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Gays

La vida (5)

La creación del Dr. Frankestein era un monstruo, pero sus partes antes fueron humanas y en su forma seguía la estructura que esas partes requerían. Así son los relatos; no mera ficción, sino retazos de realidades escondidas tras el cambios de nombres, lugares y momentos, un collage que las disimula..
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Este relato es solo una parte de una historia mayor. Si no ha leído las partes anteriores a esta, y le interesa mantener la secuencia cronológica y la integridad de la historia, puede buscar la primera parte (https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/la-vida-1/) en mi perfil, y comenzar desde allí.

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(5ta. parte)

No se cuantas veces se repitió esto, ¿cuatro, cinco, ocho, diez? No lo se. Pero cada vez que el universo volvía para mí me parecía que Joaco se iba acoplando más a mis nalgas. Me concentraba en soportar el dolor y, cuando disminuía, en olvidarme de él hasta la próxima embestida.

Pero en un momento algo cambio. Lo escuché decir a los demás “Me parece que esta es la buena…”, lo que provocó otra risotada burlona de Javi y un comentario “Era hora. ¡Seguro que le va a gustar…!”, mientras los demás parecieron poner atención a sujetarme bien. Juanjo, al que podía ver, miraba serio y a la espera de algo, mientras me obligó a pegarme a la colchoneta al torcer un poco más mi mano. Lo mismo hizo el que estaba del otro lado, que creo era Pedro…

Sentí miedo, no esperaba nada bueno para mi de esos movimientos. Menos cuando Joaco se acomodó mejor sobre mi; lo sentí pegarse bien a mi cuerpo, su mano firme sobre mi boca, del otro lado de mi cara su mentón clavado en mi hombro. Lo miré cada vez con mayor temor, en vez de relajarme estaba cada vez más tenso, más todavía cuando sentí su mano sujetándome firmemente a través de mis bolas y pijita, levantando mis caderas mientras los gemelos separaban mis nalgas todo lo que les era posible. De vez en cuando, espasmódica e involuntariamente trataba de mover mis caderas hacia los costados, tratando de apartar su pija de mi agujero. Pero casi no podía hacerlo, y mi culo parecía haberse adaptado a la forma de la cabeza de su miembro, se mantenían pegados pese a todo.

Él percibía mi miedo, mientras se preparaba seguía hablando a mi oído, “No te asustes, Betito, ya falta poco”, “Aflojate y va a ser más fácil”, “Calmate, no tengas miedo”…

Me distraje escuchándolo. Entonces me embistió…

El dolor fue terrible, pero cambiante. Empezó igual que las otras veces para luego tornarse insoportablemente intenso… y mutó, dejó de ser agudo, lacerante, para ser un dolor grave; ya no sentía que me partiera en dos…

A medida que el mundo volvía a mí, sentí su peso sobre mi cuerpo. Yo estaba aterrorizado por la idea de volver a pasar por eso. Pero algo era diferente, aunque no podía precisar que. De a poco fui notando las diferencias. Juanjo y Pedro no me retorcían las manos, solo me las sujetaban, aunque con firmeza. Joaco me tapaba la boca, pero lo sentía relajado, como descansando encima mío,

y me miraba con una leve sonrisa mientras me hablaba. ¿Por qué me hablaba? ¡Yo quería hablar! Quería decirle que por favor no siguiera intentando metermela, que no soportaba más el dolor. ¿Qué me estaba diciendo? Traté de despejar mi cabeza y escucharlo “…calmate Betito, ya pasó lo peor, calmate por favor…” ¿Que ya pasó lo peor? ¡Se notaba que él no era quien estaba abajo…!

“No te movas, Betito, por favor”, lo escuché decirme suavemente; “Si te movés se va a salir, estoy seguro que no querés que tenga que empezar a metertela de nuevo…”. ¿Se va a salir? ¿qué se va a salir?, pensé, sin entender lo que me decía. Aunque hacía algunos minutos que Joaco había cesado de empujar entre mis nalgas, el culo me seguía doliendo. Pero de manera diferente. Él seguía teniendo mis genitales en su mano, y en esos momentos me los masajeaba suavemente. Eso me hizo fruncir fuerte el culo instintivamente, y una oleada de dolor nació desde ese punto. Mi atención fue hacia allí, y me di cuenta que, al fruncir el culo, algo le había impedido cerrarse… ¡¡Eso era…!! ¡Joaco me había metido la pija, y me dolía porque yo apretaba pero mi culo no podía cerrarse!

