La promesa de Cristian
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dante1802.
Mi nombre es Cristian, tengo 20 años, pero mi historia comienza cuando solo tenía 8 años de edad.
en esa época mi madre se casó con otro hombre después de haber enviudado, por lo que mi padrastro se mudó a vivir a mi casa, pero no llegó solo, con él llegó el hijo de su primer matrimonio, Manuel.
Manuel era mayor que yo, tenía 11 años y a falta de espacio, se quedó a dormir en mi cuarto, en una cama aparte.
él era muy diferente a mí tanto en físico como en habilidades, por su edad era de mayor estatura, robusto, moreno apiñonado, ojos negros y de cabello rizado y negro, mientras que yo era de menor tamaño, delgado, piel blanca, ojos cafés y cabello lacio castaño.
Al principio no nos llevamos muy bien, pero con el paso de las semanas, empezamos a descubrir que ambos nos complementábamos en muchos sentidos, él era el mejor en deportes, yo en juegos de mesa, me gustaba dibujar, él prefería cazar lagartijas, él era agresivo, yo siempre evitaba las peleas, esta fue una de las razones, por las que él siempre me protegía en la escuela, pues rápidamente se ganó la fama de buscapleitos y todos lo respetaban, a mí por ser el hermanastro de Manuel también me respetaban, pues sabían que si se metían conmigo se las verían con él.
Éramos tan unidos y yo me sentía tan a gusto con él que cuando jugábamos dominó y como sabía que a él no le gustaba perder, yo que siempre ganaba dejaba que me derrotara, para que Manuel se sintiera feliz, aunque después se la pasaba molestándome que era mejor que yo, a mí no me importaba, solo me gustaba hacerlo feliz.
Para la edad que tenía yo ya notaba que me atraían más los chicos que las chicas, Manuel vio algo más en mí que quedó claro, un día que mientras jugábamos en la alberca me vio en traje de baño.
Manuel: fiu fiu, tienes las nalgas bien paraditas, parecen de niña, tu marido va ser bien feliz contigo.
Las palabras de Manuel me sonrojaron, pero no contesté nada.
a partir de ese día vi como Manuel era más sobreprotector conmigo y ante cualquier insinuación de otro chico de mi escuela, él se ponía furioso y se iba a los golpes.
comencé a ver a Manuel no como mi hermanastro, sino como mi chico ideal.
desafortunadamente, las constantes peleas de Manuel lo hacían ver ante su padre como un chico problema, por lo que tomó la decisión de enviarlo a un colegio militar para que ahí lo educaran bien.
Cuando supe que Manuel se iría lloré mucho y una noche antes de su partida, él me preguntó por qué estaba triste y le contesté que porque él se iría y yo lo iba extrañar mucho.
Manuel limpió mis lágrimas y me dijo: yo también te voy a extrañar, pero voy a regresar por ti.
Cristian: no te entiendo.
Manuel: cuando seamos grandes tú vas a ser mi mujercita.
Sus palabras se clavaron en mi corazón y no supe qué responder.
Él mirándome a los ojos me dijo: quiero que me prometas algo, promete que vas a esperarme y no vas a tener nada con ningún otro hombre hasta que yo vuelva por ti.
Aunque sorprendido por la petición yo hice la promesa de esperarlo.
Cristian: sí te lo prometo
Manuel sonrió y me dio un beso en la boca, mi primer beso, sentí que algo en mi estómago brincaba mientras respondía al beso más tierno de mi vida.
Al día siguiente, Manuel se fue al internado y yo no volví a verlo, pues su papá iba a verlo y comentaba que no venía en vacaciones por estar castigado, seguía siendo un rebelde.
Pasaron los años pero yo no olvidaba mi promesa, por eso aunque ya era un gay abierto no tenía ojos para nadie esperando a Manuel.
Mi cuerpo fue cambiando, ahora medía 1.
70, era delgado, estrecho de cintura, facciones finas de la cara y usaba el cabello semi largo, pero lo que más se había desarrollado eran mis nalgas, como muchos me decían, parecían los de una mujer, lo que me hacía el blanco de muchas burlas, las cuales ignoraba.
No sé si mi mamá ya sabía de mi condición.
Supongo que sí, porque era muy obvio y me gustaba todo lo que a un gay común le gusta, pero nunca me dijo nada.
Por las noches me acostaba soñando con el regreso de Manuel, cómo sería él, será qué pensaba en mí, deseaba verlo y que supiera que yo seguía esperándolo solo a él.
Acaba de cumplir los 19 años y como ya dije muchos hombres se burlaban de mi o me chiflaban al pasar por la calle, principalmente por mi trasero que despertaba el interés de muchos.
A una cuadra de mi casa estaba un taller mecánico de carros y el dueño era Sergio, un hombre de 32 años, como de 1.
