La vida… (15)
La creación del Dr. Frankestein era un monstruo, pero sus partes antes fueron humanas y en su forma seguía la estructura que esas partes requerían. Así son los relatos; no mera ficción, sino retazos de realidades escondidas tras el cambio de nombres, lugares y momentos; un collage que las disimula…
*
*
***************************************
Este relato es solo una parte de una historia mayor. Si no ha leído las partes anteriores a esta, y le interesa mantener la secuencia cronológica y la integridad de la historia, puede buscar la primera parte (https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/la-vida-1/) en mi perfil, y comenzar desde allí. Consta de 27 partes, de diferente extensión.
***************************************
*
*
(15ta. parte)
Joaco no pudo retener la impaciencia de Pedro (si es que lo intentó) y este estuvo a nuestro lado dos o tres minutos después. Nos miró a ambos, tendidos todavía uno sobre el otro, y dijo con tono sorprendido “¡Parece que se cansaron mucho, che!”. Juanjo fue el primero que le respondió “¡No sabés lo que fue…! ¡¡Nunca pensé que Beto me iba a coger así..!!”. Pedro abrió grandes su ojos, sorprendido y supongo que tratando de imaginar como lo había cogido si siempre había estado boca abajo con el otro arriba. “¡¡¿Beto te cogió?!!”, no pudo seguir disimulando su pasmo. “¡¡Uhhh, y no sabés comoo…!!” Continuó Juanjo, para recién explicar algo al agregar “¡¡Nunca se me ocurrió que se podía ordeñar una pija así con el culo…!! ¡Me la dejó destruida! Me siento como si me hubiera hecho diez pajas seguidas…”, exageró. “¡Ahhhh, no te estaba entendiendo!” dijo Pedro mirándome ahora a mi, que debo haber tenido el mismo aspecto de Juanjo, por como me sentía. Evidentemente su interés no estaba puesto en seguir con el tema, porque me encaró derechito al punto “¿Te cojo, Beto?”. No pensaba darme más descanso. “Bueno” suspiré. Juanjo notó su apuro, y salió de arriba mío sin más, y luego de toquetearme un poco las nalgas al pasar, me guiñó un ojo y se alejó sin agregar nada.
En cuanto vio el lugar libre, él se ubicó a mis espaldas silenciosamente. Me quedé esperando alguna pregunta o indicación de su parte, pero no llegó; directamente se recostó sobre mi y comenzó a tratar de introducirme su pija, tanteando entre mis nalgas. Después de algunos intentos fallidos en completo silencio, me dispuse a colaborar sin interrumpirlo. Llevé mis manos a mis nalgas y las abrí, luego de esto puse mi atención en ubicar donde me tocaba la punta de su pija y traté de llevar mi culo hacía esos lugares. Levantaba mi cola, acercándola hacia él, hasta que su miembro y mi agujero se encontraron e hicieron contacto. Creo que sintió que la resistencia allí cedía ante él, porque continuó empujando con más fuerza y consiguió penetrarme. Siempre en un silencio solo alterado por el sonido de nuestras respiraciones, se acomodó sobre mi hasta lograr situarse a gusto e inició sus movimientos de inmediato.
Pedro no me dio motivos de distracción mientras me cogía, lo cual me llevó a entretenerme solo en atender a lo que él me estaba haciendo. Sentía mi culo flojo y, siendo su pija la más chica de las que me habían tocado, no me causaba dolor; solo sentía un ardor que, de haber sido él tan conversador como los anteriores, tal vez no hubiera siquiera tomado en cuenta. Sus movimientos eran rápidos y me parecían un poco desordenados, ¿No será la primera vez que coge? pensé. Pero yo tenía cero experiencia en el tema como para determinar algo. Aunque la estaba adquiriendo a una velocidad que jamás hubiera imaginado hasta esa tarde.
Había encontrado un contrincante que al igual que Javi, realmente “me cogía”, porque mi participación una vez me penetró se limitó a estar allí, sirviendo de “vaina para su sable”. El coro de jadeos y gruñidos corrió casi totalmente por su cuenta, porque mi respiración no se veía necesitada de acusar esfuerzos que yo realizara; solo algún que otro “Ahhhh” o “Mmhhmm” cuando el daba algún pijazo bastante más fuerte que los otros.
No tardó mucho en acelerar su bombeo al máximo unos momentos, pegarse a mi jadeando y acabar dentro mio. Y, sinceramente, confieso que yo no había pensado en ningún momento en que cada uno de ellos estaba dejando su semen dentro mio. Yació unos momentos sobre mi, luego de lo cual movió sus caderas y sacó su pija aun semi parada de mi; dijo “Terminé…” con una sonrisa desorientada, se puso de pie y se fue de mi lado.
En cuanto quedé solo Joaco se aproximó y preguntó “¿Estás cansado?”, sonriéndome. No sabía como sentirme respecto a él, por lo que me limité a contestar “Sí, bastante…”. Seguía sonriéndome cuando dijo “Bueno, recóbrate un poco y parate, que tenés que lavarte”.
Javi, que había prestado atención a lo que hablábamos al parecer, exclamó “¡¿Para qué se va a lavar ahora?! ¡Démosle la segunda cogida y después se lava!”
Sentí un escalofrió de miedo al escucharlo lo que decía y su tono. ¿Me iban a coger otra vez? Hacia rato que había aceptado la idea de ser cogido por todos, hasta el punto que los gemelos me dieran las gracias por “dejarme” con ellos. Pero mi culo se apretó involuntariamente ante la perspectiva de pasar nuevamente por eso de inmediato.
