calientita.
Doctor Melendi: “mmmmmmm” (ahogando su gemido de placer)
Cuando aquella verga terminó de descargar toda leche acumulada, el doctor Melendi fue retirando su miembro del culito del pequeño niño, asi que en ese momento no pudo evitar que parte de su leche cayera en la camilla y al piso.
Viendo esto, el Doctor Melendi rápidamente dio indicaciones al pequeño Mario, para que apretara el culito fuertemente y así no dejara escapar más de su rica y nutriente leche de macho.
Mario obedeció esta orden, luego rápidamente se subió su ropa, pues noto que aquel hombre también guardaba su enorme verga morcillona dentro de su uniforme quirúrgico.
Doctor Melendi: “uuf” ¡que agradable momento me has hecho pasar pequeño! ¿Te gusto?
Mario: ¡Mucho Doctor, pues siento toda su leche dentro de mi culito! “jijijiji”
Doctor Melendi: “ok niño” ¡ahora tenemos que regresar de inmediato para no levantar sospechas!
Mario: ¡está bien Doctor! “pero” ¿Cuándo volverá a cogerme?
Doctor Melendi: ¡que travieso eres pequeñín! ¡pero deja hacer los arreglos con tu tío Gustavo para ponernos de acuerdo! (Guiñando un ojo)
Mario: ¡está bien Doctor! ¿Ya podemos irnos?
Doctor Melendi: ¡claro, es hora de ir con tu tío Gustavo para que se vaya a casa! “Pero no vayas a comentar nada de lo que hicimos”
Mario: ¡está bien Doctor, yo no diré nada! (Haciendo seña de su mano, para cerrar un cierre en su boca)
Ambos salieron del consultorio y se dirigieron a la habitación Gustavo, pero al momento de entrar, el Doctor Melendi se llevó una gran sorpresa, pues dentro estaba el padre de aquel niño, el cual lo estaba esperando para irse del hospital.
Mario: ¡papá! ¡viniste! (Corriendo a abrazarlo)
Emmanuel: ¡claro campeón, tenia que venir a ver a tu tío! (Susurrando algo en el oído de Mario)
Mario: ¡si papi! (Susurrando también en el oído de su padre)
Doctor Melendi: ¡señor Gustavo, es hora de irse a casa, cuídese mucho y espero que se recupere lo más pronto posible! (Un poco incómodo ante la actitud de Mario y su padre)
Gustavo: ¡muchas gracias Doctor! ¡seguiré sus cuidados al pie de la letra! (También incómodo por dicha situación)
Doctor Melendi: ¡le entrego mi tarjeta, será un placer recibir su llamada, si presenta cualquier Novedad. (Viendo al pequeño niño)
Emmanuel: ¡me podría regalar una tarjeta para mí también! ¡es que siempre es bueno tener un médico de confianza! (Guiñando el ojo y apretando su notoria verga sobre el pantalón)
Aquel hombre profesionista entregó la tarjeta de presentación al padre de ese niño, sonrió maliciosamente y salió de la habitación de su paciente.
El doctor Melendi volvió a su consultorio, pues necesitaba borrar toda evidencia de lo que había sucedido ahí con aquel pequeño niño. Pero al entrar, noto que todo estaba en orden y limpio y que además los rastros de su leche ya no estaban.
En ese instante rápidamente empalideció y afirmó que alguien había lo había visto entrar con aquel niño…
¡disculpen la tardanza, pronto abrire mi canal en telegram donde encontraran todos mis relatos! ¡saludos de parte de su amigo (@Angelblacks) = Telegram
CONTINUARA…
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Se extrañaba tanto a manuelito.
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