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Gays

La vida… (21)

La creación del Dr. Frankestein era un monstruo, pero sus partes antes fueron humanas y en su forma seguía la estructura que esas partes requerían. Así son los relatos; no mera ficción, sino retazos de realidades escondidas tras el cambio de nombres, lugares y momentos; un collage que las disimula…
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Este relato es solo una parte de una historia mayor. Si no ha leído las partes anteriores a esta, y le interesa mantener la secuencia cronológica y la integridad de la historia, puede buscar la primera parte (https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/la-vida-1/) en mi perfil, y comenzar desde allí. Consta de 27 partes, de diferente extensión.

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(21ra. parte)

Él también estaba acomodando su ropa en una pila prolija, junto a la mía, por lo que desde mi posición pude mirar su espalda mientras acomodaba los pantalones. Y ver como, luego de hacerlo, también se quitó sus calzoncillos y los puso en la cima de la pila.

Sin decir nada se acostó a un costado, dejando un espacio pequeño pero suficiente entre nosotros como para no resultar invasivo. Me acerqué y recosté mi cabeza en su hombro, respondió pasando su brazo bajo mi cuerpo y abrazándome. Me acomodé mejor, apoyando mi cabeza sobre su pecho. Me encantaba sentir su calor y el ritmo de su respiración junto a mí. Me hacia cosquillas, yo respondía acariciando su piel con la punta de mis dedos, toda la situación me provocaba una sensación de bienestar muy gratificante.

Fui descendiendo a lo largo de su cuerpo en mis caricias, pero siempre esquivando tocar sus partes, tal como él estaba haciendo conmigo. Lentamente había ido girando su cuerpo, hasta estar de costado y enfrentándome. Aproveché para acariciar sus muslos lentamente,lo sentía algo tenso bajo la piel. Cuando mis dedos recorrieron sus piernas, levantó una de ellas, dejando a mi alcance la parte interior de su muslos. Comencé a hacerle muy suavemente cosquillas allí, el respondió llevando sus manos hasta el final de mi columna, justo arriba de donde terminan mis nalgas, y pasando sus dedos lentamente allí. Me producía un cosquilleo que llegaba a todo mi cuerpo, pero se concentraba en mi bajo vientre, logrando que me estremeciera de gusto. Cuando levantó algo más su pierna, dejé a un costado las precauciones y comencé a acariciar entre sus pierna justo debajo de sus huevos. Se estremeció y me acercó un poco más hacia él. Tomé su huevos, los palpé y acaricie despacio. Él respiraba más profundamente cada vez. Entonces tomé su pija entre mis dedos y la acaricie de arriba a abajo un par de veces, logrando arrancarle un gemido. Su cuerpo estaba tenso junto al mío cuando rompí el silencio preguntándole, con un hilo de voz “¿Cómo cogemos…?”

Lo sentí suspirar profundamente antes de decirme alegremente “¿De cucharita…? ¿querés…?”

Toda la poca vergüenza infantil que me quedaba subió a mi rostro cuando confesé avergonzado “No se como es…”

“De costado como estamos ahora. Pero vos dándome la espalda” explicó. No había necesidad de mayores aclaraciones sobre el rol de cada uno…

“¡Ahh…! ¡Síí! ¡Me gusta así!” acepté, sin saber porque me gustaba la idea.

Jugué un instante más con su pija entre mis dedos, luego me volví y arrimé mi espalda a él cuanto me fue posible.

Me encantaba su calor, sus brazos fuertes que me rodearon y acercaron más aun, el calor y la dureza de su pija contra mis nalgas, su respiración junto a mi cuello, sus piernas robustas, sus manos fuertes llevando mis piernas contra mi vientre…

Cuando sentí sus manos sobre mis nalgas, solo le dije “Ensalivame bien…”. Y me abandoné a él.

…

Joaco se mostraba siempre atento y prolijo ante mí. Con un trapo húmedo había limpiado nuestras partes luego de que tuvimos sexo, antes que nos pusiéramos a conversar nuevamente tendidos entre las mantas. Se preocupaba por preguntar como lo había pasado, si estaba dolorido… Yo sentía alguna molestia, pero recordando lo que había pasado cuando me desvirgó, esto me parecía casi una fiesta. Me gustaba conversar así, con él, luego de coger y cuando ambos estábamos ya más tranquilos. Pero de cuando en cuando me encontraba pensando quien era yo; ¿el (aparentemente) inocente chico de primaria de la mañana? ¿O este chico de la tarde, que se acostaba con sus amigos del centro?

Hasta ese día había podido escudarme en que había sido obligado. Pero hoy había venido caminando por mi propio pie, y sabiendo a que venía aunque me negara a ponerlo en palabras.

Mientras seguíamos hablando de cosas sin importancia, recuperándonos, yo jugaba con mis dedos sobre la piel de Joaco nuevamente. Joaco, ese muchacho mayor que yo que me había roto el culo aparentemente sin ningún tipo de compasión y que, sin embargo, parecía sentirse cercano a mí y preocupado por lo que pudiera ocurrirme de una forma que no podía entender.

Sus dedos recorrían muy dulcemente mi espalda, sus labios se posaban en mi cabello de cuando en cuando.

Sin pensarlo, puse en palabras mis deseos al preguntarle por los suyos “¿Querés cogerme otra vez…?”

Y él, sin dudar, calmó mis deseos al responder “¡Sí…!” y me mostró los suyos al poner mi mano sobre su pija, caliente y rígida al máximo nuevamente, mientras me decía “¡mucho…!”

…

 

(Continuará)

86 Lecturas/6 septiembre, 2025/0 Comentarios/por ozkar55
Etiquetas: amigos, chico, culo, gays, mayor, mayores, pija, sexo
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