La vida… (9)

La creación del Dr. Frankestein era un monstruo, pero sus partes antes fueron humanas y en su forma seguía la estructura que esas partes requerían. Así son los relatos; no mera ficción, sino retazos de realidades escondidas tras el cambio de nombres, lugares y momentos; un collage que las disimula…
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Este relato es solo una parte de una historia mayor. Si no ha leído las partes anteriores a esta, y le interesa mantener la secuencia cronológica y la integridad de la historia, puede buscar la primera parte (https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/la-vida-1/) en mi perfil, y comenzar desde allí. Consta de 25 partes, de diferente extensión.

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(10ma. parte)

Entonces pude saber que la lista para cogerme estaba ordenada por edades, porque los gemelos empezaron a discutir acerca de a cual de ellos les tocaba. “¡Yo nací primero!” afirmó uno; “¡Mentira, fui yo!” contradijo el otro. Como la cosa amenazaba prolongarse, y la calentura era grande, eligieron de arbitro a Joaco “¡Dale Joaco, cantá vos!, ¿cuál va primero?” lo interrogaron.

Sin parecer muy preocupado por el tema, les respondió “Y que se yo… que empiece Daniel…”

“¡Listo entonces…!” exclamaron a coro, “¡yo voy primero!”. Se miraron y, otra vez a coro protestaron “¡Vos no, yo soy Daniel!”. Nuevo coro “¡No, vos sos Miguel!”. Otro coro, “¡Mentira, ese sos vos!” ante la risa de Juanjo y Pedro y mi mirada desconcertada, acostado culo para arriba sobre las colchonetas esperando por el ganador del concurso.

“¡Joaco, decile que yo soy Daniel!” recurrieron nuevamente y al mismo tiempo al arbitro. Este los miró, un poco aburrido me pareció, y señalando a uno de ellos dictaminó “Ahora te toca a vos”, sin dar nombres.

El perdedor optó por no seguir protestando y, ante esto, el ganador se dirigió en mi dirección sonriendo, con la pija tensa apuntando hacia arriba y adelante.

En cierta forma puedo decir que tuve suerte aquella vez. No tenía grandes conocimientos sobre tamaños de miembros de muchachos mayores, apenas algunas vistas de contrabando a los de los primos que nos visitaban, y al de mi hermano mayor, el cual me era obviamente el más conocido. En la primera mirada, ya había notado que (para mi suerte… y la de mi culo) todos la tenían más chica que él. La más grande era la de Javi, no se con exactitud cuanto mediría entonces, pero me pareció más corta que la de mi hermano y de unos tres dedos míos de ancho. La de Joaco parecía tener media cabeza menos de largo que la de Javi, y unos dos dedos y medio de ancho. Las de los gemelos (idénticas ambas, por supuesto) me parecieron apenas más finas (¿dos dedos?) que la de Joaco y una cabeza más cortas que la de Javi. La de Juanjo, casi del mismo tamaño que las de los gemelos, se destacaba de las demás por una clara curvatura hacia la zurda de su cuerpo, una linda bananita Dolca, se podría decir. Y finalmente la de Pedro, que no podía competir por ser el menor, una cabeza menos que la de Juanjo y algo más fina. Todas ellas con abundante cuero disponible, con lo que la cabeza no se descubría completamente ni aun cuando estaban totalmente paradas y listas para la acción.

¿Daniel? ¿Miguel? Bueno, no era tan importante para mi la identidad después de todo; llegó junto a mi y se detuvo un instante a contemplarme. Yo, luego de que Javi me cogiera, había permanecido tirado sobre las colchonetas, tratando de descansar y recuperarme ya que no solo era el culo lo afectado por los empujones, apretadas y peso de mis contrapartes en el sexo, sino todas mis articulaciones y músculos, me parecía.

Él se sentó en el suelo, a mi lado y me preguntó “¿Cómo estás?”. “Cansado, dolorido”, le respondí. “¿Te duele mucho el culo?” se interesó. “No… sí… bueno, creo que me duele todo…” le dije. Me sonrió levemente y me consoló “Es normal. El desvirgue es bravo siempre. Mientras no te lastimemos el culo, lo demás pasa rápido”. Después de una pausa, continuo “Ya estás desvirgado, y te cogieron los dos más pijudos, Beto. Te queda lo más fácil. Si no te lastimaron Javi o Joaco, zafaste”.

No me pareció “lo más fácil” estar esperando que me cogieran los cuatro restantes, cuando el culo me molestaba bastante, pero agradecí que me prestara atención y conversara conmigo antes de montarme. Mientras hablaba, él distraídamente jugaba con su pija, subiendo y bajando el cuero un poco, con lo que dejaba a la vista la cabeza, hinchada y morada por la excitación. Daniel/Miguel descubrió mi mirada y, tirando su pija hacia un costado para que pudiera apreciarla completa con huevos y todo, me pregunto “¿Te gusta?”. Sorprendido in fraganti, creo que me puse colorado, pero observé con atención ese trozo de su cuerpo que tenía un ya abundante matorral de vellos rubios rodeando su base y las bolas. Viendo mi atención, el tiro del cuero hacia abajo apretándola un poco a la vez, con lo que la cabeza quedó completamente al descubierto y se hinchó perceptiblemente. Sin siquiera darme cuenta, comencé a pensar en como se sentiría esa pija cuando me la metiera en el culo, y le respondí dudando “No se…”. Me sonrió nuevamente, diciendo “Es normal la primera vez”, y mientras se ponía de pie me preguntó “¿Estás listo…?”. Sin necesidad de preguntarle para que, dije “Sí, dale”. Ya de pie, volvió a preguntar “¿Querés que te sujeten los otros…?”. Sin pensarlo, respondí “No, ¿para qué?… a menos que a vos te guste así…”. Soltando una pequeña risa, me dijo en tono muy bajo, como para asegurarse bien que los demás no escucharan “No, yo no soy Javi, no quiero hacerte gritar sino cogerte…”

(Continuará)