LA PANDILLA DEL GATO NEGRO Ceremonias de iniciación
Ceremonias de iniciación. O ¿Cómo convertimos a cada uno de los nuevos miembros en verdaderas máquinas sexuales destinadas al placer oral y anal solo entre varones? (I).
Como sabrán quienes han seguido estas historias, todos y cada uno de los miembros titulares fuimos sodomizados por el cura que nos cateqculió de uno en uno hasta completar el total de siete muchachitos cuyo virgo fue asaltado por la lascivia de este rijoso y calentón fraile que, lejos de seguir los mandatos de abstinencia sexual, se deleitaba en coger chicos de edades tiernas que sus padres enviaban a ser catequizados antes de realizar el acto de la primera comunión.
Sin embargo, aprendimos a beber leche bendita (según el sujeto) de la fuente peniana que nos invadía hasta la garganta y que debíamos tragar sin dejar caer una sola gota porque eso nos llevaría al infierno. Crédulos, aunque dudando le hacíamos caso en todo aquello que se nos presentaba como excitante, empezamos a saborear el semen que religiosamente nos depositaba para ser engullido con un placer culpable que se iba transformando en deseo imperioso.
Nos hicimos adictos a mamar y ordeñar al lechero varón.
Pero eso no era sino el preludio de lo que vendría después. El primero que entregó el culo nos contó todo el proceso. La mamada de culo que le hizo descubrir una fuente de sensaciones que no sabía que existían en su agujero que hasta ese momento servía solo para evacuar excretas.
De hecho, la lascivia es contagiosa y se propaga como una epidemia imposible de detener y menos aún de prevenir.
Nada pudieron los sermones dominicales acerca de las acechanzas del demonio que se metían en la mente y hacían que los deseos carnales se impusieran con más fuerza que la sed o el hambre. Y eso fue precisamente lo que ocurrió.
Fuimos convertidos siete muchachitos inocentones e ingenuos en lascivos súcubos que miraban todo con ojos centrados en el culo y en el pene y la conjunción sudorosa de ambos: una vez penetrando o siendo penetrados. La verdad es que yo desarrollé la delicia de saborear las eyaculaciones no solo en mi paladar, sino con las profundas introducciones del miembro viril en mi canal succionador de semen y atrapador de vergas.
Los primeros pasos fueron con la iniciación dolorosa e inhabilitante del placer que surge cuando los pliegues del ano van siendo profanados y abriendo contra natura. La primera lección que aprendí fue a empujar al invasor como si fuera excreta, pero que al empujar los labios del culo se abrían y el invasor ganaba espacios centímetro a centímetro hasta chocar los huevos contra mis nalgas ardientes.
AAAAAyyyyyyy. Dueleeeee. Muchooooo.
Sollozos y alaridos se unían en la iniciación. Creí que nunca terminaría de experimentar ese dolor tan fuerte que me rasgaba por dentro y que tenía la sensación de haber sido partido en dos. Desgarrado y luego un cambio imperceptible al principio: sentía como se ensanchaban las paredes y el visitante empezaba a hacerse soportable. Luego pude mover el culo y sentir campañillas en los oídos que me empujaban a cimbrar las caderas alejando y acercando el cuerpo al lancero que hundía su arma en la estrecha morada que ahora empezaba a dilatarse y abrirse como si fuera un guante que se estira para acoger cada dedo… en este caso un único dedo medio húmedo, grueso y largo
¡Ay, cabrón. Empuja el pico hasta el fondo! ¡Cepíllame el culo, frótame, hiéreme, pero no lo saques, carajo!
Un golpe seco y el chuto llega al tope de mi canal para luego retirarse unos pocos centímetros y tomar impulso para la estocada repetida y profunda, lacerante e incitante, deliciosamente reiterada una y otra vez. Mis ojos se han vuelto albos y mi cara de zombi augura la estentórea inminencia del orgasmo que llega abriendo la llave de la leche viril que salta ensuciando, mojando todo lo que encuentra a su paso.
Atrás quedaron los placeres que había experimentado cuando tímidamente me tocaba el culo y mis dedos empezaban a explorar mi agujero deseoso. Luego quería repetir el gustito que sentía cada vez que un enema me llenaba de líquido que expulsaba en chorros y con pulsaciones eróticas de mi pequeña verga.