80 de estatura, piel morena, espalda ancha, rapado de la cabeza y barba espesa, siempre estaba sucio de grasa por su trabajo, con pantalón de mezclilla y una playera blanca manchada de grasa, si bien se me hacía atractivo, lo que no me gustaba era su panza que no encajaba con el resto de su trabajado cuerpo, pero como le gustaba tomar cerveza, pues por eso estaba así.
Cada vez que pasaba por su calle, Sergio no perdía la oportunidad de molestarme.
Sergio: fiu fiu Cris, a dónde vas con tanta prisa?.
por qué tan orgulloso que no saludas?.
cuándo te acompaño por el pan?.
cuando quieras te enseño mis herramientas.
que bonito culito tienes.
Los piropos de Sergio cada vez eran más subidos de tono y no le importaba hacerlos frente a sus compañeros de trabajo, es más cuando estaba con ellos era más agresivo en sus comentarios hasta que un día harto de sus chiflidos, me paré y le dije: mire señor, en ningún momento le he dado lugar para que usted me falte el respeto.
Sergio: uy chiquito, cómo que señor si tampoco estoy tan viejo.
Se acercó más a mí y yo retrocedí un poco.
Sergio: qué pasa.
No me digas que me tienes miedo.
Si yo solo quiero pasarla bien contigo.
Tengo lo que a ti te gusta.
Vi como Sergio se agarró el bulto de su pantalón y le dije: eres un cerdo, para darme la vuelta y dejarlo solo, él me detuvo por el brazo.
Sergio: si quisieras este cerdo te haría ver las estrellas.
Cristian: suélteme.
Salí corriendo y al dar vuelta para mi casa volteé a ver como Sergio sonreía cínicamente y se tocaba los huevos descaradamente.
Llegué a mi casa y el mal rato se me borró cuando mi mamá me informó que ese fin de semana volvía Manuel, aunque solo sería de visita.
No pude disimular mi emoción y el resto de la semana ni siquiera comía porque quería estar más delgado, me puse cremas, quería que Manuel me encontrara bonito, dispuesto para él.
Llegó el sábado y me arregle lo mejor que pude, mi padrastro fue por Manuel al aeropuerto y mamá y yo nos quedamos cocinando y arreglando la casa.
Finalmente escuchamos el carro de mi padrastro y corrimos a la puerta, primero entró el esposo de mamá y tras de él entró Manuel.
No podía creer lo que veía, después de 10 años volvía a verlo, mi Manuel, que ahora estaba convertido en un hombre de 22 años, casi me desmayo al verlo, ni en mis sueños lo había imaginado así, medía más de 1.
90, espalda ancha, muy musculoso, su rostro y facciones muy varoniles, su cabello corto casi a rape estilo militar, llegó vistiendo su uniforme verde camuflajeado y cuando habló casi me derrito, su voz era gruesa y viril.
Manuel: buenas tardes.
Primero saludó a mi mamá dándole un beso en la mano y otro en la mejilla, después se acercó a mí que le sonreí muy nervioso y tras darme la mano me abrazó fraternalmente y yo no pude ni abrazarlo a él porque me sentí mareado al ser rodeado por sus fuerte brazos, me sentí tan pequeño en ese momento y recordé las muchas veces que él me defendió cuando éramos niños, pero ahora ambos éramos adultos.
La tarde transcurrió y Manuel dijo que lo habían mandado al cuartel de la ciudad por lo que estaría en la casa solo los fines de semana, lo que me entristeció un poco, pero era parte de su trabajo.
Mi mamá propuso que yo lo llevara a conocer algún lugar para jóvenes y acepté encantado.
Fue la primera vez que Manuel y yo salimos solos como adultos y yo esperaba que él me hablara de nosotros, pero se la pasó platicando de su vida en la milicia, sin preocuparse de preguntar por mí, sentía que me evitaba.
Empezó a beber cerveza para luego cambiar a whisky.
Me preguntó si yo bebía y le dije que no.
Nada pasó entre nosotros en esa salida, lo que me deprimió.
Manuel se emborrachó y tuve que llevarlo a rastras hasta la casa, donde dormiría en mi cuarto como cuando éramos niños.
Lo acosté en su cama y tras quitarle los zapatos, me quedé viéndolo.
Él ya no era el mismo de antes, se había olvidado de nuestra promesa y yo como tonto lo había esperado fielmente.
a pesar de eso era un hombre muy atractivo y para que durmiera cómodamente le quité la ropa.
Cuando abrí su camisa, pude ver ese pecho tan trabajado, ese abdomen perfecto y esos brazos llenos de músculos, al quitar el pantalón vi unas piernas gruesas y unos pies grandes, lo dejé en bóxer y mi mirada topó con su bulto que parecía una carpa porque tenía una erección, no pude evitarlo y me senté en su cama.
