La vida de un niño que debe ocupar el lugar que dejo su madre al irse.
-PAPU, VENÍ COMÉ CONMIGO! -gritaba el hombre cuando su hijo le servía la comida y después tardaba en regresar desde la cocina. El chico ya sabía qué significaba eso y se iba abriendo los cachetes del culo y se metía los dedos para que el bruto del pa.
Tenía 7 años y era el encargado de cocinar, limpiar y poner el orto.
Desde que su madre había abandonado el hogar, ahora le tocaba a él dejar saciado al padre.
Tenía un pantalón corto que su padre había abierto en el culo con una tijera y casi siempre lo usaba, de esa manera el hombre cuando llegaba caliente, se escupía la polla, le dediaba bien dediado el orto y le metía la verga.
Le encantaba culiarselo cuando estaba lavando los platos. El chiquito era bajito, flaquito pero con un culito gordito que era la delicia de todos los viejos verdes amigos de su padre que a veces llegaban a tomar vino.
Cuando pasaba por la cocina y lo veía subido en la sillita, con el culito apareciéndole por el hueco del pantaloncito, se acercaba por atrás y le daba verga hasta que el chiquito chillaba que acabara porque le estaba rompiendo el culo.
No había mejor cosa que el pendejo gritándole por favor que parara porque le dolía el culo.
Los domingos, el día que no trabajaba, apenas se levantaba le metía la verga y le dejaba bien abierto el culo para que luego no tuviera que perder tiempo en abrirle el ojete, cada vez que se lo encontraba, lo daba vuelta, lo apoyaba contra la pared y se lo culiaba bien culiado. Le tenía prohibido que se limpiara la leche, le encantaba verlo con las piernas llenas de sus fluidos. El pendejo olía a semen siempre.
-PAPU, VENÍ COMÉ CONMIGO! -gritaba el hombre cuando su hijo le servía la comida y después tardaba en regresar desde la cocina. El chico ya sabía qué significaba eso y se iba abriendo los cachetes del culo y se metía los dedos para que el bruto del padre no le rompa el orto.
Al viejo pervertido le encantaba meterle puré en el culo y batírselo con la verga. Le gustaba llenarle de comida el orto y después ver como le salía por los costados cuando le hacía dar de sentones sobre la verga dura.
-Comé la comida -le decía después cuando metía de a tres y cuatro dedos en el orto abierto y sacaba toda la comida llena de leche y le metía en la boca.
Cuando el pendejo tenía irritado el orto y le pedía por favor que no se lo culiara hasta que se le sanara el culo, el padre le tenía lástima y lo dejaba descansar, entonces ponía las piernas sobre la mesa y comía apoyando el plato en la panza cervecera y el pendejo se debía meter debajo de la mesa y abrirle el orto con los deditos para meterle la lengua. No le quedaba otra, era hacerlo acabar así o andar caminando con las piernas abiertas y el culo roto toda la semana. Le chupaba el agujero hasta que el padre gritaba «ahora puto, ahora» entonces el niño tenía que prenderse a la verga y chuparla rápido. Mamando fuerte para tomarse todo el semen.
No había dramas en ser el orto del padre… lo malo fue cuando escuchó contarle a los viejos que tomaban vino con él, que el orto del hijo era mejor que las conchas de las putas.
HOLA. EL CULITO DE LOS CHICOS SUELE SER MUCHO MEJOR QUE CUALQUIER CONCHA. A MI ME COGIERON A LOS 8 AÑOS Y QUIENES LO HACÍAN, SOSTENÍAN ESO MISMO. BESOS.
Me encantó, muy excitante, deberías hacerlos más largos y con más diálogos
Que lindo, me encanto Sigue con este tipo de historias