El descubrimiento me alivió, en cierta medida. Si ya la tenía adentro, tal vez lo demás fuera menos doloroso. Pero también pensé que ahora era “puto”, tenía el culo roto, con todo lo que eso significaba. Bueno, ¿qué significaba “ser puto”, realmente? No tenía la menor idea; solo sabía que los putos parecían no ser queridos por mucha gente.

Joaco seguía tendido sobre mi, como descansando (¿Le habría dado mucho trabajo abrirme el culo? Creo que hasta llegué a sentirme un poco orgulloso de haberlo dejado cansado. Pobre de mí.). Yo traté de no moverme, para evitar dolores o que la pija se saliera. Muy lentamente el dolor iba transformándose en una molestia, bastante incomoda pero solo eso.

Los muchachos me retenían y nos observaban casi sin decir palabra, como a la espera de algo que yo no podía saber que era. Entonces apareció en mi realidad nuevamente la contracara de Joaco: Javi. Con tono impaciente preguntó “¿Lo vas a coger hoy? Porque me estoy aburriendo…”.

¡Upssss! Eso me hizo dar cuenta de cuanto ignoraba yo sobre el tema. Al parecer, aunque tenía una pija en mi culo, todavía me tenía que coger. Bastante preocupado nuevamente, quedé a la espera de saber como continuaba todo para mi, el objeto de esa conversación… y de la cogida.

“Para Javi, dejalo que se acostumbre a tenerla adentro”, replicó Joaco, “total es temprano, ¿o tenés muchas cosas que hacer…?” Esto provocó risas de los otros muchachos y que Javi se pusiera colorado. Giró alrededor nuestro y, cuando entró en donde podía verlo, me pareció muy molesto por algo que yo no sabía que era.

“Bueno, algo de razón tiene, ya hace un rato que se la metiste y mirá lo quietito que está. Ya debe estar acostumbrándose…” dijo uno de los gemelos.

Juanjo, que veía mi cara, agregó “Está muy tranquilo, me parece que ya no le duele…”.

“¿Vos crees…?” le preguntó Joaco, a la vez que me miraba con atención.

“Jajaja…”, resonó la risa de Javi al obtener algo de apoyo, “¡le gusta, la quiere toda adentro…!”

Al escucharlo, pensé “¿Toda adentro? ¡Pero si ya la tengo adentro…!”.

Pedro, a quien no podía ver desde mi posición, acotó “Seguí, Joaco. Si aguantó hasta acá, que siga aguantando…”

“Claro,…”, le retrucó Joaco, “…como se ve que el culo no es el tuyo…”

“¡Bueno, nunca es tarde para que le abramos el culo a él, jajajajajjj…!” sentí decir a uno de los gemelos.

“Y lo tiene muy lindo el guacho…” agregó Javi, con tono insinuante.

Todos soltaron la risa, mientras Pedro decía “Toma pa’vos, que ponga el culo tu hermana…”. No parecía muy contento con el giro de la charla. Sentí sus movimientos en la mano que él me sujetaba, cuando gritó “¡¡¡Sacá la mano…!!!”

Joaco se rio también por lo bajo. Luego me dijo “Aflojate bien que te la voy a terminar de meter, Betito…”.

Eso me provocó un estremecimiento de miedo “¿terminar de meter”, pensé, recordando el dolor de antes. Creo que notó en mi cuerpo y en mi mirada el temor que me estaba volviendo a invadir, porque me habló nuevamente “Tranquilo Betito, no te asustes, vas a ver que ahora va a ser más fácil…”. Pero no se desvió de su objetivo.

“Sujétenlo fuerte y abranle bien el culo”, ordenó. Juanjo y Pedro giraron mis manos lo suficiente para obligarme a pegarme otra vez a la colchoneta. Los gemelos buscaron agarrar mis nalgas bien, y tiraron de ellas hacia afuera con fuerza. Mientras la desesperación me invadía, sentí a Joaco Acomodarse sobre mi y tensarse para la embestida. Todo mi cuerpo se contrajo esperando el dolor de la embestida. Pero esta no llegó. Por el contrario, Joaco acercó su boca a mi oído y me dijo muy despacio “Calmate, Betito, calmate… no tengas miedo, no quiero lastimarte… si te ponés duro así, te va a doler mucho…” . Sacó su mano de mis genitales, y con ella me acarició muy suavemente una mejilla. agregando “Tranquilizate. No te la voy a meter todavía. Cuando te calmes seguimos…”.

116 Lecturas/5 agosto, 2025/0 Comentarios/por ozkar55
Etiquetas: culo, gays, hermana, mayor, menor, pija, puto
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