Por la borrachera, Manuel no sentía nada y armándome de valor, bajé su bóxer para ver cómo su verga saltaba, estaba llena de vellos y era cabezona, de muy buen tamaño aunque no muy gruesa, sus bolas eran enormes quizás por estar cargadas de leche, pero lo que más me fascinó fue su olor, olía a macho y sin esperar más agaché mi rostro hasta su miembro y abriendo la boca engullí la verga dentro de mis labios.
Nunca le había mamado la verga a alguien pero había visto vídeos de cómo se hacía y los puse en práctica, su aroma y sabor me embriagaban, era delicioso y era una de mis fantasías cuando soñaba con Manuel, solo que en mis sueños él estaba despierto y me acariciaba, ahora tenía que conformarme con tener en mi boca ese trozo de carne, lo chupaba desde la cabeza hasta el tronco y aunque no me cabía entero en la boca hacía lo posible por succionarlo todo.
También comía sus bolas que estaban gigantes y aunque sus bellos me estorbaban me gustaba verlo peludo y tan varonil y cuando estaba poseído por chupar su verga, sentí como esta se infló y empezó a disparar leche, que me tomé saboreando el sabor de mi Manuel.
Su semen era espeso y salado, terminó de eyacular en mi boca y entonces me levanté y con un pañuelo limpié su verga y me fui a acostar con ese sabor en mis labios.
Observaba a Manuel profundamente dormido roncando como todo un macho y con una cara de placer, aunque él no se acordara esa noche me había desvirgado la boca.
Al día siguiente, Manuel se levantó con resaca y lo único que comentó es que había dormido como un bebé y se sentía súper satisfecho como si se hubiera deslechado en un buen culo, pero eso fue solo un sueño erótico me confesó, yo solo sonreí.
Manuel se fue esa tarde y tal como había dicho regresaba cada fin de semana para descansar del cuartel.
Yo lo esperaba con ilusión cada semana pensando que esta vez sí me hablaría de amor pero nada ocurría hasta que una noche me confesó que tenía una novia, mi corazón se hizo pedazos, me reclamé por ser tan tonto, por haberme guardado para alguien que se olvidó de mí, pero no volvería a pasarme, estaba tan decepcionado que decidí entregarme al primero que me lo pidiera y un domingo que estábamos solos en la casa Manuel y yo, salí por un refresco a la tienda y de regreso, Sergio el mecánico volvió con sus insinuaciones y me dijo: por qué te haces el difícil.
Ese culito que tienes es para que lo gocemos, porque no me lo prestas un día.
Sus palabras morbosas me revolvieron el estómago pero estaba tan herido que ni yo mismo supe cómo contesté: pues solo dime cuándo y te lo presto.
Los ojos de Sergio brillaron y me arrinconó en la pared: pues ahorita mismo chiquito, el taller está solo, entremos y entrégame tu culo.
Mi corazón se agitó y le dije: por favor Sergio ahora no puedo.
Sergio bajó su mano a mi trasero y dijo: entonces hoy en la noche, ven para que follemos bien sabroso, te haré sentir lo que ningún otro cabrón te ha hecho sentir.
Cristian: está bien pero ahora suéltame.
Me separé de él aunque intentó besarme pero lo esquivé y me fui.
Sergio: te voy a estar esperando, la vamos a pasar muy rico.
Agitado, entré a mi casa y vi que Manuel estaba en el recibidor, solo tenía pantalón, no tenía camisa por el calor y su rostro mostraba molestia.
Manuel: por qué tardaste tanto?
Cristian: fui a la tienda por el refresco para que comamos.
Manuel: sí y te entretuviste platicando con él mecánico sucio ese verdad?
Manuel me había visto, a Sergio y a mí, pero por qué se molestaba.
Cristian: sí estaba platicando con él, es mi amigo.
Manuel: y todos tus amigos te arrinconan como él lo hizo, a todos les das lugar para que te metan la mano.
Cristian: oye tú no tienes por qué hablarme así, ya soy un adulto y yo hago lo que quiero y con quién quiera.
Manuel se acercó muy enojado y me apresó en la puerta con sus brazos y mirándome a los ojos me dijo: eres un mentiroso, no cumpliste tu promesa, no te cuidaste para mí.
La promesa, finalmente Manuel la mencionaba, sí se acordaba de ella, pero por qué no la había pronunciado antes, a qué estaba jugando.
Cristian: Manuel yo.
Manuel: te entregaste primero a otro hombre y no a mí??
Cristian: por qué me dices todo esto? cuando tú ya tienes novia y te olvidaste también de tu promesa.
Yo no la he olvidado gritó.
Cristian: entonces porque desde que volviste no me has dicho nada, sabes cuánto he sufrido por ti.
Manuel: no he dicho nada por nuestros padres, ellos sufrirían si tú y yo.
Manuel: a mí no me importan ellos, solo me importas tú y yo, nadie tiene por qué saberlo.
Manuel: estarías dispuesto a algo así.
Cristian: sí
Manuel: entonces por qué hablabas con ese tipo por qué?
