La vida en el campo II
Continua la historia .
La vida en el campo es diferente a la ciudad, la gente trabaja jornadas más largas cuando no tienen tierra o un negocio, ese es el caso de las familias que ahora pasan a ser de mi propiedad, soy dueño de sus cuerpos y están a mi entera disposición.
El destino quiso que los familiares del anterior dueño, un viejo amargado, cruel y lujurioso, no tuvieran ningún interés en estás tierras, adictos a los placeres de la ciudad me vendieron está tierra mas barata de lo que costaba, pero más cara de lo que planeaba pagar, pagaría el precio completo si de antemano supiera sus beneficios y la dote que les acompañaba.
Ese mismo día casi pasada una hora de la puesta del sol llamó a mi puerta el señor Martinez, un tipo fibroso, esbelto y pequeño de 24 años, un escaso vello fácil cubría su labio superior, sus ojos reflejaban sumisión, obediencia absoluta.
Vino solo a terminar de cerrar el pacto con una mamada, incado frente a mi en el marco de mi puerta chupaba mi pene con ansias como si le urgiera tener uno en la boca, y es que lo entiendo, 2 años sin sexo desde la muerte de su anterior dueño, sin nadie que lo reclame como de su propiedad cuál ganado, el pobre no sabía que hacer.
A diferencia de su esposa el no se cansó, fui yo quién le preguntó si tenía algo más que ofrecer, di justo en el blanco, con esa simple orden/pregunta comencé a entender la dinámica.
Cómo ya mencioné, soy su dueño, de todos ellos, harán lo que les pide sin cuestionar o rechistar. Empinado frente a mi un hombre me ofrece su peludo y apestoso ano, sus fibrosas nalgas apenas eran apetecibles, el olor, más fuerte que el de su hijo me terminó por desanimarme.
Lo mandé a traer su hija mas pequeña y acato sin reparo, se subió los pantalones y ajusto el cinturón sobre la expedita marcha.
Con paso acelerado lo ví andar cuesta abajo rumbo a su casa, entrar y salir en 3 minutos con su pequeña en brazos, tan dormida que asemejaba un muñeco de trapo, relami mis labios y los invite a pasar a su arribo.
La pulcritud es importante, mandé a los dos a bañarse a conciencia, fui expedito y les advertí que si llegaban sucios y oliendo a algo, abría consecuencias.
Impaciente jugaba con mi erecto pene sentado en el sillón de la sala, ventanas a puertas abiertas, por alguna razón deseaba-esperaba que alguien nos viera.
Padre e hija volvieron a mi con sus cuerpos aún húmedos, la pequeña de 7 años con su lampiño cuerpo expuesto esbosa una sonrisa nerviosa, el padre por su parte, sumiso aguarda mi siguiente instrucción.
Primer acto.
Un adulto de 24 años empinado mostrando su limpio ano ayudado con sus manos para exponer en todo su esplendor su arrugado esfinter.
De rodillas frente a mi una niña de 7 años chupandome el pene dejando grandes cantidades de saliva para poder penetrar a su padre.
Segundo acto.
La niña masturba el ano de su padre con dedos y lengua, a su vez recibe mis dedos que urgan su ano y vagina.
Tercer acto.
Su padre relaja el esfinter para permitir que mi pene penetre en su recto, la chiquilla observa todo con una mirada nerviosa y divertida.
Intermedio
Aferrado a su huesuda cintura arremeto con fuerta toda la longitud de mi pene, la niña observa como su figura paterna es sodomizado con violencia, el hombre lejos de oponer resistencia gime de placer con fuerza, el impacto de pelvis glúteos resuena, ambos sonidos se mezclan y seguro se escuchan varios metros a la redonda.
Cuarto acto.
Un padre rebota sobre el miembro de su nuevo dueño, gime de placer ante el acto atestiguado por su hija de 7 años que recibe golpes de los testículos y pene de su padre pues incada es testigo en primera fila del acto homosexual.
La pequeña tiene jugando en su boca mis testículos, cada cierto tiempo escupe en la unión ano-pene para lubricar, aspira el fétido aroma de las heces de su padre.
Mi vello púbico le hace cosquillas, se le atoran en los dientes, más de alguno se ha tragado.
Desenlace
Las contracciones de mis testículos expulsan lo que me queda de semen con toda la presión que pueden generar en el apretado ano del padre de familia Martinez.
Dos cosas sobre él, el tamaño de su pene erecto es apenas de 11 centímetros, su ano es particularmente ajustado, largas horas de trabajo duro supongo.
La pequeña niña Martinez observa absorta el abierto ano de su padre expulsar el semen de su nuevo dueño, hasta ese día, la chiquilla ha chupado 4 penes pero solo 1 la penetrado aedio camino por su ducto anal.
Tiembla asustada al ver el «enorme tamaño y grueso diámetro» de mi miembro, visiblemente más grande que todos los demás.
Esa noche mandé al señor Martinez con los pantalones abajo y escurriendo semen por su abierto ano a su casa.
La pequeña niña Martinez se quedó conmigo a pasar la noche, mañana se la mandaré a su sus padres, tengo planes para ella que les contaré en otra ocasión.
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