La querida Pirucha
Emilio nos había dado la primera lección de educación sexual y nos explicó como se coge a los hombres. Su relato me dejó muy caliente….
EMILIO
Recuerdo el primer día de clases que recibimos la primera lección de educación sexual. El sistema educativo vino a incorporarla con décadas de retraso y limitándose a los órganos sexuales y el aparato reproductivo. El currículum oculto iba lejos ya en la escuela nuestros compañeros nos abrieron los ojos (expresión que significa que dejaste de creer en el mito de la cigüeña y la procedencia parisina de los bebés).
El maestro de aquella lección fue Emilio. Un chico que provenía de la parte alta de la ciudad, aunque no necesariamente de la sociedad. Su padre manejaba un destartalado camión que utilizaba en fletes. En el primer recreo y mientras otros jugaban a la pelota, un grupo rodeó a Emilio. Ahí supe todo lo que había que saber respecto del sexo y que después aplicaría en mi propia práctica. La ocasión se presentaría muy luego.
Estuve pensando en la clase de educación sexual de Emilio. La verdad es que no representaba mucha novedad para mí que ya había leído algunos temas. Pero algo me daba vueltas en la charla del chico: “A los hombres también se los culean. Sí, por el poto…” Eso último me asaltaba. Había sentido una excitación rara cuando mencionó cómo se comportaban los homosexuales masculinos. Rara porque, en vez de producírseme una erección, sentí palpitaciones y calorcillo en…el ano.
Ya más avanzada la cosa fantaseaba con que era Emilio quien se encargaba de satisfacer mi ferviente deseo. La situación se hizo aún más urgente cuando en el tenor de una lectura, aparecía una historia. En un momento de la clase, pasó Emilio por mi lado y me dijo en el oído: “Mi querida Pirucha”. En un principio, pensé enfrentarlo, pero después pensé que si se lo decía al curso, el apodo quedaría adherido eternamente, como siempre ocurre con esa forma de agresión verbal.
Después lo recurrente era volver a experimentar esa suerte de calentura cuando me identificaba con el título de la lección. “Emilio quiere algo conmigo”- me repetía y miles de planes para lograr ese objetivo se me presentaban y cada uno era desechado. Aunque la cachondez me obligaba a diseñar otro plan.
Como los recreos de la escuela eran prolongados, aprovechábamos de jugar en todos los rincones del patio. Y los baños se ocupaban casi al final. Puse en práctica unos de esos planes. Mi plan era el más práctico. En la puerta de la sala, le susurré al oído cuando pasó Emilio: “La querida Pirucha te espera en el baño. Te conviene”.
Me fui corriendo y me metí en la última cabina y esperé. A los pocos instantes, sentí que llegaba Emilio.
-Acá. -le dije abriendo la puerta.
“-Ah, bueno¿y para qué me quieres?
-Quiero ser tu querida Pirucha.- Dije y me bajé los pantalones y les mostré mi culo, pálido con un botón rosado en el medio que palpitaba.
-Pero, quiero algo antes de metérmelo.
-¿Qué sería? Pregintó intrigado.
-¡Méame. Méame el hoyo!
Sorprendido ingresó a la cabina, cerró la puerta. Sacó su pichula. La movió un poco. Dejó el glande a la vista y me dirigió un caliente y potente chorro de orina. La sensación fue extrema.
Sin poder contenerme más les dije:
-“¡Méteme el chuto. Culéate a tu querida Pirucha!”. Sin más preámbulo, sentí como ingresaba esa mole de carne dura y caliente que deseaba tanto.
–“Toma mi callampa, puta culiá”.
Eso fue lo más excitante y esas palabras me hicieron soñar miles de aventuras de encuentros sucios y morbosos mientras me culiaba. Eran fantasías que pensaba irrealizables. Ahora, enculado a tope, sentía que cada uno de aquellos impuros sueños eran posibles.
El cura había hecho bien su trabajo. Abrirme el mundo oscuro del paraíso prohibido. Pero esa historia la relataré en otra ocasión, si es que hay interés de leerla.
Mi esfínter se abrió después de ser violentamente atacado y ese dolor intenso se transformaba en un placer increíble.
Emilio, después de acabar en mi culo, se cerró el pantalón y se marchó. No sin antes darme una palmada que me marcó el cachete con sus ásperos dedos.
-«¡Estái buena, putita Pirucha!
Quedé con el poto abierto y chorreante de orina y semen. Una sonrisa imposible de contener se negaba a desaparecer de mi cara.
Pirucha, la putita o putito. Me quedó dando vueltas en la cabeza. Un par de ideas se me ocurrieron para hacer realidad esa calentura que ardía en mi interior del…culo. Si desean conocerlas, no duden en contactarme.
sigue contando mas buen relato amigo… 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉
Gracias por tu comentario, Alex. Me motiva a seguir contando lo que sucedió en mis tiempos de colegio. La base es real y solo he adecuado aspectos estéticos del relato. Lo cuento porque me vuelvo a excitar y no puedo dejar de mastrurbarme.
Queridos lectores: reviviremos juntos los momentos pasados ligados al presente para reanimar la llama de la lujuria y el sexo entre varones. A esa nueva línea narrativa la he titulado como devaneos de Pirucha y aparece el primer relato pero sin mi autoría. Besitos😘
¡Eres de Chile! No me cabe duda, pues «Chuto»no se si se usa en otros paises y otras palabritas que son típicos de nuestro país. Bien por eso. Te tengo anotado dentro de mi escritores favoritos y no tenia claro porque. Pero ahora lo se. primero porque eres Chileno y segundo porque eres gay y tus relatos van en esa linea. Excelente 1er relato. Empezamos bien.me queda un largo camino que recorrer contigo.5 estrellas de evaluación.
Si es chileno es bueno y si es maraca y escribe triplemente caliente. Siempre supe que el sexo más ardiente se da entre hombres.
Culiar entre hombres es un experiencia total de lujuria y sexo.
Gracias, amigo por reconocernos a la cofradía de.maricautores de relatos. No esforzarnos en superar tus expectativas.