Cristian: por decepción porque pensaba que tú te habías olvidado de mí, pero yo al único que quiero y que he esperado siempre es a ti.
Manuel: me has esperado?
Cristian: sí Manuel, como te prometí me he guardado solo para ti.
Manuel: me juras que es verdad.
Cristian: te lo juro.
Y entonces Manuel me besó en los labios dándome el beso más apasionado, sintiendo como su lengua traspasaba mis labios y se adueñaba de mi ser, el beso más esperado y soñado, él me arrinconó en la puerta, seguía besándome y sentí el contacto con su piel, pude sentir sobre su pantalón como su verga despertaba y cuando bajó su mano para tocarme la nalga, separó sus labios y me dijo.
Manuel: vamos a comprobar si es cierto lo que dices.
Manuel me tomó por las nalgas y me cargó como si fuera su novia, yo ya sabía lo que pasaría, subió las escaleras conmigo en brazos y seguía besándome.
De una patada abrió la puerta de nuestro cuarto y con delicadeza me depositó en la cama.
Él se desabrochó el pantalón, se bajó el sierre y se quitó toda la ropa incluyendo el bóxer, quedando frente a mí completamente desnudo.
Era todo un hombre bien desarrollado, sentí vibrar mi culo al verlo así y observé su verga que ya estaba en todo su esplendor listo para entrar en mí.
Se subió a la cama y comenzó a besarme nuevamente en el rostro y cuello, al tiempo que con sus manos me desvestía, la ropa me estorbaba y luego de desnudarme por completo, él me dijo: estás mejor de lo que imaginaba.
Cristian: me he cuidado para ti.
Los ojos de Manuel brillaron y tras otro beso, me volteó en la cama y me susurró: tienes el mejor culo que he visto.
Voy a comprobar que te has guardado para mí.
Un escalofrío recorrió mi espalda cuando sentí como sus manos grandes apretaban mis nalgas para abrirlas y con su dedo empezó a esculcar en mi interior.
Dí un salto y gemido de dolor ante el intruso en mi recto.
Por el espejo del cuarto vi la sonrisa triunfal de mi hermanastro que comprobaba que yo estaba 100 por ciento cerrado, totalmente virgen.
Manuel susurró: me dijiste la verdad.
Voy a ser el primero y único en tu vida.
Cristian: sí mi amor.
He esperado años por ti.
Manuel: y ahora no te voy a decepcionar.
Manuel metió un segundo dedo en mi cavidad anal y como si fueran tijeras sus dedos intentaban ampliar mi estrechez.
Manuel: tengo que prepararte bien, porque mi verga te va romper de lo estrecho que estás.
Cristian: lo que tú digas amor, tú sabes lo que debes hacer.
Manuel me atrajo hacia él y me besó, sacó sus dedos de mi entrada y me dijo: quiero que te sientes en mi verga, así te dolerá menos.
Yo me sonrojé pues no sabía cómo hacerlo, pero él se sentó en la cama con su mástil parado para mí.
Estaba de espaldas cuando me iba a sentar en su verga, pero me detuvo y dijo: siéntate de frente, quiero ver tu cara cuando entre en ti.
Obedecí y me acomodé de frente en cuclillas para sentarme en la verga, tenía miedo, pero Manuel me dijo: despacio y ábrete las nalgas lo más que puedas.
Solo asentí con la cabeza y empecé a descender sintiendo como el palo de mi macho quedaba justo en la entrada de mi ano.
Vi que era muy larga y cabezona, respiré hondo y empecé a sentarme, Manuel detenía la base de su verga erecta y yo intenté a esforzarme para que entrara pero la cabeza era demasiado grande y yo muy cerrado.
Cristian: no puedo, no va entrar.
Manuel: ábrete más bebé.
Entrégate a mí.
Solo así serás mi mujer y yo tu macho.
Las palabras de Manuel me excitaban y producían un efecto dilatador en mi ano, que empezó a ceder a la presión y la cabezota entraba poco a poco, mi cara empezó a expresar dolor, mientras que Manuel sentía el mayor de los placeres, su verga estaba rompiendo un culito virgen.
Manuel: puta madre qué placer.
Desde niños quería tenerte así, bien ensartado.
La cabeza de la verga entró y con esfuerzo seguí bajando sintiendo como los pliegues de mi ano se rompían dando paso al intruso de carne.
La mitad ya estaba dentro y el dolor era enorme.
Cristian: me duele demasiado.
Manuel: aguanta, así tiene que ser, después gozarás.
Cristian: no puedo bajar más, no me cabe, es muy grande.
Manuel: estás muy estrecho pero te la vas a comer entera.
Manuel movió sus caderas y dando un impulso desde abajo incrustó el resto de su verga en mi culo que se abrió a la fuerza, mientras yo di un grito de dolor pues sentía que me partían por la mitad y que la verga me iba salir por la boca.