Lo miré a Joaco en busca de ayuda, pero antes que pudiera completar el giro de mi cabeza sentí su respuesta “¡¿Qué segunda cogida, Javi?! ¡No hay ninguna segunda cogida!”
“¡¿Cómo que no?! ¿por qué no?” le retrucó Javi. “¡Recién son las cuatro! ¡Hay tiempo de sobra!”
“¿Y qué importa la hora?” lo cortó Joaco. “¡No lo vamos a coger más y se acabó!”
“¡¿Por qué?! ¿por qué vos lo decís?!” lo desafió el otro, dispuesto a no dejarse dominar.
“¡¡Sí, por que YO lo digo!!” marcó el límite Joaco y agregó “¡Ya se cumplió el acuerdo! ¡¿o te olvidaste de eso?!” lo increpó y se quedó mirándolo fijamente.
Javi quedó en silencio, con muy mal ceño pero como dudando. La discusión se había limitado a ellos dos unicamente, pero entonces Joaco la extendió a los otros; encarando a los gemelos, les preguntó ceñudo “¿Ustedes también quieren cogerlo de nuevo?”.
Sin dudar, uno de ellos respondió por los dos “Nosotros no. Ya lo cogimos una vez, el acuerdo está cumplido”, mirando a Javi.
Joaco encaró a Juanjo y Pedro “¿Y ustedes?”
Juanjo contestó precipitadamente “Por mi ya está. Lo cogí una vez, listo”.
Pedro se apresuró a sumarse “Para mi también ya está, Joaco”.
Este volvió la cabeza hacia Javi “¡¿Ves? Sos el único que no entiende! ¡¿Vas a seguir jodiendo con eso?!”
En minoría, Javi prefirió darse por vencido, pero sin darle la razón “Como quieran…”, cortó y se apartó al rincón del mate.
Joaco seguía con mala cara cuando me dijo “Vení Beto, tenés que lavarte” y me condujo hacia el baño. Mis piernas parecían fuera de control en esos instantes. Me costaba que ambas decidieran llevarme para el mismo lado. Dándose cuenta, Joaco me tomó de un brazo para ayudarme. No sabía que pensar acerca de él. Me había desvirgado sin lástima, pero ahora también me había defendido del otro. Y me pareció que estaba muy decidido a hacerlo hasta las últimas consecuencias. Ya en el baño, me señaló el inodoro diciéndome “Tratá de largar lo que tenés adentro, Betito. No tengas vergüenza”. ¿Vergüenza? Hacia bastante que estaba desnudo frente a todos ellos, él me había roto el culo frente a los otros cinco y luego me habían cogido uno tras otro con los demás mirando… ¿vergüenza?, no me quedaba nada ya…
Lo que no entendí fue lo que tenía que largar. Se lo pregunté, y calmadamente trato de explicarme “Tenés bastante leche nuestra adentro, Betito” comenzó. “Te la dejamos cuando te cogimos”. ¡Upsss! Recién entonces recordé aquello que le había visto escupir a la pija de mi hermano, una vez que lo espié mientras se bañaba.
“Como no te paraste después que acabábamos, te ha quedado toda adentro todavía. Pero va a querer salir en cualquier momento…” siguió instruyéndome. Ya más convencido, me senté en el inodoro tratando de expulsar algo, cosa que no logré en los primeros intentos Luego, repentinamente, salieron varios gases mezclados con heces batidas con leche. Sentí que mi cara ardía por la vergüenza (y eso que pensaba ya no tenerla) y tiré de la cadena apresuradamente. Joaco me miraba y reía un poco de mi envaramiento ante la situación.
“Vení Betito, vamos a limpiarte”me indicó. Me acerqué a él y entonces noté que se había preparado al menos un rato antes. Tenía agua caliente, jabón y una esponja, también un toallón, con sus años encima pero limpio. Me alzó sin dificultad, colocándome dentro del piletón que allí había, y empezó a quitarme la suciedad con la esponja mojada. En ese momento me di cuenta que desde mi zanja había corrido por mis piernas una buena parte de la saliva que me escupieran. Lo dejé hacer, mientras lo miraba tratando de comprenderlo. Cuando me pidió que me arrodillara, para poder lavarme bien el culo, aproveché “¿Me lo rompieron mucho, Joaco?” le pregunté. Sentí que inspeccionaba un poco el interior, obligándolo a abrirse usando sus dedos. Luego me consoló “No mucho, Betito. Lo normal nomas. No tenés ninguna lastimadura”. Pensando en que sería “lo normal” seguí “Me molesta algo. Lo siento como hinchado”. Me miró como con ¿tristeza, nuevamente? y me explicó “Te va a molestar por unos días, Betito… Te comiste seis cogidas al hilo, te quedó algo inflamado… pero nada grave, solo molesto. Podría ser mucho peor”.
En ese mismo memento sentí un retortijón en la panza, y exclamé “¡Tengo que ir al baño, me caagó!”.
Me bajó precipitadamente de la pileta y alcancé con lo justo a sentarme en el inodoro nuevamente. Un nuevo concierto de gases acompaño a lo que despedía, pero mi vergüenza volvía a estar en baja, así que solo me reí estúpidamente. Joaco colaboró acompañando mi risa.
(Continuará)
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!