La verdad sea dicha, nada, ningún instrumento semeja la introducción de un pene sea humano o… animal. Ese cañón de carne endurecida con forma de lanza que escupe fuego y que se recibe en la garganta o en los intestinos para luego ser tragados, en caso de lo oral o expulsarlo dejándolo escurrir por las nalgas y las piernas sintiendo un placer morboso de haber sido usado por un macho…
Eyacular dentro de un orificio es un acto momentáneo y efímero. Ser culiado en cambio, es sentir placer antes, durante y después del coito. El culito queda con escozor que te recuerda que has sido usado para algo espurio y que la hipocresía proclama de pecaminoso. Hay que agradecer a las religiones haber introducido el concepto del pecado y rodearlo de los fuegos eternos del infierno, porque ¿qué es más provocador? La trasgresión y el deseo de lo prohibido desatan la lujuria hasta en los más puros espíritus que racionalizan todo aquello con la intervención del coliflechado.
Las mujeres puras tienen los orgasmos más intensos cuando se sienten putas. La infidelidad les da esa llave para abrir la caja de Pandora de su sensualidad. Una vez que se ha traspasado el límite, no hay vuelta atrás. La droga hace eso y el sexo lujuria es una droga más aunque más fuerte que ninguna otra.
La iniciación a la que serían sometidos los reclutas consistía precisamente en abrir esa diabólica puerta al sexo promiscuo, prohibido y condenado por las sectas impulsoras de la conservación de la especie mediante la intersexualidad. El sexo entre varones o el sexo entre hembras convierte a los intrasexuales en seres marginados de las `buenas costumbres`y satanizados hasta ser llevados a la hoguera del escarnio público. Pero a su vez los convierte en seres especiales que practican el libre albedrío del que tanto se ufanan algunos credos.
La pandilla del Gato Negro era pues un reducto de la libertad más plena respecto de la sexualidad humana: practicar sexo en todas sus múltiples formas como seres vivientes libres.
La iniciación consistiría en ser cogidos por el culo por tres machos no humanos: un equino, un asno y un can.
¿Cómo se lograría aquello?
Aquel que tuviera que ser sodomizado por un perro sería favorecido porque el principio de la verga canina es una puntiaguda lanza que solo se engruesa al final cuando ya el culo está henchido del copioso semen perruno.
En segundo lugar, quien sería enculado por un asno se vería en menores problemas porque si bien la verga del burro es larga, su grosor es soportable para un culo humano suficientemente lubricada y dilatado.
Quien se vería en mayores aprietos sería quien tuviera que alojar la callampa del potro dentro de su estrecha cavidad. La vagina de las yeguas es lo sufrientemente amplia como para producir el coito sin graves problemas. La vagina humana puede en principio obtener una dilatación similar dado que está hecha para soportar el paso de una criatura recién nacida, pero el ano con mucha dificultad se expande par alcanzar esa dimensión requerida.
(CONTINUARÁ)
Sepa a quién y cómo se resuelve la iniciación de los reclutas en la próxima entrega de esta serie.
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Me encanta sentirme puta también, cuando un macho penetra mis entrañas y me hace suyo completamente, cuando mamo su pene cálido, duro, jugoso y lleno mi boca de su semen delicioso, degustarlo, lamerlo despacio, mostrar mi boca llena … antes de tragarlo todo ante él, ante mi amo y señor, o si lo busca, besarnos apasionadamente compartiendo bocas, lenguas, saliva y semen suyo … algo delicioso todo.
Mi iniciación se pareció un poco al relato, pero definitivamente fue mucho más tarde y me encanta sentirme parte de este mundo y de ser una puta o un puto para quien me posee y me usa para su placer más intenso y completo.
Leí tu comentario y me fascina todo lo que escribes respecto de como fuiste iniciado en el mundo nuestro de putas trav que gozamos siendo dominadas por un macho que nos culea de todas las maneras posibles y en toda postura que sirva para usarnos el culo.. Anímate y envia tu relato. En SST te sentido ras compartiendo con nosotras. Un beso