Comencé a llorar y Manuel me besó en la boca y mirándome a los ojos me dijo: ya eres mío.
Rodeé su cuello con mis manos y me aferré a él, estaba completamente ensartado por mi macho, en ese momento renunciaba a mi hombría y le cedía el poder a mi penetrador, ya era su hembra y cuando después de unos minutos él me levantó para salir de mi por un momento, pude ver como mi culo chorreaba sangre y había manchando la verga de Manuel que me dijo: ya te desfloré, tu culo me pertenece.
Manuel me acostó boca arriba y él se puso sobre mí, su rostro ya no era tierno sino salvaje y varonil, me abrió las piernas y sin más me penetró duramente comenzando el mete y saca.
Yo abrí los ojos completamente y empecé a gemir como perra en celo.
Cristian: oh Manuel, mi Manuel, ah ah ah, por fin estás dentro de mí.
Manuel solo me veía a los ojos mientras rompía todo mi culo sin piedad con embestidas fuerte y seguidas.
mis manos se aferraban a las sábanas, pues sentía que la fuerza de las penetraciones me tirarían al suelo.
Manuel no dejaba de besarme, chuparme y lamerme, mientras que yo respondía mordiéndole su fuertes brazo y abrazándolo con mis piernas.
Manuel: cómo pudiste aguantar tanto tiempo virgen si eres caliente como el fuego?
Cristian: ah ah ah.
solo por ti, porque te amo solo a ti.
Manuel: lo sé, porque me has entregado lo más valioso que podías darme, tu primera vez.
Él aceleró las embestidas y yo gritaba del placer, la habitación olía a sexo y al alzar la vista pude ver en el espejo la imagen más excitante, yo de piernas abiertas siendo ensartado por mi macho, poseído por el hombre que amaba desde niño.
empecé a contraer mi ano provocándole mayor placer a Manuel.
Manuel: me aprietas chingón.
no aguanto más, voy a correrme.
quieres que te preñe el culo o quieres probarla?
Cristian: préñame el culo Manuel, que ya probé tu leche.
Manuel detuvo las embestidas y me vio fijamente.
Cristian: sí Manuel, la otra noche mientras dormías yo.
Manuel: jajajaja, entonces no fue un pinche sueño, era verdad, me mamaste la verga?
Sonrojado le dije: Sí
Manuel siguió penetrándome: con razón me sentí tan chingón al otro día.
es la mejor mamada que me han dado.
Cristian: y eso que fue la primera vez que lo hago.
Manuel: voy hacerte una puta profesional, mi puta.
Mi macho aceleró aún más sus penetraciones y yo grité más fuerte cuando comencé a eyacular manchando el abdomen de mi hermanastro, en ese momento también sentí como se inflaba la verga de Manuel dentro de mí solo para empezar a tirar lechazos que bañaban mis intestinos, el semen era abundante y observaba la cara de mi marido lleno de placer deslechándose dentro de su hembra.
Se tumbó sobre mí y siguió besándome el rostro, seguíamos pegados por nuestra intimidad aunque sentía que ya no sacaba leche.
así estuvimos como diez minutos, hasta que él se incorporó y salió de mí dejando un vacío enorme y mi culo latiendo y escurriendo sangre y semen.
él me jaló hacia sí posesivamente y comenzó a acariciar mi cabello.
yo le vi su rostro y no pude evitar preguntar.
Cristian: Manuel, tú has estado con otros maricas?
Manuel: sí, pero con ninguno he gozado tanto como contigo.
A pesar de sus palabras, me sentí decepcionado, yo me conservé virgen y le entregue mi virginidad mientras él se acostaba con otros.
como si oyera mis pensamientos Manuel me abrazó con sus piernas.
Manuel: entiende bebé.
los machos somos más calientes y necesitamos desfogarnos, pero contigo no necesito a nadie más.
Él me besó y yo no pude evitar derretirme por sus palabras.
Manuel: solo algo más, yo solo puedo venir los fines de semana, por eso debes prometerme que en mi ausencia te darás a respetar y no hablarás con ningún otro hombre, no te quiero ver cerca de ese mecánico, promete que me vas a respetar como tu marido.
Cristian: sí mi amor, te lo prometo.
Manuel: no soportaría saber que has sido de otro y no te perdonaría el que abrieras las piernas para alguien que no sea yo.
Aunque sonaba machista e injusto, me gustaba la posesividad con que Manuel me trataba, me hacía sentir de su propiedad y yo ya tenía un verdadero macho para satisfacerme.
y así fue por muchas semanas, vivía los días más felices de mi vida.
cada sábado Manuel regresaba del cuartel y me tomaba como la primera vez.
siempre venía cargado de leche y mi culo sufría sus abstinencias semanales.
me daba por el culo con tanta rabia que me dejaba cojo todos los domingos.
nuestros padres no sospechaban nada y aunque a sus ojos eramos solo hermanastros, en nuestro cuarto éramos marido y mujer.
Yo lo extrañaba toda la semana y para evitar caer en rutinas empecé a idear cosas nuevas, fue así que un día fui de compras y vi un bonito negligé rojo, me lo probé y pude ver mi figura, sentía que mi cuerpo estaba cambiando desde que me entregue a Manuel, mis caderas estaban más amplias, no pude evitar sonreir al pensar que él me estaba moldeando el cuerpo con tantas cogidas que me daba, este sábado lo sorprendería, viendo esa lencería fina se me fue la hora y tras comprar el negligé salí rumbo a mi casa feliz por ver la cara que mi Manuel pondría al verme así, sabía que le gustaría porque me lo había insinuado y yo cumpliría su fantasía, me imaginaba la follada que me daría dejándome el culo más abierto.
era jueves y faltabas dos días para su llegada.
Caminaba de noche hundido en mis pensamientos y con mi bolsa sin darme cuenta que en la banqueta estaba Sergio, como siempre sucio y bebiendo cerveza.
intenté caminar más rápido, pero me salió al paso bloqueando y medio tambaleándose me dijo: qué pasó primor, por qué ya no veniste ese día? me quede esperándote con los huevos bien cargados.
Cristian: déjame pasar por favor, no quiero hablar contigo.
Sergio: y eso por qué, el otro día me dejaste caliente y ahora no quieres ni hablar.
Cristian: lo del otro día fue un error, déjame pasar.
Sergio me tomó de los brazos apretándome fuerte y haciéndome tirar la bolsa que había comprado.
Sergio: te portas así porque ya tienes marido verdad perra?
Cristian: suéltame quién te crees para tratarme así.
Sergio: te aseguro que el cabrón que te está cogiendo no tiene la verga tan grande como la mía.
Cristian: dije que me sueltes.
Y para liberarme le di una bofetada que lo aturdió, intenté huir, pero furioso Sergio me agarró del cabello y me dijo: ya me cansé puta, ahora vas a conocer a un macho de verdad.
Quise gritar, pero con una mano me jaló del cabello y con la otra me tapó la boca silenciando mis gritos, así me arrastro adentro de su taller, mientras en la banqueta quedaron la bolsa con mi negligé y las cervezas vacías de Sergio.
Cuando él me llevaba arrastrando pude sentir el olor que desprendía y era mezcla de sudor y grasa, seguramente había estado trabajando y no se había bañado.
me arrojó dentro del taller y cerró la puerta con llave.
yo supliqué: por favor déjame ir.
Sergio: ni madres, hoy te parto el culo putito, no sabes cuántas ganas te tengo desde que te conozco.
Intenté correr, pero Sergio me aprisionó en sus brazos y comenzó a besarme aunque yo me negaba, pero él me obligaba a recibir su boca en mis labios.
comencé a llorar de la frustración, de ser tan débil que no podía defenderme.
Sergio: no llores si te va gustar.
Cristian: por favor no, yo amo a otro hombre, es mi marido.
Sergio: te refieres al soldadito ese que viene todos los sábados verdad?
Cómo podía saberlo, acaso nos había visto, me pregunté en mi mente.
Sergio: por tu cara compruebo que es así.
si ya decía yo que todos los domingos pasabas por aquí con una cara de satisfacción.
cómo no, si ya estabas bien cogida, pero mañana te vas a levantas más alegre, te lo aseguro.
Sergio me arrinconó en un carro que estaba en reparación dentro del taller y luego de manosear mis nalgas me dijo: quiero que me mames la verga.
Abrí los ojos más y le supliqué que parara, por respuesta recibí una cahetada y me puso de rodillas, mientras él quedó de pie.
Sergio: ahí es tu lugar perra, hincada ante mí.
Sergio se desabrochó su pantalón sucio de mezclilla y se lo bajó hasta las rodillas quitándose también el bóxer y ahí estaba su verga que saltó asustándome por lo que veía.
era una verga enorme, de igual tamaño que la de Manuel, pero esta era más oscura, más cabezona y el doble de gruesa.
sentí terror de pensar que eso pudiera entrar en mí.
Sergio: te gusta? verdad que no habías visto una igual, todas las que me cojo dicen que soy super dotado, jajajaja
El olor de su verga me daba asco, olía a sucio, a orines como todo él, y de pronto empezó a cachetearme con su verga.
Sergio: cométela.
No le hice caso y cerré más mi boca.
Sergio: si te gusta duro así será.
El maldito me agarró fuerte del pelo obligándome a gritar y cuando abrí mi boca, aprovechó para enterrarme su miembro que casi me hace vomitar, pero me obligó a tenerlo dentro de mi boca.
mis lágrimas salían al tenerlo dentro de mi boca, solo había chupado la verga de mi Manuel, que sabía a limpio, este era sucio y me provocaba arcadas.
Sergio: tragátela entera.
Sentía mi boca llena por el miembro de Sergio, como tocaba con su sexo mi garganta llegando a los más profundo de mi ser, sentía que jamás podría quitarme el sabor de él aunque me lavara la boca mil veces.
Sergio: chúpame las bolas.
Sergio metía su verga muy fuerte dentro de mi boca mientras yo lloraba, pero cansado de sus humillaciones, recordé que le había prometido a mi Manuel cuidarme solo para él, por lo que defendería mi dignidad y sin más mordí la verga del mecánico que pegó un grito de dolor, sacando su pene de mi boca.
Sergio: qué pendejo eres.
te voy a dar tu merecido por puta.
Me dio tres bofetadas en la cara y cuando me levantó me dio un golpe en el estómago que me sacó el aire, yo no podía hacer nada, nunca había peleado con nadie y el salvaje que me pegaba estaba acostumbrado a vivir en la calle.
Sergio: hasta la peda se me bajó con tu mordida, pero ahorita de voy hacer gritar de dolor a ti también.
Sin reponerme de los golpes, sentí como Sergio me arrancó la camisa y me arrastró.
abrió la puerta trasera del auto en reparación y me aventó a la silla trasera.
después me quitó el pantalón y la ropa interior quedando desnudo.
El maldito se relamió los labios y dijo: menudo banquete me voy a dar contigo.
Vi como se quitó la playera sucia y terminó de sacarse los pantalones y el bóxer quedando también desnudo frente a mí, que lo veía con terror principalmente por su gran verga aunque él se veía fornido, peludo y sensual.
se metió dentro del carro sobre mí y me abrió las piernas para echárselas al hombro, agarrándose la verga y posicionándola en mi agujero.
Sergio: ahora sí putito, vas a sentir a un macho de verdad.
Cerré mis ojos, no había nada que pudiera hacer, mi destino estaba marcado, cuando me había resignado, escuché como se abrió la puerta del taller mecánico y alguien entró.
mi corazón brincó, pues pensé que me había salvado.
Sergio: puta madre, quién es?.
ah eres tú Pepe.
Pepe era el chalán de Sergio en el taller, lo había visto varias veces y al igual que su jefe me molestaba.
Pepe se acercó y vio la escena, dentro del carro Sergio estaba desnudo sobre mí listo para enterrarme su verga, mientras yo estaba desnudo abierto de piernas.
Pepe: qué puta estás haciendo Sergio?
Sergio: estoy a punto de comerme un buen culo.
vete rápido de aquí.
sabes que no me gusta que me molesten cuando estoy con un culo.
Al escuchar las palabras de Sergio, pude entender que no era yo el primero al que sometía en ese taller.
Pepe: descuida solo vine por unas llaves.
Sergio: pues ya, agárralas y vete cabrón.
Intenté pedir ayuda y levantando mi cabeza supliqué: por favor ayúdame yo no quiero esto.
Sergio: lo oyes cabrón.
todos dicen lo mismo y luego regresan para que me los siga chingando, jajajaja
Pepe: de plano tú nunca vas a cambiar cabrón.
termina de gozarte al putito.
Y Pepe salió del lugar y en el preciso instante que cerró la puerta del taller, ese fue el momento en que Sergio aprovechó para enterrarme su verga.
Cristian: nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Dí el grito más fuerte de mi vida, sentí como la gruesa verga de Sergio rompía aún más mi culo provacándome más dolor que cuando perdí mi virginidad.
Sergio empujando su verga en mí dijo: grita todo lo que quieras, nadie te va escuchar, los vecinos de al lado no están y del otro lado solo es terreno baldío, jajajaja.
Al maldito le estaba saliendo todo perfecto, como si hubiera planeado mi violación, y yo seguía luchando apretando mi ano para que él no entrará del todo en mí.
Cristian: sácala por favor, es demasiado grande, me vas a matar.
Sergio: sí, me encanta eso que dices me excitas más.
Los putos como tú están hechos para vergas como la mía, jajajaja
Y la presión de la espada de Sergio no dio tregua y con dos empujones más se fue hasta dentro de mí, chocando sus huevos con mis nalgas.
Sergio: aunque ya estabas abierto me costó entrar por el tamaño de mi verga, pero ya te ensarté todo.
ahora vas a olvidar a tu soldadito y solo te acordarás de mí.
Aunque el dolor en mi ano era intenso, tanto o más que mi primera vez, no podía olvidar a Manuel, mi Manuel, cómo podría verle a la cara sabiendo que otro hombre me había penetrado, yo le había prometido cuidarme y él dijo que no me perdonaría si otro macho me follaba y ahí estaba yo ensartado por el mecánico.
Sergio: qué rico me aprietas la verga.
tienes muy buen culo, grita más que eso me excita.
Sergio empezó el mete y saca de su verga y yo gritaba por el dolor en cada metida que se hacía más profunda.
sentía como todo el carro en el que estábamos temblaba por los movimientos de mi violador.
el sudor de él se hizo más fuerte y sentí ese aroma que me desagradaba.
los cristales del auto se empañaron y yo me aferraba a la silla mientras mi cabeza chocaba con la otra puerta.
Con mis manos intenté detener las embestidas de Sergio, pero él me puso las manos sobre la cabeza y siguió violándome.
veía el rostro desfigurado de placer de mi violador que no quitaba su mirada de mí y sonreía con una mezcla de cinismo y triunfo.
Sergio: a huevo, tu culo está hecho para mi verga, me aprietas chingón.
aunque tengas marido, tu culo me pertenece.
Esas palabras me herían, se supone que yo solo debía pertenecerle a Manuel, así lo soñé desde niño y la realidad ya era otra, mi culo estaba probando otra verga.
Sergio acelerando sus embestidas: quiero que te duela para que nunca me olvides.
Cristian: ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhgggggggggggggg.
De pronto, Sergio detuvo sus embestidas y creí que todo había terminado, pero no, sacó su verga de mi culo, dejándolo más abierto.
salió del carro y me jaló con él.
me paró frente a la cajuela del auto y se puso detrás de mí, ensartando su monstruo nuevamente en mi adolorido trasero.
Sergio: vamos por el segundo round, jajaja
Mordí mis labios para no gritar tan fuerte, pues eso le daba más placer al mecánico, pero este comenzó a morderme el cuello y eso provocó en mí una erección, luego sentí como Sergio encontró mi próstata y empezó a estimularla con su verga.
Sergio: no mames que rico aprietas.
me hubiera encantado desflorarte primero y no ese pendejo.
Al escuchar eso, pensé en lo bello de haberme entregado primero a Manuel y solo pude murmurar: Manuel, mi Manuel, te amo.
Sergio: lo amas? pero mírate estás aquí siendo ensartado por mí, jajajaja.
Con más odio, Sergio se clavaba en mí queriendo que mi dolor fuera mayor.
yo no me perdonaría sentir cierto placer en esa violación y fue cuando volví a sentir el cuerpo pegado y sudoroso de Sergio así como su olor cuando eyaculé manchando la cajuela del auto y desfalleciendo sobre ella.
Sergio: ya te corriste? ah chingar y yo apenas voy por la mitad de la faena.
Tenía razón, aparte de vergón, Sergio aguantaba demasiado en el sexo, desafortunadamente para mí.
me levantó como muñeca de trapo, me subió a la cajuela y él se subió sobre mí para seguirme penetrando.
yo solo me dejaba hacer.
De pronto, Sergio empezó a temblar y me percaté que estaba por correrse, entonces le pedí: por favor no te vengas dentro de mí.
Sergio: piensas que así guardarás algo para tu marido verdad?.
pero ya te lo dije, tu culo es mío ahora y voy a dejar mi firma donde no podrás sacártela nunca.
Cristian llorando: noooo, sí lo haces también seré tuyo para siempre.
Sergio dio un grito de placer y dijo: ya lo ereeeeesssss
Sentí como la verga de Sergio empezó a disparar leche bañando mis intentinos que solo había recibido la simiente de mi Manuel.
ya estaba marcado por otro hombre, mientras su semen salía, vi a Sergio reír victorioso, había ganado tomando el cuerpo que pertenecía a otro hombre marcándolo también como suyo.
Finalmente, Sergio se levantó y salió de mí dejándome el culo dilatado, latiendo y sacando leche.
el mecánico se acercó a mí y dijo: la mejor cogida de mi vida, que culo tienes.
Intenté levantarme de la cajuela, pero mi cuerpo no respondía, estaba demasiado adolorido.
Sergio aún desnudo prendió un cigarro y dijo: puedes irte cuando quieras, pero una cosa te advierto, esto se va seguir repitiendo cuando yo quiera, tendrás que darme el culo siempre que te lo pida o tu soldadito se va enterar que ya fuiste mi mujer.
Cristian: no por favor, no le digas nada, él no puede saberlo.
Sergio: pues ya sabes qué tienes que hacer para que guarde el secreto, ser mi puto cuando yo quiera.
Como pude, salí del taller y llegué a mi casa, me acosté en mi cuarto y en la cama lloré recordando como Manuel me había desflorado ahí mismo, pero ahora esas imágenes estaban empañadas por la violación sádica de Sergio.
no tenía otra opción tendría que hacer lo que ese maldito me pedía para continuar con mi Manuel o él no me perdonaría nunca.
El sábado lo recibiría pero con un culo que ya había sido violado por otro macho, pero no diría nada, defendería mi amor por él aunque para ello tendría que seguir permitiendo que Sergio me violara.
Me resigné a que con mi Manuel haría el amor mientras que con el mecánico solo sería sexo desenfrenado, esa sería mi vida desde ahora.
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